Victorian Vampires
Les mystères d'une fée rouge [Heather McDowell] 2WJvCGs


Unirse al foro, es rápido y fácil

Victorian Vampires
Les mystères d'une fée rouge [Heather McDowell] 2WJvCGs
PARÍS, FRANCIA
AÑO 1842

Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.

Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.

¿Estás dispuesto a regresar más doscientos años atrás?



NIGEL QUARTERMANE

ADMINISTRADOR

ENVIAR MP
NICOLÁS D' LENFENT

ADMINISTRADOR

ENVIAR MP
ESTACIÓN


Espacios libres: 11/40
Afiliaciones élite: ABIERTAS
Última limpieza: 1/04/24


COPYRIGHT/CRÉDITOS

En Victorian Vampires valoramos la creatividad, es por eso que pedimos respeto por el trabajo ajeno. Todas las imágenes, códigos y textos que pueden apreciarse en el foro han sido exclusivamente editados y creados para utilizarse únicamente en el mismo. Si se llegase a sorprender a una persona, foro, o sitio web, haciendo uso del contenido total o parcial, y sobre todo, sin el permiso de la administración de este foro, nos veremos obligados a reportarlo a las autoridades correspondientes, entre ellas Foro Activo, para que tome cartas en el asunto e impedir el robo de ideas originales, ya que creemos que es una falta de respeto el hacer uso de material ajeno sin haber tenido una previa autorización para ello. Por favor, no plagies, no robes diseños o códigos originales, respeta a los demás.

Así mismo, también exigimos respeto por las creaciones de todos nuestros usuarios, ya sean gráficos, códigos o textos. No robes ideas que les pertenecen a otros, se original. En este foro castigamos el plagio con el baneo definitivo.

Todas las imágenes utilizadas pertenecen a sus respectivos autores y han sido utilizadas y editadas sin fines de lucro. Agradecimientos especiales a: rainris, sambriggs, laesmeralda, viona, evenderthlies, eveferther, sweedies, silent order, lady morgana, iberian Black arts, dezzan, black dante, valentinakallias, admiralj, joelht74, dg2001, saraqrel, gin7ginb, anettfrozen, zemotion, lithiumpicnic, iscarlet, hellwoman, wagner, mjranum-stock, liam-stock, stardust Paramount Pictures, y muy especialmente a Source Code por sus códigos facilitados.

Licencia de Creative Commons
Victorian Vampires by Nigel Quartermane is licensed under a
Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 3.0 Unported License.
Creado a partir de la obra en https://victorianvampires.foroes.org


Últimos temas
» Savage Garden RPG [Afiliación Élite]
Les mystères d'une fée rouge [Heather McDowell] NXLYMMiér Sep 18, 2024 9:16 am por Afiliaciones

» REACTIVACIÓN DE PERSONAJES
Les mystères d'une fée rouge [Heather McDowell] NXLYMMar Jul 30, 2024 4:58 am por Frederick Truffaut

» AVISO #49: SITUACIÓN ACTUAL DE VICTORIAN VAMPIRES
Les mystères d'une fée rouge [Heather McDowell] NXLYMMiér Jul 24, 2024 2:54 pm por Nigel Quartermane

» Ah, mi vieja amiga la autodestrucción [Búsqueda activa]
Les mystères d'une fée rouge [Heather McDowell] NXLYMJue Jul 18, 2024 4:42 am por León Salazar

» Vampirto ¿estás ahí? // Sokolović Rosenthal (priv)
Les mystères d'une fée rouge [Heather McDowell] NXLYMMiér Jul 10, 2024 1:09 pm por Jagger B. De Boer

» l'enlèvement de perséphone ─ n.
Les mystères d'une fée rouge [Heather McDowell] NXLYMSáb Jul 06, 2024 11:12 pm por Vivianne Delacour

» orphée et eurydice ― j.
Les mystères d'une fée rouge [Heather McDowell] NXLYMJue Jul 04, 2024 10:55 pm por Vivianne Delacour

» Le Château des Rêves Noirs [Privado]
Les mystères d'une fée rouge [Heather McDowell] NXLYMJue Jul 04, 2024 10:42 pm por Willem Fokke

» labyrinth ─ chronologies.
Les mystères d'une fée rouge [Heather McDowell] NXLYMSáb Jun 22, 2024 10:04 pm por Vivianne Delacour


<

Les mystères d'une fée rouge [Heather McDowell]

2 participantes

Ir abajo

Les mystères d'une fée rouge [Heather McDowell] Empty Les mystères d'une fée rouge [Heather McDowell]

Mensaje por André Sirot Lun Dic 15, 2014 9:25 pm

Despertó mucho antes del amanecer, como siempre, sólo que esta vez no podría volver a dormir hasta el mediodía. Notó un peso sobre su pecho y su brazo izquierdo atrapado bajo algo, y con sorpresa recordó todo lo que sucedió la noche anterior. Se movió un poco para ver el rostro apacible de una joven de labios carnosos que dormía casi sobre él, rodeándole con un brazo. Su desnudez no dejaba de asombrarle, y con la escasa luz que la noche llena de estrellas y con su luna resplandeciente le brindaba, su piel lucía casi resplandeciente, como la de un ángel.

Bostezó y se obligó a mover despacio, cuidando no despertarla. Su respiración se detuvo en el instante en que ella pareció querer aferrarlo, y con astucia le colocó la almohada que usó él para sustituirlo. Tuvo que morderse el labio para no llenarla de besos y despertarla al ver cómo sus bracitos apretaron la almohada. Caminando de puntillas, aunque no habría hecho ningún sonido con sus pies descalzos, se vistió rápidamente y buscó papel y tinta, que halló en una mesita junto a la ventana. Con caligrafía cuidada y sin una mancha de tinta arruinando la nota, escribió un mensaje corto:

“Mi ángel

No te asustes, por favor. He tenido que dejarte contra mi voluntad, pero te veré dentro de poco tiempo si sigues mis instrucciones. Toma tu tiempo, yo esperaré todo el día si hace falta.
Primero, ponte el vestido más bonito que tengas, tu favorito, el que tenga mayor valor sentimental para ti. No te hagas un peinado rebuscado, adoro tu melena suelta, pero supongo que una dama como tú querrá resaltar; no te compliques, luces hermosa sin necesidad de retoques. Segundo, he dejado un coche para ti que te esperará junto con un pequeño regalo. No lo abras. Deja que el chófer te lleve adonde debe ir. Por último, ven a mí.

Con todo el amor que un simple hombre puede profesar, siempre tuyo


André.”


Dobló la notita y la colocó en la mesita de noche junto con una de las rosas que adornaban la habitación dentro de un jarrón a todas luces carísimo. Despejó su rostro de la melena rebelde y besó su frente, casi deseando mandar todo al diablo y permanecer hasta que se despertara; pero habría otras mañanas, este era sólo el inicio de algo eterno. Se puso en marcha y arregló todo, no debía haber ni un solo cabo suelto.

Luego de organizar todo para Heather, se encaminó a casa. Le quedaba al menos una hora antes de que amaneciera, así que no tendría problema alguno. Se dio un baño rápido, se vistió con sus mejores ropas, incluso se afeitó un poco; a Heather parecía gustarle su barba incipiente, pero no pensaba darle una imagen desaliñada. Buscó entre sus cajones una pequeña cajita que contenía uno de sus pocos tesoros, una perla de su madre que guardó junto con un reloj de su padre. Todo estaba listo.

Volvió al coche que lo transportó hasta su casa y le esperó por escasos veinte minutos, y le pidió que fueran a una pequeña capilla que conocía en los límites del bosque. No muchos la visitaban, y precisamente por eso seguía siendo tan humilde y acogedora. Cuando llegó, entregó la cajita al chófer y su paga completa, junto con la instrucción de esperar en el hotel hasta que saliera la señorita Heather McDowell, una bella turista irlandesa.

Ya que todo estaba listo sólo le quedaba esperar. Entró en la capilla y, antes de darse cuenta, se quedó dormido por lo que creyó fueron sólo unos segundo; grande sería su sorpresa al abrir los ojos cuando el sonido de cascos de caballo le despertaron, y luego unas pisadas que se le antojaron familiares. ¿Era posible conocer tanto a una persona con quien llevaba conviviendo escasas horas? Por lo visto, sí.
André Sirot
André Sirot
Prostituto Clase Media
Prostituto Clase Media

Mensajes : 47
Fecha de inscripción : 28/10/2014

Volver arriba Ir abajo

Les mystères d'une fée rouge [Heather McDowell] Empty Re: Les mystères d'une fée rouge [Heather McDowell]

Mensaje por Heather McDowell Mar Dic 16, 2014 6:22 am

Se despertó al amanecer con el primer canto de una alondra que anunciaba de esa manera la llegada del nuevo día. Había dormido profundamente y lo primero que hizo fue abrazar la almohada que le trajo el aroma de la loción de André, lo cual era un maravilloso regalo para sus sentidos. Sin embargo aún medio adormilada se percató de que no le estaba abrazando a él, abrió los ojos en seguida y su mirada le buscó a su lado en la cama percatándose inmediatamente de que en lugar de encontrarse con él sólo había un espacio vacío.

Arrugó el entrecejo insatisfecha por el descubrimiento y se incorporó sobre sus codos recorriendo rápidamente la habitación con la mirada. -¿André?- llamó, dirigiéndose hacia la puerta del baño que se encontraba a un lado de la habitación. No escuchó ninguna respuesta, fue entonces cuando sintió un sudor frío y le invadió una inquietante oleada de preocupación que amenazaba con paralizarla pero al mirar lateralmente hacia la mesita de noche descubrió una hoja de papel con una rosa a un lado. Se deslizó hacia el borde de la cama avalanzándose sobre ella y leyó ávidamente la nota, primero atropelladamente y luego una segunda vez con más calma.

