AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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[Libre] En medio de la helada.
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[Libre] En medio de la helada.
Una noche gélida como otra cualquiera, como era habitual, Aurora se encontraba sentada en una de las aceras del mercado en donde solía mendigar. Ahora su vida era totalmente diferente. No sólo tenía que alimentarse ella misma, como hasta entonces, sino que de sus cuidados dependían dos criaturitas recién nacidas. No podía permitirse ningún desliz con su cuerpo, ya que cualquiera que tuviese podría terminar en tragedia para los tres.
La joven miraba al frente, viendo cómo la gente pasaba a su alrededor sin inmutarse. Era una escena que ya le resultaba normal, pero que nunca llegaría a comprender. ¿Cómo era posible que esas personas no quisiesen dedicar ni un solo segundo a la gente de la calle? No pedía comida o dinero, ya que no todo el mundo se lo podía permitir, pero dudaba que no hubiese nadie dispuesto a dar un poco de conversación… Eso sí que lo necesitaba, el no sentir que estaba sola ante todas las situaciones que se le presentasen. La salud física era importante, pero la mental muchas veces lo era más.
Con parte del harapo que tenía como vestido, cubrió a sus bebés. Estaban en calma, durmiendo, pero tenían frío. Temblaban sin parar, y temía que pudiesen caer enfermos. Al ver que no podía paliar la desagradable sensación de sus pequeños, no pudo evitar quitarse su ropa para taparlos por completo y así protegerlos de la helada que comenzaba a acechar. Esperaba que ese gesto no fuese malinterpretado por ningún hombre. Se había quedado en lencería, y conociendo a los varones que solían hacer paseos nocturnos por ese lugar, era muy probable que la confundiesen con una prostituta indefensa. Si se llegaba a dar el caso, no estaba segura de si podría salir intacta de ese tipo de situación, pero sí tenía claro que no dejaría que se aprovechasen de ella nunca más.
Para su desgracia, de repente dos desconocidos se cruzaron en su camino. Dos a los que desearía no haberse encontrado. Éstos aparecieron de la nada, y con suma rapidez se acercaron a ella, con una actitud desafiante y dominante. Estaban vestidos de negro, y cada uno portaba un sombrero de plumas que le recordaba a su niñez en España, y una espada. ¿Qué era lo que querían de ella? Enseguida lo supo, ya que la carta de presentación de aquellos vándalos fue apuntar con la punta del arma a la cara de su hijo, para a continuación explicar su trato. -Si nos da al chico, puede irse ahora mismo.-
¿Estaban pidiendo a una madre entregar a su hijo a unos delincuentes, que aun encima iban armados? Tenían todas las de ganar, pero la muchacha no se iba a dar por vencida. Esta vez lucharía hasta el final. No paraba de estremecerse del miedo, pero a pesar de ello se levantó lo más rápido que pudo, y corrió sin rumbo con sus bebés en brazos, esperando encontrar un lugar en el que pasar desapercibida.
Después de una incesante carrera, llegó a un callejón sin salida. No sabía cómo continuar, estaba desesperada. Necesitaba ayuda y no había nadie a su alrededor que se la pudiese proporcionar. No podía hacer mucho más, sólo gritar, y rezar para que esa no fuese la última vez que veía a su niño. Con todas sus fuerzas apretó contra su pecho a sus bebés, ahora ya despiertos e inquietos por lo ocurrido, para acto seguido suplicar por sus vidas. -¡Ayuda! ¡Por favor, necesitamos ayuda! ¡Nos están persiguiendo, me quieren robar a mi pequeño!- Cayó de rodillas al suelo, y varias lágrimas comenzaron a brotar de entre sus ojos, resbalando por sus mejillas. No podía permitir que le arrebatasen a lo que más quería en este mundo, no podía.
Cuando ya menos lo esperaba, la suerte golpeó su vida. Un cuchillo arrojado de entre un tejado aniquiló a uno de los señores que iba tras el recién nacido. No pudo ver a la persona que había realizado tal ataque, pero enseguida apareció de entre las sombras un hombre encapuchado y enmascarado que llevaba consigo una extraña espada curva. Al momento supo que había sido él.
La joven intentó calmar a sus pequeños del susto, y en medio de esta acción elevó la cabeza, para agradecer al misterioso salvador su hazaña. Quería hablar, pero su voz no salía a causa del shock. Por ello, lo único que pudo hacer en ese momento fue dedicarle su más sincera sonrisa, cargada de lágrimas que esta vez, gracias a él, eran de amabilidad.
Aurora hasta entonces no tenía ni idea de el poder que albergaba uno de sus hijos en su interior, y los problemas que eso podría acarrearle tanto a ella misma como a su otro bebé. Ese fue el primer día en el que se dio cuenta de que en su nueva familia ocurría algo inusual que por ahora no lograba comprender.
La joven miraba al frente, viendo cómo la gente pasaba a su alrededor sin inmutarse. Era una escena que ya le resultaba normal, pero que nunca llegaría a comprender. ¿Cómo era posible que esas personas no quisiesen dedicar ni un solo segundo a la gente de la calle? No pedía comida o dinero, ya que no todo el mundo se lo podía permitir, pero dudaba que no hubiese nadie dispuesto a dar un poco de conversación… Eso sí que lo necesitaba, el no sentir que estaba sola ante todas las situaciones que se le presentasen. La salud física era importante, pero la mental muchas veces lo era más.
Con parte del harapo que tenía como vestido, cubrió a sus bebés. Estaban en calma, durmiendo, pero tenían frío. Temblaban sin parar, y temía que pudiesen caer enfermos. Al ver que no podía paliar la desagradable sensación de sus pequeños, no pudo evitar quitarse su ropa para taparlos por completo y así protegerlos de la helada que comenzaba a acechar. Esperaba que ese gesto no fuese malinterpretado por ningún hombre. Se había quedado en lencería, y conociendo a los varones que solían hacer paseos nocturnos por ese lugar, era muy probable que la confundiesen con una prostituta indefensa. Si se llegaba a dar el caso, no estaba segura de si podría salir intacta de ese tipo de situación, pero sí tenía claro que no dejaría que se aprovechasen de ella nunca más.
