Paseo en bote... [Libre]

por **Amy Von Bennewitz** Vie Jun 24, 2011 10:33 pm

Las cosas han salido a la perfección, la mansión en la que residiremos en Paris de verdad ha logrado sorprenderme. Tengo que admitir que Alexei se esmeró en comprar una parcela mas grande de lo que imagine, pero ese hombre siempre ha logrado sorprenderme, la casa principal tiene 8 habitaciones, me di el tiempo de revisar cada una por separado la habitación principal era similar a la que teníamos en Escocia, para mi alegría los cambios y la puerta secreta a la habitación que era enteramente mía estaban ya dispuestos. Hacía mucho que no dormía en la misma cama que mi esposo, jure nunca más hacerlo mantendría mi palabra hasta mis últimos días de vida. La servidumbre son personas humildes y agradables, me di un tiempo para compartir con ellos eso si a escondidas del que decía llamarse mi esposo, no le gustaba que yo me hiciera de amigos en la casa…

-Madame Von Bennewitz, su carruaje está listo – una suave y dulce voz escuche alce mi vista al tiempo que cerraba mi diario, Alexei, había dejado a Lisa para que me “cuidara” pero ya sabía yo que solo quería mantenerse informado de lo que hacía en el día. Una sonrisa amplia le dedique, deje el diario en la cajuela del tocador cerrándolo con llave, escondí la misma en un joyero que contenía un apartado oculto y levantándome con rapidez me acerque a Lisa – Lisa, espero guardes mi secreto, conviviremos y necesitare de una aliada… con el tiempo te explicare cada detalle de mi “matrimonio”, necesito alguien de confianza en esta ciudad y tu… lo serás, no quiero obligarte ni mucho menos imponerte cosas… debo suponer que Alexei debe… - no alcance a terminar de pronunciar lo último cuando la joven hizo un gesto de que me quedara en silencio, me extraño que lo hiciera pero obedecí – Madame, no se preocupe… yo… vengo de Escocia mi familia son los criados de los Von Bennewitz desde hace muchos años, estoy informada de todo, Clarice su antigua dama de compañía me pidió como favor tomar este cargo y me mando esta carta hace semanas atrás, una es para usted y otra para mí. La comprendo Madame seré su aliada, amiga y compañera lo que… el demonio de su esposo le hizo no tiene perdón de Dios – la joven se persigno, sentí como llegaba a mi esa sensación de bienestar, por lo menos sabía que en Escocia tenia gente que me amaba y entendía. – Gracias Lisa – tome entre mis manos la carta de Clarice y salimos de la habitación, ella detrás de mí como si me conociera de toda la vida.

Ambas nos subimos al carruaje con ayuda del mayordomo, antes mire hacia atrás notando como en una de las ventanas de la habitación principal estaba Alexei espiando, una sonrisa de satisfacción le dedique y termine de entrar al carruaje escoltado por dos caballos de color vallo. – A la Laguna, porfavor – dije como orden, mientras las riendas se ponían firmes y los caballos a paso suave comenzaban andar. El trayecto fue placentero, pude conocer a mi nueva aliada, tocamos varios temas desde lo que me hizo mi esposo hasta lo que me dedicaba, no esperaba su aprobación ni mucho menos entendiera el porqué, aquella joven en silencio me escucho, me dio su confianza y yo la mía. Ahora ya podía sentirme menos observada, me relaje y tan solo observe el paisaje que abría paso hasta el lugar de mi destino. Se demoró más menos media hora cuando se detuvo por completo y abriéndose la puerta, ambas nos bajamos de ahí.

La laguna, era tan o más grande de lo que me había contado Lisa, la mire con dulzura y antes de que comenzáramos – Solo quiero dar un paseo en bote – y comencé a caminar por el lugar, mi vestido era ligero pero notando la elegancia que solía caracterizarme, ni muy escotado, ni muy lujurioso, una simple pieza que cubría mi robusto cuerpo, además un sombrero cubría mis largos cabellos y hacia la perfecta combinación de pies a cabeza. Camine por el muelle hasta el final, vi el bote que tenía inscrito el nombre “Luminé”, no hice preguntas y me subí en el con ayuda de mi dama de compañía, el día era perfecto para un paseo al aire libre.

por **Cyara Seery** Dom Jun 26, 2011 10:30 am

Cuando desperté aquel día, simplemente no sabía que hacer. Salí de mi casa dejando que mis pies me llevase adonde ellos deseasen. Llevaba poco tiempo en la capital de Francia, y como no, me encontraba completamente desorientada. Necesitaba buscar a Daimmen, sin embargo no sabía por donde comenzar. La pregunta era, ¿qué iba a pasar después de encontrarlo? ¿Qué era lo que realmente buscaba de él? ¿Preguntas? ¿Respuestas? ¿O quizás algo más? Suspiré cansada mientras observaba como los parisinos realizaban su día a día. No eran como los de mi ciudad natal, para nada. Los parisinos parecían más angustiados, más agotados. Entonces me paré a pensar en cada diminuta persona de la ciudad, no entendía sus malestares y preocupaciones, aún así, sentía un dolor en mi pecho al ver a todas aquellas personas. Pero no sufría por ellas, sino por las personas que quería y que estaban demasiado lejos de mí. ¿Qué pretendía huyendo de mi familia y de mi prometido?

