AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Destinos inciertos.
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Destinos inciertos.
Un viaje de mil millas
comienza con el primer paso.
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Territorio del Sacro Imperio Romano/ 7:30 pm
Desde la ventana del carruaje Milo contemplaba como el anochecer descendía por los cielos anteriormente iluminados. Se encontraba en un estado taciturno después de haber pasado la mayor parte de la tarde durmiendo, ya ni siquiera recordaba cuando había sido la ultima vez que se había permitido un descanso tan prolongado. Mucho del soldado se había quedado en Paris y ahora el hombre, el Milo sin títulos se encontraba ahí, descansado de todo. Con los hombros relajados su figura medio recostada se amoldaba al asiento con sus cojines, extendió una de sus extremidades superiores para alcanzar la botella de Jerez que se encontraba en los contenedores de alimento, hábilmente acomodada entre el hielo, la fruta fresca y los manjares de repostería.
Durante las horas matutinas en las que su bella vampireza debía rendirse al sueño, no le quedaba mucho a Milo mas que descansar y buscar las maneras de entretenerse dentro del carruaje en la espera de la noche. Había dado indicaciones estrictas al chófer y los guardias que no habría ninguna parada innecesaria o prolongada durante el día, en afán de apresurar el viaje y recluirse así mismo en el interior para proteger la situación, específicamente a la persona que dormía. Realmente no resultaba ninguna incomodidad encerrarse de esa manera, los carruajes de viaje de la nobleza se caracterizaban por ser ligeramente mas amplios de los normales, ademas el mismo Milo se había encargado de condicionar el vehículo con todas las exigencias: los asientos amplios y cojines, los contenedores de comida que ocultos entre las delicias llevaban botellas disfrazadas de licor pero con un liquido especial para el paladar de Lily y finalmente un piso falso en la misma carroza que ocultaba el ataud.
Llevado por el pensamiento los ojos de Milo viajaron a la puerta oculta del piso, alcanzo el destapa corchos y abriendo su botella con facilidad. Torció sus labios en una sonrisa apenas visible y tomando a la botella del cuello le dio un trago. No faltaba mucho para que su acompañante despertara.
Durante las horas matutinas en las que su bella vampireza debía rendirse al sueño, no le quedaba mucho a Milo mas que descansar y buscar las maneras de entretenerse dentro del carruaje en la espera de la noche. Había dado indicaciones estrictas al chófer y los guardias que no habría ninguna parada innecesaria o prolongada durante el día, en afán de apresurar el viaje y recluirse así mismo en el interior para proteger la situación, específicamente a la persona que dormía. Realmente no resultaba ninguna incomodidad encerrarse de esa manera, los carruajes de viaje de la nobleza se caracterizaban por ser ligeramente mas amplios de los normales, ademas el mismo Milo se había encargado de condicionar el vehículo con todas las exigencias: los asientos amplios y cojines, los contenedores de comida que ocultos entre las delicias llevaban botellas disfrazadas de licor pero con un liquido especial para el paladar de Lily y finalmente un piso falso en la misma carroza que ocultaba el ataud.
Llevado por el pensamiento los ojos de Milo viajaron a la puerta oculta del piso, alcanzo el destapa corchos y abriendo su botella con facilidad. Torció sus labios en una sonrisa apenas visible y tomando a la botella del cuello le dio un trago. No faltaba mucho para que su acompañante despertara.
Milo Van Dyck- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 16/02/2011
Edad : 33
Re: Destinos inciertos.
"Esa necesidad de olvidar su yo en la carne extraña,
es lo que el hombre llama noblemente necesidad de amar."
es lo que el hombre llama noblemente necesidad de amar."
Cerraba los ojos manteniendo en su cara una sonrisa que no la había abandonado en los últimos días, si era un delito sentirse ansiosa por un viaje que podría ser rutinario para otros entonces ella era culpable y recibiría el castigo adecuado. Tenía las cosas elegidas sobre la cama y algunos baúles abiertos, algo le preguntaba una empleada pero ella parecía absorta en lo que fuera que mirara a través de esa ventana. Sabía que era a alguien a quien esperaba encontrar al otro lado de ese vidrio, ¿por qué tanto apuro si apenas subieran las cosas ya habría comenzado aquel tiempo juntos? Levantó los brazos para que la muchacha le amarrara bien el corsé, solían espantarse con el frío de su piel o aquel tono níveo que a todas luces indicaba su falta de humanidad, los cordones se iban atando en su espalda pero ella no sentía el cambio, volvió a mirar hacia abajo pero ya estaba completamente vestida y una vista rápida le indicó que nadie la acompañaba.
