AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Sangre y deseo = Vampiro sediento
2 participantes
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Sangre y deseo = Vampiro sediento
Nombre del pj:
Sorha Aneska Nasic Lacrocq
Edad:
919
Especie:
Vampiro
Tipo y nivel social:
Clase Media
Orientación sexual:
Bisexual
Lugar de origen:
Budapest, Hungría
Habilidad/Poder:
-Agilidad y reflejos sobrehumanos
- Sentidos aumentados
- Manipulación de la memoria
-Infringir dolor por medio de la mente
- Sentidos aumentados
- Manipulación de la memoria
-Infringir dolor por medio de la mente
Descripción físca:
Cierra tus ojos, indaga en tu imaginación y visualizan a una Diosa de piel morena, bailando bajo la luz de la pálida luna, en medio de un lago rojo con cadáveres adoquinando las orillas. Sus ojos son la esmeralda perdida en el fondo del océano, esa que se hundió junto con Atlantis y es buscada para saciar la ambición de los mortales. Reposa tu atención en sus labios, son perfectos, aunque posean un color blanco, casi anímico, se puede reconocer que son la fuente del delirio, el lugar donde nace y muere cada maldito sueño infernal con el que se desviste su cuerpo por las noches pasionales. Retrocede, toma aire… Baja la vista hasta sus torneadas piernas, perfectos senderos que conducen a la cueva de la muerte, donde la sabia es alcoholizada por la avaricia, la lujuria y la demencia. Sube por sus caderas, delinea su vientre y ahógate en el oasis de su obligo. Continúa ascendiendo, te encontrarás con su diminuta cintura y como talud de tu camino, las costillas que realzan débilmente su esbelta figura, tras ellos dos gigantescas montañas se abren paso y en la cima te espera el sabor de la victoria. Seguimos con sus hombros, quienes se alzan con imponencia, su cuello se arquea, luciendo un tono aceitunado, apetecible, delirante e irresistible. Su cabello se mueve a favor del viento que olisquea cada rincón de su cuerpo. Te la imaginaste desnuda, lo sé… Pero su intimidad es cubierta por ella misma, su pose es la de Eva, con una manzana roja en su mano derecha y cubriendo su Altar de Venus con la izquierda. Su belleza es indescriptible, su inmortalidad incalculable. Toca su piel, la seda muere ante ella, pero está tan fría como la más estoica piedra.
Escucha su voz, el coro de ángeles en el paraíso le queda corto, es que su dulce voz es el acorde ideal para todo tipo de melodía, desde aquella que proclama la divinidad y la pureza, hasta esa que te hace sucumbir ante los placeres del tártaro en su depravada promiscuidad. Abre tus sentidos, deja que tus ojos continúen deleitándose con su perfecta visión, mientras tu olfato se embriaga de pasiones con el perfume de su aliento. Gélido, amargo e irrevocablemente adictivo. Desgarradora e infernal, mano derecha del mismísimo Lucifer, no ella es él. Acércate, el rocío de la madruga está besando sus poros parecen pequeños cristales tornasol destellando de envidia, de celos. Las estrellas del cielo han perecido ante su belleza. Ahora aléjate lo más que puedas, enfócate en sus labios ¿Qué hay allí? Una sonrisa ¿Y detrás de ella? Un par de colmillos afilados, manchados de carmín. Ese es el cuerpo de un demonio atrapado en la aparente fragilidad de una mujer. Que tu vista no te engañe, que las ilusiones de tu mente no te mientan. Esa dama si existe, pero no te recomiendo que vayas en busca de ella.
Escucha su voz, el coro de ángeles en el paraíso le queda corto, es que su dulce voz es el acorde ideal para todo tipo de melodía, desde aquella que proclama la divinidad y la pureza, hasta esa que te hace sucumbir ante los placeres del tártaro en su depravada promiscuidad. Abre tus sentidos, deja que tus ojos continúen deleitándose con su perfecta visión, mientras tu olfato se embriaga de pasiones con el perfume de su aliento. Gélido, amargo e irrevocablemente adictivo. Desgarradora e infernal, mano derecha del mismísimo Lucifer, no ella es él. Acércate, el rocío de la madruga está besando sus poros parecen pequeños cristales tornasol destellando de envidia, de celos. Las estrellas del cielo han perecido ante su belleza. Ahora aléjate lo más que puedas, enfócate en sus labios ¿Qué hay allí? Una sonrisa ¿Y detrás de ella? Un par de colmillos afilados, manchados de carmín. Ese es el cuerpo de un demonio atrapado en la aparente fragilidad de una mujer. Que tu vista no te engañe, que las ilusiones de tu mente no te mientan. Esa dama si existe, pero no te recomiendo que vayas en busca de ella.
