AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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L'incoronazione. Un nuovo inizio... - Parte II - [Private]
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L'incoronazione. Un nuovo inizio... - Parte II - [Private]
Roma… Como siempre su sutil fragancia resultaba más alentadora que el mejor vino francés. Hacía más de un año que no volvía, y la verdad es que la echaba de menos, pero Paris era el lugar idóneo donde estar, tanto por la gente que significaba algo para mí como por el hecho de no tener que enfrentarme precisamente a lo que ocurriría esta noche. En los últimos seis meses en los que Alessandra Di Estafano había desaparecido la capital del imperio había sido un completo caos, los nobles se peleaban mas, si es que eso era posible, y no había ningún tipo de orden entre los territorios. Confieso que el que la anterior reina desapareciese, o mejor dicho, que hubiese muerto era algo que me había agradado en demasía en su momento, pero ahora mismo las consecuencias de su desaparición solo nos traían catástrofes. Primero el pueblo sufre más que nunca la falta de control, después el hambre, y por si fuese poco, al parlamento supremo no se le ocurre otra cosa que poner en el trono a un par de sanguijuelas como Owen y Ascarlani. Es cierto, ellas pondrían orden, por mucho que me doliese admitirlo, pero eso no era suficiente, dudaba que ella fuesen lo bastante desinteresadas como para pensar en alguien más que ellas mismas, especialmente si teníamos en cuanta la opulencia de la que gozaban ambas, siempre con sus juguetes demasiado caros.
Un pequeño ruido surgió a mi espalda cuando mi secretario regreso con la chaqueta para asistir a la coronación, como siempre Balwer era muy capaz de hacer como si no estuviese, a pesar de su corpachón y su relativo sobrepeso podía ser muy discreto si se lo proponía. Seguía mirando por la ventana de mi habitación, situada en las dependencias de los invitados en el palazzo, pues no pensaba quedarme en el Imperio más de lo estrictamente necesario, la coronación era uno de mis deberes como conde, pero si me quedaba demasiado solo era cuestión de tiempo que alguien intentase clavarme un cuchillo de plata en el corazón. A pesar de todo, este era mi deber, era mi obligación estar aquí y asegurarme de que la nueva reina y su princesa estuviesen preparadas para lidiar conmigo, por poco que les gustase la idea de tener a un licántropo en la corte, y vaya si les disgustaba, no tenían más opción, sobre todo por lo que mis relaciones con países extranjeros implicaba, aunque por supuesto harían lo imposible por hacer que esa estancia fuese del todo desagradable, solo con lo de Anya ya era prueba suficiente. - Al fine di illuminare coloro che sono seduti nelle tenebre e nell'ombra della morte. – Dije en un susurro como recordando el motivo de mi estancia en aquella casa de oscuridad y maldad, una corte de muerte y desolacion. - Señor ¿Se encuentra bien? – Vire la cabeza para ver a Balwer, siempre preocupado por mi, no debi haberle traido a Roma. – No lo estare hasta que acabe este espectaculo... ¿Crees en el infierno Balwer? – El hombre me miro como si no supiese que responder, como si el meditarlo fuese algo demasiado personal como para comentarlo con un jefe, aunque fuese uno con el que tuviese confianza. – Olvidalo... supongo que este lugar siempre me pone demasiado paranoico. La chaqueta por favor.- Para la “gran” celebracion habia escogido un pantalon de color blanco hueso, lo bastante elegante para que no desentonase pero sin llegar a la opulencia, acompañado de una camisa blanca de seda abotonada hasta el cuello y un chaleco oscuro antes de la chaqueta negra como medianoche hasta casi las rodillas, rematada con botones de oro blanco y un cinturon con una evilla a juego. El auendo era simple, sin decorados salvo por el anillo de oro, tambien blanco, que siempre lucia en el indice de mi mano derecha, habia llegado el momento de empezar la puesta en escena.
La ceremonia de coronacion fue exactamente como habia esperado, un remanso de vampiros deleitandose en su propia superioridad, una inumerable cantidad de miradas hostiles al percibir el aroma a “perro” que entraba por la puerta, y un sin fin de olores de perfumes, cada uno de ellos mas intensos que el anterior intentando camuflar el tufo a carne putrida que despedian de verdad sus cuerpos arrancados de la paz de la muerte. Ni siquiera eran capaces de morir como era debido. El salon del trono estallo en alagos hacia la nueva reina, toda ella esplendorosa en el solio que demostraba el poder del imperio. “Sigues igual que siempre...” Shanon era tal y como la recordaba: arrogante, hermosa, perfeccionista... inhumana. Permaneci el maximo tiempo posible en la parte mas oscura del salon, siempre centrado en no perder de vista a los vampiros, por muy dificil que resultase, cada mirada era una puñalada, por lo visto tenian la estupida fantasia de que, si me miraban lo suficiente, caeria muerto en el acto, pobres ingenuos, esto solo estaba empezando a prepararse.
Como no podia ser de otro modo, en la coronacion tenia que haber un intento de asesinato, uno bastante chapucero debia de decirlo, pero intento despues de todo, una lastima que aquel hombre se hubiese interpuesto, me habria ahorrado el trabajo de las proximas semanas con la reina y su pequeño circulo, pero eso no habria sido el final apropiado ¿verdad? El caos fluyo durante un par de segundos por el salon de baile, donde los invitados escandalizados se preguntaban quien en su sano juicio querria matar a alguien tan bondadoso y perfecto como la nueva reina, aquella idea me daba ganas de reir, no se si algunos humanos eran ingenuos o simplemente estupidos. Cuando por fin acabo el alboroto supe que habia llegado el momento, la presentacion de los condes del Imperio y su posterior trato con las soberanas. En primera fila, ya preparada para la presentacion, la mujer con mi mismo cargo se predisponia a hacer su entrada, abandone mi lugar y me reuni con ella, listo para hacer mi papel en este espectaculo lo antes posible. – Que desagradable incidente... toda una lastima ¿no crees... Zoe? – Una sonrisa malevola en cierto sentido se dibujo en mi cara, si tenia que hacer todo esto lo haria de la forma en que mas productiva fuese para el Imperio. Que empiece el nuevo acto.
