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La belleza del cuerpo, muchas veces es indicio de la hermosura del alma. [André Lautrec] 2WJvCGs


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PARÍS, FRANCIA
AÑO 1842

Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.

Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.

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Mensaje por Invitado Lun Jun 20, 2011 1:58 am

“Procesaba todo en mi cabeza a medida que el coche nos llevaba en dirección a los ferrocarriles, debía resolver un tema, tenia que salir de ahí… no era muy necesario que fuera personalmente y es que lugares nuevos harían que mi mente saliera por un momento de el hoyo donde se encontraba, podía reconocerlo, tenia miedo de su destino, sentía que en cualquier momento seria asesinada o por vampiros que eran los que le rodeaban mas a menudo o por simples humanos que se las daban de querer interrogar a cualquiera depende de la condición, sabían si. Eso era cierto, ellos podían saber cuando estaban cerca de algún ser sobrenatural, quizás por que ellos también lo eran?... no… bajando del coche y con la dama de compañía que no perdía mi rastro buscaba las maletas que nuestro mayordomo nos había arreglado, si bien era un viaje corto, corto en aquel ferrocarril significaban dos o tres dias asi que por ello las maletas, mi dama de compañía avanzando hacia la venta de boletos y luego regresando hacia donde yo me encontraba me entrego mi pasaje, le di permiso para que se adelantara, ella solía tener amigos en algunos vagones así que podía ir libremente mientras no me dejara sola al bajar, asi que prácticamente mi viaje seria solitario
Sonreí delicadamente al pasar junto a un grupo de caballeros que inclinándose y mostrando sus sombreros en señal de saludo se quedan mirando en mi dirección, solo debía sonreírles y avanzar pero siempre terminaba cohibiéndome, tropezando de alguna forma con algo o alguien que daba como resultado una torpeza de la manera mas dulce, hacia que jóvenes me ayudaran pero no lo hacia con intención mi torpeza venia con mis acciones o cosas como simples miradas fijas en mi…”


Adda tenia mucho por pensar, aquello estaba mas que claro, aquella mañana se había levantado con una idea en mente y es que después de ver que una conocida suya que practicaba la magia era castigada de la peor manera por aquellos llamados asesinos de seres sobrenaturales, cazadores. Había temido, no sabia por que, solía ser muy fuerte en cuanto se refería a luchar por su vida quizás el echo de que aquella bruja fuera una conocida le afectaba mas, y todo había dado vueltas durante el día, el gran alivio fue que hubieran llegado a su casa con un mensaje desde América, habían enviado un paquete y por mal error lo habían enviado a la ciudad vecina, no seria mucho problema Adda iría a por el y despejaría su mente ese parecía ser un buen plan, su dama de compañía ya subía al vagón y despreocupada de su ama desaparecía entre la multitud, mientras que ese mar de nervios por aquellas miradas inundaban a Adda que enrojecía y a la misma vez perdía el equilibrio choco sin querer con un joven al cual no miro si no que se inclino en cuanto sintió su estabilidad arreglarse gracias a el –Merci… - susurra delicadamente para ir hacia vagones mientras piensa ¿por que no le vio la cara a aquel joven? Su yo interno y malvado le decía que era una estupida, adda solo se limito a sonreír… y negó, ya que aquella presentación habría sido un fiasco, Adda con nervios y un joven atractivo quizás hasta tartamudearía, y eso no se lo tendría perdonado… así que subiendo con cuidado y ayuda de una mano caballerosa a aquel vagón de primera clase, busco el numero del asiento del viaje.

13… 13… -hablaba como si estuviera conversando con alguien mas, solo dibujo una sonrisa en su rostro al encontrarse con su vagón y al ver sus cosas ahí, cosas que su dama de compañía se ocupo de guardar, se quito su chaqueta, arreglándose para poder salir al vagón social, a beber un te, o simplemente a disfrutar de la compañía, ya que un viaje no podía ser tan solitario…
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Mensaje por André Lautrec Jue Jun 23, 2011 5:07 am

Había una brisa parisina primaveral a primera hora de la mañana, me deslice de la cama sin hacer mucho ruido. Busque con cara adormecida el aseo para tomarme un baño tranquilo y posteriormente abriendo el armario para buscar un atuendo que ponerme. Tenía que partir a las afueras de París pues habían me habían comunicado de un ejemplar de Freisán negro azabache con crin larga y de edad joven. Antes de adquirir un caballo me desplazada a verlo, pues tenía que firmar el consentimiento y ver que no estuviera raquítico ni enfermo.

