En medio de una Locura [Libre]

por **Asagi Dunkelheit** Dom Mayo 15, 2011 4:11 pm

Entrando entre estos lugares, la pregunta ha surgido, pero está claramente puesto, aquí, en este lugar, compruebo que no hay nadie cuerdo en el mundo, ni siquiera existe lo que muchos llaman “normal” o “común” no lo hay, no existe, no sé porque vine a visitar este lugar, quizá es porque ya me siento parte de ello, la locura es mas allá de una enfermedad, es mas allá de un estado, es una forma de vivir que me agrada, pero hay de locuras a locuras, recorro estos pasillos y veo gente platicando con la nada, veo personas cantando, dibujando, meciéndose, corriendo, mirando mas allá de la imagen que está en sus ojos.

Es entonces que sigo por este andar, solo reflexiono, si solo tuviera alguien a quien visitar esto sería más común, pero la forma en la que logre escabullirme de todo, suena aun mejor.

- Vamos, vamos juguemos un rato ¡Por favor!

Me toma del brazo una joven, en aquella bata blanca, no sé qué decir, su forma insistente y desesperada me hace sentir curiosidad, me volteo para verle y tomarle las manos, es una pequeña de ojos muy preciosos, ese azul no se compara con los míos, en lo absoluto, aquella persona tiene más vida que yo, aunque este como un pájaro aquí encerrado.

- Está bien y ¿Qué quieres jugar?
- Tu… ¿Quién eres?

Su trastorno le hace divagar ahora, empieza a ser más seria, empieza a mirarme con miedo, cuando grita, desesperada, con miedo, me quedo anonadado, paralizado, no sé qué hacer, grita y se tira al suelo, llamando la atención de los demás.

por **Lynette Woolf** Lun Mayo 16, 2011 11:22 pm

Eran muy pocas las personas que sabían sobre mis poderes de bruja. A decir verdad podía contarlas con los dedos de las manos y uno de ellos era una enfermera que trabaja en el sanatorio mental de París. La historia de cómo nos conocimos es de poca importancia, nada relevante, solamente viejas amigas en uno de sus paseos por el nublado Londres. Cuando se había enterado que había llegado a vivir a la ciudad del amor, me buscó de forma inmediata y cuando me hubo encontrado lo primero que hizo fue pedirme ayuda para unos de sus pacientes. No podía negarme a tal petición, por lo que decía no tenía que hacer mucho esfuerzo con la poción, era nada más para eliminar las pesadillas.

Nadie tenía que saber a qué iba al sanatorio y mucho menos me tenían que ver entrando con frascos con contenido misterioso. Era por ese motivo que cada semana iba a las 8 en punto de la noche para dejar el pedido en manos de mi amiga. El sanatorio era un lugar al tétrico, sus pasillos blancos y largos eran un poco desesperantes y más cuando se escuchaban los gritos de los internados, la mala iluminación tampoco ayudaba mucho. Siempre veía a la enfermera en un habitación ocultada, casi olvidada por los demás trabajadores del lugar.

Mis pasos se escuchaban en los pasillos, haciendo un poco de eco. Los zapatos tenía un tacón discreto de como tres centímetros y nada más. Mi vestimenta era un vestido negro, nada frondoso y muy pegado al cuerpo, dejando ver lo esbelto de mi cuerpo, pero todo sin llegar a la vulgaridad de una mujer de la vida fácil. Mi cabello estaba suelto y se hacían ondas, de vez en cuando podía oler mi perfume a base de flores, exótico y a la vez fresco, hipnotizante. Algo hecho por mi y no por inútiles.

Doblé un recoveco y vi un hombre de piel algo pálida con otra mujer. No les di importancia y seguí mi camino, pero justo cuando pasaba a un lado de ellos, pude sentir una presencia inquietante, algo sobrenatural y nada terrenal. Un escalofrío recorrió mi cuerpo, desde lo más bajo de mi espina dorsal hasta mi cuello. La piel se me había hecho como de gallina y por puro instinto me paré en seco. Suspiré de forma profunda y giré para verlos de nuevo, tendría que saber de quién de los dos había sido esa aura tan... especial.

por **Asagi Dunkelheit** Lun Mayo 16, 2011 11:46 pm

Aquella mujer no se podía calmar, era un poco exagerado aquello, nadie de aquellas personas me podría ayudar, no había médicos alrededor, de pronto se calmo y se aferro a mis ropas, y se desparramo encima de mí gritándome, callándome, haciéndome preguntas y buscando a alguien en mí.

No le podía controlar por más que tratara, temía que se me fuera el control de las manos, entonces le mire con paciencia, era lo único que ya me quedaba, le sonreí y trate de quitármela, en ese instante no podía actuar de una manera caballerosa, cualquier cosa que hiciera lo tomaría como un arma, seguro que si hacia mas escándalo me sacarían pronto del lugar.

