Para el frío del corazón [Louis J. Bouquet]

por **Magnolia Velvet** Miér Mayo 04, 2011 10:57 pm

Si de algo podía jactarme era de la organización de mi casa, no había ropa fuera de su lugar, trastos sucios, polvo en ningún lado, algunas veces creía que era bastante maniática de la limpieza pero odiaba tener desarreglado o desorganizado, esto era una ventaja y una desventaja al mismo tiempo. Una ventaja porque siempre que había visitantes inesperados, no tenía que disculparme por el desorden, aunque también era cierto que mis visitantes se podían contar con los dedos de una sola mano. La desventaja era que cualquiera que me conociera bien podría adivinar mi estado de ánimo con tan sólo un vistazo a mi casa, cuando me ponía triste, enojada, depresiva, melancólica o simplemente las cosas no me salían bien, podías ver la decadencia en la calidad de la limpieza. No podía evitarlo. Hoy era un buen día en la limpieza, hoy no había tristeza ni rastro de mugre, hoy mi casa incluso olía a limpio y eso me gustaba mucho.

Las violetas del jardín tenían muchos brotes sin abrir, lo que significaba que en unas semanas tendría un montón de violetas en flor que dejaran su aroma en el camino de piedra y alegraran la vista a los paseantes, la puerta estaba cerrada como debía estar y la única luz que emanaba mi humilde vivienda era la del exterior que dejaba prendida para que se supiera que alguien vivía ahí. Una casa oscura sonaba sospechosa. Me detuve unos pasos antes de llegar al escaloncito de piedra que precedía la puerta de entrada, rebusqué en un pliegue de mi vestido a la altura de mi cintura con el dedo índice hasta sacar una llavecita color plata y ponerla a la luz de la entrada sonriendo para mi misma. -Vamos adentro, dejemos de congelarnos- Encendería la chimenea y nos calentaríamos muy bien de esa manera, jalé su brazo para terminar de llegar y metí la llave en el cerrojo, un jaloncito y justo después un empujón y estábamos ante la oscuridad del interior. Encendí la luz y entré junto con Louis a la calidez de dentro mostrándole los sillones que quedaban a la vista. -¿Prefiere el salón o la cocina?-

Cerré la puerta una vez dentro y esperé su respuesta mientras volvía a guardar mi llave en el pliegue de mi vestido y me desenganchaba de su brazo quitándome el abrigo. Ahora hacía frío pero pronto estaríamos calientitos y no necesitaríamos cubrirnos. Mi escote era sugerente, ¿Qué podías esperar de una mujer como yo? Sin embargo no me inmuté por lo que pudiera pensar, ni siquiera me puse a pensar en ello, ya estaba acostumbrada a eso. -¿Le gusta con canela?- Sonreí amablemente frotándome los brazos con las manos antes de acercarme a la chimenea y tomar uno de los atizadores para encenderla. Me agaché frente a esta y comencé con la labor para mi invitado. Como dije, no tenía visitantes muy a menudo así que me comprometería a agradarle a Louis para que volviera a visitarme. A veces la nostalgia atacaba en mis noches encontrándome solitaria y congelada. Llegaba un punto en el que mi sangre pedía compañía, al menos una poca.

por **Louis J. Bouquet** Sáb Mayo 07, 2011 9:30 pm

Le seguí, realmente contento, nuestro pasos resonaban en las piedras del camino, mientras me deleitaba con la maravillosa faz de mi ahora acompañante. En verdad agradecía aquello. No podía creer que había estado en aquel estado tan estancado. Pero tan poco, podía reprochármelo. Era una absoluta tontería, ser un hombre como yo. ¿Qué otro sufría tanto por un amor que no pudo ser? ¿Qué otro, confiaba en el destino, como lo hacia yo?

Ella en verdad, era como el ángel de luz, que me tendía su mano blanca, para cruzar el puente de oscuridad. Al menos, esa noche. A mi olfato, llegó una débil fragancia, y miré el bonito jardín de aquella vivienda. Seguro en algunas semanas más, sería toda una estampa, digna de inmortalizar. Yo mismo podria hacerlo, claro, si la pintura se me diera con la misma destreza que con él piano, por citar un ejemplo. No me creía todo un maestro, pero, me habia esmerado muchisimo, hasta caer rendido sobre las teclas. El señor Lightner, me decía que era un chiquillo realmente noble, y que era casi como el hijo que deseo en algún momento de su vida, y que no pudo llegar a tener entre sus brazos. Solía despeinar mis cabellos entonces.

Yo, a él, en algún momento, si que llegué a verlo, casi, como un padre. Al menos, como la figura varonil en mi vida. Y por eso, yo le estaba agradecido. Me mantuve cerca de ella, mientras oía el débil sonido metálico de su llave dentro de la cerradura. Su mano me hizo salir de ese momento de débil trance, y me dejé guiar dentro. Era maravillosa la sensación. La piel de las mejillas, ardían de curiosa manera. Al menos, ya no estaba esa débil y helada brisa que revolvía nuestros cabellos y los pliegues de la ropa. La luz era cálida y se adueñaba de lo que estaba cerca, pero claro, esos pequeños rincones, bajo las mesas y muebles, siempre estaban, como una resistencia a la luminosidad.

