Una nueva institutriz [Maëlle]

Las señoras con las que trabajaban me decían que estaba bien, que ellas tendrían todo bajo control, que siempre era bueno tener un día libre, uno que pudiéramos dedicar a nosotros mismos. Esa posibilidad no existía para mí, mi trabajo era lo más importante, yo amaba enseñar, que aquellos niños aprendieran a leer, escribir, matemáticas, de su país y de otros, del mundo entero, que supieran que habían más realidades afuera, que no estaban solos y que no estaba mal ser diferentes. Me miré al espejo por última vez, mi casa se sentía vacía, quizás debía tener una mascota pero no podía, no pasando tanto tiempo en el Orfanato y tampoco era como si fuera a tener un gato, mis hermanos se transformaban en eso, sería algo extraño.

Las indicaciones eran claras y mi tiempo en Paris el suficiente como para seguirlas sin perderme o solicitar ayuda, ya no recordaba bien como es que el dato de aquel trabajo había llegado hasta mí, pero si sabía que parecía caído del cielo, especialmente luego de ver como la cantidad de niños en el Orfanato aumentaba pero no así los ingresos para sustentarnos, trabajar gratis era la opción, ya varias noches también dormía con ellos ahorrándonos tener que contratar una persona extra para que lo hiciera, esto sólo sería una ayuda para todos, incluso para mi misma. Desde mi llegada a Paris hace casi medio año había pasado todo mi tiempo entre el trabajo y buscar una casa que alquilar, luego arreglarla lo mejor posible, ahora con los escasos minutos libres leía, disfrutaba de mis flores o cuidaba la huerta, a ratos ni siquiera cocinar me parecía atractivo cuando era sólo para mí.

Caminé despacio pero aún así llegué cinco minutos antes de la hora pactada, esperaba que esto no le molestara al que podría ser mi futuro jefe, mis contactos no eran muchos como para intentar averiguar algo acerca de él aunque de todas formas preferí pensar que era mejor no crear una imagen de alguien sin conocerlo, eso me podría llevar a prejuzgar y sabía que no era una buena idea. La casa, aunque quizás debo decir mansión, era al menos unas cuatro veces más grande que la mía, algo imponente, se elevaba frente a mi como si fuera un monstruo dispuesto a engullirme sin piedad, me sentía aún más baja de lo que ya lo soy mientras caminaba hasta la entrada y golpeaba a la puerta. Respiré profundo varias veces pensando en cualquier cosa que evitara que el color rojo se apoderara de mis mejillas, aquel signo podía ser malinterpretado en algunas ocasiones pero era algo que yo no podía controlar.

-Buenas Tardes, estoy buscando a Mr. St Jacques, soy la profesora que solicitó, - le regalé una sonrisa a quien me había atendido, sin siquiera pedirme más explicaciones me pidió que lo siguiera, limpié mis pies antes de entrar y me arreglé una vez más el cabello y alisé la falda de mi vestido caminando al mismo ritmo del empleado que esperaba ver más seguido ahora. La distancia entre mi casa y la mansión me tomaba unos 20 minutos a paso tranquilo, lo suficiente como para disfrutar del paisaje y no preocuparme mucho por si mi trabajo terminaba muy tarde, algunas noches iba a tener que tener más cuidado, el Orfanato no estaba precisamente en una buena zona y yo ya había aceptado dormir ahí de vez en cuando. Dejé mis pensamientos al lado al ver a un joven que de seguro era menor que yo pese a lucir mayor, él debía ser el dueño de casa, en realidad todo en él lo decía, - Good Afternoon Mr. St Jacques, - hice una reverencia educada y sonreí amablemente, - soy la Profesora Sloan, disculpe si llegué antes de la hora indicada.-

Algo picaba en mi nariz pero yo nunca había descubierto tener algún tipo de alergia, en realidad no era una molestia, era sentir un aroma agradable que me hacía entrecerrar levemente los ojos, ¿por qué me detenía a pensar en detalles así? De seguro él pensaría que yo no estaba lo suficientemente atenta a lo que decía o que no estaba interesada, mi desconcentración iba a costarme aquel trabajo si no me enfocaba en lo que realmente era importante, no podía mirarlo por mucho tiempo directo a los ojos, nunca lo había podido hacer con nadie sin terminar con la cara del color de un tomate, incluso había podido sentir como mis orejas aumentaban un poco su temperatura. Respiré profundo tomando su mano para estrecharla en un saludo que esperara fuera firme y seguro como el de un futuro empleado pero al mismo tiempo delicado y suave como el de la dama que siempre había sido.

No veía a mi alrededor ningún signo de que existieran niños en aquella casa, comparado al orfanato aquel lugar lucía demasiado ordenado, todo en su perfecto lugar, bien decorado sin duda pero quizás sin aquello que algunos podrían llamar “toque femenino” aunque en realidad para mi sólo fuera un poquito del hermoso caos que conllevan los niños. Me parecía un poco extraño que fuera él quien me recibiera y no su esposa, probablemente esa era la razón para no ver a quien sería mi alumno corriendo por ahí, era probable que estuvieran en algún otro de los muchos salones que sin duda debía tener aquella mansión. Me sentía un poco culpable por tener acceso a tanto que mis queridos pequeños nunca jamás podrían siquiera conocer.

-No fue muy difícil de encontrar… - dije pestañeando un par de veces, - quien sea que haya escrito las instrucciones acertó muy bien, sólo tuve que preguntar por una palabra que no comprendía del todo. – Sonreí entrecerrando un poco mis ojos y sabiendo que mi rostro no había dejado de estar colorado ni tampoco dejaría de estarlo después de aquella pequeña confesión que acababa de hacerle, - discúlpeme usted Mr. St Jacques, mis lenguas maternas son el inglés y el irlandés de mi tierra, aún no conozco el francés del todo. – esperaba realmente que esa no fuera un problema, por el contrario, siempre intentaba enseñarle algo de mi país a los niños, era la mejor forma de que mantuvieran su mente abierta a conocer algo más que lo que estaba en la punta de sus narices.