Alguien mecía su cama, un gesto que le recordaba a una madre meciendo a su hijo, ella con Alessia en los brazos antes de que se la arrebataran, antes de que la perdiera. Pero no estaba en su cama y nadie la mecía. Agudizó el oído y pudo escuchar el galope de los caballos, la respiración del cochero en aquella noche no muy tibia, el corazón de alguien que aumentaría sus latidos si los tuviera. Lily abrió sus ojos y también el resto de sus sentidos, pasó las manos por el ataúd en que ahora estaba, sentía la suave tela del lugar que era su descanso aunque para ella a ratos fuera la cárcel que la mantendría encerrada durante largas horas antes de poder volver a la superficie. A su nariz llegaba el aroma del jerez y las frutas, de la tierra húmeda del camino y las hojas secas que se iban trizando a su paso, en su paladar se mezclaba el sabor del hambre y el recuerdo de los besos de la noche anterior.
Entre sus pechos descansaba una de las llaves que abría el pequeño lugar en el que estaba recluida, el espacio era suficiente para hacer la tapa a un lado y poder destrabar la puerta que daba al piso del carruaje especialmente acondicionado para ellos, una sonrisa se instaló en su rostro antes de siquiera abrirla, cada unos de sus músculos comenzaron a acomodarse preparándose para salir. Ahí estaba, el rostro que esperaba ver a través de la ventana en el sueño de esa noche, las facciones de quien la acompañaría por semanas, quien había aceptado su invitación sabiendo todo lo que eso significaba, el único en quien confiaba incluso su propia vida actualmente, - Milo… - salía como un susurro que viajaría directamente a sus oídos. Se levantó sin preocuparse de cerrar nada detrás de ella y se dirigió hasta sus labios depositando un beso como saludo, - Buenos días mi favorito… -
Alguien mecía su cama, un gesto que le recordaba a una madre meciendo a su hijo, ella con Alessia en los brazos antes de que se la arrebataran, antes de que la perdiera. Pero no estaba en su cama y nadie la mecía. Agudizó el oído y pudo escuchar el galope de los caballos, la respiración del cochero en aquella noche no muy tibia, el corazón de alguien que aumentaría sus latidos si los tuviera. Lily abrió sus ojos y también el resto de sus sentidos, pasó las manos por el ataúd en que ahora estaba, sentía la suave tela del lugar que era su descanso aunque para ella a ratos fuera la cárcel que la mantendría encerrada durante largas horas antes de poder volver a la superficie. A su nariz llegaba el aroma del jerez y las frutas, de la tierra húmeda del camino y las hojas secas que se iban trizando a su paso, en su paladar se mezclaba el sabor del hambre y el recuerdo de los besos de la noche anterior.
Entre sus pechos descansaba una de las llaves que abría el pequeño lugar en el que estaba recluida, el espacio era suficiente para hacer la tapa a un lado y poder destrabar la puerta que daba al piso del carruaje especialmente acondicionado para ellos, una sonrisa se instaló en su rostro antes de siquiera abrirla, cada unos de sus músculos comenzaron a acomodarse preparándose para salir. Ahí estaba, el rostro que esperaba ver a través de la ventana en el sueño de esa noche, las facciones de quien la acompañaría por semanas, quien había aceptado su invitación sabiendo todo lo que eso significaba, el único en quien confiaba incluso su propia vida actualmente, - Milo… - salía como un susurro que viajaría directamente a sus oídos. Se levantó sin preocuparse de cerrar nada detrás de ella y se dirigió hasta sus labios depositando un beso como saludo, - Buenos días mi favorito… -
Lily Cappelletti- Vampiro Clase Alta
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Re: Destinos inciertos.
