Eiri Eláine Mondschein

por **Eiri Mondschein** Dom Mayo 08, 2011 1:29 am

Nombre del Personaje:
Eiri Mondschein
Edad:
17 Años
Especie:
Humano
Tipo y Clase Social:
clase alta, extranjero
Orientación Sexual:
Heterosexual
Lugar de Origen:
Prusia
Habilidad/Poder:
Ninguno

Descripción Física:

Spoiler:

No es una chica muy alta, su atura promedio es de 1.60 hasta ahora, a sus 17 años de edad. Contextura delgada, aún no desarrollada por completo dada su edad. Sus manos y pies son pequeños, acordes a su fisonomía. Su pelo es liso y a la altura de los hombros, de color castaño claro, única herencia de los genes germanos de su padre. Al sol se pueden apreciar unas pequeñas tonalidades más claras. Tiene una piel pálida y tersa, muy suave al tacto por lo demás y sensible a los rayos solares. Ojos color café oscuro, denotan una mirada un tanto triste, (marcada por las cosas que le sucedieron hace unos años atrás) y a la vez esconden muchas cosas. Rasgos faciales característicos de los orientales, ojos rasgados, nariz pequeña y labios finos. .

Descripción Psicológica:

. -Papá... Ich liebe dich-
-Yo también Liebe, yo también-
Eiri es una chica muy tranquila, no le gusta meterse en problemas, detesta las discusiones. Desde pequeña, siempre fue una niña muy introvertida y madura para su edad. Ella misma se consideraba “aburrida” cuando era niña.
Es amable y respetuosa, además de tener muchísima paciencia. No suele enfadarse muy a menudo, pero eso no significa que se calle las cosas o que no explote de vez en cuando. No soporta las injusticias y si puede hacer algo cuando se comete una, no dudará en hacerlo. Le gusta dar su opinión y puntos de vista, siempre y cuando estos no ofendan a nadie. A pesar de ser muy introvertida, le gusta ser amigable, es muy buena amiga e incluso sobre protectora con ellos, porque considera la amistad algo muy importante.
-Puedes contar conmigo, yo nunca te defraudaré-
-¿Cómo lo sabes? ... No se puede prometer una cosa así... nadie es igual de por vida-
Es directa, siempre va de frente, no le gusta mentir (de hecho es pésima haciéndolo) por ende, no le gusta que le mientan. Tiene muy claros sus objetivos y metas, es por eso que es perseverante y no se rinde fácilmente ante las adversidades. Le gusta pensar con lógica e intenta no dejarse llevar demasiado por sus emociones, que de hecho, la vuelven una persona muy sensible.
-Lo siento, no pude llegar antes...-
- No te preocupes, sé lo difícil que es para ti el ayudarme...-
Comprensiva, siempre está dispuesta a escuchar y si puede, a dar consejos. Le gusta compartir con la gente que le agrada, pero en ocasiones, y cuando no está de muy buen humor se pone un poco egoísta.
Como se dijo anteriormente, no suele enfadarse a menudo ni por cosas que ella considere una tontería, pero sí se enfada, sobretodo cuando la ofenden, la pasan a llevar o se meten con su familia y seres queridos. ¿Cómo reacciona? Cuando está enfadada, suele comportarse de manera indiferente, siempre y cuando no sea un enfado demasiado grande. Si el enfado es demasiado, o ha sido por un motivo importante, se comporta de la misma manera como la han tratado, aunque a veces se comporta de manera muy infantil, huyendo de sus problemas.
-Te equivocaste, Eiri...-
-Lo sé... no tienes que decírmelo...-
Sabe reconocer sus errores, pero como es terca y obstinada, le cuesta demostrar lo equivocada que puede llegar a estar. ¿Seria? Sí, con casi todo el mundo (dígase desconocidos) no es de las personas que suelen reírse porque sí, pero cuando está en confianza y se siente realmente cómoda, puede llegar a ser muy risueña. Le gusta ser graciosa, pero la mayoría de las veces sus chistes son aburridísimos o no le salen como ella espera.
-¿Qué estás haciendo? ¡Eso se ve muy mal en una persona de tu clase!-
-¿Y qué? Yo no soy del mundo, sólo a mí me debe interesar lo que hago...-
No le importa el qué dirán, porque según ella “no vive ni come de lo que la gente hable”.
Le gusta pasar tiempo a solas, porque así puede reflexionar y componer sus canciones, aunque suele contradecirse, porque le teme a la soledad. Se puede decir que siente que es necesario estar a solas, pero no por períodos largos de tiempo. Cuando está en sus tiempos de soledad (y en algunas ocasiones estando en compañía) suele divagar, sin estar realmente consciente de que exterioriza sus pensamientos en voz alta. Suele tartamudear cuando está muy nerviosa, habla muy despacio, pero su voz es firme y perfecta cuando canta. .