Para su desgracia, de repente dos desconocidos se cruzaron en su camino. Dos a los que desearía no haberse encontrado. Éstos aparecieron de la nada, y con suma rapidez se acercaron a ella, con una actitud desafiante y dominante. Estaban vestidos de negro, y cada uno portaba un sombrero de plumas que le recordaba a su niñez en España, y una espada. ¿Qué era lo que querían de ella? Enseguida lo supo, ya que la carta de presentación de aquellos vándalos fue apuntar con la punta del arma a la cara de su hijo, para a continuación explicar su trato. -Si nos da al chico, puede irse ahora mismo.-
¿Estaban pidiendo a una madre entregar a su hijo a unos delincuentes, que aun encima iban armados? Tenían todas las de ganar, pero la muchacha no se iba a dar por vencida. Esta vez lucharía hasta el final. No paraba de estremecerse del miedo, pero a pesar de ello se levantó lo más rápido que pudo, y corrió sin rumbo con sus bebés en brazos, esperando encontrar un lugar en el que pasar desapercibida.
Después de una incesante carrera, llegó a un callejón sin salida. No sabía cómo continuar, estaba desesperada. Necesitaba ayuda y no había nadie a su alrededor que se la pudiese proporcionar. No podía hacer mucho más, sólo gritar, y rezar para que esa no fuese la última vez que veía a su niño. Con todas sus fuerzas apretó contra su pecho a sus bebés, ahora ya despiertos e inquietos por lo ocurrido, para acto seguido suplicar por sus vidas. -¡Ayuda! ¡Por favor, necesitamos ayuda! ¡Nos están persiguiendo, me quieren robar a mi pequeño!- Cayó de rodillas al suelo, y varias lágrimas comenzaron a brotar de entre sus ojos, resbalando por sus mejillas. No podía permitir que le arrebatasen a lo que más quería en este mundo, no podía.
Cuando ya menos lo esperaba, la suerte golpeó su vida. Un cuchillo arrojado de entre un tejado aniquiló a uno de los señores que iba tras el recién nacido. No pudo ver a la persona que había realizado tal ataque, pero enseguida apareció de entre las sombras un hombre encapuchado y enmascarado que llevaba consigo una extraña espada curva. Al momento supo que había sido él.
La joven intentó calmar a sus pequeños del susto, y en medio de esta acción elevó la cabeza, para agradecer al misterioso salvador su hazaña. Quería hablar, pero su voz no salía a causa del shock. Por ello, lo único que pudo hacer en ese momento fue dedicarle su más sincera sonrisa, cargada de lágrimas que esta vez, gracias a él, eran de amabilidad.
Aurora hasta entonces no tenía ni idea de el poder que albergaba uno de sus hijos en su interior, y los problemas que eso podría acarrearle tanto a ella misma como a su otro bebé. Ese fue el primer día en el que se dio cuenta de que en su nueva familia ocurría algo inusual que por ahora no lograba comprender.
Aurora Rose- Humano Clase Baja
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Fecha de inscripción : 31/10/2017
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Re: [Libre] En medio de la helada.
La noche cubre todo de nuevo en la ciudad luz, y con las sombras de la noche, Sombra de las taifas aparece entre los tejados, como siempre ataviado con este viejo traje de origen árabe y con mi Katana a la espalda recorro los techos de esta ciudad llena de secretos y misterios en la cual la sombra de la corrupción se esparce como el olor de un cadáver, sabia perfectamente que era el tiempo de encontrar a alguien que me diera mas información, quizás una hoja de códigos, cartas incriminatorias o mas información como la que le saque al inquisidor que logre atrapar con la cazadora la otra noche, era mi deber encontrar lo antes posibles a los malditos inquisidores que me quitaron a mi familia y amenazan con hundir España en el caos, no no iba a permitirlo, he visto lo que han hecho, hambrear a la gente, cazar a mi pueblo, matar por tener otras creencias... no permitiré que siguán en el poder un momento mas, no señor, debo encontrarlos y acabar con sus pretensiones antes de que todos paguemos por ellas, y con eso en mente me dirijo a la plaza del mercado, buscando a cualquier hombre o mujer que porte una capa negra con la cruz española, esta vez no dejare a nadie escapar... pero no es eso lo que llama primero mi atención mientras viajo entre tejados, lo primero es una joven pordiosera, tratando de cubrir a dos bebes entre sus brazos con su vestido, desponjandose de su única defensa contra el frio para darla a sus pequeños, eso es lo único que me interesa, y como la gente la ignora, pasando de ella como si no fuera mas que otro objeto en el mercado que no les interesa, cada vez creo menos en mi propia raza, pero son actos como los de esa madre los que me dan esperanza de que si la gente tiene una oportunidad puede ser menos monstruosa, mírenla, interesada solo en esos dos pequeños seres que ama de verdad sin interesarse nada por si misma.
Ni bien he terminado de esbozar una sonrisa cuando dos hombres entran en mi campo de visión vistiendo mantos negros y sombreros de plumas como los de mi natal España, y no hay duda del símbolo bordado en sus capas, es la cruz de España, una cruz de soldados de color negro en lugar del rojo tradicional, el símbolo de la Logia, ellos son mi blanco... un momento... ¿por que quieren al niño? me concentro y utilizo mi habilidad de ver las auras... es algo increíble!!! ese bebe tiene un poder mágico enorme para su cortísima edad, ¿lo quieren por eso? pues no en mi guardia, estaba por lanzar el viejo cuchillo que había quitado al inquisidor que mate hace unas noches, pero entonces ella corre, no puedo culparla. Me preparo y los sigo por los tejados, corriendo por la ciudad, ah nadie mas le interesa, nadie mas la ayudara, entonces ese grito, la veo tan indefensa, tan desvalida, necesitada de ayuda, "¡Ayuda! ¡Por favor, necesitamos ayuda! ¡Nos están persiguiendo, me quieren robar a mi pequeño!" eso era lo que gritaba, y eso me llego, yo había crecido sin madre, no permitiría que nadie mas lo hiciera, asi que justo cuando ellos se estaban acercando de mas, el cuchillo vuela y se incrusta en la espalda del primer inquisidor, cayendo de bruces al suelo, al mismo tiempo yo aterrizo en silencio en el suelo desde un tejado, desenvaino mi katana y camino hacia ellos con tranquilidad, la chica llora, pero no son lagrimas de miedo, eso puedo verlo, puedo ver su alegría de que por fin alguien la ha ayudado, por fin alguien se interesa, y no voy a decepcionarla o dejarla sola en esto, ella y los niños necesitan de mi ahora, y si puedo ayudarles, lo haré.
