AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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En medio de la tormenta || Libre
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En medio de la tormenta || Libre
por Claudia Gunter Dom Feb 23, 2014 7:12 pm
Por más tiempo que pasaba ella no lograba que el sitio le agradara, hacía lo que tenía que hacer simplemente para mantenerse sana y salva de golpes y abusos, aunque en ocasiones ni eso era suficiente como para estar íntegra, a veces no sabía ni que hacía mal que terminaba en la cama de su "señor" desnuda y golpeada, con la frente perlada en sangre y sudor, mientras las piernas le dolían lo suficiente como para levantarse rápidamente de ahí, tenía que mantenerse abrazada así misma hasta que el dolor del cuerpo se le pasara y pudiera moverse de nuevo. En algún momento había tenido a un protector, pero hacía demasiado tiempo que no sabía absolutamente nada de aquél, que en algún tiempo pudo llegar a ser su amigo, tal vez ella lo entendía, pero no por ello quisiera decir que no le dolía. Hoy como otros días tenía que comenzar a maquillar los moretones que habían quedado en su cuello la noche anterior, el hombre se creía perro o algo por el estilo mientras dejaba "su huella" en la piel de la cortesana, al tiempo que comenzaba a violarla, que ella abriera las piernas nunca había querido decir que en verdad le gustara tener que estar con alguien, compartiendo el mismo lecho, siempre o casi siempre había sido a la fuerza.
Sujetó su cabello con un par de horquillas dejando que cayeran caireles a su alrededor mientras que sus labios se pintaban de un color rosado encendido que hacía juego a la perfección con el corsé que enmarcaba aquella cintura, dejando a la vista un par de caderas bastante sugerentes, con las piernas lo suficientemente torneadas como para dejar que estuvieran a la vista y unas zapatillas diminutas con el tacón suficiente como para mantener una estatura adecuada, además de un porte elegante que la hacía lucir aún mejor de lo que ella quisiera, a veces quería salir con una sábana cubriendo todo su cuerpo, pero sabía exactamente que eso no podía hacerlo o tendría problemas, entre más enseñara, mejor le iba en las propinas y en los clientes que al final del día era lo que le importaba al burdelero. Se miró en el espejo, había hecho un pequeño cambio con su cabello, pero sabía que no podía quitarse todo el color rosa que la hacía destacar, pues precisamente eso era lo que usaba su dueño para que la pudiera localizar fácilmente, pues una chica de cabellos rosados era fácil de identificar en cualquier lado.
Se miró en el espejo, intentando que una sonrisa saliera de sus labios, observó como sus pechos se intentaban asomar por encima del corsé dejando ver que las curvas eran completamente naturales, mientras su cintura se iba ensanchando hasta dejar el comienzo de un par de piernas largas apenas cubiertas por una pequeña tela que decía ser la falda, se veía bien, lastimosamente era lo mejor que tenía en ese momento y había logrado despertar la sensualidad de su cuerpo, sus ojos se enmarcaban en una fila inmensa de largas pestañas dejando que el color esmeralda de estos destacara, un suspiro salió de sus labios, al llegar sus ojos al alhajero, tomó un pequeño dije y se lo colocó, pero también había un secreto guardado en aquella cajita, Claudia había estado haciendo "trabajos extra" para poder conseguir un poco de dinero y con ello lograr huir de ahí, lo primero que había comprado era una peluca, la cual ya estaba guardada en su ropero entre los vestidos, esperaba que su plan funcionara y que sus ganas de verle no la hicieran volver a ese sitio, deseaba que en esta ocasión si pudiera irse de ahí para siempre.
Dio media vuelta y cerró la puerta detrás de ella mientras comenzaba a bajar las escaleras hacia donde ya se podía lograr el bullicio que había en el burdel, esperaba que nadie la viera lo suficientemente sensual aquella noche como para acercarse e intentar pedir sus servicios.
Sujetó su cabello con un par de horquillas dejando que cayeran caireles a su alrededor mientras que sus labios se pintaban de un color rosado encendido que hacía juego a la perfección con el corsé que enmarcaba aquella cintura, dejando a la vista un par de caderas bastante sugerentes, con las piernas lo suficientemente torneadas como para dejar que estuvieran a la vista y unas zapatillas diminutas con el tacón suficiente como para mantener una estatura adecuada, además de un porte elegante que la hacía lucir aún mejor de lo que ella quisiera, a veces quería salir con una sábana cubriendo todo su cuerpo, pero sabía exactamente que eso no podía hacerlo o tendría problemas, entre más enseñara, mejor le iba en las propinas y en los clientes que al final del día era lo que le importaba al burdelero. Se miró en el espejo, había hecho un pequeño cambio con su cabello, pero sabía que no podía quitarse todo el color rosa que la hacía destacar, pues precisamente eso era lo que usaba su dueño para que la pudiera localizar fácilmente, pues una chica de cabellos rosados era fácil de identificar en cualquier lado.