Aunque los sentidos de Milo eran débiles por su condición humana si prestaba un poco de atención iba a poder reconocer los ruidos ordinarios del carruaje al moverse y los intentos del vampiro por liberarse de su cama mortuoria. Concentro su atención en el doble piso oculto y se entretuvo con sus movimientos cuando salió de el, dejando que se acercara cual felino hasta su cuerpo. Con el brazo derecho sujeto la cintura estrecha de la princesa y la obligo a sentarse en su regazo apoyándose en su torso, el roce de los pechos de ella sobre si mismo fueron una ligera provocación que no pudo pasar por alto. Ni siquiera cuando estaba recién levantada podía perder esa belleza de cazadora al acecho, aunque su algo había reconocido Milo en ese viaje es que su vampireza tenia un brillo mucho mas amable en cuanto a su persona. Parecía que el juego de provocaciones hacia cambiado de fase a una distinta. Se notaba la nueva confidencia de los dos, el mismo viaje era el resultado de una profunda necesidad de poder escapar. Iba a traer demasiadas consecuencias, pero a esas alturas Milo ya lo sabia y estaba dispuesto a tolerarlas todas.
- Buenas noches. – Corrigió el teniente manteniendo la sonrisa a medias y deslizando su mano libre para sujetar el mentón de Lily con firmeza, reteniéndola cerca de su boca. – Que interesante. No se en que momento deje de ser meramente el “teniente”, el “amigo”, para convertirme en el “favorito”. – Evaluó, moviendo su mano para acercar sus labios hasta los de ella y presionarlos con fuerza. Había pasado todo el día paciente y ocioso encerrado en ese carruaje y Milo no iba a perder oportunidad para recibir el premio que se merecía por ello. - La última vez que había preguntando al cochero sobre el lugar donde se encontraban anuncio que ya estaban en tierras conocidas del Sacro Imperio, pero horas paso solo observando bosques y grandes extensiones de tierra desoladas que le anunciaba que aun faltaba camino por recorrer. Y eso que apenas era el comienzo.
- Buenas noches. – Corrigió el teniente manteniendo la sonrisa a medias y deslizando su mano libre para sujetar el mentón de Lily con firmeza, reteniéndola cerca de su boca. – Que interesante. No se en que momento deje de ser meramente el “teniente”, el “amigo”, para convertirme en el “favorito”. – Evaluó, moviendo su mano para acercar sus labios hasta los de ella y presionarlos con fuerza. Había pasado todo el día paciente y ocioso encerrado en ese carruaje y Milo no iba a perder oportunidad para recibir el premio que se merecía por ello. - La última vez que había preguntando al cochero sobre el lugar donde se encontraban anuncio que ya estaban en tierras conocidas del Sacro Imperio, pero horas paso solo observando bosques y grandes extensiones de tierra desoladas que le anunciaba que aun faltaba camino por recorrer. Y eso que apenas era el comienzo.
Milo Van Dyck- Humano Clase Alta
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Edad : 33
Re: Destinos inciertos.
Ella parecía calzar perfectamente entre sus brazos como si aquellos fueran un molde donde su cuerpo encontraba el ajuste perfecto, su gesto de rodearla por la cintura sólo enviaba las señales correctas que ella había esperado, sin duda esa era la mejor forma de despertar, Lily lo sabía y lo disfrutaba, controlándose con él sólo porque debía primero asegurarse de que todo estuviera en su lugar. Estirándose un poco dejó la tapa de su nueva cama donde correspondía y cerró la puerta de aquel escondite en el piso asegurándolo con una llave que esta vez iba a parar a otro lugar distinto a entre sus pechos, ahí sería algo descabellado ponerla ahora, especialmente cuando la probabilidad de ser desnudada era bastante alta. Aquella idea la hizo sonreír cuando nuevamente tomaba posición sobre las piernas de Milo, acariciándole la mejilla con sus fríos dedos varias veces, con él tenía cuidado cuando la razón estaba sobre otras emociones, ya sabía lo que sus uñas eran capaces de hacer en la espalda de aquel hombre.
