AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Wings of Change
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Wings of Change
El sol recorría su camino hacia el oeste con la parsimonia de aquel que no desea finalizar su agradable rutina y aún así, irradiaba con fuerza el amor que sentía por la tierra, y como consecuencia, invitaba a los ciudadanos parisinos a pasear por sus calles, las familias aprovechaban la tarde primaveral con la única intención de disfrutar los olores que el fresco aire les llevaba. No deberían ser más de las siete de la tarde pero la luz continuaba presente, incitando a Sérène a unirse al buen humor. Y no dudó en hacerlo.
Caminaba lentamente por una larga avenida de tierra, piedra y árboles. Árboles jóvenes que día a día crecían, mostrando orgullosos sus hojas perennes, inundando con su fresco aroma los sentidos de la hechicera. Les Champs Elysees en un futuro serían mucho más dignos de visitar, pensó la sibila con convicción.
Un vendedor ambulante, de cabellos y mirada oscuros como la noche, reclamó con gestos la atención de Sérène. Estaba rodeado de todo tipo de flores silvestres, algunas permanecían en el refugio de su timidez.
– Para usted, mademoiselle –le dijo el amable gitano, ofreciéndole un pequeño ramillete de margaritas.
La hechicera las aceptó con una sonrisa y, a cambio, le entregó unas monedas. Se colocó las pequeñas flores como adorno detrás de la oreja izquierda, antes de proseguir su camino no sin antes despedirse del hombre con un leve asentimiento.
Su mente volaba tranquila, captándolo todo sin llegar a retener nada en concreto. Contemplaba pasar a su alrededor a los paseantes. Algunos se detenían curiosos frente a un arlequín que hacía volar y girar cuatro dagas afiladas entre sus gráciles manos sin llegar a cortarse. Más allá, una hermosa mujer, vestida con curiosos trapos, leía la mano a otra, blanca como la leche, que, por su expresión no le complacía lo que la bella adivina le estaba diciendo.
Sérène continuaba caminando mientras pensaba en la estampa que acababa de contemplar, preguntándose por qué las gentes escépticas y temerosas de Dios querían escuchar lo que la adivina les podía decir si después la iban a tachar de bruja impostora y haciendo que la pobre muchacha tuviera que huir para no ser presa. Era absurdo.
Hubiese continuado andando de no ser por los estantes repletos de pequeños árboles, de distinta procedencia y características, que vio a los lados de la puerta de una tienda; “L’arbre de vie” indicaba un letrero situado sobre la entrada que daba paso al interior de la tienda. El nombre sin duda era más que apropiado para el establecimiento, a través de los ventanales podía ver las herramientas y utensilios necesarios para hacer crecer con éxito la vida vegetal. Se aproximó algunos pasos más hacia la puerta, cuando vio una sombra que la alarmó.
Caminaba lentamente por una larga avenida de tierra, piedra y árboles. Árboles jóvenes que día a día crecían, mostrando orgullosos sus hojas perennes, inundando con su fresco aroma los sentidos de la hechicera. Les Champs Elysees en un futuro serían mucho más dignos de visitar, pensó la sibila con convicción.
Un vendedor ambulante, de cabellos y mirada oscuros como la noche, reclamó con gestos la atención de Sérène. Estaba rodeado de todo tipo de flores silvestres, algunas permanecían en el refugio de su timidez.
– Para usted, mademoiselle –le dijo el amable gitano, ofreciéndole un pequeño ramillete de margaritas.
La hechicera las aceptó con una sonrisa y, a cambio, le entregó unas monedas. Se colocó las pequeñas flores como adorno detrás de la oreja izquierda, antes de proseguir su camino no sin antes despedirse del hombre con un leve asentimiento.
Su mente volaba tranquila, captándolo todo sin llegar a retener nada en concreto. Contemplaba pasar a su alrededor a los paseantes. Algunos se detenían curiosos frente a un arlequín que hacía volar y girar cuatro dagas afiladas entre sus gráciles manos sin llegar a cortarse. Más allá, una hermosa mujer, vestida con curiosos trapos, leía la mano a otra, blanca como la leche, que, por su expresión no le complacía lo que la bella adivina le estaba diciendo.
Sérène continuaba caminando mientras pensaba en la estampa que acababa de contemplar, preguntándose por qué las gentes escépticas y temerosas de Dios querían escuchar lo que la adivina les podía decir si después la iban a tachar de bruja impostora y haciendo que la pobre muchacha tuviera que huir para no ser presa. Era absurdo.