Un pequeño ruido surgió a mi espalda cuando mi secretario regreso con la chaqueta para asistir a la coronación, como siempre Balwer era muy capaz de hacer como si no estuviese, a pesar de su corpachón y su relativo sobrepeso podía ser muy discreto si se lo proponía. Seguía mirando por la ventana de mi habitación, situada en las dependencias de los invitados en el palazzo, pues no pensaba quedarme en el Imperio más de lo estrictamente necesario, la coronación era uno de mis deberes como conde, pero si me quedaba demasiado solo era cuestión de tiempo que alguien intentase clavarme un cuchillo de plata en el corazón. A pesar de todo, este era mi deber, era mi obligación estar aquí y asegurarme de que la nueva reina y su princesa estuviesen preparadas para lidiar conmigo, por poco que les gustase la idea de tener a un licántropo en la corte, y vaya si les disgustaba, no tenían más opción, sobre todo por lo que mis relaciones con países extranjeros implicaba, aunque por supuesto harían lo imposible por hacer que esa estancia fuese del todo desagradable, solo con lo de Anya ya era prueba suficiente. - Al fine di illuminare coloro che sono seduti nelle tenebre e nell'ombra della morte. – Dije en un susurro como recordando el motivo de mi estancia en aquella casa de oscuridad y maldad, una corte de muerte y desolacion. - Señor ¿Se encuentra bien? – Vire la cabeza para ver a Balwer, siempre preocupado por mi, no debi haberle traido a Roma. – No lo estare hasta que acabe este espectaculo... ¿Crees en el infierno Balwer? – El hombre me miro como si no supiese que responder, como si el meditarlo fuese algo demasiado personal como para comentarlo con un jefe, aunque fuese uno con el que tuviese confianza. – Olvidalo... supongo que este lugar siempre me pone demasiado paranoico. La chaqueta por favor.- Para la “gran” celebracion habia escogido un pantalon de color blanco hueso, lo bastante elegante para que no desentonase pero sin llegar a la opulencia, acompañado de una camisa blanca de seda abotonada hasta el cuello y un chaleco oscuro antes de la chaqueta negra como medianoche hasta casi las rodillas, rematada con botones de oro blanco y un cinturon con una evilla a juego. El auendo era simple, sin decorados salvo por el anillo de oro, tambien blanco, que siempre lucia en el indice de mi mano derecha, habia llegado el momento de empezar la puesta en escena.
La ceremonia de coronacion fue exactamente como habia esperado, un remanso de vampiros deleitandose en su propia superioridad, una inumerable cantidad de miradas hostiles al percibir el aroma a “perro” que entraba por la puerta, y un sin fin de olores de perfumes, cada uno de ellos mas intensos que el anterior intentando camuflar el tufo a carne putrida que despedian de verdad sus cuerpos arrancados de la paz de la muerte. Ni siquiera eran capaces de morir como era debido. El salon del trono estallo en alagos hacia la nueva reina, toda ella esplendorosa en el solio que demostraba el poder del imperio. “Sigues igual que siempre...” Shanon era tal y como la recordaba: arrogante, hermosa, perfeccionista... inhumana. Permaneci el maximo tiempo posible en la parte mas oscura del salon, siempre centrado en no perder de vista a los vampiros, por muy dificil que resultase, cada mirada era una puñalada, por lo visto tenian la estupida fantasia de que, si me miraban lo suficiente, caeria muerto en el acto, pobres ingenuos, esto solo estaba empezando a prepararse.
Como no podia ser de otro modo, en la coronacion tenia que haber un intento de asesinato, uno bastante chapucero debia de decirlo, pero intento despues de todo, una lastima que aquel hombre se hubiese interpuesto, me habria ahorrado el trabajo de las proximas semanas con la reina y su pequeño circulo, pero eso no habria sido el final apropiado ¿verdad? El caos fluyo durante un par de segundos por el salon de baile, donde los invitados escandalizados se preguntaban quien en su sano juicio querria matar a alguien tan bondadoso y perfecto como la nueva reina, aquella idea me daba ganas de reir, no se si algunos humanos eran ingenuos o simplemente estupidos. Cuando por fin acabo el alboroto supe que habia llegado el momento, la presentacion de los condes del Imperio y su posterior trato con las soberanas. En primera fila, ya preparada para la presentacion, la mujer con mi mismo cargo se predisponia a hacer su entrada, abandone mi lugar y me reuni con ella, listo para hacer mi papel en este espectaculo lo antes posible. – Que desagradable incidente... toda una lastima ¿no crees... Zoe? – Una sonrisa malevola en cierto sentido se dibujo en mi cara, si tenia que hacer todo esto lo haria de la forma en que mas productiva fuese para el Imperio. Que empiece el nuevo acto.
Lucien Greymark- Licántropo/Realeza
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Re: L'incoronazione. Un nuovo inizio... - Parte II - [Private]
Desde que aquel viaje había comenzado cada noche era distinta a la anterior, el camino hasta llegar al Sacro Imperio nunca le había parecido tan corto, un poco desilusionada incluso de que los días pasaran tan rápido y ella tuviera que volver a usar la máscara seca que ordenaba el protocolo. Era su opción, siempre lo fue desde que supo que aquel era su lugar en el mundo, ya una vez había perdido su título por escuchar las voces externas antes que las propias, había tenido que luchar para recuperar lo que su familia le había dado como regalo al nacer, eso que durante sus años de niñez y adolescencia sólo le trajo malos momentos y muchas dudas. Ser criada por la realeza siempre tiene costos que a veces parecen ser mayores a los beneficios, que te obliguen a casarte por ejemplo, Lily lo había vivido y prefería no pensar en eso, pero cuando toda una ceremonia de coronación te recuerda a lo que tantas veces tuviste que pasar es bien difícil no hacerlo, tenía a sus escoltas cerca, otros sirvientes que sus anfitriones había dispuesto para ella y aún así, incluso rodeada de gente se había sentido sola.
Desde su asiento pudo ver cada detalle que debía ser grabado en su memoria, los nombres, rostros, todo lo que más pudiera de los integrantes del recién reformado Imperio, siempre debía ser así, intentar captar la información que le sirviera para futuras alianzas, estrategias o acuerdos comerciales que pudiera realizar con ellos. Escuchó un par de nombres familiares, se puso de pie cuando correspondía, hizo los gestos, dio los aplausos, sonrisas y felicitaciones en los momentos adecuados, todo siempre debía ser perfecto y no sería ella quien lo arruinara. Recordaba haber repasado un par de noches antes de llegar como se conformaba cada nación y dirigentes de los países de Europa, fue contándoselos a Milo como si fuera un cuento para ir a dormir pese a que él ya lo conocía todo, era una historia que repetía varias veces sólo notando como de rápido se iban cambiando los nombres de los protagonistas, el mismo viaje que ahora había hecho era motivo para escribir un orden nuevo.
Una de las ventajas de que la reina y la princesa sean de tu misma especie es que en los banquetes que den siempre encontrarás todo lo que necesites para saciar tu sed, sólo un movimiento de dedos y una copa llegaba a ti con un líquido sospechosamente tibio, algo que a todas luces indicaba que probables ‘donantes’ eran utilizados al mismo tiempo que otros animales para llenar el estómago de los mortales. Dentro del salón se respiraba tanta formalidad, sonrisas demasiado cordiales, falsedad extrema entre la nobleza de las distintas naciones, encontrar a alguien que realmente estuviera disfrutando aquello parecía imposible. Lily se llevaba la copa a los labios intentando disimular el tedio que la embargaba, la mezcla de vino y sangre bajaba muy rápido por su garganta, con los sentidos un poco más abiertos podía escuchar las mentes de algunos de los presentes, que se enredaban como una madeja de lana en las garras de un gato, cerró aquello para no perder su propio hilo de pensamientos y agudizó su nariz, el olor que buscaba fue lo que guió sus pasos, una figura que parecía a ratos ajena a todo eso se erguía en el otro extremo del salón, caminó sola porque ahí dentro no era necesaria la escolta y al llegar a él agradeció tener al menos la opción de que esa semi oscuridad les ayudara a no ser el objeto de las miradas de los más curiosos.
