Juntos cultivaremos las flores de nuestra amistad (Tyler)

por **Melinda Chavànnell** Jue Jun 30, 2011 3:54 am

Un nuevo día despuntaba ya por el horizonte, la luz en el horizonte me hizo abrir los ojos y sonreir al ver el bello amanecer, con sus tonos naranjas, morados, amarillos, rojizos... ¿Cómo un simple acontecimiento podía tener tantos colores? Ni yo misma lo sabía, sólo sabía que era perfectamente hermoso. Me levanté de la cama y me puse la bata de seda sobre los hombros mientras salía al balcón para contemplar mejor la vista.

Una leve sonrisa se dibujó en mi rostro al ver en el jardín, con ropas de trabajo, aquellas anchas espaldas que hacía semanas atrás me había salvado de un probable percance - ¡Vaya Fausten parece que al fin te dignas a venir por aqui! - rei ligeramente y corrí dentro de mi habitación antes de que él pudiera replicar. Cerré las ventanas y corrí las cortinas para que nadie pudiera ver como dejaba caer mi camisón al suelo y caminaba desnuda hasta la bañera para darme un baño.

Tras relajarme, me puse un vestido sencillo y me recogí los cabellos en un moño sencillo y bajé al jardín con un delantal en la cintura y los guantes de trabajo. - Deja esas herramientas, hoy no vas a podar árboles, me vas a ayudar a trasplantar las flores del invernadero en el jardín, y debemos cortar algunas otras para reponer las flores de la casa - le miré con una sonrisa en los labios y revolví sus cabellos, saliendo a correr hacia el invernadero - Bueno qué, ¿vas a venir o te vas a estar todo el día mirando como me alejo?

por **Tyler Fausten** Dom Jul 03, 2011 11:55 am

Mi patrona había sido mas bien como una buena amiga. Me ofrecía cobijo, además de trabajo que sin reproche alguno le agradecía y seguía desde el momento en el que me aceptó.
Miré mis fachas. No llevaba camisa, pues hacia un calor horrible y mis botas de trabajo llenas de tierra no eran del todo atractivas. Pero aun así me llenaba el estar tan a gusto en aquella casa.

Al parecer, la señora Melinda había pasado una buena noche, se había despertado de muy buen ánimo pero algo distinto había en ella. Se la veía muy radiante y feliz, algo ocultaba su mirada, pero ante mis percepciones eso no era secreto alguno para mí.
Mas adelante la avasallaría a preguntas seguramente me serían contestadas algunas, pero no todas, por el simple hecho de que no sería correcto preguntarle a una dama por sus... encuentros fortuitos con algun caballero.

La seguí con una sonrisa, aquel vestido la hacía mas bella si cabía, era una mujer buena y se merecía un buen hombre. ¿Quién era aquel que ocupaba sus pensamientos tanto como su vida..? Oh...oh... por todos los dioses ya sabía que era lo que ocurría. Lo había visto en diversas miradas e incluso... una vez tuve que mediar en ello.

- Buenos dias mi señora, veo que pasó buena noche, cierto...?

Mi sonrisa se ensanchó, pues si mis especulaciones eran ciertas... iba a ser mas feliz que nunca. Tan solo me quedaba hacer un par de preguntas mas antes de asegurarme. De hecho, ya pensaba en alguna forma de poder hablar con el pretendiente de mi señora. Melinda era como la hermana que nunca tuve, era algo así como mi protegida, tan solo quería saber las intenciones de aquel hombre para con ella.

- Anoche hizo una actuación perfecta, si se me permite decirlo.

Comenté con una pequeña risa por lo bajo. Recordé aquella infusión que le entregué la primera vez que nos vimos, auqella en la que con tan solo arrimarle un fosforo desprendería una fragancia que persuadiría a los integrantes de aquella casa, haciéndoles creer que Melinda se encontraba descansando plácidamente.

- Cuénteme, ¿de quien se trata? - Comenté quitando mis guantes, y dejándolos en el filo de la cinturilla de mi pantalón, arremetidos, por si los usaba luego. Tras ello, me acerqué al estante de las semillas, y las acerqué a la señora, para que decidiese cuales eran mejores para la "nueva..." fragancia en el hogar.

- Las flores de vainilla le vendrán bien.

por **Melinda Chavànnell** Vie Jul 08, 2011 3:27 pm

Me detuve ante él al escuchar sonidos de entre sus labios. ¿Una buena noche? Sí, era más que probable pero... ¿cómo demonios se me notaba. Era cierto que desde que habíamos comenzado nuestra relación Duncan y yo irradiaba felicidad por cada poro de mi piel, pero también era cierto que trataba de disimularlo por miedo a que mi padre o mi hermano se diera cuenta de ello, pues si ellos se enteraban antes de presentarle a Duncan, era más que probable que le rechazaran o le miraran con peores ojos. Suspiré, ¿por qué demonios tenía que ser tan extremadamente dificil la vida de una mujer en el siglo XIX?