-¿Quién sois?- pregunta el condenado inquisidor mientras me mira empuñando una ropera española, una de las armas mas ligeras del mundo y muy común, adoptando una instintiva pose de esgrima, la cual no le servirá de mucho contra el Kendo japonés, es una forma completamente distinta de combate, pero eso el no lo sabe y yo no voy a decírselo -¡Descubrios el rostro!- dice lanzándose sobre mi con la punta por delante, pero es demasiado lento comparado con los Samurais contra los que me hizo luchar mi sensei, en dos movimientos desvié su estocada y le desarme, luego, con una patada en la barbilla le mando al suelo de bruces, atándole las manos y los pies con su propio cinto, luego le arrebato la capa al muerto, hecha de terciopelo cálido y suave, y la coloco sobre los hombros de la muchacha, a quien por el color de la piel y el acento identifico como una de las chicas de mi tierra natal, asi que le hablo en español -¿Te encuentras bien, muchacha?- le pregunto mientras cubro sus desnudos hombros con la calida capa, mirándola con preocupación... y he de admitir que admirándola discretamente, pues la muchacha no es fea, y un canalla, siempre será un canalla
Ni bien he terminado de esbozar una sonrisa cuando dos hombres entran en mi campo de visión vistiendo mantos negros y sombreros de plumas como los de mi natal España, y no hay duda del símbolo bordado en sus capas, es la cruz de España, una cruz de soldados de color negro en lugar del rojo tradicional, el símbolo de la Logia, ellos son mi blanco... un momento... ¿por que quieren al niño? me concentro y utilizo mi habilidad de ver las auras... es algo increíble!!! ese bebe tiene un poder mágico enorme para su cortísima edad, ¿lo quieren por eso? pues no en mi guardia, estaba por lanzar el viejo cuchillo que había quitado al inquisidor que mate hace unas noches, pero entonces ella corre, no puedo culparla. Me preparo y los sigo por los tejados, corriendo por la ciudad, ah nadie mas le interesa, nadie mas la ayudara, entonces ese grito, la veo tan indefensa, tan desvalida, necesitada de ayuda, "¡Ayuda! ¡Por favor, necesitamos ayuda! ¡Nos están persiguiendo, me quieren robar a mi pequeño!" eso era lo que gritaba, y eso me llego, yo había crecido sin madre, no permitiría que nadie mas lo hiciera, asi que justo cuando ellos se estaban acercando de mas, el cuchillo vuela y se incrusta en la espalda del primer inquisidor, cayendo de bruces al suelo, al mismo tiempo yo aterrizo en silencio en el suelo desde un tejado, desenvaino mi katana y camino hacia ellos con tranquilidad, la chica llora, pero no son lagrimas de miedo, eso puedo verlo, puedo ver su alegría de que por fin alguien la ha ayudado, por fin alguien se interesa, y no voy a decepcionarla o dejarla sola en esto, ella y los niños necesitan de mi ahora, y si puedo ayudarles, lo haré.
-¿Quién sois?- pregunta el condenado inquisidor mientras me mira empuñando una ropera española, una de las armas mas ligeras del mundo y muy común, adoptando una instintiva pose de esgrima, la cual no le servirá de mucho contra el Kendo japonés, es una forma completamente distinta de combate, pero eso el no lo sabe y yo no voy a decírselo -¡Descubrios el rostro!- dice lanzándose sobre mi con la punta por delante, pero es demasiado lento comparado con los Samurais contra los que me hizo luchar mi sensei, en dos movimientos desvié su estocada y le desarme, luego, con una patada en la barbilla le mando al suelo de bruces, atándole las manos y los pies con su propio cinto, luego le arrebato la capa al muerto, hecha de terciopelo cálido y suave, y la coloco sobre los hombros de la muchacha, a quien por el color de la piel y el acento identifico como una de las chicas de mi tierra natal, asi que le hablo en español -¿Te encuentras bien, muchacha?- le pregunto mientras cubro sus desnudos hombros con la calida capa, mirándola con preocupación... y he de admitir que admirándola discretamente, pues la muchacha no es fea, y un canalla, siempre será un canalla
Rodrigo De Montalvo- Gitano
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Fecha de inscripción : 14/01/2019
Re: [Libre] En medio de la helada.
Aurora no daba crédito a la escena que estaba presenciando. El hombre encapuchado había comenzado a combatir contra el malhechor que todavía se encontraba ileso. La joven no quiso que sus bebés fuesen testigos de la pelea, así que dio la espalda a los desconocidos durante unos instantes, hasta que escuchó que ésta había llegado a su fin. Se volvió a girar, y para su sorpresa, el héroe se estaba acercando a ella con una capa. Se la puso sobre los hombros, y de repente una agradable sensación de calidez recorrió su cuerpo. El frío comenzaba a disiparse poco a poco, y no se sentía sola ante el peligro. ¿Por qué la había ayudado? Esperaba descubrirlo antes de que el hombre siguiese su camino.
Mientras el misterioso la cubría, unas palabras salieron de su boca, sorprendiendo totalmente a la morena. ¿Estaba hablando en español? Hacía años que no oía ni una sola frase en su idioma natal. Cerró la capa lo más rápido que pudo para abrigar todavía más a sus pequeños, y a continuación respondió, también en español, a la pregunta que le habían hecho. -Estoy bien, no se preocupe… Ha salvado la vida de mis hijos, y también la mía. Por favor, dígame cómo puedo recompensar su ayuda.- Anteriormente no conseguía emitir ni un solo sonido, a causa del miedo que había pasado, pero el enmascarado logró calmar su temor al haberle hablado en su lengua materna. Eso había hecho que ella notase una especie de cercanía, como si regresase de nuevo al pasado y se reencontrase con su familia.
Los niños al notar a su madre en calma, enseguida se quedaron dormidos sobre sus brazos. Ella sonrió, aliviada al ver que se habían librado de una situación que habría podido terminar en tragedia. Miró al contrario, todavía con una expresión de gratitud en la cara, y añadió. -Perdone, no quiero meterme donde no debo, pero… ¿Viene usted de España? Como ha podido intuir, mi origen es de ese país, aunque ya llevo bastante tiempo en París. Si necesita cualquier cosa para adaptarse puedo echarle una mano dentro de mis posibilidades. Sé lo difícil que es viajar a un lugar con un habla y unas costumbres totalmente diferentes.- Sabía que no podía apoyarlo económicamente, pero quizás sí de otras maneras. Conocía parte de la ciudad y de las afueras, así que si quería ir a algún lugar desconocido para él, podría guiarlo.