- El salón estaría bien…-Le respondí frotando mis manos un poco, regalándole una sonrisa, mientras ella se deshacía de su abrigo. Quizás, hubiera sido mejor que se lo dejara, asi entraría en calor más rapido, pero bueno, quizás, buscara algo más cómodo. La miré acercarse a la chimenea. Me hubiera podido gustar acercarme y decirle que yo lo hacia, pero era un inepto total en ese tipo de cosas. Como huérfano, en las noches como esa, solía pasarlas en algún desván, milagro que no muriera de frio, o bien, pegándome a los seres que vivían en las calles. O, por el contrario, colarme en forma de gato en alguna casa. En esas ocasiones, hasta comía medianamente bien.-Ahmm si… un poco. -Su casa era bonita, y olía bien. Me gustaba, todo tenía ese deje a ella, claro esta. Era fácil sentirse cómodo. Seguí, alli, quieto, mirando lo que hacía. Me daba ago de pena. Pocas veces iba a casas como humano.

por **Magnolia Velvet** Mar Mayo 10, 2011 7:05 pm

El atizador, el fuego y la madera hacían uno solo dentro del hueco de la chimenea mientras yo peleaba con ellos e intentaba encender un fuego antes de que el frío se pegara no sólo a mi piel sino que se metiera dentro de mis huesos y me pusiera de mal humor, tanto como para querer irme a mi cama y meterme debajo de las cobijas. Sonreí cuando por fin encendio y me levanté sacudiendo la parte frontal de mi falda que se había cubierto de un poco de ceniza por aquí y por allá. Lo vi todavía de pie cuando me giré y señalé el sillón más cercano que tenía también una manta en el respaldo por si quería calentarse en lo que el fuego de la chimenea hacía su trabajo. -Siéntete en tu casa, Louis- Señalé hacia la cocina un momento dedicándole una pequeña sonrisa antes de echar a andar. -No tardo nada-

Leche, chocolate, fuego, el artefacto de madera que tenía que mover dentro para hacerlo espumoso, la canela, las tazas y una olla. Tenía todo listo para hacer lo que debía hacer. Vertí la leche dentro de la olla y la puse al fuego que seguramente me ayudaría a entrar en calor ya que la cocina seguía tan fría como la noche que teníamos fuera de la casa. Eché el chocolate entero y comencé a moverlo junto con la canela, no dejé de moverlo y moverlo hasta que estuvo listo y entonces lo serví en dos tazas. Sonreí solitariamente cuando recordé que no le gustaba el licor, igual que a mi, el único licor que bebía en noches de arduo trabajo era el licor de cereza, fuera de eso creía que el whisky, el vodka y todos esos tipos de alcohol me quemaban la garganta rápidamente y me hundían el estómago en un pozo.

Sabía que él estaba nervioso, no entendía exactamente porqué pero podía verlo en su forma de moverse, de sonreir y de hablar, hacía un momento, cuando todavía estábamos parados los dos en el puerto, no se había visto tan incómodo, todo había cambiado cuando entró a la casa, tal vez tenía que ver con... ¿con qué? Me mordí el labio antes de dirigirme con una bandeja hacia la sala, la bandeja ostentaba ambas tazas de chocolate, un plato con galletas hechas por mi y un par de servilletas de tela. Mi sonrisa no se había perdido en el trayecto de la cocina al salón y cuando puse todo sobre la mesita de centro le dediqué una mirada. -Nunca tengo invitados en mi casa, en realidad no tengo muchos amigos- Me encogí de hombros sentándome junto a él e inclinándome hacia delante para acercarle su taza. -Cuidado, está caliente-

por **Louis J. Bouquet** Vie Mayo 13, 2011 10:09 pm

Asentí levemente, entrecerrando los ojos a la par que le dedicaba una de esas sonrisas de chico bueno. Esperaba que no tardara. No solo por que tenía frio, si no por que me asustaba estar solo. En una casa que no conocía. Pero… era tan agradable y… era como si cada rinconcito, te sonriera.
Me senté con gesto por demás lento, una vez que ella desapareció. Era cómodo… no como esos muebles de los hoteles que están duros. No, estos, en verdad, eran los ornamentos de una casa. Con gesto timido, me hice con la manta detrás de mi. La olisqueé, como haría un animalillo curioso. El aroma floral, era gratificante.
Lo mullido se apoderaba de mi. Solo, esperaba no caer en ese tipo de confianza rara, como la que tenía con mi amo. No sé si a ella le gustaría verme hecho un ovillo humano sobre el suelo, junto al hogar.

Estiré las manos como si con eso, el calor fuera a llegar más pronto a todo mi cuerpo. Las llamas, iniciaban su baile. Lamiendo de apoco, con sus lenguas de fuego, naranjas como el sol al atardecer, los leños que Magnolia habia dejado alli. La manera tan lenta en que hacian su tarea… En verdad en fuego era letal… pero, tambien, un elemento…si bien, no tan noble como el agua, sus puntos buenos. La enorme cantidad de beneficios que nos daba.

