Día de tormenta {Gael}

por **Beatrice Delteria** Jue Sep 29, 2016 5:29 am

Poco hacía que habían salido de la iglesia ese domingo tormentoso, las calles se habían quedado prácticamente vacías por las nubes y los truenos que se avecinaban, una tormenta parecía acercarse con prisa, descargaría sin piedad, eso era algo que se veía en el tremendo color negro del que eran propietarias.

Todos se habían apresurado a montar en sus calesas o salir a pie hasta su hogar, Bea habría hecho lo mismo, usualmente, no le gustaba la lluvia, pero de un tiempo a esa parte, las tormentas que tanto la aterraban eran el tiempo que mejor coincidía con su estado de ánimo, haciendo que se sintiera, incluso, algo feliz, como si no fuer la única que quisiera llorar y las nubes la acompañaran en su sentimiento de soledad.

No había llevado calesa, ni caballo, ni sombrero, había cogido era un paraguas que había pertenecido a su padre. Mientras la plaza se despejaba, la chica comenzó a caminar con calma, tarareando sin darse cuenta la melodía que Bethlem había compuesto, tiempo atrás para ella, al poco de volver a parís ella le había cambiado el tempo, y esa sonata tan dulce se había vuelto melancólica.

Con las calles vacías, comenzaron a caer las primeras gotas. Bea abrió el paraguas y siguió su ritmo, tarareando con suavidad. Pronto comenzó la tormenta a cogerse, y tuvo que parar, se refugió bajo un árbol en un parque, donde, algo alejada, se encontraba una pequeña capilla blanca. Cobijada por las hojas, miró al cielo, no parecía que fuera a amainar pronto. Con el paraguas plegado y cubierta por las hojas, no se mojaba a penas, pero los truenos la hacían estremecer.

Suspiró abrazándose, tendría que esperar un tiempo, no podía volver a andar con ese chaparrón, y tenía frío, esperaba no tener que correr hacia casa, su estado de ánimo no era muy bueno, y sabía que, cuando se encontraba así, su salud se resentía, lo último que le faltabaera caer enferma. Al menos, mientras esperaba, tenía su melodía en la cabeza. Siguió tarareando, a la espera de que parese un poco la lluvia.

por **Gael Lutz** Sáb Oct 01, 2016 8:13 am

Domingo por la mañana. Aquella noche me levanté temprano, me coloqué una ropa típica, aquella que usaba cualquier día de la semana, camiseta cómoda, pantalones cómodos pero abrigados, mi abrigo y salí de casa, estaba descansado, fresco y listo para ir a hacer la compra al mercado. Tenía que comprar bastante, aunque solamente era comida para mí, porque Jane cuando se quedaba a dormir solía marcharse enseguida a casa de sus tíos, por lo que no era muy probable que se quedase a comer o cogiese comida de la despensa, y si lo hacía solía ser fruta.

El cielo que me acompañaba esta mañana era negro, oscuro como la boca de un lobo. Tenía que apresurarme si quería comprar todo y dejarlo a salvo en casa. Miré el reloj de bolsillo que llevaba siempre conmigo y apreté el paso, las primeras gotas no iban a tardar en caer.

Una vez en el mercado, me abrí paso entre las mujeres que querían comprar el mejor género para tener en su hogar y poder alimentar a sus hijos. Cogí un par de piezas de fruta, algo de verdura, pescado y carne. Volví a mirar al cielo, las primeras gotas ya caían. Mascullé una palabrota y comencé a correr, tenía que darme prisa para poder llegar a casa cuanto antes.

Llevaba las bolsas sujetas con fuerza entre mis brazos, todo estaba recubierto con papel de periódico, evitando así que el agua cayese sobre ellos, aunque si se mojaba ese papel iba a empaparse todo y quizás se perdiese. No podía ver bien, la tormenta comenzó a caer con fuerza sobre la ciudad, estuve tentado de parar un carro que me acercase, pero no había ninguno cerca. Decidí entonces que lo que mejor podía hacer para llegar antes, era cruzar el parque, mi casa estaba a cinco minutos andando de ese sitio.

