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PARÍS, FRANCIA
AÑO 1842

Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.

Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.

¿Estás dispuesto a regresar más doscientos años atrás?



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Mensaje por Invitado Sáb Jul 30, 2011 7:14 pm

[PRIVADO]

Las cartas finalmente iban a ser puestas sobre la mesa, hace tiempo que se había estado concertando una reunión como esta y después de emisarios, mensajes, meses de sellos personales y diálogos por escrito, allá estaríamos para conocernos aunque a muchos de los presentes un vínculo nos unía sin que aun lo supiéramos. Las últimas cartas de invitación fueron enviadas una semana antes y todos los destinatarios se encontraban en Paris por lo que no debería de preocuparme la ausencia de alguno de ellos. Mis hermanos fueron notificados a su tiempo por lo que esperaba su participación en la reunión.

Llegué a Palacio Royal y mis sirvientes ya tenían todo preparado como les había indicado la noche anterior, el salón privado del segundo piso había sido ambientado para la ocasión y mientras los salones de fiestas y cafeterías de la primera planta seguirían con su actividad normal, yo y mis invitados estaríamos en un lugar privado donde nadie podría interrumpir, según mis órdenes, hasta que la reunión hubiera finalizado. Entre unos momentos en mi despacho, uno que ocupaba solo cuando me tocaba controlar las actividades del Palacio Royal personalmente ya que por lo demás dejaba a cargo a un eficiente administrador (uno de mis guardias) para que velara por mis intereses.

Espere sentado detrás del gran escritorio de madera a que uno de mis guardias entrara a avisarme de la llegada de alguno de los invitados, aun faltaban varios minutos pero sabía que eran puntuales. Este debió haber sido un evento que ocurriera mucho antes pero por diferentes motivos se había ido posponiendo, ahora era diferente, no podía posponerse más ya que la repentina llegada del sire a nuestras vidas lo había cambiado todo de una noche a otra. No quería presentarme ante él sin haber cumplido mi labor como se esperaba que hiciera, sabía que era la labor de algunos de los participantes también así que sería algo sencillo y rápido aunque con repercusiones para muchas vidas que dependían de mí y de ellos.

La puerta sonó, el guardia entro haciendo una venia y me confirmo la llegada del primer invitado. Me puse de pie y me encamine al pasillo, al otro lado de este se encontraba la sala de reuniones donde alrededor de una mesa redonda se acomodaron varios sillones de espaldar alto. En los extremos de las salas se encontraban guardias y sirvientes parados con actitud solemne, todos inmortales como los que asistirían a aquella reunión. En su momento, guardias y sirvientes, tendrían que salir de la sala y dejarnos solos, era una noche de deliberaciones.

Me senté en el lugar que me correspondía, el del rey de Inglaterra y espere pacientemente a que el primer invitado cruzara la puerta guiado por alguno de los sirvientes. Era cuestión de tiempo para que llegaran todos y solo bastaba una noche en sus vidas eternas para cambiarlo todo, porque se les había otorgado ese poder, porque eran capaces de hacer lo que quisieran.
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Mensaje por Abélard Fontaine Dom Jul 31, 2011 1:04 am



El clima de aquella noche era cálido pero en los vientos soplaban fríos hilos invisibles que se envolvían y revolvían tornando un ambiente mas templado. Un momento en que las figuras de otras ciudades encontraban sus miradas en París atendiendo la reunión que para bien o para mal se imprimiría en la historia. Un séquito de nobles, sirvientes y soldados franceses llegaron acompañando al monarca al lugar donde se daría el encuentro. La magnificencia del edificio construido varias generaciones atrás mostraba una vitalidad regia que sólo podían tener aquellas construcciones antiguas en donde el tiempo plasma las grietas de su paso inalterable y constante sin llegar a rasgar la esencia de las mismas. Unas noches atrás cambió de ser un lugar susurrante, guardado por puertas hacía tiempo silenciosas a ser la perfecta extensión del Castillo Real de Inglaterra, aún así conservaba cierto aire francés armonizando mejor con las residencias vecinas y el paisaje circundante. Las numerosas plantas en la entrada y los jardines sembrados de árboles frutales nutrían de vida un paraíso cuyo señor se desenvolvía más cerca de las sombras y las cosas frías. Después los salones invitaban a hundirse en las historias guardadas celosamente y de quienes sólo ellos eran testigos desde largo tiempo atrás.

El comité que acompañaba al Soberano aguardo su lugar en los primeros salones y guiado fue el por varias caras amables. Se contemplaban los cortinajes de terciopelo que imitaban a centinelas de luz y sombra en las ventanas y jugaban con los fantasmas negros que escapaban de las numerosas velas dispuestas en la planta baja. Los sirvientes y miembros de la corte parecían especialmente ataviados para la ocasión aunque fueran nada más que conocedores pasivos del suceso a acontecer. Se apartaban cediendo el paso y en sus rostros siempre dispuestos y maquillados con una humildad de la que no siempre eran habituales en sus vidas cotidianas, se reflejaba una notable curiosidad, los rumores se escuchaban aquí y allá conforme se sentían a salvo de ser sorprendidos y las miradas se levantaban en cuanto estaban liberadas de la reverencia formal, intentando develar o confirmar una parte del misterio.

Después las escaleras, otro intrincado recorrido por los pasillos, un corto momento de espera en lo que el sirviente anunciaba la llegada de Abélard y entonces la última puerta se abrió dejando ver un gran reloj en cuya cara las dos manecillas marcaban la hora en punto. Las campanadas del mismo sirvieron de entrada para el soberano, observó a la vez el gesto expectante y reflexivo de Dorian que ya ocupaba su lugar en la mesa redonda del salón. Éste era un poco más pequeño que los demás, la elegancia y la belleza imponente cuidadosamente estructurada sin embargo lo hacían relucir de una forma especial y única en comparación con sus hermanos de arquitectura. Muchos guardias y sirvientes custodiaban y aguardaban a las órdenes y necesidades que surgieran mientras llegaban uno a uno los grandes reyes de gran parte de Europa citados bajo el cielo Francés. Abélard le concedió una mirada templada al monarca y se acercó para estrecharle tan cálidamente como puede un vampiro. Ataviado de forma elegante pero sencilla estaba el rey francés, como quien se va a encontrar con viejos amigos y sus ropas de un azul oscuro, con finos hilos de plateados y la corbata blanca no apocaban las joyas de rubíes y diamantes que llevaba al cuello, sino que parecían parte del atuendo.

-Bienvenido a Francia Hermano- saludó cortesmente después de soltarle -Resulta poco usual ser anfitrión e invitado al mismo tiempo- sonrió con gesto sereno y tomó asiento junto a Dorian. Esta reunión resultaba de extrema importancia para el futuro de las naciones involucradas además de tratarse y pactarse el destino de la princesa, de su querida hija con el príncipe de Escocia. Siendo temas delicados a discutir esa noche Abélard conservaba una actitud segura y tranquila por sobre todo. -El clima borrascoso de estos días es favorable para salir un poco más temprano y atender los asuntos necesarios, es todo un deleite del que disfruta seguramente al igual que yo- acomodándose en el confortable sillón guardó una pausa -Aunque sin duda me hubiera gustado compartir los primeros frutos y flores de la temporada que crecen en los jardines de Versalles con usted y los que están por llegar. Llenarlos de las atenciones necesarios que corresponden al anfitrión. - inclinó un poco la cabeza dejando un corto silencio para continuar sin apartar en ningún momento la vista de Dorian - ¿Su viaje a sido tranquilo? Cuénteme como están la situación en este momento en Inglaterra puesto que aunque bien enterado estoy de las últimas noticias de muchas partes del mundo, siempre es mejor escucharlo de quién vive y rige allí.- Empezar con el tema sobre la alianza, el compromiso y los negocios a firmar en esta ocasión no era propio sin los demás involucrados presentes, además de que Abélard estaba interesado en conocer la posición de cada uno de los monarcas y tenía una firme convicción de que los frutos recolectados de esta reunión serían de gran utilidad para Francia y para su propia familia.
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Mensaje por Invitado Dom Jul 31, 2011 4:16 pm

Una carta esperaba sobre una mesa en el salón de música, acababa de entrar con un libro en la mano, Herodoto llenaba el vacio de las largas horas sin que hacer en Paris. Me encontraba en aquella deslumbrante ciudad solo con un fin y tras cumplirlo regresaría a mi tierra natal ya que habían asuntos que necesitaban de mis atenciones aunque Alex, el príncipe de Italia e hijo mío por lazos de sangre, lo mantenía todo en orden en mi ausencia. Fueron largos los años que no visitaba Francia y la visita me agrado de sobremanera pero antes de sentirme cómodo como un buen invitado debería de atender la principal cuestión que me había llevado allí, una reunión.

Deje el libro sobre la misma mesa donde estaba la carta y reconocí el mismo sello que vi varias veces antes, el sello real de Inglaterra. No me tomó más de dos minutos leerla y releerla, la hora finalmente había llegado y se me convocaba a presentarme en el Palacio Royal dentro de cinco días. A partir de esa hora me puse a releer la correspondencia anterior, la que siempre llevaba conmigo, y anotar en una hoja aparte todos los puntos en los que habíamos quedado de acuerdo a través de las reuniones en la que solo emisarios o más bien, representantes diplomáticos de cada imperio, sirvieron de nuestros portavoces.

Cuando el día llegó me preocupe de llegar puntual, me vestí como mandaba la ocasión, un terno elegante y las medallas que eran otorgadas a los reyes ya que en ese país en mi condición de invitado solo usaba la corona para los eventos donde uno se presentaba ante el pueblo, esta vez se trataba de una reunión privada con mis pares, todos nos encontrábamos en la misma posición y cada uno contaba con su propio trono y súbditos así que no había nada que presumir de lo que ya sabíamos que teníamos por igual en nuestros respectivos territorios. El carruaje espero en la puerta tan puntual como yo y partimos junto con el cortejo de guardias hacia el Palacio Royal donde fuimos recibidos por una recepción de guardias que protegían el lugar, no era para menos considerando que las cabezas de varios reinos se encontrarían bajo el mismo techo aquella cálida noche parisina.

Los guardias se quedaron en la recepción y solo dos de mis más confiados guardias flanquearon cada uno de mis lados mientras caminaba por los pasillos guiado por alguien del servicio por delante. El decorado del lugar era particular, no lo había visitado hasta entonces y me quede observando varias de las pinturas que decoraban los muros a medida que caminaba con tranquilidad, se me dijo en la entrada que ya se esperaba la llegada de los monarcas para empezar a la reunión y como esperaba, no estaba tarde. Seguido llegue a un largo corredor donde pidieron que mis guardias esperaran, estaba en un lugar donde podría confiar mi seguridad casi como en mi propia residencia así que no dude en instruirles que esperaran mientras avance solo por el pasillo hasta llegar a una puerta que fue abierta por algún sirviente justo en el momento en que llegaba a ella.