Me recargué, al final, en aquel mullido respaldo, mirando el techo, y empezaba a tararear un “uhm uhmmp” con algun tono que quizás habia escuchado en la calle, no lo sabia. Una simple manera de romper ese silencio, mientras escuchaba un poco del moviendo en la cocina. No tardó mucho en colarse hasta la habitación, el inconfundible aroma del chocolate. Podia sentir su sabor en la boca, un mero fantasma del recuerdo de haberlo tomado o comido antes…
Comido… la última vez que lo habia hecho, habia sido junto a ese hombre que… bueno, ese pintor que era vampiro, y que parecía tener una fijación mal sana con mi persona. De recordar la manera lujuriosa y seductiva, en que sus ojos verdes se posaban en mi, me hacían sentir un escalofrio, recorrer, toda mi espalda.

Dejé de tararear, sonriendole de igual manera, acomodándome mejor, una vez que la ví aparecer. Las galletas olian bastante bien. Me sorprendió un poco que dijera que no tenía muchos amigos… -Oh, es una pena escuchar algo asi… Eres una persona agradable, Magnolia… pero bueno, es mejor decir que tienes pocos, pero que realmente valoras, a tener cientos y cientos, que, más que amigos tuyos, son meros conocidos-Tomé la taza con cuidado, en efecto, podía ver el ligero vapor que salía. Un calor tan suave, que derrite fácilmente, las espinas de un corazón congelado
Huele bastante bien…. Gracias Lo llevé hasta mis labios, y dí un sorbo. En verdad, lo estaba. Pude sentir la espuma sobre mis labios

por **Magnolia Velvet** Miér Mayo 18, 2011 5:23 pm

Pude sentir el cambio de la temperatura entre la cocina y el salón donde había dejado la chimenea para que caldeara el hogar. Se sentía bien estar en casa, sin que el viento te cortara la piel y tampoco que hubiera más gente que nos molestara cuando lo único que queríamos hacer es tener una noche agradable bebiendo chocolate y hablando de cosas que no nos causaran ni tristeza, ni estrés, ni tampoco desesperación, sólo una velada tranquila. No me acuerdo si ya me he sentado así que me volveré a sentar y sonreírle cuando me elogia. Yo no me consideraba una buena persona, agradable si, pero buena no, o tal vez ´sólo las veces en que estaba en pllan Olivia y no tenía nada que ver con el burdel pero era demasiado complicado. A veces pensaba que empezaba a tener problemas de bipolaridad crónica.

-Creo que tienes mucha razón, es mejor tener pocos que sean capaces de ayudarte en todo que decir que tienes mil y que no hagan nada por ti nunca- Pero al menos hasta este momento yo podía decir que mis amigos estaban ahí cuando yo los necesitaba, así como yo estaba para ellos cuando requerían ayuda. Tomé uno de los cojines y lo apreté contra mi barriga mientras me estiraba y pegaba mi espalda al respaldo del asiento mirándolo de reojo mientras bebía del chocolate. Esperaba que a él también pudiera contarlo como un amigo, era lindo y adorable y... tenía un aura que me hacía sentir mejor, una de esas personas que son agradables con todos y tan inocentes que te dan ganas de protegerlo contra todo.

-Espero que te guste- Probablemente nadie me lo creería pero en mis tiempos libres me gustaba imaginar que no era una prostituta que se vendía al mejor postor y que llevaba una vida normal, cocinando, horneando, limpiando, vistiendo normalmente, vamos, haciendo lo que cualquier mujer de mi posición social haría en su día libre. Tal vez sólo me faltaba un hombre en la vida pero hasta ahora no conocía a nadie que pudiera moverme el suelo con la violencia como para destantearme completamente y probablemente sería mejor así. Suspiré tomando mi taza y soplando un poco en la superficie del líquido antes de beber un poco. Sólo de pensar que tendría que pelearme con él por el modo de vida que llevaba me hacía replantearme todo el asunto del romanticismo.

-¿Y tu vives solo?- De alguna o de otra manera quería conocerlo más, quería saber lo que le preocupaba y porqué esta noche, cuando lo había encontrado en el puerto, parecía tan triste y desolado. Nadie merecía sentise así nunc y él era tan lindo que menos que nadie debería sentise triste

por **Louis J. Bouquet** Sáb Jun 04, 2011 2:22 pm

La noté algo más relajada, como si presencia no le causara temor, y eso era bueno. Por que ya antes me habian hecho pasar por cosas algo graciosas pero infartantes, solo por ser un chico demasiado transparente. A veces odiaba serlo, y envidiaba la capacidad de algunos para mostrarte una sonrisa cuando estas triste, o hacerse los valientes cuando te mueres de miedo. Yo no era nada habil con ello. Solo las veces en que estaba sobre un escenario. Y odiaba con todas mis fuerzas, esa parte de mi persona.

Pero estaba más que seguro que con ella no tenia ni que fingir el estar cómodo. Por que lo estaba. Se me asemejó a una gatita, como yo, cuando se acomodó en sofá. Seguía pareciéndome la mujer elegante del puerto, pero ahora, tambien, a esa imagen se mezclaba de buena manera lo de una… ¿joven despreocupada? Eso me parecía. Y n verdad, agradecía la confianza que parecia darme. Tomé con cuidado para no quemarme y comer alguna tontería, como era casi genetico en mi persona.