-¿No te cansas de todo esto?- volvió a beber dejando que una gota cayera por el borde de sus labios, quería ver la cara de asco de Lucian al notar eso, el recién coronado conde era uno de los pocos o por no decir único licántropo que ella era capaz de tolerar, aunque tolerar quedaba un poco pequeño frente a lo que Lily sentía por ‘su lobito’, algo que de seguro no sería compartido por el resto sus compañeros de especie presentes, - Felicidades Conde Greymark, el Sacro Imperio Romano Germánico nos ha otorgado una excelente ceremonia el día de hoy, debo decir que se han lucido, esto de seguro tapará todas las habladurías por el cambio repentino y misterioso de monarcas… - debía susurrar porque pese a la música y el ruido general, la mayoría de los que allí se encontraban tenían un oído bastante sensible. Miraba al lobo a los ojos intentando decirle sólo con gestos lo aburrida que estaba, toda esa frialdad con la que debía tratarlo le molestaba, no poder ser ella misma y representar a la princesa de Italia, esa que apenas sonreía, que sólo saludaba con reverencias, que daba órdenes y no tenía un buen trato con la gente, todo eso la cansaba muchísimo y tener que hacerlo por varios días era peor, sólo el hecho de poder volver a dormir a una cama donde alguien ya la esperaba lograba hacer de todo eso algo un poco más llevadero, - ¿acaso veo tu copa vacía? ¿Qué clase de atención para el Conde es esa?-
Desde su asiento pudo ver cada detalle que debía ser grabado en su memoria, los nombres, rostros, todo lo que más pudiera de los integrantes del recién reformado Imperio, siempre debía ser así, intentar captar la información que le sirviera para futuras alianzas, estrategias o acuerdos comerciales que pudiera realizar con ellos. Escuchó un par de nombres familiares, se puso de pie cuando correspondía, hizo los gestos, dio los aplausos, sonrisas y felicitaciones en los momentos adecuados, todo siempre debía ser perfecto y no sería ella quien lo arruinara. Recordaba haber repasado un par de noches antes de llegar como se conformaba cada nación y dirigentes de los países de Europa, fue contándoselos a Milo como si fuera un cuento para ir a dormir pese a que él ya lo conocía todo, era una historia que repetía varias veces sólo notando como de rápido se iban cambiando los nombres de los protagonistas, el mismo viaje que ahora había hecho era motivo para escribir un orden nuevo.
Una de las ventajas de que la reina y la princesa sean de tu misma especie es que en los banquetes que den siempre encontrarás todo lo que necesites para saciar tu sed, sólo un movimiento de dedos y una copa llegaba a ti con un líquido sospechosamente tibio, algo que a todas luces indicaba que probables ‘donantes’ eran utilizados al mismo tiempo que otros animales para llenar el estómago de los mortales. Dentro del salón se respiraba tanta formalidad, sonrisas demasiado cordiales, falsedad extrema entre la nobleza de las distintas naciones, encontrar a alguien que realmente estuviera disfrutando aquello parecía imposible. Lily se llevaba la copa a los labios intentando disimular el tedio que la embargaba, la mezcla de vino y sangre bajaba muy rápido por su garganta, con los sentidos un poco más abiertos podía escuchar las mentes de algunos de los presentes, que se enredaban como una madeja de lana en las garras de un gato, cerró aquello para no perder su propio hilo de pensamientos y agudizó su nariz, el olor que buscaba fue lo que guió sus pasos, una figura que parecía a ratos ajena a todo eso se erguía en el otro extremo del salón, caminó sola porque ahí dentro no era necesaria la escolta y al llegar a él agradeció tener al menos la opción de que esa semi oscuridad les ayudara a no ser el objeto de las miradas de los más curiosos.
-¿No te cansas de todo esto?- volvió a beber dejando que una gota cayera por el borde de sus labios, quería ver la cara de asco de Lucian al notar eso, el recién coronado conde era uno de los pocos o por no decir único licántropo que ella era capaz de tolerar, aunque tolerar quedaba un poco pequeño frente a lo que Lily sentía por ‘su lobito’, algo que de seguro no sería compartido por el resto sus compañeros de especie presentes, - Felicidades Conde Greymark, el Sacro Imperio Romano Germánico nos ha otorgado una excelente ceremonia el día de hoy, debo decir que se han lucido, esto de seguro tapará todas las habladurías por el cambio repentino y misterioso de monarcas… - debía susurrar porque pese a la música y el ruido general, la mayoría de los que allí se encontraban tenían un oído bastante sensible. Miraba al lobo a los ojos intentando decirle sólo con gestos lo aburrida que estaba, toda esa frialdad con la que debía tratarlo le molestaba, no poder ser ella misma y representar a la princesa de Italia, esa que apenas sonreía, que sólo saludaba con reverencias, que daba órdenes y no tenía un buen trato con la gente, todo eso la cansaba muchísimo y tener que hacerlo por varios días era peor, sólo el hecho de poder volver a dormir a una cama donde alguien ya la esperaba lograba hacer de todo eso algo un poco más llevadero, - ¿acaso veo tu copa vacía? ¿Qué clase de atención para el Conde es esa?-
Lily Cappelletti- Vampiro Clase Alta
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Re: L'incoronazione. Un nuovo inizio... - Parte II - [Private]
Silencio, reverencias, formalidades. En eso se había convertido todo esto, en un espectáculo de circo solo diseñado para que los vampiros pudiesen regodearse en su absoluta superioridad en humanos . Si la mitad de los presentes se diesen cuenta de a quien estaban jurando lealtad, ¿Realmente seguirían siendo tan buenos y obedientes súbditos? Quien sabe, seguramente serian incluso más devotos por la oportunidad de llegar a obtener la manzana podrida de la inmortalidad, una fruta que sin duda alguna parecía jugosa a primera vista, pero si la mirabas bien de cerca solo obtendrías gusanos y putrefacción. La visión de la reina desde donde me encontraba durante el inicio de la presentación de los condes me recordaba bastante a la fuga de la primera demonio de los infiernos. No conocía a Shanon, por lo menos no de una forma personal, pero lo que sabía sobre ella era en cierto modo suficiente, suficiente para poder asegurarme de que los movimientos en la corte fuesen los esperados por mí, no por otros. Las semanas posteriores a todo este espectáculo seria lo que decidiría el curso del Imperio de ahora en adelante. ¿Voy a dejarlo en manos de dos vampiras de las que apenas me fio? Por supuesto que no.