Cruce la puerta y en el interior me encontré con dos rostros que me eran conocidos, habíamos intercambiado saludos y cartas durante largo tiempo pero una reunión para hablar largo y tendido no se dio en años, no recordaba la última vez en la que sostuve una reunión con el monarca de Inglaterra y ciertamente no había tenido el gusto con el monarca de Francia hasta la noche presente. Estaba convencido de que cuando aquella reunión llegara a su final esa situación cambiaria ya que nos encontrábamos en el mismo lugar porque teníamos intereses en común y sin duda todos saldríamos beneficiados ya que en las comisiones diplomáticas no se presentó ningún desfase significativo, motivo para el cual ya estábamos conscientes de que nos presentábamos a un acto protocolar donde solo se necesitaba dos cosas de cada uno de nosotros, nuestro sello real y nuestra firma.

-Buenas noches señores, Abelard, Dorian, espero no llegar tarde- dije cuando entre, me acerque a saludarlos a ambos estrechándoles la mano, no estaba seguro de haber interrumpido alguna conversación entre ambos pero parecía ser que el rey de Francia también era un recién llegado. Después de saludarlos tome mi lugar en el sillón donde vi la inscripción del escudo de mi imperio -Esta es una ciudad que no visitaba hace mucho tiempo, me alegra que sea el centro de este magno evento- comenté dirigiéndome a ambos, delante de mí estaban dos reyes como yo, ambos inmortales, ambos presentes por la misma razón.
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Mensaje por Invitado Lun Ago 29, 2011 4:51 pm

(Perdon la demora estoy en examenes .__.)

Sabía que los monarcas serian puntuales en la mayoría de los casos, los minutos de retraso no serian significantes debido a que a todos los invitados les concernían los temas que íbamos a tratar esta noche. Me encontraba sentado en mi lugar mientras esperaba la llegada del primero que llego más que puntual, el rey de Francia cruzo por la puerta poco después de que yo lo hiciera y me puse de pie para saludar a mi igual. Estrechamos manos como era el protocolo y él se sentó donde tenía que hacerlo –Es un placer tenerte presente aunque esta reunión haya sido planificada hace tiempo es solo hasta ahora que podemos reunirnos todos, Paris se ha convertido en el centro de encuentro, en todo caso tu eres el anfitrión- dije respondiendo a su saludo, sonreí cuando Abelard menciono aquello de ser un invitado en su propio país, sin duda se refería al Palacio Royal y con la misma sonrisa que me había provocado su comentario le respondí –Este debe ser el único lugar donde serias invitado en toda Paris aunque ambos sabemos que cuando nuestras familias se unan esa condición cambiará- dije mientras levantaba la vista para ver el decorado de la bóveda –Me enamore de este lugar desde la primera vez que vine a Paris como inmortal, la oferta de compra se me presento y la aproveche a tiempo, junto con la abadía donde actualmente resido a las afueras de Paris, el Palace Royal es una de las propiedades a las que tenemos en alto aprecio toda la familia Windsor- proseguí explicándole las circunstancias bajo las que aquel imponente lugar había llegado a manos de la familia.

Empezamos a conversar mientras esperábamos a los demás, por un momento desvié mi atención a los recuerdos por lo que el acababa de preguntar, recordé las noches que hasta entonces había pasado en Paris desde mi llegada y no podía quejarme de la amabilidad francesa que se me había otorgado desde la primera noche –Sin duda he disfrutado de algunos de los ‘frutos’ de Paris pero no te preocupes por ello, aún así puedes proveer a tus iguales de las atenciones que como anfitrión quieras dar, serán bien recibidas de la misma forma en que puedes esperar el mismo trato cuando visites uno de nuestros reinos, en mi caso es pertinente afirmar que serás recibido bien en Inglaterra cuando nos honres con tu visita- respondí pensando en que después de que nuestras familias se unieran seguramente sería natural que los monarcas de Francia visitaran Inglaterra ya que Escocia se encontraba en el mismo territorio geográfico. Si de algo ya estábamos seguros era que como la costumbre obedecía, la novia se mudara a las tierras del esposo cuando se convirtiera en su consorte, eso significaba que la princesa de Francia se convertiría en la princesa de Escocia después de consumadas las nupcias pero lo más interesante sería que se convertiría en una Windsor, algo que abría que analizar con más prudencia debido a que ella era humana.

El tema se trataría también en la reunión así que no dije nada al respecto por ahora, era demasiado temprano para empezar ya que los demás reyes también deberían estar presentes para estar enterados de las repercusiones que tendría la alianza, un par de compromisos entre familias de sangre noble. De tal forma que fue oportuna la siguiente pregunta de Abelard, al igual que el conservaba la mirada en su dirección, tranquilo y algo aburrido por los segundos que pasaban sin que nadie más llegara aunque la conversación me mantenía de alguna forma entretenido -Tan tranquilo como esperaba- mentí, al principio así había sido pero me encontraba actualmente bajo una gran presión por la inminente llegada del sire, el mismo por quien me encontraba realizando aquella reunión –Inglaterra se encuentra en un periodo estable desde hace mas de 500 años, quizá los mortales atribuyen el buen manejo de la monarquía a los reyes que han estado en el trono, la realidad se esconde detrás de una sola familia, la misma que ha mantenido hasta nuestros días el poder desde aquel lejano tiempo- sonreí como si el entendiera a que me refería, para muchos era un secreto que la familia real de Inglaterra siempre rotara en el mismo puesto, el poder pasaba entre hermanos en cada reinado antes de que los mortales sospecharan de la longevidad de cada uno, de tal forma existían varios reyes que se parecían a mí, a Stephen y a Aidan siendo en realidad nosotros mismos, la gente solo decía: ''definitivamente es un Windsor, ¿no ves como se parece a su antepasado?''

Estaba dispuesto a seguir la conversación con Abelard pero llegó uno más de los invitados, Zarek Di Sforza, el rey de Italia. Se acercó a saludar según el protocolo y respondí de la misma forma mientras le daba la bienvenida a nuestro concilio –Nos honras con tu presencia Zarek- dije cuando lo vi sentado en el lugar que le correspondía. Aún faltaban algunas sillas mas por ocupar y esperaba que los restantes llegaran en los próximos minutos, era tan sencillo lo que teníamos que decirnos que la reunión no se alargaría, además que ya todos sabíamos los puntos exactos de nuestro pacto, se diría que solo asistíamos para firmar algo que con embajadores diplomáticos ya habíamos acordado pero siempre había que dejar un espacio para las dudas y preguntas que quizá a alguno de ellos podía surgirle. Éramos tres por ahora, tres de los más poderosos reyes de toda Europa y se acercaba el momento de poner las cartas sobre la mesa. –En efecto es una ciudad propicia para uno de estos encuentros, de hecho, Abelard me decía que está dispuesto a darnos la atención de un buen anfitrión ¿Qué opinas Zarek?- respondí a la última afirmación de Zarek para hacer conversación mientras esperábamos la llegada de los demás.
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Mensaje por Abélard Fontaine Lun Sep 12, 2011 4:38 am


Riqueza, lujo, finos tallados de blanquizco mármol incrustados en las paredes, los pulidos pisos que reflejaban orgullosos una bóveda decorada con los trazos graciosos y bien definidos de algún pintor famoso de mediados del siglo pasado; todo por sí mismo tenía una historia que contar y con esto enaltecer al propietario del Palacio viviente. El colorido de escudos y animales engarzados con espadas y letras de intrincado diseño, representantes de símbolos poderosos y de fortaleza reclamaba principal atención esa noche. Descansaban como leones en sueño de medio día sobre los asientos a cuyos amos respondían, identificando a cada Señor, a cada Monarca con ciertas cualidades, fuerzas, virtudes, viejas alianzas y batallas, gloriosos años, victorias, derrotas. Afuera guardaba un especial silencio. Avanzada la noche, el viento a hurtadillas escuchaba atento, siendo los oídos de la ciudad Parisina mientras esta dormía. Al reposo de los hombres, descansado nunca la pluma de la historia que fluye continua y sin tregua. No demora, errático es su movimiento. Sólo se posa en manos de voluntad firme y que dispuestas estén a perderse en la tinta escurridiza.

Dorian volvió su mirada mesurada y una calidez más natural brilló en sus ojos al pasar los primeros formalismos de etiqueta que son deber de todo Monarca. Hablando dejó entre ver la familiaridad que de este tiempo en más compartirían con efectos benéficos para ambos reinos, además de políticos también de conveniencia personal. Uno va atado al otro al fijarse en la figura de un rey.

-Las reuniones y eventos importantes toman tiempo para gestionarse y madurar- Abélard se acomodó -No encuentro momento más propicio para este encuentro y es, por supuesto, un placer que la capital Francesa funja como paisaje inspirador.- la sonrisa, los gestos de Dorian animaban un rostro que reclamara ya hacía muchos años una congelada primavera. –Grato es ser recibido con una “invitación a entrar” además de una puerta abierta- replicó sonriendo con la mirada, haciendo referencia a los mitos de frías sombras nocturnas limitadas a no pasar el umbral humano sin permiso, sin invitación. Es bien sabida la seguridad aparente basada en modernas leyes escritas sobre un mundo más antiguo que los creadores de estas. Más versátil incluso en su compresión popular. –Hace tiempo que me fue relatado, sin demasiado detalle, el cómo y porqué de la adquisición de este antiquísimo edificio francés hace tanto a los nobles Señores de las tierras del Norte. Escucharla del mismísimo Windsor que la comprara- entrecerró los ojos –es algo que no imaginé en aquél tiempo. Aunque también es cierto que si usted mismo, presentándose por mis años mortales en iguales circunstancias, me lo hubiese narrado, la sospecha y la incredulidad hubieran sido las que predominaran en mi mente- Río. Abélard escuchó atentamente y con curioso interés todo lo referente a Inglaterra, haciendo un breve asentimiento agradeciendo la invitación a visitar el País que salvaguardaba el mar y la fortaleza de carácter y espíritu de los nativos del pueblo Inglés. –Mucho tiempo hace de la última vez que desembarque allá donde los vientos fríos del norte convergen con los cálidos del sur, del trópico. Un deleite sería volver y contemplar los rostros en lienzos y piedra de su noble familia actuando como distintos hombres con un mismo apellido. Ya habrá tiempo para que me cuente los por menores, siempre lo hay para las cosas interesantes.-

Su entrada realizó el soberano de Italia, Zarek Di Sforza a quién Abélard conociera solo de mención e imágenes inmortalizadas en oleo. Del mismo modo conocía al joven príncipe de aquél reino. –Bienvenido sea- saludó a su vez levantándose para también estrechar su mano –En efecto, el rodearlos de las amabilidad y gentileza distintiva de Francia es una promesa que he de reiterarle a usted ahora que esta presente- prosiguió con la mención hecha por Dorian. Abélard conocía muy bien los puntos delicados a tratar en la reunión y eran pocos los que en verdad le inquietaban dejar en claro, sobre todo los concernientes al futuro de su hija. Mucho era el empeño puesto en mantenerla a ella y a Jean apartados del mundo enigmático e inclusive fantasioso que a él lo hubiera reclamado hacía poco tiempo. Pero aún pesaba en su mente y en su corazón el ritmo de las manecillas igual que siendo un mortal, algo que agradecía más que sufrirlo. Por ahora se enfocaba en guardar que sus hijos no tuvieran que escoger ni verse acechados por la posibilidad de la inmortalidad en no-vida.
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Mensaje por Invitado Vie Sep 16, 2011 4:32 pm

Entre en el momento en que Abelard y Dorian parecían establecer una conversación, pensé en disculparme por la intromisión pero al parecer no afecto en gran medida mi interrupción pues ambos respondieron al saludo cordial que me había acercado a darles. Me senté en el lugar que me correspondía y en seguida Dorian me puso al corriente, o eso pensaba, del tema que les había tenido ocupados antes de mi llegada. Se trataba de nuestra visita a Francia, Abelard era el rey del imperio donde nuestros pies pisaban aunque tenía entendido que el Royal Palace era un Elyseum de los Windsor, como fuera, nos encontrábamos en territorio francés y me pareció interesante la idea de Dorian y posterior confirmación de Abelard por mostrarnos la gentileza del pueblo francés para con nosotros –Agradezco el gesto y será bien recibido como confirmo que después de esta noche ustedes también serán bien recibidos en Italia, desde Roma hasta el sur podrán disfrutar de la hospitalidad que deseen pues se que con la misma he de ser recibido en sus tierras- dije haciéndoles saber que también eran bienvenidos en Italia.