Alcé la mirada, tomando con ambas manos el recipiente. Mis largos dedos, se calentaron con una sensación agradable. Me sentí idiota por unos segundos en los que sabía que como un niño, la espuma se habia apoderado de mi labio superior, pasé mi lengua como lo haría en mi forma gatuna luego de tomar leche, antes de responderle
-Esta realmente exquisito. Yo con suerte y solo se hacerme el té…- rei un poco, dando otro sorbo pequeño, para después apoyar la taza entremis manos sobre mi regazo.

-- Tengo mi amo, como ya te dije, pero tambien soy una persona, y el respeta eso. Tengo mi casa, es pequeña, en el bosque… - Y vaya, que costaba llegar alli, pero a mi me encantaba eso, por que no tenia vecinos y el sonido del viento entre las hojas, era memorable. Como el canto de los pajarillos al amanecer. O caminar a la luz de la Luna, y pasar la noche en el lago. Pero esa casa, me habia costado tenerla. Claro, mi amo, me cumplia mis caprichos. Y ese hogar, construido a semejanza de las casas de mi hogar natal, no habia sido pensado solo para albergarme a mi. No, yo quería compartirlo con alguien, que sabía que no querría. Me amaba, si, podía verlo, pero tambien… Sabia que no daría ese paso, por mucho que yo lo deseara. - y… si, vivo solo…- -Baje mi mirada a las ondas que se formaban en la superficie del chocolate, sin querer, un suspiro salio de mi pecho.

por **Magnolia Velvet** Mar Jun 21, 2011 3:29 pm

La velada había empezado de manera rara pero afortunadamente habíamos llegado a un punto de confianza que por lo general tardaba en hacerse notar. Bebí de mi taza de chocolate ignorando las galletitas al menos por el momento, quería que él comiera y que se intiera cómodo porque para mi, su presencia era más de lo que yo podía pagar tan sólo con proporcionarle un lugar calientito para estar un rato y un poco de bálsamo para el alma disfrazado de una taza de chocolate. Sonreí cuando mencionó que estaba sabroso, si de algo me podía jactar en esta vida era de saber cocinar algo más que solamente una taza de café humeante para lograr sacudirme las pesadillas, y aún así, el hecho de que me dijeran qué tan rico estaba lo que yo preparaba, me hacía sentir bien, como aceptada por esa sociedad que tanto trabajo realizaba para sacarme de ella, para recordarme que yo me encontraba en el último escalón del nivel social y que de ahí no podía salir. -Gracias, puedes beber lo que quieras, tengo suficiente en la cocina- Era verdad. No había hecho lo mínimo sino que había previsto que quisiéramos más y que necesitaríamos calentarnos con la bebida durante un buen rato.

Iba a agregar algo pero no sabía cómo lo tomaría, a veces me parece que las relaciones interpersonales son demasiado difíciles, tantas cosas a tomar en cuenta, el nivl social, la forma de vestir, de ser, de hablar, las creencias de cada uno, el orgullo, la decencia, la mentalidad de la persona con la que hablas. Un paso en falso y podrías cometer el grave error de humillarlos, de ofenderlos, de perderlos para siempre. Sólo bastaba una palabra y a veces sólo un gesto. ¿Cómo podría darle a entender que aquí podría venir cuantas veces necesitara comida, calor o consuelo. Intenté repetir varias veces en mi mente la frase que debía decir. "Puedes quedarte aquí si quieres", "Puede venir a visitarme cuantas veces quieras... si tu amo está de acuerdo"... Todo sonaba tan falso y superficial así que mantuve la boca cerrada. Si tenía que decírselo, ya encontraría la oportunidad perfecta.

Escuché mejor lo que tenía que decir antes de abrir la boca. Asentí con la cabeza sintiéndome un poco más tranquila por saber que al menos tenía una casa a donde regresar sin tener que actuar como... ¿como qué?, ¿qué era lo que en realidad significaba tener un amo? Sonreí cuando en mi cabeza se formó la idea de que yo tenía muchos aos en realidad, muchos amos y ninguno que pudiera denominarse mi dueño, yo era de ellos tanto tiempo como pudieran comprarme y debido a mi alto nivel dentro de la escoria del planeta, muchas veces eso se traducía en muy poco tiempo. Nunca toda la noche y no habría nadie que pudiera pagar por que yo me quedara a dormir en una cama ajena. Eso lo reservaba a personas sumamente importantes y a quienes evidentemente no les iba a cobrar.

