AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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La maldición de los cazadores (Gael)
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La maldición de los cazadores (Gael)
Arrastré otro día más los pies hasta esa bulliciosa taberna en la que llevaba trabajando unos días, desde mi reciente llegada a París. Estaba ya cansada de lidiar todas las noches con los mismos cretinos ebrios que pensaban que tenía derecho a decir cualquier tipo de barbaridades por ser hombres, y ante los que tenía que contener mi genio y no partirles la cara de un tortazo.
Mi energía y mi buen humor se esfumaban a partes iguales días tras días, en aquella ciudad gris y húmeda en la que había decidido refugiarme de mi familia y su afán de casarme con alguien a quien ni siquiera conocía. Con lo bien que estaría yo corriendo desnuda por los bosques Escoceses durante la próxima luna llena.
Aquella noche me tocaba atender la barra, cosa que agradecí, pues las últimas noches había acabado agotada con tanto viaje de un lado a otro con las malditas bandejas, que pesaban como muertos.De modo que me até el mandil alrededor de la cintura mientras andaba distraída hacía una figura masculina que acababa de llegar a la barra.
- Buenas noches, ¿qué puedo servirle?.- pregunté con la más sensual de mis sonrisas apoyándome en la barra, mientras observaba a aquel apuesto caballero que me miraba fijamente.
Algo me decía que aquel hombre tenía algo distinto, y de pronto comprendí. Un maldito cazador. Empezaba a plantearme que había escogido para trabajar la taberna donde se reunían aquellos seres despreciables, pues en los últimos días no había hecho más que cruzarme con ellos.
Mi energía y mi buen humor se esfumaban a partes iguales días tras días, en aquella ciudad gris y húmeda en la que había decidido refugiarme de mi familia y su afán de casarme con alguien a quien ni siquiera conocía. Con lo bien que estaría yo corriendo desnuda por los bosques Escoceses durante la próxima luna llena.
Aquella noche me tocaba atender la barra, cosa que agradecí, pues las últimas noches había acabado agotada con tanto viaje de un lado a otro con las malditas bandejas, que pesaban como muertos.De modo que me até el mandil alrededor de la cintura mientras andaba distraída hacía una figura masculina que acababa de llegar a la barra.
- Buenas noches, ¿qué puedo servirle?.- pregunté con la más sensual de mis sonrisas apoyándome en la barra, mientras observaba a aquel apuesto caballero que me miraba fijamente.
Algo me decía que aquel hombre tenía algo distinto, y de pronto comprendí. Un maldito cazador. Empezaba a plantearme que había escogido para trabajar la taberna donde se reunían aquellos seres despreciables, pues en los últimos días no había hecho más que cruzarme con ellos.
Nimue Dow- Licántropo Clase Alta
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Fecha de inscripción : 29/07/2016
Localización : Paris
Re: La maldición de los cazadores (Gael)
Esta noche no tenía nada que hacer y me encontraba bien después de mucho tiempo, aunque estaba un poco asqueado. Jane había ido a cazar sola esta noche, no había dejado que la acompañase y eso me había sentado un poco mal, pero tenía que dejarla volar sola, libre como el pájaro que era. Habíamos acordado en que cuando acabase, volviese a mi casa y no a la suya, así me quedaría tranquilo mientras la esperaba en el salón leyendo un libro. Pero mis planes habían cambiado al darme cuenta de que no me quedaba nada de bebida en casa. Así que había salido a cazar, pero no de la forma en la que estaba acostumbrado. Necesitaba pescar un buen vaso de alcohol con urgencia.
Entré en una de las tabernas en las que era habitual, de hecho, era en la que había conocido a Sean y en la que nos habíamos emborrachado como nunca antes... ¿Qué sería de él? Hacía mucho que no veía a ese hombre. Meneé la cabeza y miré a los hombres que estaban en la taberna. Borrachos, fuera de sí y diciendo improperios contra alguna de las señoritas que habitaban aquí. Hice una mueca, si yo fuese mujer, a más de uno le hubiese arreado un golpe.
Una camarera que no había visto antes me atendió y me quedé mirando su sonrisa, una sonrisa amplia y sensual. ¿Estaba interesada en mí? Esto iba a ser divertido, después de lo de Naitiri, no había vuelto a mirar a una mujer de esa forma... Decidí que ya me valía de pensar en los demás y tan solo iba a preocuparme de mí, así que le correspondí la sonrisa. ―Hola. Un vaso generoso de whisky por favor.― Dejé mi chaqueta en el respaldo del taburete y me senté, la noche era calurosa, se acercaba el verano.
Eché un vistazo a mi alrededor, no vi a ningún vampiro y hoy no había luna llena, así que estaba más o menos seguro, nunca se estaba seguro del todo. Acaricié instintivamente el colgante de plata que llevaba al cuello, donde estaba Mordekai.Necesitaba otro para Jane... Y demasiado alcohol para dejar de pensar en los demás. Hoy era mi noche, solo para mí.
Entré en una de las tabernas en las que era habitual, de hecho, era en la que había conocido a Sean y en la que nos habíamos emborrachado como nunca antes... ¿Qué sería de él? Hacía mucho que no veía a ese hombre. Meneé la cabeza y miré a los hombres que estaban en la taberna. Borrachos, fuera de sí y diciendo improperios contra alguna de las señoritas que habitaban aquí. Hice una mueca, si yo fuese mujer, a más de uno le hubiese arreado un golpe.
Una camarera que no había visto antes me atendió y me quedé mirando su sonrisa, una sonrisa amplia y sensual. ¿Estaba interesada en mí? Esto iba a ser divertido, después de lo de Naitiri, no había vuelto a mirar a una mujer de esa forma... Decidí que ya me valía de pensar en los demás y tan solo iba a preocuparme de mí, así que le correspondí la sonrisa. ―Hola. Un vaso generoso de whisky por favor.― Dejé mi chaqueta en el respaldo del taburete y me senté, la noche era calurosa, se acercaba el verano.
Eché un vistazo a mi alrededor, no vi a ningún vampiro y hoy no había luna llena, así que estaba más o menos seguro, nunca se estaba seguro del todo. Acaricié instintivamente el colgante de plata que llevaba al cuello, donde estaba Mordekai.Necesitaba otro para Jane... Y demasiado alcohol para dejar de pensar en los demás. Hoy era mi noche, solo para mí.
Gael Lutz- Cazador Clase Media
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Fecha de inscripción : 23/12/2015
Edad : 32
Localización : Detrás de ti
Re: La maldición de los cazadores (Gael)
Me llamó la atención la mirada del cazador, que obviamente no era consciente de mi naturaleza, mientras con una sonrisa radiante solicitaba su bebida.
Asentí sin dejar de mirar aquellos cautivadores ojos que me decían que aquel hombre se había fijado en mí tanto como yo en él, retirándome tan solo unos segundos para servirle lo que deseaba, y por que no, quizás poder entablar más tarde una conversación con él. Al menos no parecía de los clientes de los que me tenía que librar de sus acosos continuos.
