Un aullido llevado por el viento

El bosque siempre había sido un lugar oscuro, lleno de animales y sombras atemorizantes, muchas historias se contaba acerca de los horrores que se ocultaban detrás de los matorrales y se camuflajeaban entre las copas de los arboles, historias que caían en lo fantástico y que sin embargo a pesar de lo que la mayoría de la gente letrada y “racional” pensase estaban tan cerca de la realidad que incluso aquellas escenas de horror y misterio que inundaban las pesadillas de la gente podían palparse con las manos. Durante el día, un silencio mortal atravesaba las ramas de los árboles y hacia temblar sus hojas dando la impresión de que ni el mas desgarrador grito podía salir de su espesura… y al caer la noche el silencio que reinaba en aquella zona era roto por los sonidos inquietantes de las criaturas de la oscuridad, el ulular de el búho, la canción de viento y el aullar de los lobos a la luna.

Sin embargo aquella noche había algo diferente, una risa infantil inundaba el bosque confundiéndose con el sonido natural de las aves y los animales,unos pequeños pasos andaban torpemente entre las raíces de los arboles corriendo con el viento en medio de la negrura de la noche, el sonido provenía de la sombra de un niño que saltaba atreves del bosque, como jugueteando con los espíritus que lo habitaban, sus labios estaban adornados con una gran sonrisa y a pesar de todo su cuerpo y su rostro no daban señales de miedo alguno, era como un pequeño duendecito que buscaba diversión, aunque en realidad aquel duendecito del viento ya la había obtenido, de la misma manera en que la obtenía siempre, haciendo pequeñas travesuras a los pilares de la sociedad. Aquella noche, al igual que muchas otras después de una travesura, sostenía en sus brazos un pequeño cofre de madera tallada y decorada por unas manos expertas, era el dote de un caballero que había sido robado frente a los ojos de cientos de personas de sociedad en medio de un lujoso baile.

Sus pasos eran apresurados mientras su risa era llevada por aquel viento que jugueteaba entre sus cabellos y hacia sonar los cascabeles que adornaban su gorro y sus zapatos, y después de un rato de corretear como un fantasma en la oscuridad sus pies se habían detenido al encontrarse con un claro del bosque, la tenue luz de luna iluminaba aquella zona casi libre de arboles y bañaba su rostro dejando ver la pintura y los ropajes que disfrazaban verdadero ser, un bufón, eso es lo que era en aquellos momentos, saltando y haciendo tonterías para la crema y nata de la sociedad lograba, así colarse en las grandes mansiones de adineradas familias que ignorantes de lo que ocurría afuera despilfarraban la fortuna que su sangre les había heredado en joyas, muebles, ropajes finos y un sin fin de frivolidades. Una sonrisa aun más grande ilumino el rostro del pequeño al abrir el baúl y notar como las joyas resplandecían al ser tocadas por la luz de luna y no pudo mas dejar salir una risita

“el viento es lo único que siempre me acompaña”