El espectaculo brilla bajo las estrellas... {Ciel y Abel}

-¡Vamos niños y niñas! ¡Acérquense al mayor espectáculo que puedan ver en su vida! -Decía Roy el loco a la entrada del circo que se instalo en París no hace mucho. Sonreía bajo la magia que había en ese ambiente mientras bailaba con mis panderetas de cascabel, adornadas con varias cintas de colores representando el arco iris. Seguía moviéndome al ritmo de las flautas de madera, haciendo dúo con las cajas flamencas de madera. Seguía ensimismada bailando alegremente en cuanto iba entrando mucha gente y paraba para verme bailar. Actuaba y esa noche me sentía como Terpsícore, musa de la danza en la mitología griega.

Saque mi lado más coqueto y por lo que pude ver en las sonrisas entre el público, mi encanto sobre la danza comenzaba a dar sus frutos hasta que empezaron a echar dinero sobre mi pañuelo color mora. Para finalizar otro baile más en la noche, alcé mi pandereta en alto y lo hice temblar hasta que el ápice de las sonrisas entre el público, llegara al máximo rompiendo en aplausos. Las glorias no se hacían hasta el final de la noche, pero una reverencia salio de mi educación tras a lo largo de todos estos años. Ahora el público comenzaba a irse para ver las nuevas atracciones que el circo brindaba esa noche. No habíamos recaudado tanto dinero como hace unos días. Aquí teníamos para dos semanas entre comida y bebida. Esto había que celebrarlo y daba gracias a Dios y al espíritu de la madre naturaleza por brindarnos con tanta buena suerte esta noche llena de estrellas.

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La música de fondo seguía sonando en el circo de París. Gitanos, malabaristas, gigantes, barbudos, bailarinas, todos brindaban homenaje a la noche que se alejaba de la realidad y te atrapa en un mundo mágico lleno de formas, colores, olores y un sinfín de manjares para los cinco sentidos. Niños y niñas, levantados hasta las tantas de la noche solamente para que vean un mundo fuera de la corrupción y para que su imaginación vuele hasta los rincones del arco iris, sean alimentados con risas y una manzana de caramelo en los puestos de dulces de la señora de una sola pierna. En el circo gitano, cada noche que se celebraba, era especial.

Los payasos y mimos en la esquina izquierda del circo, hacían sus espectáculos de comedia y en la otra esquina, los feroces animales que luego son domados por el más valiente del circo y justo en el centro del recinto del circo, se encontraba la gran carpa rojiblanca donde acontecían las sorpresas que escondía la magia del circo. "Si eras valiente, adelante prueba a entrar, pero si no, te esperare en la salida, bailando bajo el embrujo de la luna." Pensaba de vez en cuando al ver a la gente que acababa de llegar al circo. Y mientras me movía con ritmo y elegancia, observe una mirada extraña entre el nuevo público que me miraba atentamente. Unos rasgos orientales me miraban atentamente. ¿Sería Young? Negué disimuladamente para que no se notara mi reciente duda. Volví a mostrar en mi rostro una delicada sonrisa y entonces acerté con mi negativa al ver que ese hombre llevaba consigo una bella criatura, envuelta en un bello vestido de color azul.

Sonreí de repente al ver a la pequeña en brazos de quien podría ser su padre adoptivo y lentamente, como si fuera por arte de magia, hice aparecer una flor roja sin espinas. La gente rompió en aplausos por el efecto de magia y como si fuera un duende, sin perder el ritmo en mi cuerpo me acerque a la pequeña y le hice entrega de la rosa. Sonreí y pude ver mas de cerca al hombre que la sostenía en brazos. Era extraño...y viril. Dejé la rosa entre medias de ambos y volví a mi puesto para terminar el baile y pensar sobre aquel hombre tras meterme en mi tienda, empapada de nuevo con mil aplausos del público.

Suspirando me senté en un taburete aterciopelado con tonos moras tras sentirme rara ante la mirada de aquel hombre que cargaba la niña en brazos. Suspire de nuevo y una lágrima silenciosa resbalaba por mi mejilla mientras recordaba a aquel hombre que conoció en el hospital. Desde entonces no le había vuelto a ver y le extrañaba, aunque le conocía de poco, le extrañaba. Me limpie las lágrimas que resbalaban de mi mejilla y me dirigía a beber un poco de agua cuando de repente una voz me hizo sobresaltar en el sitio. Me di la vuelta y vi a la pequeña niña de cabellos dorados junto con su padre en brazos y él parecía no estar muy seguro de estar ahí. Suspire aliviada de que no era un sobrenatural y regale la mejor de mis sonrisas.