- Si desea cualquier otra cosa más, no tiene más que decírmelo.- susurré con dulzura en mi voz mientras rozaba mis dedos con los suyos al tiempo que le acercaba su whisky doble servido en una vaso ancho.- Mi nombre es Nimue.
Otros clientes llegaron a la barra, y mirando de reojo al cazador para no perderme ninguno de sus movimientos, me acerqué a serviles con toda la rapidez que pude, volviendo a ponerme al alcance de la vista del cazador, mientras disimulada secar unos vasos con un paño, que a vista de cualquiera estaban más que secos.
Observé como nuestras miradas coincidían, e incapaz de permanecer callada, traté de entablar una conversación con aquel hombre que me comenzaba a resultar interesante; al fin y al cabo no tenía nada que perder.
- Si me permite preguntar, ¿sois de París o estáis de paso?.- pregunté consciente de que la primera que estaba de paso era yo, aunque de momento el hostal se había convertido en mi hogar.¿Serían tan atractivos todos los cazadores? ,pensé al tiempo que seguía observándolo esperando su respuesta, y escuchar de nuevo su voz.
Asentí sin dejar de mirar aquellos cautivadores ojos que me decían que aquel hombre se había fijado en mí tanto como yo en él, retirándome tan solo unos segundos para servirle lo que deseaba, y por que no, quizás poder entablar más tarde una conversación con él. Al menos no parecía de los clientes de los que me tenía que librar de sus acosos continuos.
- Si desea cualquier otra cosa más, no tiene más que decírmelo.- susurré con dulzura en mi voz mientras rozaba mis dedos con los suyos al tiempo que le acercaba su whisky doble servido en una vaso ancho.- Mi nombre es Nimue.
Otros clientes llegaron a la barra, y mirando de reojo al cazador para no perderme ninguno de sus movimientos, me acerqué a serviles con toda la rapidez que pude, volviendo a ponerme al alcance de la vista del cazador, mientras disimulada secar unos vasos con un paño, que a vista de cualquiera estaban más que secos.
Observé como nuestras miradas coincidían, e incapaz de permanecer callada, traté de entablar una conversación con aquel hombre que me comenzaba a resultar interesante; al fin y al cabo no tenía nada que perder.
- Si me permite preguntar, ¿sois de París o estáis de paso?.- pregunté consciente de que la primera que estaba de paso era yo, aunque de momento el hostal se había convertido en mi hogar.¿Serían tan atractivos todos los cazadores? ,pensé al tiempo que seguía observándolo esperando su respuesta, y escuchar de nuevo su voz.
Nimue Dow- Licántropo Clase Alta
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Fecha de inscripción : 29/07/2016
Localización : Paris
Re: La maldición de los cazadores (Gael)
Mis ojos y los de la camarera no se separaron hasta que ella tuvo que comenzar a preparar la bebida que le había pedido. Me quedé mirando como lo hacía, dejando caer en el vaso la cantidad exacta que debía de echar de whisky y después, decorarlo con un par de hielos. Cuando me lo dió, no fue lo único que hizo, nuestras manos se rozaron al coger el vaso y dijo su nombre. ―Gael― Dije con una pequeña sonrisa y probé el líquido del vaso, el cual estaba delicioso, como el whisky de la primera vez.
Nimue se fue a atender a otros clientes y me quedé mirando al vaso, intentando no pensar en mi vida. Hoy podía inventarme una... ¿Por que no? Quizás pudiera ser alguien que siempre había querido ser o cambiar mi versión de la vida, mi trabajo... Quizás lo probase. Nada malo podía pasar ¿No? Di otro trago al vaso de whisky, esta vez dejándolo más tiempo en la boca, saboreandolo como si fuese la primera vez que lo hacía.
Levanté la vista de nuevo y nuestros ojos se volvieron a encontrar. Como las polillas a la luz. Así nos estábamos atrayendo ambos. Se acercó a mi lado de la barra y comenzó a hablar conmigo. Su pregunta me hizo pensar. ¿Estaba de paso? No. ―Soy de aquí de toda la vida me temo. ¿Y usted?― Terminé el vaso de whisky y me quedé mirando a los hielos vacíos. ―Eres nueva ¿Verdad? He estado en esta taberna un par de veces y nunca te había visto. Seguro que estás de paso...― Le guiñé un ojo divertido, mientras esperaba a que volviese a rellenar el vaso.
Nimue se fue a atender a otros clientes y me quedé mirando al vaso, intentando no pensar en mi vida. Hoy podía inventarme una... ¿Por que no? Quizás pudiera ser alguien que siempre había querido ser o cambiar mi versión de la vida, mi trabajo... Quizás lo probase. Nada malo podía pasar ¿No? Di otro trago al vaso de whisky, esta vez dejándolo más tiempo en la boca, saboreandolo como si fuese la primera vez que lo hacía.
Levanté la vista de nuevo y nuestros ojos se volvieron a encontrar. Como las polillas a la luz. Así nos estábamos atrayendo ambos. Se acercó a mi lado de la barra y comenzó a hablar conmigo. Su pregunta me hizo pensar. ¿Estaba de paso? No. ―Soy de aquí de toda la vida me temo. ¿Y usted?― Terminé el vaso de whisky y me quedé mirando a los hielos vacíos. ―Eres nueva ¿Verdad? He estado en esta taberna un par de veces y nunca te había visto. Seguro que estás de paso...― Le guiñé un ojo divertido, mientras esperaba a que volviese a rellenar el vaso.
Gael Lutz- Cazador Clase Media
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Fecha de inscripción : 23/12/2015
Edad : 32
Localización : Detrás de ti
Re: La maldición de los cazadores (Gael)
El cazador me observaba con curiosidad, casi con la misma que yo a él; me planteé durante unos segundos si sería capaz de descubrir mi naturaleza, pero deseché la idea cuando continuó bebiendo de su vaso sin darle más importancia al roce de nuestras manos, que porque no, me había resultado excitante. Satisfaciendo mi curiosidad, Gael, que era como me había dicho que se llamaba, contó ser de la ciudad, haciéndome saber que se había percatado de mi nuevo fichaje en la taberna. Bueno, por lo menos era observador.
- Llegué a París hace menos de una semana, vengo de un recóndito lugar de Escocia al que espero no volver, así que...- contesté mientras dejaba el paño junto a los vasos y me acercaba a la parte de la barra donde él estaba.- Supongo que tendrá que verme más a menudo si viene por aquí con asiduidad.
Sonreí con picardía mientras miraba a sus ojos con un brillo especial; a mí tampoco me importaría verlo más a menudo por allí, pensé. Mientras no quisiese convertirme en la alfombra de su dormitorio, todo iría bien. Sabía que estaba jugando con fuego, y aquello me encantaba.