Dejé que terminara de hablar y más que escuchar, sentí su suspiro. Yo conocía de suspiros, eran besos no dados y palabras no dichas, eran anhelos no completados y el suyo había sido tan profundo que le hizo una cortadita a mi alma. Pasé saliva. Bien dije yo que tendría la oportunidad perfecta. -Mi casa es muy pequeña, como puedes ver... pero... si algún día necesitas de un oído o de un poco de chocolate caliente...- Dejé la propuesta a medias suspendida en el aire, esperando que lo entendiera pero sabiendo que de todas maneras iba a concluir la frase. Acompañé mis palabras con una sonrisa. -Siempre serás bienvenido aquí...- No lo miré, probablemente lo incomodaría así que me dispuse a beber de mi chocolate e inclinarme hacia delante para tomar una galletita dejando que pensara en mis palabras, esperando su reacción y rogando al cielo que no fuera a ofenderse conmigo.

por **Louis J. Bouquet** Miér Jun 22, 2011 12:27 am

Era tentador beber aquello de un solo trago, y pedirle más y más hasta que el dulce liquido, lo dejara en un estado somnoliento, agradable, como en una tarde de lluvia, junto a la ventana, con el fuego del hogar. Eso era. Lo que faltaba a esa noche, no era el frio del exterior, si no el sonido limpio y constante, cristalino, de las gotas de lluvia al caer y adueñarse de todo a su paso.
Podía decirse que casi eran parecidos, pero no. Los copos de nieve, eran pequeñas caricias de Cloudia, y las gotas de lluvia, recuerdo de las lagrimas que derramo por ella. Por esa niña de ojos azules.
Pero alli, en esa habitación, no había nada de rosas blancas, promesas en poemas de nieve, ni abrazos humedos. No. En ella solo estaban el fuego, las galletas, el magnifico chocolate, el….
-Pareciera que prepararas para todo un escuadrón…-… y aquella hermosa mujer. Le dijo aquello en tono de broma, dando otro sorbo a la bebida.

Un ángel que en medio de una noche helada lo rescato. Si, eso habia hecho Magnolia, allá en el puerto. Conociéndose, quizás habría pasado la noche fuera, congelándose, con la esperanza secreta de quizás unirse a las estrellas. A su sueño imposible.
Magnolia, como un ángel de luz que aleja al niño del borde del abismo. Aprovecho esos momentos de cómodo silencio, para extender su mano y coger una galleta. La mordió casi como un ratón. Degustando, dejando que su sabor crujiente se adueñara de su boca, que aún tenía el gusto a chocolate. ¿Se podría transmitir ese sabor, de sus labios a unos ajenos con un beso?

A veces, no me daba cuenta de lo que decía. Ni de lo que pensaba. Y no estaba muy seguro de creer que todo eso me trajera buenos resultados. Y, por si fuera poco, tras aquel suspiro, sus palabras me alcanzaron como una mano amiga. Y no fue literal. Le miré con cara inexpresiva unos momentos, dejando incluso la taza sobre la mesita. Sin parpadear. Seguí su mano, el trayecto que efectuó la galleta desde el platito, hasta su boca. En ese momento, en que me negó su mirada, fui capaz de procesar lo que acaba de decirme. Sin decir nada, me puse de pie. Y bordeé la mesa, dejándome caer a su lado, sobre el suelo. Apoyando mis codos sobre las rodillas, entrelazando mis manos y colocando sobre estas mi mentón. Y le sonreí
Gracias, no… no se como podía agradecerte… que seas tan gentil conmigo. Y… y.. t-tu tambien tienes que venir a mi c-casa, t-t gustaría?-Quise abrazarle, pero no sabia si eso estaba bien, ella era una dama y yo un idiota, bueno, no asi, pero… quizás la incomodara. Baje la mirada, sonriendo, y me mecí un poco como un niño. El puerto y la canción a la noche, me parecían algo lejano. –-Tenshi…. susurró. Eso era ella.

por **Magnolia Velvet** Miér Jun 29, 2011 12:34 am

Tuve que reír, era una cosa que hacía siempre, era como presentir erróneamente que alguien vendría a visitarme de improviso, cosa que además de ridícula sería improbable porque a mi nadie me visitaba en mi casa. Ahora mismo podía decir que las únicas personas que sabían dónde vivía la mujer detrás de la cortesana eran Lucian y Louis. ¿Sería que tenía algo por las 'L's'? Últimamente me estaba volviendo una sentimental y eso no era sano para alguien como yo, los sentimientos en un cuerpo tan ultrajado como el mío eran un verdadero estorbo pero últimaente me había topado con tanta gente buena que me era imposible quedarme callada. Me hice una pequeña promesa en ese momento, solamente un pensamiento fugaz que se me quedó grabado. "Nadie más tendría un pedacito de mi". Podían tener mi cuerpo, mi voz, mi aspecto, podían quedarse con mis palabras seductoras, mis sonrisas falsas, mis movimientos sexys pero nadie podría cavar más allá de lo que yo quisiera mostrarles.

Alejé el pensamiento con un movimiento de mano encogiéndome de hombros, creo que me había quedado demasiado tiempo callada, sin una respuesta coherente qué decirle, sin que se me ocurriera absolutamente nada para mencionar. -No puedo evitarlo, siempre que cocino, hago un montón de comida- Lo mejor que pude hacer y era totalmente cierto. A veces terminaba comiendo de lo mismo por varios días seguidos pero así era yo y ya me conocía mis manías y debido a que era la única que me tenía que soportar a mi misma, era la única que importaba.