Desde el sitio, para mantener las distancias, hice una reverencia improvisada, aunque la verdad yo no sabía nada de protocolo y mucho menos cómo comportarme en frente de gente que no fuera del campamento. Mis pómulos se sonrojaron mientras miraba al suelo y estaba haciendo la reverencia. Me incorporé lentamente y volví a mirarle frente a frente. ¿Qué es lo que hacían la gente del este sobre mí? ¿Qué era este efecto tan exótico que me hacía temblar por todo mi cuerpo? Me tranquilicé.
-Si...Hola Monsieur...-Dije con mi acento francés que mis padres inculcaron en mi con esfuerzo y elegancia, a pesar de ser unos trapecistas reconocidos en todo el mundo. Observe como la pequeña agarraba los pétalos de la rosa que le había dado antes en el baile. Aquella preciosa niña podría ser la encarnación de una luz en una oscuridad. Quería acercarme a la pareja, pero era lógico que a pesar de mi condición en esta vida, podrían llegar a pensar que querría otra cosa en lugar de la amistad.

Muchas personas no se nos acercaban por ese concepto. La gente de fuera, las altas calumnias de la sociedad, tenían el pensamiento de que nosotros, los gitanos, gente honrada y llena de misterios, éramos unos completos ladrones, asesinos y burladores de los inocentes, pero eso no era lo que veíamos en el campamento. Si necesitábamos vivir, robábamos, si necesitamos defendernos de los que son más fuertes que nosotros, podríamos herir o hasta asesinar accidentalmente y por la justicia mal hecha en este mundo, los débiles siempre eran lo que pagaban las facturas de todo. Sonreí y me estuve quieta mientras los miraba con atención

-¿Se han perdido? –Dije mientras me dirigía a un viejo mapa para mostrarles el recinto del circo. Me acerque a una distancia, pero lo suficiente para crear respeto entre los tres que estábamos en la carpa. Estire el brazo para acercarle el mapa pero como vi que tampoco reaccionaba, flexione el brazo para acercar de nuevo el mapa y poder guardarlo en su sitio. Volví hacia donde antes y le mira un tanto curiosa mientras jugaba distraídamente con los volantes de mi falda, como si de una niña nerviosa se tratase.-¿Quiere...algo?-Dije con confusión pues ya no sabía por donde tirar, ni por que hablar.

Me tape la boca para reír tímidamente viendo como la niña rechistaba a su padre. Miraba a ambos y cuando la niña fue levantada hacia los brazos de su padre, sonreí y me recoloque algún que otro mechón de mi cabellera azabache. Sonreí aliviada al saber que la cara de poco amigos, no era para mí. Asentí cuando hablaba de mi nombre e iba acompañado de un buen calificativo Cuando la niña, fue cargada en los brazos de su padre y se levantó para mirarme mientras Ciel ponía pucheros y me miraba acurrucada en el pecho de su padre. Me dirigi de nuevo hacia donde deje el mapa del circo gitano, y se lo acerque a Abel.

-Aquí esta todas las atracciones del circo gitano-Sonreía un poco inquieta-Pero no vayan al lado de la señora barbuda…-Dije bajando la voz y mirando a un lado-Es un poco gruñona-Asentí ofreciendo el mapa a las manos de Abel. Miraba a Ciel con una sonrisa-No te preocupes pequeña-Me acerque para acariciar su bracito-No se come a las niñas tan bonita como tú-guiñe un ojo y sonreí-Solo, si tienen algún problema, soy a la única que le teme-reí de golpe al recordar aquel suceso mientras me tapaba con la mano sobre mi boca.

Los miré a ambos y me sonroje al ver sus caras confusas. Acaricie mi pelo a modo de nerviosismo y me coloque un mechón detrás de mí cabellera, pero volvió hacia delante. Los mire un segundo y volví a sonreírles un poco más.-Se perderán el circo…está muy animado esta noche y no se pierdan el espectáculo de magia, hoy nos acompaña un gran mago-Sonrío a ambos abiertamente.