- ¿Y vos a que se dedica? Si no os ofendo con la pregunta, por supuesto.- susurré mientras cogía la botella de whisky para servirle de nuevo, al percatarme que le había durado menos de un asalto la bebida anterior. Y acercándome a él, mientras mi mirada penetrante se clavaba en la suya, llené su vaso copiosamente al tiempo que fingía coger el recipiente para que no resbalase; excusa perfecta para volver a rozar su mano, que mantenía el vaso sujeto.
Pensé en que sería divertido ver por donde me salía con aquella pregunta. No solían contestar "soy un cazador de seres sobrenaturales", y siempre era divertido escuchar como se inventaban historias inverosímiles.
- Llegué a París hace menos de una semana, vengo de un recóndito lugar de Escocia al que espero no volver, así que...- contesté mientras dejaba el paño junto a los vasos y me acercaba a la parte de la barra donde él estaba.- Supongo que tendrá que verme más a menudo si viene por aquí con asiduidad.
Sonreí con picardía mientras miraba a sus ojos con un brillo especial; a mí tampoco me importaría verlo más a menudo por allí, pensé. Mientras no quisiese convertirme en la alfombra de su dormitorio, todo iría bien. Sabía que estaba jugando con fuego, y aquello me encantaba.
- ¿Y vos a que se dedica? Si no os ofendo con la pregunta, por supuesto.- susurré mientras cogía la botella de whisky para servirle de nuevo, al percatarme que le había durado menos de un asalto la bebida anterior. Y acercándome a él, mientras mi mirada penetrante se clavaba en la suya, llené su vaso copiosamente al tiempo que fingía coger el recipiente para que no resbalase; excusa perfecta para volver a rozar su mano, que mantenía el vaso sujeto.
Pensé en que sería divertido ver por donde me salía con aquella pregunta. No solían contestar "soy un cazador de seres sobrenaturales", y siempre era divertido escuchar como se inventaban historias inverosímiles.
Nimue Dow- Licántropo Clase Alta
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Fecha de inscripción : 29/07/2016
Localización : Paris
Re: La maldición de los cazadores (Gael)
La camarera llamada Nimue comenzó a responder a la pregunta que le había lanzado sobre su lugar de procedencia. últimamente me encontraba con mucha gente y no gente que procedía de otros lugares de la tierra pero por suerte o por desgracia en según que casos, todos habían terminado aquí en París, como si fuese la única ciudad de Francia en la que los bosques estuviesen plagados de seres de la noche. Quizás ella fuese algún ser sobrenatural, aunque si lo era, el que fuese vampiresa quedaba descartado. No tenía la tez blanquecina ni colmillos. ―¿Porque no quieres volver? ¿Qué ocurrió?― Todo el mundo que me conocía sabía que me encantaba cotillear como las marujas, pero ella, parecía huir de ese lugar.
Nimue me sonreía con picardía en cada momento que le era posible. Eso me hacía gracia. Ella se veía más joven que yo, seguramente de la misma edad que mi hermana. Últimamente, siempre aparecían mujeres en mi vida algo más jóvenes que yo. Alcé los ojos cuando me preguntó por mi profesión y vi mientras como me servía de nuevo whisky. ―Ahora mismo no tengo trabajo.― No le estaba mintiendo, en estos momentos no tenía trabajo alguno que hacer, más que beberme toda esa botella de whisky. No me apetecía decirle que era cocinero y después que me dijese lo que me decían todas. "Quiero probar como cocinas", "Ya veremos si eres tan buen cocinero." "No te pega ser cocinero" Etc. Hoy quería olvidarme de todo eso un poco, resetear la mente por un día, pasar unas horas agradables aunque mañana fuese a morir por la resaca que se avecinaba...
Nimue me sonreía con picardía en cada momento que le era posible. Eso me hacía gracia. Ella se veía más joven que yo, seguramente de la misma edad que mi hermana. Últimamente, siempre aparecían mujeres en mi vida algo más jóvenes que yo. Alcé los ojos cuando me preguntó por mi profesión y vi mientras como me servía de nuevo whisky. ―Ahora mismo no tengo trabajo.― No le estaba mintiendo, en estos momentos no tenía trabajo alguno que hacer, más que beberme toda esa botella de whisky. No me apetecía decirle que era cocinero y después que me dijese lo que me decían todas. "Quiero probar como cocinas", "Ya veremos si eres tan buen cocinero." "No te pega ser cocinero" Etc. Hoy quería olvidarme de todo eso un poco, resetear la mente por un día, pasar unas horas agradables aunque mañana fuese a morir por la resaca que se avecinaba...
Gael Lutz- Cazador Clase Media
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Fecha de inscripción : 23/12/2015
Edad : 32
Localización : Detrás de ti
Re: La maldición de los cazadores (Gael)
Al parecer el cazador era un cotilla compulsivo e insistió de nuevo en conocer mi historia. Podría modificar un par de cosillas para hacerla apta para todos los públicos, y saciar así las ansias de saber de Gael. Me apoyé en la barra frente a él; a nadie le importaba el por qué de mi llegada a París.
- La última noche que estuve en mi hogar, escuché accidentalmente como mi padre hablaba con otro hombre para concertar mi matrimonio con su hijo. Esa misma noche escapé de Escocia y no paré hasta llegar aquí, esperando que con la multitud perdiesen mi rastro en caso de estar buscándome.- dije de darle más vueltas. Vaya, había conseguido resumir mucho la historia.- Y como no me pienso casar con alguien a quien no ame, pues aquí me tienes. Si vuelvo será porque me han encontrado y me llevan a la fuerza. Eso si nos los deshonro antes y me dejan tranquila.
Miré los ojos del cazador, que no me interrumpió en ningún momento, mientras nuestros rostros estaban demasiado cerca sabiendo lo que era. Supongo que la historia de un matrimonio concertado no era nada nuevo, pero al fin y al cabo era lo que me había preguntado.
Sonreí cuando contestó a la pregunta que yo le había hecho minutos antes, asegurando que estaba sin trabajo. Si supiera que estaba de conversación con "su trabajo".
Escuché unas voces que me llamaban desde el otro extremo de la barra, y me disculpé para atenderles. Sabía que servir copas era mi trabajo, pero en ese momento en el que estaba entretenida con el cazador me repateaba atenderles.
No tardé mucho en dejar a todos servidos y atender un par de comandas de las mesoneras que atendían las mesas, cuando al atender al último cliente, éste me zafó de la muñeca mientras tiraba de ella y su asquerosa cara se acercaba a mí.
- ¿Por qué no me atiendes a mí de la misma forma que a tu amigo?.- escupió cerca de mi oído mientras miraba hacia Gael, y yo hacia lo mismo.