La ceremonia de nombramiento de los condes fue corta, por lo menos en comparación con la de la reina y la princesa. A pesar de todo resulto tediosa, aburrida y llena de banalidades, todo conforme a antiguas frases de rigor que habían sido nombradas desde la formación del Imperio y que se seguían utilizando por la fuerza de la costumbre. En un sinfín de frases ceremoniales y los correspondientes juramentos de lealtad, siempre al Imperio y al pueblo por supuesto, trataba de empezar a considerar mis opciones. Desde el anuncio del compromiso de la reina con el príncipe de los Países Bajos todo había sido una expectación constante, la posibilidad de unir dos reinos de esa manera no siempre se daba, y los muy ingenuos se creían en serio que eso era lo importante. ¿Cuantos vampiros más habría en la corte del príncipe Urian? Posiblemente todos serian de la misma condición, al menos todos los que poseían un cargo ligado a la realeza. Eso me dejaba pocas opciones, pues la princesa y la nueva reina estarían rodeadas de los suyos en todo momento y los únicos que podrían ayudarme a mí estaban a medio país de distancia. En fin, como rezaba el dicho: Si no puedes vencer al enemigo, únete a alguien que pueda.
Ya con la ceremonia finalizada los invitados se dispersaron por el salón de bailes, charlando y bebiendo y comentando constantemente quien había realizado el último escándalo. Ahora recordaba porque me gustaba tanto vivir en Paris, por lo menos allí podía mantenerme alejado de todo esto. La observación de los invitados era importante eso sí, mientras estuviese en Roma me aseguraría al menos de conservar la cabeza sobre los hombros el máximo tiempo posible. La zona lateral del gran salón estaba semioculta por las cortinas escarlatas con el símbolo del Imperio, eso al menos daba cierta intimidad de las miradas ajenas a mi interés. Pero al parecer, mi escondite momentáneo no era lo bastante bueno, ya que no paso demasiado tiempo hasta que un olor relativamente familiar me llego de cerca. Deje que se aproximase, pues de todos los vampiros que había en la sala este era el único que podía tolerar de momento. – A cada segundo del día. – Dije respondiendo a su saludo. – Os creía en Italia princesa, me sorprende que renunciaseis a vuestra mascota particular para venir a una fiesta aburrida en la realeza.
Lilliana Capelletti. Princesa de Italia por la gracias de… bueno de quien fuese. En ciertos aspectos una de las mujeres más codiciadas de Europa, y también una buena amiga, si dejábamos a un lado el pequeño detalle de que fuese vampira, un detalle que estaba dispuesto a obviar por esta vez a pesar de lo mucho que me desagradaba ese olor proveniente de su copa y la imagen de aquella gota roja cayéndole por el labio. – No creo que esas habladurías puedan acallarse nunca, de una forma u otra en este nido de víboras siempre se encuentra un rumor nuevo que acaba siendo la comidilla de todos. Es algo inevitable. – Es cierto que la sospechosa desaparición de la reina Alessandra había sido un escándalo, pero el pasado era el pasado, ahora lo importante es centrarnos en otra cosa. Lily nunca me trataba como una persona normal, no había ni formalismos ni contención a la hora de hablar entre nosotros, por eso agradecí tanto que fuese discreta en este lugar, especialmente porque lo que ella era es justo lo que yo necesitaba. – No os preocupéis princesa estoy muy a gusto sin tener que beber… nada. – Dije mirando de reojo la copa de vino que tenía ella en la mano. – Una situación interesante ¿no cree? No han pasado ni un par de horas desde la coronación y ya nuestra reina esta prometida. Habrá muchos invitados complacidos con ello supongo – Creo que no hacía falta especificar a qué tipo de invitados me refería.
La ceremonia de nombramiento de los condes fue corta, por lo menos en comparación con la de la reina y la princesa. A pesar de todo resulto tediosa, aburrida y llena de banalidades, todo conforme a antiguas frases de rigor que habían sido nombradas desde la formación del Imperio y que se seguían utilizando por la fuerza de la costumbre. En un sinfín de frases ceremoniales y los correspondientes juramentos de lealtad, siempre al Imperio y al pueblo por supuesto, trataba de empezar a considerar mis opciones. Desde el anuncio del compromiso de la reina con el príncipe de los Países Bajos todo había sido una expectación constante, la posibilidad de unir dos reinos de esa manera no siempre se daba, y los muy ingenuos se creían en serio que eso era lo importante. ¿Cuantos vampiros más habría en la corte del príncipe Urian? Posiblemente todos serian de la misma condición, al menos todos los que poseían un cargo ligado a la realeza. Eso me dejaba pocas opciones, pues la princesa y la nueva reina estarían rodeadas de los suyos en todo momento y los únicos que podrían ayudarme a mí estaban a medio país de distancia. En fin, como rezaba el dicho: Si no puedes vencer al enemigo, únete a alguien que pueda.
Ya con la ceremonia finalizada los invitados se dispersaron por el salón de bailes, charlando y bebiendo y comentando constantemente quien había realizado el último escándalo. Ahora recordaba porque me gustaba tanto vivir en Paris, por lo menos allí podía mantenerme alejado de todo esto. La observación de los invitados era importante eso sí, mientras estuviese en Roma me aseguraría al menos de conservar la cabeza sobre los hombros el máximo tiempo posible. La zona lateral del gran salón estaba semioculta por las cortinas escarlatas con el símbolo del Imperio, eso al menos daba cierta intimidad de las miradas ajenas a mi interés. Pero al parecer, mi escondite momentáneo no era lo bastante bueno, ya que no paso demasiado tiempo hasta que un olor relativamente familiar me llego de cerca. Deje que se aproximase, pues de todos los vampiros que había en la sala este era el único que podía tolerar de momento. – A cada segundo del día. – Dije respondiendo a su saludo. – Os creía en Italia princesa, me sorprende que renunciaseis a vuestra mascota particular para venir a una fiesta aburrida en la realeza.
Lilliana Capelletti. Princesa de Italia por la gracias de… bueno de quien fuese. En ciertos aspectos una de las mujeres más codiciadas de Europa, y también una buena amiga, si dejábamos a un lado el pequeño detalle de que fuese vampira, un detalle que estaba dispuesto a obviar por esta vez a pesar de lo mucho que me desagradaba ese olor proveniente de su copa y la imagen de aquella gota roja cayéndole por el labio. – No creo que esas habladurías puedan acallarse nunca, de una forma u otra en este nido de víboras siempre se encuentra un rumor nuevo que acaba siendo la comidilla de todos. Es algo inevitable. – Es cierto que la sospechosa desaparición de la reina Alessandra había sido un escándalo, pero el pasado era el pasado, ahora lo importante es centrarnos en otra cosa. Lily nunca me trataba como una persona normal, no había ni formalismos ni contención a la hora de hablar entre nosotros, por eso agradecí tanto que fuese discreta en este lugar, especialmente porque lo que ella era es justo lo que yo necesitaba. – No os preocupéis princesa estoy muy a gusto sin tener que beber… nada. – Dije mirando de reojo la copa de vino que tenía ella en la mano. – Una situación interesante ¿no cree? No han pasado ni un par de horas desde la coronación y ya nuestra reina esta prometida. Habrá muchos invitados complacidos con ello supongo – Creo que no hacía falta especificar a qué tipo de invitados me refería.
