Lèvres qui se sentait comme à l'intérieur d'une rose [Daniel]

por **Melinda Chavànnell** Mar Mayo 24, 2011 8:46 am

Aquella era una mañana radiante y soleada que te invitaba a salir y caminar con libertad por los recobecos y lugares de París. Madrugué y me levanté al alba ataviándome con un ligero vestido de color blanco roto adornado con alguna que otra flor en color verde lima. Cogí un pequeño sombrero con un tocado que no fuera extravante y lo deposité sobre mi cabeza dejando suelto el resto de mis cabellos. Bajé las escaleras de la mansión sin hacer apenas un ruido, para a continuación huir en dirección al puerto francés.

Anhelaba el olor salado de la brisa de aquel lugar, el canto de las gaviotas y el rumor de las olas rompiendo contra las rocas y sobre todo, anhelaba aquella sensación de libertad que me transmitía aquel lugar. Caminé por las calles de París hasta llegar a mi destino, y una vez allí me empapé de todas aquellas deliciosas sensaciones que tanto me gustaban. Y fue entonces cuando lo divisé, mi lugar predilecto, el lugar en el que solía jugar cuando era una niña con un viejo amigo al que hacía mucho tiempo que no veía... Daniel ¿habría cambiado mucho? no lo sabía... Una pequeña sonrisa se esbozó entre mis labios al recordar todas y cada una de las fechorías que habíamos realizado y un deseo irrefrenable de subir al faro inundó mi corazón.

Observé a un lado y a otro cerciorándome que nadie reparaba en la presencia de una dama sola, caminé hasta el penacho de rocas y descalcé mis pies para no caerme por culpa de los tacones de mis zapatos. Miré hacia arriba y comencé aquella trabajosa escalada mientras mis brazos se agarraban a las rocas para ayudarme a caminar con mayor facilidad y al fin llegué, el pequeño y viejo faro que había sido sustituido el siglo pasado por otro mucho mayor en la otra punta del puerto. Mis dedos acariciaron la áspera madera de la puerta y mis manos la empujaron dejandome libre el paso para entrar

por **Daniel Blackwood** Jue Mayo 26, 2011 4:17 am

El sol de la tarde entraba vago por la ventana del estudio, iluminaba un vaso de agua vacio esparciendo colores sobre la hoja en blanco en la que estaba escribiendo durante un par de horas. Noté los músculos de la espalda entumecidos, así que procedí a estirarme y al abrir los ojos miré al reloj de la pared.

Me había dado un baño rápido y había peinado mi pelo, que al final se mostraba rebelde y volvía al sitio que le correspondía, suspiré y en ropa interior procedí a abrir el armario de mi cuarto.
Cogí un pantalón beige, una camisa blanca y el chaleco y chaqueta azules, no me puse nada en el cuello. Hacia realmente mucho tiempo que no disfrutaba de un paseo, llevaba apenas dos semanas en parís y decidí pasar por el sitio en el que solía venir a veranear con mi padre cuando atendía negocios en parís.

Estaba bastante lejos así que pedí a mi amigo el cochero Alan, que me llevara hasta el puerto de París.

Al bajar del coche una bocanada de aire cargado de olor marino y sal, inundo mis pulmones, el viento despeinaba mi pelo y la brisa primaveral procedía cálida. Decidí así quitarme la chaqueta y andar hacia el viejo faro. Se erguía ajado, víctima del tiempo y el salitre, lleno de recuerdos de gente enamorada, de historias de navegantes y sobre todo del recuerdo de una chica joven, de cabello rubio que solía jugar conmigo cuando éramos pequeños. Melinda, creo que se llamaba, se me dan mal los nombres y habiendo pasado 7 u 8 años no quiero imaginarme.

Subí las resbaladizas rocas, manchándome un poco el pantalón y viendo la maravillosa vista metí las manos en los bolsillos y sonreí con nostalgia. Era uno de los pocos recuerdos infantiles que lograban sacarme al menos una sonrisa.

Mi curiosidad después de contemplar el puerto desde ahí arriba, se centro en la ajada puerta de madera, levantada y casi podrida, el picaporte de hierro estaba oxidado. Avancé hasta ella y estiré el brazo con intención de empujar la puerta. Cuando una fuerza del otro lado empujo la puerta y me hizo retroceder para atrás asustado y caer al suelo. Cuando levante la cara para ver quien había empujado la puerta, vi a una chica de pelo rubio que me miraba con preocupación y a la vez con curiosidad.