Observé como el cazador nos miraba, y lo peor era que no sabía como respondería él. No quería pasar por el desastre de la última noche con Nathan y el otro cazador, así que debía solucionar aquello con rapidez.
- Por supuesto.- contesté con voz melosa mientras posaba la mano tras la nuca de aquel desgraciado y acercaba mis labios a su oído.- ¿Así está mejor?
No llegué a escuchar su contestación, pues cogiendo con fuerza su nuca estampé su cabeza contra la barra, dejándolo inconsciente junto a su bebida. Liberó mi mano, y con ésta le di un par de cachetes en la mejilla antes de mirar al resto de clientes.
- ¿Alguno quiere algo más?- pregunté con cierto deje de mala leche en la voz. Sonreí al ver como los demás negaban con la cabeza mientras volvían su vista hacia sus bebidas.
Con una sonrisa triunfal, y con la paz que me dejaba haberme desahogado, volví hasta Gael, que me miraba un tanto impresionado.
- No me gusta que me toquen sin mi permiso.- contesté con un picara sonrisa, mientras clavaba mis ojos en él y mis pensamientos me decían que todo dependía de quien me tocase.- ¿Por dónde íbamos?
- La última noche que estuve en mi hogar, escuché accidentalmente como mi padre hablaba con otro hombre para concertar mi matrimonio con su hijo. Esa misma noche escapé de Escocia y no paré hasta llegar aquí, esperando que con la multitud perdiesen mi rastro en caso de estar buscándome.- dije de darle más vueltas. Vaya, había conseguido resumir mucho la historia.- Y como no me pienso casar con alguien a quien no ame, pues aquí me tienes. Si vuelvo será porque me han encontrado y me llevan a la fuerza. Eso si nos los deshonro antes y me dejan tranquila.
Miré los ojos del cazador, que no me interrumpió en ningún momento, mientras nuestros rostros estaban demasiado cerca sabiendo lo que era. Supongo que la historia de un matrimonio concertado no era nada nuevo, pero al fin y al cabo era lo que me había preguntado.
Sonreí cuando contestó a la pregunta que yo le había hecho minutos antes, asegurando que estaba sin trabajo. Si supiera que estaba de conversación con "su trabajo".
Escuché unas voces que me llamaban desde el otro extremo de la barra, y me disculpé para atenderles. Sabía que servir copas era mi trabajo, pero en ese momento en el que estaba entretenida con el cazador me repateaba atenderles.
No tardé mucho en dejar a todos servidos y atender un par de comandas de las mesoneras que atendían las mesas, cuando al atender al último cliente, éste me zafó de la muñeca mientras tiraba de ella y su asquerosa cara se acercaba a mí.
- ¿Por qué no me atiendes a mí de la misma forma que a tu amigo?.- escupió cerca de mi oído mientras miraba hacia Gael, y yo hacia lo mismo.
Observé como el cazador nos miraba, y lo peor era que no sabía como respondería él. No quería pasar por el desastre de la última noche con Nathan y el otro cazador, así que debía solucionar aquello con rapidez.
- Por supuesto.- contesté con voz melosa mientras posaba la mano tras la nuca de aquel desgraciado y acercaba mis labios a su oído.- ¿Así está mejor?
No llegué a escuchar su contestación, pues cogiendo con fuerza su nuca estampé su cabeza contra la barra, dejándolo inconsciente junto a su bebida. Liberó mi mano, y con ésta le di un par de cachetes en la mejilla antes de mirar al resto de clientes.
- ¿Alguno quiere algo más?- pregunté con cierto deje de mala leche en la voz. Sonreí al ver como los demás negaban con la cabeza mientras volvían su vista hacia sus bebidas.
Con una sonrisa triunfal, y con la paz que me dejaba haberme desahogado, volví hasta Gael, que me miraba un tanto impresionado.
- No me gusta que me toquen sin mi permiso.- contesté con un picara sonrisa, mientras clavaba mis ojos en él y mis pensamientos me decían que todo dependía de quien me tocase.- ¿Por dónde íbamos?
Nimue Dow- Licántropo Clase Alta
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Localización : Paris
Re: La maldición de los cazadores (Gael)
Nimue no se lo pensó dos veces y me contó su historia, el porqué se había marchado de su tierra natal y la razón por la cual ahora se encontraba en París. Nada más y nada menos que un matrimonio concertado. Hice una mueca y saboreé el líquido que acababa de poner en mi boca, dejando que bajase hasta mi estómago mientras pensaba que decir a cerca de su historia. Los matrimonios concertados eran un asco, se solían dar en las clases altas, así que seguro que ella era una chica de alta clase. Si sus padres la viesen trabajando en un antro así, se les caería la cara de la vergüenza.
Su comentario sobre que solo se pensaba casar con alguien a quién amase me hizo sonreír y soltar una leve carcajada. Alcé una ceja sin dejar ni un segundo de mirarla. ― ¿Y si el hombre con el que te prometieron tus padres hubiese sido el amor de tu vida? Quizás te hubieras enamorado de él nada más verlo… O con el paso del tiempo, como suele suceder en estos casos. ― Volví a dar otro sorbo del vaso y decidí quitar la mirada de sus ojos oscuros, ahora era el momento de que pensase en mis palabras. No conocía a mucha gente de clase alta que se hubiese escapado al destino impuesto de sus padres, a la mayoría le ocurría lo que yo había dicho en mi anterior frase, se acababan enamorando entre ellos con el tiempo. El roce hace el cariño al fin y al cabo.
Ella se marchó llamada por los otros hombres que querían alcohol en su vaso. Aproveché para mirar a mí alrededor y cogí el colgante de Mordekai, me gustaba verlo, Naitiri había hecho un buen trabajo metiéndolo ahí dentro. Seguro que ahora era un botón ente feliz. Noté como unos pares de ojos se posaban en mí y alcé la vista, viendo como Nimue estaba siendo sujetada por la muñeca por un caballero. Sujeté el vaso con firmeza, dispuesto a lanzárselo a la cabeza si le hacía algo a la camarera, pero esta, superó mis expectativas y le propinó un golpe que lo dejó inconsciente sobre la barra. Mordí mi labio para no soltar una carcajada, había sido divertido, aunque seguro que al jefe de ella no le agradaba lo que acababa de hacer. Una chica de armas tomar. Volvió a ponerse enfrente de mí con una sonrisa triunfal y pícara a la vez. Sonreí de lado y me terminé de nuevo el vaso. ―¿Quién te ha enseñado a pelear? Y no me digas que eres autosuficiente, por favor. ― Le pasé el vaso para que volviera a rellenármelo.