Lucien Greymark- Licántropo/Realeza
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Re: L'incoronazione. Un nuovo inizio... - Parte II - [Private]
Tentación constante, matarlo, odiarlo, eso debía hacer. El día en que la princesa Cappelletti hiciera lo correcto para lo que era sería el fin del mundo. Ella había buscado al lobo sabiendo las consecuencias que traía cada uno de sus actos, ¿qué importaba? Él era el único con quien podría hacer más llevadera aquella fiesta que como él había dicho era bastante aburrida. Deberían aprender a la nación italiana. En realidad no engañaba a nadie, Lily apenas sabía de su propio reino desde que había salido hace casi un año, las cartas eran escasas como también la comunicación con los jerarcas de su país, el rey le parecía un hombre sin peso que corría un eterno riesgo de ser derrocado y el príncipe, ese era simplemente alguien de quien apenas conocía su nombre, si pasara algo con él era bastante probable que nadie lo notara, su puesto era incluso un poco sospechoso, su nombre no tenía relación con las altas familias de los orígenes de aquel pueblo y su rostro tampoco se asemejaba a lo que alguien esperaría de un nativo que aquellas tierras. Volvió a repasar las palabras de su amigo en su cabeza sabiendo que ella se sentía del mismo modo, la aristocracia era siempre un bodrio, algo que terminaría cansando incluso al más entusiasta.
Arrugó su nariz y mordió su lengua sin disimular sus colmillos, el hecho de que Lucian llamara a Milo de esa forma le molestaba profundamente, en otras situaciones habría alzado la voz y le habría gritado algunas cosas, acá no podía, no si lo que quería era no llamar la atención. Contando hasta cien antes de hablar sólo le dedicó una sonrisa al licántropo frente a ella, era una de esas sonrisas torcidas como de alguien que sabe podrá obtener la venganza dentro de poco si sabe esperar, - Si quisiera una mascota preferiría un perro… - lo miraba a los ojos haciendo énfasis en la última palabra, dejando claro que el apelativo se refería más a la condición del Conde que a un real animal, - dicen que son más fáciles de amaestrar, aunque frente a eso tengo mis dudas… algunos parecen no aprender nunca. – Dándole una fea mirada a su copa vacía chasqueó los dedos notando como ésta desaparecía y en su lugar se encontraba en pocos segundos otra con el mismo líquido que la anterior, - Y créeme que no he renunciado a nada, sólo le doy el tiempo adecuado a cada una de mis actividades… vuestro Imperio ha solicitado mi presencia y hemos venido gustosos… -
Hablaba en plural y sabía que Lucian entendería perfectamente a que se refería, él era de los pocos que conocían la verdadera relación existente entre la princesa y el teniente Van Dyck, esa que en realidad era capaz de ser fuente de un escándalo seguro si fuera conocido en el círculo donde ahora se encontraban, todos esperaban que la nobleza sólo se relacionara con la nobleza, que sus integrantes encontraran uniones nupciales entre esos acotados miembros y así se perpetuaran los nombres y también se unieran naciones, pero con Lily era imposible, ella no sería parte de aquel show otra vez, ya lo había sido una vez aceptando casarse con alguien que ni conocía, ahora tenía carácter, poder y fuerza para defenderse si era necesario. Sin darse cuenta sus colmillos se habían extendido ante el hilo de pensamientos que se habían generado en su cabeza, miraba de reojo constantemente esperando que nadie reparara su atención en ellos, podía disimular la cercanía y la confianza pero no las palabras que salían de la boca de ambos. - ¿Qué papel tienes tú en el nido? ¿Serías acaso algo así como el depredador de las víboras? – hablaba casi en susurros, sin dejar de sonreír disfrutando cada una de sus palabras, - Nadie es inmune a su veneno, por mucho que hayan sido mordidos varias veces… no es necesario para el resto inventar rumores cuando son tus propios soberanos los que se encargan de dar el material para esparcirlos.-
Terminó la copa que tenía entre sus manos y se la entregó al muchacho que estaba encargado de atenderla personalmente, una orden mental y el chiquillo dio media vuelta para dirigir sus pasos lo más lejos de ella, ahora si parecían estar solos, aunque era claro que jamás lo estarían. - ¿Eres acaso uno de esos? Obviemos el hecho de que no eres un invitado sino el festejado, ¿qué tan feliz te hace el hecho de que además pronto tendrán un rey? Él es de los míos… creo que la temperatura en tu imperio va bajando cada vez más querido Conde… - noche cerrada y el salón repleto era un poco caótico a ratos, risas y música se mezclaban como si realmente estuvieran relacionados, las joyas de plata brillaban y eran el mejor indicador de algunos sobrenaturales para pedir que otros no se acercaran, Lily solía evitarlas, podía odiar a sus enemigos impuestos pero sobre todo eso estaba Lucian y por él jamás podría sentir algo así, una debilidad lo llamarían muchos, ella lo aceptaba y alzaba la barbilla frente a eso. - ¿Damos un paseo Conde Greymark? Es una noche para disfrutar ¿no crees? – exigiendo más que preguntando se quedó quieta esperando que él ofreciera su brazo para comenzar a caminar creando una situación escandalosa.
Arrugó su nariz y mordió su lengua sin disimular sus colmillos, el hecho de que Lucian llamara a Milo de esa forma le molestaba profundamente, en otras situaciones habría alzado la voz y le habría gritado algunas cosas, acá no podía, no si lo que quería era no llamar la atención. Contando hasta cien antes de hablar sólo le dedicó una sonrisa al licántropo frente a ella, era una de esas sonrisas torcidas como de alguien que sabe podrá obtener la venganza dentro de poco si sabe esperar, - Si quisiera una mascota preferiría un perro… - lo miraba a los ojos haciendo énfasis en la última palabra, dejando claro que el apelativo se refería más a la condición del Conde que a un real animal, - dicen que son más fáciles de amaestrar, aunque frente a eso tengo mis dudas… algunos parecen no aprender nunca. – Dándole una fea mirada a su copa vacía chasqueó los dedos notando como ésta desaparecía y en su lugar se encontraba en pocos segundos otra con el mismo líquido que la anterior, - Y créeme que no he renunciado a nada, sólo le doy el tiempo adecuado a cada una de mis actividades… vuestro Imperio ha solicitado mi presencia y hemos venido gustosos… -
Hablaba en plural y sabía que Lucian entendería perfectamente a que se refería, él era de los pocos que conocían la verdadera relación existente entre la princesa y el teniente Van Dyck, esa que en realidad era capaz de ser fuente de un escándalo seguro si fuera conocido en el círculo donde ahora se encontraban, todos esperaban que la nobleza sólo se relacionara con la nobleza, que sus integrantes encontraran uniones nupciales entre esos acotados miembros y así se perpetuaran los nombres y también se unieran naciones, pero con Lily era imposible, ella no sería parte de aquel show otra vez, ya lo había sido una vez aceptando casarse con alguien que ni conocía, ahora tenía carácter, poder y fuerza para defenderse si era necesario. Sin darse cuenta sus colmillos se habían extendido ante el hilo de pensamientos que se habían generado en su cabeza, miraba de reojo constantemente esperando que nadie reparara su atención en ellos, podía disimular la cercanía y la confianza pero no las palabras que salían de la boca de ambos. - ¿Qué papel tienes tú en el nido? ¿Serías acaso algo así como el depredador de las víboras? – hablaba casi en susurros, sin dejar de sonreír disfrutando cada una de sus palabras, - Nadie es inmune a su veneno, por mucho que hayan sido mordidos varias veces… no es necesario para el resto inventar rumores cuando son tus propios soberanos los que se encargan de dar el material para esparcirlos.-
Terminó la copa que tenía entre sus manos y se la entregó al muchacho que estaba encargado de atenderla personalmente, una orden mental y el chiquillo dio media vuelta para dirigir sus pasos lo más lejos de ella, ahora si parecían estar solos, aunque era claro que jamás lo estarían. - ¿Eres acaso uno de esos? Obviemos el hecho de que no eres un invitado sino el festejado, ¿qué tan feliz te hace el hecho de que además pronto tendrán un rey? Él es de los míos… creo que la temperatura en tu imperio va bajando cada vez más querido Conde… - noche cerrada y el salón repleto era un poco caótico a ratos, risas y música se mezclaban como si realmente estuvieran relacionados, las joyas de plata brillaban y eran el mejor indicador de algunos sobrenaturales para pedir que otros no se acercaran, Lily solía evitarlas, podía odiar a sus enemigos impuestos pero sobre todo eso estaba Lucian y por él jamás podría sentir algo así, una debilidad lo llamarían muchos, ella lo aceptaba y alzaba la barbilla frente a eso. - ¿Damos un paseo Conde Greymark? Es una noche para disfrutar ¿no crees? – exigiendo más que preguntando se quedó quieta esperando que él ofreciera su brazo para comenzar a caminar creando una situación escandalosa.