Hubiese continuado andando de no ser por los estantes repletos de pequeños árboles, de distinta procedencia y características, que vio a los lados de la puerta de una tienda; “L’arbre de vie” indicaba un letrero situado sobre la entrada que daba paso al interior de la tienda. El nombre sin duda era más que apropiado para el establecimiento, a través de los ventanales podía ver las herramientas y utensilios necesarios para hacer crecer con éxito la vida vegetal. Se aproximó algunos pasos más hacia la puerta, cuando vio una sombra que la alarmó.
Sérène Casseau- Hechicero Clase Media
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Re: Wings of Change
Las siete de la de tarde y el cielo se ve tan vivo, lleno de historias que se contaran entre voces de las personas paseantes de esta bella ciudad. Aquí sigo, en esta ciudad llena de demonios y de vida tan extraña, donde nos transformamos en caer la noche y nuestros corazones se oscurecen como se oscurece el cielo. No se que pasara en el futuro o donde acabaremos esta vez, es bueno pensar en vivir cada día como si fuera el ultimo, supongo.
Acomodo las plantas del patio, moviendo la tierra para que las masetas queden acomodadas entre los montículo de tierra que acomodo para ellas.
Acaricio las hojas de lso arboles mas pequeños y el tronco de los mas grandes, asegurándome que sigan fuerte y bellos para los clientes.
-El lugar aquí atrás esta lleno de vida-me digo para mi mismo viendo todo el lugar.
Entre a la tienda, moviendo despacio la puerta de madera clara que comunica con el patio. Al entrar me aseguro que no haya nadie en el lugar, una vez que lo hago comienzo a mover las manos. Las hojas de las plantas pequeñas se mueven como si la brisa las tocara y las acaricio con mi magia, como si fuera el cariño de la tarde.
Afuera escucho las conversaciones inentendibles de los transeúntes y los marabares de los que piden unos francos por sus espectáculos. Entre mis juegos creo una chispa flotante sobre mi palma, al soplarlas pequeños resplandores comienzan a dejarse llevar, llenado de luz el lugar y creando sombras de los objetos alrededor. Mientras lo hago no veo que entra una chica a la tienda y dejo de hacer mi magia rápidamente pero sin darme cuenta un ultimo resplandor crea una sombre que parece haberla asustado.
-Discúlpeme, creo que le asusto mi lugar por alguna razón-le digo sonriendo
Acomodo las plantas del patio, moviendo la tierra para que las masetas queden acomodadas entre los montículo de tierra que acomodo para ellas.
Acaricio las hojas de lso arboles mas pequeños y el tronco de los mas grandes, asegurándome que sigan fuerte y bellos para los clientes.
-El lugar aquí atrás esta lleno de vida-me digo para mi mismo viendo todo el lugar.
Entre a la tienda, moviendo despacio la puerta de madera clara que comunica con el patio. Al entrar me aseguro que no haya nadie en el lugar, una vez que lo hago comienzo a mover las manos. Las hojas de las plantas pequeñas se mueven como si la brisa las tocara y las acaricio con mi magia, como si fuera el cariño de la tarde.
Afuera escucho las conversaciones inentendibles de los transeúntes y los marabares de los que piden unos francos por sus espectáculos. Entre mis juegos creo una chispa flotante sobre mi palma, al soplarlas pequeños resplandores comienzan a dejarse llevar, llenado de luz el lugar y creando sombras de los objetos alrededor. Mientras lo hago no veo que entra una chica a la tienda y dejo de hacer mi magia rápidamente pero sin darme cuenta un ultimo resplandor crea una sombre que parece haberla asustado.
-Discúlpeme, creo que le asusto mi lugar por alguna razón-le digo sonriendo
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Re: Wings of Change
Sérène sintió como una extraña y familiar sensación inundaba el interior de la tienda acompañando a un juego de luces que iluminaban el interior del comercio y creaba sombras por todas partes, de hecho, fue una de aquellas sombras las que la había sobresaltado. La hechicera fue presa de un ensimismamiento, no supo concretar el momento exacto en el que había perdido la consciencia de sus actos y cuando quiso darse cuenta, se encontraba dentro del establecimiento con la puerta a su espalda perfectamente cerrada. Parpadeó un par de veces hasta captar el significado de las palabras del hombre que tenía ante sí.