-¿No son las noches nuestros días? ¿Para que quiero sol cuando tus ojos lo iluminan todo? – Volvió a tomar sus labios sin dudas ni delicadezas, - demasiada poesía para dos amantes furtivos… - con él era libre de reír sin tener que disimular nada, no era necesario esconder los colmillos o regirse por reglas impuestas quien sabe cuando, podía cerrar los ojos y sentir el calor de sus dedos bajo su mentón, el contacto una y otra vez de sus labios, su cuerpo desde siempre preparado para él, acomodándose sobre aquel regazo que la recibía mejor que el ataúd donde antes había descansado, el sabor de Milo despertaba en ella un hambre que no tenía nada que ver con la sangre o al menos no del todo, para Lily él era una constante tentación en la que no dudaría jamás en caer las veces que fueran posibles, dentro de aquel carruaje sólo estaban ellos y el resto del mundo quedaba relegado a un segundo plano.
Deslizó su fría nariz por la mandíbula del teniente aprovechando de pasar varios segundo sintiendo su palpitante yugular muy cerca de sus labios, toda su fuerza de voluntad era necesaria para no abrir la boca y beber de él sin siquiera preguntarle, - ¿Quién te dice que no lo fuiste desde siempre? – volvía a levantar la cabeza para mirarlo a los ojos con una sonrisa cálida que contrastaba con todo lo que ella debía ser, - Sigues siendo el teniente para todos, el amigo para muchos, pero el favorito sólo para mí… - sin despegar la vista de aquella mirada azul rozaba sus labios apoderándose de besos que tenían más sabor al rondar sobre ellos la sensación de estar prohibidos. Leves notas del jerez se mezclaban con la esencia del hombre, debía recordar que él si necesitaba respirar, debía recordar que en algún punto tenía que detenerse, - ¿Tienes idea de dónde estamos ya? No quiero que nos detengamos aún a menos que sea necesario, o a menos que tú necesites algo… ¿quieres que pasemos la noche acá o en alguna estancia? –
-¿No son las noches nuestros días? ¿Para que quiero sol cuando tus ojos lo iluminan todo? – Volvió a tomar sus labios sin dudas ni delicadezas, - demasiada poesía para dos amantes furtivos… - con él era libre de reír sin tener que disimular nada, no era necesario esconder los colmillos o regirse por reglas impuestas quien sabe cuando, podía cerrar los ojos y sentir el calor de sus dedos bajo su mentón, el contacto una y otra vez de sus labios, su cuerpo desde siempre preparado para él, acomodándose sobre aquel regazo que la recibía mejor que el ataúd donde antes había descansado, el sabor de Milo despertaba en ella un hambre que no tenía nada que ver con la sangre o al menos no del todo, para Lily él era una constante tentación en la que no dudaría jamás en caer las veces que fueran posibles, dentro de aquel carruaje sólo estaban ellos y el resto del mundo quedaba relegado a un segundo plano.
Deslizó su fría nariz por la mandíbula del teniente aprovechando de pasar varios segundo sintiendo su palpitante yugular muy cerca de sus labios, toda su fuerza de voluntad era necesaria para no abrir la boca y beber de él sin siquiera preguntarle, - ¿Quién te dice que no lo fuiste desde siempre? – volvía a levantar la cabeza para mirarlo a los ojos con una sonrisa cálida que contrastaba con todo lo que ella debía ser, - Sigues siendo el teniente para todos, el amigo para muchos, pero el favorito sólo para mí… - sin despegar la vista de aquella mirada azul rozaba sus labios apoderándose de besos que tenían más sabor al rondar sobre ellos la sensación de estar prohibidos. Leves notas del jerez se mezclaban con la esencia del hombre, debía recordar que él si necesitaba respirar, debía recordar que en algún punto tenía que detenerse, - ¿Tienes idea de dónde estamos ya? No quiero que nos detengamos aún a menos que sea necesario, o a menos que tú necesites algo… ¿quieres que pasemos la noche acá o en alguna estancia? –
Lily Cappelletti- Vampiro Clase Alta
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Re: Destinos inciertos.