Lily Cappelletti- Vampiro Clase Alta
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Re: L'incoronazione. Un nuovo inizio... - Parte II - [Private]
Siempre había tenido en cuenta ciertas cosas cuando estaba en la corte, la primera de todas ellas es que, por mucho que pareciese lo contrario, todo el mundo espiaba y todo el mundo observaba. Con el paso de los años me había dado cuenta de cuan codiciosos podían llegar a ser algunos humanos, rozando casi el nivel de inconformidad de los vampiros. Todos se espiaban, se echaban miradas, se clavaban cuchillos por la espalda a la mínima oportunidad solo por una razón…. Acercarse más a ese asiento en el que descansaba la nueva reina. Antes o después tendría que presentarme ante ella y rezar porque fuese la mitad de tonta de lo que había calculado, porque de lo contrario nos veríamos en un problema realmente serio. Hasta entonces, Lily me parecía la mejor forma de distraer la mente, o por lo menos de parecer distraído ante los ojos de la marabunta de individuos cuyos adornos de plata tintineaban por toda la sala. Una paga y señal de que estaban preparados para enfrentarse a mí. ¿Es que de verdad se pensaban que iba a ponerme a tacar a gente a diestro y siniestro en medio de la sala? Otra prueba irrefutable de que realmente los vampiros no sabían absolutamente nada de nosotros. Aunque visto desde cierta perspectiva, quizás eso fuese bueno.
Van Dyck… Resultaba increíble lo aplicado que podía ser Trudeau a la hora de aproximarse a los que en el futuro serian de los que tendrían el poder. A veces me preguntaba si el joven cachorro era la mitad de listo de lo que parecía o por el contrario la mente trabajadora era el oficial del ejército. Milo había empezado a tener una relación bastante… bueno digamos que tórrida se aproxima a definirla, con Lily. No la juzgaba ni mucho menos, ella era perfectamente libre de hacer lo que quisiese, y aunque no lo fuese lo haría igualmente, la conocía lo bastante como para saber que nadie le daba órdenes. – Los perros son más mansos por lo general… pero no pienses que todos los canidos son iguales. – Es cierto que el comentario le había molestado, pero en cierto modo era verdad, por mucho que quisiese negar lo contrario Van Dyck solo era un entretenimiento, un juguetito que desecharía nada más acabase con él. – Aunque la gente piense lo contrario princesa, debéis de saber que un perro no se parece en nada a lobo. – Es cierto que no me gustaba la relación de esos dos, no porque estuviese celoso ni mucho menos, sino porque no sabía hasta qué punto Lily era capaz de controlar sus instintos. O peor, si quería controlarlos.
- El Imperio siempre solicita algo… es parte del trabajo de mi puesto, y del suyo princesa. – Aquellos colmillos asomando por debajo de sus labios siempre me causaban un escalofrió, como si por alguna razón mi cuerpo tendiese a querer arrancarle la cabeza a la vampira y olvidarme de la amiga que estaba dentro de ese cuerpo, algunas veces reprimir los instintos era toda una azaña, más complicado incluso que el deseo de matar que se colaba de vez en cuando en mis pensamientos. Siempre que veía esos colmillos en Lily era como si los viese por primera vez, como si la buena relación que teníamos de repente sufriese un colapso por un detalle que hasta entonces no conocía. Costaba tener de amiga a una vampira. - ¿Papel? Lo decís como si estuviese planeando algo en contra de la corte… Solo por ese pensamiento ya sería traición. – Aunque hablásemos en susurros la sala estaba lleno de gente que podía ser capaz de oírnos, casi la mitad de los invitados eran vampiros, y una declaración pública que llegase a los oídos equivocados significaría una guillotina de plata. - Una cualidad de las víboras es que nunca sabes dónde van a salir, ya sea de debajo de una mesa, o de detrás del trono. Es algo con lo que aprendí a lidiar hace mucho.
¿Qué si me alegraba? Pues no, la verdad es que para nada. Desde el principio había esperado que Shanon se comportase como la típica soberana y disfrutase un poco de la gloria de su puesto andes de empezar a moverse, sin embargo todo eso se había evaporado como un cubo de agua en pleno desierto. La nueva reina ya se estaba ocupando de hacer alianzas, tanto dentro como fuera del Imperio, y además se aseguraba la alianza con los Países Bajos al contraer matrimonio con su príncipe. – Me es indiferente. – Prefería mentir de momento, al menos mientras estuviésemos en público. - Y no os preocupéis princesa, que mientras yo este aquí siempre quedara un poco de calor en la corte. – No dejaría que se apoderasen de todo, parecían no haber aprendido que este mundo no es para nosotros, el mundo humano deberían gobernarlo los humanos, no seres inmortales que los utilicen como simples peones o alimento. Su siguiente comentario daba pie a algo, y la idea de salir del salón no me disgustaba a pesar de que la idea de que me diesen órdenes de aquella manera no me gustase. – Claro… Los jardines son perfectos en esta época del año. – Era una manera de poder hablar a solas sin tener que preocuparnos por los oídos indiscretos. Quizás Lily sí que fuese más relevante en toda esta trama de lo que mucha gente podía pensar. Le ofrecí el brazo y salimos con toda la calma posible por la puerta del fondo de la sala, como si fuese de lo más normal que estuviésemos hablando. Una vez en los jardines el ruido ceso, las conversaciones y todo lo demás se dejaron a un lado. – Has sido muy discreta Lily… estoy impresionado.
