·Miradas & Sonrisas· {Tyler Fausten}

por **Adèle Lacroix** Mar Jul 05, 2011 12:18 pm

Sol. Perfecto, siempre me ponía de buen humor el buen tiempo. Me enfundé en mi vestido azul celeste con detalles en añil, ceñí el corsé a mi torso y dejé que la falda cayera por mis piernas. Escogí un sombrero a juego para cubrirme del sol si era necesario y dejé que una de las empleadas de casa me peinara, haciendo un recogido informal y me maquillara de forma casi imperceptible. Me puse los pendientes de perlas y una fina gargantilla a juego. No me apetecían excesos. Me miré en el espejo y una vez conforme con el resultado, me dirigí a mi destino.

Cada rincón de aquel lugar me fascinaba, los colores, los olores, la diversidad de personas… Todo hacía del Jardín Botánico un pequeño paraíso en mitad de Paris. Un paraíso que recorría con toda la frecuencia que me era posible. Todos los días descubría algo nuevo. Hoy me dirigía al último de mis descubrimientos, un lugar bastante apartado al que los visitantes no solían llegar. Repetí el camino dirigiéndome a mi nuevo rincón “privado” cruzando un pequeño puente de madera, en el que me detuve unos minutos mirando el riachuelo que pasaba por debajo. Disfruté del sonido del agua y pasando mi mano por la barandilla pasé al otro lado. Me dejé guiar por un caminito casi oculto entre la hierba, elevando la falda ligeramente para evitar que se manchara. Me agaché pasando por debajo del último “obstáculo” antes de llegar a mi destino, las ramas de un sauce llorón que caían formando una cortina; impidiendo ver a los transeúntes la pérgola que se escondía detrás.

Para mi sorpresa hoy había alguien más allí, me detuve indecisa pero decidí acercarme.

por **Tyler Fausten** Jue Jul 07, 2011 2:01 am

Todo iba conforme estaba planeado. Llevaba meses viviendo escasamente con el dinero que mi señora me propinaba, y para cuando pude recaudar lo suficiente para comprar mármol en bruto, así lo hice, tan solo me había tomado unos meses de trabajo para comprar aquel pequeño trozo de mármol, pero tan solo me sería suficiente para una maqueta de lo quería hacer. Una estatua. Mi señora, a petición mía me conservaba el dinero casi en su totalidad, salvo para pequeños gastos, ya que podría gastármelo inutilmente y yo lo que realmente amaba y deseaba era poder hacer escultura, como mi padre.

Aquel cubículo (no mas de 50cm de base), lo sostuve entre mis manos aquella cálida mañana de Julio, aun cuando el sol mas ne lo alto se encontraba, pero aquel lugar que yo llamaba mi santuario era el perfecto para guardar mi pequeño secreto.
Quería hacerlo primero a aquella escala, para después tomar referencias y hacerlo a tamño real.

Tan solo tras días de intentos en madera para no hacer de aquel marmol algo inútil por si se estropease, conseguí plasmar la imágen de la espalda y rostro de un jóven alado. Sonreí para mis adentros, sentado en el centro de aquel templete, el cual sería perfecto lugar de encuentro de jóvenes amantes de no ser poque estaba realmente muy escondido a los ojos de los transeúntes. Era mi lugar favorito, un lugar donde no podría molestar a nadie mientras trabajaba ni tampoco me distraería con facilidad.

Alcé aquella pieza a la luz del sol, aun no estaba terminada, pero aquella figura comenzaba a tener forma, y aquello me encantaba, hacía que me sintiese como realmente era yo. Alguien contento de sí mismo y sin prejuicio alguno.

cuando oí un ruido, quise mirar a quien se acercaba por raro que pareciese, pero al haber tenido la mirada demasiaod tiempo dirigida hacia el astro rey me hizo estar a ciegas durante unos minutos.

- ¿Quien sois? - Dije intentando camuflar el sol entre mis brazos, pero era imposible desde su posición. El templete carecía de techo.

por **Adèle Lacroix** Jue Jul 07, 2011 12:12 pm

Contemplé al hombre que se encontraba en mi lugar favorito del jardín mientras caminaba lentamente hacia él aún elevando mi vestido un poco, para evitar que se llenara de tierra, estaba absorto admirando lo que parecía una escultura en miniatura. Desde mi posición no era capaz de ver más allá de formas y sombras. Subí los dos peldaños de la pérgola y me situé a su lado curiosa pero todavía bastante tímida.

