Si la vida te da Mil razones para "llorar", demuestrale que tienes Mil Una para "sonreir" - Loukas -

No había nada que odiara más….o quizás si…..pero esta era una de las cosas que más me exasperaban y desesperaban….el tener que soportar una maldita tarde de verano enfundada en un pesado y elegante vestido….me fascinaban, claro, como a cualquier mujer pero estos en ocasiones sobre todo cuando el clima era insoportablemente caluroso solían convertirse en un verdadero martirio.

Salí a toda prisa del salón. Subiendo escaleras arriba casi corriendo hasta mi habitación confiada en que Thiago ya tenia preparada la ducha y un cómodo y apropiado vestido aunque más sencillo elegante a la vez.

- Todo esta como usted lo dispuso, ama – me comento al topármelo saliendo de la habitación – bien – me limite a decir, había días en que mi trato hacía él era demasiado serio, en apariencia algo frío pero en el fondo el buen y servicial Thiago se había ganado mi entera confianza y aprecio pero eso no podía hacerlo tan evidente, a Fenrir lo más probable era que no le pareciera.

El atardecer caía y el calor menguaba un poco, situación que me reconfortaba. Me acerque a la ventana encontrándome ante un paisaje verdaderamente maravilloso. El espectáculo que el cielo brindaba a mis ojos era algo verdaderamente digno de admirar. Contemple largos minutos aquel cielo teñido entre colores naranjas y rojos que daban la sensación de que se trataba de fuego y no de nubes, lucia como si el mismo cielo se estuviera incendiando.

Me aparte de la ventana esbozando en mi rostro una amplia y feliz sonrisa sin duda alguna esta era una hermosa tarde para dar un paseo y no tenia la mínima intención de desaprovecharla.

- Vamos Thiago date prisa que quiero estar de regreso para cuando mi Señor Black este en casa – la felicidad ¿de que?...no lo se pero estaba feliz se hacía notar en el sonido de mi voz. Mi buen Thiago asintió en tanto solo me observaba y finalmente se atrevió a hablar – me gusta verla tan feliz ama – de inmediato como si hubiera dicho algo malo bajo la mirada – lo estoy Thiago, lo estoy - le respondí sonriendo.

Al llegar al sitio indicado a mi buen sirviente este me ayudo a bajar del carruaje – daré un paseo por aquí – me gire y apenas al dar el primer paso sentí ese golpe de aire veraniego acariciando mi rostro y colándose hasta recorrer toda mi piel. Corinne hacia tanto que no te permitías disfrutar de lleno de las delicias de la naturaleza..... mis labios se curvaron en una sonrisa.

Comencé mi andar con la mirada al suelo disfrutando y riendo como si fuera una niña pequeña con el sonido del crujir de la hojarasca dando pasos cada vez con más fuerza y presión sobre esta para hacer más fuerte el sonido a mis oídos. Levante la vista y cual fue mi sorpresa que sin siquiera percatarme mis pasos ya me había llevado muy cerca de la laguna y frente a esta sentado en la orilla se encontraba un solitario caballero. Dudaba en acercarme pues se trataba de un desconocido y a Thiago lo había dejado atrás. Me atreví a acercarme con cierta cautela - Buena tarde – salude a su espalda con voz suave – espero no molestar o interrumpirle en su soledad....si es así juro que le dejo solo – quede a la espera de su reacción ante la desconocida que se atrevía a acercarse y a hablarle.

Sin duda, era una enorme ventaja el vivir tan cerca del bosque, pues me permitía gozarlo como si formara parte de mi hogar. Podía corretear entre los árboles y por supuesto, bañarme en la laguna aprovechando el agua fresca y cristalina, la soledad del lugar y las maravillosas vistas que rodeaban aquél entorno.

Aquella mañana, pues, y como solía hacer desde mi llegada a París, salí temprano de casa y me perdí entre la espesura del bosque, deambulando entre los árboles hasta culminar, ya sudoroso y algo cansado, en la laguna.

La brisa era cálida, típicamente veraniega, aunque los árboles ofrecían algunas sombras que aminoraban el calor asfixiante de la ciudad.