Las barreras del idioma quizá separaban a nuestros pueblos pero estábamos conectados de más de una forma, todos éramos reyes inmortales y con un claro objetivo. Los conocía a todos, había memorizado sus míticas biografías antes de reunirme y al ser de la misma familia todos los presentes era evidente que dentro de esas paredes no existían secretos entre nosotros, aquellos que arduamente se ocultaban del público en general. A Dorian lo había estudiado desde hace tiempo al igual que a su familia, tenía tres hermanos además de él y todos eran príncipes en territorio de Gran Bretaña. En su familia no existían uniones matrimoniales, una coincidencia con el caso de mi familia y la creadora del rey ingles que tenía casi enfrente, era nada menos que Eliz, mi hermana en la existencia de no-muerte ya que derivábamos del mismo padre. Más cerca aún de mi se encontraba Alebard Fontaine, a diferencia de nosotros el no tenía una familia cuyos todos miembros fueran inmortales, sabía que tenía una esposa y dos hijos como también corría el rumor de que el tenia alguna relación con la extensa familia a la que pertenecíamos Dorian y yo, su presencia en el lugar confirmaba el rumor.

Vi las sillas vacías y supe quienes faltaban, uno de los hermanos de Dorian, Aidan, el príncipe de Escocia y por último, Alexei Romanov, el rey de Rusia. Éramos cinco monarcas, cada uno encargado de un territorio pero conté seis sillas, hasta donde tenía entendido no habría adición de más monarcas a nuestro pacto ya que esta reunión era inclusive tan privada que llegaba a ser junta familiar. Quizá ‘él’ se presentaría, unas cuantas suposiciones rondaban mi cabeza y no me atreví a preguntar a los presentes sobre quien más estaba invitado. Debieron pasar solo segundos en los que pensaba, me pareció que alguno de los había dicho algo pero me lo perdí. Trate de disimular con una sonrisa si es que algo hubieran dicho o si eran voces que provenían de fuera. Dirigí la mirada a la puerta por donde entre momentos antes, quizá alguien más llevaba o quizá fuera algún sirviente, de una forma u otra me encontraba ansioso porque la reunión diera inicio, los temas a tratar eran convenientes para todos.

Después de firmar el acuerdo solo me quedaría un par de días más en Paris, mi reino me llamaba, simplemente no podía pasar mucho tiempo alejado de él porque me había acostumbrado a los campos y viñedos de Italia. La arquitectura de Roma me recibía cuando pasaba días allí pero era realmente el campo abierto, el cielo despejado, las playas y la gente italiana quienes me hacían regresar más rápido de lo que me tomo convencerme a mí mismo para partir. Al regresar recordaría enviarles a mis amigos algunos barcos dotados de lo mejor de la cosecha de Baco. Por otro lado, antes de regresar tendría que presentarme ante ´él´ si es que no lo veía esta noche. La sexta silla no dejaba de intrigarme y me sumí una vez más en mis pensamientos y suposiciones, algo ausente quizá de la conversación pero también pendiente de volver a la realidad en el momento en que alguien más llegara.
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Mensaje por Invitado Vie Sep 16, 2011 5:27 pm

UNA HORA ANTES DE LA REUNION

-¡Qué! No se me informo nada al respecto- dije claramente molesto y parándome frente a él, lo que acababa de decir me había pillado de sorpresa.
-Lo acabo de hacer, date por informado. Es una cuestión que Abaddon propuso en último momento- dijo en tono serio, siempre que hablaba de él adoptaba un gesto de solemnidad
-¿Puedo preguntar qué motivos tiene?, todos sabemos que el menos apto para ese tipo de cosas soy yo, ¿Por qué no con Dorian?, ¿Por qué no con Stephen?- pregunte
-Ni yo lo sé, he tratado de interferir al respecto y aunque me pregunto lo mismo que tú, el sire siempre tiene buenas razones para proponer una mision- respondió juntando las manos de los dedos y adoptando esa actitud pensante

Me acerque a uno de los ventanales, pensé en Dominique Fontaine, la había conocido solo unas noches antes. La princesa pretensiosa, ¿Cómo diablos pensaba Abaddon que funcionaria una unión de tal índole?. Patrick no decía nada, ambos estuvimos callados por lo menos unos quince minutos, cada uno tratando de encontrar una razón válida para dicha decisión. Podía negarme, al sire no le gustaría para nada que lo contradijera pero tenía claro que si bien le debíamos lealtad a La Camarilla también podíamos abogar por cambiar la misión que se nos otorgaba, eso era precisamente, solo misiones que se daban. Por otro lado, si la cumplía probaría mi lealtad la familia y sumaria puntos a mi favor, probaría que podía pasar la prueba…quizá esta era la prueba de la que me habían hablado. Inmediatamente junto a esa idea se me vino a la cabeza que nunca había estado comprometido, volví a recordar a ¿mi futura prometida? Y estalle en una risa estridente que hizo que Patrick saliera del letargo de sus pensamientos.

Aceptaba la misión, lo haría con toda mi voluntad porque era sencilla, lo único que tenía que hacer era decir si, no me habían detallado el estado en el que se tenía que llevar el compromiso y eso era lo mejor de todo. El cómo realizar las misiones eran parte de nuestro libre albedrío. La emoción me invadió, tantas cosas que de pronto se me presentaban en una oscura imaginación, la princesa sin duda llegaría a ser mi esposa y visitaría Ravenhall, lugar del que nunca mas volvería a salir, por lo menos no como la misma persona. Me volví a Patrick y sonreí, el pareció adivinar mis intenciones y rio tan desmesuradamente como yo mientras negaba con la cabeza en señal de desaprobación por no haberlo pensado el antes que yo –Felicítame, dentro de unas horas seré un hombre comprometido- dije y reí al respecto, su risa volvió a acompañarme. –Recuerda que será parte de la familia, solo puedes disponerla hasta que le llegue el momento- agregó entre risas y yo me frote la barbilla mientras pensaba –No importa, la luna de miel se extenderá una noches y sin duda nos divertiremos, probablemente yo más que ella pero tú sabes que se tratar bien a mis invitadas, especialmente las que llegan a Ravenhall- respondí y el asintió y perdió la mirada en el techo quizá recordando la última vez que había visitado mi fortaleza en Escocia, solo él y Darren disfrutaban de estar en ese lugar, mis hermanos preferían evitarlo.

EL MOMENTO HA LLEGADO

Tenía todo claro, el reloj dio la hora y Patrick me detuvo para unas últimas recomendaciones. Me atrasé unos cuantos minutos mas solo por ello y antes de salir me grito desde la butaca desde donde estaba sentado que no olvidara arrodillarme para pedírselo cuando llegara el momento. Su broma no me cayó bien, no había pensado en ello hasta entonces y sabia que ese protocolo no lo podría cumplir, ¿Por qué razón?, Aidan Windsor no se arrodillaba ante nadie, nunca lo había hecho y nunca lo haría, incluso en mi vida de humano había sido el hijo mimado de los reyes de Inglaterra, ante realeza extranjera hacia una ligera venia cuando niño pero ante otros reyes y reinas, ni ante mis padres, nunca había estado de rodillas. A muchos les parecía una ofensa pero lastimosamente a mi me importaba un carajo lo que pensaran, algunas veces había pensado en que si realmente existiera alguien superior a mi podría siquiera pensar en inclinar un poco el cuerpo pero ¿existía alguien así?, por su puesto que no, corría por mi sangre y no precisamente por la herencia genética de mis padres humanos; la sangre de mi sire me había transmitido la locura pero sobre todo la fortaleza que le había heredado su sire. Solo Darren lo entendía tan bien como yo, solo aquellos que éramos Malkavian podíamos encontrar la razón en la locura.

Salí de la habitación con un gesto de disgusto debido a que ya iba algo tarde, sabía que mi hermano soltaría uno de sus comentarios como “Por fin decides presentarte”, él y Stephen se las daban de muy perfectos, educados y caballeros cuando en realidad me causaba risa el sojuzgamiento al que se habían sometido dentro de sus propias normas morales y éticas. Sí, yo era el desenfrenado, el rebelde, la oveja negra de la familia y muchos adjetivos más que ellos empleaban pero cuando llegaba la hora de actuar para mutuo beneficio me llamaban a reunión familiar, ¡qué ironía!, y ahora necesitaban al hermano que regia en las altas montañas, pues Escocia respondería al llamado. Entre a la sala de reuniones que Dorian había mandado ambientar para la ocasión, salude sin pasarme de lugar a lugar, un saludo general a todos los presentes no quitaría el gusto de estar ante tal ocasión –Hago presente mis saludos ante ustedes, si han estado esperando por mi espero que no haya sido demasiado- mire a Dorian divertido porque sabía que yo siempre trataba de provocarlo –podemos empezar en cuanto consideren correcto- finalice y mire alrededor. Las descripciones encajaron una a una, primero reconocí a mi futuro suegro, al pensarlo casi vuelvo a estallar en risa pero me contuve apenas esbozando una sonrisa. El padre de Dominique parecía ser un hombre de esos tan rectos y aburridos como mi hermano y el otro…también!, acababa de ver a Di Sforza, Patrick me había dicho que él era uno de sus hermanos de generación pero que diferente era de mi sire.