- Sí, Tyler gracias... la verdad es que he dormido estupendamente esta noche y sin duda ha sido a causa de la suave brisa que corría anoche en el jardín ¿la notaste? era sin duda deliciosa - Sonreí, no quería ocultarle cosas a él precisamente, a él que me había ayudado a ser libre cuando otros me lo negaban... él había sido el que me había librado de las manos de mi anterior prometido y sobre todo... él había sido quien me había regalado aquel dulce, inesperado y espontáneo primer beso - Gracias Tyler aunque... debo reconocer que mi actuación no habría sido buena si tú no hubieras estado allí para ayudarme -

Sonreí de nuevo de aquella forma tan dulce con la que solía hacerlo y clavé mi almendrada mirada en la suya. - De... ¿de quién se trata el qué Tyler?... creo que has debido de equivocarte de pregunta - dije riendo mientras cogía entre mis manos las semillas y las distribuía sobre algunas macetas para a continuación regarlas - Vainilla? sí, dan un dulce y delicioso aroma creo que tienes razón, vendrá bien una fragancia como esta para la casa... ¿qué te parece si las combinamos con algún ramo de hierbabuena para dar más frescor? -

por **Tyler Fausten** Mar Jul 12, 2011 1:51 pm

Asentí sonriendo, acercándome a las espaldas de mi señora, para alcanzar un bichito que se encontraba plácidamente en una de sus hojas, una mariquita.
La tomé con mi dedo y se lo mostré, indiferentemente del tema de conversación que estabamos teniendo.

- El muchacho. - Musité deteniendo mi mirada en los ojos de melinda, y ensanchándose mi sonrisa al ver como había acertado de pleno. - No deberías tener secretos para mí, sabes que eres como una hermana. - La tomé de la mano obligándola a dar un giro sobre sí misma para luego dejarla mirándome cara a cara. - Me sacaste de la calle, me diste un trabajo y un... - quise decir hogar, pero lo cierto era que mi visión de un hogar era con una hermosa mujer y niños correteando, mis propios hijos que nunca tendría. - bueno, un lugar donde poder dormir.

Sonreí de nuevo y deposité un meloso beso en la mejilla, tanto cariño le tenía a esa mujer, como si formase parte de mi propia familia, como si llevase mi propia sangre.

- Mmm? - Esperé una respuesta por su parte. aunque no pretendía ser descarado ni nada por el estilo, tan solo me preocupaba su bienestar.

por **Melinda Chavànnell** Miér Jul 13, 2011 3:20 pm

Sonrei tendiéndole mi mano ante su invitación y giré alrededor de mi propio cuerpo quedando frente a él. Aquel jardinero que en tan sólo unas horas, un encuentro gracioso y revelador y aquel primer tímido y a la vez travieso primer beso... en tan sólo aquellas horas él se había ganado un lugar en mi corazón. Un lugar similar al que ocupaban otros de mis mejores amigos, un lugar en el que primaban el cariño y el afecto sincero, las ganas de reir y sobre todo esa tan deseada y ansiada sensación de libertad. Suspiré profundamente y le miré a los ojos - Tienes razón poco sentido tiene mentirte... Se llama Duncan, Duncan Paganini -

Suspiré... al fin me libraba de aquella pesada carga... hacía días que necesitaba contarle a alguien todo aquello que rondaba mis pensamientos, aquello que me inquietaba y a la vez me llenaba de alegría - Vamos a casarnos... es un hombre que... ha dado la vuelta a mi mundo - rei ligeramente y me senté con gracia y desenfado en uno de los maderos del invernadero sin importarme mancharme el vestido - Lo sé te parezco una niña cursi pero... en serio no sabes lo maravilloso que es saber que amas a alguien y él te corresponde que no te corteja por tu dinero, tu posición o tu dote... -

Bajé mi mirada con el rostro algo sonrojado... por mucho que Duncan me hubiera abierto un nuevo mundo de posibilidades y horizontes nuevos... en el fondo seguía siendo aquella joven dulce y casta, recatada y algo ingenua. Sonreí en mi interior y tras notar como el leve rubor iba desapareciendo de mis mejillas levanté el rostro y le miré ¿debía preguntarselo? Juguetee nerviosamente con los pliegues de mi vestido y noté su azulada mirada clavada en mi rostro, esperando a que hablara - Tyler yo... eres como un hermano para mí y me gustaría que fueras... bueno nos gustaría a Duncan y a mi que fueras el padrino de bodas -

por **Tyler Fausten** Jue Jul 21, 2011 2:22 am

Me hubiese imaginado cualquier otra cosa, e incluso que me pedirían hacer los arreglos florales para adornar aquella boda ideal, pero… O.O Me quedé unos segundos sin responder, midiendo cada una de aquellas palabras como si de alguna broma se tratase, pero al ver su sonrisa y aquel brillo en los ojos tan infantil supe que hablaba en serio.

- Claro! Bueno… y tu padre, hermano…? No le molestarán que…? Dioses!

Impresionado como estaba, pues iba a ser la primera vez que asistiese a una boda, y además… con aquel regalo que era el ejercer como padrino de bodas, era todo un sueño. Llevar hasta el altar a Melinda era algo que realmente se merecía tanto ella como yo, aunque sonase mal viniendo de mi parte. Aquello me decía que la estima que Melinda me tenía era… grandiosa, y al ser el único pues me decía que sería gran parte en su vida, mas que un padre o un hermano.
Me acerqué a Melinda tomando con una amplia sonrisa sus mejillas con ambas manos y dándole un beso que quizás iba a ser el último porque ya pasaría a ser la señora Paganini. Aquel beso se alargó, pero no significaba nada que no fuese un extremo cariño por Melinda, aquella muchacha que conocí en el jardín botánico, y que pasaría a ser alguien tan importante como mi propia hermana.

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