Aclarando rumores y visitando a un buen amigo

El amable caballero que las atendió les guió hasta una sala de la casa. Bastante amplia y bien decorda. Nefertiti únicamente asintió con una sonrisa dándole a entender que le esperarían allí sin problema alguno, él podía estar ocupado y por el contrario ellos no tenían prisa alguna. Lo que si tenía claro era que de allí no se iria sin haber resuelto su duda. Si bien es cierto que tampoco corría demasiada prisa pero no era únicamente por eso; también quería verle a él. Desde que se había marchado de Alemanía no había vuelto a tener noticias suyas, y de eso ya hacía unos cuantos años. Cabe decir que hicieron muy buenas migas desde el principio, sin duda, él sería un buen amigo durante toda la vida. Y si le añadimos el echo de que, por casualidades del destino, son de la misma especie, añadimos también un vinculo que les hacía sentir todavía más profunda esa amistad. Algo que los humanos probablemente no podían llegar a sentir. Algo que ella había aprendido a lo largo del tiempo, concretamente, con la manada que la "crió" una vez se hubo transformado.

Suspiró suavemente y se sentó en uno de los sofas. Sheri por su parte admiraba todo con gran interés, a pesar de ser tan pequeño, siempre le habían asombrado mucho el tipo de casas como la que tenía Lucian. Amuebladas y decoradas con exquisito buen gusto además de antiguas. Lo que el pequeño estuviese pensando en ese momento no lo sabía, no era adivina, sin embargo su reacción era la misma para todo lo antiguo. Había algo en ello que le atraía ¿el qué? tal vez cuando creciese lo descubriria, si para entonces no se le había pasado claro está.

Sin embargo, no podía correr el riesgo de que rompiera algo por lo que enseguida le agarró por la cintura y lo subió a sus piernas. A caballito como ella solía decir. - Mira que bonito jarrón tiene esta casa Sheri - le hablaba en susurros al oido mientras le señalaba un jarron de una de las mesillas que había en la sala. - ¿Es o no bonito? - le hacía algunas carantoñas mientras hablaba, no había que olvidar que era un niño después de todo. Él por su parte asentía riendo. En momentos como ese por su mente pasaba la frase "algún día te comeré" lo único que no solía decirla en voz alta, a veces a ella misma le daba un poco de miedo que eso se convirtiera algún día en literal. Cuando se transformaba no tenía control sobre si misma y, posiblemente, no le distinguiria de cualquier otro humano. Ella se había ocupado de tenerle bien lejos de ser el caso, aún así, prefería que el momento nunca llegara. No quería comprobar si fallaría o no. Y por suerte él no llevaba sus genes. Por lo menos, el físico de su padre no era lo único que había heredado y realmente se lo agradecia. No le agradaba su situación; no quería tampoco que su hijo la sufriera.

Un olor familiar la distrajo de sus pensamientos y carantoñas hacia Sheri. Enseguida levantandose y agarrando al pequeño de la mano. Miró hacia el lugar de donde provenía y enseguida pudo verle caminar a lo lejos. Un hombre de espaldas anchas y pelo castaño, con algo de perilla que le daba un toque descuidado pero a la hora de hablar notandose que para nada lo era. Un hombre correcto y, de los pocos que le había dado una buena impresión siendo de la realeza. Tampoco había conocido a muchos, sí, pero en cuanto a hombres se refiere los que su marido le había presentado siempre eran demasiado creidos o bien tenían un ego que no les cabía en el pecho. Inclusive sin ellos saber que su matrimonio era una farsa querían "agenciarsela"; vulgarmente dicho.

Sonrió, esplendida y enormemente contenta de finalmente haberle visto sin problema alguno - Yo también me alegro de verte Lucian.. - le devolvió el beso solo que en ambas mejillas a modo de aprecio, apoyando una de sus manos suavemente en el hombro del joven; pues la diferencia de altura era bastante notable. Nefertiti siempre se había martirizado por no llegar ni al metro sesenta de alto; algo que por mucho que quisiera no cambiaria con los años, ya había crecido lo suficiente. - ¿Verdad que si lo hemos echado de menos, Sheri? - seguidamente se inclinó hacia su pequeño, cogiendolo en brazos como habia echo el mayor instantes antes.

