AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Deux étrangers [ Gastón Kaufmann ]
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Deux étrangers [ Gastón Kaufmann ]
Ya podía caminar con firmeza, me sentía viva, radiante, con energía...era maravilloso. Acababa de alimentarme de un hombre que deambulaba por allí, lo necesitaba y ya no podía aguantar más. No lo maté, pero por suerte, estaba tan ambrienta que casi no podía controlarme, lo que me hizo pensar que tal vez debería alimentarme más frecuentemente y así evitar estas situaciones, porque si un día no puedo controlarme, mataría a alguien inocente.
Ahora mi mente estaba clara, mi garganta ya no me dolía, mis ojos estaban relucientes nuevamente y no podía evitar esbozar una gran sonrisa, y esque se sentía tan bien... Ahora podría controlarme más, ahora incluso veía todo con más claridad, con más detalles, mi sentidos estaban llenos de energía y sensibles a cada cosa que pasaba a mi alrededor. Estaba contenta, aunque sabía que en cuanto tuviera nuevamente hambre, dejaría de estarlo.
Inspeccioné mi vestido en busca demanchas de sangre, para mi sorpresa solo encontré una pequeña gota en el filo del vestido en mi escote. Supuse que de lo hambrienta que estaba no quería desperdiciar ni una sola gota de sangre, a pesar de que una se me escapó. Debía limpiar eso en cuanto puediera.
Mientras tanto iba caminando como bien me distinguía, me sentía ágil como ninguno, limpiaba mis colorados labios que palpitaban del éxtasis, y lamía cada resto de sangre que mi labios quedaba. Hacía mucho tiempo que no estaba tan contenta, siempre me pasaba cuando terminaba de alimentarme, aunque no era felicidad, era lo que más se le asemejaba.
Ahora mi mente estaba clara, mi garganta ya no me dolía, mis ojos estaban relucientes nuevamente y no podía evitar esbozar una gran sonrisa, y esque se sentía tan bien... Ahora podría controlarme más, ahora incluso veía todo con más claridad, con más detalles, mi sentidos estaban llenos de energía y sensibles a cada cosa que pasaba a mi alrededor. Estaba contenta, aunque sabía que en cuanto tuviera nuevamente hambre, dejaría de estarlo.
Inspeccioné mi vestido en busca demanchas de sangre, para mi sorpresa solo encontré una pequeña gota en el filo del vestido en mi escote. Supuse que de lo hambrienta que estaba no quería desperdiciar ni una sola gota de sangre, a pesar de que una se me escapó. Debía limpiar eso en cuanto puediera.
Mientras tanto iba caminando como bien me distinguía, me sentía ágil como ninguno, limpiaba mis colorados labios que palpitaban del éxtasis, y lamía cada resto de sangre que mi labios quedaba. Hacía mucho tiempo que no estaba tan contenta, siempre me pasaba cuando terminaba de alimentarme, aunque no era felicidad, era lo que más se le asemejaba.
Re: Deux étrangers [ Gastón Kaufmann ]
Estaba cabreado. Sí. Bastante cabreado. ¿Qué por qué? pues porque me habían intentado timarme en mi propia cara ¡Menudos imbéciles! A mi. A los Kaufmann. Como se notaba que eran unos necios que no conocían ni la mitad de París pues nuestra empresa no solo era conocida en Alemania, dónde había pasado parte de mi adolescencía, no, también era conocida por varios continentes. ¿Cómo podían siquiera pensar que llegarían a jugarmela? No debía enfadarme tanto pues al fin y al cabo yo había ganado, como "casi" siempre. Y cuantas más victorias más puntos para mi. Ahora que tenía que ayudar a mi madre en París no era lo mismo que estar con mi padre, sinceramente, él allí se ocupaba de muchas cosas. De muchas que yo aprendí viendolas y que ahora tenía que hacer aquí. Allí no era más que un subordinado, jefe tal vez, pero de unos pocos. Aquí yo era el mandamás del cotarro.
¡Y habían intentado jugarmela! Además, de manera sucia. Porque claro no había jugadas limpias o si las había eran muy pocas. Yo no solía recurrir a esos métodos a no ser que me "obligaran". En cualquier caso, a medida que el fresco de la noche me daba por la calle ya se me iba pasando el calentón, ojalá fuese un calentón de los buenos, pero no, era uno de los malos. Los que más me costaba que se pasaran curiosamente.
Y por mi torpeza mental de ese momento acabé chocandome con una persona que pasaba justo por mi lado ¡Qué torpe! por no decir imbécil. Porque a esas horas tampoco es que estuviese la calle abarrotada como para no ser capaz de esquivar a quien se me cruzara. Lo que pasaba esque iba demasiado ofuscado en mis pensamientos como para ser capaz de pensar en nada más que no fueran mis problemas. Error. Debía pensar también que no era único en el mundo. Aunque muchas veces lo dijese metaforicamente hablando si no podía haber nadie más igual que yo pero había más gente que caminaba por esas calles. - Disculpe señorita, no sé en que iba pensando - bufé molesto conmigo mismo y esperé que la chica en cuestión no se hubiese echo daño. Le sacaba unos cuantos centímetros así que agaché la mirada. Aunque tal y como estaba en ese momento hasta me costaba pararme a ver a una hermosa muchacha.
¡Y habían intentado jugarmela! Además, de manera sucia. Porque claro no había jugadas limpias o si las había eran muy pocas. Yo no solía recurrir a esos métodos a no ser que me "obligaran". En cualquier caso, a medida que el fresco de la noche me daba por la calle ya se me iba pasando el calentón, ojalá fuese un calentón de los buenos, pero no, era uno de los malos. Los que más me costaba que se pasaran curiosamente.
Y por mi torpeza mental de ese momento acabé chocandome con una persona que pasaba justo por mi lado ¡Qué torpe! por no decir imbécil. Porque a esas horas tampoco es que estuviese la calle abarrotada como para no ser capaz de esquivar a quien se me cruzara. Lo que pasaba esque iba demasiado ofuscado en mis pensamientos como para ser capaz de pensar en nada más que no fueran mis problemas. Error. Debía pensar también que no era único en el mundo. Aunque muchas veces lo dijese metaforicamente hablando si no podía haber nadie más igual que yo pero había más gente que caminaba por esas calles. - Disculpe señorita, no sé en que iba pensando - bufé molesto conmigo mismo y esperé que la chica en cuestión no se hubiese echo daño. Le sacaba unos cuantos centímetros así que agaché la mirada. Aunque tal y como estaba en ese momento hasta me costaba pararme a ver a una hermosa muchacha.
Gastón Kaufmann- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 01/06/2011
Re: Deux étrangers [ Gastón Kaufmann ]
Algo me sacó de mis pensamientos de satisfacción, tan ágil era que ni me dí cuenta de que chocaría con un muchacho que por allí andaba. Si, irónido para yo ser vampiro. Este momento de distracción hizo cambiar mi expresión de alegría a una de sorpresa y desconcierto, pues me pilló desprevenida. Estaba parada enfrente del lindo muchacho, tenía un hermoso rostro y unos lindos ojos, pero solo eso no iba a hacer que ella babeara. Estaba acostumbrada a ver rostros hermosos, solo que quizás éste le dió curiosidad, ya que en este caso no era un hermoso vampiro, sino un hermoso humano.