Todavía no se había quitado la máscara. Era una pena que quisiese mantener en anonimato sus hazañas, o al menos por ahora. Le gustaría conocer el rostro de su salvador, aunque eso ya no dependía de ella. Lo que todavía no entendía, era por qué querían ir a por uno de sus hijos. Probablemente él tampoco lo supiese, pero por preguntar no perdía nada. -¿Usted conocía a las personas que me estaban persiguiendo? Querían que les entregase a mi niño, y no entiendo por qué querrían ir a por él. Es muy pequeño, no ha hecho daño a nadie…- Acarició la cabeza de su chiquitín, y lo miró, apenada. No le había dado la vida para que ésta estuviese llena de desgracias. Ojalá pudiese hacer algo para cambiar el terrible futuro que le esperaba.
Mientras el misterioso la cubría, unas palabras salieron de su boca, sorprendiendo totalmente a la morena. ¿Estaba hablando en español? Hacía años que no oía ni una sola frase en su idioma natal. Cerró la capa lo más rápido que pudo para abrigar todavía más a sus pequeños, y a continuación respondió, también en español, a la pregunta que le habían hecho. -Estoy bien, no se preocupe… Ha salvado la vida de mis hijos, y también la mía. Por favor, dígame cómo puedo recompensar su ayuda.- Anteriormente no conseguía emitir ni un solo sonido, a causa del miedo que había pasado, pero el enmascarado logró calmar su temor al haberle hablado en su lengua materna. Eso había hecho que ella notase una especie de cercanía, como si regresase de nuevo al pasado y se reencontrase con su familia.
Los niños al notar a su madre en calma, enseguida se quedaron dormidos sobre sus brazos. Ella sonrió, aliviada al ver que se habían librado de una situación que habría podido terminar en tragedia. Miró al contrario, todavía con una expresión de gratitud en la cara, y añadió. -Perdone, no quiero meterme donde no debo, pero… ¿Viene usted de España? Como ha podido intuir, mi origen es de ese país, aunque ya llevo bastante tiempo en París. Si necesita cualquier cosa para adaptarse puedo echarle una mano dentro de mis posibilidades. Sé lo difícil que es viajar a un lugar con un habla y unas costumbres totalmente diferentes.- Sabía que no podía apoyarlo económicamente, pero quizás sí de otras maneras. Conocía parte de la ciudad y de las afueras, así que si quería ir a algún lugar desconocido para él, podría guiarlo.
Todavía no se había quitado la máscara. Era una pena que quisiese mantener en anonimato sus hazañas, o al menos por ahora. Le gustaría conocer el rostro de su salvador, aunque eso ya no dependía de ella. Lo que todavía no entendía, era por qué querían ir a por uno de sus hijos. Probablemente él tampoco lo supiese, pero por preguntar no perdía nada. -¿Usted conocía a las personas que me estaban persiguiendo? Querían que les entregase a mi niño, y no entiendo por qué querrían ir a por él. Es muy pequeño, no ha hecho daño a nadie…- Acarició la cabeza de su chiquitín, y lo miró, apenada. No le había dado la vida para que ésta estuviese llena de desgracias. Ojalá pudiese hacer algo para cambiar el terrible futuro que le esperaba.
Aurora Rose- Humano Clase Baja
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Fecha de inscripción : 31/10/2017
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Re: [Libre] En medio de la helada.
Puedo notar a la perfección que ella esta asustada, con una sonrisa nos cubro a ambos con la capa del inquisidor, tiene mil preguntas pero ese no era el lugar para responderlas, cuando por fin la dejo ver de nuevo, estamos en la azotea de uno de los edificios altos, obteniendo una magnifica vista de París, algo que espero que le ayude a calmarse -la ayuda no se vende ni se intercambia, se da, no tienes nada que agradecerme, vi a una madre en problemas y la ayude, eso es todo- afirmo con una sonrisa tras mi mascara, una que sin duda ella no podrá ver, pero que espero que la ayude a calmarse, luego de unos minutos mirando la ciudad desde lo alto, acaricio la mejilla de sus pequeños y la miro a ella -si realmente quieres ayudarme, tendrá que ser de manera indirecta, como pudiste ver tu niño es buscado por cierto grupo de personas...- dudo un segundo de si contarle sobre la situación, después de todo, va a necesitar estar en guardia, y yo no puedo involucrarme mas con ella, si la Logia Carmesí busca al niño, involucrarla con Sombra de las Taifas seria peligroso... pero si ella estuviera en compañía de Rodrigo... eso seria perfecto, como rodrigo puedo vigilarla y ayudarle, proteger al pequeño y asegurarme de que no lo atrapen, y del mismo modo tengo a quien preguntarle sobre los lugares de la ciudad, sin embargo, por ahora será mejor responder su pregunta con lo que me esta permitido revelarle: -Esos hombres son parte de una sociedad secreta, la Logia Carmesí, antes eran inquisidores en España, cuando se desintegró la orden ellos no lo aceptaron, querían poder, querían tener mas riquezas y mas control de nuestro país, se organizaron, encontraron apoyos y están conspirando para derrocar al Rey y quitarle el poder a los Austria... sobre tu niño...- le doy el meñique al pequeño, dejándolo que lo apriete un poco mientras duerme, quien sabe que estará soñando.
-Tu hijo especial, tiene un gran poder en su interior sin duda alguna, no se si querían eliminarlo o mas bien convertirlo en una herramienta de la logia... pero no es seguro para ninguno de los dos estar en la calle ahora, no puedes quedarte en el mercado, estarán buscándote, y puede que la próxima vez yo no este allí para ti- la miro a los ojos con intensidad, dirigiendo mi mirada azul hacia sus bellos ojos fijamente, transmitiéndole lo importante de mi mensaje y lo serio de su situación, luego le tiendo una pluma roja venida de mi katana -Tendrás que buscar ayuda, donde ocultarte, si alguna vez la necesitas ve al circo gitano, pregunta por el mago y dirígete a su caravana, muéstrale esto y el sabrá que eres amiga, con el estarás a salvo, y podrás ayudarme, mantente con el todo lo que puedas, estarás a salvo entre los gitanos... eso creo- desde luego que al ser yo mismo con quien la envió podría reconocerla, pero es importante que ni ella ni nadie sospeche que Sombra de las Taifas y Rodrigo de León son la misma persona, si quiero cumplir mi objetivo nadie puede saber quien soy o todo se arruinaría, asi pues una señal convenida será lo mejor para ambos, algo que le de la idea de que Rodrigo de León solo es un viejo colaborador, alguien relacionado, pero no el mismo hombre tras la mascara.