Escogí un traje cómodo de pantalones y chaleco grises, camisa y pañuelo blanco y chaqué y botas altas negras me coloqué el pelo aun rebelde frente a un espejo y llame a Alfred mi mayordomo que bajara la maleta al coche de caballos mientras elegía un reloj que atar al chaleco y unos guantes que metí en los bolsillos del Chaqué. Sonría mientras me despedía del servicio y subí al Carruaje.

Aun estaba amaneciendo, noté la brisa entrar por el coche y me recosté con los ojos cerrados disfrutando de ese aire reparador. Notaba los vaivenes del coche y miraba por la ventana cuando atravesamos la ciudad de París.

Se podía oler la repostería y el pan de la panadería recién horneado, las amas de casa sacudiendo por la ventana, niños que partían a la escuela gritando y hombres que cerraban puertas para ir a trabajar. El carruaje giró a la izquierda y empezaban a asomar cortinas de vapor hacia arriba, el olor a carbón y la cantidad de coches y gente que se aparcaban. Estábamos llegando. La estación de ferrocarril se extendía poderosa y pesada. Ocultada por vapor y chirriantes sonidos de trenes que partían. Alfred me abrió la puerta y yo baje mirando la poderosa instalación de sudor y metal que se encontraba ante mí.

Me gustaba viajar en tren. No un trayecto largo pues no soportaba estar tanto tiempo encerrado. Notaba como la claustrofobia me consumía. Evité el pensamiento que me agobiaba y me encaminé hacia la entrada seguido por Alfred con mi maleta de viaje.
Levanté la mirada ante la marea de gente y la cantidad de ferrocarriles que había frente a mí.

Estaba fascinado, pensé en cómo el vapor podía hacer andar ese monstruo de metal cuando un golpe me sacó de mis pensamientos. Una dama de tez pálida y fina, con un vestido de tela rica y suave. Sonreí a la dama pero no pude ver sus ojos. Se conoce que tenía prisa y se deslizo por una muchedumbre dejando un Merci susurrado casi inaudible. Al menos educada. Sonreí ante el pensamiento y volví a levantar la mirada está vez al reloj que había-¡Oh Dios!-Exclamé-Alfred, vamos a por el tren corra- Empecé a correr y casi cuando el tren pitaba conseguimos entrar, ofrecí la mano para que se ayudara y subimos. Alfred un tanto fatigado.-Iré a llevar su maleta a su sitio Monsieur. Alfred dio media vuelta y se dirigió hacia atrás aun fatigado. Decidí entonces buscar el asiento con el ticket en mi mano y el ceño fruncido. ¿El 14? No me gustaban los número pares pero no había nada mejor en primera clase. Seguía escudriñando números y vi mi asiento dejé un libro y una capeta de cuero en mi sitio. Me coloqué de nuevo el pelo y me dirigí hacia el bar a por un vaso de agua.

Caminé evitando a la gente pues los vagones eran estrechos y empuje la puerta del bar, ya había gente. El camarero tenía el trapo sobre su hombro mientas posaba una copa ya seca y limpia en la zona colgante sujetándola por el cuello. Dos hombres fumaban de un puto en una esquina eran canosos y con bigote. No me gustaban los bigotes. Así que decidí sentarme al lado de la dama a la que reconocí el vestido-Discul…-mi voz se entrecorto con el sonido chirriante que hacía que el tren comenzara a moverse y me hizo perder el equilibrio apoyándome apuradamente a un centímetro escaso de la señorita soltando una exclamación que hizo que se girara.