Adopté una compostura casual, y despreocupada y le dí una sonrisa sincera. - No se preocupe, yo también iba tan centrada en mis pensamientos que no le vi, disculpeme a mi también - dije, riéndome de esta estúpida situación. Haberme alimentado hace apenas unos minutos había cambiado por completo mi estado de ánimo. Era normal, y debería de estar acostumbrada, pero bueno, a esto nunca puedes acostumbrarte. Había pasó demasiado tiempo sin alimentarme, e incusibe, podría beber mucho más, pero había sido sufienciete como para poder gozar de todo lo que me brindaba ser vampiro.
Él era unos cuantos centímetros más alto que yo, por lo que pasé el tiempo con la cabeza alzada, mientras lo observaba detenidamente. Se notaba que no compartía mi mismo estado de felicidad. ¿Qué le habría sucedido? Bueno, podría proponer miles de respuestas, pero sería una pérdida de tiempo.
No se le veía pobre en absoluto, parecía tener un cargo relativamente importante. Quién sabe, París debe de tener miles de personas importantes. Todavía no había conocido todo lo que se puede encontrar en París, pero estaba segura de que habían personas para todo, como para cargos importantes, como para cargos sin importancia.
Notaba como la noche estaba siendo más fría que otras, aunque no me afectara en absoluto, podía notarlo en la humedad que nos envolvía. Mi piel me permitía sentir lo más delicado que me tocara, pero era indiferente a los cambios de temperatura, su sistema nervioso se diferenciaba drásticamente del de los humanos.
Adopté una compostura casual, y despreocupada y le dí una sonrisa sincera. - No se preocupe, yo también iba tan centrada en mis pensamientos que no le vi, disculpeme a mi también - dije, riéndome de esta estúpida situación. Haberme alimentado hace apenas unos minutos había cambiado por completo mi estado de ánimo. Era normal, y debería de estar acostumbrada, pero bueno, a esto nunca puedes acostumbrarte. Había pasó demasiado tiempo sin alimentarme, e incusibe, podría beber mucho más, pero había sido sufienciete como para poder gozar de todo lo que me brindaba ser vampiro.
Él era unos cuantos centímetros más alto que yo, por lo que pasé el tiempo con la cabeza alzada, mientras lo observaba detenidamente. Se notaba que no compartía mi mismo estado de felicidad. ¿Qué le habría sucedido? Bueno, podría proponer miles de respuestas, pero sería una pérdida de tiempo.
No se le veía pobre en absoluto, parecía tener un cargo relativamente importante. Quién sabe, París debe de tener miles de personas importantes. Todavía no había conocido todo lo que se puede encontrar en París, pero estaba segura de que habían personas para todo, como para cargos importantes, como para cargos sin importancia.
Notaba como la noche estaba siendo más fría que otras, aunque no me afectara en absoluto, podía notarlo en la humedad que nos envolvía. Mi piel me permitía sentir lo más delicado que me tocara, pero era indiferente a los cambios de temperatura, su sistema nervioso se diferenciaba drásticamente del de los humanos.
Re: Deux étrangers [ Gastón Kaufmann ]
La sonrisa de la chica debo reconocer que me quitó un poco el cabreo que llevaba encima, haciendome recordar además de que había ganado en realidad, de que no tenía que estar enfadado. ¿Desde cuando podía anteponer mi mal humor a una hermosa jovencita? ¡Nunca! Porque era tan mujeriego como todos los que me conocían decian. Y por eso mismo mis ojos no pudieron quedarse quietos. Le dieron un buen repaso, de arriba a abajo la miraron de manera muy disimulada, aprovechando el momento de confusión y ocultando mi perversa mirada en mis pensamientos. Pensamientos en los que tal vez ella pensaba eran producto del enfado por el que había chocado con ella.
Parpadeé y la volví a mirar, esta vez curvando mis labios en una amable sonrisa, aparentemente amable claro está. Ser "encantador" era parte de mi personalidad de conquistador aunque no todas encontraban eso como una cualidad, por degracia. Por suerte para mi, otras muchas si. También cabe decir que las tipicas muchachitas que se sonrojaban a la mínima no eran de las que más me gustaban. Me gustaba hacerlas sonrojar, avergonzarlas, pero a la hora de tener lo que venía siendo una relación más seria no se podía dar ese paso. Para ello se necesitaba otro tipo de mujer.
Y que tenía en frente puede que fuese de ese estilo. - Sin duda, ha sido únicamente mi culpa asi que no vuelva a decir eso - me hice con unos milimetros de distancia. Sí, extraño. Normalmente me hubiese acercado pero él propio choque había echo que quedaramos ya demasiado cerca, demasiado para lo que cualquiera que pasara por la calle pudiese pensar como algo "bueno" formalmente hablando. Poco me importaban los demás, en realidad, solo buscaba que ella no pensara de buenas a primeras en mi como un pervertido. La primera impresión era fundamental y, para que negarlo, no tenía intención de marcharme corriendo o de ignorarla como si nada. Por supuesto que no. - ¿Qué hace una muchacha tan hermosa dando un paseo en soledad? Debo advertirle que no es algo muy prudente - Llevé mis manos a la espalda y en el mismo gesto incliné mi torso lo suficiente como para estar más a su altura. Nos llevabamos unos cuantos centímetros, supuse que aquello le sería algo más comodo el poder mirarme a la cara.
Parpadeé y la volví a mirar, esta vez curvando mis labios en una amable sonrisa, aparentemente amable claro está. Ser "encantador" era parte de mi personalidad de conquistador aunque no todas encontraban eso como una cualidad, por degracia. Por suerte para mi, otras muchas si. También cabe decir que las tipicas muchachitas que se sonrojaban a la mínima no eran de las que más me gustaban. Me gustaba hacerlas sonrojar, avergonzarlas, pero a la hora de tener lo que venía siendo una relación más seria no se podía dar ese paso. Para ello se necesitaba otro tipo de mujer.
Y que tenía en frente puede que fuese de ese estilo. - Sin duda, ha sido únicamente mi culpa asi que no vuelva a decir eso - me hice con unos milimetros de distancia. Sí, extraño. Normalmente me hubiese acercado pero él propio choque había echo que quedaramos ya demasiado cerca, demasiado para lo que cualquiera que pasara por la calle pudiese pensar como algo "bueno" formalmente hablando. Poco me importaban los demás, en realidad, solo buscaba que ella no pensara de buenas a primeras en mi como un pervertido. La primera impresión era fundamental y, para que negarlo, no tenía intención de marcharme corriendo o de ignorarla como si nada. Por supuesto que no. - ¿Qué hace una muchacha tan hermosa dando un paseo en soledad? Debo advertirle que no es algo muy prudente - Llevé mis manos a la espalda y en el mismo gesto incliné mi torso lo suficiente como para estar más a su altura. Nos llevabamos unos cuantos centímetros, supuse que aquello le sería algo más comodo el poder mirarme a la cara.