Descripción psicológica:
“El veneno más letal descansa en los labios de una mujer”
Retorcida alimaña y rata repugnante. Sorha no posee ningún vestigio que denote que alguna vez fue humana. No tiene corazón, es innecesario inservible, bastante sobreestimado, según sus pensamientos. Su cuerpo está vacío, ni siquiera tiene alma que se pueda condenar por los pecados cometidos, ella es el abismo en donde todos los hombres caen tras la palabra adecuada. Sorha sabe como hacerte caer en su infernáculo, te dedicará hermosos versos impregnados con mortíferos venenos, y sin saberlo, lentamente perecerás ante sus encantos femeninos. Sus caricias son de fuego, ella puede leer tus pensamientos. Observa cada parte de tu cuerpo, no se le escapa absolutamente nada, cada latido, cada respiración, cada golpe de tu corazón y cada corriente de la sangre en tus venas, ella las escucha. Quemarse con la lava de un volcán, congelarse con el abrazo del olvido, para Sorha todo es igual. Es una de las mujeres más viperinas que existe, la diferencia está en que ella, realmente no tiene escrúpulos. Matará sin piedad, traicionará incluso a quienes “ama”, no esa jodida palabra no está dentro de su léxico, no existe, no lo ha confirmado, ella no es el cordero que sigue al rebaño…
Miente, engaña, se desliza por las noches para robarte un beso y con él la vida. El mundo es un escenario de marionetas. Los mortales son muñecos depositados en sobre el falco para servir de diversión a los espectadores. Vampiros, son el público de su espectáculo, los hará carcajearse hasta reventar, llorar sin derramar lágrimas y amar sin tener un corazón palpitante. Seas de la raza que seas, ella es el titiritero y tú la marioneta. Mueve las piezas de su tablero a sus conveniencias, pero ¿Quién no lo hace? La diferencia está en que jamás sospecharías que sea Sorha quien mueve los hilos de tu vida. Un te quiero, un te amo, bastará para que sucumbas a sus ordenes, sólo una mirada con la cual flaqueará tu voluntad. Su sensualidad, su pasión son el secreto con el que se arrastra hasta la cama del enemigo y es allí donde gana sus batallas, un minuto de paraíso a cambio de una eternidad de sufrimientos. Cruel, sádica, mortífera, letal… Todos y cada uno de sus actos, ten la seguridad, repararán en sangre derramada. Los aficionados presumen de su maldad, ella lo actúa…
Su silencio es letal, si la tienes enfrente y no pronuncia ninguna palabra, despídete de la vida que has llevado hasta ahora, quizá está pensando en como matarte. No hables, no digas ni una palabra si no te lo ha pedido, estas son las reglas del juego, tu posición está donde Sorha lo dicte. Utilizará cualquier método para obtener su objetivo, no tiene miedo a perder ¿Qué es lo peor que le puede pasar? ¿Matarla? Ya está muerta, no lo olvides. ¿Torturarla? ¡Que buen sentido del humor tienes! ¿Sacrificar algo que ama? Te lo aseguro, no hay nadie que copule en sus pensamientos y sea concebido como su otra mitad. Ishtar sangre de su sangre, el reflejo en el espejo de sus dudas, no… a ella no la quiere tanto. Lidérc, el amante perfecto, ese que la hace berrear hasta el éxtasis total de la muerte y el infierno, él tampoco es su debilidad. No tiene pasados tormentos así que su psiquis está… ¿Normal? No encontrarás sus temores en la obscuridad de su alma, porque su alma es la putrefacción del universo. ¿Cómo se vence? Engáñala para que te siga en un romántico encuentro al amanecer o apuñala su corazón con una estaca, esto último, claro… si lo encuentras.