-Tu hijo especial, tiene un gran poder en su interior sin duda alguna, no se si querían eliminarlo o mas bien convertirlo en una herramienta de la logia... pero no es seguro para ninguno de los dos estar en la calle ahora, no puedes quedarte en el mercado, estarán buscándote, y puede que la próxima vez yo no este allí para ti- la miro a los ojos con intensidad, dirigiendo mi mirada azul hacia sus bellos ojos fijamente, transmitiéndole lo importante de mi mensaje y lo serio de su situación, luego le tiendo una pluma roja venida de mi katana -Tendrás que buscar ayuda, donde ocultarte, si alguna vez la necesitas ve al circo gitano, pregunta por el mago y dirígete a su caravana, muéstrale esto y el sabrá que eres amiga, con el estarás a salvo, y podrás ayudarme, mantente con el todo lo que puedas, estarás a salvo entre los gitanos... eso creo- desde luego que al ser yo mismo con quien la envió podría reconocerla, pero es importante que ni ella ni nadie sospeche que Sombra de las Taifas y Rodrigo de León son la misma persona, si quiero cumplir mi objetivo nadie puede saber quien soy o todo se arruinaría, asi pues una señal convenida será lo mejor para ambos, algo que le de la idea de que Rodrigo de León solo es un viejo colaborador, alguien relacionado, pero no el mismo hombre tras la mascara.
Rodrigo De Montalvo- Gitano
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Fecha de inscripción : 14/01/2019
Re: [Libre] En medio de la helada.
Aurora se quedó sorprendida en cuanto el desconocido cubrió por completo con la capa tanto a ella como a sus bebés. Notaba movimiento. La estaba llevando hacia algún lugar. Y efectivamente, en cuanto pudo ver de nuevo, unas maravillosas vistas de París aparecieron delante de sus ojos. Los había transportado hasta una azotea, probablemente para poder hablar más tranquilos, sin que nadie les molestase.
Ante las tiernas caricias en la mejilla que el hombre estaba dando a sus bebés, la joven sonrió, agradecida por su preocupación hacia ellos. Mientras, contempló cómo dormían profundamente sobre sus brazos. No se podía quejar, le había tocado cuidar de unos pequeños bastante tranquilos, y eso era de mucha ayuda, y más para una madre primeriza.
Alzó un momento la mirada, y escuchó las palabras del contrario con atención. Con que quienes seguían a su enano eran parte de una sociedad secreta española… No entendía nada. Y menos comprendió en cuanto la conversación siguió su curso. ¿Cómo que su niño tenía un gran poder en su interior? ¿Eso era posible? Incrédula ante lo que estaba oyendo, pronunció. -Yo… Yo soy una simple humana, ¿cómo puede ser mi hijo tan poderoso? Ni siquiera lo había notado...- Se había imaginado que ocurría algo extraño, pero no eso en concreto. Entonces, sus ojos se abrieron como platos, y se dio cuenta de un detalle que hasta ese momento no se le había pasado por la cabeza. ¿Y si el padre no era un simple humano? Todo cuadraba. Esa opción era muy posible, pero nunca la había imaginado. Tenía que investigar acerca de ello como fuese, aunque con mucho cuidado, ya que si la estaban persiguiendo, no podía dejarse ver tan a la ligera.
Por suerte, el varón ofreció una pluma roja a la muchacha, la cual aceptó sin rechistar. La guardó entre unos pliegues del vestido que cubría a sus hijos, y a continuación, añadió. -De acuerdo, haré caso a lo que me acaba de decir. Si estoy en peligro, iré hacia ese circo y preguntaré por el mago. De todas maneras, si de esa forma puedo ayudarle indirectamente con lo que sea, iré encantada y cuanto antes.- Como él mismo había dicho, la ayuda no se vende ni se intercambia, pero si podía contribuir en algo para hacerle la vida más fácil, lo haría sin dudar.
Observó la luna, que asomaba entre uno de los tejados de la ciudad. Respiró tranquila, y añadió. -Gracias por haberme traído a este lugar. Es un sitio precioso.- Tan bonita era esa noche, que incluso parecía que se podía tocar la luna, de lo grande y reluciente que estaba. Qué contrario podía ser el mundo. Ahí arriba se encontraba toda la belleza, mientras que las calles parisinas se fundían en la decadencia más absoluta.
Con sinceridad, en medio de esa calma que los rodeaba, fijó la mirada en los ojos del misterioso héroe, y le dedicó unas palabras provenientes desde lo más adentro de su corazón. -Quiero que sepa que le estaré agradecida de por vida. Aquí me tiene para lo que necesite.-
Ante las tiernas caricias en la mejilla que el hombre estaba dando a sus bebés, la joven sonrió, agradecida por su preocupación hacia ellos. Mientras, contempló cómo dormían profundamente sobre sus brazos. No se podía quejar, le había tocado cuidar de unos pequeños bastante tranquilos, y eso era de mucha ayuda, y más para una madre primeriza.
Alzó un momento la mirada, y escuchó las palabras del contrario con atención. Con que quienes seguían a su enano eran parte de una sociedad secreta española… No entendía nada. Y menos comprendió en cuanto la conversación siguió su curso. ¿Cómo que su niño tenía un gran poder en su interior? ¿Eso era posible? Incrédula ante lo que estaba oyendo, pronunció. -Yo… Yo soy una simple humana, ¿cómo puede ser mi hijo tan poderoso? Ni siquiera lo había notado...- Se había imaginado que ocurría algo extraño, pero no eso en concreto. Entonces, sus ojos se abrieron como platos, y se dio cuenta de un detalle que hasta ese momento no se le había pasado por la cabeza. ¿Y si el padre no era un simple humano? Todo cuadraba. Esa opción era muy posible, pero nunca la había imaginado. Tenía que investigar acerca de ello como fuese, aunque con mucho cuidado, ya que si la estaban persiguiendo, no podía dejarse ver tan a la ligera.
Por suerte, el varón ofreció una pluma roja a la muchacha, la cual aceptó sin rechistar. La guardó entre unos pliegues del vestido que cubría a sus hijos, y a continuación, añadió. -De acuerdo, haré caso a lo que me acaba de decir. Si estoy en peligro, iré hacia ese circo y preguntaré por el mago. De todas maneras, si de esa forma puedo ayudarle indirectamente con lo que sea, iré encantada y cuanto antes.- Como él mismo había dicho, la ayuda no se vende ni se intercambia, pero si podía contribuir en algo para hacerle la vida más fácil, lo haría sin dudar.
