una de tantas funciones (libre )

Deje mi gran abrigo en el carruaje, quise verme un poco mejor algo más de “sociedad” ya que mis pies quería recorrer camino de ricos, molestar a unos cuantos dejar que la fiel navaja de mi bolsillo izquierdo pasease por sus cuellos mientras su mirada de terror veía fijamente los ojos fríos que me caracterizan.

Cerré la carroza la cual estaba alejada de las demás, no solía hablar con demás gitanos y no pretendía cambiar eso ya era suficiente que me demostraran miradas de odio como para crear lazos con los “mío” esos rasgos asiáticos son lo que siempre me cierran las puertas y me abre unas tantas más, esto me ayuda a poder robar a mi placer dejando una que otra víctima viva pero lo suficientemente aturdida para una entrada directa al manicomio.

Una noche en el teatro, sí, será lo mejor más de una persona debía de aburrirse con esas patéticas obras llenas de romanticismo y finales felices, yo tenía que mostrar que no todo es como se quisiera que fuera… alguien, allí adentro iba a caer bajo la afilada navaja de mango de plata. Entre al lugar la función había comenzado, mi apariencia era claramente de alcurnia y como dije anteriormente mis rasgos mostraban que mi sangre era de otro lugar por lo tanto, debía tener dinero cosa que facilita las cosas, un vestíbulo enorme y con grandes candelabros de cristal colgando del techo alumbrando tenuemente la rojiza sala ¡Ho! Que hermoso color rojo sangre el que mostraban las alfombras que reciben al público.
Camine por las escaleras doradas que pretendían fingir ser de oro puro, di vuelta en el corredor al terminar de subir ara dirigirme a los palcos, allí en ese nuevo pasillo se encontraban los palcos con gente asquerosamente rica o con algo de valor, cosas que quería quedarme solo por el placer de hacerlo, cada palco se cubría con una manta roja para proteger la privacidad de las personas una que otra quedaba entre abierta mostrando los adentros de dichos lugares quedando claro que, se aceptaba a cualquiera en ellos para llenar el lugar.

Camine solo un poco por el oscurecido pasillo con las voces de la muchedumbre de fondo dejando a los actores desenvolverse en una obra en la que nadie prestaba atención, entre repentinamente a uno de los palcos que se veía más vacío que los demás, el escenario se vislumbró a la perfección y las voces de los actores fueron más fuertes que la de la muchedumbre, allí solo se podían ver lo que las velas lograban iluminar así que mi traje negro simplemente se camuflajeo con la oscuridad, las manos en los bolsillos de mi pantalón con la mirada en la obra sin prestar atención a nada más como si de verdad fuera algo interesante. Quede parado allí como una estatua sin hacer movimiento alguno hasta que mi vista comenzó a moverse por todo el lugar observando como halcón a cada uno de los presentes hasta encontrarme con otra mirada, dejando clavada la mía en ella.

París una ciudad donde la gente hace cualquier cosa, como yo lo hago con ese juego de ser dios, el que juzga a las personas por sus actos sin mirar los propios y con toda esa gente que merece la muerte. Todos aquí son altaneros y he encontrado mucha resistencia ¿qué acaso no me temen? Son inútiles, el filo de mi navaja los puede atravesar en un santiamén dándoles una muerte terriblemente dolorosa pero no era así todos se dignaban a hablarme con confianza pero al momento de la verdad lloraban como bebés, besaban mis pies rogando por sus patéticas y aburridas vidas.

Aun así, aquí estoy en un teatro abarrotado de gente si nada mejor que hacer que malgastar su tiempo u ocupándolo en algo mejor que la “cultura” teatral. Le mire como se mira el vacío mi forma de ser es esa indiferente con todos, frío, solitario la gente solo estorba en la vida de uno y aquellos a los que se llaman familia te dejan a la deriva “familia” una patétia palabra para describir cobardía escudándote de aquellos que llevan tu sangre. No se por qué debo abordar este tema pero las voces de los actores se han apagado como si no existiese nadie en el teatro, las divagaciones de mi mente me dan recuerdos extraños, cosas que uno como asesino no debería recordar.

