Abre los ojos (libre) ABRIR

Abre los ojos entre la penumbra; una lejana gotera insiste en su golpeteo desquiciante y el Rey se encuentra todo lacio; rendido al son monótono, tendida su humanidad en dirección al piso. Los grilletes que le mantienen suspendido por las muñecas le cortan la circulación. Como llegó a aquel lugar es; para su adolorida cabeza, un misterio. Mientras se encuentra en su forma humana los terribles crímenes que ha cometido ni siquiera figuran en su memoria como imágenes borrosas. ¡Ni al menos eso! Su pasado inalcanzable no va a ayudarle ahora a salir de la celda donde se encuentra.

Aquí viene el eco de unas voces bajando por las paredes acercándose. El Rey quisiera desafanar sus brazos de los grilletes, pero estos no responden. Sus ojos se han acostumbrado a la oscuridad y puede ver que el espacio de la celda es pequeño.

Cuando los guardias abren la puerta él se hace el dormido y se deja arrastrar sin oponer resistencia. Son 8 hombres, y no son precisamente los mas pulcros. El olor de uno de ellos es tan amargo que le provoca una repugnancia extrema, pero resiste para mantener su farsa en espera de que enterarse un poco mas de su propia situación.

Los hombres vienen hablando entre ellos sobre el Rey: -“El capitán dijo que hicieron falta unos diez o doce soldados para capturar a este bárbaro”- comentó uno con asombro – “creo que sige dormido”- dijo otro detrás del primero –“aprovechemos ahora para encadenarlo”-

Después de soltar los grilletes, su cuerpo cayó como un saco de huesos y carne al suelo húmedo de la celda. Cara al piso, se dio cuenta que erá el abundante moho lo que le daba al lugar ese penetrante aroma que ahora degustaba aturdido. Su cuerpo se quedó lánguido mientras aquellos hombres pasaban cadenas alrededor de sus brazos y su torso.

-“dicen que se comió a más de cien personas allá en sus tierras…”- hablo de nuevo el primer carcelero, que parecía saber mas que los otros – “destroza los cuerpos y devora todo, inclusive los huesos”- tras un breve silencio otro soldado exclamó -“¡Puras patráñas! Tambien dicen que se transforma en un león y que por las noches bebe sangre de doncellas. Son todos ¡cuentos y supersticiones! Seguramente el capitán esta tratando de tomarnos el pelo”-

A pesar de sentirse un poco mas seguros por el comentario, los guardias reforzaron los candados y aseguraron las cadenas bien firmes alrededor del cuerpo de Krimson. (que es así como le llamaban los guardias al recien llegado)

-“Escuché que viene de Irlanda, pero el tipo no habla mucho. El teniente se pasó toda la tarde intentando sacarle alguna confesión, ¡pero nada!”- ante el comentario, el mas apestoso declaró sorprendido – “es un tipo duro, entonces”- a lo que el primero respondió categórico:
- “Lo único que sabemos de este son rumores”-

Con el peculiar tacto de la milicia, despertaron al Rey a golpes que resistió tragándose el dolor y el coraje. Ya habría tiempo para desquitarse. Así, a empujones y gritos le hicieron incorporarse y lo llevaron hasta la sala de audiencias donde comparecería por ultima vez ante la autoridad francesa. Antes de su ejecución.

Le he seguido desde mi tierra por el rastro sangriento que deja tras de si. Le llaman "harvester of sorrow", tambien le dicen Roi Rouge. No ha faltado quien diga de el que es el mismo demonio, pero ahora le miro como un pobre diablo, ahi tras los barrotes de la celda donde comparece ante la justicia humana. Como un verdadero Santo Cristo pues aunque le han quitado su corona de espinas, aún lleva la marca en la frente sangrienta de la corona que algún delirio le hizo ceñirse sobre las sienes.