Tomó la rosa entre sus dedos y la acercó a su nariz para entretenerse con su fragancia mientras meditaba en lo que había leído. Por supuesto estaba sumamente intrigada pero mayormente aún y mucho más importante, deseosa de reunirse con él, aunque le había escrito que podía tomarse todo el tiempo del mundo no podía refrenar la urgencia y el deseo de volverle a ver. Se dirigió al baño y soñó despierta con él mientras tomaba una ducha y poco después se detuvo frente al ropero examinando sus vestidos antes de elegir su favorito, uno de color blanco con detalles dorados que había llevado puesto durante el bautizo del hijo de una amiga druidesa, era sencillo pero mucho más bonito que todos los demás que poseía. Prestando atención a su petición dejo que las hebras rojas y onduladas de su rojo cabello cayeran libremente sobre sus hombros y tan solo creó dos finas trenzas que decoraron ambos laterales de su cabeza.

Una vez lista prácticamente salió corriendo del hotel, chocando con un par de húespedes y casi dándose de frente contra el conductor que le esperaba afuera tal y como lo indicaba la nota. Afortunadamente el hombre era ágil y no estaba tan ansioso como ella por lo que evadió el percance sin perder su aplomo y le entregó una pequeña caja que ella guardó en sus manos. Mientras los caballos trotaban atravesando la ciudad la joven observó varias veces el regalo, sintiéndose intrigada y reprimiendo el deseo de abrirla para descubrir cual era su contenido, sin dejar de lanzar frecuentes miradas por la ventana, llena de curiosidad y anhelando llegar a destino rápidamente.

Le pareció muy largo el tiempo que transcurrió hasta que finalmente los caballos se detuvieron y pudo bajar del coche, observó a su alrededor y con facilidad descubrió diversos árboles en los linderos del bosque que meciendo sus ramas por el viento le incitaban a recorrer los pocos metros de distancia para llegar hasta ellos. El panorama le hizo sonreir pero cuando giró sobre sus talones y descubrió la edificación frente a ella su expresión cambió a una de sorpresa y perdió toda noción de cualquier cosa que no fuera lo que se alzaba a pocos metros de distancia. Sus ojos permanecieron inmóviles observando la cruz en el techo y los ventanales laterales, ensimismada por la pequeña capilla.

Sus verdes ojos se iluminaron y realizó una segunda carrera esa mañana, apresurándose a alcanzar la entrada y deteniéndose en la puerta con el pecho subiendo y bajando por su acelerada respiración. Buscó ansiosamente a su francés y lo descubrió sentado en la última fila de las bancas de madera del interior.  -¡André!- Aún con la misteriosa cajita en la mano, sin esperar a que dijera nada y olvidándose de que estaba en un lugar sagrado corrió hacia él y al alcanzarlo cubrió su rostro de fervientes y apasionados besos. -¿Por qué te fuiste sin despertarme?- preguntó alegremente incapaz de retarlo en serio.

Era toda una visión, increíblemente apuesto bajo los rayos solares que se filtraban por los ventanales de la capilla y que  otorgaban un especial brillo a su pelo rubio, contemplarle le robaba el aliento y le paralizaba el corazón. Buscó su mirada y al encontrarla sintió el mismo hechizo de la noche anterior, incluso más fuerte quizás debido a la separación, aunque hubieran sido solo algunas horas le había hecho demasiada falta. -Te amo.- Acarició sus mejillas con sus pulgares, mirándolo embelesada con una dulce sonrisa en su rostro. No podía dejar de verlo, ni de tocarlo, o de necesitarlo, y tampoco dejaba de adivinar por qué se habían reunido allí...
avatar
Heather McDowell
Hechicero Clase Alta
Hechicero Clase Alta

Mensajes : 66
Fecha de inscripción : 09/10/2014

Volver arriba Ir abajo

Les mystères d'une fée rouge [Heather McDowell] Empty Re: Les mystères d'une fée rouge [Heather McDowell]

Mensaje por André Sirot Miér Dic 17, 2014 10:24 pm

La prisa que mostraban los pasos que se acercaban a él le llenaron de júbilo, uno que se acrecentó cuando la tomó entre sus brazos y atendió a sus quejas sobre su actuar de la mañana. Le tomó el rostro con las manos y le besó ambas mejillas, convencido de nuevo de que nada había más correcto que lo que estaban a punto de hacer. Y corrían con suerte, el sacerdote pasaba las mañanas en la capilla dándole mantenimiento y podría, quizás, abusar un poco de su buena fe.

-Te tengo una sorpresa -jamás en su vida conoció belleza tan grande como la de la mujer que le amaba y se lo recordaba constantemente. Pues bien, más les valía no perder el tiempo y echar a andar sus planes cuanto antes -¿Tienes la cajita que te dejé?

El ruido del trasteo llegó hasta sus oídos. Eso significaba que el sacerdote estaba, en efecto, cumpliendo con la labor que otros debían hacer, y le confería un mayor estatus de santidad a su parecer, pues no hay mejor hombre que el que hace las cosas por voluntad, así sea más de lo que su trabajo implica. Le cogió la mano a Heather y la condujo por el pasillo de la capilla, entre butacas sencillas pero bien cuidadas, y rodeadas de frescos y figuras de santos y ángeles. Besó la mano de su prometida y le hizo una seña para que se mantuviera en su lugar.

Se dirigió adonde escuchaba el ruido, y se alegró bastante de ver a un hombre que concordaba con la imagen mental que tenía de un ser justo: físicamente imponente, de mirada y sonrisa amables, voz gentil. Con mucho tacto le convenció de casarlos de inmediato. Sabía que necesitaban testigos, ¿pero qué otro testigo podían desear sino el mismísimo Dios que habitaba en su casa? Con un argumento como tal no podía fallar y, convencido de su amor por la joven que esperaba, accedió. No tenían tiempo para las amonestaciones, pero el francés se encargaría de recompensar plenamente al sacerdote y su capilla por los servicios prestados.

Así pues, volvió victorioso y no fue sino hasta ese momento que reparó en lo elegante, sencilla y pulcra que lucía su futura mujer, y tan inocente al mismo tiempo. Quiso arrancarle la ropa y hacerle el amor en el altar para celebrar así la santidad de los sentimientos mutuos. Tomó las manos de la irlandesa al tiempo que el sacerdote preguntaba si ambos estaban de acuerdo en contraer matrimonio. Sí, no cabía la menor duda. ¿Y qué si apenas se conocían? Se habrían encontrado en vidas pasadas y les quedaba ésta para reconocerse.

-Yo, André, te tomo a ti, Heather, como mi esposa -repitió las palabras del párroco, tras un sermón que se le antojaba interminable sobre la pureza del matrimonio y la urgencia de consagrarse a la fe de Dios Todopoderoso, así como la obligación de inculcar la misma fe a sus hijos -, para amarte y respetarte, en la salud y la enfermedad…

Su voz se desvaneció en sus propios oídos. Cánticos. Podía ser una más de las ilusiones que el amor de su vida proyectaba mientras él recitaba los votos de manera automática. Sus sentidos le engañaban mostrándole fugaces imágenes de sitios que no conocía y no lograba retener por más que una fracción de segundo. Lo siguiente que supo era que pedía a Heather la pequeña cajita y la abría para revelar la perfecta perla de su madre y la colocaba en la palma de su mano. El sacerdote no dijo nada luego de reparar en la sortija que adornaba ya el dedo de la muchacha, dando por válido el obsequio; después de todo no podía pedirse demasiado a dos amantes ansiosos de unirse.
André Sirot
André Sirot
Prostituto Clase Media
Prostituto Clase Media

Mensajes : 47
Fecha de inscripción : 28/10/2014

Volver arriba Ir abajo

Les mystères d'une fée rouge [Heather McDowell] Empty Re: Les mystères d'une fée rouge [Heather McDowell]

Mensaje por Heather McDowell Jue Dic 18, 2014 7:28 pm

Después de asentir a su pregunta sobre la cajita se dejó guiar por él de la mano y lo observó desaparecer detrás de una de las puertas laterales del interior de la capilla. Le pareció larguísimo el tiempo que transcurrió en espera, mordiéndose el labio inferior e intentando apaciguar el nerviosismo que sentía al no saber que estaría pasando. Lanzó constantes miradas en esa dirección hasta que finalmente pudo apresurarse a alcanzar a su prometido y al maduro hombre de la sotana que al cabo de un rato aparecieron frente a ella.

-Padre, ¡muchas gracias!- Besó las manos del santo hombre en señal de agradecimiento por acceder a efectuar la ceremonia y poco le faltó para abrazarlo. Tomó las manos de su amor en las suyas y el resto le pareció como si viviera un sueño. Escuchaba las palabras del sacerdote sin dejar de mirar a quien a partir de ese momento sería su esposo, sonriendo por momentos al percatarse de que hasta el día anterior no tenía idea de que algo así sucedería y sin que cruzara por su pensamiento el menor atisbo de duda ante lo que estaban haciendo. El era el amor de su vida y todo lo que deseaba era empezar el resto de sus días con él.

