Les mysteres du cirque {Ainsel R.}

por **Coral Cortés** Jue Jul 21, 2011 5:43 pm

Era viernes noche. Los parisinos, daba igual la clase que fueran, salían de sus casas y venían divertirse viendo a los payasos, acróbatas, bailarinas. . . Las estrellas brillaban de forma vivaz, iluminando las carpas y callejuelas que se creaban entre estas, en el circo gitano. La joven como de costumbre había salido de su caravana y se había posicionado en las puertas del circo a captar clientes. Era su jornda laboral y se había engalonado como una verdadera gitana, aunque de costumbre vistiese de una manera menos extravagante. El pañuelo de colores vivos cubría la parte alta de su cabeza. La camisa ancha de un color crema le marcaba los senos pero quedaba holgada en su abdomen y como colofón, la falda de volantes, los pendientes de aro y algunas baratijas que adornaban su cuello, sus muñecas y el tobillos izquierdo. Llevaba la bola de cristal entre las manos y lo anunciaba a gritos a los transeúntes que rondaban el lugar.

-Mesdames et messieurs, ladies and gentlemen, damas y caballeros acérquense a que esta humilde gitana les lea la mano. ¡Todas sus dudas de amor, dinero y fortuna en su palma! ¡No sean tímidos esta noche solo les costará cinco francos! -Repetía el discursito en varios idiomas ya que pensaba que los extranjeros solían ser más generosos. Y en cuanto al precio era el mismo de todas las noches, pero le gustaba decir eso, seguro que algún pardillo caía.

En el trascurso de la cálida noche de verano, discutió con varios mendigos por su posición en ese lugar de la calle. Ahí ella era la única que sacaría tajada, aunque tuviese que pelear con uñas y dientes. Ganó unos 22 francos ya que un joven le regateó. Como noche no estaba demasiado mal. El único incidente fuera de lo normal había ocurrido hacia una media hora. Sin ton ni son, una cincuentona había comenzado a chillarle y humillarle. Que si era una estafadora, que todo eran habladurías y mentiras. Solo pudo hacer que se callase y tomase aire para respirar, ya que su rostro estaba tomando el tono de un tomate regordete, cuando comenzó a pronunciar una falsa maldición. No le gustaba demasiado asustar en falso a la gente pero esa mujer se merecía un mal de ojo.

Respiró profundamente haciendo balance de lo que llevaba allí y se tumbó en los adoquines. Estaban frescquitos. Pegó la cara y sonrió plácidamente, era uno de los placeres de la vida. El suelo estaba duro pero había dormido en sitios peores. La gente empezaba a irse. Unos hacia los burdeles, otros a los bares y teatros. . . Colocó con los dedos, tumbada desde el suelo, la bola contra su pecho. Ya comenzaba a cerrar los ojos. Podía oír los grillos.

por **Ainsel Rochefoucald** Mar Jul 26, 2011 5:19 am

Y seguía vagando sin rumbo fijo por las calles de París. Era lógico que digeran que era la capital del mundo, en toda mi vida había visto una ciudad mas grande y complicada que esta y todo llevando aquí apenas una semana. Dudaba mucho que em hubiera recorrido ya la ciudad entera y asi fue cuando descubrí un circo gitano. A mis padres les gustaban los gitanos, decían que eran gente con un don en su gran mayoría, amables y bondadosos con sus amigos y terriblemente malvados con sus enemigos. Recuerdo que en aquel momento el acompañamiento perfecto al escalofrio que recorrió mi espalda al imaginarme lo que podría llegar a hacer un gitano si se le ofendía fue el pensamiento de no querer tener nunca a ningún gitano por enemigo, no señor. Había mucha gente alli, gente que iba para distraerse de sus obligaciones diarias al acercarse los días de mercado. Supongo que era mejor estar relajado, de este modo vendías mas, trabajabas mejor, eras mas amable, sacabas mas partido a cualquier cosa que hicieras... lo miraras por donde lo miraras el sentirse feliz daba beneficios.

Observé atmbien a una muchacha gitana, pelirroja y extravagantemente vestida, que vendía el futuro con su bola de cristal. Sonreí ante aquello. Era imposible predecir el futuro. Cada decisión que tomes a cada instante del día lo cambiaba y a no ser que llevaras a una gitana prediciendote el futuro al lado a cada segundo de tu vida no sería capaz de decirte lo que te deparará el mañana. Tras estar un buen rato observandola sin que ella lo notase, vi como se sentaba en unos adoquines y luego aparentemente se tumababa a dormir alli. Sin saber el porqué me acerqué a ella y me posicioné a su lado. Ella tumbada y yo sentada bajo el cielo estrellado francés.

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