Observó la luna, que asomaba entre uno de los tejados de la ciudad. Respiró tranquila, y añadió. -Gracias por haberme traído a este lugar. Es un sitio precioso.- Tan bonita era esa noche, que incluso parecía que se podía tocar la luna, de lo grande y reluciente que estaba. Qué contrario podía ser el mundo. Ahí arriba se encontraba toda la belleza, mientras que las calles parisinas se fundían en la decadencia más absoluta.
Con sinceridad, en medio de esa calma que los rodeaba, fijó la mirada en los ojos del misterioso héroe, y le dedicó unas palabras provenientes desde lo más adentro de su corazón. -Quiero que sepa que le estaré agradecida de por vida. Aquí me tiene para lo que necesite.-
Aurora Rose- Humano Clase Baja
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Re: [Libre] En medio de la helada.
La mire con seriedad, si eso de que ella no sabia del poder de su hijo era cierto... el padre no estaba con ellos, y ella era demasiado Joven, con lo cual aquí había 3 posibilidades, el padre había huido cual cobarde, se había ido al nuevo mundo en busca de fortuna, o la muchacha había sido abusada, 3 escenarios tan jodido el primero como el ultimo, la chica estaba sola y abandonada mientras el padre de los niños andaba por allí tan pancho... eso no lo iba yo a permitir, si lograba que ella me contara la verdad haría lo que pudiera por localizarle, con una sonrisa y suavizando mi mirada tomo una de sus manos y con voz calmante empiezo a comentarle -conocí una muchacha en Valencia que era muy joven, muy hermosa, y tenia dos hijos, era pordiosera en un... digamos que en un mercado por ejemplo, y no tenia quien le ayudara con los niños, ¿tienes idea que le habrá pasado al padre? siempre tuve curiosidad de ello, pero nunca me lo contó, ¿tu que piensas que hagra sido de él?- suavemente le había insinuado la pregunta, una pregunta que sin duda le podría ser incomoda, pero que podría ayudarnos a identificar a su padre y el por que de que la Logia lo busque, ¿Quién podría ser el padre del niño para darle tal poder mágico? en un futuro este niño necesitara a un mago verdadero para que le enseñe de su esencia y de sus poderes, pues yo, aun cuando tengo nociones del tema, estoy muy lejos de ser un verdadero mago, suspiro suavemente sin forzarle a darme una respuesta, mirando la luna pensando en mi propia infancia en España, una infancia feliz, una infancia que termino a mis 8 años cuando la inquisición me arrebató a mi madre en Damasco, a traición con una daga envenenada antes de que mi padre pudiera hacer nada... muerta a manos de Alonso de Vivar, ese maldito bastardo que algún día me las pagara.
Mientras miro la luna me doy cuenta de que sigo cogiéndole la mano a la muchacha y sonrió, supongo que detrás de mi mascara sigo siendo un canalla, pues varias ideas sobre ella empiezan a bailar en mi cabeza... la mayoría de ellas donde esa capa termina en el suelo junto con el resto de su ropa, me rio para mis adentros sin dejar que ella lo vea, suficientemente asustada estará ya como para que yo empiece con mis fechorías, por lo tanto, mientras sonrío, me dirijo al borde del tejado, soltándole la mano -Como dije, no es seguro para ti estar en las calles con esos hombres buscándolos a ti y a tu pequeño, sin embargo, en algún sitio tendrás que dormir esta noche, asi que tendrás que decirme donde debo dejarte- digo mientras la invito a sujetarse de mi, listo para volver a correr por los techos, si pude subir aquí con ella y dos niños, será mas que pan comido bajar, espero que sea sensata y me diriga a algún sitio lejos de los barrios, algún escodite o un sitio similar que tenga, pues si saben donde suele venir a pedir dinero, sin duda saben donde se refugia de noche, espero equivocarme pero esto es lo que hay, y la verdad no es muy distinto a lo de siempre, no importa lo que pase, al final, nosotros, los pobres, los de abajo, el pueblo... nunca importa lo que nos pase, ni importa lo que lleguemos a sufrir, la gente que vive mejor suele incluso alegrarse cuando uno de nosotros desaparece entre la noche, me apuesto a que se lo que piensan: "una rata menos en las calles" mas aun en Paris, donde parece que los ricos y los acomodados o incluso aquellos que simplemente viven mejor, como los maestros, joyeros y otras personas parecen querer olvidar que nosotros existimos, que también somos seres humanos con problemas, que sentimos, que amamos, que odiamos, que reimos… y que lloramos.
Mientras miro la luna me doy cuenta de que sigo cogiéndole la mano a la muchacha y sonrió, supongo que detrás de mi mascara sigo siendo un canalla, pues varias ideas sobre ella empiezan a bailar en mi cabeza... la mayoría de ellas donde esa capa termina en el suelo junto con el resto de su ropa, me rio para mis adentros sin dejar que ella lo vea, suficientemente asustada estará ya como para que yo empiece con mis fechorías, por lo tanto, mientras sonrío, me dirijo al borde del tejado, soltándole la mano -Como dije, no es seguro para ti estar en las calles con esos hombres buscándolos a ti y a tu pequeño, sin embargo, en algún sitio tendrás que dormir esta noche, asi que tendrás que decirme donde debo dejarte- digo mientras la invito a sujetarse de mi, listo para volver a correr por los techos, si pude subir aquí con ella y dos niños, será mas que pan comido bajar, espero que sea sensata y me diriga a algún sitio lejos de los barrios, algún escodite o un sitio similar que tenga, pues si saben donde suele venir a pedir dinero, sin duda saben donde se refugia de noche, espero equivocarme pero esto es lo que hay, y la verdad no es muy distinto a lo de siempre, no importa lo que pase, al final, nosotros, los pobres, los de abajo, el pueblo... nunca importa lo que nos pase, ni importa lo que lleguemos a sufrir, la gente que vive mejor suele incluso alegrarse cuando uno de nosotros desaparece entre la noche, me apuesto a que se lo que piensan: "una rata menos en las calles" mas aun en Paris, donde parece que los ricos y los acomodados o incluso aquellos que simplemente viven mejor, como los maestros, joyeros y otras personas parecen querer olvidar que nosotros existimos, que también somos seres humanos con problemas, que sentimos, que amamos, que odiamos, que reimos… y que lloramos.