Mientras me sentaba pase la mirada y vi que aun faltaban dos personas, tenía entendido que solo seriamos cinco así que pensé que la sexta silla era de relleno. ¿Y quién faltaba?, el rey de Rusia…vi el escudo en la silla y me sonreí, no lo conocía pero sabía lo suficiente de él, como que era de mi generación y que era hijo del hermano de mi sire, ¿eso nos hacia una especie de primos?, de alguna forma esperaba que no fuera tan correcto como los demás presentes o me sentiría avasallado dentro de un circulo de pulcritud, rectitud, seriedad y horas largas de tedio y aburrimiento, sinceramente esperaba que no se tardara en quedar en los puntos claros y firmar. Me encontraba al lado de Dorian y me acerque inclinándome sobre mi silla para mascullar –Hubiera sido más entretenido si organizabas una cena, me pregunto cuál hubiera sido el menú- reí por lo bajo y me prepare para recibir la mirada reprobatoria de mi hermano, solo hacía falta Stephen para hacerlo mejor pero tenía entendido que se estaba ocupando de otros asuntos, quizá visitaba a los huérfanos, quizá tenía planes pare cenar del cuello de alguna joven para luego arrepentirse durante horas solitarias, o quizá solo estaba en su féretro pensando en porque había sido maldecido con una familia como la nuestra. Lamentablemente para Dorian solo podría molestarle a él con mi presencia esa noche, tendría que hacer un esfuerzo para no perder los estribos conmigo delante de nuestros demás inmortales y desconocidos (hasta esta noche) hermanos.
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Mensaje por Invitado Vie Sep 16, 2011 5:46 pm

Debí reservar el acto para después de la reunión pero temí no encontrarla despierta cuando llegara, he allí el inconveniente en tener de amante a una humana, no era una queja, ella era la mujer más lasciva que tuve en placer de conocer, nadie me complacía como ella y por eso la debilidad por su piel llevo a acostarme con mi “hermana” poco antes de salir de casa. El látigo por poco revienta la brisa de la noche en pleno campo mientras el carruaje avanzaba a toda velocidad. Los caballos galopaban a los lados porque era costumbre de todos los reyes ir precedidos de su escolta, de los guardias que se encargaban de la seguridad aunque donde tenía planeado ir no necesitara nada de ello. En otras ocasiones ya visite el lugar, las fiestas eran algo de cada día en el Palacio Royal pero esta vez no asistía a una fiesta sino a una reunión privada. Solo tenía que escuchar y firmar, mi canciller me tenía informado de los avances de las negociaciones y creía que teníamos buenos términos para entrar en el acuerdo. Fuera de eso, lo que en realidad importaba en ese acuerdo era el trasfondo, uno que sin duda iba más allá de las naciones y al que todos estábamos obligados a acceder por un mandato superior.

-Ya hemos llegado mi señor- dijo un guardia después de abrir la puerta, baje en silencio del carruaje y me encontré frente a la entrada del Palacio Royal

Las alfombras de lujo rodaron hasta mis pies dando paso a un andar rutinario, monótono, formal. Mientras caminaba arregle mi corbata, olvide hacer el nudo antes de salir de casa y solo al sentirla colgando a un lado me di cuenta de mi olvido. Los sirvientes saludaban a mi paso y se inclinaban, otros me guiaban por delante por los pasillos amplios y bien iluminados. La música se sentía nacer de todas las paredes, diferentes melodías, perfumes de azahar y estatuas finamente talladas se encontraban por todo mi alrededor, el arte ingles poseía su propia belleza.

-Por aquí por favor- me señalo un guardia cuando me vio distraído mirando un cuadro de la familia imperial inglesa

Seguí de nuevo al guardia y al doblar por una esquina me encontré con un joven malhumorado que salía de una de las puertas que conducía a salones privados, seguramente los que eran para nobles o realeza como era mi caso. Una puerta se cerró justo cuando pasaba por ahí y me pareció haber visto antes de que se sellara, el rostro de un gran conocido. Una vez más me quede parado y tratando de averiguar si era el rostro de quien pensaba que se encontraba allí, tenía la misma sensación que un par de noches antes cuando había recibido una visita que por más que anunciada era algo inesperada.

-Su alteza, lo están esperando- dijo de nuevo el guardia mientras se agachaba respetuosamente, asentí con la cabeza y volví a seguirlo

Doblamos una esquina y me encontré con la misma figura que había visto salir del salón minutos antes, reconocí que se trataba del príncipe de Escocia, uno de los Windsor. Lo vi con anterioridad en uno de los eventos del Palacio Royal, en ese entonces solo me lo señalaron, como se acostumbraba, la gente importante siempre era meritoria de atención. El que me guiaba pareció quedarse algo distante de la presencia de quien seguramente era su amo, por un momento se quedo parado sin avanzar hasta que vio que el joven Windsor entro en una habitación, supuse que sería el lugar donde también me dirigía. Dibuje una sonrisa en el rostro y pase de largo al que me guiaba

-Creo que ya se el camino, no te preocupes por anunciar mi llegada- le dije dejándolo atrás

-Pero, pero…su alteza- dijo el sirviente nervioso y alterado pero no dije nada más y avance por mi cuenta

Entre por la misma puerta por donde acababa de entrar el Windsor y dentro me encontré con que todos los citados ya estaban en sus respectivos lugares. Mire a todos y los salude con la forma correspondiente, apenas una leve inclinación del rostro ya que entre los que éramos iguales no era necesaria mayor cortesía ni zalamerías de las que todos pasábamos por estar acostumbrados a las burdas hipocresías de la mayoría de los nobles.

-Buenas noches caballeros, al parecer llego a tiempo y si no es así disculpad, el transito me ha demorado- dije en un tono de broma, era una de las excusas que se escuchaban a diario y por supuesto, por el tono que empleaba, quedaba claro que era un sarcasmo.

Tome mi lugar que quedaba en medio de Abelard Fontaine y Zarek Di Sforza, la noche prometía mucho aunque no fuera de fiesta ni se extendiera hasta el amanecer. Dispuesto a escuchar, opinar y salir con un acuerdo de beneficios firmado, me quede esperando a que diera inicio la reunión ahora que estábamos todos los invitados presentes.
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Mensaje por Invitado Vie Sep 16, 2011 6:10 pm

Conversamos con Abelard sobre la conformidad que ambos sentíamos al vernos finalmente en una reunión que se tenía planeada hace bastante tiempo. El sin duda tenía razón, los planes necesitaban su tiempo para madurar y ejecutarse, este había tenido el tiempo suficiente y la ejecución era la fase final de una serie de acciones que se llevaron a cabo desde diferentes puntos de Europa para reunirnos a todos allí. –La entrada es un honor que se nos ha permitido a todos en diferentes tiempos, ahora que se ha cruzado esa brecha te acostumbraras a un ideal en común, es la única forma en la que nuestra raza y sobre todos, nuestros intereses, pueden perdurar en un tiempo tan eterno como nosotros- le dije entrando un poco más en confianza. Abelard era algo así como el nuevo miembro en algo que transcendía más allá de los imperios que regíamos. La Camarilla solo reclutaba a los mejores y antes de reunirme con el había llegado a mis oídos que el rey de Francia había sido escogido por un grupo particular y por un individuo igual de particular. Sin duda ahora nos unía algo más que el ser monarcas y como el había dicho, se formaba un lazo que nos convertía en hermanos, si bien no de sangre si de ideales.

-Sin duda ahora la perspectiva de los hechos es diferente- afirme en respuesta al otro tema que habíamos abordado solo por conversar, el motivo por el que el Royal Palace le pertenecía a mi familia. Uno de los tesoros de los Windsor, nadie podía culparnos, como todos los inmortales nos enorgullecíamos de nuestras adquisiciones, en especial de aquellas que fueran fuente de placer en la no-vida. Todos encontrábamos el lugar como parte de nuestras vidas, nuestras visitas a Paris eran varias durante el año y por ello mismo no habíamos considerado nunca el tener que deshacernos de nuestros inmuebles. Ahora este lugar nos servía de centro de reuniones, era un punto de encuentro para todos aquellos a los que la noche guardaba en una secreta existencia. Uno de los hermanos mas había respondido a la invitación e hizo su llegada oportuna, el rey de Italia pasaba a sentarse a la mesa donde un acuerdo formaría en adelante una prueba más de la historia se hace en horas y no precisamente en décadas, fueron decisiones tomadas en cuestión de minutos las que alteraron el curso de muchos destinos, cada uno de nosotros teníamos los destinos de naciones en nuestras manos.

Después de dar la bienvenida a Zarek le puse al tanto sobre la promesa que acababa de hacer Abelard, pareció recibirlo de buena cara y afirmo que también seriamos bien recibidos en Italia, no podía ser de otra forma, los territorios aliados serian como parte de los nuestros debido a que prácticamente todos recibiríamos el trato que mandaba la gran hermandad. Desde Inglaterra hasta Rusia se extendería un poderío unificado bajo una sola bandera, la de La Camarilla –Te tomare la palabra, hace tiempo ya que quería regresar a visitar Roma, me parece una ciudad por demás atractiva y por supuesto, un aporte para los pontífices no está demás, después de todo son tiempos en los que la santa iglesia es una poderosa aliada- dije remarcando la labor que había llevado Zarek al dejar que los pontífices se establecieran en la sede romana. Era irónico que alguien de nuestra condición fuera el mayor benefactor para esa causa, quizá porque él aun creía en que podía rescatar su alma mientras algunos de nosotros sabíamos que desde el momento en que habíamos aceptado la maldición, no había marcha atrás.

Sorpresivamente o más bien, tempestuosamente, llego Aidan a la reunión con la usual entrada que denunciaba una falta de tacto ante quienes tenía por delante. En mi caso ya había abandonado su causa hace tiempo, era simplemente vano luchar para enmendar un árbol torcido pero por lo menos podía tener la educación de saludar con propiedad a los monarcas que él no conocía. A veces me preguntaba si el realmente no pensaba en sus acciones, seguramente no se daba cuenta que aquella era la primera impresión que daba de presentarse ante alguien que pondría el futuro de su hija para unirlo con el de él. Trate de disimular su sarcasmo como si fuera natural -Llegas puntual y como siempre nos deleitas con tu compañía- respondí y lo mire duramente para que se callara y tomara asiento junto a mí. Después de que lo hizo se acerco a comentar una de sus tontas ocurrencias, le dirigí una mirada y no dije mas, no era el lugar ni el momento para responderle ni mucho menos pedirle que mantuviera la seriedad del caso.

Alexei llego en el momento oportuno ya que acababa de cruzar la puerta, era el último rey al que se esperaba para dar comienzo. Saludo a todos con propiedad y asumió su lugar –Justo a tiempo, se bienvenido a la reunión, creo que esta demás que los presente porque sin duda ya conocemos con quienes vamos a tratar. Las constantes cartas que nos comunicaron y los retratos que hemos visto seguramente bastan para que tengamos una idea de quienes somos- aclaré por no decir más, en realidad todos teníamos fieles sirvientes que se habían encargado, sin duda alguna, de ponernos al día sobre la vida y obra de los monarcas. Espere a que todos se terminaran de saludar, conocer y tomar sus lugares. Al parecer los sirvientes también estaban pendientes ya que entraron dos a llenar las copas de vino y servirlas en sus lugares respectivos, al salir cerraron la puerta como tenían ordenado. Note que Zarek miraba la silla que estaba vacía, sonreí porque si bien no se trataba de un rey al final de la reunión tendríamos la visita de alguien enviado con una misión, no dije nada ni lo diría hasta que él llegara.