Gastón Kaufmann- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 01/06/2011
Re: Deux étrangers [ Gastón Kaufmann ]
Él amablemente se inclinó haciendole un pequeño favor a mi cuello que estaba alzado, casi incómodo, para poder mirarlo. Realmente era lindo, tenía unos hermosos ojos y una muy excelente figura, pero algo me dijo que estaría acostumbrado a que lo adoraran otras muchachas. Normalmente tenía un excelente don para describir a las personas nada más verlas, y no pensaba que me equivocara esta vez. Por lo que mi autocontról mostró en mi una cara indiferente pero amable a la vez. No iba a dejar verme sonrojada o babeando por su hermosura, y cierto era, que estaba acostumbrada a ver rostros hermosos, por lo que me era facil disimilur lo que pensaba.
Noté y vi en él, un punto de interés hacia mi. Por mucho que intentara disimular, mis ojos veían más hallás de lo que los suyos podrían. Él despertaba en mi una gran curiosidad, pero estaba decidida a que eso quedara en mi mente y no en mis expresiones. Podría ser un buen muchacho, lo intua también, pero no tenía claras sus intenciones, y no quería arriesgarme. Hacía mucho tiempo que no había estado con alguien, y lo que hubo no fue nada fuera de la pasión y el deseo. El amor no apareció para mi en mis años de vampira, y todavía brillaba por su ausencia.
- Bueno, no tenía nada mejor que hacer, y como soy nueva en la ciudad decidí caminar por sus calles para conocer un poco su ambiente. - dije despreocupadamente esbozando una clara sonrisa. Por su pregunta supe que no tenía conocimiento de la existencia de otros seres, seres como yo. Por lo que debía mantener mi identidas algo distorsionada, no debía perturbar sus inocentes conocimientos, sería más facil así. A quien realmente le preocupaba alguien era él a mi. Era lindo e inocente, y estaba deambulando solo por París en esta fria noche... No sabía por qué me estaba preocupando tanto por él, lo acababa de conocer. No sabía si debía advertirle o no...
- Quizás deberias andar con cuidado tu tambien... la noche no solo es peligrosa para las mujeres. - dije al fin. Lo decía en serio, era una recomendación que intentaba que se la tomara seriamente, no con ello pretendía nada con él. ¿Por qué me preocupo tanto por un simple humano?¿Qué tiene de especia? Me quedé pensativa durante un buen rato. No sabía dar respuesta a ninguno de los interrogantes que circulaban por mi mente. Yo nunca se había preocupado por humano a no ser que estuviera a punto de arrebatarle la vida mientras me alimentaba. Yo los respetaba lo máximo que podía, pero a no ser que fuera para alimentarme, solía evitarlos. Siempre me esperaba hasta más no poder, para alimentarme, y en los momentos en los que debía hacer gran uso de autocontrol para establecer mi cordura, deseaba alejarme de ellos con deseperación. Esto estaba siendo muy estraño, y no sabía a qué se debía.
Noté y vi en él, un punto de interés hacia mi. Por mucho que intentara disimular, mis ojos veían más hallás de lo que los suyos podrían. Él despertaba en mi una gran curiosidad, pero estaba decidida a que eso quedara en mi mente y no en mis expresiones. Podría ser un buen muchacho, lo intua también, pero no tenía claras sus intenciones, y no quería arriesgarme. Hacía mucho tiempo que no había estado con alguien, y lo que hubo no fue nada fuera de la pasión y el deseo. El amor no apareció para mi en mis años de vampira, y todavía brillaba por su ausencia.
- Bueno, no tenía nada mejor que hacer, y como soy nueva en la ciudad decidí caminar por sus calles para conocer un poco su ambiente. - dije despreocupadamente esbozando una clara sonrisa. Por su pregunta supe que no tenía conocimiento de la existencia de otros seres, seres como yo. Por lo que debía mantener mi identidas algo distorsionada, no debía perturbar sus inocentes conocimientos, sería más facil así. A quien realmente le preocupaba alguien era él a mi. Era lindo e inocente, y estaba deambulando solo por París en esta fria noche... No sabía por qué me estaba preocupando tanto por él, lo acababa de conocer. No sabía si debía advertirle o no...
- Quizás deberias andar con cuidado tu tambien... la noche no solo es peligrosa para las mujeres. - dije al fin. Lo decía en serio, era una recomendación que intentaba que se la tomara seriamente, no con ello pretendía nada con él. ¿Por qué me preocupo tanto por un simple humano?¿Qué tiene de especia? Me quedé pensativa durante un buen rato. No sabía dar respuesta a ninguno de los interrogantes que circulaban por mi mente. Yo nunca se había preocupado por humano a no ser que estuviera a punto de arrebatarle la vida mientras me alimentaba. Yo los respetaba lo máximo que podía, pero a no ser que fuera para alimentarme, solía evitarlos. Siempre me esperaba hasta más no poder, para alimentarme, y en los momentos en los que debía hacer gran uso de autocontrol para establecer mi cordura, deseaba alejarme de ellos con deseperación. Esto estaba siendo muy estraño, y no sabía a qué se debía.
Re: Deux étrangers [ Gastón Kaufmann ]
La primera respuesta no me sorprendió, después de todo, era normal que alguien aburrido y sin nada mejor que hacer decidiera dar una vuelta. Aunque eso de salir por la noche en una ciudad que conocía no acababa de encajarme. Pero lo que si me sorprendió -de buena manera- fue su advertencia sobre la peligrosidad que podía correr mi persona ¡Vaya mujer! Toda una dama al decirme eso de la manera más delicada que había escuchado yo. Porque esa no era la respuesta que esperaba. No podía ser más lejana de la que mi mente había predecido. Sí, las mujeres para mi se habían vuelto predecibles. Tal vez un "Si, lo sé, tiene razón pero no pude evitarlo" oh un "Tal vez necesitaria a alguien como usted a mi lado" en el caso de que la joven pretendiera mantener mi compañía lo máximo posible. Cosa que, dependiendo del momento, aceptaría. Pero, tener peligro ¿yo? ¿No me había visto? Claro que de buenas a primeras no iba a adivinar que me desenvolvía como un pato en el agua en lo que se refería a la lucha. Me encantaba el boxeo y lo practicaba siempre que podía. Aún asi ¿No veía mi cuerpo? Precisamente un enclenque no me consideraba desdeluego.
Solté una pequeña carcajada y volví a mi altura original para observarla desde allí. Como dandole a entender con eso de que no solo tenía fuerza sino que también solía propasar por algunos centímetros a la mayoría. Sí, para que negarlo, me sentía todo un macho y de preguntarmelo ella lo reconocería con mucho gusto. Prepotente o ególatra, daba igual como me llamaran. Pero yo lo que tenía era confianza en mi mismo y en lo que podría hacer llegada la situación.