Me acerqué a la orilla y empecé a desnudarme, cerciorándome de que seguía solo allí. Una vez estuve tal y como mi madre me dio a luz, me lancé sobre las cristalinas aguas, gozando de aquella estupenda temperatura y sensación. Nadé y chapuceé durante horas, hasta que decidí salir del agua. Me senté en la orilla sólo con los pantalones puestos y cerré los ojos inspirando aquél oxógeno purificador.

De pronto, escuché unos pasos que se acercaban, pero no me alarmé puesto que no se trataba de ningun vampiro o amenaza. Aguardé a que hiciera acto de presencia, y así fue.

Me volteé y clavé mis ojos en su rostro femenino, en el que no hallé maldad alguna. Parecía una joven educada, atenta y respetuosa, aunque no comprendí el qué le llevó a acercarse a mí.

- Si a la soledad no le molesta su presencia, a mí tampoco.- respondí con una media sonrisa, dejando que mi cabello húmedo goteara sobre mis mejillas.- ¿Qué le trae por aquí?- me interesé, pues ese lugar no solía ser muy transitado.

No comprendía como me había acercado tan confiada ante un completo desconocido, con cautela si pero con confianza a la vez…su aroma me bastaba para saber que no se trataba de un vampiro al contrario se trataba de alguien como yo pero no por eso no podría ser un peligro…¿acaso mirarle solitario era motivo suficiente? …definitivamente creo que la locura y lo irracional en ocasiones me sobrepasaba la razón.

Mis labios se curvaron en una ingenua y tímida sonrisa al escuchar aquella respuesta que me causo hasta cierto punto algo de gracia. Vaya me encontraba frente a un chico simpático y al parecer con muy buen sentido del humor y a juzgar por su manera de hablarme era alguien tranquilo así que no dudaba fuera alguien amigable.

Mis labios se entre abrían con toda intención de responderle cuando de pronto la sonrisa se me borro cerrando los labios de golpe al percatarme que estaba desnudo de la parte superior, los colores y un inmenso calor se me vinieron al rostro. Desvíe la mirada hacía el paisaje alrededor, mirando a cualquier otro lado evitando centrar mi vista en él.

- Gracias - musite con voz suave - No escucho a la soledad responder así que no me queda más que deducir que no le molesta por ende a usted tampoco – una sonrisa se formo en mi rostro aún sin volver mi vista hacía aquel joven.

- Se que le ha de parecer extraño que una dama ande por estos lugares pero tengo una fascinación especial por la naturaleza y hoy hace una linda tarde para disfrutar de ella – lo observe de reojo un momento – pero pierda cuidado no estoy sola, mi fiel mayordomo anda por aquí cerca – sin mirarle directamente me acerque hasta quedar cerca de él y tomar asiento sobre una roca al pie de un árbol - ¿puedo preguntar a usted que le trae por aquí?...

Miré a la joven con curiosidad y esperé su respuesta que al principio, fue un ligero sonrojo y el desviamiento de su mirada hacia... ¿un árbol? Reí disimuladamente, pues imaginé que aquella reacción se debía a mi desnudez pectoral, aunque no hoce nada para remediarlo. Adoraba sentir la calidez del verano en mi piel y, porqué no decirlo, me encantaba hacer ruborizar a las mujeres.

Tras unos segundos de silencio y unos latidos algo acelerados, su voz se adueño de las palabras, respondiendo a mi comentario anterior. Me gustaba que me siguieran los juegos. Parecía una mujer amigable y por lo menos, no veía maldad en sus ojos.

Escuché con interés el motivo que la había llevado hasta ese lugar en el que me encontraba. Se movió por fin y se sentó en una roca no muy lejos de dónde yo permanecía sentado. Alcé la vista del agua cristalina y le sonreí con picardía cuando preguntó lo mismo sobre mí.

- Me gusta nadar en éste lago de buena mañana.- dije al fin.- ¿Se anima a un baño conmigo?