− Oh… no… no… creo que la palabra adecuada sería: sobresaltado –Sérène hablaba pausadamente con una tímida sonrisa asomándose por sus labios−. Me ha parecido sentir… ver… cierta… fluctuación… aunque podrían haber sido imaginaciones mías.
Comenzó a rodear una larga mesa atestada de toda clase de flores, cada cual más bella y exótica, que desprendían olores sumamente agradables para la joven. Se aproximó a una que le llamó especialmente la atención, se trataba de una planta de unos dos palmos de altura con pequeñas florecitas blancas que comenzaban a abrirse, y su olor tan característico; sin duda se trataba de la Alholva, Sérène la había usado en alguna ocasión para facilitar la digestión. La sibila continuó explorando su pequeña cueva del tesoro, había nacido para vivir rodeada de plantas, su humor mejoraba a cada paso que daba.
− Oh… no… no… creo que la palabra adecuada sería: sobresaltado –Sérène hablaba pausadamente con una tímida sonrisa asomándose por sus labios−. Me ha parecido sentir… ver… cierta… fluctuación… aunque podrían haber sido imaginaciones mías.
Comenzó a rodear una larga mesa atestada de toda clase de flores, cada cual más bella y exótica, que desprendían olores sumamente agradables para la joven. Se aproximó a una que le llamó especialmente la atención, se trataba de una planta de unos dos palmos de altura con pequeñas florecitas blancas que comenzaban a abrirse, y su olor tan característico; sin duda se trataba de la Alholva, Sérène la había usado en alguna ocasión para facilitar la digestión. La sibila continuó explorando su pequeña cueva del tesoro, había nacido para vivir rodeada de plantas, su humor mejoraba a cada paso que daba.
Sérène Casseau- Hechicero Clase Media
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Re: Wings of Change
-La chica vio todo, eso es malo, muy malo. ¿Desde cuándo me hice tan distraído? De seguro Adda Giardelli se burlaría de mí si viera lo torpe que fui hoy- pienso para mí mismo.
Veo a la chica moverse por la tienda, parece curiosa, alegre, como si las plantas le fascinaran casi tanto como lo hacían a Violeta, eso me gusta. Aunque no se parece a mi esposa, ella tenía el cabello más oscuro y bueno, era más bella, incluso cuando se ahogo en la locura.
-¿Fluctuación dice? Qué extraña forma de expresarse señorita. Casi mágica-le digo sonriendo-Veo que le gusta mi lugar, lo iba a abrir hace semanas, pero tenía que encargarme de la mudanza primero.
La sigo con la vista mientras se mueve de un lado a otro de la tienda, haciendo pasos suaves sobre la madera, tanto que apenas puedo oírla moverse. Tiene un porte fino y serio, posiblemente mujer de clase media, como yo, algo que tenemos en común posiblemente.
-Mi nombre es Rayner Andrews-le digo en la primera oportunidad que voltea a verme-Soy el dueño de este humilde establecimiento, asi que espero que le agrade algo de lugar.
Veo a la chica moverse por la tienda, parece curiosa, alegre, como si las plantas le fascinaran casi tanto como lo hacían a Violeta, eso me gusta. Aunque no se parece a mi esposa, ella tenía el cabello más oscuro y bueno, era más bella, incluso cuando se ahogo en la locura.
-¿Fluctuación dice? Qué extraña forma de expresarse señorita. Casi mágica-le digo sonriendo-Veo que le gusta mi lugar, lo iba a abrir hace semanas, pero tenía que encargarme de la mudanza primero.
La sigo con la vista mientras se mueve de un lado a otro de la tienda, haciendo pasos suaves sobre la madera, tanto que apenas puedo oírla moverse. Tiene un porte fino y serio, posiblemente mujer de clase media, como yo, algo que tenemos en común posiblemente.
-Mi nombre es Rayner Andrews-le digo en la primera oportunidad que voltea a verme-Soy el dueño de este humilde establecimiento, asi que espero que le agrade algo de lugar.
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Re: Wings of Change
Sérène se volvió hacia el joven de claros cabellos cuando éste se dirigió a ella, no pretendía ni quería ser descortés con el hombre. Hizo un suave asentimiento con la cabeza para hacerle entender que realmente le gustaba la tienda, disimulando cuanto pudo al darse cuenta de que había entrado sin permiso a un negocio no inaugurado. Era tarde para pedir disculpas por su atrevimiento y, además, al dueño no le pareció indecoroso por lo que tan pronto como vino su nerviosismo, éste se fue.