Se miró en el espejo, intentando que una sonrisa saliera de sus labios, observó como sus pechos se intentaban asomar por encima del corsé dejando ver que las curvas eran completamente naturales, mientras su cintura se iba ensanchando hasta dejar el comienzo de un par de piernas largas apenas cubiertas por una pequeña tela que decía ser la falda, se veía bien, lastimosamente era lo mejor que tenía en ese momento y había logrado despertar la sensualidad de su cuerpo, sus ojos se enmarcaban en una fila inmensa de largas pestañas dejando que el color esmeralda de estos destacara, un suspiro salió de sus labios, al llegar sus ojos al alhajero, tomó un pequeño dije y se lo colocó, pero también había un secreto guardado en aquella cajita, Claudia había estado haciendo "trabajos extra" para poder conseguir un poco de dinero y con ello lograr huir de ahí, lo primero que había comprado era una peluca, la cual ya estaba guardada en su ropero entre los vestidos, esperaba que su plan funcionara y que sus ganas de verle no la hicieran volver a ese sitio, deseaba que en esta ocasión si pudiera irse de ahí para siempre.
Dio media vuelta y cerró la puerta detrás de ella mientras comenzaba a bajar las escaleras hacia donde ya se podía lograr el bullicio que había en el burdel, esperaba que nadie la viera lo suficientemente sensual aquella noche como para acercarse e intentar pedir sus servicios.
Claudia Gunter- Mensajes : 45
Fecha de inscripción : 30/01/2013
Re: En medio de la tormenta || Libre
por Sinéad Van Eyck Lun Feb 24, 2014 11:36 pm
No estaba del todo segura que la habia llevado alli. Quizas fuera la compañia de cuerpos tibios, el bullicio, los gritos, el olor de los cuerpos copulantes, el humo del cigarro y las copas tintineantes de brandi, no estaba segura.
Empero, empujo la piuerta de entrada con suma delicadeza apenas usando la punta de sus dedos, entro con la cebeza en alto mirandolo todo y avanzo con paso elegante. Un mozo bien vestido y respetuoso se le acerco preguntando en que podia servirle, Sinéad pidio hablar con el dueño pues queria manifestar personalmente sus intereses.
Mientras esperaba se giro para apreciar la decoracion de la habitacion, quedando de espaldas a la escalera, al tiempo que se quitaba los guantes. Esta vez su cabello dorado lucia en alto dejando al descubierto su nivea nuca. Aquella noche llebaba puesto su vestido verde oscuro favorito, que dejaba parte de la espalda hasta los omoplatos al descubierto y por delante le tapaba hasta las claviculas. Dos pendientes de brillante en cada oreja y un finisimo rojo sangre en los labios. Llebaba el abrigo colgando del brazo. Se acerco con curiosidad para apreciar un cuadro cuya escena era un fauno y una driade copulando en el bosque.
Al momento de aparecer el dueño dio a conocer su nombre, sus intenciones e intereses; le sonrio, lo adulo, lo sedujo y mientras sus ojos parpadeanban dejando danzar hacia arriba y hacia abajo sus pestañas la vio bajar las escaleras. El cabello recogido con tintes de rosado, los ojos esmeralda, un par de piernas preciosas, magras, aquellas caderas finamente delineadas por el apretado corset. Si hubiera estado viva podria decirse que aquel cuadro le robo el aliento. Se mordio el labio y miro con nerviosismo al dueño del burdel. De dentro le broto cierta ansiedad que por un instante le hizo salirse de su papel e impornerse pero volvio a someterse a si misma, sin perder la compostura. Ah... pero como olia aquella mujer. Tan dulce. Tan dulce, olia como el mar cuando esta crespado, salvaje oleaje.
-Ella... como se llama? Puedo elegir al menos?- pregunto mientras alzaba el menton y entre abrio los labios dejando entre ver los dientes y a su vez sonriendo discretamente.- El dinero no sera problema.- le miro por encima del hombro y sonrio.
Empero, empujo la piuerta de entrada con suma delicadeza apenas usando la punta de sus dedos, entro con la cebeza en alto mirandolo todo y avanzo con paso elegante. Un mozo bien vestido y respetuoso se le acerco preguntando en que podia servirle, Sinéad pidio hablar con el dueño pues queria manifestar personalmente sus intereses.
Mientras esperaba se giro para apreciar la decoracion de la habitacion, quedando de espaldas a la escalera, al tiempo que se quitaba los guantes. Esta vez su cabello dorado lucia en alto dejando al descubierto su nivea nuca. Aquella noche llebaba puesto su vestido verde oscuro favorito, que dejaba parte de la espalda hasta los omoplatos al descubierto y por delante le tapaba hasta las claviculas. Dos pendientes de brillante en cada oreja y un finisimo rojo sangre en los labios. Llebaba el abrigo colgando del brazo. Se acerco con curiosidad para apreciar un cuadro cuya escena era un fauno y una driade copulando en el bosque.