-Yo, Heather, te tomo a ti, André, como mi esposo...- Al decir esa palabra fue presa de una intensa emoción y sintió que se le nublaba la vista de felicidad pero no llegó a derramar ninguna lágrima, muy por el contrario, en ese momento sucedió algo tan extraordinario que amenazó con obligarla a distraerse incluso de lo que escuchaba por parte del párroco. Un coro de hermosas voces hizo presencia en la capilla de forma inusitada, cantando en favor de la unión de la pareja, complementando perfectamente la ceremonia. La mirada de Heather se desvió a su alrededor con sorpresa comprobando que se trataba de una presencia mágica y luego regresó a la del francés, clavándose en ella e indagando en sus ojos un momento. Creyó viajar a otros lugares con la rapidez de segundos y aún lo hacía mientras pronunciaba el final de sus votos.   -... en la salud y en la enfermedad, todos los días de mi vida.-

Observó entonces la hermosa perla en la palma de su mano y esta se iluminó emitiendo un brillo fulgurante e intenso que se reflejó en toda la capilla y que no provenía de ella sino de la misma joya y que llenó su corazón de una extraordinaria calidez, similar a la que su bello esposo le producía al mirarla.  -Y el Señor, que hizo nacer entre vosotros el amor, confirme este consentimiento mutuo, que habéis manifestado ante la iglesia. Lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre.- El sacerdote les dió así su bendición sin mostrarse sorprendido o afectado en manera alguna, ella sólo lo miró brevemente y luego se acercó a André estrechándolo y fundiendo sus labios en un beso lleno de amor. -La conservaré siempre...-

Tomados de la mano se dirigieron a la salida de la pequeña capilla y sólo se detuvo para ver al santo hombre una vez más antes de salir, lo observó con interés antes de despedirse y estuvo tentada de preguntarle algo pero no lo hizo. -¡Dios lo bendiga padre!-

Una vez fuera volteó hacia él y le pidió que esperara mientras corría hacia el coche adonde aún tenía guardada una canasta con alimentos de los cuales se abasteció esa mañana en el hotel y tras despedirse del cochero regresó rápidamente a su lado. -Tuve el presentimiento de que podríamos necesitar esto.- Rió alegremente guardando cuidadosamente la perla, observando el anillo en su dedo y mirándolo a él y siguiendo el pequeño sendero que dirigía al bosque. -André... lo que sucedió allí adentro... ¿Si sabes?- Lo miró de reojo. -No fui yo quien trajo los cánticos... o las imágenes...-
avatar
Heather McDowell
Hechicero Clase Alta
Hechicero Clase Alta

Mensajes : 66
Fecha de inscripción : 09/10/2014

Volver arriba Ir abajo

Les mystères d'une fée rouge [Heather McDowell] Empty Re: Les mystères d'une fée rouge [Heather McDowell]

Mensaje por André Sirot Dom Dic 21, 2014 7:38 pm

De golpe se dio cuenta de que ahora estaba casado. Casado. Un disparate, la mejor de las bromas, y a pesar de todo no se sintió menos libre, ni menos hombre, ni menos él, seguía simplemente siendo André, sólo que ahora portando un título muy íntimo. Si sus hermanos supieran… Pero nunca lo sabrían porque repudiaban su estilo de vida, porque ellos eran personas rectas con familias y trabajos honestos, y él ahora estaba atado a una hechicera irlandesa. Vaya broma.

Salió de la capilla tras agradecer de nueva cuenta al sacerdote, sin olvidar su promesa de donar algo. Lo habría hecho aunque no los casara, el lugar era precioso. Por otro lado, no podía quitarse la sonrisa tonta de la cara, como si de repente el viejo y amargado André se hubiese echado a dormir y su lugar fuera tomado por alguien completamente distinto, pero que le gustaba. Esperó pacientemente en el lugar indicado por su ahora esposa, mirándola ir con la melena resplandeciendo al sol. Brillaba como mil fuegos, sedoso como las nubes en el ocaso. Reprimió la risa porque fue más descuido suyo que de ella, debió pensar en llevar algo qué comer si pensaban pasar hasta más allá del mediodía. Iba a comentar precisamente eso cuando ella mencionó lo que ocurrió dentro. El padre no dio muestras de haber escuchado o visto nada, y él estaba más que seguro de que eran cosas que pasaban únicamente en su cabeza.

-No comprendo, ¿cánticos? -a decir verdad él no escuchó nada de eso, sólo vio cosas por tiempo demasiado corto para discernirlas, y escuchó susurros tan bajos que no logró entenderlos. Quizá Heather, con sus habilidades, hubiese visto y escuchado todo eso magnificado y tendría una mejor idea de lo ocurrido -Vi cosas que no conozco, pero no logré guardar ningún recuerdo.

Tremendamente frustrado, arrugó el entrecejo, mirándola sin verla, luchando por hallar en su memoria algún resquicio de lo que pasó allá dentro. Se rindió, encogió los hombros y negó, prefiriendo no presionarse demasiado, pues no tenía ningún sentido si, para empezar, poco entendió de lo que sus sentidos creyeron captar.

Lo importante en el momento era disfrutar de su nueva esposa y su nuevo cargo. Tenía que hablar con ella sobre tantas cosas, por ejemplo su trabajo. La noche anterior supuso que pasarían meses, años incluso, antes de casarse con una buena muchacha como Heather, y que no tenía necesidad de preocuparse por otra cosa que no fuera disfrutar el momento y sacar una buena ganancia con lo que hacía bien. También tendría que buscar un modo de apoyar a la irlandesa en su sueño de tocar música, introducirla a todos aquellos conocidos que pudiesen impulsarla un poco, darle una oportunidad en sus teatros, escucharla sin pensar en su juventud e inexperiencia.

Apretó su mano y se la llevó a los labios, besando sus nudillos blancos. Estaba tan hermosa que no terminaba de creer que ahora era su compañera, que nada ni nadie lograría separarlos, pero más importante, que tenía para él tantas historias que ella jamás terminaría de contar, tanta sabiduría al alcance de sus manos que no intentaría robar, y tanta belleza que jamás, por nada del mundo, pensaría siquiera en corromper.
André Sirot
André Sirot
Prostituto Clase Media
Prostituto Clase Media

Mensajes : 47
Fecha de inscripción : 28/10/2014

Volver arriba Ir abajo

Les mystères d'une fée rouge [Heather McDowell] Empty Re: Les mystères d'une fée rouge [Heather McDowell]

Mensaje por Heather McDowell Jue Dic 25, 2014 6:53 pm

Se encontraba invadida por diversas emociones, por un lado le embargaba la alegría de verse casada con André y comprender lo que eso significaba, la consumación del amor que sentían el uno por el otro y que a pesar del corto tiempo que llevaban compartiendo este había sido suficiente para convencerles a ambos de que deseaban unir sus vidas. Por otro lado, el mismo hecho de sentirse tan feliz le inquietaba, parecía todo demasiado bueno para ser cierto y temía que de un momento a otro su francés se esfumara y que despertara percatándose de que todo había sido un sueño.

Presionó la mano que aún tenía en la de ella, sin poder dejar de observarlo para convencerse de que realmente acababan de intercambiar los votos y de que caminaba a su lado, y también reflexionó sobre el hecho de que él no hubiese escuchado lo mismo pero al parecer había experimentado algo sobrenatural como lo había hecho ella. -Estoy segura de que si está previsto así por los dioses en algún momento esas imágenes volverán con más claridad para ambos.- Sonrió deteniéndose frente a él, con los verdes árboles a su alrededor y unas cuantas ardillas que saltaban de rama en rama con naturalidad, seguramente poco acostumbradas a ver seres humanos por lo que no se espantaban tan rápidamente.

-Pero aún si no fuera ese el caso, me basta con crear nuestros propios recuerdos de aquí en adelante.- Su apuesto francés era tan hermoso que aún después de haberlo visto una y otra vez lograba arrebatarle nuevamente el aliento con tan solo contemplarlo y por más que se lo repitiera mentalmente no acababa de creer que ahora era su esposo. Y de repente se sentía inquieta como una boba, al no tener la menor idea de si lograría ser la esposa que él deseaba. Era bastante temperamental y más dada a los hechos que a profundas reflexiones, distaba de ser el material preciso para comportarse como lo haría una dama de la comunidad francesa recién casada que seguramente había sido educada durante años para conocer de antemano todo sobre el manejo del hogar.

No pudo evitar sonreír otra vez, su padre no era precisamente tampoco quien le hubiera enseñado tales menesteres una vez que se había mudado de vuelta con él. Se sorprendió al darse cuenta de que extrañaba a su tosco progenitor y ciertamente extrañaba Irlanda. -Viaja conmigo alguna vez a mi país.- le pidió, ladeando el rostro al observar al apuesto hombre de ojos azules. Se inclinó hacia él y le besó los labios lentamente, acariciándole la mejilla y bajando su mano por su cuello, deslizando suavemente sus dedos por este al ceder al deseo de tocarle.

-Soy una druidesa.- decidió contarle pensando que tendría preguntas acerca de ella. -Mis padres se divorciaron cuando era una niña, así que mi madre que aún... vivía... me llevó con ella al lugar de nuestros ancestros, los druidas. Hasta entonces desconocía mi herencia y me consideraba lo que otros llamarían "normal" pero con el tiempo comprendí que la magia siempre había estado presente en mi aunque dormida. A veces alguien tiene potencial para ser un hechicero pero nunca llega a saberlo, quizás por ignorarlo, quizás porque se niega a comprender o ver más allá de lo que ha conocido hasta ese momento.- Lo miro a los ojos pensativa, escogiendo sus palabras para expresarse.

-Su magia entonces permanece latente hasta que repentinamente algo inesperado sucede que da pequeños indicios de su potencial. Como encontrarse con otro hechicero y que ante un ligero contacto la magia surja en su persona o en su contrario.- Jugó  cariñosamente con su rubio pelo enredando sus dedos en el. -Una vez que lo acepté pude realizar cosas que nunca imaginé que tenía la capacidad de hacer, y así es como... otros también han despertado.-
avatar
Heather McDowell
Hechicero Clase Alta
Hechicero Clase Alta

Mensajes : 66
Fecha de inscripción : 09/10/2014

Volver arriba Ir abajo

Les mystères d'une fée rouge [Heather McDowell] Empty Re: Les mystères d'une fée rouge [Heather McDowell]

Mensaje por André Sirot Vie Ene 02, 2015 9:49 pm

Cierta incomodidad le embargaba cuando hablaban de dios, o en su caso, de dioses. Pensar que algún mórbido ser guiaba las vidas de millones de personas y les obligaba a seguir ciertos parámetros de conducta barbáricos que atentaban contra aquellos con diferentes percepciones del mundo se le antojaba la idea más trágica y estúpida. Pero mencionar tales creencias no venía al caso, quizás más adelante cuando Heather le hablara o preguntara, pues no había necesidad de meterse en asuntos tan escabrosos. Prefería pensar en que ellos mismos, o algo más allegado a la naturaleza y no a una sola cabeza morbosa, eran los líderes y escritores de sus vidas.