Mi mirada pasó de divertida a algo tierna y después volvió a divertida. - ¿Yo podría estar en peligro entonces? - alcé una ceja como si después de esos segundos todavía me sorprendiese la respuesta aunque ya había echo mis propias reflexiones. Deshice el "nudo" de mis manos tras de mi y en un rápido movimiento pude agarrar una de sus manos. Utilizandolo para pegar el cuerpo de la joven al mío. La otra mano sobrante se puso rapidamente sobre la cintura. Y volví a inclinarme hacia delante, esta vez, inclinando el cuerpo de ella junto al mio de manera casi involuntaria. - Es cierto que las mujeres no son las únicas en peligro, sin embargo, ¿me ves tan débil como para aconsejarme eso? - la tuteé del mismo modo que lo había echo ella conmigo. Y que bien me sentí cuando pude acariciar su cuerpo. ¡Y qué débil se veía frente a mi cuerpo! Menuda, blanca, de ojos penetrantes y pestañas interminables.
No dejé de mirarla en ningún momento y además no me contuve pues de arriba a abajo mis ojos la repasaron descaradamente o, por lo menos, lo que alcanzaban a ver que era prácticamente la mayoría de su rostro. Sus labios. No podía despegar mis ojos de ellos. Relamí los míos casi por inercia. - ¿Qué me dices? - intenté con esas palabras desviar mi atención para volver a mirar sus ojos. Como llegara a bajar a su escote sabía que ya no podría despegarme.
Solté una pequeña carcajada y volví a mi altura original para observarla desde allí. Como dandole a entender con eso de que no solo tenía fuerza sino que también solía propasar por algunos centímetros a la mayoría. Sí, para que negarlo, me sentía todo un macho y de preguntarmelo ella lo reconocería con mucho gusto. Prepotente o ególatra, daba igual como me llamaran. Pero yo lo que tenía era confianza en mi mismo y en lo que podría hacer llegada la situación.
Mi mirada pasó de divertida a algo tierna y después volvió a divertida. - ¿Yo podría estar en peligro entonces? - alcé una ceja como si después de esos segundos todavía me sorprendiese la respuesta aunque ya había echo mis propias reflexiones. Deshice el "nudo" de mis manos tras de mi y en un rápido movimiento pude agarrar una de sus manos. Utilizandolo para pegar el cuerpo de la joven al mío. La otra mano sobrante se puso rapidamente sobre la cintura. Y volví a inclinarme hacia delante, esta vez, inclinando el cuerpo de ella junto al mio de manera casi involuntaria. - Es cierto que las mujeres no son las únicas en peligro, sin embargo, ¿me ves tan débil como para aconsejarme eso? - la tuteé del mismo modo que lo había echo ella conmigo. Y que bien me sentí cuando pude acariciar su cuerpo. ¡Y qué débil se veía frente a mi cuerpo! Menuda, blanca, de ojos penetrantes y pestañas interminables.
No dejé de mirarla en ningún momento y además no me contuve pues de arriba a abajo mis ojos la repasaron descaradamente o, por lo menos, lo que alcanzaban a ver que era prácticamente la mayoría de su rostro. Sus labios. No podía despegar mis ojos de ellos. Relamí los míos casi por inercia. - ¿Qué me dices? - intenté con esas palabras desviar mi atención para volver a mirar sus ojos. Como llegara a bajar a su escote sabía que ya no podría despegarme.
Gastón Kaufmann- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 01/06/2011
Re: Deux étrangers [ Gastón Kaufmann ]
Si, estaba claro. Él estaba acostumbrado a obtener todo lo que quería, y más de una mujer. Esto me hizo armarme más de valentía y hacerle ver que de mi no iba a conseguir lo que quisiera. Yo no iba a caer a sus pies, no iba a pedirle que me hiciera compañía como si solo eso fuera lo que necesitara de este mundo. Cierto era que me resultaba lindo e interesante, pero con su arrogancia frente a mi, no iba a conseguir nada. Yo no era una chica fácil. También estaba el hecho de que él desconocía lo que yo era, desconocía que yo podía matarlo sin pestañear, o que podría triturarlo con poco o escaso esfuerzo. Su ignorancia hacía divertida esta situación, aunque le iba a dejar ver bien claro, que no era facil de conseguir, que yo no iba a ir detrás de él en absoluto.
Su acercamiento era agradable, no podía negarlo, pero no iba a dejar que él supiera eso. Su agarre apenas era perceptible para mi, aunque su calor me hacía estremecerme. Siempre había sido muy sensitiva respecto a las temperaturas de los cuerpos que rozan el mío. El cuerpo de los seres humanos siempre electrificaba mi cuerpo, su calor corporal siempre me hacía sentir bien aunque solo fuera cuando no tenía hambre. Él quería hacerme ver cómo de fuerte era, o creía serlo en mi opinión, y realmente si fuera vampiro sería un duro contrincante, aunque mis años lo superaran.
Acerqué mi cara a la de él lentamente, quedando muy cerca, sentía su respiración en mi rostro. - Lo que te digo es que eres muy lento - dije con una gran sonrisa y una perspicaz mirada. En menos de 3 segundos me desice de su enganche con agilidad y sin apenas esfuerzo. Quedé frente a él, más separada y con una gran sonrisa en mi rostro. Esta situación me resultaba divertida. - Si eres tan lento... si eres debil - dije riendo. Obviamente pretendía no mostrar interés, aunque no fuera así. No iba a darle lo que él queria. No dejé de mirarlo ni un momento a los ojos, a sus hermosos ojos. Me crucé de brazos desinteresadamente frente a él.
Su acercamiento era agradable, no podía negarlo, pero no iba a dejar que él supiera eso. Su agarre apenas era perceptible para mi, aunque su calor me hacía estremecerme. Siempre había sido muy sensitiva respecto a las temperaturas de los cuerpos que rozan el mío. El cuerpo de los seres humanos siempre electrificaba mi cuerpo, su calor corporal siempre me hacía sentir bien aunque solo fuera cuando no tenía hambre. Él quería hacerme ver cómo de fuerte era, o creía serlo en mi opinión, y realmente si fuera vampiro sería un duro contrincante, aunque mis años lo superaran.
Acerqué mi cara a la de él lentamente, quedando muy cerca, sentía su respiración en mi rostro. - Lo que te digo es que eres muy lento - dije con una gran sonrisa y una perspicaz mirada. En menos de 3 segundos me desice de su enganche con agilidad y sin apenas esfuerzo. Quedé frente a él, más separada y con una gran sonrisa en mi rostro. Esta situación me resultaba divertida. - Si eres tan lento... si eres debil - dije riendo. Obviamente pretendía no mostrar interés, aunque no fuera así. No iba a darle lo que él queria. No dejé de mirarlo ni un momento a los ojos, a sus hermosos ojos. Me crucé de brazos desinteresadamente frente a él.
Re: Deux étrangers [ Gastón Kaufmann ]
La tenía entre mis brazos y su altanería era muy similar a la mía pues no era mala. Era más tirando a divertida. No podía salir nada mal. Ella se acercaba ¿Iba a besarme? Yo no iba a ser menos por lo que también empezé a acercarme, cada vez más. La distancia se acortaba por cada milimetro que por ambas partes nos acercabamos. Y cuando ya pensé que no podría pasar nada ¡Pum! Fue visto y no visto que se librara de mis brazos. Vale, sí, había bajado bastante la guardia. ¿Y como no hacerlo? Con esos ojos..con esas pestañas..con esa boca..todo me estaba tentado para acercarme y besarla. Obviamente en lo que menos me preocupaba era de pensar que podría alejarse en un momento como ese, no tenía esa pinta cuando había sido ella la que empezó a juntarse primero. Pero estaba claro lo que quería dejarme claro.