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Mensaje por Invitado Dom Jun 26, 2011 4:38 am

Con su dama de compañía perdida y sin mucho que hacer se encaminaba hacia el Bar, por supuesto no el de los varones que era donde se ponían a discutir ciertos temas que creían que las damas no podían escuchar por ende no tenia permitido tampoco entrar a aquel lugar, sinceramente a Adda le parecía un fiasco, totalmente desagradable y es que no estaba de acuerdo con la idea de ser excluida, pero daba igual, ya estaba ahí, sin nada que hacer mientras buscaba un asiento que el camarero al observarla le fue a ofrecer, paso junto a unos caballeros que gentilmente la saludaron, quitando sus sombreros y apagando sus respectivos cigarros y es que así era, cada vez que pasaba por un lugar requería la atención.

No por que quisiera si no mas bien por que la obligaban a ello, recordó cuando era muy pequeña e incluso antes de saber que tenia sus poderes Kazu le daba razones para creer que cuando creciera seria una mujer que llamaría la atención en cualquier parte a donde fuera, donde pisara e impusiera sus pasos, llamaría la atención si o si, y es que el vampiro sabia que tenia poderes, lo había notado apenas le había conocido, lo que Adda no supo unos años después, después kazu se lo confirmo, el encandilamiento era parte de sus poderes, no solo su belleza, que creía que no era demasiada, si no mas bien ese extraño poder que hacia que los caballeros voltearan la tierra a sus pies.

A pesar de todo ello era tranquila, respetuosa de las damas que pudieran observarla con ojos de envidia, aunque a veces aquellos piropos le jugaran una mala pasada como a aquel joven que había pisado antes de subir a los vagones de aquel tren… estará en el mismo vagón que ella?, como se daría cuenta que es el? y es que quería pedirle disculpas pero podrían pasar siglos en encontrarlo, no había visto su rostro, pese a las disculpas que habían salido de sus labios…

“la gente murmuraba, todos están metidos en sus propios asuntos, cada cual quiere hacer algo diferente, beber cosas diferente, conversar cosas diferentes o simplemente tomar un papel de diario y leer, observar por la ventanilla, disfrutar del te, de una buena conversación, habían tantos panoramas para gente que se encontrara acompañada, caminaba con dificultad pero no demostraba que me costaba caminar debido a los movimientos de aquel tren, a cada paso y ante el sonido de aquel tren nunca esperaría lo que sucedió pronto, un joven, unas palabras casi imposibles de entender y una cercanía que no tenia en mente, y es que sentir a alguien tan cerca solo hizo que mi piel enrojeciera, no ayudaba mucho que mi piel fuera tan blanca como la nueve, no ayudaba en nada a decir verdad por que enseguida se notaba cuando algo me hacia enrojecer, o eran enojos o vergüenza… sentir a un joven desconocido tan cerca solo hizo que dibujara una sonrisa en mi rostro y con total calma disimule aquellas mejillas carmesí para inclinar mi rostro levemente en una señal de saludo…"

-Monsieur… -

"con afán de preguntar su nombre, susurre aquel monsieur dejando pie para que pudiera acompañarme y claro, decir su nombre”


Todo encajaba el camarero justo llegaba para ofrecerle un asiento –Condesa ¿gusta una mesa para usted y el caballero? - Adda observo al joven y dibuja una sonrisa en su rostro calmada y coqueta a la vez –me temo que no puedo decidir por la mesa que el caballero desee compartir, Joven si gusta esperarnos un segundo… -el camarero se retira quedando solo a unos pasos discretos no para escuchar su conversación si no mas bien para estar pendiente como un buen trabajador.
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Mensaje por André Lautrec Vie Jul 08, 2011 4:14 am

¿Condesa?”pensé” una condesa Estúpido casi te caes sobre ella y podrias haber armado una buenas”.Mi cabeza me recriminaba la torpeza y el no haber calcula del equilibrio pero ahora miraba la sonrisa de la mujer e intenté adoptar una imagen más madura y dejer de debatirme entre mi cabeza y mi torpeza que responderla. Si bien sabia que no podía negarme y que seria una maravillosa compañía. Observé al camarero alejarse y mirarla a los ojos- Estaria encantando de compartir con usted mi tiempo- hice una ligera reverencia y después me giré extendiendo mi mano en dirección al camarero indicandola que la seguiria hasta donde nos llevara.