Me tomó un poco por sorpresa tenerlo a mis pies literalmente en menos de un segundo. ¿Qué hacía ahí?, ¿Y cómo había llegado ahí tan rápido? Eso había pasao mientras yo intentaba no mirarlo, mientras yo desviaba mi mirada hacia otro lado esperando a que me contestara. Intenté decirle algo pero antes de que pudiera siquiera abrir la boca, él comenzó a agradecerme. Ahí estaba mi respuesta. Y era lo que más pude haber deseado, un agradecimiento y una invitación. A su casa. Yo siempre había pensado que la casa de uno era un lugar totalmente sagrado, era donde tu guardabas tu verdadera personalidad y que cualquier persona que entrara se daría cuenta de quién eras en realidad, por eso debías escoger muy bien a quién invitabas. Y podía sonar ridículo, pero quería que Louis me conociera, y quería conocerlo a él también. -Claro que me gustaría- La respuesta obvia.

Deslicé mi cuerpo por el sofá hasta quedar hincada en el suelo, entre el vestido que tenía puesto y frente a él, sonriéndole y esperando a que subiera la mirada para atraparlo en un abrazo que tenía ganas de darle. Solamente por el hecho de sentirlo cerquita, de aspirar su aroma y saber que en ese hombre tan dulce, tendría un amigo, alguien a quien podría invitar a mi casa y quedarnos horas mirando el fuego sin que las palabras fueran necesarias, sin que tuviéramos que tener una conversación para pasarla bien, y sin que nadie nos mirara y hablara a nuestras espaldas.

por **Louis J. Bouquet** Sáb Jul 02, 2011 11:15 pm

Estaba contento, por que una mujer como ella, aceptara tambien visitar mi casa. Quizás costara llegar, pero… se estaba bien allí. Mi mente voló, mientras intentaba deducir sus expresiones. Verlas en un futuro. ¿Qué pensaría de esa casita tan diferente a las de Paris? ¿Creería que era un espejismo? Por que la edificación que yo tenía, estaba hecha a semejanza de los recuerdos, del hogar que tuve de niño. Y… sonaba tan meloso decir, que esta, la habia hecho casi yo mismo. Con cariño, cada pedazo del suelo de madera y losa sobre el tejado. Como aquellos pajarillos que construyen su nido. Yo quería formar una familia allí.

Esperaba tener suerte, pero, para ello, tenía que darle a cada rincón, una calidez como la de Magnolia. Ella me ayudaría. Una tarde tomando el té, o alguna otra gracia. Yo le habia prometido cantarle alguna vez, que no? Cuando volví a coger valor para encararla, me atacó con un sorpresivo abrazo. Mi cuerpo se meció un poco hacia atrás por pura inercia. Tenía un aroma que no olvidaría. Los de mi raza, asi somos. El animal dentro registra cada lugar y cada encuentro. Y a ella, no podria nunca confundirla u olvidarla. Por que olía a cariño, algo que no definía… y el mejor chocolate caliente que habia probado en toda mi vida.

Pasé mis brazos de manera timida por su cintura, para apretarle con afecto. Un mudo gracias. La manera como se sellaba una promesa, asi como los niños que se cortan las rodillas al correr y terminan curándose los unos a los otros, y asi, de la nada, tienes un amigo. Es cosa de cada quien, cultivarlo, y convertirlo en alguien tan cercano como un hermano o hermana. Le separé con suavidad, mientras le sonreia, mordiendo mi labio inferior como un chiquillo.

-Espero no incomodarte… Ah! Creo que me tendrás seguido por aquí… Espero no tengas alergia a los gatos…- le dije, dejando escapar una risita, soltándole, mientras me acomodaba mejor. Quería volver a tomar chocolate, pero no me quería retirar por completo. Me sentía… cómodo.

por **Magnolia Velvet** Vie Ago 26, 2011 9:02 pm

SU abrazo fue como un té de limón con miel, te curaba por dentro y pasaba dulce y calientito por tu garganta para aliviar cualquier dolor o malestar que pudieras sentir, te hacía dormir tranquila, te hacía sentirte mejor, lograba que tus preocupaciones se fueran a otro lado por un tiempo. No podía contar a mucha gente como mis amigos, contaba más clientes que personas con las que podía desahogarme o simplemente platicar tanto de cosas triviales como de mis preocupaciones y traumas de la niñez, y era raro que apenas después de unas horas de conocernos pudiera contar a Louis entre ellos. Poseía una de esas personalidades que te hacían confiar en él sin que supieras más que su nombre y era transparente, probablemente más de lo que él creía o de lo que la comunidad parisina considerara normal pero para mi era como un alivio haberme topado con él. En este mundo lleno de superficialidades y gente arrogante, era una suerte conocerlo. Yo era afortunada.

No pude evitar sonreir cuando me separé y me quedé hincada en el suelo, después de todo la alfombra evitaba que me diera frío y así estaba más cómoda. Me le quedé mirando asombrándome cada vez más e la inocencia que transpiraba por cada poro de su piel. -Eres adorable, ¿lo sabes?- No tenía una connotación fuera de lo que se podía leer literalmente en mis palabras, era sencillamente adorable, abrazable, apachurrable, sacaba mi instinto de protección y me daban ganas de pasarme el día mimándolo y abrazada a él. ¿Era eso tan malo?