Con entretenimiento Milo vio a Lily hacer y deshacer, como un león perezoso que con cautela vigila su área, comprobando que todo esta tal y como debería ser para poder permitirse el retozar con tranquilidad. No tenia porque preocuparse, el mismo Milo se habia encargado de mantener hasta el mas ultimo detalle en su lugar, pero prefería ahorrarse las palabras y que fuera ella misma quien se diera cuenta. Mantuvo su gesto ameno y deslizo su mano a sujetar el muslo de la femina, ayudándole de ahí para acomodarse en su regazo y sostener la mirada brillante de sus seductores ojos. La mirada de Lily, retadora y dulce a niveles similares les recordaba a las sirenas de la mitología. Le invitaban a pasar de largo las mareas seducido por el hechizo de su canto. Esa misma mirada lo había embrujado para olvidar sus obligaciones en Francia y convertir ese descanso en una "misión" disfrazada. De las acciones cometidas a esas alturas ya no había marcha atrás y las consecuencias existían, pero oprimidas eran por la belleza turbia de Lily Cappelletti.
- Los días son las horas de los inocentes, para aquellos que conocemos el sabor del delito solo en las noches somos libres – Jugo con la poesía de la contestación y se encogió de hombros. Su vida de rigurosidad de soldado no habian impedido que Milo supiera disfrutar la fragilidad de un cuarteto de cuerdas o la magia de un soneto, gustaba mucho de la literatura y de forma hilarante había descubierto cierta gracia para componer versos - Aun así extrañamos el sol y buscamos en la penumbra resquicios de lo que perdimos – Rio junto con ella y escuchando sus demás argumentos solo asintió. Desde siempre habían sido amigos, pero Milo no sabia en que momento habían dejado de serlo para convertirse en otra cosa, dejando muy de lado su situación de amantes, ahora eran confidentes. Sujetando la cadera de Lily la hizo caer con cuidado recostadola a lo largo del asiento, amplio su gesto en una sonrisa breve mientras la contemplaba con profundo interés. Habia extendido su cuerpo cual largo era y aunque ese vestido tan elaborado ocultaba la belleza natural de sus carnes, no ocultaba la forma seductora de las mismas.
- Solo el tiempo podrá respondernos eso, Princesa. Aun asi, no dude en que aprovechare todo el tiempo robado que se me permite. - Aclaro. - Ya estamos en territorio del Sacro Imperio, pero no estamos en área poblada de habitantes. Tenemos media hora antes de llegar a la próxima posada. Le propongo que disfrutemos del momento y solo cuando estemos allá consideremos el quedarnos o no. [/i]
- Los días son las horas de los inocentes, para aquellos que conocemos el sabor del delito solo en las noches somos libres – Jugo con la poesía de la contestación y se encogió de hombros. Su vida de rigurosidad de soldado no habian impedido que Milo supiera disfrutar la fragilidad de un cuarteto de cuerdas o la magia de un soneto, gustaba mucho de la literatura y de forma hilarante había descubierto cierta gracia para componer versos - Aun así extrañamos el sol y buscamos en la penumbra resquicios de lo que perdimos – Rio junto con ella y escuchando sus demás argumentos solo asintió. Desde siempre habían sido amigos, pero Milo no sabia en que momento habían dejado de serlo para convertirse en otra cosa, dejando muy de lado su situación de amantes, ahora eran confidentes. Sujetando la cadera de Lily la hizo caer con cuidado recostadola a lo largo del asiento, amplio su gesto en una sonrisa breve mientras la contemplaba con profundo interés. Habia extendido su cuerpo cual largo era y aunque ese vestido tan elaborado ocultaba la belleza natural de sus carnes, no ocultaba la forma seductora de las mismas.
- Solo el tiempo podrá respondernos eso, Princesa. Aun asi, no dude en que aprovechare todo el tiempo robado que se me permite. - Aclaro. - Ya estamos en territorio del Sacro Imperio, pero no estamos en área poblada de habitantes. Tenemos media hora antes de llegar a la próxima posada. Le propongo que disfrutemos del momento y solo cuando estemos allá consideremos el quedarnos o no. [/i]
Milo Van Dyck- Humano Clase Alta
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Re: Destinos inciertos.