Sheri por su parte rió y únicamente estiró los brazos hacia Lucian en señal de afecto. Nefertiti se acercó para que pudiera rodearle el cuello y así lo hizo. - Eso es un sí - rió, observandole. Sheri era de por sí un niño muy cariñoso, sin embargo, había pocos hombres con los que se llevara tan bien. Cosas de hombres. - Ya tiene cinco años y todavía no habla, creo que tendré que hacer algo - tras unos segundos, dejando que el pequeño momento de afecto transcurriera, volvió a dejarle en el suelo. Suspiró. - Eso sí, se comunica a la perfección. Siempre sabemos lo que quiere - le miró por unos segundos volviendose luego hacia Lucian - ¿Tú lo ves posible? - rió de nuevo. Estaba realmente contenta por aquel encuentro.

- Mírate, estas echo todo un hombrecito - por mucho que estas palabras le quedaran a Sheri, no, iban dirigidas hacia Lucian. Le acarició uno de sus hombros de arriba a abajo durante unos segundos, acompañando a la frase - Pero no has cambiado nada.. - habló con algo de añoranza; recordaba viejos tiempos. Agarró la mano de Sheri para que no se le escapara, era capaz de desaparecer de allí sin que se dieran cuenta con lo sigiloso que era -ya le habia ocurrido antes-; por eso había aprendido a mantenerlo siempre a su lado - Tenemos mucho que hablar - le miró sin quitar la sonrisa del rostro más esta vez con un ápice de seridad. Tenían ciertamente muchas cosas que contarse sí, y el motivo principal por el que habia ido a verle era una de ellas.

Por la manera en que Lucian trataba al pequeño podía notarse lo buen padre que sería cuando tuviera la ocasión, siempre lo había sabido, desde que se conocieron en el palacio de Alemania. Entre ellos hubo una atracción importante en su momento y por eso las palabras que le acababa de decir no pasaban desapercibidas. Derek era un estupendo hombre y ella le quería mucho, de echo, cuando se conocieron, ambos tuvieron un romance de lo más pasional. Pero todo quedó en eso, puede decirse que hubo tanta pasión concentrada en poco tiempo que luego de repente desapareció sin más, el único fruto de ese año fue Sheri, su preciado tesoro sin duda y un regalo que cada día daba gracias por haber tenido. Desde luego que no todos los días se puede tener a un niño tan precioso como el suyo, independientemente de que fuera su madre -todas las madres adoran a sus hijos- esque podía notarlo; podía notar como suscitaba envidias entre algunas de sus compañeras. Para unas envidia sana y para otras no tanto pues se armaban para criticarla por el poco parecido que tenían, por suerte, ella nunca había caido ante tales insinuaciones.

Por un momento se quedó algo absorta en sus pensamientos más el tirón en su mano de Sheri la hizo despertarse, observando que había llegado una muchacha para llevarselo a la cocina. Ella enseguida se puso en cuclillas a su lado y le arreglo la pequeña camisa que llevaba puesta - Oh mira, te van a llevar a comer un pastel de los que tanto te gustan ¿no estás contento? - rió y ella también lo hizo, acariciandole suavemente la cabeza - anda corre, pero portate bien ¿eh? hazlo por tu madre - besó su frente y le dió una pequeña palmadita en el trasero, poniendo el rostro para recibir su beso como siempre hacían cuando se despedían - ¡mama! - gritó él junto a una sonrisa, besandole la mejilla y despues corriendo hacia donde estaba la muchacha, observandoles marchar hacia donde estuviera la cocina.

- Has echo bien Lucian, es mejor que él se entretenga, por suerte no tiene que preocuparse de estos temas - su mirada estaba fija por donde se había marchado su niño y enseguida empezó a caminar tras de Lucian siguiendole hasta donde le llevara. El lugar donde acabaron era ciertamente fascinante, podía deducir que una biblioteca por la cantidad de libros que tenía - Vaya, te has echo con todo un caserón - le dió una pequeña palmada en uno de sus hombros junto a una carcajada, dirigiendose hacia lo primero que llamó su atención; el piano. Le encantaba tocarlo, desde que tuvo que aprenderlo por "ordenes" de la familia de Derek se le había dado de maravilla y muchas veces lo tocaba para su Sheri, el cual disfrutaba en cantidades con ese sonido, o por lo menos, eso le daba a entender cada vez que la arrastraba hasta el piano. Era como un "mama me aburro, toca el piano" solo que con una simple mirada era capaz de decirte las cosas. Increible en cierto modo.