Nueve jurados mas otros cinco concejales, doce oficiales y los 'representantes' de la iglesia. Ah! esos viejos buitres; todos ellos esperando, saboreando la carroña de agonía que le espera al acusado en este juicio absurdo donde las bestias condenan a las bestias. Más al fondo se escuchan gritos de otros desgraciados que sufrían diversos tormentos. Locura que va y viene; lugar insano, donde puplula el oprobio. Donde el mal vive e impera. Quebrar huesos, solo es quebrar a un hombre. Entre mas rápido truene, mas rápido llegará el alivio de la muerte. O comienzas a gritar o dejas de respirar... Pareciera que los hombres se alimentan del dolor de sus semejantes como verdaderos vampiros; y sin embargo estos burdos seres, acostumbrados a juzgar y aplastar, estan asustados. El olor de su miedo sube por las paredes y brota como vaho hediondo por la ventana hasta la rama donde me encuentro escuchando el proceso.

Y entonces matas a un hombre y eres llamado homicida. Mata a muchos... y te llamarán conquistador... Mata a miles, y serás un Dios.

- Señores del jurado... ¿se ha llegado a un veredicto?
- Si, lo tenemos su señoría. Encontramos al acusado culpable de todos los cargos por crimenes en contra de la humanidad.

- En virttud de la decición del jurado, y por el poder envestido en mi persona por la ley. Sentencio a este hombre a muerte por la horca, al medio día de hoy.

Al ser dictada la sentencia algo cambia en el ánimo del león. Vuelo hasta la ventana para mirar de cerca, solo su santidad el Obispo se percató de mi presencia, pues mi sombra se proyecta sobre su cabeza, pero se guardó los pensamientos bajo un manto de silencio... Tras los barrotes de hierro en la oscuridad de la jaula, los ojos del Rey brillan como tizones encendidos, haciendo un eco Del rasguño inútil contra la piedra de las filosas garras.

Ahora sabe que no tiene salida y se prepara a luchar. Acaso sea eso la causa de la electricidad que siento acumularse en el ambiente como un torrente que me recorre las plumas. Los hombres están petrificados por la tensión imperceptible que sobre ellos se genera desde la jaula.

No creo que haya un mejor momento para hacer mi entrada, croando comienzo a descender en medio de las gentes posándome sobre la silla del horrorizado juez, fijando los negros ojos en las pupilas bien abiertas del Obispo mientras le digo - Por que se han atrevido a juzgar a la naturaleza; la naturaleza les sentencia a ustedes Humanos. Sus torrentes se habrán de convertir en pez y su polvo en azufre, será su tierra como pez que arde día y noche. Nunca se extinguirá, subirá su humo perpetuamente al cielo que vera impasible como es asolada generación tras generación y nadie mas pasará por ella.

Sorprendidos y horrorizados los hombres permanecieron pasmados mirando el prodigio de un animal les dictaba sentencia a aquellos que estaban prestos a juzgar. El cambiaformas transformado en un enorme tigre dobló dobló los barrotes apenas lo suficiente como para pasar agilmente la cabeza y luego todo el cuerpo fuera de la celda en cuestión de segundos para horror de los guardias. Que se encuentran atenazados por el miedo a lo que no comprenden.

Se adueñarán de ella el Pelicano y el Gorrión, la habitarán la Lechuza y el Cuervo y hechará la Diosa sobre ella las cuerdas de la confusión y la plomada de la desolación; y habitarán en ella los Lobos. Allí no habrá reino y desaparecerán todos sus príncipes, y en sus palacios crecerán las zarzas. En sus fortalezas las órtigas y los cardos y serán moradas de Chacales y refugio de avestruces. Perros y gatos salvajes se reunirán allí; y se congregarán allí los garou. Tambien allí Lilith descanzará y hallará su lugar de reposo. allí hará nido e incubará a su prole, le rodearán los buitres...

Asumí la forma humana cuando la pequeña multitud corría dejando a los guardias cobardes blandiendo sus lanzas temblorosas contra la bestía que les ruge endemoniada. Aprovechando aún el efecto sorpresivo de mi transformación asesté tremendo golpe en el cuello de uno de ellos cortandole el aire para siempre.

Me quedé con su lanza, que de nada le serviría allá a donde se dirigía su espiritu y con ella me puse en guardia mirando a los ojos a mi hermano el Tigre.

Se reunirán unos con otros.