Empecé a “oler” cierta esencia que ya era conocida para mí, alguien aparentemente “cuerdo” pasaba por mi lado, a juzgar por el sonido de los zapatos, el olor de la sangre era una mujer, “menos mal” pensé, cuando le mire pasar a un lado de mí.

Sin pensarlo le tome del brazo.

- Disculpe Madame me podría ayudar con… Esta mujer…

Demasiado tarde, si, esa dilatación se me hacia conocida, era… Una bruja, ya tenía experiencia con muchos de sus especie, bueno no tenía miedo, ellos no podían leer los enigmas de mi pasado, pero quizá se molestaría, o le destrozaría el alma con mis movimientos y lo oscuro de mi personalidad, aunque en ese momento de mi vida estaba muy centrado en “cierta etapa buena” de mi vida.

Aquella enferma seguía aferrada a mí, le solté rápido y mire la expresión elida que tenia hacia mí.

por **Lynette Woolf** Mar Mayo 17, 2011 9:58 am

La mano del hombre tocaba mi brazo desnudo. Mis ojos fueron inmediatamente hacia sus dedos que aprisionaban con algo de fuerza mi extremidad derecha. No era mucha fuerza la que aplicaba para sujetarme, pero de igual manera podía sentir que no sería demasiado fácil soltarme con un simple tirón. Recorrí con la mirada el dorso de su mano, subiendo antebrazo, brazo, me detuve segundos en sus hombros y cuello y finalmente mis ojos se cruzaron con los de él.

Allí estaba de nuevo esa sensación que había sentido cuando me cruce con la loca y el hombre misterioso. Eran pocas las veces que había sentido este tipo de presencias en París, haciéndose presentes siempre que el astro rey se ocultaba, dejando paso a la noche y a la luz pálida de la luna. Tenía mis sospechas sobre qué podían ser estas sensaciones en mi cuerpo, el por qué de mi ligera alteración. Pero no podía sacar conclusiones tan locas y apresuradas, con el tiempo y con un poco de investigación llegaría a saberlo.

–Claro...– empecé mirándolo a los ojos todavía –...que sí– dije viendo a la mujer de aspecto demente. –¿Podrías... devolverme mi brazo?– pregunté con una sonrisa. El chico abrió la mano y retrocedí apenas un pequeño paso. Miré a la mujer de pies a cabeza y lo mismo con él. –No te había visto antes en este lugar– afirmé dejando fluir mi encandilamiento sólo por si quería pasarse de listo conmigo. –Así que no creo que trabajes aquí– sonreí apenas.

Abrí grande los ojos y caí en la cuenta de que quizás el me hiciera la misma pregunta. Acaricié mi mentón con mi mano derecha. –Yo vengo a ver a una amiga enfermera– dije sin más –Cada semana le traigo una medicina– dije guiñándole un ojo –Pero bueno... Puede esperar– Quizás le pareciera de lo más raro que le hablara con tanta... "confianza", pero había sido él quien se había pasado primero sujetándome sin más.

por **Asagi Dunkelheit** Lun Mayo 23, 2011 10:36 am

El que estuviera en un lugar así había resultado descabellado, incluso para un ser para mi, quien admiraba, quien admitía también estar al borde de una locura, encontrarme con alguien “normal” fuera de aquellas batas blancas, de aquel panorama, “enfermo” fue como una bendición, si algo que jamás tuve fue tolerancia, eso fue lo único que me fallo, era por eso que ahora pedía ayudar, de alguna forma u otra terminaría por aventar a aquella mujer, pero alguien con la sutileza que buscaba se acerco de una manera amble y un poco fría, incluso la charla me hizo.

Aquellos grandes ojos, aquella piel y su cabello le hacían parecer con autoridad con conocimientos, era una persona finamente centrada, no dude que pudiera sacarme de aquel lio en el que había entrado. Al final no éramos tan distintos de esa gente, por locura había cogido su brazo, por locura estaba en ese lugar.

- Muchas Gracias… Madame, tiene razón, yo no trabajo en este lugar, solo he venido con un motivo.

Musite mientras le admiraba anonadado por lo que me contaba, ahí estaba calmando a esa mujer, quien más tarde se fue corriendo tranquilamente por el pasillo dejándonos solos, ahora el lugar empezaba a hacerse interesante de cierta manera. Había encontrado con quien compartir un momento, un minuto, una noche de dulce locura.

- Creo entonces que estoy siendo inoportuno Madame.

Me había contado de una amiga, así que mis esperanzas se habían ido tan rápido.

- Asagi Dunkelheit.

Como de costumbre me hinque ante ella, tome su mano, bese su dulce dorso, que pareció diferente, y le entregue una rosa, sello personal y característico del conde de Dunkelheit.

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