Sea como fuere el caso, que ella le tocara, le mirara, le besara, constituía la mejor de las distracciones y le hacía olvidar lo mundano, concentrándose en el verde espesor a su alrededor y el calor que emanaba de la palma de su amada. Al momento en que ella sugirió ir a Irlanda, asintió, sin pensarlo, pues era su deseo de siempre viajar a tierras lejanas y exóticas, más aquella que parecía llena de magia, algo en lo que se negaba a creer por lo menos hasta hacía doce horas o menos.

Luego, con toda la calma, se sentó y la sentó sobre sus muslos, recargando la espalda en el ancho tronco de un enorme árbol cuyas raíces fungían como pequeños puentes para los animales que se movían alrededor de ellos. Jamás en su vida se sintió más tranquilo, atento a los sonidos de la naturaleza y de la voz de su mujer. Druidesa. Recordaba vagamente que su madre le leía cuentos y hablaba sobre personas que tenían un vínculo especial con la naturaleza, quienes la adoraban y poseían almas puras… O algo así. No lo recordaba bien, después de tantos años.

Trató de imaginarla entre esas personas, a quienes concebía con largas túnicas y bastones de madera, cantando canciones en lenguas antiguas y hablando con los árboles. Rió sin querer, y esperando no haberla ofendido le besó la mejilla, mirando la mano que no le tocaba, tan bonita y llena de cosas que ni en una vida alcanzaría a entender.

Es raro que lo digas, porque son muy famosos en los cuentos de hadas, como magos consejeros de los grandes reyes y guardianes de princesas –trató de sonar lo más relajado posible, evitando una pequeña sombra que comenzaba a usurpar la felicidad en la voz de la irlandesa. Se preguntó cómo podía encontrar un cambio tan leve en su tono, cuando a veces no era capaz de saber si él mismo estaba enojado o simplemente cansado.

Ahora lo primordial era hacer una pregunta que le acosaba desde que se hallaban dentro de la capilla, pero no hallaba las palabras adecuadas sin sonar como un loco deseoso de atención o como un tonto incapaz de hilar dos ideas. Mantuvo la mirada baja, con el oído deleitado de un leve murmullo agradable, el viento colándose entre las ramas y hojas.
Hablas de despertar, pero no es algo que a todos les pueda suceder, incluso tú pudiste carecer de estas habilidades que tienes… –frunció el ceño, comenzando a perder la paciencia tan rápidamente como antes cuando no podía ser naturalmente hábil con las palabras –Quiero decir que si tú… si hay más como tú, ¿no hay alguien que les busque? –bien sabía la brutalidad a la que la Iglesia u otros grupos civiles de enfermos fanáticos religiosos recurrían cada vez que se enfrentaban a algo desconocido. La sola idea de que tocaran un solo cabello de su esposa le hería y le hacía rabiar, pero de eso a que existiera una verdadera amenaza… Si la había debía protegerla a toda costa.
André Sirot
André Sirot
Prostituto Clase Media
Prostituto Clase Media

Mensajes : 47
Fecha de inscripción : 28/10/2014

Volver arriba Ir abajo

Les mystères d'une fée rouge [Heather McDowell] Empty Re: Les mystères d'une fée rouge [Heather McDowell]

Mensaje por Heather McDowell Miér Ene 07, 2015 3:05 am

Heather se dejó jalar hacia el regazo de André, en medio de la hermosa vegetación que cubría todo lo que se encontraba alrededor de ellos, y ese simple contacto entre los dos la llenó de calma y de serenidad. Su esposo le irradiaba confianza tanto en el presente como en el futuro, a pesar de que no tuviese la menor idea de lo que este les deparaba. El simple hecho de contar con su compañía le hizo olvidarse de sus tontas dudas acerca de ser material para una buena esposa. Si amar a alguien con todo su ser y desear que fuera tan feliz como lo era ella era suficiente, albergaba todo eso y más en su interior y se ocuparía de que él no se arrepintiera de haberse decidido a que comenzaran algo nuevo juntos.

Sus verdes ojos se iluminaron complacidos al notar como asentía cuando le mencionó un posible viaje a Irlanda y que no parecía haberlo pensado mucho. -Sé que te gustará mi país.- Repentinamente se le ocurrió que debía escribirle a su padre y contarle que se había casado, aunque no tenía prisa en hacerlo. Después de todo llevaba muy poco tiempo en Paris y a él no le extrañaría que aún no le escribiese, y además, por muy infantil que pareciera, quería conservar a su francés únicamente para si misma durante unos cuantos días, sin compartirlo con nadie en lo absoluto, ni siquiera por medio de un papel.

Alzó una ceja intrigada al escucharlo soltar la risa. ¿Dé que se estaba riendo? ¿De ella? Arrugó la nariz acercándose más a él aunque para nada molesta sino divertida por la posible noción que tendría de los druidas. -Lamento decir que no conozco al rey aunque me hubiera encantado conocer el palacio real y hacer desaparecer sus tesoros reales.- Le guiño el ojo traviesa y lo tomó de las manos, incapaz de no tocarle, llevando una de las palmas masculinas hasta su rostro, contenta de sentir su tacto sobre su mejilla.

Notó un cambio en su expresión, se había vuelto más grave y al escucharlo la suya propia se tornó seria. Por un momento no dijo nada y lo único que se escuchó a su alrededor fue el resoplar del viento entre las hojas del enorme roble bajo el cual se encontraban sentados y en el cual fijó su mirada.

-Cuando recién descubrí mi herencia druida mi abuelo me explicó la importancia de los árboles sagrados, así como este.- Una de sus manos se elevó y las yemas de sus dedos acariciaron la rugosa corteza del tronco deteniéndose sobre ella. -De acuerdo con nuestras creencias, según la fecha en que nacemos estamos enlazados con un determinado tipo de árbol y este nos concede sus virtudes además de algunos atributos espirituales que contiene y que forman parte de nuestra personalidad.- En los labios de la joven se dibujó lentamente una media sonrisa y su expresión se tornó ausente.

-El árbol de mi abuelo era el Tilo, que es el árbol de los pacifistas. A él no le gustaban los debates ni las polémicas aunque cuando no le quedaba más remedio y le tocaba dar su opinión eran pocos los que no le escuchaban o valoraban su consejo. Tenía un carácter fuerte y firme aunque era él algo aislado y nunca le causó daño a nadie. Su cadáver fue el primero que encontré el día en que nuestra orden druida fue masacrada. Esa mañana no me encontraba con ellos y cuando regresé me encontré con que el lugar estaba inusitadamente silencioso. El cuerpo inerte de mi abuelo descansaba boca abajo sobre el pasto con la mano extendida, como si quisiera alcanzar a alguien. A pocos metros se encontraba el cuerpo ensangrentado de mi abuela.-

El silencio se hizo presente de nuevo y la mirada de Heather regresó a la que amaba de azul profundo.-Desde ese día no volví a dormir tranquila, invariablemente la escena regresaba una y otra vez en mis sueños. A veces variaba, ocasionalmente era yo misma quien se desangraba sobre el pasto.- También había soñado con su propia muerte de otras maneras... pero no quiso recordar más las pesadillas. Tomó la mano de él y la llevó hasta sus labios besándola suavemente sin dejar de mirarle.  -Excepto anoche, por primera vez en meses dormí tranquila, gracias a ti.- Meditó un momento antes de añadir lo siguiente. -Siempre habrá alguien que odie intensamente a los brujos, que nos considere una abominación o una blasfemia y que prefiera echarnos al fuego antes que considerar comprender realmente lo que somos, he aprendido que es inevitable.-
avatar
Heather McDowell
Hechicero Clase Alta
Hechicero Clase Alta

Mensajes : 66
Fecha de inscripción : 09/10/2014

Volver arriba Ir abajo

Les mystères d'une fée rouge [Heather McDowell] Empty Re: Les mystères d'une fée rouge [Heather McDowell]

Mensaje por André Sirot Sáb Ene 10, 2015 8:28 pm

Supo que se avecinaba una tormenta en cuanto notó la incomodidad en el rostro de su esposa. Supo que cometió un error al preguntar, pero en algún momento debía enterarse de su pasado, de su vida, al igual que ella sobre sus andanzas erráticas en la ciudad, y si el ambiente le brindaba paz y nadie les molestaba, quizá fuera mejor soltar todo de una vez.

Brindó toda su atención a la narrativa de la joven, tan natural como en todos los irlandeses de quienes se dice que son excelentes cuentacuentos de nacimiento. Desafortunadamente no se trataba de una leyenda o un cuento de hadas, sino de una verdad que, conforme avanzaba, cavaba más profundamente en el corazón de Adré, atormentándolo con furia y tristeza, sólo de imaginar lo que sus ojos tuvieron que ver, lo que su alma debió sufrir. La miró a los ojos cuando ella lo miró, se dejó tocar, le brindó caricias y un fuerte agarre a su cintura diciendo con ello que jamás la soltaría, jamás la dejaría sola y mucho menos permitiría que sufriera nuevamente.

El silencio brotaba de su boca, incapaz de decir una sola palabra. Cerró los ojos un momento cuando advirtió que le escocían, inminentemente aliviando así sus ojos acuosos. No llegaba a comprender cómo compartía tan profundamente su pena, pero lo hacía, y esperaba ser tan fuerte para ella como para sí mismo si de verdad enfrentaba una persecución.

El hombre teme a lo que no conoce y destruye lo que teme –recordó las sabias palabras que alguna vez su padre pronunciara luego de un juicio público contra un supuesto ladrón, que no era más que un hombre hambriento que intentaba mejorar la situación de su familia. En ese caso, su padre se refería a la libertad, pero cuánta razón tenían sus palabras no lo supo hasta el momento de conocer la verdad sobre Heather.