Le guiñé el ojo de forma seductora y dejé que el silencio se aposentara sobre nuestros labios así como que sus latidos se aceleraran para, segundos después, alzarme del césped, desprenderme de la escasa ropa que llevaba puesta, y lanzarme de nuevo al agua, esperando aunque sin demasiada esperanza, que ella me imitara.

Por la manera en que lo encontré a medio vestir, su cabello aún mojado goteando sobre sus hombros y corriendo hilos de agua sobre su rostro y sus hombros no era nada difícil conocer anticipadamente su respuesta. Este joven era otro adorador de los placeres de la naturaleza. Todo iba bien hasta que a mis oídos llego su osada pregunta. La saliva se agolpo en mi garganta, mi corazón comenzó a latir con fuerza incrédula de la propuesta que acababa de recibir de un total desconocido. Guardo silencio limitándose a ponerse de pie y a……quitarse lo poco que le quedaba de ropa…….cerré los ojos apretándolos con fuerza.

Pe…pero si este joven lo que era……era un atrevido .si, esa era la palabra justa para describirlo ….¿Qué le pasaba? ¿Qué acaso le era imposible evitar intimidar de esa manera a una dama?....no sabía ni me importaba con que clase de mujeres estaba acostumbrado a tratar pero definitivamente yo no era una de esas.

Abrí de nuevo los ojos cuando escuche el sonido del agua al recibirlo y cuando esta salpicaba mojando un poco mi vestido.

No me causaba temor pero tampoco tenia porque arriesgarme a permanecer cerca de él

- Lo lamento, creo que he llegado en un mal momento y no deseo interrumpirle – me levante y comencé a caminar lentamente en sentido contrario a la laguna – lo mejor es que le deje solo y así disfrute de su baño – tuve intención de girarme y mirarle de reojo solo por verle la cara disfrutando de mis acciones pero lo mejor era ocuparme de mi vestido ya a unos pasos me incline un poco tomando entre mis manos la falda de mi vestido y comencé a sacudirla pues al parecer se había mojado más de lo que me imaginaba.

Salí a la superfície justo cuando la mujer abría sus ojos. Su rostro permanecía desencajado y sus latidos, acelerados. Entonces ella se puso en pie y me avisó de que se marchaba, algo que sin poder evitar, me hizo soltar una carcajada.

- Por eso no suelo mezclarme con mujeres como tú, señorita.- le dije con un tono alegre y claramente divertido por aquella situación.- Usted y todas las demás viven según unas normas morales de las que a penas conocéis el porqué de su existencia. En vez de dejarse llevar por su naturaleza... luchan contra ella.

Nadé hacia la orilla calmadamente, hablando como si tal cosa pues ella se había detenido a limpiar su precioso y perfecto vestidito de damisela. Apoyé los brazos en la orilla y acomodé mi barbilla en su hueco, observándola con curiosidad.

- La compadezco, señorita Sin-nombre.- comenté con un teatral gesto de tristeza.- Su vida debe ser muy aburrida.

Y sin más, me volteé dándole la espalda y moví mis pies salpicándola más todavía, prácticamente mojada de arriba abajo. Volví a reír a carcajadas que resonaron en todo el bosque.

Poco me importaba si se burlaba o si solo reía divertido, no tenía la mínima intención de quedarme a averiguarlo así como tampoco me importaba lo que pensara de las mujeres como yo, si no le agradábamos ese era su problema no el mío.

- ¿Ahhhh no?.....entonces puedes decirme porque aceptaste mi compañía si no sueles mezclarte con mujeres como yo – sin dejar de sacudir mi vestido levante la vista para encontrarme con su rostro y mirarle a los ojos – creo que se ha apresurado a juzgarme…..pero ¿sabe? Poco me importa lo que piense sobre mí y mucho menos de las demás – erguí mi cuerpo nuevamente para de una buena vez alejarme de este tipo, total en este lugar había muchísimos más sitios de los cuales se podía disfrutar.

- Uhmmm al menos me hace saber que tiene sentimientos – media sonrisa se dibujo en mi rostro de imaginarme su cara cuando escuchara lo que estaba por decirle ignorando su aparente tristeza – es una lastima que los desperdicie compadeciéndose de alguien “sin nombre” por algo que realmente no vale la pena – y si que no la valía porque en realidad mi vida de aburrida no tenía nada. Pero no tenia porque demostrárselo metiéndome a nadar con alguien que en mi vida había visto.