Al momento de aparecer el dueño dio a conocer su nombre, sus intenciones e intereses; le sonrio, lo adulo, lo sedujo y mientras sus ojos parpadeanban dejando danzar hacia arriba y hacia abajo sus pestañas la vio bajar las escaleras. El cabello recogido con tintes de rosado, los ojos esmeralda, un par de piernas preciosas, magras, aquellas caderas finamente delineadas por el apretado corset. Si hubiera estado viva podria decirse que aquel cuadro le robo el aliento. Se mordio el labio y miro con nerviosismo al dueño del burdel. De dentro le broto cierta ansiedad que por un instante le hizo salirse de su papel e impornerse pero volvio a someterse a si misma, sin perder la compostura. Ah... pero como olia aquella mujer. Tan dulce. Tan dulce, olia como el mar cuando esta crespado, salvaje oleaje.
-Ella... como se llama? Puedo elegir al menos?- pregunto mientras alzaba el menton y entre abrio los labios dejando entre ver los dientes y a su vez sonriendo discretamente.- El dinero no sera problema.- le miro por encima del hombro y sonrio.
Sinéad Van Eyck- Vampiro Clase Media
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Re: En medio de la tormenta || Libre
por Claudia Gunter Mar Feb 25, 2014 7:01 pm
Ahí estaba ella, dando un paso tras otro, la experiencia en fingir le había dado exactamente los motivos necesarios para no tropezar cuando dio el último paso al terminar de bajar las escaleras, no quería estar ahí, por ella hubiera salido corriendo por la puerta para perderse con la noche, dejar que la envolviera e hiciera con ella lo que mejor le pareciera, pero no podía, no debía, quizá esa noche cruzaría la puerta alguien... Pero al momento no estaba así que simplemente exhaló fuertemente mientras miraba a todos los que se encontraban en aquella sala, algunos ebrios otros no tanto, pero todos con aquél olor tan característico, aquél deseo y lívido que se les marcaba en los ojos, las ganas que se quedaban marcadas en los labios mordidos, aquella lujuria que les invadía el cuerpo de arriba a abajo haciendo que cada parte de ellos reaccionara, dejando respiraciones agitadas y miradas cómplices mientras ella simplemente se tensaba más a cada segundo que pasaba, mientras ella contenía las arcadas en su garganta y el llanto que le quería salir, su voz podría sonar quebrada, pero eso era irracional, ¡Tantos años! ¡Tantas veces! Y sí, aún seguía temiendo ser poseída una y otra vez.
-Lizbeth ¡Ven acá!- fue todo lo que escuchó Claudia y a pesar de resistirse por un par de segundos su mirada tuvo que enfocarse en el burdelero y caminar hacia él, sus caderas iban marcando el ritmo que le hacía originar un vaivén dejando que su cuerpo se bamboleara de forma sensual, odiaba ese caminado, pero así fue como llegó a la barra mientras le miraba expectante, esperando que la regañara, pero en contrario de eso, fueron otras sus palabras -La señorita, te ha solicitado- a la cortesana se le fueron los colores de arriba para abajo mientras sus orbes se enfocaban en el hombre, su mano se posó sobre la barra y cuando tomó aire se giró para ver a la mujer que estaba a su lado, no se había percatado de ella hasta en ese momento, en el que tuvo que sonreirle mientras analizaba de nuevo las palabras del hombre -Buenas noches, my lady- la mano diestra de la mujer se estiró hacia el chico que atendía la barra y tomó la copa que le ofreció para después de ello tendérsela hacia la rubia, sus movimientos eran lentos, delicados, precavidos y también miedosos, pero ahí estaba ella, mirando de reojo como los hombres la iban dejando sola con la chica que la había solicitado en aquél momento, así que se paró firme delante de ella.
¿Qué hacer? No sabía, pero para algo la habían llamado así que simplemente se quedó esperando que ella dijera alguna orden, había ocasiones en que los pedidos eran tan extraños que nunca podía decirse que le atinarían a las nuevas expectativas de aquellos clientes, pero algo si sabía Claudia, todo sería nuevo, pues nunca había sido solicitada por una mujer y eso ya hacía todo completamente diferente y desconocido para ella.