El camarero avanzó hasta un vagón que parecia el restaurante aun apartado que se separaba de los demás- Condesa este es su apartado- dijo el camarero señalandola su sitio- Caballero- dije señalando el mio. Tome asiento y mientras lo hacia volví a maldecirme por no haberme presentado- Disculpe mis modales, André Lautrec Condesa es un placer acompañarla- recordó el momento del andén y en el tropiezo de esta no pudiendo evitar dedicarla una sonrisa tierna al mismo tiempo que la miraba a los ojos. Los cuales hablaban más que ella y tenía algo que me llamaba la atención- Debo decirla la verdad me ha sorprendido que sea Condesa, me imaginaba un séquito de guardias que se avalanzarian sobre mi cuando casi tropiezo encima suyo- achiné los ojos sonriendo y carraspeé mientras me acomodaba en mi asiento esperando su respuesta.

Levanté la mano llamando al camarero que automáticamente se acerco con un vaso de agua y una botella de vino y dos copas llenandolas de ambos líquidos y asenti agradecido mientras bebia el agua para que mi voz no sonara tan ronca como lo habia hecho y no se notara tan nerviosa.



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Mensaje por Invitado Lun Jul 11, 2011 12:12 am

Monsieur, Lautrec…- repite levemente con una sonrisa mientras se acomodaba en aquel vagón, observo su sonrisa, sus expresiones, eran intrigantes, todo un caballero, será así en su vida común?difícil Adda… las personas nunca son como aparentan, los varones sobre todo, son complejos, difíciles de traspasar, poco confiables,¿patanes? - era difícil debatir con aquella mente una vez dándole autorización a opinar, podía tener razón si había encontrado hombre decente, pues eran contados con los dedos de mi mano…” –mi nombre es Adda Gi….- ya no eres Giardelli, ya no eres Giardelli” - Vinogradova… y no es necesario que me llame de Condesa, puede llamarme por mi nombre, por algo esta ahí… - susurra mientras toma un mechón de su cabello para dejarlo a un lado.

-Debo decirla la verdad me ha sorprendido que sea Condesa, me imaginaba un séquito de guardias que se abalanzarían sobre mi cuando casi tropiezo encima suyo -sonrió ante aquellas palabras, un sequito de guardias, no se lo imaginaba para nada eso le causo algo de risa así que la sonrisa se torno una pequeña risa escapando de sus labios – me temo que soy bastante sencilla después de todo, no podría vivir con un sequito de guardias a mi alrededor monsieur Lautrec… apenas me acostumbro con una servidumbre grande en palacio, no sobreviviría con una multitud siguiéndome, por eso me sirven estos paseos para tranquilizarme, despejar la mente, cambiar de aires…- susurra como si de un secreto se contara y toma la copa de vino que le hubieran servido, agradeció el gesto, no todos solían aventurarse y pedir por ella, de echo aquella acción le había sorprendido, pero todo para bien…

-entonces ya se su nombre usted el mío, puedo saber por que esta tan solo? Siempre me a parecido que viajar solo no se hace muy entretenido, aunque claro, yo misma este rompiendo mi regla ahora mismo – sonríe de lado mientras toma la copa para acercarla a sus labios aunque primero sintiendo el aroma de aquel vino que se hacia muy suave era un vino muy bueno, quizás un carmenere… no era gran experta en vinos, solo lo común, nada para pensar definitivamente que era una borracha o algo mas preocupante, gustaba de beber bien.. – que buen vino… - susurra mirándole mientras dedica una mirada por la ventanilla, y luego hacia el… - ahora se algo mas, su excelente gusto por los licores, yo personalmente para esta tarde me hubiera inclinado por una copa de jerez... -sonríe delicadamente mientras le dirige la mirada
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