Miente, engaña, se desliza por las noches para robarte un beso y con él la vida. El mundo es un escenario de marionetas. Los mortales son muñecos depositados en sobre el falco para servir de diversión a los espectadores. Vampiros, son el público de su espectáculo, los hará carcajearse hasta reventar, llorar sin derramar lágrimas y amar sin tener un corazón palpitante. Seas de la raza que seas, ella es el titiritero y tú la marioneta. Mueve las piezas de su tablero a sus conveniencias, pero ¿Quién no lo hace? La diferencia está en que jamás sospecharías que sea Sorha quien mueve los hilos de tu vida. Un te quiero, un te amo, bastará para que sucumbas a sus ordenes, sólo una mirada con la cual flaqueará tu voluntad. Su sensualidad, su pasión son el secreto con el que se arrastra hasta la cama del enemigo y es allí donde gana sus batallas, un minuto de paraíso a cambio de una eternidad de sufrimientos. Cruel, sádica, mortífera, letal… Todos y cada uno de sus actos, ten la seguridad, repararán en sangre derramada. Los aficionados presumen de su maldad, ella lo actúa…
Su silencio es letal, si la tienes enfrente y no pronuncia ninguna palabra, despídete de la vida que has llevado hasta ahora, quizá está pensando en como matarte. No hables, no digas ni una palabra si no te lo ha pedido, estas son las reglas del juego, tu posición está donde Sorha lo dicte. Utilizará cualquier método para obtener su objetivo, no tiene miedo a perder ¿Qué es lo peor que le puede pasar? ¿Matarla? Ya está muerta, no lo olvides. ¿Torturarla? ¡Que buen sentido del humor tienes! ¿Sacrificar algo que ama? Te lo aseguro, no hay nadie que copule en sus pensamientos y sea concebido como su otra mitad. Ishtar sangre de su sangre, el reflejo en el espejo de sus dudas, no… a ella no la quiere tanto. Lidérc, el amante perfecto, ese que la hace berrear hasta el éxtasis total de la muerte y el infierno, él tampoco es su debilidad. No tiene pasados tormentos así que su psiquis está… ¿Normal? No encontrarás sus temores en la obscuridad de su alma, porque su alma es la putrefacción del universo. ¿Cómo se vence? Engáñala para que te siga en un romántico encuentro al amanecer o apuñala su corazón con una estaca, esto último, claro… si lo encuentras.
Historia:
“La historia que no está manchada con sangre es inútil”
Sorha tiene dos años más de vampiresa que Ishtar, se suponía que ambas serían convertidas la misma noche, hasta que hubiesen decidido que la eternidad es un sueño alcanzable y no una metáfora más de los poetas y los amantes. Pero el destino, encaprichado con jugar amargamente sobre las decisiones de los que presumen su “libre albedrío” le tendió una trampa, maldiciendo así su vida para siempre…
Su príncipe azul, el caballero de una armadura impenetrable, el sueño de sus días húmedos, el hombre tras el disfraz de hermano. ¿En qué momento se cruzó la línea? ¿Fue acaso esa noche en la que Sorha lo enveneno para conseguir su libertad? ¿Ocurrió en el instante en que unieron sus cuerpos en una incestuosa relación? La penitencia la paga quien cometió el pecado, saber quién fue el culpable en la mutación de Sorha, es un problema existencial. Por un lado están las enseñanzas mal infundadas de Lidérc, su rey, su esclavo, su amo y haciendo contrapeso en la balanza, la estúpida ideología que poco a poco comenzaba a cobrar vida dentro de las entrañas de Sorha. El resultado de todo eso se vio reflejado cuando fue ella quien sedujo a Lidérc en su propia habitación. Ella quería que él la tratara de la misma forma en la que mimaba a esas rameras que llevaba a casa. Se desnudo frente a sus ojos y la lascivia se apodero de su razón. Su pequeña hermana era tan hermosa y delicada que no pudo resistírsele. Esa noche fue maldecida por los dos. Entre sábanas, jadeos, caricias, besos, lamidas y mordidas, ambos descubrieron cierta dependencia que los obligaba a estar cerca el uno de otro. Pero Lidérc tenía miedo de lastimarla y ella lo sabía, por eso permitía que él llevase a la casa a todas esas mujeres, pues después del clímax en sus orgasmos, les arrancaba la cabeza y saciaban su sed. La muerte nunca le importó, no le tenía miedo, hasta el día en que todo cambió.