Al parecer le interesaba más seguir nadando que responderme, sin más dio media vuelta y regresaba a lo suyo agitando con gran fuerza sus pies y lograr salpicarme…que digo salpicarme eso no era solo un poco de agua esta ocasión lo había hecho con toda intención y ahora no solamente tenia la falda de mi vestido húmeda sino que estaba literalmente mojada, mi vestido, m rostro, mi cabello. Hice un gesto de completo desagrado.

- ¿Porqué no se fija lo que hace, mire nada mas lo que ha hecho? – le grite furiosa – Ahhhh ya es que era mucho pedir que alguien como usted tenga algo de educación – definitivamente no sabía que esperaba para largarme de ahí de una buena vez.

- No tengo porque seguir soportándolo!!!!!! – tome el vestido por ambos lados levantándolo ligeramente para que no pegara contra el suelo y comencé a alejarme sin decir una palabra más.

De nuevo, mis actos y mis palabras parecieron enfadarla, algo que adoraba en las mujeres. Me divertía y solía jugar con ellas hasta que yo mismo me cansaba y las apartaba de mi lado. Solía llamar su atención por ser distinto al resto de tipos, pues ellos, al igual que las mujeres, vivían según unas leyes y normal morales que a mi parecer, eran estúpidas, sin fundamento y te hacían renegar de lo que realmente eras: una persona, con sus instintos, necesidades, sentimientos...

En mi vida había conocido a demasiadas damas como aquella rubia amargada, por ello continuaba soltero y sin planes aparentes para cambiar dicha condición. Pero aquella damisela soberbia, llamaba mi atención y aquello era suficiente para mí. Al fin y al cabo, adoraba la adrenalina, hacer lo prohibido y demás rebeldías.

Y así, sin molestarme en responder a nada sobre lo que ella me había acusado, di un salto para pararme justo frente a ella, ignorando mi absoluta desnudez. Le sonreí con picardía y moví mi mano derecha hacia su mejilla, la cuál acaricié efímeramente, casi rozándola. Pero fue suficiente para saber que era como yo, algo que jamás antes había encontrado. Eso me hizo retroceder a mi inicial idea de jugar con ella.

- Verás, querida lobita.- empecé torciendo levemente mi sonrisa.- No entiendo porqué reniegas de tu naturaleza.

Recorté los escasos centímetros que nos separaban hasta poder delinear su labio inferior con mi lengua. Entonces volví a reír y de otro salto, subí a una rama del árbol que nos protegía del sol. Crucé los brazos sobre mi pectoral y recosté mi hombro en el tronco, observando a la rubia loba.

¿Así o más mal educado?.....mira que atreverse a dejarme sin respuesta a mis cuestionamientos…..uhmmmm, definitivamente si se lo propone claro que puede ser más mal educado, si le divertía la situación y lo peor es que lo hacía evidente no por nada evitaba mostrar al menos un indicio de educación en su persona.

- Pero……pero es usted un atrevido!!!!!! – grite de nuevo cuando de un salto se colocaba frente a mi. Evite bajar la mirada. Nerviosamente me concentraba en mirarle a los ojos, sus acciones me desconcertaban y no me daban oportunidad de actuar con rapidez……la efímera caricia sobre mi mejilla me dejaba pasmada…….”¿que rayos te pasa Corinne Blanchard?” me recrimine con sumo enfado conmigo misma…….inmóvil cosa que el muy descarado supo aprovechar muy bien y pasaba ligeramente su asquerosa lengua sobre mi labio……”¿pero porque permites esto? ¿a que estas jugando? ¿Por qué no reaccionas y actúas de una vez por todas, Corinne?.....las recriminaciones a mi misma estaban, la intención de actuar estaba pero que carambas me pasaba que no podía dar ni un paso.