Van Dyck… Resultaba increíble lo aplicado que podía ser Trudeau a la hora de aproximarse a los que en el futuro serian de los que tendrían el poder. A veces me preguntaba si el joven cachorro era la mitad de listo de lo que parecía o por el contrario la mente trabajadora era el oficial del ejército. Milo había empezado a tener una relación bastante… bueno digamos que tórrida se aproxima a definirla, con Lily. No la juzgaba ni mucho menos, ella era perfectamente libre de hacer lo que quisiese, y aunque no lo fuese lo haría igualmente, la conocía lo bastante como para saber que nadie le daba órdenes. – Los perros son más mansos por lo general… pero no pienses que todos los canidos son iguales. – Es cierto que el comentario le había molestado, pero en cierto modo era verdad, por mucho que quisiese negar lo contrario Van Dyck solo era un entretenimiento, un juguetito que desecharía nada más acabase con él. – Aunque la gente piense lo contrario princesa, debéis de saber que un perro no se parece en nada a lobo. – Es cierto que no me gustaba la relación de esos dos, no porque estuviese celoso ni mucho menos, sino porque no sabía hasta qué punto Lily era capaz de controlar sus instintos. O peor, si quería controlarlos.
- El Imperio siempre solicita algo… es parte del trabajo de mi puesto, y del suyo princesa. – Aquellos colmillos asomando por debajo de sus labios siempre me causaban un escalofrió, como si por alguna razón mi cuerpo tendiese a querer arrancarle la cabeza a la vampira y olvidarme de la amiga que estaba dentro de ese cuerpo, algunas veces reprimir los instintos era toda una azaña, más complicado incluso que el deseo de matar que se colaba de vez en cuando en mis pensamientos. Siempre que veía esos colmillos en Lily era como si los viese por primera vez, como si la buena relación que teníamos de repente sufriese un colapso por un detalle que hasta entonces no conocía. Costaba tener de amiga a una vampira. - ¿Papel? Lo decís como si estuviese planeando algo en contra de la corte… Solo por ese pensamiento ya sería traición. – Aunque hablásemos en susurros la sala estaba lleno de gente que podía ser capaz de oírnos, casi la mitad de los invitados eran vampiros, y una declaración pública que llegase a los oídos equivocados significaría una guillotina de plata. - Una cualidad de las víboras es que nunca sabes dónde van a salir, ya sea de debajo de una mesa, o de detrás del trono. Es algo con lo que aprendí a lidiar hace mucho.
¿Qué si me alegraba? Pues no, la verdad es que para nada. Desde el principio había esperado que Shanon se comportase como la típica soberana y disfrutase un poco de la gloria de su puesto andes de empezar a moverse, sin embargo todo eso se había evaporado como un cubo de agua en pleno desierto. La nueva reina ya se estaba ocupando de hacer alianzas, tanto dentro como fuera del Imperio, y además se aseguraba la alianza con los Países Bajos al contraer matrimonio con su príncipe. – Me es indiferente. – Prefería mentir de momento, al menos mientras estuviésemos en público. - Y no os preocupéis princesa, que mientras yo este aquí siempre quedara un poco de calor en la corte. – No dejaría que se apoderasen de todo, parecían no haber aprendido que este mundo no es para nosotros, el mundo humano deberían gobernarlo los humanos, no seres inmortales que los utilicen como simples peones o alimento. Su siguiente comentario daba pie a algo, y la idea de salir del salón no me disgustaba a pesar de que la idea de que me diesen órdenes de aquella manera no me gustase. – Claro… Los jardines son perfectos en esta época del año. – Era una manera de poder hablar a solas sin tener que preocuparnos por los oídos indiscretos. Quizás Lily sí que fuese más relevante en toda esta trama de lo que mucha gente podía pensar. Le ofrecí el brazo y salimos con toda la calma posible por la puerta del fondo de la sala, como si fuese de lo más normal que estuviésemos hablando. Una vez en los jardines el ruido ceso, las conversaciones y todo lo demás se dejaron a un lado. – Has sido muy discreta Lily… estoy impresionado.
Lucien Greymark- Licántropo/Realeza
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Re: L'incoronazione. Un nuovo inizio... - Parte II - [Private]
Tal como dirían en Francia, ese país que a esta altura se había convertido en un refugio, un escondite y también un hogar a ratos, pero que ahora parecía incluso algo lejano. L’Empire de l’éphémère. El imperio de lo efímero. Eso que luce tan real y al mismo tiempo parece ser creado por alguien para ellos. ¿Quién lo ha hecho? Ambos son criaturas que no corresponden, ajenas al lugar donde se encuentran y no sólo por su naturaleza “sobrenatural”, también por las circunstancias que los habían llevado a estar ahí. Un licántropo y una vampira no deben sino odiarse, todo en ellos lo dice e incluso su propio organismo rechaza la cercanía. Son conscientes de eso pero aún así juegan a llevar la contra como si fueran pequeños salmones nadando río arriba. Pero no son presas, son depredadores, ambos, aunque sus métodos sean diferentes y aunque deban ser contrincantes para el resto de quienes los miran con extrañeza mientras se alejan cada vez más del murmullo y los oídos atentos. Ningún detalle queda al azar y ella continúa sonriendo, casi amable, casi verdadera pero también amenazante, siempre peligrosa, enseña sólo levemente los colmillos para que nadie olvide que están ahí. Sí, es una princesa y de aquellas que han nacido en la realeza, no del tipo que obtuvo su título por matar a quien lo tenía antes, en sus genes está escrito lo que ella a veces intenta acallar.
Las comparaciones con los animales siempre estaban presentes, a veces las personas y también aquellas que dejaron de serlo hace un tiempo olvidan que también poseen ese lado que muchas veces sale sin que lo controlen. Humanos, vampiros, lobos, todos son salvajes cuando algo influye en ellos del modo correcto. ¿Puede llamarse adecuando a dejar libre las pasiones que pueden llegar a ser el eje que mueve al mundo? – Traición es una linda palabra con muchas interpretaciones ¿no crees? – el silencio es lo que acompañó el resto de los minutos que transcurrieron mientras dejaban ese lugar demasiado lleno de ojos atentos. Alzando su nariz al cielo, a la noche sin estrellas que los acompaña Lily juega un poco con lo que ella misma ha planteado, - mentira es también una linda palabra, aunque un poco mal catalogada, muchas veces elegimos creer que sólo omitimos o pintamos la verdad de una forma distinta. – sin soltar su brazo comienzan a adentrarse más en el jardín hasta que el castillo sólo se ve como un conjunto de pequeñas luces en una realidad distinta, algo de lo que no parecen ser parte aunque cada cosa en ellos diga lo contrario, sus vestimentas no son lo más propicio para seguir caminando. Lily se detiene y dejándole un beso en la mejilla borra todo rastro del halago que acaba de hacerle, puede ser discreta pero sigue siendo ella misma pese a todo.