Sorha había estado esperando que Lidérc regresara de sus cacerías, espero en la entrada de su casona hasta el amanecer. Las lágrimas corrían por su rostro, los rayos del sol la segaron por un instante, nunca había visto el día. Estaba realmente desesperada, temía lo peor, sabía perfectamente que el amanecer sería letal para él aunque no lo fuese para ella. Sorha supo que Lidérc era un vampiro la misma noche en la que dejo de ser una niña para convertirse en una mujer. Mordisqueo sus labios hasta hartarse, aventó rocas a la nada y no conseguía ninguna noticia de Lidérc. Deseaba correr más allá de los sembradíos que rodeaban su hogar, pero tenía miedo, nunca había estado en la intemperie durante el día. Lo mejor que hizo fue acurrucarse en las sombras del tejado, a esperar que regresara. Sus labios estaban blancos, su estomago le pedía de comer y sus ojos sentían el cansancio, quería dormir pero su corazón le suplicaba que no lo hiciera ¿Y si estaba herido? ¿Si necesitaba su ayuda? No, no… él se sabía defender. Pero la intriga la atormentaba. Las horas pasaron y Sorha cada minuto se desesperaba al borde de la locura, los rasguños en la madera significaban los instantes en que la desesperación la abofeteaba para gritarle al oído que Lidérc su amado había muerto. Al final se quedó dormida. Miles de pesadillas acudieron hasta su cabeza para hacerla perecer, el crepúsculo la tomo por sorpresa. Fuertes carcajadas lograron romper su ensueño ¿Quién más si no él acompañado de una prostituta? En ese instante la ira poseyó su cuerpo y consiguió saber lo que era la posesividad por primera vez. Se dejo ir en contra de la mujer, la araño, la pateo, la mordió, le hizo todo cuanto pudo hasta que finalmente cayó muerta. Lidérc se enfado tanto con el capricho de Sorha que se largó de nuevo sin decirle nada. La muchacha se cegó de coraje y la idea de la venganza le pareció bastante tentadora. Bajo el manto nocturno acompañándola y guiándola, llegó hasta las afueras de un burdel. Apestaba a promiscuidad, ella sonrío de forma sádica, pero casi imperceptible. Consciente de lo que hacía, supo que si Lidérc tenía otras mujeres, sería justo que ella tuviera otros hombres. Ojalá nunca lo hubiera pensado. Fornicando con todos los hombres que se encontró a su paso, se convirtió en una ramera sin desearlo.
Pero Lidérc no pensó lo mismo que ella y cuando se entero de sus prácticas clandestinas con esos hombres… el final de su relación, el principio de la pesadilla eterna. Sorha regreso bañada en licor y satisfecha de haber consumado el placer de la lujuria con los ebrios de la taberna y el burdel, por lo que se negó a acostarse con su hermano, estaba cansada. Tremendo escarmiento le toco vivir. Lidérc, quien era su ejemplo a seguir, el único hombre al que había amado y el cual le mostro que la vida sin promiscuidad no es vida; se convirtió en su enemigo esa noche. La golpeó, la humilló, la laceró, la violó… Le dijo todo lo que podía hacer y lo que no haría nunca. Ella era suya, slo él podría tocarla. Nadie más, nadie más. Sorha le suplicó hasta que su garganta ya no tuvo más voz que emanara desde su interior. Pero él, con su maldita posesividad no la escuchaba sus gritos, nunca lo hizo hasta que la mató. Sus golpes la dejaron suspendida entre la vida y la muerte, oscilando, jugando con la psiquis de Lidérc. Él la amaba y perderla por una estúpida rabieta de ambos era una idiotez. No, no, no… no lo permitiría. La tomó entre sus brazos, y la besó. En esa unión de labios él se aseguró de que ella bebiera de su sangre. Espasmos de sufrimiento recorrieron el cuerpo de Sorha hasta el instante en que observó la noche como ninguna otra. Una neófita había nacido. Lidérc nunca le pidió perdón por lo que le hizo, Sorha se merecía ese castigo por haber desobedecido sus reglas. Ella nunca se lo discutió. Esa fue su primera lección, el castigo que nunca olvidará. ¿Aprendió la lección? Sí, ahora se asegura de que sus amantes jamás se encuentren con su hermano.