Historia:

Una vida repleta de matices, a los 17 años sólo parece el prólogo de una gran historia de un libro anónimo.

Prólogo

Albert Mondschein, Germano, nacido en alguna ciudad del Imperio de Prusia siempre fue un muchacho alegre y lleno de vitalidad, hijo de un duque y una muchacha de familia acaudalada y al ser hijo único siempre fue consentido en todo, llegando a ser una persona incluso altanera y mal educada, creyendo que todo el mundo estaba bajo sus pies. Aventurero por naturaleza, durante su juventud viajó por toda Europa y también parte de Asia. Así fue que sus viajes lo llevaron a un lugar completamente extraño y desconocido para él, una Isla que sin saberlo, le cambiaría la vida. Nadie podría haber predecido que de vuelta de aquel viaje no quedaría nada del Albert original... El amor puede cambiar a las personas, y parece ser que en este caso lo re-inventó completamente. El joven, que había llegado al lugar desconociendo todo, no pudo evitar poner sus ojos en Hitomi Daidoji una muchacha de una belleza exótica para él, de hermosos ojos rasgados y de una contextura delgada, hija de uno de los principales consejeros del Emperador. La atracción nació entre ellos de inmediato, pero no pudieron estar cerca ni conocerse hasta pasado mucho tiempo después. El idioma, primer gran obstáculo entre ellos, fue el más complicado también para Albert, que se esforzó meses para lograr hablar japonés sin que se burlaran de él por no comprender lo que él quería decir.

Nadie confiaba en los extranjeros y con él no fue la excepción. Mucho más tiempo tuvo que pasar para que dejaran de mirarlo como un enemigo y comenzaran a verlo de mejor manera. Más de dos años vivió el muchacho allí, ganándose la confianza y respeto de la gente del lugar, esforzándose por lograr llegar hasta Hitomi. Un año más tuvo que pasar para que ella lo aceptara y se comprometieran en secreto. Cuando este secreto fue descubierto, tuvieron que huir... nadie perdonaría que ella se enamorara de un extranjero y faltara a su promesa de matrimonio armado por su familia. Fue así que al volver a Europa llevando consigo a Hitomi, en su familia la noticia tampoco cayó muy bien, y se vio una vez más enfrentado a un nuevo rechazo, del cual logró salir airoso y perdonado.

Capítulo I: “Geburt, Freuder, ”

Prusia, Febrero 19 de 1783
-Mira amor... es una niña-
-Eiri... llámala Eiri...-

Una oscura y fría noche de invierno, en una iluminada y cómoda habitación de la mansión Mondschein en Prusia, daba a luz Hitomi a su primera y única hija. Albert no estuvo presente en el parto y sólo se apareció cuando la bebé ya había nacido. El hombre no cabía de tanta felicidad, teniendo en sus brazos el pequeño bultito que era su primera hija. Mas las cosas no eran todas tan hermosas como parecían... Hitomi había perdido mucha sangre luego del parto, y estaba muy débil. El doctor decía que ella no lograría resistir y moriría tan solo unas horas después de haber dado a luz. Albert no podía creer que el día más bello de su vida, dejaría también la marca más triste y oscura de su vida. La mujer sólo tuvo a la pequeña unos cuantos minutos a su lado, sonriendo todo lo que sus pocas fuerzas le permitían, mientras que Albert, lloraba desconsoladamente al lado de las dos mujeres que más amaría en su vida. La bebé lloró descontroladamente durante esos breves instantes que compartió junto a su madre, como si pudiese percibir que el destino le quitaría a la mujer que le haría mucha falta y al que nunca podría llamar mamá...

Capítulo II: “Sueños de papel”

-Eiri, cariño... ten cuidado-
-Sí papá-
Al cumplir los seis años, Albert decidió mudarse y trasladar todo a París, intentando alejar de algún modo el sufrimiento aún latente de haber perdido a su esposa. Todo le recordaba a Hitomi, fue así que convenció a sus padres de trasladarse, con la excusa de que los negocios se darían mejor allí que en Prusia.