-Ahora que estamos reunidos creo que es pertinente que demos inicio a este concilio, todos estamos consientes de los puntos que vamos a negociar porque nuestros diplomáticos se han encargado de llevar nuestras voces de modo que para no alargar las horas pasare a leer todos los puntos que hasta hoy hemos pactado y que en esa reunión quedarían por aprobar para su futra consecución- dije dirigiéndome a todos los presentes. Esperaba que el irreverente que tenia a lado no me interrumpiera y afortunadamente no lo hizo por lo que los demás, que si se mantenían serios en cuanto al asunto, esperaban que comenzara. Frente a mi tenía varios papeles redactados y seguí el orden de los mismos que había tenido la fortuna de preparar antes de la reunión –Por lo que conviene a los monarcas de los países de Francia, Inglaterra, Escocia, Italia y Rusia, firmamos el presente acuerdo de alianza bajo las siguientes condiciones: todos los monarcas cuyos nombres figuran en este documento aceptan de propia voluntad el pertenecer a la alianza; los estados integrantes se comprometen a cumplir con los acuerdos a los que se ha llegado en el concilio; la alianza se sellara de la forma en que los monarcas consideren conveniente si fuera necesario, de lo contrario basta el sello real de los imperios para que el documento empiece a tener efecto en los territorios que competen a cada monarca- leí y me calle un momento por si surgía alguna duda, aparentemente no había ninguna y si fuera el caso podrían plantearlo cuando terminara la siguiente parte. Para no aburrir a la concurrencia con las palabras decorativas solo leí las partes claves, la siguiente era los acuerdos a los que habíamos llegado –De tal forma que todos los imperios integrantes acordamos: unificar nuestras fronteras bajo el precepto de alianza para fructificar nuestras relaciones diplomáticas, económicas, comerciales y militares; las decisiones políticas de cada imperio conservaran su total individualidad y no se permite intromisión de otra nación en las decisiones de los monarcas para con su pueblo- concluí, mire a todos y explique –Los puntos que luego se desarrollan son de conocimiento de todos, la alianza implica mediante esos puntos que seremos huéspedes honoríficos en los territorios que estén unificados, el intercambio comercial crecerá y si en algún momento algún imperio lo necesitara, puede pedir un préstamo monetario a otro para la conservación de la monarquía. Por último, el aspecto militar se desarrolla bajo los puntos de que cualquier estado que lo solicite tendrá apoyo militar de los demás estados parte de la alianza solo en caso de que se vea amenazado o en conflicto bélico contra otro estado que no forme parte de nuestra alianza- deje el papel en su lugar, levante mi copa y bebí un poco de la copa de vino, busque otro edicto y me dispuse a leerlo.

-Hasta ahí se presenta el acuerdo marco que pasara a los ojos de las cortes reales, a la de los nobles y a la de los ciudadanos. Sin embargo, como todos sabemos, hay un acuerdo que se llevara a cabo también en nuestra condición de inmortales puesto que las generaciones de los mortales pasan como las estaciones del año mientras nosotros nos conservamos en el poder década tras década- dicho esto resumí en una frase el acuerdo secreto que se firmaría entre las naciones –En nuestra condición vástagos pertenecientes a la Camarilla, los presentes reyes se comprometen a: cumplir con responsabilidad y lealtad los ideales que persigue La Camarilla dentro de los territorios que se encuentran bajo nuestro dominio. Esos ideales son: procurar mantener el secreto de nuestra existencia ante los ojos de los mortales y asegurarnos que las noches venideras sean eternas para nosotros y para nuestros descendientes; evitar, mediar, frenar toda clase de conflicto que pueda surgir entre razas ya que el dialogo seria nuestra principal arma para establecer negociaciones; la familia vampírica y sus miembros se respetan en todos los territorios unificados y se los trata como huéspedes honoríficos; toda traición se pagara con la máxima pena y el monarca del país donde se descubra la traición será el responsable de que la pena sea aplicada- dicho esto volví a dejar el papel sobre la mesa y los mire a todos esperando que empezaran a hablar ya sea confirmando su aceptación u observando algo que no les pareciera, después de todo algunas personas solían cambiar de opinión.
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Mensaje por Abélard Fontaine Sáb Sep 17, 2011 12:04 am


La mirada atenta podía descubrir en una de las paredes más lejanas, del lado opuesto al escudo Inglés, un viejo pergamino mancillado por el tiempo que sugería con gracia la edad del mismo, en este se dibujaban con líneas finas de tinta oscura los relieves montañosos, los ríos serpenteantes, las coronas frondosas de los arboles que formaban grandes bosques, las ondas que simulaban las olas y mareas de los antiguos mares que circundaban las costas hasta más allá de las tierras meridionales. Para el ojo humano podría quizá pasar desapercibida la línea de un papel más joven añadido al primero anexando a éste las tierras de las Nuevas Indias, mejor conocidas ahora como América. Espacio vacío antes fue imaginado como el fin del mundo, donde las aguas saladas encontraban su desembocadura y los navegantes incautos el camino hacia caída larga y mortífera; ahora surgía de años incontables y décadas, siglos indescifrables una nueva civilización, una nueva cultura, una nueva tierra que conquistar. Oportunidad también para las generaciones actuales de las antiguas casas Señoriales de comenzar otra vez y corregir en los salvajes indómitos y primitivos de aquellas junglas vírgenes los errores pasados en un mejorado reflejo de oriente, de la modernidad. Firme convicción tenían de moldear el carbón en diamantes para guardarlos en los baúles y Arcas doradas y plateadas incrustadas de joyas de nombre y creador olvidados, de agregarlos a los cuantiosos tesoros adquiridos a través de las diferentes manos unidas por sangre a lo largo de las eras que vieran salir y ponerse el sol con cada monarca. Divisiones de fronteras avanzaban y retrocedían junto con el caminar de los reyes sobre el mundo, esto se apreciaba en las sombras grises sobre el papel amarilleado, que una vez fueran oscuras y de firmeza remarcada, ahora borradas, ahora custodiadas y lamentadas por los fantasmas sin trono y los guerreros sin espada. Alianzas y Enemistades son tan cambiantes como los sentimientos que alberga el corazón humano, tan fugaces como los pensamientos y tan frágiles como los sueños cuando se duerme tranquilo. Respeto es el que uno le debe a la tierra, a sus habitantes, no a las murallas y las piedras que terminan por ser lo más inestable en este mundo humano, carentes de significado si no hay a quien custodien y protejan.

Dorian hablaba de las oportunidades que brindaba el ideal defendido y vigilado por una Antigua Casa de seres nocturnos. Se mantenían al margen del conocimiento público, moviéndose cuando la atención de los demás estaba puesta en el descanso y las promesas del mañana.

-Asegurar nuestros intereses y la perpetuidad de nuestra existencia presente igual que la pasada, es una justa causa que debe ser defendida y observada con cuidado para que pueda adaptarse a los tiempos venideros- concordó Abélard, agradeciendo con un nuevo y cálido asentimiento la invitación a Roma del rey Zarek. Roma, el Imperio que la erosión del viento transformó en capital de otro nuevo. Nada es eterno.

El abrir de las puertas produjo una ligera ráfaga de viento que sin embargo no llego a perturbar los cabellos o las finas telas de los que se hallaban reunidos, anunciando al noble regente de Escocia. Su presencia recordaba a la temprana madurez de un Señor fuerte, jovial e impulsivo; su edad se podía adivinar mejor en los ojos velados por otros años lejanos que podrían ser contados solamente por los que al igual que él caminaron por el crepuscular camino de la inmortalidad. Abélard lo saludó con una tranquila mirada. -Bienvenido sea, Príncipe- completó dedicando unos momentos su atención en la figura del Señor de Escocia. Entonces entró el penúltimo de los invitados a la reunión. Alexai Romanov, monarca de Rusia. Honor hacía con su persona y su saludo a la tierra inhóspita, inquebrantable, fuerte y fría de la que provenía. Otra mirada y una inclinación de cabeza ligero pero cordial fueron la respuesta de Abélard. Casi estaban completos ahora y mientras aguardaban al misterioso invitado al que pertenecía el último asiento y escudo, Dorian comenzó a leer resumidamente pero sin omitir los detalles importantes el acuerdo a firmar esa noche. Todos guardaron silencio escuchando detenidamente y con estudio cada una de las implicaciones que suponía cada punto a tratar y de cada país involucrado.

Abélard tomó con la mano derecha la copa servida por uno de los dos sirvientes que hacía unos momentos pasaran a disponer para los presentes. La sostuvo aunque sin beber de ella dejando terminar a Dorian de leer todo el acuerdo. -Así es como hemos dispuesto por medio de cartas en conjunto- comenzó después de una breve pausa de reflexión silenciosa –Existen sin embargo algunas cláusulas que serán sin duda convenientes para un tratado de tal importancia- recorrió su mirada pasando por los semblantes de los nobles Señores reunidos antes de proseguir –Primero. Si alguna de las naciones pertenecientes a esta alianza traicionara o atacara de algún modo a alguna de las otras, deberá ser tomada como una deserción automática y será una declaración de guerra al mismo tiempo de las otras en defensa del insulto o falta cometida. Así los habitantes de dicho país se ven engarzados con el destino de sus gobernantes, como tiene que ser- irguiose Abélard en el asiento y continuó –También y dado que todos los presentes profesamos y defendemos el poder Papal con sede en Roma, a la Iglesia Católica, comprometámonos entonces a perseguir con dedicación y mano implacable a los herejes y los paganos que son incitadores de revueltas y causantes de muchas guerras civiles e inestabilidad en el pueblo. En estos tiempos es insólito que como en el Medievo aún seamos parte de un oscurantismo en toda Europa. Así pues es importante defender a los creyentes y motivar su fe puesto que está íntimamente relacionada y compenetrada con el poder que va más allá del adorno que una corona otorga- hizo otra breve pausa –Dado que la alianza de Francia con el país de Escocia también lo será de sangre, he de hondar un poco más en este tema- fijose en Aidan –No me es ahora extraña una de las premisas de la Caramilla, acerca de mantener en secreto la existencia de nuestra naturaleza así como de otros que la comparten, requiero la respetuosa promesa suya, Príncipe, hermano Aidan, para poder firmar el compromiso nupcial entre su persona y mi hija, la princesa Dominique Fontaine, de que mi familia entera, mis descendientes, mi linaje no será combinado con la sangre inmortal por ningún motivo, premeditado o accidental. Nadie que comparta mis lazos, ya sea por parentesco o por ley, como mi reina y esposa Geraldine Fontaine, será un ser nocturno. Violada esta promesa será considerada por Francia y por la corona como traición al pacto hoy firmado y pido el apoyo de todos los hermanos, que hoy son testigos- Sostuvo la mirada de Aidan en todo momento mientras hablaba, después volvió a fijarse en los demás monarcas con los que compartía la mesa y prontamente la tierra y las grandes empresas de paz y guerra. Aguardó respuesta de ellos bebiendo un trago de su copa. Se sentía complacido con la diferencia que supondría su firma y nombre en un espacio antes en blanco en conjunto con los demás, pero el entusiasmo que pudiera sentir no nublaba su juicio ni su templanza a la hora de aclarar los detalles, no importaba que eso significara demorar un poco más. A todas las cosas que valen la pena debe obsequiárseles el tiempo que requieran so pena de terminar a medias y funcionando sin el esplendor que hubieran tenido, se derrumbarán pronto con el paso de los días pues carecen de un pilar y una esencia auténtica.