Su príncipe azul, el caballero de una armadura impenetrable, el sueño de sus días húmedos, el hombre tras el disfraz de hermano. ¿En qué momento se cruzó la línea? ¿Fue acaso esa noche en la que Sorha lo enveneno para conseguir su libertad? ¿Ocurrió en el instante en que unieron sus cuerpos en una incestuosa relación? La penitencia la paga quien cometió el pecado, saber quién fue el culpable en la mutación de Sorha, es un problema existencial. Por un lado están las enseñanzas mal infundadas de Lidérc, su rey, su esclavo, su amo y haciendo contrapeso en la balanza, la estúpida ideología que poco a poco comenzaba a cobrar vida dentro de las entrañas de Sorha. El resultado de todo eso se vio reflejado cuando fue ella quien sedujo a Lidérc en su propia habitación. Ella quería que él la tratara de la misma forma en la que mimaba a esas rameras que llevaba a casa. Se desnudo frente a sus ojos y la lascivia se apodero de su razón. Su pequeña hermana era tan hermosa y delicada que no pudo resistírsele. Esa noche fue maldecida por los dos. Entre sábanas, jadeos, caricias, besos, lamidas y mordidas, ambos descubrieron cierta dependencia que los obligaba a estar cerca el uno de otro. Pero Lidérc tenía miedo de lastimarla y ella lo sabía, por eso permitía que él llevase a la casa a todas esas mujeres, pues después del clímax en sus orgasmos, les arrancaba la cabeza y saciaban su sed. La muerte nunca le importó, no le tenía miedo, hasta el día en que todo cambió.
Sorha había estado esperando que Lidérc regresara de sus cacerías, espero en la entrada de su casona hasta el amanecer. Las lágrimas corrían por su rostro, los rayos del sol la segaron por un instante, nunca había visto el día. Estaba realmente desesperada, temía lo peor, sabía perfectamente que el amanecer sería letal para él aunque no lo fuese para ella. Sorha supo que Lidérc era un vampiro la misma noche en la que dejo de ser una niña para convertirse en una mujer. Mordisqueo sus labios hasta hartarse, aventó rocas a la nada y no conseguía ninguna noticia de Lidérc. Deseaba correr más allá de los sembradíos que rodeaban su hogar, pero tenía miedo, nunca había estado en la intemperie durante el día. Lo mejor que hizo fue acurrucarse en las sombras del tejado, a esperar que regresara. Sus labios estaban blancos, su estomago le pedía de comer y sus ojos sentían el cansancio, quería dormir pero su corazón le suplicaba que no lo hiciera ¿Y si estaba herido? ¿Si necesitaba su ayuda? No, no… él se sabía defender. Pero la intriga la atormentaba. Las horas pasaron y Sorha cada minuto se desesperaba al borde de la locura, los rasguños en la madera significaban los instantes en que la desesperación la abofeteaba para gritarle al oído que Lidérc su amado había muerto. Al final se quedó dormida. Miles de pesadillas acudieron hasta su cabeza para hacerla perecer, el crepúsculo la tomo por sorpresa. Fuertes carcajadas lograron romper su ensueño ¿Quién más si no él acompañado de una prostituta? En ese instante la ira poseyó su cuerpo y consiguió saber lo que era la posesividad por primera vez. Se dejo ir en contra de la mujer, la araño, la pateo, la mordió, le hizo todo cuanto pudo hasta que finalmente cayó muerta. Lidérc se enfado tanto con el capricho de Sorha que se largó de nuevo sin decirle nada. La muchacha se cegó de coraje y la idea de la venganza le pareció bastante tentadora. Bajo el manto nocturno acompañándola y guiándola, llegó hasta las afueras de un burdel. Apestaba a promiscuidad, ella sonrío de forma sádica, pero casi imperceptible. Consciente de lo que hacía, supo que si Lidérc tenía otras mujeres, sería justo que ella tuviera otros hombres. Ojalá nunca lo hubiera pensado. Fornicando con todos los hombres que se encontró a su paso, se convirtió en una ramera sin desearlo.