La vista de la joven se desvió, siempre pasaba lo mismo malditos recuerdos, no, no eran recuerdos desde pequeño he tenido visiones de cosas de mi pasado, memorias bien preservadas y en momentos inesperados como esté vienen a mi mente aquello que nunca se debe recordar, fue en ese preciso momento la joven aparto su mirada de mí y salí de mi ensimismamiento la observe un momento para después darme cuenta que todos los demás se levantaban de sus asientos a causa del descanso. Había sido un milagro que pudiera pasar ya que la obra está bastante adelantada pero con mi fachada de buen samaritano nadie se resiste, mi pies se movieron solos di media vuelta saliendo del palco, recorrí los pasillos ahora transitados por esa multitud de ricos esperando con los bolsillos llenos que los saquee, me ruegan por ser lo último que vean pero entre a ese palco por mera inercia, esos ojos los encontré por casualidad, no, no es verdad las casualidades no existen jamás lo han hecho solo que tampoco acepto que haya sido un encuentro premeditado. Yo Takeshi no recibo ordenes de nadie, nadie me manda, yo soy dios y el mismo demonio en persona, soy un hombre capaz de sentir remordimiento así mismo soy aquel que goza con el sufrimiento ajeno, soy todo en esta vida, soy yo mismo.

- Justo detrás de usted – conteste a su pregunta, probablemente no era para mí pero sabía que se refería a mi persona ¿quién más interesante que yo? Arquee una ceja pensando en cómo debía comportarme con personas de baja clase social no me importaba mostrar mi verdadero rostro y que me temiesen pero al estar en “sociedad” daba muy buena impresión para poder robar y reírme de su desgracia. Joven linda de largos cabellos, vestidos elegantes y estaba en un palco así que todo indicaba que sería una buena presa… compañía. Mi ser inexpresivo quedo intacto – Espero a quien estuviese buscando fuera a mí…madame – la cortesía no era mi fuerte pero la hipocresía podía servir en estos casos.

Una tenue sonrisa surco mi rostro y duro unos cuantos segundos la expresión que dio al momento de mirarme, tal vez no esperaba que llegara hasta su palco, que estuviera frente a ella, que me tuviera tan cerca. Ahora dos personas solas, con la compañía de los actores que ensayaban su próxima escena. Di unos cuantos pasos hacia donde estaba la mujer sentada dejando que la luz que brillaba con cierta timidez alumbrase lo suficiente mi rostro para que pudiera verme mejor y me recordase.

– ¿Por qué una dama de su alcurnia buscaría a una persona como yo, sabiendo claramente que mis ropas demuestran mi condición social? – arrastre la palabras como si lo que acabara de decir fuerza veneno que ardía en mi garganta –Lo mismo quiero preguntarle… el contacto social no es para mí prefiero mantenerme al margen para ver si puedo encontrar algo interesante en estos lugares – examinaba cuidadosamente cada parte visible de ella buscando lo “valiosa” que pudiera ser, algo que llamase mi atención lo suficientemente brillante como para matar por ello – Tuvo la oportunidad de haberse ido con la muchedumbre, sin embargo se encuentra aquí frente a mí como si esperase que viniera con usted – la petulancia mostrada solo daba a conocer la tremenda confianza en mí mismo.

Al menos mostraba clase al quedarse allí sentada o era que confiaba que algo la podría ayudar si es que a mí se me ocurriese hacer algo en su contra ¿Clase o inteligencia? A mi parecer nadie tiene las dos cosas, al menos una de las dos se puede fingir y la otra se tiene o simplemente se carece de ella. En mi caso la clase la finjo y la inteligencia la tengo de sobra.

Aun no tenía claro lo que quería de la joven pudiera ser un simple juego para des aburrirme o podría dejar que la noche dijese lo que debía hacer, este tipo de encuentros no son premeditados y muchas veces no son nada agradables al menos para mis acompañantes, no suelo hacer amigos y no creo comenzar pero… ¿mostrarle quien soy o esperar a saber quién? París es un lugar extraño y lleno de sorpresas con gente poco común y secretos que revelar solo por esa razón me he quedado más tiempo de lo debido. Las carrozas pasan y llegan nuevas al área gitana pero la mía sigue allí inamovible y negándose a marchar.