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Mensaje por Invitado Miér Sep 21, 2011 5:56 pm

Dorian hablaba con razón cuando se dirigió a Abélard y a mí, allí estábamos para velar por nuestros intereses y, como bien estábamos de acuerdo, estos eran compatibles en casi toda su extensión, de allí que tantas naciones nos pusiéramos de acuerdo para reunirnos en un mismo lugar; por detrás, también sabíamos que todo la fachada de alianza protocolar solo era un acto de firmas para formalizar algo que La Camarilla había estado construyendo por años, no sin razón todos los presentes éramos hijos del mismo Sire aunque en el caso de Abelard era diferente ya que él era uno de los Justicar hasta donde tenía entendido y seguramente esto ya era del conocimiento de los demás. Como era de esperar tampoco me había presentado desconociendo las vidas de las personas con las que estaba tratando y la función que desempeñaban como que en aquella sala hasta el momento yo era el único miembro de segunda generación de la familia y que los demás, jóvenes a comparación de la rama a la que yo descendía, aún estaban en periodo de prueba para su aceptación dentro de La Camarilla. Sería gratificante y sin duda productivo observar a los hijos de mis hermanos y quizá, en algún momento, someterlos a comparación con mi neófito, el actual príncipe de Italia. En el caso de Abelard no podía decir mucho, no provenía de una rama familiar de línea de sangre vampírica pero había sido elegido para tomar un puesto como Justicar, sabiendo quien se encontraba dirigiendo a esto me imagine que al rey de Francia debieron sobrarle meritos por el lugar de élite entre los guardianes de la noche.

-Esperare la visita de ambos para cuando les parezca y desde luego que los pontífices también recibirán de bien el apoyo que esperan de las monarquías europeas- respondí ante el comentario de Dorian. Al contrario de lo que algunos creían sobre mí, no era un católico de vocación, aún rendía culto a algunos de los dioses de mi antiguo imperio romano. El hecho de que velara por la salvación de mi alma no pertenecía a una religión especifica, simplemente me negaba a creer que toda ella se había consumido en la muerte. El catolicismo, por otro lado, era como Dorian decía un buen aliado, no solo para mí sino que para todo mi pueblo; humanos, brujos, gitanos y seres de la noche también habitaban en mi territorio y mi deber era proteger a todos aquellos que aspiraran a una vida honesta. Los criminales en todas sus clases se los dejaba a la santa inquisición sin parpadear, a la gente honrada, fuera de la condición que fuere, la protegía con todo el poder que se extendía en mis tierras. El ser rey no solo implicaba llevar una corona y una vida agradable, la responsabilidad era enorme y para una vida de eternas noches había encontrado que era mejor hacer los días felices de mi pueblo.

En algún momento sin que me diera cuenta, quizá porque me encontraba en demasía sumergido en mis pensamientos, llego el príncipe de Escocia y, como yo bien estaba enterado, también miembro de la familia Windsor. Lo que sabía de él no era de mi completo agrado, su forma de establecer el orden era contraria a la mía y sin duda nuestra filosofía se podía encontrar en extremos. Como gobernantes yo decidí lograr el equilibrio a través de la paz y él joven a través del horror pero no lo juzgaba, estaba en sus venas, era un innegablemente hijo de Patrick. Allá, en un tiempo pasado, yo llegue a conocer y a convivir con los gemelos Stark, eran mis hermanos de línea de sangre y en su momento los había admirado a ambos pero con el pasar de las décadas sus técnicas me resultaban excesivas cuando las aplicaban, su rigurosidad marcaba la fatalidad y la bondad nunca se había aproximado a sus miradas en todo el tiempo que logre vivir con ellos. El rey de Rusia confirmo mis memorias al pasado, apenas llegado minutos después de Aidan Windsor, Alexei Romanov mostraba el tinte dominante y suspicaz de Tom. Al verlos creí regresar al pasado y ver en ellos a aquellos dos Stark, en cambio, cuando veía a Dorian la diferencia era notable, el porte elegante, la seguridad en sí mismo, la prosa envolvente; Eliz había sido una perfecta maestra en el arte de la infalibilidad. Estaba seguro que Abelard hubiera pertenecido a su línea o a la mía si se lo hubiera encontrado en otro tiempo ya que no encajaba en ningún otro de los clanes existentes después de tomarme el tiempo en analizarlos.

Salude a los dos jóvenes recién llegados, podían tener más de cien años pero para alguien en mi posición eran en efecto jóvenes. Con cortesía me dirigí a cada uno de ellos diciéndoles que era un gusto finalmente conocerlos y volví a asumir mi posición en mi silla esperando esta vez con toda la atención sobre la mesa a empezar la reunión. Antes de iniciar un par de sirvientes entraron y sirvieron vino, era algo por lo que debía agradecer ya que mi garganta la sentía seca, creo que fui uno de los primeros en beber un sorbo mientras Dorian se apresuraba a dirigirse a todos y a comenzar con la lectura de todo aquello que habíamos pactado en los últimos meses a través de correspondencia que iba y venía casi todo el tiempo. Asentí mientras el leía, no había olvidado nada de lo tratado o eso me parecía pero por si acaso hice un recuento mental de todo lo que mencionaba para tener la seguridad al final de la noche de estar firmando un acuerdo con el que me encontrara plenamente conforme. Todos esperamos a que él terminara de leer y solo cuando hubo la pausa que daba lugar a nuestras voces empezaron las opiniones, el primero fue el rey de Francia y voltee el rostro para escucharlo. Abelard se refirió a unas clausulas que debían añadirse y estuve de acuerdo con la primera parte, por la siguiente me encargaría de aclarar mi perspectiva en su momento.

Bebí otro sorbo de mi copa y mi mirada se dirigió al príncipe de Escocia ya que Abelard paso a referirse directamente a él, hasta el momento no tenía idea de que el acuerdo se sellaría con un compromiso de por medio entre la princesa de Francia y el príncipe presente. Al parecer el matrimonio no tenía motivos afectivos y solo eran obligaciones con sus posiciones de nobleza lo que los obligaría a tal acto, no me pareció en absoluto obligar a dos jóvenes a casarse, finalmente allí ya estábamos los reyes para sellar una alianza y no veía que hiciera falta más. No dije nada hasta que Abelard termino de hablar y pidió que nos pronunciemos respecto a su posición. Yo empecé ya que tenia bien claro mi pensamiento para cada una de las clausulas. Me aclare la garganta antes de hablar –Voy a poner mis ideas en orden y disculpen si abarco los diferentes temas que ha tocado nuestro hermano Abelard pero creo que es necesario que se establezcan algunas aclaraciones ahora que tenemos todas las cartas sobre la mesa- dije refiriéndome a todos como mis antecesores con la palabra lo hicieron –En primer lugar, estoy de acuerdo en que la traición de alguna de las naciones se castigue pero como sabrán mi postura es la pacifista, solo en un extremo llegaría a participar de una guerra y hay un motivo en ello: la gente inocente muere en nombre de su país y no encuentro nada honorable en ello- asumí una postura seria ya que precisamente era muy duro cuando de temas de guerra se trataba –Quizá el anfitrión pueda aclarar este punto, ¿se tomara el tema de traición como un conflicto entre estados o se lo tratara bajo las normas de La Camarilla?- dije dejando la pregunta para que sea respondida, hasta allí Abelard había dado en el clavo, era algo que necesariamente debía ser aclarado.

-En lo siguiente, ya que como directo implicado me debo a lo que ocurre en la sede de los pontífices hago de bien la opinión de Abelard en cuanto es nuestra obligación como monarcas el aportar a la iglesia, profesemos o no. Motivos hay muchos y por mas irónico que les parezca, siendo nosotros seres nocturnos, el pueblo se alimenta de la religión en muchos casos. Además de ello, mantenemos en línea conveniente a nuestros intereses todo lo concerniente con la santa inquisición, es decir, si no portáramos una corona, si ellos no creyeran que somos humanos ya que actuamos como tales, seriamos perseguidos por los cazadores como muchos de los vampiros con los que compartimos la eternidad si no bien la sangre- explique y moje los labios con un sorbo de vino para continuar –Entro en desacuerdo en cuanto a entrar a una cacería de herejes, nuestro propio código estaría en contra de nosotros de hacerlo ya que poseemos poderes sobrenaturales y por tal motivo podríamos ser vistos como herejes en caso de un descuido impredecible, no ha sucedido nunca pero no podemos estar seguros de que quizá alguno de nuestros vástagos pueda errar o que incluso amigos o familiares den cuenta de nuestra naturaleza. Opino que dejemos el asunto de los herejes en manos de la iglesia y que protejamos nuestros intereses y a los nuestros como dé lugar- finalice con este comentario en cuanto a la iglesia. En si nuestro papel era alimentarla pero dado a nuestras naturalezas era mejor para nosotros no meternos a fondo en temas de lo sobrenatural para no develar nuestra identidad accidentalmente. La iglesia tenía sus mecanismos de control por lo que era mejor tener gente dentro para la administración de los asuntos que mejor nos convenían.

Finalmente aborde al último tema después de unos segundos que me tome para aclarar mis ideas –Por último, remarco la preocupación de Abelard por su hija, no tenía idea que siendo humana contraería compromiso con el presente príncipe de Escocia. Apoyo sus motivos por los que ella no debe transformarse en una inmortal pero a la vez con ello niego que sea concebible la idea de un compromiso ya que en tal caso, ¿Por qué comprometer a una mortal con un inmortal?. Como sabemos ella envejecerá y el no, ¿no viola ello nuestra ley de mantener en secreto nuestra naturaleza?, la joven tiene una vida mortal, déjenla vivir esta sin obligarla a una vida llena de secretos porque le guste o no a Abelard un matrimonio de este tipo terminara alejando a su hija de la sociedad mortal para incluirla dentro de la sociedad de la noche. Si un acuerdo en el que participamos cinco soberanos estará condicionado al resultado de un matrimonio entonces señores ¿Qué hacemos aquí? Es todo lo que por ahora tengo que decir- concluí y deje la palabra al siguiente. Esperaba haber dado mi punto, no entendía porque se daría una traición en la que todos nos veríamos implicados si dos niños no lograban entenderse en su vida marital, inconcebible.
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Mensaje por Invitado Vie Sep 23, 2011 5:23 pm

Zarek Di Sforza y Abelard Fontaine me saludaron casi al mismo tiempo que mi hermano, realmente no me importaban los protocolos del saludo ni mucho menos preguntarles como estaban ya que poco o nada me importaba. Respetaba sus autoridades más que las de otros vampiros pero eso mientras se encontraran al margen de mi vida como hasta el presente, quizá no pudiera decir lo mismo en el caso de Abelard después de que me comprometiera con su hija. Me preguntaba si a ella le consultaron opinión, quizá no, algunas princesas solo obedecían lo que les mandaban los padres y como en la mayoría de los casos ocurría lo natural, la niña que permanecía bajo la tutela del padre pasaría a la tutela del esposo y se convertiría en una buena consorte si no deseaba que su honra estuviera en juego. Conocía de memoria las vidas de muchos predecesores o gente de la nobleza y todos eran así, incluso me preguntaba cual sería la dote de Dominique para que yo me casara con ella ya que el dinero era lo de menos al poseer ya mi familia una cantidad tan incontable como los años de todos los Windsor juntos.