Pero Lidérc no pensó lo mismo que ella y cuando se entero de sus prácticas clandestinas con esos hombres… el final de su relación, el principio de la pesadilla eterna. Sorha regreso bañada en licor y satisfecha de haber consumado el placer de la lujuria con los ebrios de la taberna y el burdel, por lo que se negó a acostarse con su hermano, estaba cansada. Tremendo escarmiento le toco vivir. Lidérc, quien era su ejemplo a seguir, el único hombre al que había amado y el cual le mostro que la vida sin promiscuidad no es vida; se convirtió en su enemigo esa noche. La golpeó, la humilló, la laceró, la violó… Le dijo todo lo que podía hacer y lo que no haría nunca. Ella era suya, slo él podría tocarla. Nadie más, nadie más. Sorha le suplicó hasta que su garganta ya no tuvo más voz que emanara desde su interior. Pero él, con su maldita posesividad no la escuchaba sus gritos, nunca lo hizo hasta que la mató. Sus golpes la dejaron suspendida entre la vida y la muerte, oscilando, jugando con la psiquis de Lidérc. Él la amaba y perderla por una estúpida rabieta de ambos era una idiotez. No, no, no… no lo permitiría. La tomó entre sus brazos, y la besó. En esa unión de labios él se aseguró de que ella bebiera de su sangre. Espasmos de sufrimiento recorrieron el cuerpo de Sorha hasta el instante en que observó la noche como ninguna otra. Una neófita había nacido. Lidérc nunca le pidió perdón por lo que le hizo, Sorha se merecía ese castigo por haber desobedecido sus reglas. Ella nunca se lo discutió. Esa fue su primera lección, el castigo que nunca olvidará. ¿Aprendió la lección? Sí, ahora se asegura de que sus amantes jamás se encuentren con su hermano.
Datos extra:
-Las marcas de su piel se deben a la noche en que Lidérc la golpeó hasta matarla-
-Tiene amantes sin consideración y se encarga de ellos personalmente (Los asesina)-
-Es posesiva, sí… igual que Lidérc. Nadie lo toca más que ella e Ishtar-
-Ha cercenado las cabezas de las amantes de su hermano-
-Es mortíferamente indiferente a cualquier sentimiento humano-
-No ama a nadie-
-Adora beber sangre con licor mientras tiene sexo salvaje-
-Ambiciona más poder del que ya posee-
-Por conseguir lo que quiere, es capaz de todo, también de sacrificar a los otros Nasic-
-Ella es la mujer que envenena las rosas en la primavera-
-Si creíste que la venciste… estas en un error, esa es su estrategia-
-Aneska la llama Lidérc y ella a él le nombra Alastor-
-Las marcas de su piel se deben a la noche en que Lidérc la golpeó hasta matarla-
-Tiene amantes sin consideración y se encarga de ellos personalmente (Los asesina)-
-Es posesiva, sí… igual que Lidérc. Nadie lo toca más que ella e Ishtar-
-Ha cercenado las cabezas de las amantes de su hermano-
-Es mortíferamente indiferente a cualquier sentimiento humano-
-No ama a nadie-
-Adora beber sangre con licor mientras tiene sexo salvaje-
-Ambiciona más poder del que ya posee-
-Por conseguir lo que quiere, es capaz de todo, también de sacrificar a los otros Nasic-
-Ella es la mujer que envenena las rosas en la primavera-
-Si creíste que la venciste… estas en un error, esa es su estrategia-
-Aneska la llama Lidérc y ella a él le nombra Alastor-
Sorha Nasic- Vampiro Clase Media
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Re: Sangre y deseo = Vampiro sediento
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Nigel Quartermane- Vampiro/Realeza [Admin]
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