Adèle – extendí la mano hacia él evitando mirarle a los ojos – Lacroix. Una vez delante de él mis ojos volaron por su cuerpo y todo lo que le rodeaba. No era descarado ni extravagante en la forma de vestir lo que me llevó a pensar que se trataba de un hombre serio y trabajador, más entregado a intentar mantenerse que a agradar a los demás con su aspecto. Desvié la mirada disimuladamente descubriendo la figura en la que estaba trabajando, estaba claro que no la había acabado pero la forma empezaba a notarse y era verdaderamente precioso.

Al no tener más remedio le miré a los ojos, encontrándome con los suyos pequeños, verdes, serenos… Noté la reacción en el ante mi mirada pero intenté hacer que no, para evitar que se sintiera más extraño de lo que ya lo estaba. Era algo mayor que yo, quizás no mucho pero se notaba que trabajaba, tenía el semblante curtido por el sol y el pelo con reflejos rubios por el mismo. Una sonrisa salió sola de mis labios, sintiéndome cómoda y cómplice con él al encontrarnos en el que parecía el rincón secreto de ambos.

¿Cuál es su nombre Monsieur? – formulé la pregunta esperando asi que reaccionase y dejara de analizarme, sonreí dulcemente incitándole a hablar.

por **Tyler Fausten** Sáb Jul 09, 2011 5:25 am

Observé cada movimiento de la muchacha, parecía como si estuviese flotando en una mullida nuve esponjosa, sus delicados movimientos me hicieron sonreir. No parecía como las demás damas de clase alta, en ella había algo, una pequeña parte de mi me decía que aquella mujer era dueña y señora de sus actos, que nadie le impedía hacer lo que quería.
Sus ojos parecían gloriosos, acorde con el color de su vestido, pero de inigualable brillo y tono. Eran preciosos, como aquel brillo que solían tener las perlas, un brillo anacarado, verdaderamente hermoso. Sacudí mi cabeza para pensar en aquella mujer que sin darme cuenta ya me analizaba, a mi y a mi pequeña escultura.

- Discúlpeme, mi nombre es Tyler Fausten. - Añadí, mostrándole que mis manos se encontraban llenas del desecho del mármol, no quería ensuciarla. - Un placer conocerla, signora Lacroix.

Las mujeres hermosas, solían estar prometidas a la temprana edad de 10-13 años, lo que imaginé en su hermoso rostro, que huía de la carcel que suponía su hogar, o algo por el estilo. Aun su rostro era dificil de descifrar ante mis ojos, lo que me dijo que era una especie de reto.

- Me ha pillado por sorpresa. - Sonreí, su mirada me daba toda la tranquilidad y la suficiente comodidad como para entablar una fluida conversación, en aquella mañana de verano. Me levanté del suelo, no queriendo ser descortés y me senté entre dos de las colúmnas de aquel sitio. Soplé las virutas que sobraban de aquella pequeña escultura y la dejé a un lado. - Veo que ambos amamos éste lugar... me atrevería a decir que nadie pasa por aquí desde que se creó. - señalé los cendales de tierra y la hierba aun sin cortar, por lo que el acceso a aquel lugar era casi imposible, salvo para aquellos que adorasen ell sitio, la tranquilidad y el sosiego.

por **Adèle Lacroix** Miér Jul 13, 2011 6:02 am

Me coloqué el sombrero, colocándole de forma que cayera hacia un lado de mi cara tapando así los rayos de sol y haciendo más fácil a mis ojos vislumbrar cada detalle de mi alrededor.

Aquel hombre, Tyler, me transmitía una serenidad y una confianza que jamás hubiera creído posibles en un completo desconocido. Sus movimientos, la forma de expresarse o incluso mirarme, me hacían desear saber más sobre él. Me quedé aun unos minutos examinando su rostro sonriente.

Le seguí hasta el asiento y sonreí a sus palabras- Un placer Monsieur Fausten, sí adoro este lugar – miro a mi alrededor sintiéndome cómoda y tranquila – es mi rincón favorito del Jardín Botánico, y por lo que veo uno de los suyos también- miro las hierbas que crecen salvajes por todos lados y alzo los hombros – es parte del encanto de este sitio, me gusta que las plantas puedan crecer libremente y crear ellas mismas el paisaje- deje que las palabras fluyeran sin importarme que pudiera juzgarme o llevarme la contraria, pues a todo el mundo le gustaban los jardines ordenados y perfectos.