Ansioso, tomó su mano y se la besó, apretando ligeramente en su afán de hallar confort, si bien él jamás sufrió como ella, y esperaba jamás pasar por una situación similar. De pronto comprendió que, además de amarla, la admiraba y respetaba, motivos por los cuales tenía más que claro que nada lo separaría de ella, ni siquiera la muerte y mucho menos un grupo de hombres asustados y armados.

Quiero que me lleves a tu hogar, deseo presentar mis respetos a tu familia –no sólo a quienes vivían, sino aquellos que ayudaron a formar a la mujer que ahora descansaba entre sus brazos, a su abuelo, a todos los miembros que perdieron la vida. De alguna manera le reconfortaría pisar la tierra fértil y llena de magia, lejos de la suciedad parisiense –, además debo prestar juramento de protegerte con mi vida y pedir tu mano.

Habiéndose saltado un paso, la idea le hizo sonreír un poco. ¿Qué dirían de él, un rufián francés que robó la pureza de una doncella? Estaba obligado a demostrar su valor y el amor que profesaba hacia la dama, incluso su voluntad de obtener el apellido de ella y no al revés, muestra de la lealtad y total entrega hacia su esposa.
André Sirot
André Sirot
Prostituto Clase Media
Prostituto Clase Media

Mensajes : 47
Fecha de inscripción : 28/10/2014

Volver arriba Ir abajo

Les mystères d'une fée rouge [Heather McDowell] Empty Re: Les mystères d'une fée rouge [Heather McDowell]

Mensaje por Heather McDowell Lun Ene 12, 2015 11:47 pm

Haberle narrado a André lo que había sucedido con los druidas y su familia le ayudó a liberarse del dolor y la impotencia que había sentido durante todos esos meses. Sin embargo, no pudo derramar más lágrimas, la noche anterior le había prometido no volver a llorar, y además ahora que le había encontrado no deseaba volver a sentir el vacío de la pérdida. Aunque estando entre sus brazos pudo sentir su empatía de una forma tan perceptible que no necesitó de palabra alguna para manifestarse. Se percató de que el relato le había conmovido y eso a su vez le conmovió, el percibir que él sentía sus tristezas tan intensamente como sus alegrías y las compartía con ella le brindaba aún mayor seguridad acerca de lo que acababan de hacer, aunque en todo momento supo que no podía haber sido de otra forma, casarse con él era todo lo que había deseado desde la noche anterior.

Descansó un momento su mejilla sobre su hombro, dejándose abrazar en medio del silencio y el susurro del viento. Había algo más que no le había compartido. -En ocasiones, durante todos estos meses no estaba segura de por qué había sido precisamente yo quien sobreviviera...- Se lo había preguntado a si misma muchísimas veces, sin estar del todo segura del por qué, sabiendo perfectamente que de todos no era la más noble, ni la más poderosa hechicera, ni sobrepasaba las virtudes de muchos otros que habían fallecido.

-Pero ahora entiendo por qué fue así.- Alzó el rostro para observarle, por primera vez en meses encontraba finalmente la respuesta a la pregunta. Se juró algo internamente en ese instante, no volvería a permitir que le arrebatasen nunca a alguien que amaba, nadie la separaría de André, y haría lo que fuera por asegurarse de ello si alguien llegase a intentarlo. Poco a poco se fue sintiendo más tranquila, especialmente al ver su sonrisa y escuchar sus palabras. Ladeó el rostro ligeramente observándolo con curiosidad, no se le había ocurrido que desease hacer algo así. -Pensé que eras un pillo y por tanto no muy dado a las formalidades.- dijo divertida y sorprendida aunque le encantaba que estuviese dispuesto a viajar para presentarse ante su padre y pedir su mano.

-Por supuesto aprovecharé tu interés y vendrás conmigo.- Meditó en ello mientras jugaba con sus dedos sobre el cuello de la camisa masculina, mordiéndose el labio inferior al estar sentada sobre sus piernas y tan cerca de él. La misma atracción que había sentido la noche anterior la atenazaba ahora con fuerza, especialmente al notar el calor que emanaba tanto de sus manos como de toda su persona, distrayéndole por momentos al traerle de regreso los recuerdos de hace tan solo unas horas. -Lo ideal sería apartar de una vez los boletos para el viaje y así poder ir cuando quieras.- De repente deseaba poder recorrer ya el territorio irlandés junto a él, se iba a morir de impaciencia imaginando el momento en que finalmente pudiera presentarlo a su familia como su esposo, se imaginaba las expresiones, se caerían de espaldas.

-Pero debo advertirte sobre el mal talante de mi padre, va a ser difícil explicarle que nos hemos casado.- Soltó una leve risa al decirlo. -Aunque seguramente terminará comprendiendo cuando vea en ti lo mismo que yo vi.- Se acercó a él y besó suavemente su mejilla. Repentinamente el tema le trajo otra idea a la cabeza de la cual no habían hablado en ningún momento. -¿Qué hay de tu familia?- Buscó los ojos azules con interés al no tener idea de quienes podían ser sus familiares, a quienes no había mencionado aún. Le costaba imaginarse que tuviera hermanos y que estos poseyeran la misma mirada y rubio cabello, pero si era así, sería imposible que fueran tan apuestos como lo era él. -¿Me presentarás con ellos?- preguntó con interés.
avatar
Heather McDowell
Hechicero Clase Alta
Hechicero Clase Alta

Mensajes : 66
Fecha de inscripción : 09/10/2014

Volver arriba Ir abajo

Les mystères d'une fée rouge [Heather McDowell] Empty Re: Les mystères d'une fée rouge [Heather McDowell]

Mensaje por André Sirot Jue Ene 15, 2015 12:23 pm

Saber demasiadas cosas de una vez comenzaba a ponerle nervioso, aunque no demostró ni un ápice de su estado anímico debido a que consideraba mucho más importante otorgarle paz a su hermosa druidesa, ya fuera con silencio, con caricias en su oreja y apretones en su mano. Y sí, lo cierto es que pensar en presentarse frente a la familia McDowell sin una historia honrosa le apenaba demasiado; tendría que ser sincero con ella, quizás respaldara su decisión.

Yo creo que vives porque era tu deber reformarme –intentó que sonara como una broma, si bien esa frase contenía mucha verdad. Su plan en la vida era ganar suficiente dinero en poco tiempo para no hacer absolutamente nada después más que disfrutar de su soledad, y ahora con ella todo cambiaba, el plan debía modificarse –. Y sí, puede que sea un pillo, pero soy un pillo educado –se acercó la mano de ella a la boca y mordió su dedo índice, jugando.

Trató de imaginar una breve introducción con su padre, el tirano irlandés, el padre protector de la virtud y honor de su hija, y un escalofrío le recorrió la espina. Sin duda no vería nada de bueno en él más que, quizás, la alta probabilidad de obtener nietos sanos. Su terror se vio interrumpido por la abrupta idea de Heather sobre conocer a su familia, a sus hermanos. Hizo una mueca leve.

Es una situación compleja… Hace años que no los veo ni me comunico con mis hermanos –ahora que lo analizaba, sí echaba de menos a esos tres salvajes que alguna vez fueron niños y lo miraban con muchas expectativas y ojos soñadores; todos querían ser como él –. Lo último que supe es que mi hermana estaba embarazada por tercera vez, uno de mis hermanos tuvo una hija y el otro sigue metido en sus estudios teológicos. Pero eso fue hace cerca de dos años, o más –¿cómo se encontrarían? ¿Serían felices? Jamás pensó en lo mucho que los amaba, hasta ahora que su vida tenía un tinte diferente.

De todas formas lo haría, enviaría cartas al monasterio y a los hogares que jamás visitó a pesar de recibir varias invitaciones. Tocó la mejilla de su esposa y le levantó el rostro, encontrando sus ojos verdes y hermosos, los que tanto sufrimiento vieron en el pasado y tantas lágrimas derramaron. No merecía otra cosa que no fuera una vida feliz y llena de emociones. La besó, sus bocas fundiéndose con un mismo sentimiento, uno que ni siquiera se atrevió a buscar por saberse poco merecedor. Tras algunos segundos, con sus bocas aún muy cerca, susurró:

Te van a adorar, pero te advierto que son muy ruidosos, excepto el santo que se consagró a su Dios –todavía buscaba sonar lo más desenfadado posible, incluso cuando sobraba tal máscara, cuando las defensas ya no eran necesarias.
André Sirot
André Sirot
Prostituto Clase Media
Prostituto Clase Media

Mensajes : 47
Fecha de inscripción : 28/10/2014

Volver arriba Ir abajo

Les mystères d'une fée rouge [Heather McDowell] Empty Re: Les mystères d'une fée rouge [Heather McDowell]

Mensaje por Heather McDowell Sáb Ene 17, 2015 1:19 am

Heather acarició la mejilla masculina con el dorso de sus dedos, bastante embriagada por el beso compartido y por el aliento ajeno que aún se mezclaba con el suyo al continuar muy cerca el uno del otro. Lo que acababan de compartir al fusionarse sus labios la conmocionaba pero también le preocupaban algunas de las palabras que acababan de intercambiar. Cerró el espacio entre los dos besando suavemente las comisuras de sus labios y suspiró con una pequeña mueca en su boca. André había dicho que lo había encontrado para reformarlo pero esas palabras le inquietaron. Para emprender ese tipo de tarea uno debía ser un ejemplo ¿no es cierto?

El problema radicaba en que no era exactamente lo que se dice "buena". No había sido buena antes de que sus padres se divorciaran, se había rebelado bastantes veces al vivir entre los druidas, había protestado demasiado al escuchar las normas de la orden, se había escapado, y eso sin mencionar las veces en que sus hechizos se salieron de control debido a que sus emociones alteraran extremadamente sus efectos. Sacudió la cabeza ligeramente en negativa y se movió algo inquieta.