La diferencia entre la superficie mullida de su ataúd y la firmeza de los asientos del carruaje era apenas notoria cuando la atención estaba puesta en otros lados. Cada uno de los puntos salientes de su espalda recibía con gusto el contacto con aquel lugar que ahora actuaba como una improvisada cama para comenzar a descubrir algo ya conocido. La princesa mira al teniente y juega a que no lo conoce, él quizás no nota el juego pero ella continúa mirándolo como si recién supiera de su existencia, repasa en su mente los detalles que ha decidido grabar en su memoria, los perfiles de su rostro iluminados apenas por lo que la luna quiera darles entre las cortinas y una solitaria vela bien resguardada cercana a ellos. Los ojos se cerraban porque ya no eran necesarios, cada uno de sus sentidos lo identificaban sin que ella se diera cuenta, nunca era demasiado de él pero si a veces escaseaba, la clandestinidad era la fuente que mantenía viva la relación entre ellos, esa que estaba además basada en la confianza y el deseo.
- Lo llamas delito y con eso me conviertes en delincuente… ¿cuál es mi condena entonces Teniente? – estiraba apenas su cuello exigiendo estar cerca de su boca, las horas del día eran todo lo que podía soportar cuando de tenerlo lejos se trataba. Sus manos viajaban rápido hasta la nuca del que parecía torturarla alargando los minutos, la ansiedad se hacía presente cada vez que estaban juntos y Lily debía recordarse a si misma que esta vez no estaban limitados por el tiempo, los días venideros de aquel escape no tenían aún una cantidad definida, la princesa agradeció por un minuto la burocracia de la realeza y la lentitud de la comunicación epistolar. – Eres tú también un bandido mi favorito, vas a tener que pagar por aquel tiempo robado haciendo méritos con tu princesa… conmigo, no con la muchachita caprichosa de Francia. – volver a reír y sentirse casi como una niña, de tener un espejo frente a ella sabría que el brillo travieso haría que sus ojos lucieran diferentes.
Las manos del hombre se sienten cálidas y ese calor parece atravesar las capas de ropa que la cubren, inútiles y molestas, aún le cuesta comprender por qué no puede simplemente yacer desnuda junto a él todo el resto de las noches de aquel viaje, arquea un poco la espalda y se roza a Milo, lo hace provocándolo descaradamente, sus pestañas se mueven despacio como si hasta aquel gesto le costara una cantidad inimaginable de energía, en realidad sólo va poniendo las piezas en los lugares correctos, - Media hora… - repite sabiendo de lo que es capaz en aquella fracción de tiempo, podía beber de alguien y matarlo, podía recorrer una gran distancia, podía leer o escribir un par de cartas, podía realmente disfrutar el momento teniéndolo dentro de ella haciéndola gritar hasta que ella lo hiciera sangrar. – Algún día espero ser capaz de decir que no a una de tus propuestas de ese tipo… ¿a quién engaño? Jamás podría hacerlo, aquello es lo que espero salga de tus labios cada vez que te diriges hacia mí, incluso cuando la situación no es la adecuada… - era descarada y no temía ser llamada así, la verdad no es molesta como si lo es la mentira, - Desnúdame rápido mi favorito, hazlo antes de pierda otro vestido por mi impaciencia.-
- Lo llamas delito y con eso me conviertes en delincuente… ¿cuál es mi condena entonces Teniente? – estiraba apenas su cuello exigiendo estar cerca de su boca, las horas del día eran todo lo que podía soportar cuando de tenerlo lejos se trataba. Sus manos viajaban rápido hasta la nuca del que parecía torturarla alargando los minutos, la ansiedad se hacía presente cada vez que estaban juntos y Lily debía recordarse a si misma que esta vez no estaban limitados por el tiempo, los días venideros de aquel escape no tenían aún una cantidad definida, la princesa agradeció por un minuto la burocracia de la realeza y la lentitud de la comunicación epistolar. – Eres tú también un bandido mi favorito, vas a tener que pagar por aquel tiempo robado haciendo méritos con tu princesa… conmigo, no con la muchachita caprichosa de Francia. – volver a reír y sentirse casi como una niña, de tener un espejo frente a ella sabría que el brillo travieso haría que sus ojos lucieran diferentes.