Solté una carcajada, erguiendome. Haciendo algo más presente mi altura que al inclinarme había dejado más a la suya. Pero no tendría mucho sentido que me pusiera a discutir o dejara que sus palabras me ofendieran ¡Nada más lejos! Venía enfadado y esa chica habia sido capaz de aliviarme esa sensación tonta de molestía. Era extraño ver una mujer que no se rindiera a ciertos encantos que poseia y, por el contrario, me dijera nada más y nada menos que era lento y débil.
- Ah, puede que tengas razón preciosa - chasqueé la lengua al mismo tiempo que me cruzaba de brazos y entrecerraba los ojos, simulando un rostro más serio que divertido. Pensativo sobre el tema concretamente. Como si de verdad me lo tomara enserio. De lo contrario, podía correr el riesgo de ser ella la que acabase sintiendose ofendida al no creer en sus palabras. Tal vez, me consideraría machista o ególatra por pensar que las mujeres eran las únicas débiles y lo peor era que ese no era mi pensamientos. Una vez pudiera pensarlo el daño ya estaba echo y no tendría sentido justificarme - Entonces ¿me permites acompañarte en tu paseo? O bueno, mejor dicho, ¿me acompañas tú en el mío? También salí a pasear y no me gustaría estar indefenso.. - al principio la miré fijamente con una cara totalmente seria pero poco a poco encurbé unos milimetros mis labios. Mostrando así una pequeña sonrisa ladina. Era inevitable que sonriera y menos cuando me sentía feliz y bien como en ese momento.
Solté una carcajada, erguiendome. Haciendo algo más presente mi altura que al inclinarme había dejado más a la suya. Pero no tendría mucho sentido que me pusiera a discutir o dejara que sus palabras me ofendieran ¡Nada más lejos! Venía enfadado y esa chica habia sido capaz de aliviarme esa sensación tonta de molestía. Era extraño ver una mujer que no se rindiera a ciertos encantos que poseia y, por el contrario, me dijera nada más y nada menos que era lento y débil.
- Ah, puede que tengas razón preciosa - chasqueé la lengua al mismo tiempo que me cruzaba de brazos y entrecerraba los ojos, simulando un rostro más serio que divertido. Pensativo sobre el tema concretamente. Como si de verdad me lo tomara enserio. De lo contrario, podía correr el riesgo de ser ella la que acabase sintiendose ofendida al no creer en sus palabras. Tal vez, me consideraría machista o ególatra por pensar que las mujeres eran las únicas débiles y lo peor era que ese no era mi pensamientos. Una vez pudiera pensarlo el daño ya estaba echo y no tendría sentido justificarme - Entonces ¿me permites acompañarte en tu paseo? O bueno, mejor dicho, ¿me acompañas tú en el mío? También salí a pasear y no me gustaría estar indefenso.. - al principio la miré fijamente con una cara totalmente seria pero poco a poco encurbé unos milimetros mis labios. Mostrando así una pequeña sonrisa ladina. Era inevitable que sonriera y menos cuando me sentía feliz y bien como en ese momento.
Gastón Kaufmann- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 01/06/2011
Re: Deux étrangers [ Gastón Kaufmann ]
Sonreí ampliamente, supuse que le había quedado claro mi postura respecto a esta situación. Sabía que lo había descolocado con mi comportamiento, y eso me hizo sonreir aún más. Me divertía esta situación, pero no de una mala forma. Lo examiné de arriba a abajo, puede que fuera un humano, pero si olvidaba el hecho de que yo era un vampiro y fuera humana también, me sentiría segura en sus hermosos brazos, de eso estaba segura. Pero no podía olvidar para siempre mi condición de vampiro, el hambre siempre llamaba a mi puerta cada cierto tiempo, y eso no me iba a ayudar a imaginarme que volvía a ser humana, para estar en los brazos de un humano. ¡Pero qué estaba pensando! Me castigué mentalmente, acababa de conocer a este humano apenas unos minutos y ya estaba pensando esas cosas. Definitivamente me estaba volviendo loca, pensé.
Pensé detenidamente su pregunta. Él ya sabe de que no soy facil, era lo que pretendía demostrarle hace apenas unos minutos, por lo que no le vi nada de malo en aceptar su propuesta. Además, quizás así también podría protegerlo de los peligros con los que se llegase a enfrentar el solo, peligros, que el no podría controlar. - Te acompañaré - dije con una amable sonrisa. Le hice un gesto con la cabeza para que comenzaramos a caminar. De repente me cuestioné sobre qué podiamos hablar. Realmente no conocía nada de él y el menos aún de mi. Contarle sobre mi vida iba a ser complicado, y obviamente no podía ser sincera respecto a ello, creía que si mantenía su ignoracia, sería mejor para ambos. Además no sabía si lo volvería a ver, o si nos iba a ver continuamente, no podía revelar un secreto tan peligroso a un humano que apenas conocía. El tiempo diria si él debía o no saberlo.
- ¿A qué dedicas tu tiempo? - le pregunté con curiosidad y sin dejar de sonreir relajadamente. - Se te ve un hombre de negocios, y cuando te vi, te noté algo tenso, ¿sucedió algo? - le pregunté, con curiosidad aunque también algo preocupada. ¡Haylen! Me grité a mi misma. ¿Cómo es posible que te preocupes tanto por él? Me pregunté, apenas lo acababa de conocer, y ya me estaba mostrando demasiado estraña. Yo no suelo ser así con nadie y menos con un humano. Esta noche estaba siendo muy estraña para mi, él me hacía comportarme diferente y eso me confundía. Siempre había sido seria con los demás, siempre me apartaba de los demás, y eso me hizo recaer en una terrible tristeza que me recomía por dentro, y ahora... ¿cuándo pasó?¿Cuándo me volví amable y afectuosa? París estaba teniendo un estraño poder sobre mi.
Cuando me dí cuenta caminaba lentamente junto a él, con la mierada en el asfalto. Tosí casualmente para despejar mi mente de mis aturdidos pensamientos y volver a centrarme en la situación que estaba teniendo lugar entre ambos y volver a mirarlo a la cara intentando ocultar mi colapsus de tristeza momentanea.
Pensé detenidamente su pregunta. Él ya sabe de que no soy facil, era lo que pretendía demostrarle hace apenas unos minutos, por lo que no le vi nada de malo en aceptar su propuesta. Además, quizás así también podría protegerlo de los peligros con los que se llegase a enfrentar el solo, peligros, que el no podría controlar. - Te acompañaré - dije con una amable sonrisa. Le hice un gesto con la cabeza para que comenzaramos a caminar. De repente me cuestioné sobre qué podiamos hablar. Realmente no conocía nada de él y el menos aún de mi. Contarle sobre mi vida iba a ser complicado, y obviamente no podía ser sincera respecto a ello, creía que si mantenía su ignoracia, sería mejor para ambos. Además no sabía si lo volvería a ver, o si nos iba a ver continuamente, no podía revelar un secreto tan peligroso a un humano que apenas conocía. El tiempo diria si él debía o no saberlo.