-¿Qué pensabas Lucian? ¿Qué no soy capaz de comportarme adecuadamente? – una falsa nota de regaño baña su voz y se mueve un poco para tomar sus manos y ubicarse frente a él, para ninguno de los dos es necesaria más luz, no requieren algo más, están solos, aparentemente y pueden mirarse directo a los ojos, - Mi madre se revolcaría en su tumba si viera que su pequeña princesa ha olvidado el protocolo que tanto insistió en que otros le enseñaran. – el calor del que él hablaba está de a poco apoderándose de la gélida piel de Lily, otra señal que ellos no deberían tener ese tipo de cercanía, ni siquiera deberían mirarse como ahora lo hacen, sin el odio que deben tener los enemigos. - ¿Qué es peor Conde? – el uso de ese título era algo que siempre rozaba en la ironía saliendo de sus labios, - ¿Tener la desaprobación de una madre o de tu raza por relacionarte con quien no debes? Eres una mala influencia lobito… quizás debería alejarme de ti. – un paso atrás fingiendo obedecer sus propias palabras, los dedos ahora recorren los setos que sirven de decoración y limites para el jardín, se nota que está relajada y aunque no lo parezca a simple vista quizás sus defensas han bajado un poco, - ¿Puedo decirte lobito acá o crees que aún tenemos que mantener las apariencias? – le da la espalda algunos segundos, idea equivocada para muchos, ¿cómo puede confiar en que su naturaleza no la traicione? Después de todos pueden ser amigos, pero en el fondo el deseo de acabar con el otro siempre está, aunque sea de maneras distintas.
La fase de desconfianza entre ellos ya había pasado, al menos para ella que a veces aún se sentía como esa muchachita inocente y un poco ignorante que había confiado en la palabra de alguien que terminó quitándole la vida. Su lengua moja el labio inferior mientras los pasos reducen la distancia entre ellos, Lily siempre luce como la depredadora esperando la oportunidad perfecta para atacar, incluso ahora cuando no era necesario. – Hay juegos que muchas veces elegimos desconocer, como el de la frivolidad encerrada en las paredes que acabamos de dejar... ¿somos parte del juego o somos los que lo manejan? – recorre los bordes de la tela que Lucian viste, siente la diferencia de temperatura proveniente del hombre frente a ella, lo mira a los ojos y espera la respuesta a esa pregunta que parece haber salido de la nada, su cabeza está dividida como siempre parece estarlo, parte de ella quiere volver a su alojamiento temporal y ser presa de los brazos de un humano que llena sus oídos con rítmicos latidos, la otra quiere seguir de pie intercambiando palabras con alguien de los pocos que puede considerar amigos, alguien a quien en más de una ocasión ha mirado con ojos que no son muy “amigables”. Lily no puede cruzar esa línea, aunque en realidad no sabe que dirección tomaría ¿sería ir hacia la enemistad o realmente oír como esa pasión dormida pide por él y no precisamente para mantener una charla al aire libre? Sonríe y ahora esconde los colmillos, todo es intencional, como también el hecho de volver a separarse de él manteniendo la mirada fija en sus ojos.
Las comparaciones con los animales siempre estaban presentes, a veces las personas y también aquellas que dejaron de serlo hace un tiempo olvidan que también poseen ese lado que muchas veces sale sin que lo controlen. Humanos, vampiros, lobos, todos son salvajes cuando algo influye en ellos del modo correcto. ¿Puede llamarse adecuando a dejar libre las pasiones que pueden llegar a ser el eje que mueve al mundo? – Traición es una linda palabra con muchas interpretaciones ¿no crees? – el silencio es lo que acompañó el resto de los minutos que transcurrieron mientras dejaban ese lugar demasiado lleno de ojos atentos. Alzando su nariz al cielo, a la noche sin estrellas que los acompaña Lily juega un poco con lo que ella misma ha planteado, - mentira es también una linda palabra, aunque un poco mal catalogada, muchas veces elegimos creer que sólo omitimos o pintamos la verdad de una forma distinta. – sin soltar su brazo comienzan a adentrarse más en el jardín hasta que el castillo sólo se ve como un conjunto de pequeñas luces en una realidad distinta, algo de lo que no parecen ser parte aunque cada cosa en ellos diga lo contrario, sus vestimentas no son lo más propicio para seguir caminando. Lily se detiene y dejándole un beso en la mejilla borra todo rastro del halago que acaba de hacerle, puede ser discreta pero sigue siendo ella misma pese a todo.
-¿Qué pensabas Lucian? ¿Qué no soy capaz de comportarme adecuadamente? – una falsa nota de regaño baña su voz y se mueve un poco para tomar sus manos y ubicarse frente a él, para ninguno de los dos es necesaria más luz, no requieren algo más, están solos, aparentemente y pueden mirarse directo a los ojos, - Mi madre se revolcaría en su tumba si viera que su pequeña princesa ha olvidado el protocolo que tanto insistió en que otros le enseñaran. – el calor del que él hablaba está de a poco apoderándose de la gélida piel de Lily, otra señal que ellos no deberían tener ese tipo de cercanía, ni siquiera deberían mirarse como ahora lo hacen, sin el odio que deben tener los enemigos. - ¿Qué es peor Conde? – el uso de ese título era algo que siempre rozaba en la ironía saliendo de sus labios, - ¿Tener la desaprobación de una madre o de tu raza por relacionarte con quien no debes? Eres una mala influencia lobito… quizás debería alejarme de ti. – un paso atrás fingiendo obedecer sus propias palabras, los dedos ahora recorren los setos que sirven de decoración y limites para el jardín, se nota que está relajada y aunque no lo parezca a simple vista quizás sus defensas han bajado un poco, - ¿Puedo decirte lobito acá o crees que aún tenemos que mantener las apariencias? – le da la espalda algunos segundos, idea equivocada para muchos, ¿cómo puede confiar en que su naturaleza no la traicione? Después de todos pueden ser amigos, pero en el fondo el deseo de acabar con el otro siempre está, aunque sea de maneras distintas.
La fase de desconfianza entre ellos ya había pasado, al menos para ella que a veces aún se sentía como esa muchachita inocente y un poco ignorante que había confiado en la palabra de alguien que terminó quitándole la vida. Su lengua moja el labio inferior mientras los pasos reducen la distancia entre ellos, Lily siempre luce como la depredadora esperando la oportunidad perfecta para atacar, incluso ahora cuando no era necesario. – Hay juegos que muchas veces elegimos desconocer, como el de la frivolidad encerrada en las paredes que acabamos de dejar... ¿somos parte del juego o somos los que lo manejan? – recorre los bordes de la tela que Lucian viste, siente la diferencia de temperatura proveniente del hombre frente a ella, lo mira a los ojos y espera la respuesta a esa pregunta que parece haber salido de la nada, su cabeza está dividida como siempre parece estarlo, parte de ella quiere volver a su alojamiento temporal y ser presa de los brazos de un humano que llena sus oídos con rítmicos latidos, la otra quiere seguir de pie intercambiando palabras con alguien de los pocos que puede considerar amigos, alguien a quien en más de una ocasión ha mirado con ojos que no son muy “amigables”. Lily no puede cruzar esa línea, aunque en realidad no sabe que dirección tomaría ¿sería ir hacia la enemistad o realmente oír como esa pasión dormida pide por él y no precisamente para mantener una charla al aire libre? Sonríe y ahora esconde los colmillos, todo es intencional, como también el hecho de volver a separarse de él manteniendo la mirada fija en sus ojos.
Lily Cappelletti- Vampiro Clase Alta
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