Notaba la hierba húmeda bajo mis pies, se estaba comenzando a formar barro y yo ya estaba tan mojado que parecía que acababa de darme una auténtica ducha. De repente, al pasar por al lado de un árbol, mi hombro chocó contra el cuerpo de una mujer y bajé las bolsas para poder verla y disculparme. - Discúlpeme, no la he visto. ¿Está bien? - Moví la cabeza, casi sacudiéndola como hacían los perritos. El árbol servía de cobijo, pero seguramente duraría poco, no era una buena idea quedarse quieto bajo un árbol cuando había tormenta.

por **Beatrice Delteria** Dom Oct 02, 2016 3:16 am

Aun tarareaba, esta vez una melodía que no reconocía haber oído en ningún lado antes, la tenía en la mente y la llenaba por completo, aun con la lluvia, aun con los recuerdos, tenía ganas de saltar y ponerse a tocar el violín o bailar bajo las gotas incesantes. A pesar de los recuerdos la música seguía absorviéndola como cuando miraba un cuadro o leía una novela, eran los únicos momentos en los que lograba deshacerse de la melancolía.

La gente a su frente huía de la lluvia, los carros pasaban con rapidez y, finalmente la calle se quedó vacía. Era curioso que la gente escapase de la lluvia, les gustaba darse baños largos, pero unas cuantas gotas los aterraban, los truenos eran otra cosa, pero la lluvia, la lluvia era amable, limpiaba el suelo, y, en ocasiones, el alma.

Por su lado izquierdo comenzaron a oírse unos pasos chapoteantes, Beatrice giró, curiosa, y tropezó con el hombre, que, cargado de bolsas y empapado, parecía buscar, también, refugio. Sosteníendose del tronco húmedo para no caer, haciéndose ligeros raspones en los brazos. Los escondió en su espalda, el hombre lo había hecho sinquerer y ya se había disculpado, no necesitaba preocuparse por nada más, además, estaba empapado.

- No se disculpe, es mi culpa, estaba en medio.- se disculpó ella a su vez.- ¿Necesita ayuda? Parece que le ha cogido la tormenta.- sonrió.

El hombre estaba empapado de pies a cabeza, las bolsas cubiertas por periódicos parecían estar a poco tiempo de deshacerse. Miró de reojo su paraguas, tal vez pudiera prestárselo al hombre, parecía hacerle más falta a él que a ella.

por **Gael Lutz** Lun Oct 03, 2016 10:58 am

Al menos el golpe que nos habíamos dado cuando mi cuerpo chocó contra el de aquella mujer no fue a más y ninguno de los dos se cayó al suelo embarrándose al completo la ropa. La mujer se disculpó también conmigo, alegando que era ella la que se encontraba en el medio, cosa que no era verdad, yo había decidido coger un atajo y pasar bajo los árboles para mojarme mucho menos.

Su última frase me hizo sonreír y casi estuve a punto de reírme, fue una frase poco elocuente, y era obvio que me había cogido la tormenta y al parecer a ella también. -Me parece que me ha ocurrido lo mismo que a vos señorita...- Agarré con firmeza la bolsa que tenía debajo de la otra, el cartón que ponían como bolsa se me estaba empezando a romper, haciendo que todo fuese mucho más difícil a la hora de agarrar.

Suspiré y dejé a mi pesar la bolsa con la fruta y verdura en el suelo, esos alimentos había que lavarlos antes de hacerlos o comerlos por lo que no me preocupaba demasiado si se salían de la bolsa y se manchaban un poco con el barro que había por todas partes. Aún con la bolsa de pescado y carne en mi brazo izquierdo, miré a la dama. -¿Quiere que pare un carro? Quizás así pueda llegar a un lugar cálido en vez de permanecer aquí mojándose.- Añadí y la miré de arriba a bajo, centrándome en su ropa elegante, la cual se estaba mojando y ensuciando.

por **Beatrice Delteria** Miér Oct 05, 2016 7:51 am

Se sonrojó al comprobar que el hombre tenía razón y rió con suavidad, cierto, la tormenta la había sorprendido, pero no le molestaba, si no estuviera cayendo con tanta fuerza estaría encantada de caminar bajo el agua, le gustaba la lluvia, no así los truenos.

- Tiene razón, también me ha cogido el agua.- afirmó con una sonrisa.- pero no creo que sea malo, mientras llueva, se limpiará el aire.- sonrió volviendo a apoyarse en el árbol.

