Swan Song (Libre)

por **Carolina Van de Valley** Lun Jun 07, 2010 3:52 pm

Si pudiera sentir algo, hubiera sentido el frío glacial que azotaba mi cara. Si pudiese sentir algo, hubiera sentido el calor que me proporcionaba el grueso abrigo. Pero hacía mucho que sensaciones tales como el frío o el calor no recorrían mi marmóreo cuerpo.

La nieve helaba las hojas de los cipreses y las gentes, con los paragüas en mano, ya regresaban a sus hogares, huyendo del mal tiempo, después de haber llorado y recordado a sus muertos. ¿Por qué estaba yo aquí? No lo sabía exactamente. Quizá los Románticos tengan razón y el lugar idóneo para los seres como yo sólo pueda ser los cementerios. Vagando siempre solitarios. ¿Tenía yo alguien a quien llorar? Sí, si aún pudiese derramar una lágrima más. Pero los vampiros sólo podemos llorar una vez en nuestra larga eternidad, y yo ya había hecho derramado todas las lágrimas que me pudiesen quedar.

Me incliné sobre la lápida cubierta de moho a causa de que hacía mucho tiempo que ya nadie iba a visitarla y me quité con gracia y elegancia mi guante de encaje negro, tal como me habían enseñado que una señorita debía hacerlo, dejándolo reposar sobre mi regazo. Aparté el verdín que se había incrustado en la roca. ¡Cuán suerte la mía al ver grabado en piedra el nombre que tales recuerdos traía a mi memoria!; "Friedrich Hölbein. Amado esposo y querido padre."
Dejé escapar un suspiro lastimero; Él solía decir que ese sonido le recordaba a la canción de un cisne.

Quedé allí postrada, llorando por dentro la pérdida del único ser que había amado e imaginándome su alma ardiendo en el Infierno. ¿Cuánto tardaría yo en arder con él?

por Invitado Lun Jun 07, 2010 5:22 pm

Por varias circunstancias de la vida, fui a dar a un cementerio. No recordaba el porque avía venido. No tenia ningún pariente aquí por el cual llorarle, a si mismo no lloraba nunca por ellos, no mas una simple depresión que se me quitaba con poco tiempo. ¿Cómo podía olvidar tales cosas tan rápido? El día estaba helado y mis brazos eran los únicos que intentaban darme calor frotándolos para crear fricción y una pequeña fuente de calor. La camisa de algodón que la tome prestada del cuarto de mi tío me cubría solo poco y la gorra escondía toda mi apariencia femenina. Ahora aparentaba ser un hombre para pasar desapercibida por las calles.

Pero sin mas que caminar ni el tiempo contaba en los segundos que transcurrían. La gente empezaba a desaparecer de las lapidas huyendo todos del frió. Bufe. Rodé varias veces el lugar intentando inspeccionar si encontraba gente vagando por ahí. No era ese mi trabajo de servir como veladora, mi familia me mataría, pero ahora no tenia nada que hacer y seria peligroso andar a oscuras. Eso debería de decírmelo a yo misma. Aun así no le tomaba importancia. Andando como un péndulo estaba lista para volver a casa. Pero entre todo ese silencio algo llamo mi terrible curiosidad. Me acerque observando a una señorita posada en una de las lapidad. Me incline a su altura para observarla con mi inexperta hombría que debía de aparentar.

-Disculpe señorita -murmure, era aun así perfectamente audible a la distancia en que ella se encontraba. Baje una mano al suelo para mantener mi equilibrio- ¿Se encuentra bien? Ya es tarde y creo que seria mejor que saliera de aquí, es muy peligroso para una dama mantenerse en este frió e incluso el velador del cementerio podría enojarse y cometer alguna tontería -dije tranquilamente esperando una reacción de vida

por **Carolina Van de Valley** Miér Jun 09, 2010 8:24 am

Continuaba con los ojos fijos en la lápida, tratando de limpiar la mugre que la cubría...¿Cuánto hacía que nadie se preocupaba por el recuerdo de aquél hombre? "Querido y amado...." No pude más que sonreír amargamente ante tal ironía. ¿Cómo podía los mortales olvidar tan rápido a sus seres queridos?...Quizá porque su vida es corta y no quieren mal gastarla viviendo en el pasado.
Pero yo tenía toda la eternidad para recordar. Suspiré amargamente; Ningún vaho helado salió de mi boca. Estaba muerta.

Aún estando tan inmersa en mis pensamientos y en mi labor de limpieza escuché las pisadas y el latir del corazón humano de una figura oscurecida que se posó al lado mío y comenzó a hablarme con una voz un tanto forzada...Pero que no consideré sospechosa.
-No se preocupe, señor. Estoy bien, mi abrigo me protege del frío.-Aunque no me hiciera falta, ya que ya no sentía frío ni calor. Era conveniente llevar el abrigo para disimular ante las gentes. Pues hubiera sido muy extraño ver a una muchacha en día tan gélido como hoy sin ningún tipo de atuendo que proporcionara calor.

Traté de sonreír al hombre tal como indicaban las normas correctas que me habían enseñado de niña. Aunque lo cierto es que eso era lo que menos me apetecía en aquellos momentos. Por lo que sólo esbocé una mueca triste.

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