Abrió la cubierta y paso el dedo por las teclas emitiendo un muy leve sonido pues no las apretó lo suficiente como para que se escucharan con toda la potencia que poseían - Sí, he venido por los rumores.. - no le miró; su vista estaba concentrada en las teclas del piano, como si solo con mirarlas pudiese tocar una melodía mentalmente. Su ofrecimiento la tomó un poco por sorpresa, haciendo así que saliera de su pequeño mundo - Oh no gracias, últimamente tengo mal el estómago y tengo que cuidar mucho lo que ingiero - alzó el rostro y le miró con una pequeña sonrisa, moviendo la mano en un gesto de agradecimiento pero de rechazo al mismo tiempo. Cerró la tapa del piano con suavidad y caminó un paso hasta apoyarse en la cola con su parte trasera, sin ejercer demasiada presión.

Se cruzó de brazos mientras miraba al suelo; no sabía muy bien como abordar el tema más le era un alivio que tal y como pensara Lucian supiera sobre ello - Bueno pues..¿es cierto? ¿se está formando un clan? - preguntó finalmente alzando el rostro para mirarle. No era habitual en ella verle con un rostro tan serio a no ser que fuera en un tema ciertamente preocupante -ella solía tomarse siempre con una sonrisa la vida- y aquel tema lo era para ella. Si de verdad había un clan es porque algo les amenazaba y de ser así significaría que tendría que estar más alerta. - Desde que he llegado a París no he tenido ningún ataque, procuro no relacionarme mucho con vampiros - murmuró y desvió algo la mirada - ahora no puedo preocuparme solo de mí, si saben que tengo un hijo será lo primero a lo que ataquen - volvió la mirada hacia Lucian con cierto tono de preocupación. Ella sabía cuidarse sola perfectamente pero a Sheri todavía le quedaba mucho por vivir y por crecer para siquiera enterarse de lo verdaderamente ocurría en ese mundo. Un mundo a parte que, por el momento, ella pretendía ocultarle hasta que no tuviera otro remedio.

Nefertiti estuvo atenta a las palabras de su amigo. Ella no sabía demasiado sobre esas cosas, solo lo justo. Y el que le sorprendiera tanto la existencía de un clan allí lo demostraba. Si bien solo conocía la manada con la que se había "criado" prácticamente, con la que había pasado sus peores momentos de aquella maldicion y los que la habían enseñado todo lo que en ese instante sabía. La cuestión era ¿Por qué ahora? ¿Por qué lo sabía en ese momento? Si eran tan misteriosos y existían desde hacía tanto tiempo bien habían mantenido guardado el secreto, por muchos rumores que hubiese, habían conseguido apagarlos. Sin embargo ahora parecía que las llamas querían resurgir y que ella lo considerara más que un simple rumor lo confirmaba. No por cualquier palabra iría a consultarselo a él. A alguien que a parte de ser un buen amigo tenía poderosos contactos con los más superiores, gente que realmente a Nefertiti no le interesaba para nada. Bastante tenía con los de su nivel, sí y de echo no estaría allí de no ser por la compañía que tenía en ese momento además de como es obvio su hijo. Todo lo hacía por él. Siempre velaba porque no le faltara de nada ni en ese momento ni nunca. Tenía que tenerlo todo listo, todas las dudas aclaradas por si le ocurría algo. Después de todo solo se tenían ambos y Derek estaba demasiado lejos como para acudir a él.

La sonrisa que le proporcionaba el hombre la tranquilizaba o, mejor dicho, alegraba. Tal vez en su rostro había demostrado demasiada preocupación y posiblemente él ya tendría suficiente con sus propios problemas. No necesitaba que nadie viniera a cargarle con otros extras, por muy amigos que fueran, Nefer nunca permitió que nadie le solucionara la vida. Aún teniendo sirvientas y multitud de personas que, supuestamente, le tenían que hacer la vida más fácil. Aún con la familia de su esposo a las espaldas a ella le gustaba hacer las cosas a su manera, por su propia cuenta y riesgo. No era orgullosa, o por lo menos no demasiado, simplemente era su vida y la única que tenía el completo derecho de encargarse de ella.