Su comentario sobre que solo se pensaba casar con alguien a quién amase me hizo sonreír y soltar una leve carcajada. Alcé una ceja sin dejar ni un segundo de mirarla. ― ¿Y si el hombre con el que te prometieron tus padres hubiese sido el amor de tu vida? Quizás te hubieras enamorado de él nada más verlo… O con el paso del tiempo, como suele suceder en estos casos. ― Volví a dar otro sorbo del vaso y decidí quitar la mirada de sus ojos oscuros, ahora era el momento de que pensase en mis palabras. No conocía a mucha gente de clase alta que se hubiese escapado al destino impuesto de sus padres, a la mayoría le ocurría lo que yo había dicho en mi anterior frase, se acababan enamorando entre ellos con el tiempo. El roce hace el cariño al fin y al cabo.
Ella se marchó llamada por los otros hombres que querían alcohol en su vaso. Aproveché para mirar a mí alrededor y cogí el colgante de Mordekai, me gustaba verlo, Naitiri había hecho un buen trabajo metiéndolo ahí dentro. Seguro que ahora era un botón ente feliz. Noté como unos pares de ojos se posaban en mí y alcé la vista, viendo como Nimue estaba siendo sujetada por la muñeca por un caballero. Sujeté el vaso con firmeza, dispuesto a lanzárselo a la cabeza si le hacía algo a la camarera, pero esta, superó mis expectativas y le propinó un golpe que lo dejó inconsciente sobre la barra. Mordí mi labio para no soltar una carcajada, había sido divertido, aunque seguro que al jefe de ella no le agradaba lo que acababa de hacer. Una chica de armas tomar. Volvió a ponerse enfrente de mí con una sonrisa triunfal y pícara a la vez. Sonreí de lado y me terminé de nuevo el vaso. ―¿Quién te ha enseñado a pelear? Y no me digas que eres autosuficiente, por favor. ― Le pasé el vaso para que volviera a rellenármelo.
Gael Lutz- Cazador Clase Media
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Edad : 32
Localización : Detrás de ti
Re: La maldición de los cazadores (Gael)
Miré a Gael sin saber porque me daba la impresión no entendía la razón de mi huída. Quizás porque él no tenía que pasar por algo similar, o porque simplemente le daba igual. Al fin y al cabo los hombres siempre acababan teniendo amantes ocultas mientras eramos las mujeres las que teníamos que cargar con la casa y los niños.
- Porque si me hubiese quedado, no hubiese podido elegir. Quizás ese hombre hubiese sido el amor de mi vida, o la peor pesadilla. Pero lo que no hubiese sido, es el hombre elegido por mí.- sentencié. Sabía que no lo entendería, como mi familia tampoco lo había hecho.
Continue lavando los vasos que me habían traído mis compañeras, al tiempo que trataba de mantener una conversación con él. Al menos era un hombre educado, cosa extraña comparado con el resto de energúmenos con lo que lidiaba cada noche en aquel local.
Sonreí cuando su pregunta me llevó a recordar los bosques de Escocia; cuando mi hermano Errol se desquiciaba porque no hacía caso cuando intentaba enseñarme las artes de la guerra; cuando acababa mordiéndole y corriendo hasta que me alcanzaba buscando venganza. Al final, sus clases dieron provecho, y me había convertido en una de las mejores guerreras de mi manada.
- Me enseñó mi hermano mayor. No quería que su hermanita corriese peligro ante los hombres desventurados que intentasen propasarse con ella.- contesté mientras sonreía con picardía.- En la pelea cuerpo a cuerpo soy invencible.
Y con el arco, y con la espada..pero si le decía eso lo asustaría y estaba disfrutando de una amena velada. Me acercó su vaso vacío, que yo cambié por uno nuevo con cubitos recién puestos y una cantidad prudente de licor.
- No es que me importe, pero si sigues bebiendo a ese ritmo tendré que llevarte a rastras a tu casa, y como no sé donde vives, no tendré más opción que llevarte a mi hostal para que pases la noche, no sé si le quedarán habitaciones libres, y la mía solo es para uno.- le guiñé el ojo antes de alejarme unos metros para colocar los vasos ya limpios en su mueble correspondiente.
- Porque si me hubiese quedado, no hubiese podido elegir. Quizás ese hombre hubiese sido el amor de mi vida, o la peor pesadilla. Pero lo que no hubiese sido, es el hombre elegido por mí.- sentencié. Sabía que no lo entendería, como mi familia tampoco lo había hecho.
Continue lavando los vasos que me habían traído mis compañeras, al tiempo que trataba de mantener una conversación con él. Al menos era un hombre educado, cosa extraña comparado con el resto de energúmenos con lo que lidiaba cada noche en aquel local.
Sonreí cuando su pregunta me llevó a recordar los bosques de Escocia; cuando mi hermano Errol se desquiciaba porque no hacía caso cuando intentaba enseñarme las artes de la guerra; cuando acababa mordiéndole y corriendo hasta que me alcanzaba buscando venganza. Al final, sus clases dieron provecho, y me había convertido en una de las mejores guerreras de mi manada.
- Me enseñó mi hermano mayor. No quería que su hermanita corriese peligro ante los hombres desventurados que intentasen propasarse con ella.- contesté mientras sonreía con picardía.- En la pelea cuerpo a cuerpo soy invencible.
Y con el arco, y con la espada..pero si le decía eso lo asustaría y estaba disfrutando de una amena velada. Me acercó su vaso vacío, que yo cambié por uno nuevo con cubitos recién puestos y una cantidad prudente de licor.
- No es que me importe, pero si sigues bebiendo a ese ritmo tendré que llevarte a rastras a tu casa, y como no sé donde vives, no tendré más opción que llevarte a mi hostal para que pases la noche, no sé si le quedarán habitaciones libres, y la mía solo es para uno.- le guiñé el ojo antes de alejarme unos metros para colocar los vasos ya limpios en su mueble correspondiente.
Nimue Dow- Licántropo Clase Alta
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Re: La maldición de los cazadores (Gael)
Las palabras con las que me acababa de rebatir las mías propias me dejaron callado, pensando en qué podía responder, pero desistí, no quería empezar una pelea con una simple camarera de clase alta por lo que creyese del amor o de lo que le hubiese sentenciado sus padres. No debía de meterme en esos asuntos, yo mismo desconocía lo que era un amor así, yo siempre había tenido elección, aunque hubieran sido malas, habían sido mis elecciones.
Rodé los ojos sin poder dejar de sonreír, era una mujer engreída, pero tenía cierta gracia. Sin duda quizás con entrenamiento duro pudiera llegar a ser una buena cazadora si encontraba al maestro adecuado. ―Eso habría que verlo señorita, nadie es invencible. A todos nos llega nuestra hora tarde o temprano.― Sabía que había exagerado con lo de que era invencible, pero me gustaba dejar las cosas claras, por si acaso. Igual era engreída de verdad, cosa que no me extrañaría, todos los de clase alta lo solían ser.