Un camino aletargado por los pecados cometidos sin fines humanitarios, heme aquí tratando de buscar un poco de alimento arrebatándole la vida a uno de estos delincuentes acabando en prisión por delitos desde estúpidos hasta completamente terroríficos, aunque, comparando con lo que yo hago ni siquiera han de llegar a los talones, entorno los ojos hasta cierta celda vacía dónde se desprende un aroma horripilante, en combinación de cierta esencia que no sabría captar en toda mi existencia; lejos de permanecer al humano moribundo, a aquél inocente implorando por su vida me distrae el hecho de ser algo o en éste caso alguien más. Asegurándome por no estar más loca de lo normal, trato de averiguar si enfecto hay alguien marcado por allí, manchones de sangre se hacen presentes, el dolor también.

Entrecerrando las pupilas dilatadas color carmín por el olor a sangre diestraígome con la otra esencia, escucho a todo un alboroto en la lejanía, siempre teniendo la mala costumbre de estar dónde no me llaman o no soy bienvenida, ésta vez no cesaré en asisitir a un espectáculo que quizá pueda resultarme divertido, de ahí puedo sacar un buen alimento del cuál arrebatarle su vida sin dejar ni un respiro en su ser. Andando por los pasillos a pasos lentos, escuchando a alguien mencionar palabras relacionadas con la naturaleza, el cambio que provocan en ellas o alteraciones que los hombres les ha dado por contribuir a destruirla no merecen más que sanciones para aquellos asesinos.

Si bien puedo enunciar que todo se está desarrollando de un modo poco usual en esa sala, el aroma de antes se hace todavía más intenso en compañía de los humanos rabiosos, desprenden ese sentimiento haciendo agridulce la sangre, aún más apetecible a mí gusto; llevando sin ingerir alimento varios días, no me tentaré el corazón vehemente para destruir al delincuente que jusgan, será un movimiento rápido, llevármelo y en la lejanía acabaré con él, nadie se percatará de lo sucedido.

Entusiasmada, abro apenas la puerta sin hacer el más mínimo sonido, la sorpresa enorme que me llevo es ver a un tigre, un humano mirándolo, hombres cobardes huyendo del sitio, del otro lado los oficiales en conjunto a los aclésiásticos impábidos por algún tipo de sorpresa, a mi parecer el animal sin duda es hermoso, tiene una mirada intimidante, llena de fuego mientras quién le observa posee algunas de éstas características. Entre tanto caos puede fijarse bien que ahora el chico porta una lanza sin apartar la mirada, estoy segura de que nadie se ha dado cuenta de mi presencia.

Fieramente intrigo mis ojos sobre el muchacho y el animal, curiosa, no porque los quiera como presa, sino porque esos aromas se juntan en ellos, es interesante la percepción que he desarrollado por seres que creía sólo existentes en cuentos o algo parecido, aunque no es mi intención precisamente ahora preguntar quiénes son, o qué hacen allí... mi vista se encamina hacia uno de los oficiales acercándose a ellos por las espaldas, sonriente camino frente a él con pequeños pasos danzarines.

-¿A dónde creeís que va?, ¿No observáis que están ocupados?- pregunto con la voz ya tan canturrona de siempre, antes de dejarlo hablar con mis brazos muevo la cabeza lado a lado del sujeto desnucándolo con una facilidad increíble, esa sangre no está fresca, ya es algo anciano y maduro, sin duda son muchos mejores los jóvenes.

-Espero no estar siendo inoportuna- menciono cazando con los ojos a cierto oficial queriendo huir de edad bastante deliciosa, la lengua se desplaza por fuera de mis labios antojándome de aquél delicioso elíxir a alimentarme. Déjándolos los pies se desplazan hasta donde están, enterrando mis colmillos sobre el cuello en una sola pasada, no me contengo a beberlo todo, hay más de dónde elegir ¿Porqué no?, dudo que sean alguien realmente amables, corruptos, asesinos así que... limpiándome, me encamino hacia otro de los huidores de la sala.

El corazón del Tigre golpea en su pecho con fuerza, hay alguien... dos criaturas han irrumpido de pronto en la sala. Dos seres poderosos que le brindan la distracción suficiente para escapar, una vez afuera mostrando los colmillos demanda sabar donde estan quienes le juzgaban rugiendo.