Con el pasar de los años, Albert se aferró cada vez más a su hija. Ella era lo único que le quedaba de su amada Hitomi, y por esa razón siempre la sobreprotegió y cuidó. La infancia de la niña fue normal, creció llena de atenciones y cuidados, nunca le faltó nada y todo lo que ella podía pedir le era concedido. Pero siempre quiso algo que nadie nunca podría darle, o más bien, devolverle... Una madre. Su padre nunca se casó y ella siempre vivió rodeada de adultos. Sus abuelos siempre la consintieron en todo y su abuela tomó en parte ese papel de mamá que ella siempre necesitó. Supo, a los ocho años de edad, que tenía un tío que al igual que como había sido su padre en el pasado, era un viajero. La idea de tener un tío siempre le llamó la atención y siempre esperó con ansias el día en que podría conocerlo. Pero ese día parecía no llegar nunca, puesto que con cada año que pasaba menos se sabía de aquel tío que ella en su cabeza había idealizado y adorado. Siempre tuvo muchos sueños, sueños que eran característicos en una niña, pero el que más deseaba era conocer a su tío.
Albert por su parte, tuvo que dedicarse a los negocios de la familia, debido que su padre estaba muy enfermo. El verano en el que cumplió once años y que también era el aniversario de muerte de su madre, ahora marcaría una nueva marca en su vida: su abuelo Otto, había muerto. En ese preciso momento era más que urgente saber dónde se encontraba el tío perdido, pero éste tampoco apareció para el funeral ni en días después.
-papá... Lo que le pasó a mamá, al abuelo y a la abuela es mi culpa...-
-No digas tonterías hija... Dios siempre se lleva a la gente buena primero, porque los necesita como ángeles... algún día nos tocará a nosotros también y volveremos a verlos a todos-
Al año siguiente, murió la abuela, justo dos días antes de su cumpleaños número doce. Fue así, que Eiri creció con la idea de que su vida estaría marcada por el infortunio y la muerte, llegando a pensar incluso que si ella desaparecía del mundo, ya no ocurrirían cosas malas a la gente que amaba. Sus sueños poco a poco se iban abrumando y escondiendo bajo el alero de sus tristes y pesimistas pensamientos.

Capítulo III: “Sueños rotos”

Con doce años, era una niña muy bonita, cariñosa y más apegada aún a su amado padre. La vida parecía haber mejorado para ella, porque sabía y le pedía todos los días a Dios que protegiera y cuidara de su padre, la única familia que le quedaba junto a su tío.
Una tarde de mayo, apareció en la casa un gran cargamento de maletas y extraños objetos traídos quién sabe de dónde, Eiri nunca en su vida había visto tantas cosas juntas, ni siquiera la gran cantidad de cosas que su padre guardaba en el sótano eran tantas como aquellas que se amontonaban en el vestíbulo de la mansión. El dueño de las cosas, era el hombre más hermoso que ella en su pequeña vida pudo conocer, era alto rubio y tenía una hermosa sonrisa que cautivaría a cualquiera. Pero, algo había en él que a ella le parecía extraño...
-¿Ésta es la casa de los Mondschein?-
-Sí, señor, esta es...-
-Soy Adam Mondschein, hermano de Albert. Dígale que estoy aquí, que he vuelto-
La pequeña por fin, por fin podría conocer a su ya tan querido tío. Eso era lo que ella encontraba tan extraño, el parecido que aquel hombre tenía con su padre... él era el tío que esperaba. Sin siquiera conocerlo corrió y se abalanzó sobre él, gritando y sonriendo, mientras que su padre llegaba rápidamente y la separaba con cuidado y sonriendo, de él.

El reencuentro entre hermanos fue ameno y les trajo mucha nostalgia. La impresión del hermano mayor, Adam, no fue menor al saber de todo lo que se había perdido durante tanto tiempo, y parecía estar feliz de conocer y saber que tenía una sobrina. El tiempo siguió su curso imparcial, mientras que la vida de la niña parecía ser lo que ella siempre había soñado. Nadie podría presagiar, lo que pronto iba a ocurrir...

Atención: en esta parte de la historia, hay contenido +18 implícito:

Este hecho marcó la vida de Eiri y por supuesto, creyendo las palabras del hombre, nunca le dijo nada a su padre. El hecho no se volvió a repetir, pero de igual manera, la niña desde ese día mantuvo su puerta cerrada con llave y comenzó a evitar andar sola por la casa, encontrarse a solas con su tío e incluso hablar con él.
Los años siguientes fueron difíciles, su padre estaba enfermo y su tío parecía estar enfadado y buscaba siempre ocasiones para encontrase con ella a solas. Ella rezaba, todos los días por una mejoría en la salud de su padre, y también por que su tío decidiera marcharse de casa. Pero ninguna de sus peticiones parecía cumplirse, lo que hacía que su angustia fuese en aumento. Lloraba todas las noches, desde hacía ya más de cuatro años, sin poder olvidar lo ocurrido cuando sólo tenía doce, y ahora se sumaba la enfermedad de la única persona que amaba y le quedaba: su padre.
Albert no mejoraba, parecía tener una enfermedad pulmonar y cada día estaba más débil. Adam comenzó a hacerse cargo de los negocios y de todo lo demás, dándole así menos tiempo de molestar a Eiri. Pero, las cosas no podían continuar así, y un día logró encontrarse con su sobrina a solas. Ella estaba en la cocina, ayudándole a la cocinera, cuando él apareció allí -Tú, sal de aquí- le señaló a la mujer y ésta con una inclinación de cabeza, salió de la habitación. El miedo comenzó a apoderarse de Eiri, quien sostenía un cuchillo entre sus manos. -Te necesito, Eiri... y sé que tú a mi también...- murmuró el hombre acercándosele, pero ella temblorosa, apuntó el cuchillo al hombre. -a-aléjese- el sonrió y no le hizo caso, acercándose un poco más -¿Qué puedes hacerme tú?- una carcajada sonora y estruendosa salió de sus labios, mientras que Eiri lo miraba horrorizada y con los ojos llenos de lágrimas. -¡T-Te o-odio!- gritó ella y viéndolo desprevenido, asestó la primera estocada sobre el estómago del hombre. Su tió enmudeció e intentó quitarse el cuchillo, pero el dolor era tal, que cayó de rodillas al suelo, mientras que su camisa blanca quedaba adornada por una enorme mancha carmesí. El mismo carmesí que bañaba las manos de Eiri, que sin darse cuenta de lo que había hecho, salió corriendo de la habitación, dejando al hombre tirado y desangrándose allí.

Capítulo IV: “Un amargo Comenzar...”

Con la muerte de su tío, Eiri tendría que enfrentar las consecuencias que esto traería, pero antes, le contó todo a su padre, y le dijo que no se preocupara por ella, y que ella cumpliría su condena por haber cometido el pecado de matar. La muchacha estaba dispuesta a entregarse a la policía, pero su padre lo evitó. No se puede describir el dolor por el que Albert tuvo que pasar al saber que su hija había sido abusada por su propio hermano y que además ahora era una asesina, deseaba haber sido él quien matase a su hermano y no ella, por haberle provocado tanto daño, un daño que sería irreversible y que tal vez ella nunca pudiese olvidar.
Tres horas después de la muerte de su tío, la policía de París llegó a la casa Mondschein, apresando al confeso autor, Albert, hermano de la víctima que alegó haber sido el asesino, sin dar mayores motivos.
La condena, por el homicidio, sería la ahorca. Programada para una semana después, condena que no pudo ser aplicada, porque Albert murió en prisión tres días antes, paradójicamente justo el día del cumpleaños número 17 de su hija, producto de una pulmonía que en la cárcel se agravó y le quitó la vida.

Todo lo ocurrido ha transcurrido ha sucedido hace muy poco y la joven Eiri Mondschein sigue luchando por mantenerse lúcida y no desfallecer al saber que no tiene a nadie y que todo lo que amaba se ha ido. Los abogados de su padre son los que se hacen cargo de sus negocios y de la fortuna familiar que será heredada a Eiri, a quién poco le importa todo el dinero que tiene, puesto que preferiría darlo todo, a cambio de tener consigo a su padre...

Datos Extras:
Cualidades o Puntos Fuertes:
-Tiene aptitudes para el canto
-Tiene buena memoria
-Piensa rápido
-Tiene afinidad con perros y gatos.

Puntos Débiles:
-No es buena en los deportes bruscos o que requieran mucho esfuerzo físico
-Habla bajito
-El sol le hace daño (es alérgica a los rayos de sol. En exposición prolongada a ellos)
-Sufre de aracnofobia
-Se sonroja cuando la halagan
-Desconfía de los hombres, les teme. .

Desagrado:
-Los mariscos
-El frío y calor en extremos
-Toda clase de insectos rastreros
-La gente grosera
-La oscuridad
-La soledad.

Agrado:
-Los dulces
-Cantar y tocar piano
-Dormir
-El silencio (no siempre)
-Su color favorito es el verde en todas sus tonalidades
-Aroma favorito: las flores y la tierra mojada.

por **Nigel Quartermane** Dom Mayo 08, 2011 8:27 am

FICHA APROBADA
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Eiri Eláine Mondschein

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Re: Eiri Eláine Mondschein