- No reniego de mi naturaleza, eso jamás ha pasado ni pasará, reniego de los lobos como tú…… - sus ojos brillantes y esa mirada inconfundible en un lobo no se apartaba de mí. Si pretendía intimidarme estaba completamente equivocado y esta vez lejos de pretender alejarme me cruce de brazos y alce mi rostro hasta topar su mirada con la mía – ¿y ahora que harás lobito? – pregunte sin importarme si me pregunta sonaba retadora o no.

Bajo la rama en la que estaba esperando su reacción, ella se cruzó de brazos y me miró, retándome a que hiciera algo con ella. Solté una carcajada. No esperaba que dijera eso. Ya estaba preparado para que ella saliese corriendo en cuanto me escabullí hacia el árbol, brindándole la última opción de escapar de mí. Pero allí estaba, mirándome, sin moverse, esperándome.

- No somos tan diferentes, ¿sabes?- murmuré sin borrar mi soberbia sonrisa picarona.- Ambos somos un par de lobos juguetones, ¿es eso tan malo?

Lo último no lo había dicho en broma. Realmente creía que no había nada de malo en que un par de licántropos jugaran a conocerse físicamente, ya me entiendes. Así que me senté en la rama, dejando que mis piernas colgaran de ella.

- ¿Un chapuzón?- insistí con un guiño.

Y sin darle opción a negarse, salté de la rama, la miré fijamente, sonreí maquiavélicamente, la tomé de la cintura en volandas, corrí hacia el lago y... bueno, salté al agua con ella enlazada en mi cuerpo.

Al salir a la superfície empecé a reír a carcajadas, sin poderlo evitar. Su hermoso y caro vestido flotaba en al agua envolviendo a la loba. Una escena demasiado divertida para mí.

¿En verdad era yo una loba juguetona como él lo aseguraba?…. uhmmm quizás si y nunca había caído en cuenta de ello….me encogí de hombros aún con su comentario dando vueltas en mi cabeza y esbozando una imperceptible sonrisa traviesa.

Gruñí tras su insistencia con su dichoso chapuzón. Ganas no me faltaban me engañaría a mi misma si dijera que no me apetecía en lo más mínimo, el día, el clima era ideal para nadar y refrescarse un poco pero no en su compañía….¿porque tendría yo que hacerlo?......no, no y no.

Ágilmente se colocaba en un rápido movimiento frente a m, mirándome, sonriéndome retadoramente y tomándome por la cintura en un santiamén sin darme oportunidad de absolutamente nada corrió llevándome con él hasta zambullirnos en el agua.

Su acción lejos de molestarme me divertía e incluso me divertían sus carcajadas y ya hasta comenzaba a acostumbrarme a ellas, comenzaban a ser muy familiares…aún así no le dejaría ver cuan divertida me encontraba.

- Ya estarás contento ehhhh – le dije mientras difícilmente podía nadar por el peso del vestido – eres un ventajoso – comente haciendo un mohín – ahora dime ¿que has ganado con esto? – le pregunte mientras que me las ingeniaba para darle un fuerte golpe en su abdomen con el codo e intentaba alejarme de él y terminaba soltando al fin una sonora carcajada.

No podía dejar de reír mientras ella intentaba mantenerse a flote con aquél vestido enorme e hinchado ahora por el agua.

- Si no quieres ahogarte, deberías quitártelo.- le aconsejé entre risas.

Ella me golpeó en el abdómen pero dado que se trataba de mí, un licántropo, ni siquiera me molestó. Ella hizo un mohín que me pareció de lo más tierno, pero no pude contener otra carcajada sonora.

Entonces empezó a nadar, alejándose de mí. Pero el vestido seguía pesándole y hacía que su ritmo fuese lento. La tomé del tobillo y la arrastré hacia mí, la tomé por la cintura y la obligué a que me mirase.

- Te atrapé, lobita.- reí con una sonrisa traviesa.

Nuestras agitadas respiraciones y la adrenalina acariciaban nuestros rostros juveniles.

Esto si que era inconcebible además de atrevido, ventajoso continuaba dejándome con la palabra en la boca, pero que se creía, vaya mal educado era este.

- Te aseguro que antes que quitarme el vestido prefiero ahogarme - le mire atravesándolo con una mirada furiosa.