Brinca esquivando una estocada de uno de los guardias al que le hunde acto seguido las garras, la piel que se levanta cuelga y se resiste a caer lanzando un buen chorro de sangre. ¿Quien es ese hombre que transormado en ave se allegó a ese pozo de mierda para salvarle? ¿Era un ángel? Mas bien otro demonio, como él mismo. El instinto le decía que era correcto confiar en aquel sujeto y asi lo hizo.

De quien no se fiaba del todo era de aquella mujer que con grandes comillos bebía la sangre de un joven guardia. Su energía era oscura y fría. De modo que en cuanto vió camino abierto por una de las puertas se dió a la fuga, pasando todavía sobre otro guardia, que tendría el privilegio de ver, como última cosa antes de morir, los enormes colmillos del Rey.

La hoja afilada encontró la piel que tanta hambre le provocaba, pronto; mas sangre humana bañaría las paredes del calabozo infecto. Otro ser que cuya presencia se había mantenido oculta a mis sentidos se levantó de pronto y comenzó a atacar a los guardias. ¿Acaso alguien mas buscaba la libertad de Krimson? Aparentaba ser una mujer, pero su fuerza y su voracidad eran los de un demonio. Sus movmientos ágiles y precisos eran tan veloces o acaso mas que los míos. Mientras el León se abre paso por los andadores del calabozo hacia su libertad, nosotros nos encargamos de callar las voces de cuantos presenciaron el espectáculo y no fueron lo suficientemente rápidos para escapar o astutos para esconderse.

- Vienen mas soldados... debemos irnos - le digo a la mujer que en ese momento absorvía la vida del cuello de un jovencito pálido y seco como una fruta... ignoro si puede entenderme pues sus ojos parecen embebidos de un éxtasis mas allá de este mundo. Corro tras el rastro del león y lo encuentro a punto de derribar una reja metalica apenas sostenida por una delgada cadena.

Con ayuda de la lanza que aún traigo bien afianzada en mis manos conseguimos vencer uno de los eslabones y alcanzar asi la libertad... La mujer demonio pasa de largo junto a nosotros y se adentra en el camino. El león y no nos hemos mirado durante unos segundos antes de emprender la carrera tras ella.

Nuestra velocidad es suficiente para poner buena distancia entre los soldados y nosotros.

- ¿Puedes detenerte un momento? - le grito a la mujer-demonio, comenzaban a flaquear mis piernas por el esfuerzo... - quiero agradecer... tu ayuda.

Saboreando aquél síntoma embriagante sobre mi garganta, me hace recuperar lentamente el ánimo, más sabiendo que ha sido arrebatado a un pobre aniquilador de vidas tantas como las que yo he quitado, suspiro en cuánto el hombre me habla sobre más soldados; en fin, nada puedo hacer, cómo bien lo menciona es mejor salir de allí, hasta me pareció un poco sorprendente que me hablara, del otro... que ni siquiera entra en el mundo masomenos normal, el tigre quién sabe dónde se halla. Con una pulcra sonrisa en los labios mis ojos terminan sobre el rostro del chico unos segundos antes de emprender un viaje para salir del sitio, he conseguido lo que quería ahora no hay nada que me retenga.

Caminando con amplia rapidez por los pasillos ya hasta un poco distraída, bien satisfecha una nueva oleada de sonidos me alcanzan, son pasos acelerados, supongo que son quiénes estuve segundos anteriores, no le presto demasiada atención hasta que uno de ellos me grita que si puedo detenerme, encaramándome sobre el pasillo me volteo deteniéndome en seco. Mi semblante ha vuelto a la normalidad, mis ojos son azules bastantye cristalinos, mi piel sigue tan calcina pero al menos no quiero aterrorizarlos ante el espectáculo presenciado, me da pena.

-Este... si, no hay de qué, en realidad lo siento, tenía mucha hambre, perdonádme por ese tipo de audiencia- hago una mueca leve con la boca mientras los miro a ambos ladeando los labios con una pequeña sonrisa asomándose por mis labios sin mostrar los incisivos.