Le miró cuando sus palabras finalizaron y esbozó una suave sonrisa - Tienes razón; a mi también me interesa proteger a los míos. Aunque tengo algunas prioridades - de nuevo quiso referirse a su hijo. ¿Qué haría de no tenerlo? Para nada lo consideraba una carga, nada más lejos que eso. Pero definitivamente sin Sheri las cosas hubiesen sido muy distintas. Infinitamente distintas. Ella no estaría allí, no habría conocido a Lucian y todavía permanecería con su "familia". Posiblemente Dereck hubiese sido su primer amor, pero una página más del libro de su vida. Una página ya pasada hacia años y lo era, por la parte sentímental, claro que ¿cómo olvidarse viendo a ese hombre cada día en el rostro de su hijo? Le era definitivamente imposible. Se separó del piano y caminó hasta donde estaba él sentado, poniendose ella a su lado; de perfil. Cruzó sus piernas y las estiró ligeramente hacia detrás intentando buscar una pose lo suficientemente cómoda para relajarse a pesar de que aquel tema no podía dejar de preocuparla.

Acercó su rostro al contrario y con suavidad besó la mejilla que le caía más cerca. - Gracias, sabes que siempre puedes contar conmigo - apoyó suavemente una de sus manos en el hombro ajeno durante unos segundos y luego volvió a ponerlas sobre la tela de aquel asiento. - Y sabes que sé cuidarme sola, además, creo tú ya tienes bastante con lo que te acarrean - sonrió ligeramente cómplice, sabiendo todo lo que su cargo supondría. Y que él conocía lo mucho que ella odiaba esas cosas. No solo era su amigo, también había sido en algunos momentos su confidente y ambos se conocían perfectamente. Por extraño que pareciera dado que ambos eran personas ocupadas, en Alemania pasaron bastante tiempo juntos, el suficiente como para crear un vínculo. Un vínculo que les llevo a ciertos lugares de su vida no tan habitados por otras personas, sin embargo, Nefertiti ya había aprendido a no mezclar diferentes asuntos personales. Si algo le había enseñado la vida era a controlarse, a controlar esa parte salvaje con la que había nacido y que se había visto aumentada por sus "características" especiales. - Bueno, supongo que no queda otro remedio que entrar. - fue más bien un pensamiento en voz alta que un comentario para su compañero, no iba destinado a él - Me parece extraño que después de tanto tiempo en secreto ahora empiecen a haber altos rumores, no creo que sea una coincidencia ¿Hace cuanto que estas dentro Lucian? - alzó el rostro y le miró con sus ojos café, fijamente y con un cierto interés en la mirada. Algo le rondaba la cabeza más esta vez su semblante no demostró preocupación, la preocupación había quedado ahora en un plano atrás.

La confesión de Lucian no pudo dejar a Nefertiti sino atónita. Bueno, si, no era tan extraño que un hombre tan guapo y de su edad ya fuese buscando esposa. Pero de alguna manera nunca le imaginó pasado. Tenía un aura demasiado libre. Demasiado fuerte o mejor dicho impenetrable casi como si fuese inconquistable. Eso era lo que podía percibir ella personalmente. En algunos aspectos se parecía mucho a Derek y tal vez por eso podía llegar a conocerlo mejor que algunas otras personas, sabía cosas de su carácter de su testarudez y al mismo tiempo su fortaleza pero también su distanciamiento con los demás. Y solo por esas pocas palabras que habían intercambiado ya sabía que no había cambiado en lo absoluto durante los años de ausencia entre ellos. Y que, tal y como le había confirmado, alguien había elegido por él a su esposa. Injusto. Fue lo que pensó en ese momento. Cada uno era el dueño de su propio destino, el único con el derecho a decidir lo que era bueno para si o lo que era malo. Tal vez, la ayuda de otros no venía mal pero..en temas del corazón, no había manera de que alguien interviniese. Cuando el corazón se ponía de por medio la cosa ya estaba perdida. Lo sabía de buen grado.

Despertó de ese pequeño embobamiento que sufrió cuando le acarició la mejilla, sin que su subconsciente pasara por alto las palabras dichas despues de la noticia. Sabía que él la protegería, que protegería a Sheri y que haría todo lo necesario para que las cosas le fuesen lo más fáciles posibles. Y él sabía que Nefer haría todo lo posible para ocuparse de sus propios asuntos porque no quería cargarle con problemas de más. La caballerosidad le perdía y era algo que ella no podía tolerar, si bien, como ya dije anteriormente, algo de ayuda en determinados momentos no venía nuna mal y eso era lo que ella estaba dispuesta a aceptar. Le sonrió, acariciando la palma del otro con su mejilla durante unos segundos para después bajarla hasta su regazo, "abrazandola" con sus dos manos en una caricia significativa. Por lo menos, para ellos dos.