Lamentablemente el golpe asestado no había sido lo suficientemente fuerte como para doblegarlo cosa que me enfureció aún más. Nade lo más a prisa que podía con tal de alejarme. Mi intento por alejarme fue fallido al poco sentí como me tomaba del tobillo y me arrastraba hasta él.

- ¿Qué es lo que pretendes? Divertirte!!!!!…..¿pues ya fue suficiente diversión no crees? - me sostenía con fuerza por la cintura. Me molestaba lo que hacía y a la vez agradecía que me sostuviera porque mi lindo vestido cada vez sentía que me pesaba más.

- Por favor, déjame salir de aquí – le dije casi suplicándole dándome por vencida, rindieéndome convencida de que enfadándome no conseguiría nada.

Puse los ojos en blanco antes de volver a mirarla.

- Me preguntaste qué quería, ¿no?- dije con seriedad.- Sólo pretendía que te librases de la máscara a la que estás obligada a llevar durante el día. Quería darte la opción de ser tu misma, un espíritu libre... sólo por unos minutos.

Suspiré y sin soltarla, la acompañé a la orilla. Entonces la solté y la miré.

- Pero huye si así te sientes mejor.- sentencié con el ceño fruncido, sin un atisbo de diversión ni en mis ojos ni en mi voz.

Me zambullí dándole la espalda, esperando que al salir a la superfície, aquella muchachita altanera hubiera desaparecido de mi vista.

Por fin se dignaba a darme respuesta al menos a una de mis preguntas justo ahora que no esperaba que lo hiciera ya me había resignado a que mi ramillete de preguntas quedaran en el aire sin respuestas.

Su respuesta punzo en mi cabeza como si miles de alfileres puntiagudos se enterraran en ella. Por primera vez desde que cruce palabra con él se mostraba serio y su voz denotaba sinceridad absoluta en sus palabras.

“¿Corinne cuando fue que perdiste esa libertad de ser tú misma? ¿Cómo es que caíste en el circulo vicioso llamado sociedad?" …..ohhh por Gaia como pretendía abandonar por completo algo que estaba en mi propia naturaleza…cuanta razón tenía este chico….necesitaba recuperar mi espacio al menos por unos minutos.

Cosa rara, hizo algo que no me esperaba, sin soltarme me guío hasta dejarme en la orilla – gracias – musite y le sonreí ligeramente cuando llegamos a la orilla.

Huir!!!!!!!!!!!!!!!!!!!....yo no era de las que huían. El se había lanzado nuevamente al agua así que me quede parada en la orilla esperando a que saliera a la superficie – no deseo huir – le dije muy segura apenas se asomo a la superficie y espere a encontrarme con sus ojos para continuar – en verdad no deseo privarme de ser yo misma – me adentre un poco al agua mientras mis manos empezaban a aflojar la parte superior del vestido.

El agua seguía estupenda, pero necesitaba oxígeno. Salí a la superfície y ni siquiera la busqué, pues sabía que ya estaría lejos de aquél lugar, maldiciéndome por haber empapado su bello vestido y despeinado sus cabellos. Suspiré.

Entonces su voz me alertó de que me había equivocado, que seguía allí. ¿Por qué? Enarqué una ceja y observé cómo se soltaba de la orilla y volvía a las profundidades del lago mientras sus manos buscaban algo del vestido.

Sonreí de medio lado, ésta vez sin símbolos de picardía o travesura. Nadé hacia ella y le tendí las manos para que se sujetara, pues justo enfrente había un bache en el que ella caería si es que seguía caminando para avanzar hacia mí.

- No pienses en nada.- le pedí sin borrar la sonrisa.- Sólo en ti y en éste momento.

Una sutil brisa trajo consigo algunos pétalos de flores que se arremolinaron juntos a nuestros cuerpos.

Me gusto su cara de sorpresa y de asombro al mirar que no me había alejado. Ahora que le miraba serio sin risitas socarronas ni traviesas en su rostro me hacía sentirme en confianza.