Le daba la impresión de que era la única persona en todo parís a la que le gustaba que lloviera, era lógico, París era un lugar usualmente soleado, no acostumbraban a tener tormentas más que unas pocas veces al año, tormentas que, además, solían ser cortas y acabar con un precioso arcoiris cruzando por encima de la torre Eifel.

Ella venía del lugar más lluvioso del planeta, o eso le gustaba pensar, Londres, su hogar, era un nido de agua y la lluvia la llevaba a pensar en su infancia, que, si bien, no había sido fácil dado el carácter de su padre, si había sido feliz. Miró con una sonrisa al hombre, que amablemente se había ofrecido a llamar un carro y negó con suavidad.

- No, muchas gracias, me gusta la lluvia.- dijo mirando al cielo.- Bueno, me gusta la lluvia, el barro, el olor y el fresco, es pacífico, parece que se limpie la tierra.- afirmó con calma.- Tengo un paraguas y va usted cargado, ¿quiere que le ayude? No me importa caminar bajo la lluvia.- explicó mirando sus bolsas y señalando su paraguas cerrado, apoyado a su lado.

por **Gael Lutz** Lun Oct 10, 2016 10:40 am

La lluvia limpia el aire, el suelo, la mente y el alma. A mi particularmente me gustaba mucho las tormentas, con truenos y rayos que iluminaban la noche oscura de París, sobre todo me gustaban en verano, cuando hacía un calor que no se podía ni estar, esas tormentas eran un soplo de aire fresco y un descanso. Particularmente, la lluvia de hoy no me molestaba en absoluto, así que tampoco me importaba mucho mojarme en estos momentos, me preocupaba mucho más la comida que llevaba.

La mujer con su frase me hizo reír, era obvio que la lluvia la había pillado, estaba cobijada bajo la copa de un árbol y también mojada como yo. -No es solo el aire lo que limpia. A mi me gusta mucho la lluvia y las tormentas, cuanto más truenos, mejor. Sobre todo si estás refugiado en tu casa con la chimenea.- Eso era de lo que más me gustaba, mirar como llovía desde mi ventana.

Escuché su negativa a coger un carro y sus razones, en eso nos parecíamos. Me fijé entonces en el paraguas, supuse que daría para taparnos a los dos, no tenía porque mojarse ella o mojarme yo. -Creo que podremos entrar los dos bajo la tela del paraguas... ¿Probamos? Espero que entremos o si no, puede taparse usted y yo tapar las bolsas, tampoco me importa mojarme un poco más de lo que ya estoy.- Cogí la bolsa que había dejado en el suelo y volví a cargar con ellas, esperando a que la mujer abriese su paragüas y poder ver lo que hacer.

por **Beatrice Delteria** Mar Oct 11, 2016 7:48 am

Sonrió a su respuesta, estaba de acuerdo, la lluvia limpiaba, incluso, en ocasiones, el alma y asintió ante la propuesta, si, debían caber los dos, el paraguas era bastante grande, no uno de los de dama pequeños que de milagro tapaban medio cuerpo, no, era uno de los paraguas de su padre, mucho más grande y amplio.

- Si quiere puedo coger yo una de las bolsas.- propuso antes de salir bajo la lluvia alzando el paraguas.- probemos, ¿si?- le sonrió tendiéndole el paraguas para cubrirlo también.

Comenzaron a caminar bajo la lluvia cubiertos por la impermeable tela negra dirigiéndose calle abajo hacia las calles con casas de clase media y media-alta, tan desiertas como lo estaba el parque. Hacía un frío que helaba la sangre, o, tal vez, fuera porque estaba empapada, pero seguía gustándole la lluvia, era un cambio agradable.

Durante su estancia en Italia a penas había llovido, y cuando lo hacía el olor de las calles empeoraba sobremanera, por lo que había agradecido los continuos días de sol. Pero allí, en París, en tierra firme, donde los árboles y la tierra pedían agua para cultivos y viñedos, era de agradecer.