Rodrigo De Montalvo- Gitano
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Re: [Libre] En medio de la helada.
Al poco de haberle agradecido su ayuda de nuevo, el contrario cogió una de sus manos, y comenzó a contarle una historia. Historia que claramente era la de la joven. Estaba intentando descubrir quién era el padre de los niños, sin decirlo de manera directa, para que no fuese tan duro de responder.
Aurora tuvo en cuenta ese gesto. Estaba tratándola con tacto, así que para resolver su duda, negó con la cabeza, y añadió. -No tengo ni idea de qué le habrá pasado a ese hombre, ni lo que habrá sido de él...- De esa manera, creía que lo había dejado claro, y que no harían falta más explicaciones respecto a cómo se había quedado embarazada. Miró a sus hijos, y dejó escapar un suspiro de entre sus labios. Su vida había dado un cambio radical, y no para mejor, desde ese fatídico día en el que esos animales habían abusado de ella. Había tenido que pasar de ser una niña a convertirse en una mujer en apenas nueve meses. Por suerte había tenido a dos niños sanos y preciosos, así que actualmente no podía pedir alegría más grande que esa.
En cuanto el héroe se levantó y caminó hacia el borde del tejado, la muchacha fijó su vista en él y atendió a sus palabras. No, definitivamente no podía pasar la noche en el mercado, en eso estaba de acuerdo. El único lugar que se le ocurría era el bosque. Allí era donde había vivido desde que llegó a París. De hecho, le pediría que la llevase a un claro en concreto, ya que desde ese sitio podría ir andando hacia la cabaña en la que vivía Kray, el hombre lobo que la había cuidado durante todos estos años.
Se acercó al hombre, y agarrando fuerte a sus bebés y luego a él mismo, hizo su petición. -Si nos pudiese llevar hacia el claro sur del bosque, se lo agradecería. Cerca de ahí tengo un refugio seguro.- ¿Y entonces, por qué había pasado la noche a la intemperie? Muy simple. Mantener a dos criaturas en su situación era difícil. No tenía dinero y apenas conseguía comida, así que la única salida que le quedaba era mendigar. En medio de la naturaleza no era factible hacerlo, ya que no pasaba casi nadie. Por ello había tenido que regresar al mercado, el sitio en donde solía pedir limosna mientras estaba embarazada.
Esperó a que el enmascarado se pusiese en marcha hacia donde ella le había indicado, y cerró los ojos para permitirse descansar por lo menos un poco durante el viaje que emprenderían segundos más adelante.
Aurora tuvo en cuenta ese gesto. Estaba tratándola con tacto, así que para resolver su duda, negó con la cabeza, y añadió. -No tengo ni idea de qué le habrá pasado a ese hombre, ni lo que habrá sido de él...- De esa manera, creía que lo había dejado claro, y que no harían falta más explicaciones respecto a cómo se había quedado embarazada. Miró a sus hijos, y dejó escapar un suspiro de entre sus labios. Su vida había dado un cambio radical, y no para mejor, desde ese fatídico día en el que esos animales habían abusado de ella. Había tenido que pasar de ser una niña a convertirse en una mujer en apenas nueve meses. Por suerte había tenido a dos niños sanos y preciosos, así que actualmente no podía pedir alegría más grande que esa.
En cuanto el héroe se levantó y caminó hacia el borde del tejado, la muchacha fijó su vista en él y atendió a sus palabras. No, definitivamente no podía pasar la noche en el mercado, en eso estaba de acuerdo. El único lugar que se le ocurría era el bosque. Allí era donde había vivido desde que llegó a París. De hecho, le pediría que la llevase a un claro en concreto, ya que desde ese sitio podría ir andando hacia la cabaña en la que vivía Kray, el hombre lobo que la había cuidado durante todos estos años.
Se acercó al hombre, y agarrando fuerte a sus bebés y luego a él mismo, hizo su petición. -Si nos pudiese llevar hacia el claro sur del bosque, se lo agradecería. Cerca de ahí tengo un refugio seguro.- ¿Y entonces, por qué había pasado la noche a la intemperie? Muy simple. Mantener a dos criaturas en su situación era difícil. No tenía dinero y apenas conseguía comida, así que la única salida que le quedaba era mendigar. En medio de la naturaleza no era factible hacerlo, ya que no pasaba casi nadie. Por ello había tenido que regresar al mercado, el sitio en donde solía pedir limosna mientras estaba embarazada.
Esperó a que el enmascarado se pusiese en marcha hacia donde ella le había indicado, y cerró los ojos para permitirse descansar por lo menos un poco durante el viaje que emprenderían segundos más adelante.
Aurora Rose- Humano Clase Baja
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Re: [Libre] En medio de la helada.
Asiento ante su petición -Sujetalos fuerte, entiendes? digo refiriéndome a los pequeños mientras a ella la cargo en brazos, en momentos como estos es cuando agradezco el intenso entrenamiento al que me sometieron Katsumoto y sus hombres, gracias a todo lo que aprendí en Oriente ahora soy lo suficientemente ágil y fuerte como para moverme entre tejados con una muchacha joven en brazos, esta vez no la cubro, la dejo disfrutar de Paris desde las alturas mientras nos dirigimos a las fueras, la verdad es que este es un paseo turístico en toda regla, hasta pasamos por Notre Dame y todo, ni siquiera el mismo rey debe de tener estas vistas, mientras viajamos entre tejados aprovecho para dar una buena visual de la ciudad con propósitos mas... estratégicos. Tengo que conocer los puntos rápidos de acceso a lugares escondidos, como callejones y sótanos, lugares donde podre estar a salvo si un día estoy en problemas y tengo que huir de un grupo grande de enemigos, o si tengo que volver a ayudar a alguien en peligro, el viaje se me antojaría largo y tedioso pero acompañado de esta chica se hace ameno, me gusta ver su rostro entusiasta por las vistas... es algo curioso, ah pesar de lo bonita que es no me siento tentado a intentar algo como hice con la vampira y la cazadora... ¿será que el canalla esta perdiendo su toque? nah, un canalla siempre es un canalla, y seguro que el cambio es solo por que ella ya tiene suficientes problemas con los dos chavales como para encima cargarla yo con mis propuestas y avances... por mucho que sea un canalla, hasta para serlo hay que ser caballero.