Esperé a que volviera a llenar de nuevo mi vaso y decidí que ese iba a ser el último. No quería dormir con esta desconocida y crearme más problemas de los que ya tenía, así que con este daría por concluida mi noche de escarceos, lejos de Jane y de todo lo demás. Di un sorbo y saqué una pequeña bolsa negra. ―¿Cuánto te debo por los whiskys? Te pago ahora por si luego se me olvida.― No era la primera vez que me iba de un sitio sin pagar, incluso lo solía hacer a menudo, era algo divertido... Si no te pillaban. Eché unos cuantos francos en mi mano y los dejé sobre la mesa esperando a que me dijera el precio y saber si con eso era suficiente o tenía que sacar más de la pequeña bolsa.
Rodé los ojos sin poder dejar de sonreír, era una mujer engreída, pero tenía cierta gracia. Sin duda quizás con entrenamiento duro pudiera llegar a ser una buena cazadora si encontraba al maestro adecuado. ―Eso habría que verlo señorita, nadie es invencible. A todos nos llega nuestra hora tarde o temprano.― Sabía que había exagerado con lo de que era invencible, pero me gustaba dejar las cosas claras, por si acaso. Igual era engreída de verdad, cosa que no me extrañaría, todos los de clase alta lo solían ser.
Esperé a que volviera a llenar de nuevo mi vaso y decidí que ese iba a ser el último. No quería dormir con esta desconocida y crearme más problemas de los que ya tenía, así que con este daría por concluida mi noche de escarceos, lejos de Jane y de todo lo demás. Di un sorbo y saqué una pequeña bolsa negra. ―¿Cuánto te debo por los whiskys? Te pago ahora por si luego se me olvida.― No era la primera vez que me iba de un sitio sin pagar, incluso lo solía hacer a menudo, era algo divertido... Si no te pillaban. Eché unos cuantos francos en mi mano y los dejé sobre la mesa esperando a que me dijera el precio y saber si con eso era suficiente o tenía que sacar más de la pequeña bolsa.
Gael Lutz- Cazador Clase Media
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Re: La maldición de los cazadores (Gael)
Sonreí ante lo que me pareció una bravuconada del cazador. ¿En serio se pensaba que podría si quiera vencerme? Había tumbado a hombres dos veces él, con un solo golpe. Solo había que ver al pobre infeliz que seguía inconsciente sobre la barra por tocarme las narices.
Igual aquel cazador se pensaba que yo era una pobre niña rica que no sabía lo que quería, que por una pataleta había huido de mi casa, y que por eso estaba trabajando en aquella mugrosa taberna, pero de cortesana no tenía un pelo, y era la sangre de una loba con mal carácter lo que corría por mis venas.
Depositando sobre la barra unos francos, despejó mis dudas sobre sus intenciones conmigo. Bien, ambos estábamos de acuerdo en que lo mejor era no meternos en líos, o quizás no ese tipo de líos. Me mordí el labio y sonreí con picardía.
- ¿Y si hacemos un trato?.- susurré mientras me apoyaba en la barra acercándome a él devolviéndole las monedas que pagarían su consumición.- Si yo le gano en una pelea, vos volvéis mañana por la noche y me invitáis a una copa cuando termine mi turno. En el caso de que ganéis vos, yo te invito hoy a lo que has bebido. A no ser...que te de miedo enfrentarte a mí...
Extendí la mano en busca de una aprobación. Lo cierto era que la adrenalina corría por mis venas y necesitaba soltarla con alguien; y sabiendo que aquel hombre no me haría daño, no vi mejor opción. Además, me parecía distinto de los demás cazadores que iban fanfarroneando de sus hazañas. Una copa no le haría daño a nadie, y me daría la oportunidad de conocerle mejor. Porque por supuesto, si aceptaba, ganaría ese duelo.
Igual aquel cazador se pensaba que yo era una pobre niña rica que no sabía lo que quería, que por una pataleta había huido de mi casa, y que por eso estaba trabajando en aquella mugrosa taberna, pero de cortesana no tenía un pelo, y era la sangre de una loba con mal carácter lo que corría por mis venas.
Depositando sobre la barra unos francos, despejó mis dudas sobre sus intenciones conmigo. Bien, ambos estábamos de acuerdo en que lo mejor era no meternos en líos, o quizás no ese tipo de líos. Me mordí el labio y sonreí con picardía.
- ¿Y si hacemos un trato?.- susurré mientras me apoyaba en la barra acercándome a él devolviéndole las monedas que pagarían su consumición.- Si yo le gano en una pelea, vos volvéis mañana por la noche y me invitáis a una copa cuando termine mi turno. En el caso de que ganéis vos, yo te invito hoy a lo que has bebido. A no ser...que te de miedo enfrentarte a mí...
Extendí la mano en busca de una aprobación. Lo cierto era que la adrenalina corría por mis venas y necesitaba soltarla con alguien; y sabiendo que aquel hombre no me haría daño, no vi mejor opción. Además, me parecía distinto de los demás cazadores que iban fanfarroneando de sus hazañas. Una copa no le haría daño a nadie, y me daría la oportunidad de conocerle mejor. Porque por supuesto, si aceptaba, ganaría ese duelo.
Nimue Dow- Licántropo Clase Alta
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Re: La maldición de los cazadores (Gael)
El alcohol comenzaba a hacer estragos en mi cuerpo, hacía días que no ingería una gota de alcohol, había estado bastante ocupado últimamente y eso provocaba ahora mismo que comenzase a dolerme la cabeza. Cada día aguantaba menos... Suspiré y esperé a ver si Nimue aceptaba las malditas monedas, me ponía de muy mal humor cuando me dolía la cabeza, prefería mil veces que me doliera otra cosa que la cabeza, incluso prefería que Moira me rompiese de nuevo una costilla.
Alcé mi vista de los francos que tenía en la mesa cuando se acercó a mí, dejando tan solo el espacio que nos separaba por la barra del bar. Fruncí el ceño. ¿Ahora quería un trato? Escuché con atención lo que quería y solté una pequeña risa. ¿Iba enserio? Esta mujer estaba loca, quizás su historia había sido todo mentira y se había escapado o la habían repudiado por estar como una auténtica cabra. Negué con la cabeza y me aparté de ella, haciendo que el aire volviese a correr por encima de la barra. ―No voy a pelearme contigo Nimue. Ni quiero, ni me apetece, ni es correcto. Si quieres tener una excusa para volver a verme, inventate algo mejor que eso.― Me terminé el vaso y acerqué aún más las monedas a ella, dejándolas casi en el extremo de su lado de la barra. ―No soy pobre, puedo pagar estas copas, si no, no hubiera venido.― Pasé mi mano por el pelo y esperé a que aceptase las putas monedas, no se lo iba a repetir una vez más.
¿Una pelea con un cazador? Estaba loca, aunque ella no sabía que era un cazador, pero mi complexión atlética se podía entrever a través de mi ropa. Yo no era un borracho como el que acababa de dejar inconsciente sobre la barra, era joven, fuerte y además tenía a Mordekai conmigo, lo que ella quería era un suicidio... Y pasaba de problemas con su hermano el sobreprotector, ya tenía suficiente con los míos propios como para meterme en más líos.