- ¿A qué dedicas tu tiempo? - le pregunté con curiosidad y sin dejar de sonreir relajadamente. - Se te ve un hombre de negocios, y cuando te vi, te noté algo tenso, ¿sucedió algo? - le pregunté, con curiosidad aunque también algo preocupada. ¡Haylen! Me grité a mi misma. ¿Cómo es posible que te preocupes tanto por él? Me pregunté, apenas lo acababa de conocer, y ya me estaba mostrando demasiado estraña. Yo no suelo ser así con nadie y menos con un humano. Esta noche estaba siendo muy estraña para mi, él me hacía comportarme diferente y eso me confundía. Siempre había sido seria con los demás, siempre me apartaba de los demás, y eso me hizo recaer en una terrible tristeza que me recomía por dentro, y ahora... ¿cuándo pasó?¿Cuándo me volví amable y afectuosa? París estaba teniendo un estraño poder sobre mi.
Cuando me dí cuenta caminaba lentamente junto a él, con la mierada en el asfalto. Tosí casualmente para despejar mi mente de mis aturdidos pensamientos y volver a centrarme en la situación que estaba teniendo lugar entre ambos y volver a mirarlo a la cara intentando ocultar mi colapsus de tristeza momentanea.
Re: Deux étrangers [ Gastón Kaufmann ]
Por suerte la muchacha no se tomó a mal mi comentario. Cosa que pensé después de decirlo. Porque siempre me pasaba igual. Hablaba y después a pensar en lo que he dicho, en la mayoría de las ocasiones no resultaba tan bien como esta o por lo menos no con una mujer que aparentemente no había sucumbido a mis encantos tan rápidamente como la mayoría. Porque era dura de pelar y me imaginé que también tendría un alto orgullo. Orgullo que podría haber atravesado al insinuar que no sería capaz de protegerme..¿O sí? En cualquier caso su comentario fue de lo más amable y extrañamente placentero. Me sorprendió y me hizo arrepentirme de haberla intentado tomar el pelo. Mi postura se suavizo en algo más seria. Empezaría a tomarmela enserio. No ocultaba sus sonrisas tras abanicos ni tampoco se avergonzaba al más mínimo roce que tuvieramos..era interesante, sin duda.
Empezamos la marcha aunque sin tener ninguna idea de hacia dónde, pero la empezamos y nisiquiera me lo pregunté. La idea era estar un poco más con ella, sacarle algo más que su nombre y quien sabe si no sería la primera vez que nos vieramos. No si después de nuestro rato juntos había algo más que me atrajera la atención de ella. No si descubría que era una mujer..dificil y diferente a otras. Iba por buena camino. La cuestión era ¿Qué impresión tendría ella de mi? Porque un baile es cosa de dos igual que la seducción.
Las preguntas empezaban siendo una buena señal. El que se interesara por mi vida. Tenía buen ojo pues si, era un hombre de negocios y ¡Sí! Me había pasado algo al chocarme con ella. Sin embargo, tampoco me conocía y ese podía ser mi semblante habitual. No era la primera vez que veía a un hombre de mi estilo pero con una cara de pan rancio las veinticuatro horas que no se lo quitaba ni Dios. Por suerte, yo no era de esos y era fácil sacarme una sonrisa. Sobretodo si era una mujer bonita e interesante con la que estaba. Una como Hayden. No olvidaría su nombre aunque de su apellido..si tendría que hacer memoria - Textil. Mi familia tiene una empresa textil y bueno, desde pequeño ya me enfilaron por el buen camino - me evité carcajearme pues si lo pensaba los esfuerzos de mis padres por, precisamente eso, ir por el buen camino habían sido fallidos. Era un crac de las finanzas y eso se lo debía tanto a mi padre como a mi ingenio pero en lo que respecta al tema de camas..ahí mi madre no tenía nada que hacer ¡Sentar la cabeza! Qué pesada era la mujer. Había tenido que venir a París solo para complacerla por mucho que no tuviera para nada esa idea en mente. Ya me había librado de la primera elegida, ahora, a ver cuanto tardaba en buscarme otra.
- Y veo que eres perspicaz - le guiñé un ojo, picarón - Venía algo mosqueado por uno de los clientes. Un imbécil que quería jugarmela. - puse un rostro medianamente serio pero a medida que pasaban segundos de la frase mi boca se curvó en una sonrisa - Pero conmigo no se juega - acabó en una sonrisa ladina y maliciosa al recordar la manera en la que le había dado con un canto en los dientes ¡Me encantaba ganar! Pero aún asi me enfurecía por momentos que intentaran timarme, que me vieran tan imbécil. - ¿Y qué hay de tí, Hayden? ¿A qué dedicas tu tiempo? - pensé, entonces, que tal vez se refería a mi tiempo libre..pero si le interesaba saberlo de mi, eso ya sería otra pregunta a hacer.
Empezamos la marcha aunque sin tener ninguna idea de hacia dónde, pero la empezamos y nisiquiera me lo pregunté. La idea era estar un poco más con ella, sacarle algo más que su nombre y quien sabe si no sería la primera vez que nos vieramos. No si después de nuestro rato juntos había algo más que me atrajera la atención de ella. No si descubría que era una mujer..dificil y diferente a otras. Iba por buena camino. La cuestión era ¿Qué impresión tendría ella de mi? Porque un baile es cosa de dos igual que la seducción.
Las preguntas empezaban siendo una buena señal. El que se interesara por mi vida. Tenía buen ojo pues si, era un hombre de negocios y ¡Sí! Me había pasado algo al chocarme con ella. Sin embargo, tampoco me conocía y ese podía ser mi semblante habitual. No era la primera vez que veía a un hombre de mi estilo pero con una cara de pan rancio las veinticuatro horas que no se lo quitaba ni Dios. Por suerte, yo no era de esos y era fácil sacarme una sonrisa. Sobretodo si era una mujer bonita e interesante con la que estaba. Una como Hayden. No olvidaría su nombre aunque de su apellido..si tendría que hacer memoria - Textil. Mi familia tiene una empresa textil y bueno, desde pequeño ya me enfilaron por el buen camino - me evité carcajearme pues si lo pensaba los esfuerzos de mis padres por, precisamente eso, ir por el buen camino habían sido fallidos. Era un crac de las finanzas y eso se lo debía tanto a mi padre como a mi ingenio pero en lo que respecta al tema de camas..ahí mi madre no tenía nada que hacer ¡Sentar la cabeza! Qué pesada era la mujer. Había tenido que venir a París solo para complacerla por mucho que no tuviera para nada esa idea en mente. Ya me había librado de la primera elegida, ahora, a ver cuanto tardaba en buscarme otra.