-Lizbeth ¡Ven acá!- fue todo lo que escuchó Claudia y a pesar de resistirse por un par de segundos su mirada tuvo que enfocarse en el burdelero y caminar hacia él, sus caderas iban marcando el ritmo que le hacía originar un vaivén dejando que su cuerpo se bamboleara de forma sensual, odiaba ese caminado, pero así fue como llegó a la barra mientras le miraba expectante, esperando que la regañara, pero en contrario de eso, fueron otras sus palabras -La señorita, te ha solicitado- a la cortesana se le fueron los colores de arriba para abajo mientras sus orbes se enfocaban en el hombre, su mano se posó sobre la barra y cuando tomó aire se giró para ver a la mujer que estaba a su lado, no se había percatado de ella hasta en ese momento, en el que tuvo que sonreirle mientras analizaba de nuevo las palabras del hombre -Buenas noches, my lady- la mano diestra de la mujer se estiró hacia el chico que atendía la barra y tomó la copa que le ofreció para después de ello tendérsela hacia la rubia, sus movimientos eran lentos, delicados, precavidos y también miedosos, pero ahí estaba ella, mirando de reojo como los hombres la iban dejando sola con la chica que la había solicitado en aquél momento, así que se paró firme delante de ella.
¿Qué hacer? No sabía, pero para algo la habían llamado así que simplemente se quedó esperando que ella dijera alguna orden, había ocasiones en que los pedidos eran tan extraños que nunca podía decirse que le atinarían a las nuevas expectativas de aquellos clientes, pero algo si sabía Claudia, todo sería nuevo, pues nunca había sido solicitada por una mujer y eso ya hacía todo completamente diferente y desconocido para ella.
Claudia Gunter- Mensajes : 45
Fecha de inscripción : 30/01/2013
Re: En medio de la tormenta || Libre
por Sinéad Van Eyck Sáb Mar 01, 2014 3:58 pm
El hombre sonrio para si cuando escucho que el dinero no seria un problema, "amablemente" le ordeno a un mozo que tomara su abrigo y al bar tender que le ofrecieran un trago. La joven, llamada "lizbeth" fue solicitada. Se acerco moviendo su cuerpo de manera sensual, y en sus mirar no parecia comprender quien seria su cliente de aquella noche.
Sinéad medito en el nombre de la muchacha. Por la proximidad con su verdadero nombre le hizo pensar que aquella muchacha era realmente la elegida, era ella, no otra u otro en aquel burdel, sino ella.
Cuando los hombres dejaron la estancia solo quedaban ella dos, Sinéad se acerco y le acaricio el rostro, su mano estaba fria y el constraste con el cuerpo de la joven que estaba tibio fue notorio. Con la yema de los dedos le acaricio el pomulo y luego los deslizo hasta un bucle que se hallaba sobre su oreja peinandolselo hacia atras.
-Eres muy bella...- dijo con voz dulce e inocente.- Me gusta el color de tu cabello...- sonrio y torcio levemente la cabeza contemplandole.- Combina muy bien con el color de tus ojos.
Su otra mano se poso en la cintura de la joven, despacio fue acercando su cuerpo a la muchacha, la mano que se hallaba acariciando nuevamente la mejilla descendio lentamente por su cuello, su clavicula, su pecho y se poso en la cintura.
-Me gustaria un poco de intimidad...- le miro a los ojos.- ¿Habra algun lugar donde no haya oidos, ojos o bocas cerca? ¿Donde podamos estar solas?.- las manos sobre las caderas se deslizaron por su espalda y se posaron en los cuartos traseros de la muchacha.- ¿Tienes alguna pregunta que quieras que responda?- pregunto mirandole con cierta ingenuidad.
Sinéad medito en el nombre de la muchacha. Por la proximidad con su verdadero nombre le hizo pensar que aquella muchacha era realmente la elegida, era ella, no otra u otro en aquel burdel, sino ella.
Cuando los hombres dejaron la estancia solo quedaban ella dos, Sinéad se acerco y le acaricio el rostro, su mano estaba fria y el constraste con el cuerpo de la joven que estaba tibio fue notorio. Con la yema de los dedos le acaricio el pomulo y luego los deslizo hasta un bucle que se hallaba sobre su oreja peinandolselo hacia atras.
-Eres muy bella...- dijo con voz dulce e inocente.- Me gusta el color de tu cabello...- sonrio y torcio levemente la cabeza contemplandole.- Combina muy bien con el color de tus ojos.
Su otra mano se poso en la cintura de la joven, despacio fue acercando su cuerpo a la muchacha, la mano que se hallaba acariciando nuevamente la mejilla descendio lentamente por su cuello, su clavicula, su pecho y se poso en la cintura.
-Me gustaria un poco de intimidad...- le miro a los ojos.- ¿Habra algun lugar donde no haya oidos, ojos o bocas cerca? ¿Donde podamos estar solas?.- las manos sobre las caderas se deslizaron por su espalda y se posaron en los cuartos traseros de la muchacha.- ¿Tienes alguna pregunta que quieras que responda?- pregunto mirandole con cierta ingenuidad.
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