-Tus hermanos han de ser maravillosos, al igual que sus familias.- Intentó imaginarlos de nuevo ahora que él se los había descrito. -Aunque no soy tan buena... Creo que quizás no deberíamos decirles lo que soy.- Lo dijo pensativa, imaginando a unos jóvenes rubios de hermosos rostros. Se separó ligeramente de él tomando unas pequeñas ramitas entre sus manos y partiéndolas para distraerse, arrugó el ceño y las nubes blancas que se encontraban encima de ellos comenzaron a juntarse entre ellas adquiriendo un tono más oscuro como si quisieran tornarse grises.

Se tumbó entonces a su lado sobre el césped y le tomó la mano, entrelazando sus dedos y observándolo. -Quería conocer este bosque para contarte de mi y para recordar un poco a mi tierra y a mis hermanos druidas.- El viento sopló a su alrededor, refrescando suavemente sus rostros y moviendo tenuemente el cabello rubio de su francés. Sin que se percatase demasiado de forma consciente fue aumentando su intensidad, moviendo más fuertemente las ramas y sacudiendo las hojas del roble.

Presionó entonces la mano de su acompañante y le miró con un matiz de preocupación en su expresión. -No deseo exponer a tu familia si se llegara a conocer mi naturaleza, aunque tampoco me agrada ocultarlo.- Observó su mirada azul un momento y poco a poco durante esos minutos en silencio la misma le fue infundiendo tranquilidad por lo que el viento fue amainando y retornando a la anterior brisa apacible mientras sentía que todo a su alrededor era aún más fresco y agradable.

El estar con su ahora esposo le traía demasiada variedad de emociones. Sentía paz, inquietud, felicidad, amor, dolor, incluso nerviosismo en alguna que otra ocasión. Aún le afectaba que la mirara, era como si con su intensa mirada azul fuera a hurgar en ella y descubrir todos sus secretos y esa posibilidad le hacía sentir algo extraña. Nunca se había abierto completamente con nadie, no estaba acostumbrada, aunque quizás por primera vez fuese posible, ahora que confiaba en alguien y que cada vez que lo miraba o lo sentía cerca volvía a confirmar ese sentimiento y, aunque parecía increíble, este lograba tornarse todavía más fuerte y mucho más intenso que tan solo un momento atrás.
avatar
Heather McDowell
Hechicero Clase Alta
Hechicero Clase Alta

Mensajes : 66
Fecha de inscripción : 09/10/2014

Volver arriba Ir abajo

Les mystères d'une fée rouge [Heather McDowell] Empty Re: Les mystères d'une fée rouge [Heather McDowell]

Mensaje por André Sirot Miér Ene 21, 2015 10:10 am

Calcular los cambios de humor de Heather se volvía extrañamente sencillo, como reconocer el propio estado de ánimo o sentirlo con los dedos; nada más curioso y aterrador. Además, reconoció, estos cambios de humor venían acompañados de claras señales obvias a los sentidos, en este caso nubarrones que se acercaban amenazadoramente. Si llovía no tendrían un refugio donde cubrirse del agua, aunque, por otro lado, jamás le molestó tal clima y no comenzaría ahora.

Para convencerla de lo contrario, porque estaba seguro de que en su corazón no albergaba otra cosa que bondad, depositó un sonoro beso en su frente, justo como los que le daba a su hermana cuando era una pequeña traviesa arrepentida de sus desastres luego de haber roto algo en casa y recibido el severo regaño de sus padres. De ninguna manera podría aceptar que su propia esposa se viera a sí misma como alguien con maldad en su interior.

Si así lo prefieres, guardaremos el secreto –comentó al fin de un pequeño silencio en el que buscó animarla e ignorar las nubes que, naturalmente, le asustaban un poco al estar tan poco familiarizado con la naturaleza de la irlandesa.

Frunció el entrecejo cuando ella se separó, reconfortado a medias por el tacto de sus dedos. ¿Desde cuándo se convirtió en alguien tan necesitado de cercanía? La necesitaba con urgencia, la deseaba con fervor, pero más deseaba adaptarse a la libertad de la chica a su lado. Apretó ligeramente el agarre, siempre devolviéndole la mirada aunque en momentos debía mirar otra cosa, de lo contrario corría el riesgo de sucumbir a sus propios instintos. La brisa ayudaba a apaciguar el fuego que ardía dentro de su cuerpo, como un bálsamo curador.

Si me permites, pequeña, me gustaría darte mi opinión –besó su mano, tratándola con toda la devoción que merecía –. Para mí, tu seguridad es lo primero, y aunque se trate de mi familia no voy a revelar un secreto tan grande a menos que tú lo creas conveniente, así que tendrás que esperar a decidir si confías en ellos o no, porque de mi boca jamás saldrá –y, por otro lado, ser el único conocedor de tal secreto le enorgullecía y alegraba excesivamente, y no quería compartirlo.

Supuso que no era buena idea darle más de lo que ella pedía, o terminaría sofocándola con esa necesidad exagerada de abrazarla, besarla y siempre admirarla, y mirando la luz turbia que se filtraba por las ramas y hojas de los árboles, se aseguró de que su mujer tuviera toda la paz necesaria.

Cuéntame sobre ti y tus hermanos –fascinado por tal título, hermanos, más por el matiz que encontró en su voz, la curiosidad llegó a su límite y deseó saberlo todo. Su imaginación continuaba llevándolo por caminos seguramente erróneos, pero si se consideraban una familia y no simples personas con intereses propios, como suele pasar en el clero cristiano, a quienes repudiaba con fervor muy a pesar de la decisión tomada por uno de sus hermanos de unirse a las crueles filas lideradas por un sujeto ridículamente adinerado, no cabía la menor duda de que todos eran excepcionales seres humanos. Y que su pérdida debía ser lamentada por todos, incluido él mismo. Pero, continuaba repitiendo la voz de su consciencia, ¿qué habrían dicho o hecho al saber que la hermosa Heather contrajo matrimonio con alguien como él?
André Sirot
André Sirot
Prostituto Clase Media
Prostituto Clase Media

Mensajes : 47
Fecha de inscripción : 28/10/2014

Volver arriba Ir abajo

Les mystères d'une fée rouge [Heather McDowell] Empty Re: Les mystères d'une fée rouge [Heather McDowell]

Mensaje por Heather McDowell Mar Ene 27, 2015 8:28 pm

La voz de André unida a su presencia y su compañía lograba mantener su recién recuperado buen ánimo a pesar del tema de la conversación y las continuas referencias a los desaparecidos druidas, y por otro lado el que accediera a mantener el secreto ante su familia por el tiempo que considerase prudente también la tranquilizó. En su opinión el mismo hecho de que supiera que era una hechicera ya era riesgoso para él, riesgo que aumentaba por la afiliación que ahora tenía con ella, idea que comenzó a crecer en su mente como una nube gris que amenazaba con ensombrecer toda la dicha que sentía.

Arrugó el entrecejo, luchando contra cualquier pensamiento oscuro o deprimente. No estaba dispuesta a permitir que nada enturbiase esos instantes que más bien eran una celebración de lo recién acontecido en la capilla ni a creer que de ello pudiera surgir nada que no fuera bueno.  

-Veamos, ¿por dónde empezar? Llegué con los druidas a la edad de trece años, así que al principio no fue fácil adaptarme. Aprendí sobre los dioses, sobre Arawn, Cerridwen, Danu y Lugh aunque nunca le presté demasiada atención a ninguno excepto al último, el dios del sol.- En sus labios se dibujó una sonrisa al continuar narrando. -El árbol del dios Lugh es el abeto, así que si tomas una pequeña varita de ese árbol y la llevas contigo llevas un pedacito del dios contigo adonde vayas. Esto es algo en lo que creo por lo que siempre me ha gustado llevar una conmigo.- Detuvo un momento sus palabras para estirarse cómodamente sobre el pasto. El dios Lugh la había ayudado en ciertas ocasiones a canalizar su energía y afianzar los hechizos que ahora podía dominar perfectamente, después de tanto ensayo y error.

-Sé que pareciera que me desvió del tema pero quería empezar por allí porque los druidas son personas muy espirituales pero sin llegar a ser impositivas o fanáticas. A todos se nos da la libertad de creer o no hacerlo. Asimismo en la orden cada uno de los miembros más antiguos representa uno de los dones existentes: honor, lealtad, honestidad, justicia, coraje y hospitalidad. Yo solía evitar a toda costa las reuniones con ellos.- Soltó una leve risa al recordarlo. -Cuando podía me escabullía del lugar y me dirigía a la orilla del río a meditar. En general fueron bastante pacientes conmigo.-

Observó a André para añadir más al relato pero al descansar la mirada en él perdió el hilo de sus pensamientos. La noche anterior le había dicho que era perfecto, y en efecto, así le parecía. Sentado al lado de ella su rostro era más apuesto aún con su semblante atento y serio y la mirada perdida entre las ramas, concentrado en sus pensamientos. No tenía idea de que estaría pensando pero al verlo se sintió atenazada por una necesidad y un deseo de él tan intensos que se preguntó si era normal para alguien que hasta solo una noche atrás se encontraba ajena a todo asunto similar.

-Sin embargo de todos los druidas que conocí ninguno me inquietó como lo haces tú.- dijo suavemente tras un breve silencio. Encontró la mirada de sus bellos ojos y se incorporó regresando a donde se encontraba él. -Ayer cuando te invité a mi habitación tuve la certeza de que eras un hechicero y hoy vuelvo a confirmarlo, lo eres.- Su mano volvió a tocar su rostro, acariciando su mejilla con el dorso de sus dedos. Sin importar que no fuera irlandés, o cual había sido su profesión hasta el día anterior, o que no creyera en lo mismo que ella, que fuera consciente del hecho o no, había magía en él. Lo sentía ahora tal y como lo sintió la noche anterior, el hechizo no había menguado, más bien crecía.