-Cómo bien deciáis, es mejor que salgamos de aquí antes de que nos comienzen a perseguir, que sería un juego interesante de policías y ladrones ¿No lo creen?- comento divertida imaginando todo el borchinche con los eclesiastés siguiéndonos en su buena fé, después de haber presenciado aquello, dudo seriamente les quedasen ganas algunas de volver a capturar a alguien no humano.

-Permitidme presentarme, soy Annette, síganme- musito abriéndome paso entre algunas paredes, después de venir tanto tiempo puedo decir dónde es que hay un pasadizo acechador a la vista y oculto para los mismísimos dueños del sitio, ensamblando una posición de ataque, espero con cautela para ver cuántos más son.

-Desde aquí será más fácil, sino, la salida está derecho del túnel, pero para mencinaros, quisiera divertirme un poco más- espero con ansia la salida de algunos, es un tipo de distracción bastante útil a mi ya habituada tristeza, ahora teniendo la oportunidad se arpovecha. Mientras tanto cuestionándome que son éste par, son... ah.. ni siquiera sé como decirlo, sólo sé que me entienden, y yo a ellos, bizarramente son momentos de confusión momentánea.

Krimson se esconde. con las orejas gachas tras los dos seres dejando que se alejen los hombres. Les ha seguido, mas algo dentro de si no esta del todo a gusto con la presencia de la mujer. Apesar de eso espera, aun no entiende que exactamente, pero espera.

Mira con ojos ávidos por sobre el hombro del hombre-ave y se siente por primera vez a salvo ¿en cuanto tiempo? - WHO ARE YOU? - dice aun sin acostumbrarse a su propia voz felina. Esa fue la pregunta que consiguó articular aun sin salir del asombro del escape relámpago en que acaba de participar. Lo unico que Krimson tenía por seguro es que aquel lugar comenzaba a parecerle algo encerrado... demasiado para su recien recuperada libertad.

La voz del grán león es como un gruñido profundo y ronco. Nos interroga en su lengua materna, que por suerte comprendo bien. ¡Cuán grave puede ser un malentendido con esta fiera!

- Te juzgaban de madrugada para darte una sentencia rápida.

Lo mismo hicieron con el Redentor en honor al cual de apodáron Rey a este Shapeshifter, ¡bendita ironía! Cuando los corderos devegan Leones. Mas no eramos los unicos espiritus despiertos. Había otros hermanos abriendo los ojos allá en París.

Miré con detenimiento a la mujer demonio, su cercanía me provoca sensaciones extrañas y complejas, como de querer huir y al mismo tiempo desear la cercanía de esa piel que adivino suave. Quería escuchar de nuevo su voz mas ella evadió la mirada inquisitiva.

- My name is Corax. I'm a Shapeshifter. Like you - le dije al enorme tigre en un tono grave y neutro, para sosegarlo, pero sin dejar de mirar el delicado y grácil contorno de la mujer, color Carmín.

Sigo sin entender todo el embrollo en el que ando metida, estoy con un animal, otro... no sé que sea pero hablan en una lengua de la cuál sólo le entiendo al humano porque al felino, de plano me declaro en bancarrota al respecto; sumida entre mis pensamientos escucho los pasos venideros de los oficiales, una sonrisa se plasma sobre mi rostro pero también entono a cierto sentimiento por parte del ser desconocido ante mis ojos como de incomodidad, frunciendo el ceño un poco pienso con más lógica el modo de salir más rápido de allí.

-A unos cuántos pasos encontrarás la salida, ya no tendrán problema por salir de aquí- aseguro con una leve sonrisa antes de percatarme que los ojos del chico están sobre mí, eso... es un tanto intimidante, desconocidos, no confían en mí ni por supuesto yo en ellos, a estas alturas del partido lo único que me interesa es que ellos estén a salvo; lejos de querer consumirlos como alimentos, ya que su aroma no me lo permite, les indico correctamente con señas el camino que los hará llegar hasta la salida.

-En un rato os veré allá fuera, tengo que regresar por mi bolso- suspiro saliéndome del túnelcillo para alcanzar rápidamente mis prendas e ir poderme marchar de ese sitio, en cuánto me encamino uno de los soldaditos idiotas dispara una de sus armas para mí, me da justo en el hombro derecho: amplios reflejos que tengo, sólo limito a mis pupilas fúricas ubicarlo, después regresaré por él, no estoy adolorida pero sé que me debilitará, sólo a mí me mandan a andar en donde no me llaman ¿la verdad? no me arrepiento.