-No se preocupe señorita, estoy bien-dije incorporándome-Siento haberla asustado…l-la mire a los ojos y fruncí el ceño en señal de curiosidad y sonriendo volví a añadir- Su rostro me es familiar...

por **Melinda Chavànnell** Jue Mayo 26, 2011 11:37 am

!Qué infinidad de bellos recuerdos! Recuerdos en los que ambos aparecíamos tumbados en el suelo mientras tratabamos de averiguar el nombre de las estrellas del cielo, amaneceres en los que observábamos con curiosidad la carga y descarga de objetos de la mar ya fueran peces, ron o incluso algún tesoro... Recuerdos, eso eran lo que eran simples recuerdos... desde hacía unos siete años no había vuelto a ver a aquel chico de pelo moreno y rebelde que conseguía dibujar una sonrisa en mis labios cada mañana, ese chico que se reía al verme ataviada con pantalones de mi hermano para así parecer un bellaco pirata y jugar con él... un joven que había sido por poco tiempo mi único amigo y la primera persona por la que me plantee si sentía algo más que una mera y vanal amistad...

Los recuerdos habían dejado paso al polvo y al abandono de los años, que había convertido aquel mágico lugar en un lugar desvencijado y mugriento... una lástima sin duda. Mis manos recorrieron las ásperas paredes de la estancia pintadas con la cal de los marineros, y mi cuerpo se giró una vez más para divisar el mar, el horizonte... el lugar habría empeorado, pero sin duda la vista seguía siendo igual de bella, igual de magnífica.

Un breve suspiro escapó de entre mis labios, un suspiro nostálgico que me hizo cerrar los ojos y recordar su pelo, su risa sus ojos color avellana... Daniel... Daniel Blackwood un chico curioso que, probablemente no volvería a ver... un chico que me enseñó a bailar cuando yo era tan sólo una niña de once tiernos e infantiles años... un chico que me descubrió muchas cosas que otros siempre trataron de ocultarme... Abrí mis ojos con cierta pena por no poder volver a vivir aquellos maravillosos momentos a su lado, calcé mis pies con los incómodos zapatos de tacón y caminé hasta la puerta. De nuevo se había quedado encallada y no era capaz de moverla ni un pequeño centímetro. Respiré y cogí todas mis fuerzas para empujarla y entonces escuché aquel ruido, el ruido que emite un objeto cuando choca contra algo.

Salí al exterior y pude ver a un hombre con gesto asustado. Su rostro me resultaba familiar pero... sin duda no sabía de qué. Disculpeme Monsieur le juro que no sabía que había alguien al otro lado... me acerqué a él lentamente posando mis delgados dedos sobre la zona en la que le había golpeado... Escuché sus palabras y levanté mi mirada posandola sobre la suya... una ráfaga de viento inesperada agitó nuestra ropa y cabellos, y al observar la rebeldía de éstos no tuve dudas de quién se trataba ¡Daniel! dije lanzandome a sus brazos sin poder creer que él estuviera allí

por **Daniel Blackwood** Sáb Mayo 28, 2011 9:23 am

Un bocanada de aire nostalgico, con salitre y perfumen agitarón mi cabeza cuando de los labios de la joven salió mi nombre exclamado.

Melinda, la dulce y divertida Melinda Chavannell que habia vuelto a ese lugar tan especial que habiamos compartido.-Melinda-conteste cuando se abalanzo sobre mí euforica al verme. Me la abrace muy fuerte riendome como un loco y lanzandola al aire.-Hacía mucho tiempo que no te veia, precisamente he venido aquí recordando los momentos que pasamos de niños aquí.No creia volverte a ver y fijate, apareces empujando una puerta y derribandome a mi contra el suelo-Me rei y ella también lo hizo-¿Cómo estás?-Esperaba su respuesta aun sonriendo como si me hubieran dado el mejor regalo por navidad sin serlo.

Me puse a contemplarla y habia cambiado mucho, eres alta, joven guapa y lucia un pelo dorado y largo. La cara se la habia afinado y demostraba más dulcura y sofisticación que cuando eramos pequeños. Estaba realmente guapa y se debió de dar cuenta de lo que pensaba mientras esperaba su respuesta porque se me quedó mirando antes de contestarme.

por **Melinda Chavànnell** Mar Mayo 31, 2011 2:53 pm

reí ante sus palabras analizando su rostro, algo más cambiado de lo que yo recordaba. Sus ojos habían perdido cierto brillo de travesura que antes tenía, sus labios se habían vuelto algo más finos y su cuerpo había dejado de parecerse al de un palo de escoba para darle ahora una composición atlética y atractiva, sin duda tendría a mil y una mujeres tras él deseando convertirse en un futuro en la señora Blackwood.