– La vida es magia, monsieur Andrews –murmuró la joven al tiempo que acortaba la distancia que les separaba–. Yo soy Sérène Cécéreu, encantada de conocerle –hizo una leve reverencia en señal de respeto–. Las plantas están preciosas, noto en ellas el cariño con que usted las cuida. Yo tendría... si tuviese el dinero necesario para comprarlas.
Se acercó a otra planta y tocó con suma delicadeza una de sus hojas, era sedosa, muy agradable al tacto. Aquella planta era peculiar, las hojas más bajas eran más grandes que las altas, y las florecillas, compuestas a su vez por más florecillas, amarillas crecían de mitad del blanquecino tallo hacia arriba. No lograba recordar el nombre, pero sabía que eran muy recomendables para aplacar ciertos dolores.
– La vida es magia, monsieur Andrews –murmuró la joven al tiempo que acortaba la distancia que les separaba–. Yo soy Sérène Cécéreu, encantada de conocerle –hizo una leve reverencia en señal de respeto–. Las plantas están preciosas, noto en ellas el cariño con que usted las cuida. Yo tendría... si tuviese el dinero necesario para comprarlas.
Se acercó a otra planta y tocó con suma delicadeza una de sus hojas, era sedosa, muy agradable al tacto. Aquella planta era peculiar, las hojas más bajas eran más grandes que las altas, y las florecillas, compuestas a su vez por más florecillas, amarillas crecían de mitad del blanquecino tallo hacia arriba. No lograba recordar el nombre, pero sabía que eran muy recomendables para aplacar ciertos dolores.
Sérène Casseau- Hechicero Clase Media
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Re: Wings of Change
Veo como acaricia las plantas, como si fueran una joya individual, dando brillo de diferente color cada una, una canción diferente. Le sonrío al escuchar su comentario.
-Mi plantas no son muy caras señorita Cécéreu, me he asegurado de darlas en un precio razonable y que agrade a todos-le digo-Si gusta de alguna sólo pídamela. Hay plantar que han viajado kilómetros solamente para ser acariciadas por unas manos suaves cada mañana.
Mientras ella mira las plantas busco con la vista algún rastro de la magia que realice hace unos momentos, sigo pensando que estaría acabado si alguien viera de lo que soy capaz.-¿Pero si la muchacha es una bruja también? Debo de recordar que la mayoría de los que han cruzado esa puerta no han sido humanos.
-Y cuénteme, Señorita Cécéreu ¿Qué busca en especial? Algo para decorar su hogar, su jardín o para alguien más. Todo puede estar aquí-le digo sonriendo mientras la sigo con la vista.
Sus sentimientos están calmos, tranquilos, una buena señal de que no se siente incómoda, podría ser que no sea humana.
-Mi plantas no son muy caras señorita Cécéreu, me he asegurado de darlas en un precio razonable y que agrade a todos-le digo-Si gusta de alguna sólo pídamela. Hay plantar que han viajado kilómetros solamente para ser acariciadas por unas manos suaves cada mañana.
Mientras ella mira las plantas busco con la vista algún rastro de la magia que realice hace unos momentos, sigo pensando que estaría acabado si alguien viera de lo que soy capaz.-¿Pero si la muchacha es una bruja también? Debo de recordar que la mayoría de los que han cruzado esa puerta no han sido humanos.
-Y cuénteme, Señorita Cécéreu ¿Qué busca en especial? Algo para decorar su hogar, su jardín o para alguien más. Todo puede estar aquí-le digo sonriendo mientras la sigo con la vista.
Sus sentimientos están calmos, tranquilos, una buena señal de que no se siente incómoda, podría ser que no sea humana.
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Re: Wings of Change
Si bien monsieur Andrews le aseguró que el precio de las plantas no era excesivo, Sérène no podía permitirse el lujo de gastar un solo franco más por aquél día. Por si acaso, tanteó el peso de la bolsita que empleaba para guardar sus monedas, escondida dentro de un pequeño forro en el interior de la bolsa más grande, para confirmar sus sospechas. Aquella noche no podría cenar, pensó algo desanimada la joven hechicera, como tampoco podría llevarse ninguna de aquellas hermosas y prácticas plantas. Por lo que sonrió sinceramente al hombre, aunque sin ánimos para responder al primer comentario.