Puedo alcanzarlos a percibir todavía con su esencia presente, corro algunos metros hasta detenerme cerca de un árbol pasándolos para que cuando lleguen ya me vean, trato de sacar la bala alojada, menos mal que son de cobre, no la alcanzo, demonios, odio admitirlo, necesito algo de ayuda antes de que me cause estragos, no sangro así que no puedo morir por ese medio pero ni idea de los efectos que puedan surgir en mí.

-!Auch!- me sale volteándome para alcanzar el pequeño orficio sobre mi piel, refunfuñando porque no puedo, me dejo caer sobre el césped, espero que el animal no tenga ganas de cazar, que... podría ser lo más comprensible, ensimismada, trato de quedarme quitecita mientros ellan hasta donde estoy.

El demonio con forma de mujer de la nada salió corriendo de nuevo hacia los calabozos. El hombre cuervo fue detrás de ella transformandose de nuevo en ave. El león no tuvo mas remedio que salir de su seguro escondite pues pudo oler que los soldados traían sabuesos esta vez.

Aquella criatura femenina fue abatida por un sonido atronador, un disparo de carabina cuyo grito retumbó por todo el bosque. A pesar del recelo del Rey por esas criaturas; decidió ayudar a quien le había ayudado a escapar de aquel frío sitio. Quería entender.

Fue asi que sin dejar su transformación de Bengala corrió hasta la mujer-vampiro. La halló tendida en el suelo, como dormida Sobre una rama, el cuervo negro graznaba, como hablándole.

Intercambiaron una mirada rápida, antes que el cuervo soltara de su pico un pequeño y brillante trozo de metal. - una bala - dijo el emplumado con una voz afectada pero que el rey comprendió bien.

- I'll be back soon... please don't go. Have a lot to talk about! -

El rey se sentó y miró como se perdía el cambiaformas mas allá de las oscuras copas de los árboles. El sol comenzaba a clarear en la orilla del cielo.

- Sun, rise. I'm free.

Miró sorprendido como los tejidos de aquella lánguida criatura se reunían de nuevo. El olor de la sangre le despertó el apetito, -"¿sería capaz de regenerar una pierna completa?"- se preguntó relamiéndose los colmillos una conciencia mixta entre animal y humano que ahora dominaba el cerebro del rey.

Pero le debía cierto respeto, no solo por haberle liberado, si no por la forma como se enfrentó a los guardias, de modo que le dejó dormir, mas sus garras ansiosas recorrieron casi de forma involuntaria la tela ensangrentada de sus ropas con deleite.

Tomo la forma del Jackdaw para volar rápido y ser blanco imposible de las armas de los soldados. Será algo temerario, pero espero ganarme la confianza de esa mujer. Si no me equivoco ella se encuentra entre la prole del corrupto Caín. Tuve que cambiar a una forma mas grande y salir de nuevo por la puerta, con el bolso en el pico, esquivando las flechas y las balas de los soldados, pero aunque perdí algunas plumas, pude sacar el maldito bolso de los calabozos y posarme en un árbol cerca de ahí a revisarlo.

Nada contenía mas que algunos papeles, un perfume fino y una cadenita rota a la cual se afianzaba una medalla con la efigie de Napoleón. Piezas aun muy pequeñas de un gran rompecabezas. ¿Quién era y por que había ayudado a liberar al rey rojo?

Alzo de nuevo el vuelo por sobre las cabezas de los sabuesos que ya se aprestan a perseguirnos y encuentro al enorme tigre blanco afilando sus grarras en el vestido de la pálida criatura. Antes no la ha hecho tiritas como hizo con los guardias. - su fuerza es impresioante - ¿que haces?

Los ojos felinos me miran sagaces mientras me transformo en humano. Siento que en cualquier momento puede brincar sobre mi con esas enormes garras, actua algo sobresaltado por que le he sorprendido. Quien sabe si me entienda cualquier cosa que le digo...