Las manos del hombre se sienten cálidas y ese calor parece atravesar las capas de ropa que la cubren, inútiles y molestas, aún le cuesta comprender por qué no puede simplemente yacer desnuda junto a él todo el resto de las noches de aquel viaje, arquea un poco la espalda y se roza a Milo, lo hace provocándolo descaradamente, sus pestañas se mueven despacio como si hasta aquel gesto le costara una cantidad inimaginable de energía, en realidad sólo va poniendo las piezas en los lugares correctos, - Media hora… - repite sabiendo de lo que es capaz en aquella fracción de tiempo, podía beber de alguien y matarlo, podía recorrer una gran distancia, podía leer o escribir un par de cartas, podía realmente disfrutar el momento teniéndolo dentro de ella haciéndola gritar hasta que ella lo hiciera sangrar. – Algún día espero ser capaz de decir que no a una de tus propuestas de ese tipo… ¿a quién engaño? Jamás podría hacerlo, aquello es lo que espero salga de tus labios cada vez que te diriges hacia mí, incluso cuando la situación no es la adecuada… - era descarada y no temía ser llamada así, la verdad no es molesta como si lo es la mentira, - Desnúdame rápido mi favorito, hazlo antes de pierda otro vestido por mi impaciencia.-
Lily Cappelletti- Vampiro Clase Alta
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Re: Destinos inciertos.
Los ojos de un vampiro, suelen ser claros, tienen la inflexibilidad fría de un reptil depredador, pero la belleza furtiva de los felinos. Hay demasiado salvajismo en su naturaleza aunque encandilen por su hortera humanidad. Para Milo la mirada de todo vampiro era delatadora de sus intenciones, más que de cualquier otra criatura. Para quien pudiera olvidar la amenaza de los colmillos y la muerte, resultaba una actividad fácil adivinar que era lo que buscaban. Lily Cappelletti no era una excepción, aunque a veces el moreno gustara de hacerse el sueco de vez en cuando para obligarla a expresar a ella con palabras sus deseos, era un juego justo: Milo sabia que ella también lo hacia con el.
- Un delincuente no puede condenar a otro. A menos no cuando ambos conspiran por el mismo quebrantamiento. entre malhechores nos debemos lealtad, al menos mientras el delito se consuma. – Sella sus palabras sobre los labios de la mujer. Suavidad y frialdad contrastan contra la calidez que al mismo Teniente se le antoja acalorada. Acaricia los labios féminos como catando su sabor hasta que la adicción por los mismo lleva al moreno a tornar en ruda su caricia. Abre sus labios con su propia lengua ahogando un gruñido y lleva sus manos a sujetar sus muslos para acomodarse entre ellos, obligándola a rodearle con lo largo de sus piernas y rozar sin intención por el cuerpo ajeno.
- Ambos tenemos que hacer meritos, mi princesa. - No se detiene a esperar una respuesta al momento de pasar su lengua sobre los colmillos. Se fricciona contra ella, dejando que su hombría aun dentro la ropa despierta al contacto de la promesa de su piel. Tuerce una vez más la sonrisa escuchando las dudas a las que ella misma se responde.
El hombre se incorpora a medias, se sostiene por el soporte de sus rodillas sobre el asiento, la falda del vestido levantada deja a los muslos de Lily sobre los de el. La contempla una vez mas y desabrocha los seguros que están bajo su escote con fuerza pero sin romperlos. En ningún momento deja de mirarla. Abre el corset y se inclina a besar sus pechos. - ¿Cuál es la prisa? Tenemos media hora, la noche entera y las que vienen. Creo que podemos tomarnos nuestro tiempo. – Aconsejo, metiendo sus manos por la blusa recién desabrochada y sacándosela por lo largo de sus brazos-. Me gusta disfrutar lo que estoy a punto de comer – Aclaro, retomando sus labios con rudeza y desabrochando el cinturón del vestido de un tirón, aflojando ya todas las piezas fuertes de la indumentaria. Era difícil contenerse con la provocadora vampireza, pero la experiencia en el arte amatoria ponian apoyar al moreno en sus intenciones.
Milo Van Dyck- Humano Clase Alta
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Re: Destinos inciertos.