– No, no buscaba nada en especial –dudo unos segundos antes de proseguir–. Siéndole sincera… no sé cómo he llegado hasta aquí… Paseaba disfrutando del sol primaveral cuando, al darme cuenta, estaba frente a su tienda, contemplando los hermosos árboles que tiene en la entrada. Luego he visto las sombras que usted ha creado y he entrado.
Sonrió ampliamente, sin temor. Cada minuto que pasaba le servían a Sérène para cerciorarse de que la sombra que en un principio la había alarmado era en verdad el resultado de alguna especie de encantamiento o algo por el estilo. Eso hizo que se cuestionara cómo hacerle entender a monsieur Andrews que ella también era una hechicera, si no lo había hecho ya era por el temor a equivocarse y delatarse ante alguien que podía acusarla a las autoridades.
– No, no buscaba nada en especial –dudo unos segundos antes de proseguir–. Siéndole sincera… no sé cómo he llegado hasta aquí… Paseaba disfrutando del sol primaveral cuando, al darme cuenta, estaba frente a su tienda, contemplando los hermosos árboles que tiene en la entrada. Luego he visto las sombras que usted ha creado y he entrado.
Sonrió ampliamente, sin temor. Cada minuto que pasaba le servían a Sérène para cerciorarse de que la sombra que en un principio la había alarmado era en verdad el resultado de alguna especie de encantamiento o algo por el estilo. Eso hizo que se cuestionara cómo hacerle entender a monsieur Andrews que ella también era una hechicera, si no lo había hecho ya era por el temor a equivocarse y delatarse ante alguien que podía acusarla a las autoridades.
Sérène Casseau- Hechicero Clase Media
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Re: Wings of Change
Así que si vio el espectáculo de luces previo a su entrada a la tienda, debo de ingeniármelas para desviar el tema.
-¿Sombras dice? No recuerdo haberlas visto-le digo sonriendo-Tal vez algún brujo vino a maldecir mi establecimiento sin que yo me diera cuenta. Parece que esa gente le gustan las llevas que vendo aquí, se dice que las usan para sus fines.
Pienso en lo que acabo de decir y si yo fuera un humano escuchándome, no creería nada de esto ni por un segundo, ya había llamado a gritos a la gente para que viniera a quemar mi establecimiento y desaparecerme de las faz de la tierra.
-No es creíble ¿Verdad? Debería de tener mas cuidado con las cosas que hago aquí-le digo sonriendo.
Muevo la mano derecha, al hacerlo una escoba y recogedor surgen de un rincon alejado de la tienda, avanzan como si tuvieran vida propia y comienzan a limpiar algunas chispas pequeñas que aun pude ver en el suelo. Lo hacen con tal maestría, como si unas manos los movieran.
-A juzgar por su total tranquilidad al hablar, usted también es una hechicera ¿Verdad?
-¿Sombras dice? No recuerdo haberlas visto-le digo sonriendo-Tal vez algún brujo vino a maldecir mi establecimiento sin que yo me diera cuenta. Parece que esa gente le gustan las llevas que vendo aquí, se dice que las usan para sus fines.
Pienso en lo que acabo de decir y si yo fuera un humano escuchándome, no creería nada de esto ni por un segundo, ya había llamado a gritos a la gente para que viniera a quemar mi establecimiento y desaparecerme de las faz de la tierra.
-No es creíble ¿Verdad? Debería de tener mas cuidado con las cosas que hago aquí-le digo sonriendo.
Muevo la mano derecha, al hacerlo una escoba y recogedor surgen de un rincon alejado de la tienda, avanzan como si tuvieran vida propia y comienzan a limpiar algunas chispas pequeñas que aun pude ver en el suelo. Lo hacen con tal maestría, como si unas manos los movieran.
-A juzgar por su total tranquilidad al hablar, usted también es una hechicera ¿Verdad?
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Re: Wings of Change
El hecho de imaginar a un brujo malvado hechizando el establecimiento hizo que Sérène riera suavemente, aquel lugar era un paraíso para las gentes con dones, buenos o malos, así que aquella idea era absolutamente absurda. Aunque la sonrisa de monsieur Andrews le reveló que estaba de broma, por lo que ella pudo permitirse el lujo de reír.