Fruncí el ceño claramente confundida por que pudiera incomodarme de cualquier forma. ¿Cómo podría hacerlo? Negué con la cabeza algo efusivamente sintiendo cómo un par de mechones de cabello se soltaban para caer en mi frente y a los lados enmarcando mi rostro. -No, no... me gusta tener compañía en casa- Y por más ridículo que sonara, nunca nadie me venía a visitar, era como si mendigara por un poco de compañía que no terminara en un par de cuerpos sudorosos tirados en la cama... o en el suelo... o en la mesa de la cocina... No, no... en mi casa solamente entraban amigos... y solamente me acostaba con... bueno... esa es otra historia.

-¿A los gatos?- Ladeé la cabeza intentando entender a lo que se refería. Uno no estaba sordo, ni tonto, si se habían escuchado rumores de vampiros y licántropos, también de esas personas que se podían convertir en... Me quedé callada un segundo mirándolo sin saber si preguntar sería prudente. Pero por algo lo había dicho, ¿no?-En realidad me encantan los gatos- Si, la gente podría pensar que yo era demasiado amable pero al fin y al cabo vampiros, licántropos, cambiaformas, humanos, cortesanas o miembros de la realeza, lo importante era lo que sentías cuando estabas con ellos, el dinero, las situaciones que los rodeaban y los secretos que pudieran tener bajo las capas de ropa, piel y arrogancia, me tenían totalmente sin cuidado, Louis iba a ser mi amigo y nadie me iba a hacer cambiar de opinión.

por **Louis J. Bouquet** Jue Oct 06, 2011 9:18 pm

Ah… Bendita mujer, eres, querida Magnolia.

Un par de bichitos extraños, caminaron por el interior de mi cuerpo, estando alli, en el suelo como un par de chiquillos. No podía mirarla ahora a los ojos, me sentía un poco… ¿apenado? No era la palabra que buscaba, pero mi mente… estaba teniendo un remolino de pensamientos. Y el sonrojo, ah, bendito color de las cerezas, que te cansas de pintar manzanas, fresas y atardeceres, vienes y lo haces en mis mejillas lampiñas.
Mordió con un poco de fuerza su labio inferior. ¿Una manía? Quizás, no sabía del todo. Sin poder evitarlo, balbuceo, cual niño, en un tono casi parecido a un susurro en medio de una noche sin estrellas, caminando por un sendero rodeado de flores. En medio de la oscuridad más profunda. –A-ado…rable? Haha, exageras, Magnolia, corazón…Solo… tu me ves asi por que… me quieres… - -baje la mirada un segundo, con esa tímida sonrisa en el rostro. –Ni agraciado soy, jo, pero… si dices eso, supongo que… -

Se veía tan bonita, asi. Mucho más jovial, cercana, y familiar. Daban gana de acomodar sus cabellos. ¿Ayudarle a cepillarlo? También, pero… no lo creí muy propio. Me sentía tan contento. Su casa me gustaba. Podría quedarme fuera de ella, en el alfeizar de la ventana en la forma de un gatito níveo. Así la cuidaría mucho mejor que un martín.

No me perdonaría jamás, el hecho de no cuidarle, de no estar a su lado. Si algo malo le llegase a ocurrir algún día… Dios, con lo peligroso de las calles de la capital francesa…
Sin saber como, las palabras salieron de nuevo de entre mis labios, en un tono casi de broma. –Que mal que me dices eso. Ahora no podrás sacarme… -Le dije, aguantando las ganas de reir, solo ensanchando la sonrisa.
Me aparte un poco, dejándome caer de costado, apoyado sobre mi mano- a la par que el codo se apoyaba en la alfombra. Dioses, que confianzudo era…

Le mire, aguardando respuesta. Y observe los movimientos de su estilizado cuerpo con detalle. Lo preguntaba, claro esta, ella no lo sabia, pero… bueno, el caso es, que, ya antes habia conocido gente con alergia al pelo gatuno. Aunque no fuera uno por completo. Recordé a la vecina del señor Thomas, aquella mujer estirada, que madame Suzzette, el ama de llaves, solía decir que, tenía cientos de años… ah pero, me gustaba entrar a su casa, solo para leer en su biblioteca, era mucho más grande que la de aquel hombre. Y yo apenas un jovencito curioso. Recuerdo que una vez me descubrió, y tuve que usar mi forma gatuna. Me corrió a patadas uno de sus mayordomos. La señora gritaba aquello. Como fuera, a mi lo que me importaba en este momento, era una respuesta.