Vino a mi memoria un vago recuerdo, nuestro último encuentro. Esa vez, yo había cortado un mechón de mis cabellos y lo había trenzado para entregarselo y que así, siempre me tuviera presente en sus recuerdos. ¿Lo seguiría conservando o... como yo suponía se habría desecho de él a los pocos meses?

- Es curioso, precisamente tu recuerdo ha sido el que me ha empujado a venir al puerto y... cuando he visto este faro desvencijado al abrir la puerta tenía la ilusión de encontrarte tras ella como cuando éramos niños, reprimiéndome por ser impuntual a nuestras citas - rei con ligereza y jovialidad, notando como sus ojos se posaban sobre los míos para a continuación analizar cada parte de mi cuerpo, jugando a las semejanzas y las diferencias ¿habría cambiado yo tanto para él como él había cambiado para mi?

Aguardé a que acabara con su exploración a lo largo de mi cuerpo para responder a su pregunta con una sonrisa en mis labios No puedo quejarme, tengo buena salud, algún que otro pretendiente, unos más agradables que otros todo hay que decirlo y... no sé sin más. Y tú Daniel.... ¿ya has encontrado a una bella dama que ocupe tus pensamientos en los días y en las noches o... sigues a la espra de la mujer perfecta para ello?

por **Daniel Blackwood** Miér Jun 01, 2011 4:20 pm

Miré hacia abajo sonriendo ante la pregunta y mi mano busco revolverme el pelo con nerviosismo. Era difícil responder a esa pregunta porque no había tenido a nadie importante desde que llegué a parís.-Pues…-Dije avergonzado-…la verdad es que he tenido varis cruces de miradas y he coqueteado con alguien, pero desde mi estancia indefinida en parís no he vuelto a saber nada. No encuentro a ninguna mujer que realmente llame mi atención y me sienta cómodo a su lado-Esto se lo dije mirándola a los ojos con una sonrisa y casi los ojos cerrados como se me quedaban al reírme.-Pero bueno no hablemos de eso, estas realmente preciosa-la dije cogiéndola de la manos y echándome hacia atrás-Me alegro tanto de verte, me siento realmente solo y perdido en parís. Aunque tengo un trato bastante estrecho con una dama, la estoy ayudando recientemente a abrir una pequeña tienda de ropa. ¿y tú qué haces, a qué te dedicas?

Estaba realmente feliz, lleno de entusiasmo y por un momento desee que no se separara de mi lado, estaba cómo, estaba feliz y sentía un extraño calor y nostalgia que hacía mucho tiempo que no sentía. La miré a los ojos contemplando sus gestos y me fije en que la sonrisa apenas la había cambiado seguía teniendo la misma sonrisa y mirada risueña y sincera que siempre me brindaba. Desee abrazarla, pero me contuve, quizás ella se sintiera violenta al haber pasado tanto tiempo y al no haber estado presente en su vida. Demasiada poca confianza y demasiado poco tiempo a su lado.

por **Melinda Chavànnell** Sáb Jun 04, 2011 5:10 pm

Rei ante sus gestos y palabras, los mismos que me recordaban a aquel muchacho tímido y a la vez rebelde que jugaba conmigo cada día... Así que... el casanova de Daniel Blackwood ha encontrado a una bella dama parisina que quizá... le haya robado el corazón con sólo una mirada o... ¿es tan sólo una agradable compañía a quien contar tus ocultos secretos Daniel? - dije antes de soltar una ligera risa, jovial y cristalina.

Agaché mi rostro con cierta preocupación de que él pensara que aquel comentario estaba fuera de lugar, aunque pensándolo bien... ¿desde cuando nuestra amistad se regía por el decoro? Nunca había sido así y no iba a dejar que un simple protocolo cambiara o deteriorara tantos y tantos momentos de risas. Levanté mi mirada y encontré la suya examinando mi cuerpo, notando como dudaba entre estrecharme entre sus brazos o besarme la mano.

Sonreí y me acerqué con lentitud a él, para a continuación depositar un suave y largo beso sobre su mejilla izquierda para a continuación susurrar con voz melodiosa en su oido - No seas remilgado Daniel... sigo siendo la misma Melinda con la que jugabas de pequeño y la misma a la que no te importaba tirar al agua aunque llevara el vestido más pesado de la tierra... -

por **Daniel Blackwood** Lun Jun 13, 2011 4:16 am

No pude más que ofrecerla toda mi alegría, había pasado mucho tiempo esperando para verla cuando decidí levantarse esa mañana y acudir al sitio en el que jugábamos de niños para encontrarme no a una niña sino a una joven de físico excelente y maravillosa sonrisa.