Me tuvo que haber malinterpretado al haber escuchado que quería que no la molestara más. Error. Al contrario, ella quería que estuvieran más tiempo de cháchara pero sentía aquel apuro de que les estaba quitando su tiempo y no quería que se perdieran las atracciones del circo. Levante levemente mi manita para despedirme de la niña, pero en cuanto estaban saliendo de la tienda, me acerque para no perderles de vista. Vi que habían andado unos pasos hacia delante del circo y en cuanto pude alcance la distancia poniéndome a su lado. La niña sonrió al verme y detrás de su padre, puse el dedo índice sobre mis labios a modo de silencio y vi como la niña se escondía en el cuello de su padre. Me fui acercando poco a poco, pero en cuanto estaba a punto de dar un susto a Abel por detrás, una mano se coloco en mis labios obstruyendo toda clase de sonido, mientras una mano me agarraba uno de mis pechos y tiraba de él hacia un cuerpo robusto y duro.

Había mucha gente alrededor y cuando mire hacia adelante dando brincos para soltarme, vi a Ciel con gesto de miedo en su dulce rostro. Moví mi cabeza a ambos lados intentando zafarme de aquella mano que olio a alcohol, pero me apretaba fuerte, entonces, saque mi lengua para hacer cosquillas en la palma de la mano y después morder los dedos haciendo que el acosador soltara mi boca mientras soltaba un grito de dolor tras haber sentido mis dientes sobre su mano. Me sujeto por las muñecas y me tiro al suelo de hierba haciendo que cayera boca abajo y mostrando parte de mi desnuda piel. Me gire antes de que pudiera hacer algo, y fui arrastrándome hacia atrás, huyendo de aquel hombre de aspecto mayor y cansado por el paso del tiempo. Pude ver como su sonrisa junto con una mirada lasciva recorría mi cuerpo lentamente. Era asqueroso y mientras pensaba en algo para escapar, moví mis manos en busca de algo para defenderme. Encontré un cuchillo de cocina que podría servir para defenderme y lo escondí con cuidado sobre mi brazo.

El sujeto al parecer, estaba impaciente por hacerme suya, pues se agachó hasta mi altura y me agarro salvajemente del pelo. Gemí en un grito de dolor y mientras me tenía sujeta por un bulto echo en mi cabellera, se acerco para comenzar a lo que parecía repartir su asquerosa saliva por toda mi piel. Si no hacía nada, todo iba a salir mal, y mi pureza la tenía que seguir reservando para aquel que de verdad se lo mereciera. Intente separarme pero volvió a acercarme a él, poniendo sus asquerosas manos sobre el escote de mi camisa e intentar llegar a rozar un poco de mis pechos. Cuando note el tacto de su áspera piel sobre la mía, mi paciencia llego a su límite, llego al ápice del aguante que estaba reteniendo mi ira sobre ese hombre que se embadurnaba con el aroma de la dejadez y el alcohol. Mis años no habían sido en vano, y prácticas de defensa me sabia de algunas con lo que pude acordarme de una llave de yudo que me enseño el mayor del campamento.

Deslice mi cuerpo hacia el suelo, cogiéndole de la camisa fuertemente y puse mi pie sobre su estomago impulsándole hacia arriba y tirándolo hacia atrás, haciendo que cayera de espaldas sobre un montón de metal de varillas. Me levante enseguida del suelo y me recorrí parte del campamento hasta casi chocarme contra Abel y Ciel. Suspire de alivio y puse la mejor de mis sonrisas para que Ciel, no viera que había estado en peligro. De todas maneras, era hija de un pirata y no me extrañaría que los problemas fueran buscándome. Lo extraño seria que no vinieran a mí. Ese no era el caso. Aquel hombre se quedaría inconsciente por unas horas así que por ahora estaría a salvo.

-Lo siento, tuve un...-dije intentando tapar el destrozo de mi escote al haber intentado ser abusada vilmente.-Bueno...me gustaría acompañarles...por el campamento.-Intentaba tranquilizar mi respiración, pues podrían notar algo inusual en mi.-Pero....si desean...ir solos...lo entenderé-Dije mirando hacia el suelo esperando alguna clase de respuesta proviniendo de Abel. Espere suspirando en el sitio y comencé a jugar en círculos con un trozo de mi falda con una mano y la otra aún sujetando el destrozo de mi camisa. Un tirón de mi pelo hizo que alzara mi vista y vi a la pequeña Ciel tirando de él hasta que me saco una sonrisa. Curiosa era esta raza tan pequeña. Apenas pueden hablar con sus labios, pero te hablan abiertamente con la mirada y con el simple gesto de una mueca alegre o triste en su rostro. Con tan solo tan poco, te daban opciones a intuir muchas cosas y algunas sabes con claridad lo que te quieren transmitir. Observe a Ciel con una sonrisa y automáticamente mi mirada se dirigió hacia los ojos de Abel.