No hacía el mismo aroma que cuando visitó España, pero dudaba que algun aroma se acercase siquiera a la tierra española, porque, por mucha fama que tuvieran los franceses, los mejores vinos, no eran de allí precisamente, no obstante, más le valía no comentarlo, era probable que se la comieran viva, la sociedad Parisiense era muy orgullosa, y no sin razones para serlo, pero ya tenía bastantes enemigos por tener opiniones propias como para seguir sumando.

por **Gael Lutz** Dom Oct 16, 2016 8:07 am

A la mujer le gustó el echo de compartir el paraguas, así ninguno de los dos se mojaría más de lo que ya estábamos. Le pasé la bolsa que contenía las verduras y las frutas, el olor que desprendían era agradable, no así la bolsa del pescado y carne. El paraguas era bastante grande para los dos, así que sin problemas podíamos caminar sin mojarnos. Comenzamos a caminar en dirección al barrio donde vivía, cuanto antes dejase las bolsas, antes podía invitar a esta mujer a tomar algo en alguna cafetería o taberna.

-¿Que le ha llevado a estar sola debajo de un árbol?- Pregunté, era curioso ver a una mujer de su clase sola debajo de un árbol y encima en solitario. Siempre solían ir acompañadas de hombres apuestos, como sus esposos o sus prometidos. Quizás estuviese prometida y si alguien la veía conmigo iba a meterme en problemas, problemas que quería evitar a toda costa, así que le pregunté sin ningún miramiento. -Perdone que le haga esta pregunta. ¿Está usted prometida? No quiero causarle problemas si es así, no sería de buen ver...- Aún así, seguí caminando, ya estábamos llegando a mi casa.

Me quedé parado delante de la puerta de mi casa, le cogí la bolsa que ella llevaba. -Dejo las bolsas dentro y salgo. - Abrí la puerta con rapidez, dejándola medio cerrada después, no quería que Gato saliera a la calle y se mojase entero. Dejé todo en su lugar, cogí algo más de dinero por si la mujer aceptaba a tomarse algo en compensación por su amabilidad y volví a salir, cerrando la puerta. -¿Quiere entonces, tomar algo conmigo? Un café, chocolate... Lo que guste. Usted me ha ayudado, ahora me toca darle algo. - Sonreí y esperé a ver si aceptaba.

por **Beatrice Delteria** Lun Oct 17, 2016 4:27 pm

Tomó la bolsa con fruta mientras comenzaba a caminar cubierta por la tela del paraguas, empezaba a tener algo de frío, pero no le molestaba, más frío hacía en Londres, y lo soportaba bien. La capa ayudaba, pero tampoco es que estuviera temblando. El hombre parecía incomodo con el silencio. Ella nunca se había sentido mal cando era el silencio el único ruido era una persona tranquila, puede que menos de lo que aparentaba, pero era tranquila

El silencio era un regalo que pocos tenían, muchas veces, cuando sus oídos se saturaban de sonidos y sobretodo en Venecia, tomaba montura o barca y salía a pasear al lugar más tranquilo posible, usualmente, una biblioteca, cogía un libro, se aislaba en un rincón y leía en paz, y si llovía, mejor.

- El gusto por la calma, supongo, eso y que llovía tan fuerte que me daba miedo seguir andando y caer sobre el la calzada.- rió mientras seguían andando. Su siguiente pregunta la pilló por sorpresa, pero entendió a que se refería, una joven de su edad debía estar ya por casarse, si no casada. Y eso podría poner en problemas a cualquiera.- No se preocupe, no estoy ni casada, ni comprometida ni cerca de estarlo.- dijo sin preocupación, después de lo sucedido en Italia no iba en busca de marido, ni siquiera de amante.

Llegaron a casa del hombre, que entró a dejar las bolsas mientras ella se mantenía a la espera bajo el paraguas mirando la lluvia, estaba tan tranquila que parecía que la lluvia la hubiera inundado por dentro creando un pacífico río tras una inmensa tormenta. No le importaba nada ni nadie en ese instante, solo estaban ella, su paraguas, o la lluvia. A penas notó cuando el hombre salió, si no hubiera sido por su voz, que interrumpió su calma.