Me sentí tranquilo al verla como cuando era pequeño, sonreí a su beso y recordé las veces que corríamos por aquel puerto manchándonos y mojándonos. Como si no hubiera un mañana. Recordé las caras de nuestros padres regañándonos por haber destrozado las ropas que llevábamos y volví a sonreírla está vez cerrando casi los ojos con una carcajada sincera-Sigue sin importarme tirarte al agua, pero veo que el vestido que llevas no es como los de hace muchos años, estás mucho más guapa y espectacular, pero los ojos y la sonrisa me siguen diciendo que eres la misma niña de siempre ansiosa por descubrir nuevos sitios y aventuras- No pude dejar de abrazarla, me había hecho mucha ilusión encontrarme con ella, significaba que ese sitio era especial para los dos y que por caprichos del destino nos encontramos allí juntos de nuevo.

-Tantos años han pasado…-suspiré-cuéntame..¿a qué te dedicas?- Me senté en el suelo mirándola y extendiendo las piernas y ella se deslizo suavemente hacia abajo sentándose a mi lado sin importarla mancharse el vestido que antes había dicho que no mojaría. Melinda escuché atentamente su respuesta y supe que estaríamos un buen rato recordando anécdotas de pequeños y el dichoso faro. El faro de todos los veranos. La eché realmente de menos no podía negarlo.

por **Melinda Chavànnell** Miér Jun 15, 2011 1:08 pm

Reí sonoramente ante su comentario, pero pronto esta jovial risa se vio acompañada por un notable rubor que ahora teñía mis bronceadas mejillas. Levanté lentamente la mirada y mis labios se movieron tratando de buscar las palabras adecuadas para él pero no... con él no necesitaba las palabras adecuadas, simplemente necesitaba ser yo misma, no necesitaba nada más porque ambos sabíamos que podíamos ser totalmente francos el uno con el otro, al igual que sabíamos que las formalidades entre ambos sólo eran una decoración pomposa y excesiva de nuestros sentimientos y palabras. Sonreí de nuevo, quizá reflejando en aquella sonrisa un leve atisbo de la niña que no hacía mucho había dejado de ser.

- Tienes razón, este vestido no es como el de los años en los que estábamos juntos. Aquellos eran muy bonitos pero sin duda, el cuádruple de ligeros que éste. ¿Sabes cuánto pesa llevar el cancán, la enagua, la falda del vestido, el corset y encima la blusa del vestido, y si tienes suerte, ésta no llevará chaqueta rei de nuevo de forma jovial, y mis labios se depositaron sobre su mejilla derecha, dejando un leve rastro de carmín sobre ella.

- Sigo siendo esa misma Melinda que jugaba contigo años atrás, que mi físico o mis palabras no te engañen... tú también estás... tan cambiado. Has dejado de ser ese niño flacucho y enclenque y te has convertido en un hombre... bastante atractivo y... pff madre mía que espalda y qué brazos tienes Daniel, parece mentira que seas tú. Pero sin duda, tu pelo sigue tan rebelde como siempre dije entre risas, que quedaron poco a poco silenciadas por el calor de sus brazos, que nuevamente rodeaba mi cuerpo, haciendo que una coqueta sonrisa se perfilara sobre mis labios, los viejos amigos volvían a estar juntos y ahora... no habría nada que nos consiguiera separar como ocurrió la última vez.

- ¿A qué me dedico? Pues... a no ser que desquiciar a mi hermano con mis impulsos de libertad sean un oficio.... me dedico a ser una dama de la alta sociedad, que es mucho trabajo creeme aunque... suspiré con cierta tristeza y juguetee con mis dedos acariciando la áspera madera que cubría el suelo del faro... - pronto mi dedicación será ser la señora kaufman... mi padre me ha comprometido con ese odioso hombre que hace años me humilló en público... me tumbé en el suelo recostando mi cabeza sobre sus piernas, como una niña pequeña que buscaba el amparo de su padre o su hermano mayor...

por **Daniel Blackwood** Jue Jun 23, 2011 5:56 am

¿Melinda casada? Fruncí el ceño pensando en aquello, era un joven para un compromiso tan serio.-No creo que sea lo apropiado porque intuyo que ya que no lo dices con tono apasionado y eufórico tú no amas a ese hombre y siendo como soy…-arrastra la última palabra-si te sirve de algo yo creo que los matrimonios concertados son una patochada y una pérdida de tiempo y si te obliga tu padre a casarte, entrégate a un hombre antes que ese que por lo menos tu cuerpo sea disfrutado bien-Recodé lo que había dicho de mi cuerpo y no pude evitar soltar una carcajada- y yo habré cambiado y echado más espalda..Pero tú..No te quedas atrás preciosa Melinda. Tienes las curvas más definidas, los ojos más grandes, la sonrisa más dulce, la tez más suave y porque no decírtelo, lo camuflaré en confianza. Unos pechos firmes y jóvenes-No pude evitar ruborizarme y sentí la carcajada de Melinda.