- Y veo que eres perspicaz - le guiñé un ojo, picarón - Venía algo mosqueado por uno de los clientes. Un imbécil que quería jugarmela. - puse un rostro medianamente serio pero a medida que pasaban segundos de la frase mi boca se curvó en una sonrisa - Pero conmigo no se juega - acabó en una sonrisa ladina y maliciosa al recordar la manera en la que le había dado con un canto en los dientes ¡Me encantaba ganar! Pero aún asi me enfurecía por momentos que intentaran timarme, que me vieran tan imbécil. - ¿Y qué hay de tí, Hayden? ¿A qué dedicas tu tiempo? - pensé, entonces, que tal vez se refería a mi tiempo libre..pero si le interesaba saberlo de mi, eso ya sería otra pregunta a hacer.
Gastón Kaufmann- Humano Clase Alta
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Re: Deux étrangers [ Gastón Kaufmann ]
Mientras cominabamos tocaba mis manos deliveradamente mientras asimilaba todo lo que me contaba. Desde luego había acertado, aunque ello no me sorprendía. Siempre había tenido un buen ojo para describir a la gente, y lo que buscaba, y a ello me había acostumbrado. Normalmente, con esta cualidad, te das cuenta de que la mayoría buscan cosas de las cuales no estás deacuerdo, y en mi caso, aunque así no fuera, siempre solía alejarme de todos los que a mi se acercaban, pero esa situación quedaría en el olvido próximamente, pues los cambios que tenía pensado realizar en mi, en mi vida y comportamiento ya están siendo visibles y aparentes en mi, poco a poco.
Miré al frente para luego girar mi rostro y dedicarle una amable sonrisa, dirigiendo mi mirada pensativa hacia otra parte pensando qué contestar al hermoso humano. Mi tiempo..., cierto era que tenía mucho para desperdiciar, tiempo que solía malgastar saliendo sin rumbo, disfrutando de la naturaleza y leyendo novelas. - La verdad es que no son cosas interesantes.. - dije mordiendome el labio y mirando hacia otro lado. - Suelo caminar por la naturaleza, dar paseos nocturnos con el que hoy estaba haciendo... - dije, sin saber qué más podría contarle. Solo esperaba que no notara mi nerviosismo, aunque mis dotes de vampira supieran camuflarlo perfectamente. Quizás lo mejor sería centrar la conversación en él, mejor que en mi. - ¿Y tu tiempo libre? - le pregunté con una ceja enarcada y una sonrisa divertida. Divertida porque sabría que no me contaría sobre en incontable tiempo que pasaría en la cama con otras mujeres, pues así no conseguiria nada de mi. Odiaba escuchar a los hombres que presumian de a cuantas mujeres se habían llevado a la cama, o de cuantas pensaban hacerlo. Era horroso. Mi vida sexual siempre había sido muy exquisita por no decir casi escasa, sobre todo desde que me distancié de mi buen amigo. Cierto era que nunca había perdido el apetito sexual, pero mi depresión me deprimia y me contenía fielmente. Yo nunca había sido una mujer que se frecuentaba con varios hombres, todo lo contrario. Siempre había pensado que para mi existía un hombre de ensueño, y por el momento, ese pensamiento seguía vigente.
Mientras seguíamos caminando lentamente con una mano coloqué mi larga melena a un lado peinandola con mis manos mientras esperaba atentamente su respuesta. Aunque no pude evitar contemplarlo momentaneamente para ver su hermosura y sonreir para mi ser avergonzada.
Miré al frente para luego girar mi rostro y dedicarle una amable sonrisa, dirigiendo mi mirada pensativa hacia otra parte pensando qué contestar al hermoso humano. Mi tiempo..., cierto era que tenía mucho para desperdiciar, tiempo que solía malgastar saliendo sin rumbo, disfrutando de la naturaleza y leyendo novelas. - La verdad es que no son cosas interesantes.. - dije mordiendome el labio y mirando hacia otro lado. - Suelo caminar por la naturaleza, dar paseos nocturnos con el que hoy estaba haciendo... - dije, sin saber qué más podría contarle. Solo esperaba que no notara mi nerviosismo, aunque mis dotes de vampira supieran camuflarlo perfectamente. Quizás lo mejor sería centrar la conversación en él, mejor que en mi. - ¿Y tu tiempo libre? - le pregunté con una ceja enarcada y una sonrisa divertida. Divertida porque sabría que no me contaría sobre en incontable tiempo que pasaría en la cama con otras mujeres, pues así no conseguiria nada de mi. Odiaba escuchar a los hombres que presumian de a cuantas mujeres se habían llevado a la cama, o de cuantas pensaban hacerlo. Era horroso. Mi vida sexual siempre había sido muy exquisita por no decir casi escasa, sobre todo desde que me distancié de mi buen amigo. Cierto era que nunca había perdido el apetito sexual, pero mi depresión me deprimia y me contenía fielmente. Yo nunca había sido una mujer que se frecuentaba con varios hombres, todo lo contrario. Siempre había pensado que para mi existía un hombre de ensueño, y por el momento, ese pensamiento seguía vigente.
Mientras seguíamos caminando lentamente con una mano coloqué mi larga melena a un lado peinandola con mis manos mientras esperaba atentamente su respuesta. Aunque no pude evitar contemplarlo momentaneamente para ver su hermosura y sonreir para mi ser avergonzada.
Re: Deux étrangers [ Gastón Kaufmann ]
Vale, sale a dar paseos. Me dije a mi mismo después de escuchar su respuesta ¡Qué gran dato! Irónicamente hablando. Y qué mujer. Tenía una mezcla que no era capaz de adivinar, por una parte atrevida pero hasta cierto punto avergonzándose de sus palabras. Además de eso, coqueta. La estaba mirando de reojo y por cada paso que daban su cuerpo se contoneaba. Movía su cabello de un lado a otro y sus pestañas subian y bajaban de manera seductora mientras que esos felinos ojos me miraban disimuladamente. Yo como todo buen caballero simulé que no me daba cuenta mientras miraba de un lado a otro, al suelo o a cualquier parte manteniendo mi oído y mis otros sentidos puestos exclusivamente en ella. Tenía algo especial. Algo misterioso. Y lo misterioso sin duda me gustaba. ¿Cuántas veces me habría pasado algo como aquello? Habían muchos tipos de persona en el mundo y posiblemente yo me habría topado con muchos de ellos, sin embargo, no acababa de cansarme de descubrir a gente nueva. O a gente ya conocida pero que necesitaba ser re-descubierta. En cualquier caso acababa de conocer a esa chica y todavía me quedaba mucho por descubrir de ella, me había interesado lo suficiente como para, llegado el momento, saber que podría persistir un poco en que volviéramos a vernos.
Rodé los ojos simulando pensar ante su pregunta ¿Qué hacia en el tiempo libre? Bueno, muchas cosas desde luego pero había algunas que sería mejor mantener lo suficientemente guardadas como para que no supiera leerme la mente. Si es que eso era posible de alguna de las maneras, por mi parte solo sabía leer las expresiones faciales y los gestos. Aunque muchos de mis conocidos a veces me tachaban de alardear sobre esa capacidad o bien de saber más de lo que se debería. Por la parte de quien perdía siempre acababan acusandome de hacer trampas, pero eso era algo normal en los negocios. Normal para mi. - Veamos.. - pasé una mano por mi mentón, todavía tenía que pensar lo que decirle que hacía en mis tiempos libres. - Monto a caballo, también paseo de noche. Me gusta la noche, tan fresca.. - la miró de reojo, con una sutil sonrisa. Por un momento pensó en continuar con su parte "oscura" de sus pasatiempos. La parte lujuriosa. Pero supo que no sería buena idea. - ¿Montas a caballo? - pregunté finalmente. La formalidad en el trato al parecer en algún momento se había esfumado, ni siquiera sabía cuando pero me agradaba que me tratase con esa familiaridad. Eso era una buena señal.