- Debemos irnos.... aun nos persiguen.

El tigre me mira ladeando la cabeza y se aleja del cuerpo de la Cainita. Rodea el cuerpo una vez y luego se acerca a oler mi mano.

- we must go -

Dice con esa voz compuesta por sonidos guturales. Es lo mismo que yo le he dicho, lo que significa que aunque NO ha comprendido mis palabras, entiende bien nuestra situación. Iba a responderle cuando vi como la vampiro reaccionaba intentando incorporarse y agitando la cabeza. Sus heridas habían sanado ya.

- Aqui esta su bolso... mademoiselle

Sigo sin comprender cmo está funcionando muy bien todo el proceso, en mi cabeza sólo está el pensamiento en que sobre mi espalda se aloja un maldito pedazo de metal mientras las criaturas que ayudé atrás están más cerca, uno de ellos me toma completamente desprevenida acorralándome en modo sin poder escapar, después de ello un enorme ave me quita la bala sin siquiera avisarme, suelto un leve gemido ante la molestia mirándolos fijamente a ambos, uno de ellos parece de cierto modo ansioso, palpando con las manos la herida espero que cierre, definitivamente es algo poco digno de admirar, esperando que sangre, o brote algún tipo de líquido rojo resulta inútil obviamente la espera. Intercambiando frases que sólo a su entender se hacen presentes me limito a recostarme sobre un árbol sin entender nada de lo sucedido.

Una vez pensándolo mejor no tengo ya nada que hacer en este recinto, me he alimentado, he ayudado a alguien... mi trabajo ha terminado ¿O no? al parecer me equivoco, uno de ellos menciona todavía hay hombres siguiéndonos, maldita sea, nunca se cansarán de sentirse tan importantes siendo tan miserables? obviamente no, refunfuño ante el espectáculo pero ya metida en esto ¿Porque no llevarlo hasta el final? no pierdo nada absolutamente, sonrío levemente con el bolso en las manos.

-Os agradezco caballero, me han lastimado y no pude conseguirlo, de antemano le doy infinitas gracias - musito mirándolo fijamente, miro al otro acompañante.

-¿Entonces nos marchamos?- suspiro mirando el largo del camino, nunca me ha afectado eso de caminar, quizá pueda sacar algo de provecho en toda ésta situación, aunque ninguno de ellos confíe en mí, tampoco yo en ellos se convierte en algo recíproco.

-¿Me podéis explicar qué demonios son ustedes?- pregunto mirándolos a ambos desconocertada ahora que el público se ha esfumado a unos buenos metros, el olfato bien desarrollado alcanzo a percibir se han alejado y marchado en otra dirección.

-Sólo os comprendo que uno es libre pero vos... conviriténdose en animales, no lo entiendo, al contrario de mi condición no es necesario mencionadles qué soy ¿O sí?- entablo una sonrisa mostrando mis dientes frontales colgando de lado los incisivos bien puntiagudos abriendo el arco de mis cejas.

-Hacía algún tiempo que no me divertiá tanto, mirad la cara de terror de aquellos pobres ineptos ha sido maravilloso- por fin mis ojos toman un color verdáceo, tanto como a lo acostumbrado, suspiro ante este hecho, la mirada rojícea no hace aparecer lo mejor de una servidora, alzando los hombros caminando a paso lento espero la reacción de ambos para resolver mis dudas.

- Somos espiritus de la naturaleza. Shapeshifters nos llaman. Cmabiaformas. Este que tiene usted aquí le llaman Rey Rojo y yo soy su servidor Corax... es un placer tratar con usted. Me han contado cosas horribles acerca de los hijos de Caín, y que ahora caigo en la cuenta, son solo patrañas


Le miré con suspicacia, pues recordaba las viejas leyendas sobre los "Cold ones" aquella que refería que estos eran asesinos despiadados impregnados del olor a muerte, parecía muy acertada, pero esta vampireza desmentía aquella que hablaba sobre que todos tenían rosotros horribles y eran monstruos iracundos que jamás salían de día.

Miro al horizonte el sol comienza a despuntar finalmente. Ha sido una noche larga, pero finalmente comienza un nuevo día.

(*suspira)