Apenas logre pensar esto vi a Romanov sentado, no me había fijado en su llegada y pensé que debió ser detrás de mis pasos que hizo su entrada debido a que no me había tomado mucho tiempo en pensar una o dos cosas. Evidentemente fui el ultimo en saludarlo y se puede decir que observando por unos instantes si se diferenciaba de los demás. Podia decirse que asi era en algún sentido que no conseguía descifrar, el permanecía en cierta medida serio pero quizá hubiera podido reconocer un atisbo de burla en su mirada si de pronto mi hermano no se ponía como estatua parlante para recitar aquello que era del conocimiento de todos, nos hubiera ahorrado tiempo si solo firmábamos, estrechábamos manos y nos íbamos todos conformes con los resultados obtenidos. Tener que escucharlo y demás opiniones empezaba a ponerme de mal humor ¿Por qué? Pues no tenía paciencia para escuchar argumentos que nos llevarían al mismo final.

Nuestros padres estarían orgullosos de él pero a cambio yo me reía de su solemnidad, Dorian era la imagen de una rectitud que se deshacía como ceniza en cuanto los demás no lo veían, solo Stephen y yo sabíamos con exactitud los vicios de nuestro hermano y quien realmente era cuando estaba solo, alguien diferente del señor seriedad al que miraba con cierta atención mientras reprimía las ganas de reír. Los gestos de los demás, ilustres! Eran tan serios que parecía que estaba en una reunión de ancianos, sus jóvenes aspectos solo eran eso, fachadas de hombres quizá tan viejos como yo o más jóvenes en años vampiros pero que no habían conservado la vitalidad de tener unas noches más entretenidas que las que habían tenido cuando eran humanos. Alexei quizá era el único que no era igual a los demás, aun no lograba descifrar el extraño gesto en su rostro como si esperara el momento adecuado para hacer o decir algo y me preguntaba que sería si es que algo así se daba.

Al terminar Dorian con su largo resumen, gracias a Caín que no había leído la versión extendida, dio paso a que los demás hablaran y yo empecé a jugar con la copa de vino que tenía delante porque cuando llegara mi turno planeaba solo afirmar mi acuerdo con todo lo dicho. Atrozmente para mi habían elegido jalarme la lengua para obligarme a hablar. El futuro suegro, aunque esto ya se ponía en duda, había sido el primero en opinar. Sus primeras observaciones me tuvieron sin cuidado, como regente de Escocia mi tierra pertenecía era anexa a la de Inglaterra y como Dorian era el rey si él iba a guerra en cualquier situación por causa y efecto yo también lo haría y si alguien iba en contra de Inglaterra de la misma forma se buscaban a Escocia de enemigos. Para ocasiones como aquellas sabía que era bien solicitado por mis hermanos, podía ser la oveja negra de la familia pero mis métodos en campo de batalla resultaban mucho más eficaces ¿Por qué? La guerra era un juego donde solo existía un ganador y yo me aseguraba de serlo con un solo lema: destrucción total del enemigo. No opinaría respecto de ese tema. ¿Y la iglesia?, mientras les llegaran mis aportes que mas daba, de todos modos los de la santa inquisición se deleitaban en mi tierra, sus métodos de tortura no eran contrariados y ellos eran de los pocos que tampoco contrariaban los míos, teníamos un pensamiento en común: para llegar a la pureza del espíritu humano había que cavar hondo entre piel, musculo y hueso.

Pensaba en que pasaría de largo de opinar al respecto mientras escuchaba a medias las respuestas del rey de Italia quien parecía argumentar tomando en cuenta lo bueno y malo de todo lo dicho. Yo esperaba mirando a Abelard con una sonrisa divertida en el rostro y es que en verdad había logrado cambiar mi inicial opinión sobre el tener que escucharles, ahora si me vendría bien decir algo ya que era el directo implicado pero por educación decidí que Zarek terminara de dar sus opiniones. Muchos minutos después lo hizo pero yo no perdí la sonrisa ni la emoción que aguardaba en la punta de mi lengua, sentí un momento de ellos la mirada de Dorian sobre mí, tal vez una advertencia para que midiera mi prosa pero eh! Era un rey tan libre como los demás, tenía derecho a mi voz y voto y más cuando sabia que todo lo que saliera de mi boca era dicho con toda la intención que le ponía. –Dejare que Dorian hable por mi respecto al tema de la guerra y al de la iglesia, si no me equivoco pensamos lo mismo al respecto, ambas son un fastidio en verdad- fue lo primero que dije y mire a Dorian cuando lo nombre, tal vez el vería raro que yo dijera algo como dejarle que hablara por mí, no era para que se acostumbre, solo quería ganar tiempo y esfuerzo para ir directo al grano de lo que me competía.

-Pasare directo al tema de la princesa- miré a Abelard directamente, los demás no tenían tanto interés en el asunto, según me parecía –Supongo que tu hija sabe que eres un vampiro ¿no? No creo que se le acabe el mundo cuando se entere de que se casara con uno, de todas formas, por tu lado y por el mío está obligada a guardar el secreto de nuestra naturaleza o La Camarilla podría actuar. ¿Convertirla en inmortal? No me he graduado con honores en saber al pie de la letra los ideales de nuestra familia mayor pero creo que no me equivoco al afirmar que pertenecer a uno de los clanes de La Camarilla es un máximo honor que se da solo a seres que se encuentren dentro del rango que se califica como excepcional, he allí un motivo por el que ella no puede ser convertida, ningún sire la ha señalado para unirla a las filas y además…a los de la tercera generación aun no se nos permite crear neonatos, he allí otro motivo por el que no debes preocuparte de que en este caso yo la convierta. A menos que ella conozca otros inmortales y caiga en sus poderes puedo asegurarte que de ese lado ella estará segura- acababa de decir eso, casi estallo en risa -…que ella estará segura en mis manos- finalice, bebí un sorbo largo de la copa para ahogar la risa, ella estaría segura sobre el tema de la inmortalidad pero no prometía nada más y el hombre tampoco lo había puesto en cuestión.

-Para terminar, siguiendo con lo del compromiso- mire a Zarek y a Abelard –No te preocupes por el resultado del mismo, aquí ante todos tienen mi palabra que la princesa será tratada como tal pero también están enterados que cuando una mujer se casa pasa del dominio del padre al dominio del esposo. Si ella no resulta ser una mujer de honor también podría considerarse traición ¿no crees Abelard? Pero a mí no me interesa una guerra que se dé por una princesa, no soy Paris ni ella es Helena y de seguro que ninguno de mis hermanos se hará un Héctor para enfrentar al príncipe de Francia en papel de Aquiles. Si incumplo mi palabra que me juzgue el mismo Abaddon y que encuentre mi fin en las manos de su guardia y si ella incumple no me interesa personalmente pero debido a que mi familia procede de un linaje noble y antiguo diré que por saldar la deuda de honor ella se someta al castigo que dé la guardia en la tierra de la que es natural y por lo que se ¿tú eres parte de la guardia no es así Abelard? Por lo que caerá en tu competencia el castigar a tu propia sangre en caso de que haya una deshonra de su parte- lo mire serio finalmente aunque en mis labios aun se conservaba una sonrisa divertida. Mi misión era casarme con una princesa, nada más, no me interesaba si ella corría desnuda con los brazos al aire mientras cantaba la sonatas de burdel, yo solo cumpliría con un mando, el de mi sire y estaba seguro que dentro de ello no había nada como convertir a Dominique. Si ella no cumplía con su papel tampoco me importaba, no me interesaba estar casado y mucho menos convertirme en modelo de marido, simplemente deje en claro que cualquier castigo para las partes dependería de la instancia que en principio nos había juntado allí a todos, La Camarilla.
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Mensaje por Invitado Vie Sep 30, 2011 6:47 pm

Mi saludo fue respondido por todos los presentes, después de mi las puertas se cerraron y solo nos sirvieron vino antes de que diéramos inicio. Dorian empezó tomando la palabra y dando un resumen de lo acordado hasta la fecha, planeaba interrumpirle si erraba en algo pero no lo hizo tal como yo esperaba, torcí una sonrisa de satisfacción por haber analizado bien la psicología y personalidad de los inmortales allí sentados. Cada uno tomaba sus precauciones, yo también estaba preparado como fue entrenado, para saber con quienes trataba y lo que podía esperar de ellos. Estuve sereno y tranquilo mientras escuchaba tanto el pacto de “mascara” como yo le llamaba, pues era para que sirviera de fachada ante la comunidad humana; y el pacto de fondo, el que realmente cumpliríamos al pie de la letra debido a que se trataba primordialmente de nuestros futuros inmortales dentro de los territorios que dominábamos y que después del pacto serian como una sola fortaleza unificada.

Me frotaba la cien con interés escuchando y mirando, analizando, evaluando y finalmente, concluyendo. Todo lo teníamos claro y me sorprendía que no hubiera mayor problema en la reunión que el tema de un compromiso del que nos acabábamos de enterar. Menudo lio, un compromiso para sellar un pacto, hubieseles ocurrido algo mejor como que era mejor cerrar el acuerdo con sangre que con boda. Se veía para largo y ya que se extendió el tema planee volver a lo principal, no era planificador de bodas, si fuera así habría enviado a Elizabeth en mi lugar para que participara de aquella reunión, ya que nunca se veía salir del tema interrumpí antes de que alguien continuara:

-Disculpen mi intromisión pero creo que es necesaria, diré mas que lo necesario para que regresemos al tema que nos concierne a todos- dije en un tono lo suficientemente alto para ser escuchado

Espere a tener la atención de los presentes antes de volver a hablar y cuando el silencio se hizo mis labios volvieron a pronunciar las palabras perfectamente acomodadas a solo conclusiones elaboradas con anticipación mientras los demás discutían el asunto de inmortalidades.