Alcé mi vista de los francos que tenía en la mesa cuando se acercó a mí, dejando tan solo el espacio que nos separaba por la barra del bar. Fruncí el ceño. ¿Ahora quería un trato? Escuché con atención lo que quería y solté una pequeña risa. ¿Iba enserio? Esta mujer estaba loca, quizás su historia había sido todo mentira y se había escapado o la habían repudiado por estar como una auténtica cabra. Negué con la cabeza y me aparté de ella, haciendo que el aire volviese a correr por encima de la barra. ―No voy a pelearme contigo Nimue. Ni quiero, ni me apetece, ni es correcto. Si quieres tener una excusa para volver a verme, inventate algo mejor que eso.― Me terminé el vaso y acerqué aún más las monedas a ella, dejándolas casi en el extremo de su lado de la barra. ―No soy pobre, puedo pagar estas copas, si no, no hubiera venido.― Pasé mi mano por el pelo y esperé a que aceptase las putas monedas, no se lo iba a repetir una vez más.
¿Una pelea con un cazador? Estaba loca, aunque ella no sabía que era un cazador, pero mi complexión atlética se podía entrever a través de mi ropa. Yo no era un borracho como el que acababa de dejar inconsciente sobre la barra, era joven, fuerte y además tenía a Mordekai conmigo, lo que ella quería era un suicidio... Y pasaba de problemas con su hermano el sobreprotector, ya tenía suficiente con los míos propios como para meterme en más líos.
Gael Lutz- Cazador Clase Media
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Re: La maldición de los cazadores (Gael)
Enarqué una ceja ante la forma tan despectiva en que rechazaba mi oferta, pero ¿quién narices se pensaba que era? ¿El todopoderoso Thor.? Y encima me acusaba de buscar otra excusa para verle de nuevo si es que eso era lo que quería. ¿Se podía ser más engreído?
Suspiré varias veces y conté hasta diez para no darle una ostia con toda la mano abierta ayudándole así a despejar su cabeza de tonterías e ideales machistas. ¿Es que acaso se creía rival para mí?
No lo pude evitar, mi orgullo de loba se hacía patente con cada respiración y mirándole con cara de pocos amigos cogí las monedas que pagaban su consumición y le devolví el resto arrástrandolas la poca distancia que nos separaba.
- Me parece bien que seas un cobarde, o que sea cierto que no te apetece que una mujer te dé una paliza, pero que me acuses de que mi propuesta sea una excusa para volver a verte...- reí con sarcasmo mientras clavaba mis ojos en los suyos, retándole, buscando que saltase frente a mí.- .. creo que te lo tienes un poco creído, ¿no?
Me giré para depositar su dinero en la caja y me quedé apoyada al lado de ésta. Tratando de calmar mi ánimo y mis ganas de enseñarle a aquel cazador que no me duraría ni un asalto. Vamos, aquí Hércules en persona que no me creía digna para enfrentarse conmigo en una pelea. Ofuscada y cabreada como yo sola, me quité el mandil y tras decirle a mi jefe que salía unos minutos, de un salto salí de la barrar y atravesé la puerta de la taberna para tomar el aire. Como odiaba a los hombres...el mejor..colgado de un pino.
Suspiré varias veces y conté hasta diez para no darle una ostia con toda la mano abierta ayudándole así a despejar su cabeza de tonterías e ideales machistas. ¿Es que acaso se creía rival para mí?
No lo pude evitar, mi orgullo de loba se hacía patente con cada respiración y mirándole con cara de pocos amigos cogí las monedas que pagaban su consumición y le devolví el resto arrástrandolas la poca distancia que nos separaba.
- Me parece bien que seas un cobarde, o que sea cierto que no te apetece que una mujer te dé una paliza, pero que me acuses de que mi propuesta sea una excusa para volver a verte...- reí con sarcasmo mientras clavaba mis ojos en los suyos, retándole, buscando que saltase frente a mí.- .. creo que te lo tienes un poco creído, ¿no?
Me giré para depositar su dinero en la caja y me quedé apoyada al lado de ésta. Tratando de calmar mi ánimo y mis ganas de enseñarle a aquel cazador que no me duraría ni un asalto. Vamos, aquí Hércules en persona que no me creía digna para enfrentarse conmigo en una pelea. Ofuscada y cabreada como yo sola, me quité el mandil y tras decirle a mi jefe que salía unos minutos, de un salto salí de la barrar y atravesé la puerta de la taberna para tomar el aire. Como odiaba a los hombres...el mejor..colgado de un pino.
Nimue Dow- Licántropo Clase Alta
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Re: La maldición de los cazadores (Gael)
Su expresión cambió por completo al escuchar mis palabras. Su ceja se alzó, como si no pudiera creerse lo que estaba oyendo, para después, dejar escapar un par de suspiros. ¿Qué hacía? ¿Pensar en lo que le había dicho? ¿Contenerse para no golpearme? Tenía toda la razón, se había inventado esa patética excusa para poder volver a estar en mi compañía, si no, no lo hubiera dicho, era más fácil decir que quería volver a verme, sin dramas ni golpes de por medio. Pero parecía que eso no iba con ella, después de haber sido testigo del golpe que le había propinado al borracho de la barra, el cual seguía dormido sobre la misma.
Comenzó entonces a atacarme llamándome cobarde, diciendo que era un creído. Negué con la cabeza mientras comenzaba a reírme. ―Claro que es una excusa. Si no lo fuese... Me dirías directamente que venga aquí mañana, sin tener que pelear, sin nada. ¿Quieres que venga? Tan solo dilo. No hagas tanto drama. No necesitas pelear para hacer esto.― Cogí las monedas que sobraban y las metí en la bolsita de las que las había sacado con anterioridad.
Iba a continuar hablando con ella, pero se quitó el mantil, saltó la barra y salió hacía fuera. ¿Ahora que le pasaba? ¿Estaba herida en el orgullo porque no quería admitir que se había inventado lo de la pelea como una excusa para que viniese mañana? o quizás... ¿Quería tocarme? Fruncí el ceño, no me refería claramente a nada sexual, pero quizás, quería tocar mis brazos, el abdomen... Esas cosas que a las chicas les gustaban. Salí tras ella y la encontré nada más cruzar la puerta. La miré unos segundos. ―Me voy a ir ya. Si quieres que nos veamos de nuevo mañana dímelo. Si no, hasta otra.― Esperé a ver si tenía algo que añadir para poder marcharme a mi casa.
Comenzó entonces a atacarme llamándome cobarde, diciendo que era un creído. Negué con la cabeza mientras comenzaba a reírme. ―Claro que es una excusa. Si no lo fuese... Me dirías directamente que venga aquí mañana, sin tener que pelear, sin nada. ¿Quieres que venga? Tan solo dilo. No hagas tanto drama. No necesitas pelear para hacer esto.― Cogí las monedas que sobraban y las metí en la bolsita de las que las había sacado con anterioridad.