Y esta llego, casi pude suspirar de alivio. Le encantaban los gatos! Oh, eso era fabuloso, así, vaya… que mi frase anterior si que podía ser viable. Si no diario, si con frecuencia, tanto como humano… ¿su mascota? Podría calentarle en invierno. Y hacerle compañía, cuando quisiera estar sola y desahogarse con alguien que escuche y no hable…
–Vaya, que bien… Es que… yo… tengo uno en casa, bueno, no es mio, llega de visita a veces, asi que supongo, que algo de el se me queda… y ya sabes, hay cada persona con enfermedades extrañas… y… asi. - No podía decirle que era yo. ¿Y si… se asustaba? No creía que ella fuera de aquellas que serian capaces de llevarme con algún organismo heredero de la Inquisición. Pero si me preocupaba causarle un sobresalto.

por **Magnolia Velvet** Miér Nov 02, 2011 6:56 pm

A cada movimiento que hacía mi invitado, me parecía aún más asorable, sonrojarse, morderse el labio, simplemente estar ahí haciéndome disfrutar de su compañía y dejando que lo consintiera un momentito. ¿Qué más podía ofrecerle que mi hospitalidad y lo que yo sabía hacer bien: Cocinar? Negué con la cabeza cuando afirmó que estaba exagerando. ¿Yo? -No, claro que no... eres tan... me apetece abrazarte cuando te veo- Tal vez era una tontería decirlo en voz alta pero era lo que en realidad sentía, no iba a guardarme mis pensamientos sólo para sentirme mejor. -Y esa mirada nostálgica en tus ojos no te va... tu mereces sonreír siempre- Era la verdad, o al menos lo que yo pensaba.

Reí de buena gana encogiéndome de hombros. ¿Quedarse ahí? ¿Para siempre? Sería un buen cambio tener a alguien que me esperara por las noches, para variar un poco. Saqué el pensamiento de mi mente, él había dicho que tenía una casa, en el bosque, y debía querer regresar a ella. El hecho de que yo me imaginara quién sabe qué cosas, no iba a cambiar eso.

Miré sus ojos con mi respuesta sobre los gatos. ¿A él también le gustaban?. Eran tan bonitos, con su montón de colores diferentes y sus ojitos que parecían observarte y traspasarte y conocerte. Me quedé mirando su rostro mientras hablaba negando con la cabeza de nuevo. -¿Alergias? No, yo no sufro de eso... soy muy resistente- Aunque ciertamente el olor del humo me ponía muy de mal humor. Aguantaba las velas porque si no, me quedaba a oscuras pero de buena gana hubiera vivido en la penumbra si con eso me evitaba volver a encender una cerilla. -Deberías traerlo algún día... Una mascota... siempre había querido una también pero con las noches que tenía y los días de sueño no tendría mucho tiempo para atenderlo, hubiera sido tremendamente injusto para el pobre felino.

por **Louis J. Bouquet** Jue Nov 10, 2011 9:40 am

De seguir asi, sus mejillas arderían tanto, que se podría cocinar algo encima de ellas. . ¿Se veía tan pequeño? No podía pensar otra cosa. Quizás de verdad que no tuviera ni pizca e malicia. Imaginarse ser abrazado y llenado de mimos cada vez que se cruzara con ella, no lo desagradaba, por todo lo contrario, sentía ese calor dentro. Era un gesto muy tierno de su parte. . ¿Podía llegar a pensar en ella no solo como amiga, si no, también, como… parte de una familia? Era aspirar mucho. Apenas la conocía, aunque sentía en mi pecho, como si la conociera de años. Tal vez era muy probable, si es que existen las vidas pasadas, que nos topáramos, no lo sé, en la época de las cavernas. O quizás, en plena época del oscurantismo. Lo que fuera, esa sensación estaba allí y era cálida, como un paseo por las calles, tomado de la mano de la persona que amas.

Suspire ante su otra frase, y desvié la mirada. Mi futuro era incierto, por eso no podía sonreír con plenitud. A pesar de lo dicho, esa duda estaba bien arraigada dentro de mi corazón. -Todos podemos llorar, y todos podemos reir. ¿no es verdad? Pero al final, Magnolia, es verdad, que todos tenemos que encontrar la felicidad, asi sean solo unos pocos segundos de toda nuestra vida. Si no fuera asi, no encuentro útil seguir respirando, cuando la vida te golpea tanto, que quisieras tirarte por un acantilado. – La media sonrisa que se trazo, no era amarga, solo era como si le diera firmeza a lo que el creía. ¿Sonaba pesimista? No era lo que buscaba.

–Oh, ya lo creo que eres una mujer sana, ¡mira que salir a estas horas de la noche con este frio! Correrás con suerte de no coger un resfriado como sigas así. – Le dijo con tono animado, no como un regaño, pero si con el estilo de quien busca hacer conciencia. No se entendía. Por un lado, el mismo era alguien que ponía todo, por delante de él, –ya fuera su seguridad salud etc– – Te lo mandare. No me gusta presumir, pero es muy listo, no te preocupes, el sabe volver a casa. – Sonreí, no me importaba ser su mascota. ¿a quién podía disgustarle tener una dueña como ella? Antes era todo un placer. – ¿Sales seguido por la noche? Digo, no se... es que es peligroso… y.. si tienes que hacer algo… no lo sé, yo podría acompañarte siempre que quisieras. – No sabía por qué había dicho eso, pero ya había pronunciado esas palabras. Tal vez solo deseaba escuchar su voz una y otra vez. Tenía un matiz hermoso.

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Para el frío del corazón [Louis J. Bouquet]

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