Mi mejor amiga se iba a casar con un hombre que la humillo delante de un acontecimiento social. Era lo justo que yo apoyara su decisión se me ocurrió la idea- Tengo que decirte-dije en tono serio- Me ha alegrado verte hoy, necesitaba una mano amiga-se agachó para besar la frente de Melinda y sonrió mirando al horizonte-Creo…que deberías decidir tú de quien enamorarte y casarte. Creo que eres demasiado joven como para poder lidiar tanto tiempo de pesadilla con un hombre que no te respeta-la acariciaba el pelo mientras lo decía-decidas lo que decidas hacer te apoyaré hasta el final.

Las gaviotas volaban alrededor de un pesquero que entraba tocando la bocina y soltando una nube de humo oscuro. La gente caminaba disfrutando del paseo y el vieron agitaba el pelo de Melinda que pensaba en lo que acababa de decirla.

por **Melinda Chavànnell** Jue Jun 23, 2011 9:34 am

[justify] Escuché sus palabras, dulces, comprensivas y atentas, como siempre habían sido. Esas palabras que en más de una ocasión habían conseguido consolar mis lágrimas o arrancar una sonrisa de mis rosados labios. Él estaba en lo cierto... no le amaba pero aún peor él tampoco me amaba a mi... La verdad no comprendía por qué él no deshacía esta farsa de compromiso...

Suspiré levemente y levanté mi rostro al escuchar aquella familiar y risueña risa por causa de mis comentarios - Es verdad no te rías Daniel! dije riendo ahora yo - Estoy más que segura que más de alguna jovencita suspira cada vez que pasas delante de ella... ¿o acaso me equivoco Blacwood? - dije entre risas que pronto se transformaron en un más que notable sonrosado rubor que cubría mis mejillas - Tampoco... tampoco soy tan atractiva Daniel... hay muchas mujeres mucho más exuberantes y exóticas que yo

Jugué nerviosamente con los bordes de encaje de mi vestido, no estaba acostumbrada a recibir piropos de la gente y no sabía por qué pero en esas situaciones me gustaba pasar desapercibida a diferencia de muchas de las damas parisinas que deseaban que todos las piropearan. Sus cálidos labios besaron mi frente y una sonrisa tímida se dibujó entre las comisuras de mis labios Yo también te he echado tanto de menos... no he tenido durante este tiempo que hemos estado alejados a alguien a quien pudiera contar sin ningún temor o vergüenza todo aquello que pasaba por mi mente y... justo ahora que es cuando más necesito a alguien así se han escuchado mis plegarias y estamos juntos de nuevo...

Me recosté sobre sus piernas, como cuando éramos niños, dejando que él acariciara mis rubios y sedosos cabellos. Mis ojos se cerraron al escuchar aquel delicioso ruido de la bocina del barco, un ruido que para muchos resultaría infernal, estridente... pero para mí sólo significaba el recuerdo de un tiempo mejor

- Yo... sólo espero que no me fuerce a nada Daniel... y sobre todo que no resulte ser alguien violento... si es al contrario creo que ni yo misma podría resistirlo, te lo aseguro

por Contenido patrocinado

Lèvres qui se sentait comme à l'intérieur d'une rose [Daniel]

Lèvres qui se sentait comme à l'intérieur d'une rose [Daniel]

Re: Lèvres qui se sentait comme à l'intérieur d'une rose [Daniel]

Re: Lèvres qui se sentait comme à l'intérieur d'une rose [Daniel]

Re: Lèvres qui se sentait comme à l'intérieur d'une rose [Daniel]

Re: Lèvres qui se sentait comme à l'intérieur d'une rose [Daniel]

Re: Lèvres qui se sentait comme à l'intérieur d'une rose [Daniel]

Re: Lèvres qui se sentait comme à l'intérieur d'une rose [Daniel]

Re: Lèvres qui se sentait comme à l'intérieur d'une rose [Daniel]

Re: Lèvres qui se sentait comme à l'intérieur d'une rose [Daniel]

Re: Lèvres qui se sentait comme à l'intérieur d'une rose [Daniel]

Re: Lèvres qui se sentait comme à l'intérieur d'une rose [Daniel]

Re: Lèvres qui se sentait comme à l'intérieur d'une rose [Daniel]