Sérène sonrió a su vez, una vez se hubo tranquilizado en el lapso de tiempo que transcurrieron en silencio, ante el reconocimiento de la incredibilidad de las anteriores palabras pronunciadas por el mercader. Realmente aquel lugar la relajaba, cómo no iba a hacerlo si había crecido con el amor y respeto por las plantas corriendo por sus venas.
Observó, serena, los movimientos que el hombre realizaba con su mano, desviando la mirada hacia el lugar en el que procedía los ruiditos. Sonrió al ver una escoba y un recogedor limpiaban el suelo de los restos de magia, cuando estuvieron cerca de Sérène, ésta se apartó, con cuidado de no romper o lastimar nada, para que los objetos animados pudieran trabajar sin ninguna dificultad.
– Ambos dominamos las artes mágicas, monsieur –afirmó Sérène, volviéndose de nuevo hacía su interlocutor–. Mis dudas respecto a esta inesperada coincidencia han quedado resueltas. Estaba destinada a encontrarme con usted.
Agarró suavemente los laterales de su vestido, flexionando un poco sus rodillas, realizando así una reverencia. En más de una ocasión se había preguntado si había algún hechicero en la ciudad, además de si existiría un establecimiento dedicado a la jardinería. Aunque aquella palabra no estaba a la altura de lo que en aquellos momentos veía. Sonrió al verse tocada por la mano de la fortuna.
Sérène sonrió a su vez, una vez se hubo tranquilizado en el lapso de tiempo que transcurrieron en silencio, ante el reconocimiento de la incredibilidad de las anteriores palabras pronunciadas por el mercader. Realmente aquel lugar la relajaba, cómo no iba a hacerlo si había crecido con el amor y respeto por las plantas corriendo por sus venas.
Observó, serena, los movimientos que el hombre realizaba con su mano, desviando la mirada hacia el lugar en el que procedía los ruiditos. Sonrió al ver una escoba y un recogedor limpiaban el suelo de los restos de magia, cuando estuvieron cerca de Sérène, ésta se apartó, con cuidado de no romper o lastimar nada, para que los objetos animados pudieran trabajar sin ninguna dificultad.
– Ambos dominamos las artes mágicas, monsieur –afirmó Sérène, volviéndose de nuevo hacía su interlocutor–. Mis dudas respecto a esta inesperada coincidencia han quedado resueltas. Estaba destinada a encontrarme con usted.
Agarró suavemente los laterales de su vestido, flexionando un poco sus rodillas, realizando así una reverencia. En más de una ocasión se había preguntado si había algún hechicero en la ciudad, además de si existiría un establecimiento dedicado a la jardinería. Aunque aquella palabra no estaba a la altura de lo que en aquellos momentos veía. Sonrió al verse tocada por la mano de la fortuna.
Sérène Casseau- Hechicero Clase Media
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Re: Wings of Change
Regreso su saludo, haciendo una reverencia inclinando medio cuerpo un poco. Le sonrío ante su gesto.
-Hay muchos de nosotros por esta ciudad, señorita. Escondidos entre la gente, ocultos de ellos para que no acaben con nosotros-miro las paredes mi humilde establecimiento mientras hablo-este lugar existe para ayudarnos, donde encontraremos refugio.
Me muevo a la puerta de entrada y cambio el letrero a cerrado, trancando el lugar. Me dirijo hacia ella y le acaricio su hombro, dándole a entender que me acompañase.
-Esta tienda es más de lo que aparenta, no solamente da suministros a las personas como nosotros, va más allá de solo eso. Para escapar de aquellos que nos quieren asesinar, cree algo más que lo que se puede ver a simple vista.
Tomo su mano con cuidado y despacio pongo su palma pegada a la mía. Un haz de luz amarilla sale de entre los dos y comienza a rodearnos las manos, hasta desaparecer en la punta de los dedos. La tienda parece suspirar, las plantas se mueven como si el aire expulsado las acariciara.
La mesa del centro comienza a caminar como si fuera un ser de cuatro patas, el tapete bajo de ella se arrastra como gusano, dejando el piso reluciente bajo de el. Este mismo suelo, comienza a abrirse, formando rápidamente escalera que se dirigen hacia un oscuro lugar. En un instante lo que parece un sótano, se iluminan tanto que la luz nos llega a los dos.