Con todas aquellas preocupaciones en mi cabeza, acabé en lo que parecía ser una laguna a las afueras de París. La luz del día se reflejaba sobre las aguas cristalinas de la laguna. Estaba decidido, aquel lugar se convertiría en unos de mis favoritos de todo París. Se parecía mucho a Cork, tanto que hasta parecía que la temperatura había bajado hasta los de mi pueblo natal. El pelo de la nuca se me había erizado de la emoción y mi corazón cada vez latía más deprisa. ¿Por qué con una simpleza me ocurrían tantas cosas? "Deja de comportarte como una cría Cyara, parece mentira la edad que tienes" me solté a mí misma al darme cuenta el torbellino de emociones que estaba sintiendo.

Habían botes preparados para que se pudiera navegar por tan fantástica laguna, pero yo no quería nada de eso. Prefería hacer algo mucho más cómodo... Me escondí tras unos matojos y comencé a quitarme la ropa hasta llegar a estar en paños menores. Corrí tan rápido como me lo permitieron mis piernas y salté dentro del lago. En esos instantes me sentía como una sombra en la oscuridad, nunca vista, desaparecida para las personas normales. Lancé un grito de placer dentro del agua, estaba fresca y limpia, tal como esperaba. Nadaba y nadaba, sin molestar a nadie de mi presencia, ya que al parecer habían pocos visitantes a la laguna aquel día...

por **Amy Von Bennewitz** Lun Jun 27, 2011 7:49 pm

Lisa no me dejo sola en ningún momento y con una amplia sonrisa se ofreció a remar aquel pequeño bote, la mire y con una sonrisa asentí pero claro con una condición si se cansaba que me dejara hacerlo a mí, no era tan cómoda hasta antes de que mis padres me dieran por parte de pago a los Von Bennewitz yo hacía todo por mí misma, sin la ayuda de nadie más así que remar lo sabía hacer, eso si hace mucho que no lo practicaba. Me relaje con el sonido del agua, con el sonido de los pájaros y el mismo del escaso viento que había a esas horas en la laguna – No hay nada mejor que relajarse – le dije a Lisa para que se detuviera, habíamos avanzado lo suficiente como para estar alejadas de todos – Deja que el bote sigua su curso y disfruta conmigo – termine por decir y con cuidado ella dejo de remar quedándose en completo silencio.

Ambas cerramos los ojos como si nos estuviéramos llenando de la energía que provenía del mismo lago. No quería interrumpir pero en ese momento a mi cabeza se vino un soneto que un enamorado de mi tierra siempre me dedicaba, tantas veces lo había escuchado que ya grabado en mi mente estaba.

¿Por qué me prometiste, un día tan hermoso,
haciéndome viajar a cuerpo sin mi manto,
dejando que las nubes, crucen por mi camino
y en su podrido humo, ocultar tu valía?

No vale que tú, rompas, entre las negras nubes,
para secar la lluvia de mi abatido rostro,
pues nadie puede hablar, de bálsamo o remedio,
que cierre las heridas sin curar la desgracia.

Ni puede tu vergüenza, dar cuerpo a mi dolor,
aunque tú, te arrepientas, llevo las de perder,
que el dolor del que ofende, es un débil alivio,
para él que lleva el peso de la mayor ofensa.

Pero son como perlas, mis lágrimas de amor
y al caer me redimen de tus malas acciones.

Cuando termine de recitar aquello apoye mis brazos en el borde del bote y estire una mano para que esta tocara el agua, me deje llevar entre recuerdos e imágenes que me llenaban de una extraña alegría.

por **Cyara Seery** Mar Jun 28, 2011 5:14 am

Por unos instantes, las burbujas que salían de mi boca y de mi nariz me hipnotizaron. Eran pequeñas, diminutas y parecían que luchasen entre ellas mismas con tal salir a la superficie y allí, encontrar su fin. Me encontraba completamente metida en mi mundo, desocupada de mis preocupaciones, como si éstas fueran tan sólo vagos recuerdos del pasado lejano. ¿No eran simplemente éso? Acciones del pasado que seguían en mi mente, volviéndome loca con tal de conseguir mis objetivos. Reí ante tales pensamientos debajo del agua y al ver que no podía aguantar más la respiración, saqué la cabeza a la superficie, dando una gran bocanada de aire. Estaba bien, tranquila, entera y lo más importante, viva. ¿Por qué demonios iba a morirme en una laguna? El haber salido del agua me estaba afectando de nuevo.

De repente, sentí una presencia cerca de mí. Era un bote, muy próximo a mí y que al parecer, sus intregantes habían decidido que el movimiento del agua se llevase al bote. Por curiosidad, decidí acercarme y descubrí que aquellos integrantes eran dos mujeres, y por lo que pude observar desde el agua, de clase alta seguramente. Me zambullí dentro del agua de nuevo al ver que estaban hablando, no era asunto mío sus conversaciones. Me propuse como reto cruzar el bote desde debajo del agua, tenía la suficiente confianza en mí misma, era capaz de conseguirlo. Por desgracia, no había cogido suficiente aire y choqué mi cabeza contra la base del bote y nuevamente cuando al fin salí a la superficie, con la mano de una de las mujeres -¿por qué en ese preciso momento había metido la mano en el agua?-. Lo mejor fue, que durante unos momentos, me había parecido escuchar una canción recitada por alguna de ellas. Me quedé hipnotizada al verlas y al recordar las últimas palabras de la canción, lejos de pensar cuál sería su reacción al descubrir que iba casi desnuda, nadando en aquella laguna.

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