Tomé asiento donde mi indicaba y crucé las manos poniéndolas sobre mi regazo, miré a quien esperaba mi pedido, - Si tienen me gustaría un tea por favor… - carraspeé evidentemente avergonzada por aquel error que había cometido sin darme cuenta, - un té, muchas gracias. – rápidamente enfoqué mis ojos en algún punto lejano a los de mi futuro jefe, me sentía un poco torpe por arruinar todo con esos detalles, el estar nerviosa frente a él me hacía actuar de esa forma, intentaría pensar en algo más mientras estuviera hablándome pero sin olvidar jamás que todo aquello era una prueba, no me sentía así desde que había terminado mis estudios para convertirme en profesora, - ¿su esposa y la niña se nos unirán más tarde? -

Su voz era profunda, muy profunda a mis sensibles oídos, se colaba como el viento de la primavera en la que desde hace poco nos habíamos metido, sus palabras eran contradictorias, en realidad era el tono con que las decía, parecía tan seguro de cada una de las cosas que si hubiese querido intentar venderme o convencerme de algo yo habría aceptado aún sin conocer todas las condiciones. Había escuchado ese reclamo hacia mi cientos de veces, mis padres, hermanos, las mujeres con las que trabajaba en el Orfanato, mis antiguas compañeras en Irlanda, incluso yo misma, todos siempre coincidían en que confiaba demasiado en las personas y que jamás pensaba que alguien pudiera hacerme algún tipo de mal o a alguna otra persona. Pensé que mi experiencia con el vampiro me haría cambiar de opinión, especialmente después de ver y saber que secuestraba niños para luego matarlos, aquellas imágenes seguían acompañándome en mis sueños, también lo hacían los momentos finales en que Aifric transformado en tigre lo había derrotado.

Sentía como si mis ojos estuvieran enfocando algo que realmente yo no veía, el señor parecía en mis mismas condiciones y eso de algún modo me hizo sentir más tranquila, hasta más segura de que no sería apuntada con el dedo o catalogada de defectuosa, el rubor también se hacía presente en sus mejillas y notar aquel hecho hizo que las mías se encendieran un poco más si era posible, intentaba comenzar a conocer al que esperaba fuera un compañero en el proceso de educar a la pequeña, alguien que participara queriendo interesarse por su futuro y no que fuera un mero espectador o quizás sólo un financiador de la crianza de alguien a quien se supone debía tomar de la mano para guiar por aquel camino que muchas veces podía ser más complicado de lo que creíamos.

Escuchar sus palabras en inglés hizo que un suspiro de alivio se escapara de mis labios sin que yo pudiera controlarlo del todo, siempre era agradable poder expresarme en mi idioma, eso sin dudas me daba más opciones de hacerme entender mejor, era como caminar sobre terreno seguro en un lugar que pese a los meses seguía luciendo demasiado desconocido a ratos, - Thank you Mr. St. Jacques, I still need to practice my french a little more, but is always good to find someone who give me the opportunity to speak in my native language. – volvía a sentir como las sonrisas ya salían solas, señal de que comenzaba a relajarme aunque el aire parecía aún tenso entre nosotros, quizás así debía continuar, esto era una entrevista de trabajo, no una conversación de dos amigos que se ponían al corriente luego de mucho tiempo sin verse, aunque en ese caso estaría igual de nerviosa, una de mis características no era la de estar rodeada de muchas amistades.

Tenía ganas de preguntarle por qué estaba él nervioso también, no podía encontrar la causa, especialmente porque pese a que yo no era una experta leyendo a la gente él no tenía mucho de los gestos que indicaban cuando alguien se encontraba en aquel estado. A ratos creía ver por el rabillo de mi ojo algún atisbo de lo que creía ser una niña corriendo pero una vez más era la ansiedad que me jugaba una mala pasada, era sólo el mayordomo yendo y viniendo o algún otro empleado enfrascado en la labor que debía llevar a cabo, quería conocer a la niña, ni siquiera sabía su nombre o su edad, ¿cómo sería su personalidad? Había tratado con muchos chicos difíciles a lo largo de mis años como profesora pero generalmente eran muchachitos abandonados que querían escapar o niñas tímidas a las que incluso costaba sacarle una que otra palabra. Mientras seguía mi propia línea de pensamientos el que volviera a hablar en francés hizo que centrara mi atención en sus palabras.

-Is she adopted? I also work in the Orphanage, is always a bless when a family decided to give a better life for one of those children, - lo miré con los ojos cargados de la admiración que ahora sentía, quizás era viudo y por eso había evitado referirse a su esposa luego de que yo consultara por ella, no era probable que él adoptara a una niña como padre soltero, al menos hasta ahora no había visto ningún caso, - Noelle is a beautiful name… it almost sounds like my name, Maëlle, - si en algún minuto había logrado que mi rostro volviera a sus colores normales volvía a perderlos y a tomar el rojo que ya parecía característico. Afortunadamente justo en aquel minuto el mayordomo llegó casi como si fuera un héroe que venía a rescatarme de mi mal chiste, sonreí cuando dejó la taza junto a mí y daba las indicaciones para que yo agregara lo que quisiera, - Thank you sir… - dije como un susurro mientras bebía por primera vez e intentaba concentrarme lo más posible en aquel líquido que tanto me gustaba.