Cediendo al deseo, acercó su rostro al suyo y volvió a fundir sus labios primero con ternura y luego con necesidad. Aún con los ojos cerrados y perdiéndose en el sabor su boca podía percibir como todo se animaba a su alrededor. Las hojas secas que descansaban sobre el césped se elevaban danzando con el viento y los colores de la naturaleza a su alrededor se encendían con mayor intensidad al igual que lo hacía el sol sobre ellos, y al sentir el calor que su cuerpo le irradiaba al suyo sabía que todo ello era causado por la magia existente entre los dos.
avatar
Heather McDowell
Hechicero Clase Alta
Hechicero Clase Alta

Mensajes : 66
Fecha de inscripción : 09/10/2014

Volver arriba Ir abajo

Les mystères d'une fée rouge [Heather McDowell] Empty Re: Les mystères d'une fée rouge [Heather McDowell]

Mensaje por André Sirot Sáb Feb 07, 2015 9:49 am

Jamás imaginó tener la oportunidad de encontrarse frente a frente con un ser humano tan inocente y rebelde, tan lleno de conocimiento y a la vez tan ignorante de su propio poder sobre otros humanos. Tenía tanto poder sobre él que no le sorprendería verse en posición de esclavo si ella no fuese tan amorosa.

La imagen de la chiquilla rebelde, huyendo de sus obligaciones y, de cualquier forma, arreglándoselas para ser tan poderosa, le llevó a pensar seriamente en que Heather era en realidad un personaje salido de alguno de los cuentos de hadas que su madre y su hermana tanto disfrutaban. Una pequeña traviesa ávida de conocimiento empírico.

Sus ojos lo tomaron por sorpresa, no estaba preparado para la fuerza con que lo golpeaban esas bellas gemas haciéndole sentir tantas emociones al mismo tiempo, y su corazón se aceleró repentinamente. Acarició su cabello en absoluto silencio, saboreando su felicidad al hablar de los buenos tiempos, y sus dedos pronto recorrieron su nuca y su cuello, tan frágil y hermoso. Reprimió de nuevo esa punzada de deseo, ardiente como la noche anterior cuando ambos sucumbieron sin dudar, e hizo acopio de fuerza de voluntad al tenerla nuevamente tan cerca. Él no podía ser nada de eso, ni lo merecía ni se creía capaz, así que lo tomó como palabras de amor, unas tan dulces que derretirían cualquier coraza que hubiese formado alrededor de su alma. La adoraba.

Sin palabras coherentes que pronunciar, correspondió el beso con prontitud y sus manos se afianzaron de ese cuerpo que tanto le provocaba, permitiendo que la llama creciera poco a poco hasta consumirlo una vez que sus bocas encontraron el ritmo adecuado. Con una mano alzó su falda hasta tener acceso a su blanco muslo, y el simple tacto con la suavidad de su anatomía le erizó la piel y provocó un gemido que ahogó dentro de la boca de su esposa, su amada esposa. Y, un segundo después, separó sus bocas queriendo con tanto fervor ver su rostro.

Feliz con la imagen que se le presentaba de ella, procedió a besar su cuello en busca de la reacción que obtuvo la noche pasada, pues si ya estaban de nuevo en el círculo de magia resultado de la felicidad de la irlandesa, ¿por qué no celebrar su unión con mayor intimidad?

Si llegamos a tener una hija con tu cabello rojo y ojos verdes, prométeme que le enseñarás todo lo que sabes, y que crecerá con sus antepasados –una hija jamás estuvo en sus planes, y ahora salía el tema como si fuese lo más normal. Y, de nuevo, ese nombre vino a su mente: Moira. Sí, era bonito, pero le llevaba a encontrarse en un laberinto de imágenes que no lograba captar del todo y mucho menos comprender. En algún momento hablaría de ello con Heather.

Por ahora, más que listo para amarla físicamente, se dedicaba a mirar por el rabillo del ojo todo lo que sucedía a su alrededor cada vez que tocaba aquí y allá, siendo presa del mismo hechizo en carne y alma. Que los dioses de su irlandesa lo cuidaran, porque estaba siendo arrastrado a tierras inciertas y disfrutaba del camino jamás recorrido.
André Sirot
André Sirot
Prostituto Clase Media
Prostituto Clase Media

Mensajes : 47
Fecha de inscripción : 28/10/2014

Volver arriba Ir abajo

Les mystères d'une fée rouge [Heather McDowell] Empty Re: Les mystères d'une fée rouge [Heather McDowell]

Mensaje por Heather McDowell Jue Feb 19, 2015 5:57 pm

Sus ojos permanecieron cerrados, entregándose a las sensaciones que le producía su francés. Comenzaba a reconocer pequeñas cosas en relación a él, como el exquisito sabor de su boca o el aroma natural de su cuerpo. Cualquier roce producido por el contacto entre ambos le conmocionaba amenazando con convertirla en adicta a él, ya fuera debido al estremecimiento que provocaba el cálido aliento sobre su cuello, el húmedo roce de sus labios o la mano masculina que al acariciar suavemente su pierna provocaba pequeñas chispas sobre su piel.

Heather lo atrajó más hacia ella, sus manos aferrándose a su camisa y apretando la tela entre sus dedos. Su francés era suyo, no sólo por el intercambio de votos sino porque así se lo dictaba cada nueva emoción que despertaba en ella cada minuto que compartía con él. Sus dedos aflojaron el agarre para deslizar sus yemas sobre la tela que cubría su pecho, sonrió maravillándose al abrir nuevamente los ojos y así capturar con su mirada esas lagunas azules que tanto le transmitían. Podría permanecer así para siempre, tan sólo observando todo lo que le indicaban con su silencioso lenguaje.

No pasaba por alto el hecho de que no le había respondido ante su mención de considerarlo un hechicero. Imaginó que por alguna razón no creía en su afirmación, pues bien, ella contaría con todo el tiempo del mundo para demostrarle por qué lo decía, sería cuestión de empeño y persuasión.

Sonrió bajo su propia determinación y posó su mano sobre su rostro, descansando en ella su palma para que esta sintiera la textura de su caliente piel. -No imaginé que desearas tener hijos.- Alzó una ceja, intrigada. La idea de ser madre nunca había atravesado su mente aunque debía reconocer que siempre le habían gustado los niños. La posibilidad de tener un hijo de André le provocó una extraña emoción y más aún al escuchar su deseo de que creciera en su tierra. Lo miró con seriedad al percatarse de algo. -Lo prometo, pero ahora no sólo quiero que conozcas mi tierra o a mi familia, realmente pienso que deberíamos hacerlo pronto, sin esperar demasiado.-

Acababa de comprender que podía narrarle acerca de sus orígenes, acerca de quien era, describirle sus costumbres y sus creencias, pero todo eso no era suficiente, debía verlo todo por si mismo. La tierra agreste, la manera en que el sol se alzaba para iluminar sus cultivos, debía participar en sus festividades, en las competencias que irremediablemente surgían entre los hombres durante las mismas, participar en los bailes tradicionales...

Sonrió de par en par y antes de que pudiera responderle lo empujó suavemente contra el tronco alzándose sobre él y tomando las manos en las suyas las atrajo hacia su cuerpo. Prestó nuevamente atención a su boca de la cual no parecía cansarse en ningún momento, se inclinó sobre él, sus dientes mordisquearon su carnoso labio inferior, observando como este se hinchaba y su lengua delineó el arco de sus labios y los succionó con dulzura antes de introducirse entre ellos con pasión.

Aunque no había música a su alrededor escuchó claramente en su mente el sonido de las gaitas, las risas de sus desaparecidos druidas y el susurro del viento tan similar al que agitaba los árboles de las colinas que circundaban su hogar. Si, debían ir allí pronto, sentía la convicción de que su tierra le estaba llamando de vuelta.


Última edición por Heather McDowell el Sáb Mar 07, 2015 1:02 am, editado 2 veces
avatar
Heather McDowell
Hechicero Clase Alta
Hechicero Clase Alta

Mensajes : 66
Fecha de inscripción : 09/10/2014

Volver arriba Ir abajo

Les mystères d'une fée rouge [Heather McDowell] Empty Re: Les mystères d'une fée rouge [Heather McDowell]

Mensaje por André Sirot Miér Feb 25, 2015 12:46 pm

Una pregunta vagaba entre cada idea que cruzaba su cabeza, y era cómo sería ser hechicero. Si ella lo mencionó sería por algo, aunque no por ello creería tener la habilidad o siquiera el honor de pertenecer a esta clase de personas. Tampoco descartaba la maldad en ellos que abusaban de su poder… No, él jamás creería capaz a Heather de hacer tal cosa, ni de inculcar tal actitud a futuras generaciones.

Sopesó por poco tiempo su petición después de ser aturdido por el ataque de pasión entre ambos, y sonrió asintiendo con entusiasmo a su urgencia de ir a Irlanda, de hecho, si no se equivocaba, era la época perfecta para zarpar y contaba con los suficientes recursos para cubrir cada capricho propio y de su mujer. Quedarse algunos meses allá era una buena idea, también, ¿y residir permanentemente? Echaría de menos el ruido de París, las luces, el hedor de sus mercados, todo.

Pues vamos cuanto antes –dejó en su rostro una expresión seria, cuando por dentro su felicidad apenas le permitía permanecer en calma –, la próxima semana… no, mañana. Mañana iremos al puerto y si zarpa un barco, iremos de inmediato.