Desde nuestro lugar, se puede apreciar una mesa de mantel blanco, con un florero transparente, con agua, pero sin flores. Sillas de madera, relucientes bien cuidadas y una serie de estantes con cajones blancos alrededor de las paredes.
-Un refugio temporal, para aquellos que escapan-le digo separando mi mano de la suya.
-Hay muchos de nosotros por esta ciudad, señorita. Escondidos entre la gente, ocultos de ellos para que no acaben con nosotros-miro las paredes mi humilde establecimiento mientras hablo-este lugar existe para ayudarnos, donde encontraremos refugio.
Me muevo a la puerta de entrada y cambio el letrero a cerrado, trancando el lugar. Me dirijo hacia ella y le acaricio su hombro, dándole a entender que me acompañase.
-Esta tienda es más de lo que aparenta, no solamente da suministros a las personas como nosotros, va más allá de solo eso. Para escapar de aquellos que nos quieren asesinar, cree algo más que lo que se puede ver a simple vista.
Tomo su mano con cuidado y despacio pongo su palma pegada a la mía. Un haz de luz amarilla sale de entre los dos y comienza a rodearnos las manos, hasta desaparecer en la punta de los dedos. La tienda parece suspirar, las plantas se mueven como si el aire expulsado las acariciara.
La mesa del centro comienza a caminar como si fuera un ser de cuatro patas, el tapete bajo de ella se arrastra como gusano, dejando el piso reluciente bajo de el. Este mismo suelo, comienza a abrirse, formando rápidamente escalera que se dirigen hacia un oscuro lugar. En un instante lo que parece un sótano, se iluminan tanto que la luz nos llega a los dos.
Desde nuestro lugar, se puede apreciar una mesa de mantel blanco, con un florero transparente, con agua, pero sin flores. Sillas de madera, relucientes bien cuidadas y una serie de estantes con cajones blancos alrededor de las paredes.
-Un refugio temporal, para aquellos que escapan-le digo separando mi mano de la suya.
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Re: Wings of Change
Una nueva puerta llena de posibilidades se abrió para Sérène tras la afirmación monsieur Andrews. La joven nada más llegar a París tras su largo viaje desde su ciudad natal, conoció a mademoiselle Kim, que resultó ser una compañera de talento, pero hasta aquellos instantes no había compartido conversación alguna con ningún otro, por lo que no sabía cuántos humanos con poderes vivían o paseaban por las calles parisinas. Tener ese conocimiento supuso un alivio. No era ingenua, sabía que no eran una especie en peligro de extinción, lo que ocurría era que no sabía cómo o dónde encontrarlos.
Sérène se limitó a seguir con la mirada cómo el hombre cambiaba la posición del letrero, quedando la palabra “abierto” mirando hacia el interior del establecimiento, aquello no le causó buena espina pero no sentía que emanasen malas intenciones. Tampoco rechazó la acaricia, que sintió a través de las telas de su vestido, aunque creyó que estaba algo fuera de lugar. La sibila permitió que las palmas de sus manos se juntaran, sin llegar a sobresaltarse por el destello amarillo que brotó de la unión y que instantes después les envolvió sendas extremidades para desvanecerse luego entre la punta de sus dedos.
Se extrañó de la libertad de demostración mágica que aconteció después. Miró maravillada los movimientos que la mesa central comenzó a realizar, moviéndose para mostrar el tapete que a su vez se movía, para dejar paso libre hacia unas escaleras que conducían hacia el interior de la tierra bien iluminada. La hechicera sonrió cuando distinguió una serie de muebles, sin duda con la finalidad de hacer más cómoda una estancia soterrada. La sibila despegó la mirada de la mesa y la volvió hacia la clara mirada de monsieur Andrews cuando éste le habló.
– ¿Cuanto hace que está usted aquí? –le preguntó, cuestionándose a sí misma el motivo por el cual no había oído hablar de él.
Sérène se limitó a seguir con la mirada cómo el hombre cambiaba la posición del letrero, quedando la palabra “abierto” mirando hacia el interior del establecimiento, aquello no le causó buena espina pero no sentía que emanasen malas intenciones. Tampoco rechazó la acaricia, que sintió a través de las telas de su vestido, aunque creyó que estaba algo fuera de lugar. La sibila permitió que las palmas de sus manos se juntaran, sin llegar a sobresaltarse por el destello amarillo que brotó de la unión y que instantes después les envolvió sendas extremidades para desvanecerse luego entre la punta de sus dedos.