Sangre, lujuria y más sangre. Lujuria que siempre va acompañada del deseo animal, también en este caso de la gula. Tantos pecados que no importa cuando no tienes alma, ambos son seres preocupados sólo de saciar su hambre, ella se contiene y sabe que no puede morderlo aunque lo desea incluso más que a su cuerpo. Milo es la debilidad de su vida, él y su aroma que produce cambios en sus facciones, Lily lo mira directo a los ojos, jamás podría utilizar sus poderes con él, aunque aquel jamás suele ser siempre algo relativo. El teniente va deshaciéndose de capas que sólo son una molestia entre ellos, aquello que se asemeja a un juego puede llegar a no ser divertido, la vampiresa cierra los ojos e intenta adivinar solo por aquellos contactos cuales serán sus siguientes pasos, pequeñas sorpresas que no son tan comunes en su mundo. Su cuerpo se mueve bajo las manos de Milo como si él fuera un artesano trabajando sobre ella, vuelve a rozarse contra él tentándolo, excitándolo como él hace con sólo mirarla.
-Solemos detenernos en discutir por el tiempo… minutos, vamos perdiendo minutos llenándolos con palabras sin sentido… - de alguna forma se acomoda y se acerca a su boca, le parece injusto recibir tanto sin entregar nada a cambio. Sus manos trabajan rápido y logra que esa camisa se abra de par en par exhibiendo el torso que tanto había ansiado y del que disfruta por cada noche de aquel viaje juntos. – Tantos sentidos a la misma frase, ¿no debería ser yo quien pronuncia aquello? – ríe y lo hace tranquila, relajada porque así se siente cuando está con él, no vuelve a apresurarlo porque confía en que la recompensa será mucho mayor si no gana la ansiedad, todo su cuerpo lo pide pero ella deja que por algunos minutos el control lo tenga su cabeza. En realidad son sólo segundos.
Quiere aligerar el trabajo de su favorito y se levanta un poco aún cuando él está sobre ella, lo suficiente para dejar a un lado prendas que ahora caen sobre el piso de ese carruaje que continúa moviéndose, las instrucciones son esas y sabe que sus empleados la seguirán pese a cualquier cosa que puedan oír provenientes de la parte central del vehículo, - Favorito… - susurra el apodo que le ha dado y vuelve a la posición original no sin antes lograr que la camisa de su acompañante vaya a parar también a otro lugar, pasa la yema de los dedos por su piel cálida, tiene el cuidado de no dañar esa delicada membrana para que no sangre, no necesita más tentación que mirarlo. Sus colmillos se extienden un poco más y Lily no puede dejar de besarlo, - mi favorito… ¿comprendes por qué tienes ese apodo? – sonríe y exhibe sus dientes, esa sedienta y ahora descubre que no es de sangre, sólo Milo tiene lo que ella necesita.
-Solemos detenernos en discutir por el tiempo… minutos, vamos perdiendo minutos llenándolos con palabras sin sentido… - de alguna forma se acomoda y se acerca a su boca, le parece injusto recibir tanto sin entregar nada a cambio. Sus manos trabajan rápido y logra que esa camisa se abra de par en par exhibiendo el torso que tanto había ansiado y del que disfruta por cada noche de aquel viaje juntos. – Tantos sentidos a la misma frase, ¿no debería ser yo quien pronuncia aquello? – ríe y lo hace tranquila, relajada porque así se siente cuando está con él, no vuelve a apresurarlo porque confía en que la recompensa será mucho mayor si no gana la ansiedad, todo su cuerpo lo pide pero ella deja que por algunos minutos el control lo tenga su cabeza. En realidad son sólo segundos.
Quiere aligerar el trabajo de su favorito y se levanta un poco aún cuando él está sobre ella, lo suficiente para dejar a un lado prendas que ahora caen sobre el piso de ese carruaje que continúa moviéndose, las instrucciones son esas y sabe que sus empleados la seguirán pese a cualquier cosa que puedan oír provenientes de la parte central del vehículo, - Favorito… - susurra el apodo que le ha dado y vuelve a la posición original no sin antes lograr que la camisa de su acompañante vaya a parar también a otro lugar, pasa la yema de los dedos por su piel cálida, tiene el cuidado de no dañar esa delicada membrana para que no sangre, no necesita más tentación que mirarlo. Sus colmillos se extienden un poco más y Lily no puede dejar de besarlo, - mi favorito… ¿comprendes por qué tienes ese apodo? – sonríe y exhibe sus dientes, esa sedienta y ahora descubre que no es de sangre, sólo Milo tiene lo que ella necesita.
Lily Cappelletti- Vampiro Clase Alta
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Fecha de inscripción : 19/02/2011
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