Era la primera vez que se embarcaría en un viaje tan largo y honestamente dudaba de su capacidad para soportarlo. Era un hombre hecho y derecho, pero cuando se hallaba rodeado de agua se convertía en un chiquillo sufriendo de mareos constantes. Pues bien, tendría a su hechicera para sanar cualquier malestar que le aquejara, aunque vergüenza le sobraba de solo pensar en lo débil que se mostraría delante de la mujer más fuerte que había conocido. Y que su padre no se enterara, pues era consciente de la actitud de los irlandeses hacia los débiles. Miró su propia mano que vagaba distraídamente por los rojos cabellos de su mujer. Sus dedos largos y finos no eran precisamente los de un hombre trabajador, aunque sabía hacer la mayor parte de las cosas que un varón estaba obligado a saber hacer. Y con cada debilidad que se encontraba, su seguridad iba disminuyendo, sabiéndose demasiado afortunado de que Heather lo amara.

Hay algo que quiero preguntarte… –besó su frente y terminó por recostarse entre las raíces de forma tan cómoda que no cambiaría el árbol ni por las almohadas de Luis XIV –¿De verdad crees que podría ser aunque sea un poco como tú? Porque, a decir verdad, me parece que tu padre querrá saber que te merezco –rió bajo, al tiempo que le pellizcaba la mejilla –Tienes suerte de no tener que ganarte a su suegra, que de todas formas te amaría tanto como yo –sin dudarlo, todos los miembros de su familia adoraría sus modales, su acento, su sonrisa y sus ojos grandes como gemas. Adorarían el hecho de que lograra que el mayor de los Sirot por fin sentara cabeza gracias a una magnífica mujer que supo descongelar el hielo en su interior.
André Sirot
André Sirot
Prostituto Clase Media
Prostituto Clase Media

Mensajes : 47
Fecha de inscripción : 28/10/2014

Volver arriba Ir abajo

Les mystères d'une fée rouge [Heather McDowell] Empty Re: Les mystères d'une fée rouge [Heather McDowell]

Mensaje por Heather McDowell Sáb Mar 07, 2015 1:02 am

¡Mañana! El rostro de Heather se iluminó permitiendo una rápida procesión de pensamientos. ¿Qué necesitarían si partían al día siguiente? Tenía todos sus documentos listos pues los había puesto en orden para poder viajar a la capital francesa. En realidad no haría falta mucho, tan solo volver a empacar la ropa que colgaba del armario de su habitación del hotel. -Eso sería estupendo.-

Sonrió siguiendo los movimientos de André con la mirada y observándolo mientras se recostaba plácidamente sobre las raíces del árbol como si se tratara de una mullida cama, visión que le hizo imaginarle descansando en suelo irlandés, tumbado a medio pasto como había visto a los hombres hacer muchas veces cuando cansados después de un día de faena se tumbaban alegres y satisfechos con los resultados del trajín del día.

Ladeó ligeramente el rostro, reflexivamente. Por supuesto ella esperaba que él adorase tanto como ella su tierra, pero de allí a que se enamorase tanto de su ciudad natal como para considerar permanecer en ella era otra cosa. ¿Qué pasaría entonces? Era cierto que había viajado a París para moverse en el ambiente musical pero nunca lo consideró algo permanente, en su mente siempre había planeado regresar eventualmente a Irlanda.

Suspiró, con los dedos acariciando finamente la frente de su amado. ¿Lo dejaría todo por él? Con la ominosa pregunta aún cerniéndose sobre ella escuchó lo que le decía. -Lamento no poder conocer a tu madre.- Se acercó entonces a él inclinándose para besar cariñosamente sus cálidos labios y luego recostarse a su lado sobre la base del árbol con la mejilla sobre su pecho, escuchando de esa forma su respiración. -Me hubiese encantado ganarme a mi suegra.-

Tras un momento de apacible silencio arrugó la nariz y elevó el rostro hacia él. -No digas eso, mi padre sabe que no soy una niña, deberá aceptar mis decisiones.- No comprendía por qué parecía tan preocupado con respecto al tema pero le conmovió que quisiera complacer a su padre. Oh, pero no todo era tan sencillo, su magia, el que fuera una druidesa... su relación con su padre era más complicada de lo que suponía André y así lo había sido por años.

- Por supuesto creo lo que dije.- Alzó el pequeño bolso de mano que descansaba sobre la grama y de él sacó la perla que le había obsequiado en la capilla. El objeto había destilado magia anteriormente cuando pasó de sus manos a las de ella por lo que ahora quiso probar algo. -Algo me dice que hay más en esta pequeña joya de lo que aparenta.- Tomó su mano y colocando la perla en su palma entrelazó los dedos con los de él, de manera que ambas manos le cubriesen.

-Dissendium.- dijo firmemente y antes de lo que cuesta abrir y cerrar los ojos, como si se tratara de una repentina explosión, sintió la magia fluir del pequeño objeto hacia los dos y percibió algo diferente a cualquier cosa que hubiera vivido antes. Era como si sus moléculas se dividiesen en miles de fragmentos para viajar de esa manera hacia un lugar determinado con mayor celeridad que la pudiese alcanzar a entender cualquier ser humano, para luego volver a unirse y permitirle aparecer sobre el suelo de adonde fuera que se encontrase ahora y ser testigo de lo que vió.

Se encontraba en otro lugar, muy lejos de los bosques de Francia, en medio de la vegetación celta, los árboles frondosos le recordaban en cierta medida a los de su infancia y el murmullo de un arroyo llegaba claramente hasta sus oídos. Observando a su alrededor, no tardó en vislumbrar las aguas que brillantes y cristalinas relucían bajo el sol, a tan solo unos cuantos pasos de distancia. A la orilla del riachuelo se encontraba un hombre vestido de negro, con ropas que a ella se le antojaron similares a las que alguna vez había visto en cuadros que representaban aquella que se conocía como la Edad Media. Se encontraba arrodillado con el rostro cerca del agua pero permaneciendo este oculto a la vista de Heather, ya que la capucha de su larga capa cubría su cabeza.

La visión logró hacer que cada uno de los finos vellos de su piel se erizaran y antes de que pudiera ni tan siquiera considerar emitir palabra alguna, el hombre se levantó como si presintiera su presencia y girando directamente en dirección a ella fijó su intensa mirada azul en la suya. Su respiración entonces se entrecortó sin atinar a despegar la mirada de él. ¿Cómo podía saber que ella estaba allí? Sus masculinas manos bajaron entonces su capucha revelando su rubio cabello y su varonil rostro mientras de sus labios brotaba una sola palabra que estremeció cada fibra de su ser. -¿Moira?-
avatar
Heather McDowell
Hechicero Clase Alta
Hechicero Clase Alta

Mensajes : 66
Fecha de inscripción : 09/10/2014

Volver arriba Ir abajo

Les mystères d'une fée rouge [Heather McDowell] Empty Re: Les mystères d'une fée rouge [Heather McDowell]

Mensaje por André Sirot Dom Mar 29, 2015 11:37 am

No le gustaba pensar en cosas definitivas, prefería ver la vida como algo cambiante e impredecible, pero si algo era certero y definitivo, era que en su nueva vida no habría cabida para la normalidad, para un matrimonio monótono y aburrido. El primer elemento era la voz de su mujer, bella, cantarina como la de un gorrión, dulce y con un acento irresistible. El segundo elemento era la magia en ella, las visiones que tendría cada vez que le hiciera el amor y la capacidad para asombrarlo en todo momento.

De cualquier forma seguía mostrándose muy escéptico sobre algún rastro de algo sobrenatural en sí mismo, pues ¿quién sería tan torpe para darle poder a un ser como él? Vale, que con Heather no necesitaría hacer nunca más de su vida lo que hizo hasta el momento, ya no robaría un banco ni seduciría personas por puro gusto, porque, como por arte de magia, dejó de ser lo que era. Con esa idea en mente sostuvo los dedos de su amada con la perla entre sus manos y sintió algo extraño, como una corriente fluyendo dentro de él hacia cada rincón de su cuerpo, sutil y al mismo tiempo intensa. Inexplicable. Tuvo que cerrar los ojos repentinamente para no huir de aquello.

De pronto, cesó. Abrió los ojos y vio su reflejo en el agua cristalina de un arroyo, tocó el líquido y lo sintió fresco; su mano mojada no podía mentirle, realmente era él. Se sintió observado y volteó, se levantó y retiró la capucha para encontrar la verde mirada de…

¿Moira? –pronunció con su voz, pero con una tonalidad diferente. ¿Por qué la llamaba así? ¿Por qué no podía detener sus pasos hacia ella? ¿Por qué se sentía tan diferente todo, y sin embargo podía reconocer cada detalle?

Sus pasos se aceleraron hasta casi correr y sostener los hombros de la joven pálida y pelirroja, su piel reluciendo bajo los rayos del sol que de pronto comenzaban a calentar la fría tierra. Su tacto le quemaba los dedos con una necesidad arrolladora, incapaz de poder hacer más que admirarla después de tanto tiempo sin ver esos ojos verdes como el bosque. La apretó contra su pecho, éste latiendo frenético contra sus costillas.

Mi reina… –murmuró contra su melena roja y perfumada con el aroma de las flores silvestres.

Y, como si supiera lo inapropiado de tal acción, la soltó y colocó una rodilla en la hierba, sosteniendo la mano de la fémina que lo miraba en silencio. Sintiendo en parte desaprobación y en parte el amor que compartían, besó sus nudillos a falta de otra zona que besar. Moría por saborear sus labios, su cuello, sus pechos… Pero era su reina, y como tal estaba obligado a venerarla y esperar a que fuera ella quien lo aceptara o rechazara, como tantas veces hizo a su capricho.
André Sirot
André Sirot
Prostituto Clase Media
Prostituto Clase Media

Mensajes : 47
Fecha de inscripción : 28/10/2014

Volver arriba Ir abajo

Les mystères d'une fée rouge [Heather McDowell] Empty Re: Les mystères d'une fée rouge [Heather McDowell]

Mensaje por Contenido patrocinado


Contenido patrocinado


Volver arriba Ir abajo

Volver arriba

- Temas similares

 
Permisos de este foro:
No puedes responder a temas en este foro.