Se extrañó de la libertad de demostración mágica que aconteció después. Miró maravillada los movimientos que la mesa central comenzó a realizar, moviéndose para mostrar el tapete que a su vez se movía, para dejar paso libre hacia unas escaleras que conducían hacia el interior de la tierra bien iluminada. La hechicera sonrió cuando distinguió una serie de muebles, sin duda con la finalidad de hacer más cómoda una estancia soterrada. La sibila despegó la mirada de la mesa y la volvió hacia la clara mirada de monsieur Andrews cuando éste le habló.
– ¿Cuanto hace que está usted aquí? –le preguntó, cuestionándose a sí misma el motivo por el cual no había oído hablar de él.
Sérène Casseau- Hechicero Clase Media
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Fecha de inscripción : 11/04/2011
Localización : Recorriendo las calles de París...
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Re: Wings of Change
Miro sorprendido mi creación, siempre que veo lo que he hecho, me sorprende. Claro está, perdí mucho dinero en la construcción del lugar, pero la tienda me ha mantenido, aunque no será fácil dejar de ser de una clase media, como la que soy.
-Sólo unos meses-le respondo a la bruja-me he esforzado muchísimo par hacer este lugar.
Camino hacia la mesa y el tapete, el cual se enrollo por si mismo y se puso de pie recargado en la pared.. El polvo que salió de él, prontamente es barrido por una escoba que camina por si misma con aire algo prepotente.
-Perdone, mis hechizos suelen llevarse algo de mi peor lado, como el egocentrismo-le digo al apuntar a la escoba presumida que barre con orgullo-pero funcionan, eso es lo bueno.
La mira por primera vez con detenimiento, sin duda una bruja de clase media, como yo. Somos los brujos más fáciles de atrapar, debido a que los ricos ocultan su magia con dinero y los pobres no llaman la atención de los mortales. Tanto ella como yo, somos blancos fáciles.
-Por cierto, disculpe tocarla hace unos momentos, sentí algo de estrés en sus emociones, no piense mal, la guarida se abre en cuanto se tiene contacto con otro mago y al tocarle el hombre me aseguraba que lo fuera.
Camino hacia la escalera y comienzo a bajar, dejándome ver, aparte de la mesa, sillas y estantes, aberturas en la pared lisa de color blanco. Hay colchones en dichas aberturas, acomodados con sabanas y un buen espacio para que alguien adulto pueda dormir cómodamente. Están organizadas en líneas de tres, para que varias personas puedan vivir en la habitación, que aun parece tener mucho más espacio disponible para, incluso, introducir mas de cuatro camas individuales.
-Adelante, si gusta ver, aunque debo de decirle que me avergüenza tener tanto espacio libre
-Sólo unos meses-le respondo a la bruja-me he esforzado muchísimo par hacer este lugar.
Camino hacia la mesa y el tapete, el cual se enrollo por si mismo y se puso de pie recargado en la pared.. El polvo que salió de él, prontamente es barrido por una escoba que camina por si misma con aire algo prepotente.
-Perdone, mis hechizos suelen llevarse algo de mi peor lado, como el egocentrismo-le digo al apuntar a la escoba presumida que barre con orgullo-pero funcionan, eso es lo bueno.
La mira por primera vez con detenimiento, sin duda una bruja de clase media, como yo. Somos los brujos más fáciles de atrapar, debido a que los ricos ocultan su magia con dinero y los pobres no llaman la atención de los mortales. Tanto ella como yo, somos blancos fáciles.
-Por cierto, disculpe tocarla hace unos momentos, sentí algo de estrés en sus emociones, no piense mal, la guarida se abre en cuanto se tiene contacto con otro mago y al tocarle el hombre me aseguraba que lo fuera.
Camino hacia la escalera y comienzo a bajar, dejándome ver, aparte de la mesa, sillas y estantes, aberturas en la pared lisa de color blanco. Hay colchones en dichas aberturas, acomodados con sabanas y un buen espacio para que alguien adulto pueda dormir cómodamente. Están organizadas en líneas de tres, para que varias personas puedan vivir en la habitación, que aun parece tener mucho más espacio disponible para, incluso, introducir mas de cuatro camas individuales.
-Adelante, si gusta ver, aunque debo de decirle que me avergüenza tener tanto espacio libre
Invitado- Invitado
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