- Claro, gracias, aunque no me debe usted nada.- aseguró comenzando a andar, compartiendo, nuevamente, el paraguas.

por **Gael Lutz** Mar Oct 18, 2016 1:07 pm

Para una mujer caerse en medio de la calzada por la lluvia y la poca estabilidad que les proporcionaba los zapatos de tacón que acostumbraban a llevar debía de ser más que bochornoso, dejando a un lado que debía de ser difícil levantarse sin ayuda de alguien con el pesado vestido mojado… Ahora entendía mejor el haberme encontrado a esta mujer bajo un árbol. – Tiene razón, debe de ser todo un fastidio el tropezar… Podríais haceros daño.- Iba a añadir un “menos mal que me habéis encontrado”, pero decidí omitirlo, no quería parecer creído. Se tomó bien mi pregunta sobre su estado civil, así que sonreí, aliviado, cuando entré en casa a dejar las bolsas.

Puse los ojos en blanco y saqué el paraguas que había cogido antes de salir, siempre los tenía puestos al lado de la puerta. Abrí el mío y la miré con una sonrisa. –Así tenemos más sitio los dos. Y… Sí que le debo algo, si usted cree que no, está bien. Pero le voy a invitar aunque sea.- Fuimos caminando poco a poco, viendo como los niños corrían en busca de refugio en sus casas, las calles estaban más o menos desiertas a excepción de algún que otro carruaje que se había atrevido a salir con la lluvia en busca de clientes extraviados que no se atrevían a moverse a pie.

Llevé a mi acompañante hasta una pequeña y bonita cafetería, con mesas circulares, tapetes con encaje y más cosas moñas que a las mujeres les parecía encantar, puesto que era la clientela por excelencia. También disponían de una bonita estantería con libros que poder leer mientras tomabas tu té o tu café. A parte de las mesas y sillas habituales, también tenían pequeños sofás para estar más cómodos con tu grupo de amigos, los cuales ahora mismo, estaban ocupados por señores con sombrero y sus respectivas esposas. Dejé el paraguas plegado apoyado en una de las sillas de la mesa vacía, la cual íbamos a ocupar ahora mismo. –¿Té o café?- Pregunté mientras me quitaba el abrigo y lo dejaba colocado en el respaldo de la silla.

por **Beatrice Delteria** Sáb Oct 22, 2016 8:49 am

Caminaron paraguas con paraguas hasta la entrada de una pequeña cafetería que más de uno había tomado como refujio para la lluvia, no estaba demasiado alejada de su casa, cuando acabase el té podría irse sin percances.

- Té, gracias.- dijo tomando asiento frente al hombre.

Pasó rápido el tiempo y la lluvia comenzó a amainar, aunque en ningún momento paró del todo. Estaba claro, era temporada de lluvias. Pasó el rato entre charla distendida, risas y aroma a té, mujeres pomposas que caminaban golpeando sillas y gente que subía a carromatos tras tomar algo de beber. El té era delicioso y cálido, tardó en beberselo lo mismo que duró la conversación.

Al terminar, la tormenta había pasado a ser una fina llovizna. Salió diciéndole al joven su dirección y un gracias sonriente. Abrió el paraguas para comenzar a andar dirección a su casa. Seguramente el mapache seguiría allí, adormilado. Sus pasos subieron la calle y llegaron a su hogar. Abrió la puerta con calma dejando el paraguas a un lado y la llave sobre la mesa, miró el correo y se encaminó a su despacho saludando a la cocinera y al mayordomo concentrada en las cartas.

- ¿Brave?- llamó esperando ver al animalillo sin resultado. Suspiró y se sentó, andaría por ahí, de momento, ella debía concentrarse.

por **Gael Lutz** Sáb Oct 22, 2016 5:09 pm

La muchacha quería un té así que pedí dos. Me iba a venir mejor el té que el café en este día lluvioso, tenía que marcharme a la granja después de este pequeño respiro que me había tomado con la mujer. Bebí pequeños sorbos de la taza hasta que me tocaba hablar, tuvimos una charla de lo más agradable, era interesante esta mujer, sobre todo su trabajo. Le comenté mi trabajo en el restaurante, los muchos e infinitos platos que teníamos y un montón de etcéteras.

La charla concluyó cuando nos terminamos los tés y nos despedimos, sería agradable volver a verla, pero por lo grande que era la ciudad, lo creía improbable. Tras despedirnos, cada uno tomó una dirección. Al ver que ya no llovía como antes, decidí caminar hasta la granja de Thomas, estaba tan solo a una hora andando o quizás algo más, pero era agradable, sobre todo el olor a tierra mojada que había dejado la gran tormenta. Continué el camino hasta la granja, tarareando una canción.

*Tema finalizado*

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