Luther Sigismund

Habilidades. Sigilo, sentidos aumentados, buenos reflejos, agilidad, flexibilidad, velocidad y fuerza sobrehumana. 1. Sanación acelerada. Habilidad para sanar rápidamente heridas y contusiones no tan graves (esto no aplica al desmembramiento, si les arrancan un brazo, el brazo no volverá a crecer). El tiempo de recuperación varía según el personaje y la gravedad de la herida o lesión. Cuando se trata de balas de plata o fuego pueden morir si las heridas son muy graves. 2. Percepción del aura. Habilidad para ver las auras de otros seres, cuyos colores indican su humor, identidad y nivel de hostilidad, de este modo saben si están bajo amenaza. Este poder también les permite reconocer a otros vampiros e identificar a los licántropos gracias a su aura colorada y su característico olor. 3. Ilusión. Capacidad para alterar la relativamente la realidad por medio de alguna ilusión, algo no real para confundir a las personas. 4. Telepatía. abilidad para sondear los pensamientos superficiales de cualquier sujeto cercano y escucharlos como escucharía hablar a esa persona. Con el tiempo suficiente, puede enterarse casi de cualquier cosa sobre el sujeto. 5. Clarividencia. Habilidad para ver y oír sucesos a distancia. Este poder se activa de forma instantánea y sólo tiene que concentrarse en un lugar o persona para ver y oír lo que sucede a su alrededor. Las visiones pueden ser pasadas o presentes.


El tono verde de sus ojos es opaco, ¿y cómo no? ¿No dicen que éstos son las ventanas al alma? La inexistencia de una dentro de Luther es tangible cuando le miras detenidamente. Las cicatrices cubren casi en toda su totalidad el rostro, los zarpazos del licántropo dejaron su marca permanente en él mientras su transformación se llevaba a cabo. Suele llevar el cabello desordenado, el único contraste con su forma impecable de vestir. Tiene un fino gusto por la elegancia. Alto y fuerte son las primeras palabras que vendrán a tu mente cuando lo conozcas, y lo es, aun cuando bajo ese grueso abrigo que siempre porta esconda el hecho de que no tiene su brazo derecho. Su espalda está destrozada, si tienes la oportunidad de ver su piel seguramente te impresionará su “monstruosidad”. Estuvo a punto de perder la pierna derecha en aquél ataque, razón por la cual cojea. Lleva consigo un bastón negro. En su cuello tiene tatuado el número 12121271, fecha en que perdió a toda su familia.


El Camaleón. Luther adopta su comportamiento según las circunstancias. Durante sus cuatrocientos años como inmortal ha sido asesino, enemigo y amigo. Es todo un conjunto de personalidades que varían según su estado de humor. No hay que olvidar que las cicatrices en su rostro son su carta de presentación. Oscuro y macabramente siniestro, siente placer cuando percibe el miedo de aquéllos que le ven al descubierto, lejos de las sombras. Nunca sonríe, no siente necesidad de hacerlo, excepto cuando desea hacer estremecer a su pequeño círculo de conocidos. Con el tiempo ha aprendido a encontrarle el lado bueno a toda esa deformidad en su cuerpo, pues eso hace que nadie olvide quién es. Le fascina el impacto que provoca su físico con su personalidad. Miente para beneficio propio, moviendo los hilos a su antojo, buscando la forma de quedar siempre como el héroe. La caballerosidad y la frialdad con que mide a las personas es solo otra de sus facetas. En el fondo, es una bestia. Algunas veces es fácil concluir que es más animal que hombre.


Nací y crecí en una familia numerosa. Cuatro hermanos, tres hermanas y padres que nos dieron todo. Aún puedo recordar el olor del pan recién hecho de manos de mi madre, la sonrisa en los labios de mi padre cuando entraba por la puerta y veía que el desayuno estaba en la mesa, los gritos de mis hermanos mientras se peleaban por sentarse a su lado. La cacería se volvió con el paso de los años en una de mis pasiones pero a ninguno de mis hermanos parecía interesarle, las pocas veces en que logré que Adolph me acompañara terminábamos peleando porque pronto deseaba regresar a casa, así que dejé de intentarlo. Pero una vida tranquila cualquiera la envidiaría. Y es ahí dónde empieza todo, con ese sentimiento que cualquier humano fácilmente sentiría: la envidia. Mi padre había heredado las tierras porque a diferencia de él, su hermano, llevaba la vida de un libertino. Una masacre, eso fue lo que encontré la última tarde que cacé como humano. La imagen que tengo de ellos se quedará conmigo por siempre. Arabelle y Edwin, mis hermanos más pequeños, estaban sobre la enorme escalera mirando hacia el techo. Mi madre yacía con una daga en el corazón mientras que el cuerpo de mi padre bloqueaba la puerta. Encontré a mis otros hermanos junto con la institutriz, su sangre derramándose, uno sobre otro, como si no fueran más que sacos de estiércol. Mi primer pensamiento fue que yo también debía estar ahí, con ellos... Pero en todo ese cuadro faltaba Adolph. Cuando mi mente se aclaró fui capaz de arrastrar mis pies de regreso, la esperanza latía, bullía. No supe que estaba corriendo en dirección a su cuarto hasta que le vi cerca de su baúl, bocabajo. Darle la vuelta requirió todas mis fuerzas. – Promete que nos vengarás Luther. Escupía sangre, las lágrimas habían decidido aparecer para ese entonces mientras mi hermano, con la poca fuerza, tomaba mi camisa en un puño. – Promételo. ¿Cómo? Si todo lo que quería era morir. Los cimientos que construían mi vida habían sido derrumbados. El vacío que dejaba me aplastaba. El dolor me cegaba. Mi promesa surgió en un susurro y el último aliento de Adolph cedió al pronunciar el nombre de mi tío.

Dormí en el bosque aquélla noche, quise imaginar que era parte de una pesadilla y pronto despertaría. Que tonto e ingenuo fui. Alguien me observaba, mas tarde sabría con certeza que se trataba de un vampiro. Mientras gritaba y me retorcía del dolor, con la sangre de aquél ser cayendo en mi garganta, observé el firmamento. La Luna Llena era mi faro. Me aferré a ella, no podía morir hasta ver a mi tío pagar por todo lo que me había hecho. Fui abandonado a mi suerte y en algún momento llegue a pensar que esto era cómo debía ser, yo reuniéndome con los míos. El silencio pronto cayó sobre mí y unas horas después, los gruñidos llegaron. ¿Lobos? Había pasado de ser un ignorante sobre aquélla vida sobrenatural a conocerlos de cerca. Intenté defenderme, pero aún estaba débil. Mi brazo fue arrancado, mi pierna se salvó por poco, mi ¿espalda? Ya le había alimentado para cuando aquél vampiro regresó. ¿Mi salvador? Lo fue. Me dio las armas para vengar a mi familia. Empezar una nueva vida... Paris me la daría y es aquí donde he residido desde entonces. Observando, siempre observando...


■ Mantiene a su tío encerrado en las mazmorras. Es su juguete más preciado y el único que ha transformado. Lo alimenta con ratas de vez en cuando, la sangre suficiente como para mantenerlo funcionando.
■ Hace mucho tiempo que aceptó su físico, aunque cuando realmente quiere pasar desapercibido, hace uso de su poder de la ilusión para ocultar todas las cicatrices que cubren su cuerpo.