Pasé mi mirada por la escultura y volví a mirarle a los ojos - ¿Para qué hace eso? – Pregunté sin tapujos ni maldad alguna, señale a la figurita que estaba posada en el suelo, en la que por la pinta de sus manos había estado trabajando hasta que yo llegué – Siento haberle interrumpido, no era mi intención, no pensé que hubiera alguien. Es precioso- me referí a la figura de nuevo, esbozando una pequeña sonrisa admirándolo.

por **Tyler Fausten** Mar Jul 19, 2011 4:49 am

Me resigné, no habría forma de ocultar aquello ante la infinita curiosidad de una mujer, y más aun si se trataba de aquella tan carismática y de ojos increíblemente perfectos, marinos. Tome aquella pequeña y aun sin terminar estatuilla, y se la mostré ante los contrastes de un sauce llorón que formaba parte de nuestras vistas.
- Tan solo practico, de lo que puede ser en grandes dimensiones, Adèle… es… buen… – La observé unos instantes. – son Eros y Psique. Amantes de tiempos antiguos.
Observé aquella pequeña obra de arte que con suerte conseguiría terminarla en un par de días. Luego trataría de conseguir el dinero suficiente como para comprar mayor cantidad de mármol y hacerla a tamaño real, eso sería costoso lo que me llevaría a tener mucho y muy duro trabajo.
- Es un proyecto, algún día espero poder adornar en centro de éste jardín con esa estatua, a tamaño real, símbolo de los enamorados.
Reí observando la estatua a la vez que negaba con la cabeza. Éste sitio no sería el adecuado como para colocarla pues aquel sitio tan intimo perdería su significado al acudir tanta gente. Luego de unos segundos entre sonoras risas y la suave compañía de la mirada de aquella mujer me di cuenta de que apenas sabía nada de ella.
- ¿Vos sois parisina, no? ¿Qué cree que pensarán las personas de vuestra ciudad natal al ver esto?
Necesitaba una crítica, necesitaba que alguien, de gran confianza pudiese decirme la verdad sobre aquella disparatada idea. Aunque no entendía aquella armonía que me inspiraba aquella mujer, pese a que tan solo llevásemos hablando una media hora escasa. Tomé su mano y me senté más cerca de ella, esperando una respuesta.

por **Adèle Lacroix** Mar Sep 13, 2011 6:29 am

Mi atención se centró por completo en sus palabras mientras miraba con curiosidad la estatuilla que tenía en las manos. Me parecía una pequeña obra maestra, era delicada y sutil. Como los dibujos o las melodías de los mejores pintores y compositores supuse que reflejaba parte de su alma y de su forma de ser lo que me hizo estar aun más cómoda a su lado y querer saber cada detalle de su vida. Me sonrojé un poco al contacto de su mano cuando se acercó para que le contestara. Mordí mi labio inferior ahora mirándole a él con una sonrisa moviendo mis dedos bajo los suyos.

- Sí, lo soy –asentí con suavidad- creo que habrá a gente a la que le moleste ver obras nuevas por aquí, pero como es lógico siempre quedarán personas que sepan apreciar una buena obra de arte como esa –la señale con la mirada- a mi personalmente me ha cautivado.

Miré a la entrada de aquel escondite esquivando su mirada algo cohibida por la conexión que había surgido, pensando en si debía irme, aquello era tan extraño que me daba algo de nuevo pero cada vez que le miraba me sentía segura, como si le conociera de toda la vida.

Saqué el bollo que había cogido para comer allí y lo partí a la mitad ofreciéndole uno de los trozos – ¿Quieres? Están deliciosos- esperé a que lo cogiera para ver que el azúcar que tenía por encima había manchado mis dedos, con una sonrisa traviesa los llevé a mi boca recogiéndolo como si de un juego se tratara.

La brisa hizo que se revolviera un poco mi pelo y las ropas de ambos notando el olor que desprendía de haber estado trabajando allí. No era para nada un olor desagradable, sino en cierta manera atrayente, fuerte y dulce al mismo tiempo. Ladeé mi cabeza mirándole mientra daba un mordisco al bollito.

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