Iba a continuar hablando con ella, pero se quitó el mantil, saltó la barra y salió hacía fuera. ¿Ahora que le pasaba? ¿Estaba herida en el orgullo porque no quería admitir que se había inventado lo de la pelea como una excusa para que viniese mañana? o quizás... ¿Quería tocarme? Fruncí el ceño, no me refería claramente a nada sexual, pero quizás, quería tocar mis brazos, el abdomen... Esas cosas que a las chicas les gustaban. Salí tras ella y la encontré nada más cruzar la puerta. La miré unos segundos. ―Me voy a ir ya. Si quieres que nos veamos de nuevo mañana dímelo. Si no, hasta otra.― Esperé a ver si tenía algo que añadir para poder marcharme a mi casa.
Gael Lutz- Cazador Clase Media
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Re: La maldición de los cazadores (Gael)
Crucé la calle, llegando hasta la fachada del edificio de enfrente tratando de calmarme antes de acabar estampando contra el suelo la cabeza de aquel cazador fantasma que debía de pensarse que todas las mujeres besaban el suelo por donde pasaba. Las estupideces de tanto hombre ebrio últimamente me ponía de muy mala leche, aunque tenía claro que las de éste se habían llevado la palma. Quizás debería buscarme otro trabajo en el no me hiciese falta tener una paciencia de la que no disponía.
Que no montase un drama; que si quería verlo se lo pidiese..¿y por qué cuernos iba a querer yo que volviese al día siguiente? Mi trabajo sería el mismo estuviese él o no. Gruñí segundos antes de que Gael saliese por la puerta de la taberna, con el firme propósito de marcharse.
Pero por si no me había ya tocado las narices bastante con su locuacidad egolatra, volvió a sacar el tema esperando encima que le pidiese volver. ¿En serio? ¿Qué lo hubiese dejado plantado dentro no le daba pistas de que se estaba equivocando conmigo? Además, ¿qué clase de pelea se pensaba que quería? ¿A puñetazos? Había practicado con mi hermano millones de veces con las katanas y jamás nos habíamos lastimado. O mi forma de ver las cosas era muy diferente, o algo en la mente de aquel cazador no funcionaba bien.
- La taberna no goza del derecho de admisión, así que puedes volver cuando te plazca.- dije tratando de parecer condescendiente. Encima me hablaba con chulería; pero ¿quien le había enseñado modales a ese hombre de cromagnon?
Desde luego que nadie, porque si alguien me hubiese hablado de esa forma de donde yo venía ahora mismo mi mano estaría marcada en su cara del tortazo que le habría pegado. Pero era París, una ciudad distinta, donde al parecer el ego de los cazadores estaba muy por encima del nivel normal del resto de Europa.
Que no montase un drama; que si quería verlo se lo pidiese..¿y por qué cuernos iba a querer yo que volviese al día siguiente? Mi trabajo sería el mismo estuviese él o no. Gruñí segundos antes de que Gael saliese por la puerta de la taberna, con el firme propósito de marcharse.
Pero por si no me había ya tocado las narices bastante con su locuacidad egolatra, volvió a sacar el tema esperando encima que le pidiese volver. ¿En serio? ¿Qué lo hubiese dejado plantado dentro no le daba pistas de que se estaba equivocando conmigo? Además, ¿qué clase de pelea se pensaba que quería? ¿A puñetazos? Había practicado con mi hermano millones de veces con las katanas y jamás nos habíamos lastimado. O mi forma de ver las cosas era muy diferente, o algo en la mente de aquel cazador no funcionaba bien.
- La taberna no goza del derecho de admisión, así que puedes volver cuando te plazca.- dije tratando de parecer condescendiente. Encima me hablaba con chulería; pero ¿quien le había enseñado modales a ese hombre de cromagnon?
Desde luego que nadie, porque si alguien me hubiese hablado de esa forma de donde yo venía ahora mismo mi mano estaría marcada en su cara del tortazo que le habría pegado. Pero era París, una ciudad distinta, donde al parecer el ego de los cazadores estaba muy por encima del nivel normal del resto de Europa.
Nimue Dow- Licántropo Clase Alta
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Re: La maldición de los cazadores (Gael)
Al parecer, que le dijesen verdades le molestaba, quizás por eso había huido de su ciudad natal y estaba tratando de huir de su familia escondiéndose entre tabernas de mala muerte, pero si lo que quería era pasar desapercibida por su familia para no tener que volver a su casa y casarse con un hombre desconocido al cual no amaba y al que ni siquiera le daba la oportunidad de hacerlo, dejando inconsciente a sus clientes, no era una buena forma para pasar desapercibida y mucho menos era tratar de hacer una "apuesta" con alguien como yo, que la podría dejar en el suelo de un momento a otro. Más le valía tener cuidado, nunca sabes con quién vas a encontrarte en estos lugares y las apariencias engañan... Suspiré mientras crucé la calle para poder decirle lo que quería decirle.
La respuesta de Nimue no se hizo esperar. Apreté la mandíbula y suspiré, esto había empezado bien, pero ella la estaba cagando cada vez que abría la boca. Hubiera preferido ser el chico del bar al que había dejado inconsciente. La miré por última vez, esperando que viese que había sido ella quién había empezado todo esto, al hacer aquella apuesta. Pero era cabezota, así que seguramente no lo viese y me dejase a mí como el chulo creído de esta noche. ―Bueno, pues me marcho. Estoy cansado.― Chasqueé la lengua y comencé a caminar en dirección a mi casa, ya era tarde, aunque no tan tarde como había pensado llegar... Gato sin duda me lo agradecería, así tendría caricias extras. Y en lo referente a volver a esta taberna... Si estaba Nimue no iba a volver en mucho tiempo, dejaba mucho que desear como camarera y mujer.
La respuesta de Nimue no se hizo esperar. Apreté la mandíbula y suspiré, esto había empezado bien, pero ella la estaba cagando cada vez que abría la boca. Hubiera preferido ser el chico del bar al que había dejado inconsciente. La miré por última vez, esperando que viese que había sido ella quién había empezado todo esto, al hacer aquella apuesta. Pero era cabezota, así que seguramente no lo viese y me dejase a mí como el chulo creído de esta noche. ―Bueno, pues me marcho. Estoy cansado.― Chasqueé la lengua y comencé a caminar en dirección a mi casa, ya era tarde, aunque no tan tarde como había pensado llegar... Gato sin duda me lo agradecería, así tendría caricias extras. Y en lo referente a volver a esta taberna... Si estaba Nimue no iba a volver en mucho tiempo, dejaba mucho que desear como camarera y mujer.
Gael Lutz- Cazador Clase Media
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