-¿Puedo?-Dije con una sonrisa y medio animo hacía que me moviera al lado de la pequeña Ciel y de Abel.

Negué con la cabeza por el simple miedo que tenía en el cuerpo mientras tenia a Ciel en brazos. La manita de Ciel acariciaba mi mejilla y la mire con una sonrisa. Mire a su padre que parecía tener en el rostro cierta preocupación por mis pintas recientes. Quería volver a reaccionar, pero el miedo se apoderaba de mi, pero al final controle el miedo y sonreí con una sonrisa amplia.-Me...me cogieron por sorpresa...y bueno...-intentaba recordar, pero ahora todo estaba en un pequeño susto-No...no ha llegado a hacerme nada, se llevo su merecido...cuando le empuje contra el suelo....-interrumpí mi relato pues pensé que no sería adecuado de contar dicho suceso delante de la inocencia de Ciel.

Era una niña y lo menos que podía hacer era pensar en estropearle la noche a Ciel.-No creo que sea un buen momento delante de Ciel.-Dije mirando a Abel fijamente a los ojos. Esboce una débil sonrisa-Todo está bien ahora...solamente era una persona que por mala suerte, me toco a mi-dice alzando mis hombros. Se me habían olvidado los modales e hice una reverencia para agradecerle su preocupación. Era una pareja, el padre con la hija y yo solamente era una atracción más de la feria. Devolví a Ciel a los brazos de su padre y me disponía a irme, pero no quería. Me habían caído bien Abel y Ciel, como para que ahora tuviera que terminar todo.

Mire a ambos lados y vi que no había nadie sospechoso. Me hice un apaño con los rasgones de mi escote y me arregle el pelo un poco nerviosa. Suspire al ver que no lo había mejorado, pero pensé dejarlo tal y como estaba. Me acerque un poco a Abel y bese lentamente su mejilla, para agradecerle por su preocupación de nuevo. Nadie tenía la molestia de preocuparse por mí, bueno estaba Gilbert, pero él era más bruto y tomaba las decisiones a lo exagerado. Un escalofrió me hizo recorrer el cuerpo tras pensar en Gilbert, pero fije mi atención a la pareja.

-¿Seguimos...el camino?-Dije para cambiar el ambiente de aroma y de pensamientos llenos de malos recuerdos. Me coloque al lado de Abel y me quise agarrar a su brazo como todas las mujeres iban por la calle, pero me aguante y simplemente sonreí con una amplia sonrisa.

Observe que demostraba cierto aire de preocupación sobre lo que me había pasado obvio, pero llego a preguntarme si estaba cómoda viviendo en este lugar. Bueno, en parte sí y en parte no, pero que podía hacer, era mi única vivienda y mi único sitio en el que podía vivir. Había estado apunto de ser violada, pero gracias a mis habilidades de artes marciales, las pocas que se, me han ayudado a quitarme a un hombre de encima. No pude evitar agarrarme a su brazo aún más, para despues acurrucar mi rostro sobre su brazo.

Miraba las atracciones de la feria con cuidado de las miradas lascivas que desprendia la gente curiosa de los alrededores. Me pegué más a él y bueno, me separe al ver que estaba rozando mi voluminosidad contra su brazo y un cierto rubor llego a mis mejillas haciendo que bajara la mirada un poco tímida. Pero, que cosas. Subí mi mirada y fije mi mirada en los suyos.

-Estoy perfectamente, gracias Abel-le guiñe un ojo y le sonrei ampliamente. No queria hablar del tema, pues Ciel estaba al lado y no seria conveniente pues la curiosidad de los niños siempre mataban gatos y bueno, no queria estropear la velada de la pequeña con relatos tristes-Creo que seria mejor en otro momento...lo digo por Ciel, a veces los niños son mas listos de lo que parecen-Dije sonriendo mientras observaba a Ciel mirar a todos lados emocionada al ver tantos colores, formas y distintos tonos de música. Cuando ibamos por el final del recorrido, nos encontramos con el puesto de manzanas de caramelo de Lady Antoniette e iba igual que Mª Antonietta pues era una temática del circo.