Un par de minutos después, por fin hemos salido de la ciudad, y me encuentro saltando entre ramas, en lugar de entre tejados, con un ultimo salto aterrizo en el suelo, con ellos a salvo, la dejo en tierra en el claro y me aseguro de que tenga bien puesta la capa que le arrebatamos al inquisidor aquel -Sombra de las Taifas- digo sonriendo tras mi mascara por ultima vez -Ese es el nombre que puedes usar cuando me veas, ningún otro, no soy mas ni menos que eso, y no intentes averiguar que hay bajo la mascara, te lo pido- digo mientras empiezo a alejarme -Busca al mago, el sabra que hacer.
Un par de minutos después, por fin hemos salido de la ciudad, y me encuentro saltando entre ramas, en lugar de entre tejados, con un ultimo salto aterrizo en el suelo, con ellos a salvo, la dejo en tierra en el claro y me aseguro de que tenga bien puesta la capa que le arrebatamos al inquisidor aquel -Sombra de las Taifas- digo sonriendo tras mi mascara por ultima vez -Ese es el nombre que puedes usar cuando me veas, ningún otro, no soy mas ni menos que eso, y no intentes averiguar que hay bajo la mascara, te lo pido- digo mientras empiezo a alejarme -Busca al mago, el sabra que hacer.
Rodrigo De Montalvo- Gitano
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Re: [Libre] En medio de la helada.
Ante el aviso del enmascarado de que agarrase fuerte a sus niños, Aurora los pegó todavía más a ella para que estuviesen bien sujetos a su cuerpo. A continuación, fue cogida en brazos con una facilidad inmensa, cosa que provocó su risa. ¿Él tenía mucha fuerza, o ella estaba tan delgada que pesaba menos que una pluma? Le hacía gracia, y no podía parar de reírse, aunque de manera sutil para que el contrario no se sintiese incomodado.
Pocos segundos después de emprender el viaje, la joven se calmó y su risa cesó. En su cara se dibujó una sonrisa al contemplar el bello paisaje de las calles nocturnas parisinas y de los monumentos que éstas albergaban. La verdad es que era un país precioso, aunque echaba de menos España. La nostalgia por su lugar natal se apoderó de su mente durante unos instantes en los que aprovechó para acomodarse, apoyando la cabeza sobre el pecho del hombre. Algún día quería volver a su tierra. Ojalá en un futuro se le presentase la oportunidad.
En menos de nada ya habían llegado al claro sur del bosque, justo donde ella le había indicado. Allí se soltó del agarre del desconocido con cuidado, para quedarse sobre suelo firme. Fijó la mirada en sus ojos, y para su sorpresa, se presentó mediante un nombre en clave. Además, le pidió que no intentase descubrir lo que había detrás. Por todo lo que la había ayudado, a pesar de que su curiosidad era bastante alta, no podía rechazar su petición. Era lo menos que podía hacer por él. -Un placer haberle conocido, Sombra de las Taifas. Yo soy Aurora, Aurora Rose. Encantada.- Le dedicó una dulce sonrisa, antes de que se comenzase a alejar.
Ahí se separaban sus caminos. ¿Sería la primera y última vez que lo vería? En parte, deseaba que sí, ya que si se volvían a encontrar probablemente sería porque tanto ella como sus hijos corrían peligro, pero por otro lado se le hacía tan raro el saber que nunca más volvería a ver a una persona, y más cuando ésta la había salvado sin ningún interés oculto… Era extraño. Se contradecía con sus pensamientos, pero no podía elegir uno. Cualquiera de los dos tenía sus ventajas y sus inconvenientes.
En cuanto el héroe se marchó, la muchacha emprendió el camino hacia la cabaña del bosque. No quedaba muy lejos. Durante el poco rato que duró su caminata, se quedó pensando en la última frase de su salvador: -Busca al mago, él sabrá qué hacer.-
En cuanto llegó al pequeño refugio, se acostó sobre una tabla de madera, y posó a sus bebés sobre su pecho para que durmiesen a gusto. Aurora daría vueltas a ese comentario durante días, barajando cuándo sería el mejor momento para ir a ese circo gitano. Sin duda, haría una visita a ese misterioso mago.
Pocos segundos después de emprender el viaje, la joven se calmó y su risa cesó. En su cara se dibujó una sonrisa al contemplar el bello paisaje de las calles nocturnas parisinas y de los monumentos que éstas albergaban. La verdad es que era un país precioso, aunque echaba de menos España. La nostalgia por su lugar natal se apoderó de su mente durante unos instantes en los que aprovechó para acomodarse, apoyando la cabeza sobre el pecho del hombre. Algún día quería volver a su tierra. Ojalá en un futuro se le presentase la oportunidad.
En menos de nada ya habían llegado al claro sur del bosque, justo donde ella le había indicado. Allí se soltó del agarre del desconocido con cuidado, para quedarse sobre suelo firme. Fijó la mirada en sus ojos, y para su sorpresa, se presentó mediante un nombre en clave. Además, le pidió que no intentase descubrir lo que había detrás. Por todo lo que la había ayudado, a pesar de que su curiosidad era bastante alta, no podía rechazar su petición. Era lo menos que podía hacer por él. -Un placer haberle conocido, Sombra de las Taifas. Yo soy Aurora, Aurora Rose. Encantada.- Le dedicó una dulce sonrisa, antes de que se comenzase a alejar.
Ahí se separaban sus caminos. ¿Sería la primera y última vez que lo vería? En parte, deseaba que sí, ya que si se volvían a encontrar probablemente sería porque tanto ella como sus hijos corrían peligro, pero por otro lado se le hacía tan raro el saber que nunca más volvería a ver a una persona, y más cuando ésta la había salvado sin ningún interés oculto… Era extraño. Se contradecía con sus pensamientos, pero no podía elegir uno. Cualquiera de los dos tenía sus ventajas y sus inconvenientes.
En cuanto el héroe se marchó, la muchacha emprendió el camino hacia la cabaña del bosque. No quedaba muy lejos. Durante el poco rato que duró su caminata, se quedó pensando en la última frase de su salvador: -Busca al mago, él sabrá qué hacer.-
En cuanto llegó al pequeño refugio, se acostó sobre una tabla de madera, y posó a sus bebés sobre su pecho para que durmiesen a gusto. Aurora daría vueltas a ese comentario durante días, barajando cuándo sería el mejor momento para ir a ese circo gitano. Sin duda, haría una visita a ese misterioso mago.
Aurora Rose- Humano Clase Baja
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