Deje deslizar mis ropas, sentí como ese vestido se escabullía de mi cuerpo, fue algo así como si fuera el vestido quien deseaba deshacerse de mi y no yo de el, quedando solo con mi ropa interior. Me incline tomando el vestido y lanzándolo fuera del agua para después encaminarme hacia el centro de la laguna donde él se encontraba,

Tome sus manos sin pensarlo dos veces, justo a tiempo, porque apenas las sujete mi cuerpo se hundió repentinamente de no haber sido por eso ahora si que literalmente hubiera sido como si e agua me tragara.

Asentí – de acuerdo, solo en mi y en este momento – mis labios esbozaron una amplia sonrisa. Comenzaba a disfrutar de la calidez y la tranquilidad que el agua y el lugar en el que me encontraba me brindaban.

Cerré los ojos, sin soltarlo de las manos, dejándome llevar y embriagándome por las sensaciones que hacía mucho no disfrutaba de tal manera

Cuando abrí los ojos me encontré con que nuestros cuerpos estaban rodeados por un sin número de pétalos de flores – es acaso esto una especie de ritual – comente a manera de broma olvidándome de todo lo que había pasado entre nosotros minutos atrás.

Sonreí levemente y me encogí de hombros.

- Quizás la Naturalerza quisiera vernos así, como estamos ahora.- comenté entre susurros.

Sin darme cuenta, estábamos dando vueltas en círculos a un ritmo lento y pausado, dejando que la corriente y mi escaso movimiento de cintura guiara el cuerpo flotante de la loba.

El sol tostaba nuestras pieles y la brisa seguía acompañando aquél baño con aromas exquisitos. A lo lejos, algún pájaro tarareó una bella canción.

- Dime, madmoiselle... ¿qué es lo que sientes ahora? ¿Qué es lo que tu instinto te pide?- murmuré melódicamente, dejando que mi voz aterciopelada se acomodara suavemente en sus oídos.

Mis ojos escrutaron su rostro con interés y suma curiosidad. Así, parecía sólo una muchacha libre, sin nada que la atase a nada. Y mirándola de ese modo, sonreí.

- ¿Vernos así? – comente a manera de pregunta frunciendo el ceño y haciendo un mohín, ¿con que objetivo? ¿para que?......bha para que llenarme la cabeza de preguntas que quizás no tendrían respuestas además estaban por demás.

Como cosa extraña todo a nuestro alrededor parecía convertirse en nuestros aliados o cómplices para el caso daba lo mismo. La corriente del agua parecía mecernos a su antojo como si la corriente fueran las notas de una melodía arrastrándonos a la armonía de una perfecta pieza de baile, La brisa que arrastraba el viento era como perfume rociando nuestros cuerpos y los rayos del sol iluminándonos, bañándonos en todo su esplendor con su luz. Todo era perfecto.

Suspire ante las preguntas que me hacía con cierto toque de dulzura en su voz – simplemente dejarme llevar y disfrutar al máximo de este momento -cerré mis ojos una vez más y deje que el agua junto con el chico guiarán mis movimientos.

Aún con los ojos cerrados podía sentir sus ojos puestos en mi y la linda sonrisa que se dibujaba en su rostro

Me quedé complacido por su respuesta, ya que indicaba que había logrado que ella se sintiera exactamente como debía hacerlo.

Pero entonces recordé que aquella muchacha a penas sabía divertirte, así que se me ocurrió que podía reintentarlo, una ultima vez, dejar que ella volviese a sentirse como una niña.

Sonreí de forma traviesa al tiempo que, sin soltar sus manos, le daba la vuelta dejando a su espalda contra mi pectoral y sus brazos en forma de cruz y atados por mis manos firmes. Solté una carcajada y de un salto para tomar impulso, nos hundimos en las profundidades del lago.

Entonces volví a dejarla en la situación inicial, cara a cara sin soltar sus manos. Ella parecía mirarme mal, pero no estuve seguro. Y sin pensarlo, acerqué su rostro al mío y la besé efímeramente.

Solté sus manos y nadé solo hacia la superfície, esperando su reacción entre carcajadas. Probablemente intentaría abofetearme, por lo que me preparé para esquivarla.