- Gracias Lucian, te agradezco todo lo que vayas a hacer por mi y por Sheri en el futuro. Eres demasiado caballero - no pudo resistir la tentación de alargar una de sus manos hasta el cabello de él para revolverselo. Sí, ella era ligeramente menuda para el cuerpo ajeno por lo que tuvo que casi ponerse de rodillas para alcanzarlo pero aún asi se había vuelto bastante más cariñosa desde que tenía a Sheri, ese instinto maternal que la reblandecía hasta el máximo. Porque ahora veía todo de un modo muy diferente, continuaba siendo igual de salvaje, sin embargo, tenía algo por lo que vivir. Por lo que cuidarse y algo que la hacía plenamente feliz. Algo que hasta ahora nunca había tenido. Su hijo. - Bien, estoy deacuerdo, hablemos de otras cosas y dejemos eso para luego - rió ligeramente volviendo a su sitio. No quitó la mano ajena de su regazo, no hasta que él mismo lo consideraba pues el contacto entre ellos era algo que a ella no le molestaba. Nuna le había molestado ¡Todo lo contrario! Ya hacia..bastante tiempo desde la última vez que lo había tenido cerca. Y era inevitable que algunas escenas se le vinieran a la memoria. Estaba claro, que Lucian no había sido nunca un simple amigo para ella, siempre tuvo admiración por él y visible atracción. Atracción que muy a su pesar no había sabido ocultar. Sobretodo entre ellos, su especie, se hacía mucho más notorio ese tipo de sensaciones. Lujuria, enfado, deseo, celos. Todo el mundo podía llegar a ser un libro abierto si sabías bien que puntos mirar del aura de cada uno. Y Lucia no era precisamente un inexperto licantropo. Así que intentó borrar momentaniamente esos recuerdos, no quería que el otro adivinara sus pensamientos y pudiese ponerle en un compromiso, después de todo, aquello ya había sido hacia mucho tiempo...

- Cuentame ¿Qué es eso de tu compromiso? Parece ser que me he perdido de muchas cosas - Nada más tuvo unos segundos de nostalgia antes de volver a animarse en sus propias palabras. Debía admitir que algo de cotilleo si había en la pregunta. Para qué negarlo, sí, Nefertiti era cotilla como lo podía ser cualquier otra mujer. La diferencia era que ella no intentaba disimularlo a menos que se viera sin ningúna otra alternativa por no dejar en mal a su hijo. Si. Otra cosa era que ahora ya no solo importaba lo que pensaran de ella sino también lo que iban a pensar de Sheri - Dime..¿Ha surgido algo ya? Imagino que la reina no habrá escogido precisamente a cualquier muchacha y de seguro es de las mas bellas de la corte..y tú, bueno, qué decir de ti - sonrió de medio lado y con la vista le dió un repaso de arriba a abajo. Totalmente descarada y a proposito. Tras lo cual se echo a reir - Digamos que se te da bastante bien el tema de la conquista - le miró a los ojos con ligera picardía, como una sutil indirecta sobre el pasado que compartían juntos. Y decidió proseguir con ese pequeño "interrogatorio" - Lo más importante..¿Vas a aceptar la propuesta? Están a punto de atrapar a uno de los solteros de oro de la corte..¡! - se mordió con dulzura y malicia el labio, contando la noticia como si aquello fuera el boom del siglo en el que vivían, imitando a como lo harían algunas de sus amigas y notandose que lo hacía con voz fingida.

Le resultaba tremendamente extraño hablar de matrimonio con él y no pensó que podría ser de lo primero que hablaran después de tanto tiempo sin verse. Pero había que aceptar los echos como eran. Un hombre como él no permanecería toda su vida solo. No era bueno y nunca le había gustado esa imagen de "lobo solitario" que daba. Tenía su corazón y sus sentimientos como todos. Lo más importante es que encontrara a la persona que pudiera hacerla feliz y ella haría todo lo posible por hacerlo en la medida que le fuese posible.