Rodé los ojos simulando pensar ante su pregunta ¿Qué hacia en el tiempo libre? Bueno, muchas cosas desde luego pero había algunas que sería mejor mantener lo suficientemente guardadas como para que no supiera leerme la mente. Si es que eso era posible de alguna de las maneras, por mi parte solo sabía leer las expresiones faciales y los gestos. Aunque muchos de mis conocidos a veces me tachaban de alardear sobre esa capacidad o bien de saber más de lo que se debería. Por la parte de quien perdía siempre acababan acusandome de hacer trampas, pero eso era algo normal en los negocios. Normal para mi. - Veamos.. - pasé una mano por mi mentón, todavía tenía que pensar lo que decirle que hacía en mis tiempos libres. - Monto a caballo, también paseo de noche. Me gusta la noche, tan fresca.. - la miró de reojo, con una sutil sonrisa. Por un momento pensó en continuar con su parte "oscura" de sus pasatiempos. La parte lujuriosa. Pero supo que no sería buena idea. - ¿Montas a caballo? - pregunté finalmente. La formalidad en el trato al parecer en algún momento se había esfumado, ni siquiera sabía cuando pero me agradaba que me tratase con esa familiaridad. Eso era una buena señal.
Gastón Kaufmann- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 01/06/2011
Re: Deux étrangers [ Gastón Kaufmann ]
Dejé mi largo cabello a un lado junto a mi cuello, pareciendo un manto protector de mi hombro, brillando con la luz de las tenues luces de la noche y acariciando levemente mi piel. Sabía que él reconoció mis miradas por lo que ya no tuve pudor en mirarle fijamente a la cara si así deseaba. Podía ser vergonzosa siempre que quisiera pero poco a poco esta ciudad desacia esa maraña de sentimientos que cubrian mi interior, dejando al descubierto lo que realmente era, sin dejar de lado como habia sido. Contradictorio quizás, pero notaba que en mi las cosas cambiaban, que mi mente tomaba tenue lucidez de la vida por cada minuto, y hablar con alguien, en este caso con él, realmente hacia que poco a poco me sintiera mejor, y que incluso llegase a sentirme cómoda. Y esta noche, logré alcanzar una linda compañia, sin saber cómo ni por qué, pero era agradable.
Escuché atentamente sus palabras, contemplándolo antentamente, mientras trataba de continuar con mi lenta pero continua marcha. - Supongo que la noche despierta en cada uno todo tipo de sensaciones, por ejemplo a mi me hace sentir tranquilidad - argumenté con claridad. Sin dejar de sonreir relajadamente ni un momento. ¿Caballos? Ciertamente había montado en muchos de ellos, y había sido una gran amazonas durante gran parte de mi existencia como vampira, lo cual me daba grandes ventajas respecto a los humanos en ello, puestos a que sabía controlar mi cuerpo sobre ese ardiente pelaje. - Lo cierto es que si, y realmente se me da bien - contesté. No era por alardear de mi talento pero siempre había guardado especial interés en los caballos. Montar en ellos siempre había despertado en mi un espiritu emprendedor y una sensación de libertad, me liberaba en mi adrenalina y entusiasmo, pero hacía mucho tiempo que no montaba a caballo, lo cual hizo que mi sonrisa callera lentamente, al recordar las ganas que tenía de montar, y recordar los viejos tiempos.
Aprovechando mi guardia baja, el caprichoso e inoportuno destino hizo que mi pie fuera levemente doblado, aunque lo suficiente como para provocar un esguince en cualquier humano, pero apenas un estirón, por llamarlo de algún modo, en mi. Mordí mis labios y fruncí el ceño al ver uno de mis tacones totalmente descolocado, por no decir roto. Por lo que me senté en una caja de madera cercana y comprové los daños colaterales de esta dichosa escena que acababa de montar. Pude observar cómo apenas tenía un rasguño en mi tobillo, el cual, apenas perceptible, esperaba que pronto se curara, sin llamar la antención de Gastón. Estaba nerviosa, e inquieta. Cosas así, tonterías así, que rara vez pasaban, debió pasarme justamente esa noche. Suspiré lentamente y moví mi tobillo simulando que lo había notado, pues ciertamente, esto para un humano hubiera sido doloroso, pero lo mio no era actuar. - Supongo que cosas así solo pueden pasarme a mi - bromeé intentando quitarle importancia al asunto. Con una de mis manos libres sostenia el zapato roto y con la otra sujetaba mi bestido, dejando a mi tobillo respirar la fresca humedad de la noche.
Escuché atentamente sus palabras, contemplándolo antentamente, mientras trataba de continuar con mi lenta pero continua marcha. - Supongo que la noche despierta en cada uno todo tipo de sensaciones, por ejemplo a mi me hace sentir tranquilidad - argumenté con claridad. Sin dejar de sonreir relajadamente ni un momento. ¿Caballos? Ciertamente había montado en muchos de ellos, y había sido una gran amazonas durante gran parte de mi existencia como vampira, lo cual me daba grandes ventajas respecto a los humanos en ello, puestos a que sabía controlar mi cuerpo sobre ese ardiente pelaje. - Lo cierto es que si, y realmente se me da bien - contesté. No era por alardear de mi talento pero siempre había guardado especial interés en los caballos. Montar en ellos siempre había despertado en mi un espiritu emprendedor y una sensación de libertad, me liberaba en mi adrenalina y entusiasmo, pero hacía mucho tiempo que no montaba a caballo, lo cual hizo que mi sonrisa callera lentamente, al recordar las ganas que tenía de montar, y recordar los viejos tiempos.
Aprovechando mi guardia baja, el caprichoso e inoportuno destino hizo que mi pie fuera levemente doblado, aunque lo suficiente como para provocar un esguince en cualquier humano, pero apenas un estirón, por llamarlo de algún modo, en mi. Mordí mis labios y fruncí el ceño al ver uno de mis tacones totalmente descolocado, por no decir roto. Por lo que me senté en una caja de madera cercana y comprové los daños colaterales de esta dichosa escena que acababa de montar. Pude observar cómo apenas tenía un rasguño en mi tobillo, el cual, apenas perceptible, esperaba que pronto se curara, sin llamar la antención de Gastón. Estaba nerviosa, e inquieta. Cosas así, tonterías así, que rara vez pasaban, debió pasarme justamente esa noche. Suspiré lentamente y moví mi tobillo simulando que lo había notado, pues ciertamente, esto para un humano hubiera sido doloroso, pero lo mio no era actuar. - Supongo que cosas así solo pueden pasarme a mi - bromeé intentando quitarle importancia al asunto. Con una de mis manos libres sostenia el zapato roto y con la otra sujetaba mi bestido, dejando a mi tobillo respirar la fresca humedad de la noche.
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