Me acerque para pedir dos manzanas de caramelo y en cuanto me vio acercarme, no me dio la oportunidad de hablar pues se abalanzo sobre mi tumbandome en el suelo.-¿Pero que?-No pude terminar de hablar pues comenzo a comerme a besos. ¿Que habia pasado?-¿Que ha pasado?-Cuando pregunte aquella pregunto, esta se separo de mi cuerpo lo bastante para poder mirarla a los ojos correctamente y sonreirla abiertamente. Se rió como una maniaca y entonces ya se me quiito las ganas de seguir en este lugar.

-Luna de estrella-Sonrio mientras comenzaba a hablarme lentamente para terminar por acercarse a mi lado-Le han cogido-dijo como en regocijo, como si alguien hubiera...un momento. La mire con cara de no entender nada y supuse que algo habia pasado y era que la noticia de lo que me habia pasado, ya se habia difundido a los cuatro vientos, pero me resultaba bastante ilogico como para que de repente todo el mundo lo sepa si acababa de ocurrir, hace nada. Me quede mirandola a los ojos mientras asentía.-El plan de que fueran a violarte, no ha salido bien-Dijo de repente mientras se tiraba de la falda como una loca que necesitaba tratamiento. Al escucharla me quede paralizada. Esta chica se llamaba Gladis, tenia algun que otro trastorno mental, pero ya.

-¿Violarme?-Mis palabras fueron saliendo solas por fin-¿Que quieres decir?
-Pues si te violaba aquel hombre-Dijo entre risas-Pues...quee...te irias de aqui...-Dijo con tranquilidad, como si fuera el polvo de cada dia que una ama de casa limpia rechistando de su mala suerte. De repente no sabia que hacer. Lo único que queria era largarme, pero no sabia a donde. miró a Abel, le cogio del brazo y lo aparto de la loca de Antonietta que comenzaba a cantar, balbuceando libremente mientras la gente de alrededor le tiraba sus manzanas de caramelo a la cara. Me habia dicho que aquel hombre queria violarme, todo estaba planeado para que me alejara del campamento. En fin. Todo estaba mal y tendria que ir a por ayuda, pero no quería ir a su mayor, pues no estaba para visitas, ni él ni ella.

Le mire fijamente a los ojos. Sonreí, pero muchas otras chicas seguramente eran merecedoras de su amabilidad y yo ya tenía...a él. Puse una mano en el rostro de Abel, mientras le miraba a los ojos fijamente para no perderme detalle de su buena voluntad, pero por mas que quisiera irme del campamento, por más que aceptaría su oferta de quedarme en un hostal, no podía dejar el campamento. Si nos alejabamos eramos castigados, pero claro, gente como el no lo entendía. Le mire y miré a Ciel. La criaturica me miraba fijamente a los ojos a lo que no pude reprimir una dulce sonrisa. No podía entender el porque de tanta amabilidad, pero le estaba agradecida por no haberme rechazado en ser su acompañante esa noche.

-Monsieur-le miré con firmeza-Siento mucho no poder aceptar su oferta pero, encantada aceptaria la oferta de poder ser alguien en su vida como una amiga...-miré a Ciel-O como una niñera para Ciel...-dije con una sonrisa-Espero que entienda mi posición en la que me encuentro. Hace poco tuvimos un...-mire al suelo para después mirarle a los ojos un poco cohibida-Tuvimos un encuentro, un ataque en el cual nos atacaron una manada de...lobos-trague saliva-Y aún estamos un poco reconstruyendo lo que perdimos y bueno la verdad-me metí un mechón tras la oreja-No creo que sea buen momento...de irme del campamento-le mire-Estoy bien protegida, de verdad-Dije con seguridad y con una sonrisa en mi rostro.

La gente comenzaba a irse de poco en poco, para despues irse a sus casas y a tomar algo calentito para tomar. Ya habiamos caminado todo el campamento y le miraba esperando una respuesta positiva, aunque había mostrado tanta amabilidad por buena voluntad que yo se la habia rechazado, pero era cierto, no podía salir. Jugaba nerviosa con mis manos. Le miraba mientras seguia jugando con mis manos, pero aun había silencio entre ambos y la pequeña Ciel jugaba con la oreja de su padre.