-Primero, si una nación traiciona la alianza será declaración de guerra a las demás. Correcto. Todas somos parte de La Camarilla, cualquier traición es traición a nuestra sociedad vampírica y por ende sufrirá las consecuencias de un desacato. No existe una dejadez en este tema, todos hemos seguido un código y sabemos lo que sucede con los traidores. En efecto, dependerá de la guardia de La Camarilla determinar si ellos terminan la guerra o si nos encomiendan a nosotros hacerlo o si se hace en conjunto. Hasta allí creo que me hecho una recopilación propia, una suposición fundada en las bases de nuestro código vampírico- fue mi aporte conciso en cuanto a la primera observación

Levante la mirada hacia un mapa donde se encontraban los continentes, ubique a Italia en el mapa y volví a bajar la mirada directo a Zarek, entonces volví a hablar:

-La Sede Papal es importante pero dejemos a su custodio encargarse de ello. Zarek está con el ojo sobre ellos, nuestro oro llegara a las arcas de los pontífices para alimentar sus deseos tan humanos después de todo. Mano implacable con los herejes, correcto, siempre y cuando sea como medio de hacer lucir a la corona ante la iglesia y ante los fieles, fuera de ello no nos interesa incluirnos en la filosofía de Adán cuando descendemos de la de Caín- dije como mi segundo argumento en conclusión al tema sobre la iglesia

Mi mirada se paseo entre los presentes hasta llegar a Aidan, el príncipe que parecía actuar por instinto más que por análisis de los hechos. Siendo él le hubiera dicho a Abelard lo que quería escuchar con unas palabras más retocadas. Sonreí ya que Aidan y yo descendíamos de una rama que podría ser casi la misma, nuestros sires eran los hermanos gemelos de la segunda generación, algo debíamos tener de común por ello aunque hasta ahora solo me había percatado de nuestras diferencias. Mirándole con tranquilidad y hasta con aprobación decidí hablar:

-No sé mucho de compromisos para opinar sobre el punto final pero me parece que ambos, padre y prometido, solo se preocupan de velar por el bien de la dama en cuestión. Abelard demuestra la preocupación que cualquier padre demostraría por su hija mientras Aidan, incluso alegando que no le importa, hace hincapié en cumplir su palabra de tratar a la princesa con la magnificencia propia de su casta. Si ya se ha aclarado que no se puede transformar a la muchacha por las razones que Aidan ha afirmado con conocimiento de causa, sea ella dichosa porque aquí estemos preocupándonos de su futuro. De mi parte ambos tendrán mi apoyo en sus preocupaciones, me uno a la exigencia de Abelard por conservar la mortalidad de su hija y me uno a la exigencia de Aidan porque su futura esposa honre no solo el matrimonio sino la complicidad que la encausa con nuestra especie- finalice, entonces acerque ese vino que me esperaba desde hace minutos y di el primer sorbo si bien para mojar los labios para dar por entendido que mi participación en aquella primera ronda de opinión llego a su final.
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Mensaje por Invitado Lun Oct 03, 2011 3:57 pm

Una larga serie de intervenciones se suscito después de que cediera la palabra. Como era el protocolo escuche cada una de las posiciones y no hable ni explique nada mientras aun quedaban cosas por aclarar. Cada uno de los presentes tomo la palabra empezando por Abelard y terminando en Alexei. Me encontraba especialmente atento a los argumentos de mi hermano, me sorprendió de sobremanera que dejara a mi decisión los primeros dos temas ya que siempre se le ocurría saltar en defensa de la guerra y en contra de la iglesia pero supuse que esta era una de las pocas veces en la que el actuaba sensatamente. En si todo lo que se le escucho era al respecto de su compromiso con la princesa Dominique Fontaine. Como esperaba, no había ocasión en que el sarcasmo no se hiciera presente en sus palabras y lastimosamente no podía ponerle un alto ni controlare cuando de prosa se trataba así que esperaba poder aclarar sus respuestas cuando llegase mi turno. Así mismo planeaba aclarar los otros dos temas que se habían tocado, el de la guerra y el de la iglesia, irónicamente habían caído juntos en la misma conversación. Me apoye en la butaca llevando una de las manos a las sienes para aclarar la mente mientras se planteaba el último argumento que me pareció entre todos el más razonable, hasta entonces no había tenido el gusto de conversar con el soberano de Rusia pero dado a que acababa de compilar en palabras precisas todos los puntos me causo la impresión de ser un individuo sumamente razonable y falto de divagaciones.

Levante la mirada y me dirigí a todos ya que una vez más se me cedía la palabra –Creo que he de rescatar los argumentos de Alexei en esta ocasión siendo ellos los más precisos y pertinentes a nuestro tratado. En efecto nuestra alianza está sujeta a una ley más suprema que la de los reinos independientes y es la ley de La Camarilla. Se dice que los reyes no deben buscar la guerra pero que siempre deben estar preparados para ella. En nuestro caso es así, como soberanos descendientes de un linaje mucho más antiguo que todos los reinos, seguimos el código de vivir en paz porque nos encontramos entre hermanos, La Camarilla es una gran hermandad. Un desertor y/o traidor no solo traicionara la alianza, traicionara a La Camarilla y por ende todos los reinos que caemos dentro de la circunscripción de la hermandad honraremos el código y volcaremos todos los recursos sobre el traidor. Sin embargo, no hay que olvidar que aunque estemos siempre preparados para la guerra no podemos soltarnos sin razón a una contienda bélica, el órgano que se encarga hacer cumplir la norma es el brazo de hierro de nuestra organización, este brazo como sabemos está compuesto de los Justicar y ellos actúan mediante sus Arcontes. De tal forma que para evitar la matanza de la población inocente, nuestra ley envía al brazo de hierro a convertir en polvo al traidor y a todos sus descendientes, solo en caso en que los Justicar fallen, lo cual es casi imposible, asumiremos la postura de enviar ejércitos a invadir otras naciones- explique dirigiéndome en especial a Abelard y a Zarek quienes parecían ser los principales monarcas que aun tenían esa duda, Aidan estaba al tanto porque obviamente pertenecía a mi familia cercana y esos temas eran de conocimiento de todos los Windsor; por su lado Alexei parecía saber tanto como yo asi que no me preocupe más que de fundamentar lo que él ya había dicho.

Seguido a ello decidí continuar con el tema de la iglesia, quería dejar el tema del compromiso para el final ya que era lo más delicado de tratar. Busque entre los papeles que lleve a la reunión y encontré precisamente uno que trataba en algunos puntos respecto al tema. Encontré la parte que me interesaba y proseguí –Siguiente tema, la iglesia católica. Al parecer esta entidad tiene poder en toda Europa, la Inquisición es un problema latente para muchos de nuestra especie y otros seres que viven en las tinieblas como nosotros pero en este tema al menos estamos seguros. Zarek se ha encargado de tener un ojo bien puesto sobre la santa sede, después de todo Roma esta dentro de sus territorios y al conceder a los papas el dominio sobre esa ciudad creo que ya se ha sido dadivoso. Demás esta decir que llenamos sus cofres de oro y que no hemos dejado de tener informantes que se encuentran incluso cerca de su eminencia. Creo que dependerá de cada rey el patrocinio que se dé a la iglesia sus respectivos territorios pero que quede clara la advertencia que entre más al margen nos situemos será mejor. Los papas mueren, son mortales como muchos y pasan, nosotros somos inmortales y creo que debemos asegurar que los cazadores no metan sus narices con miembros de nuestra hermandad. A nosotros son inaccesibles por toda la seguridad que nos rodea pero a familiares y amigos no, por el bien de ellos y por protegerlos es mejor que dejar una vez más, a control de los Justicar en lidiar con los cazadores y a control de nosotros el lidiar con la santa sede- concluí sin decir nada mas, en mi caso era aun mas difícil tratar sobre el tema ya que en mi reino el catolicismo había caído bajo la fuerza del protestantismo. Donaba a la iglesia católica pero como un noble anónimo inglés, no precisamente porque mi reino lo requiriera, más bien por compromiso con La Camarilla pues los intereses se movían mas allá de mis fronteras y una vez protegidos los intereses de la organización quedaban cubiertos todos mis intereses personales.

Un temas más aclarado y me tocaba ir por el ultimo y quizá más extenuante de todos ellos. Zarek se preguntaba porque se les obligaba a casarse y Abelard había entrado en el papel de padre sobreprotector que era al tratarse del futuro de su hija, no podía decir que lo entendía como hacían los demás porque de hecho no lo hacía. Todos sabíamos que las princesas estaban destinadas a casarse con príncipes porque ellas no tenían el mismo lugar que los varones en las familias nobles, en el caso de Abelard debería preocuparse más por la perduración de su linaje a través de su hijo mientras yo tramitada, no negare que en parte me divertida, que el príncipe de Escocia aceptara desposarse con la princesa de Francia. Me aclara la garganta, pensé bien en lo que diría y cuando tuve ordenadas las ideas proseguí –El último punto de la agenda es el tema del compromiso, precisamente no es tanto así que se les obliga a casarse Zarek, su unión será considerada como uno más de los protocolos para aliar a los reinos, a los súbditos les gustan este tipo de cosas de vez en cuando y además ambos están en el deber. La princesa está obligada a casarse con un príncipe ya que no se quedara vistiendo santos mientras su hermano suba al trono; el príncipe, en este caso mi hermano, no está obligado a casarse porque su misma condición de inmortal pone una traba en ello pero ha accedido de buena gana con tal de que el lazo entre las familias y los reinos se estreche. De la misma forma que me place anunciar, si es que Zarek me lo permite, que se sellara un compromiso entre la princesa de Inglaterra y el príncipe de Italia, claro que en el caso de ellos es más fácil al ser ambos inmortales y estar de acuerdo los dos con el matrimonio- dije e hice una pausa para dirigirme en lo siguiente solo a Abelard ya que el tema este le afectaba directamente a él –Este es el momento en que tu tomas la decisión, podemos cancelar la idea del compromiso antes de anunciarlo y tu veras por tu cuenta sobre el futuro de tu hija. No está en mis manos la decisión de convertirla, como Aidan ha señalado solo los elegidos pueden pertenecer a nuestro linaje vampírico y no sé si el destino de tu hija tendrá escrito que ella sea una de las elegidas. Si ese fuera el caso tu sabes a lo que se atiene, una vez dentro de La Camarilla no hay vuelta atrás a menos que se quiera incurrir en la traición. En cuanto a los demás miembros de tu familia no te preocupes por ellos, tú eres el único inmortal que podría querer convertirles. Dicho todo esto queda insulso para el caso el pedido de ver como traición lo que has señalado ya que como se ha dicho antes, el único órgano encargado de juzgar es el constituido por los Justicar, si tú ves que se te ha mellado de alguna forma puedes recurrir al líder de ellos que como sé, lo conoces bien- finalicé.

Abelard era uno de los Justicar y el líder de ellos era el sire de quien estaba casualmente sentado frente a mí, el soberano de Rusia. Era de vital importancia que todos nos encontráramos de acuerdo en que cada órgano de nuestra hermandad cumplía una función, no era la nuestra juzgar a los traidores de la sociedad vampírica, claro que nos encontrábamos en el deber de ejecutar a todos los traidores encontrados dentro de nuestros territorios pero para instancias más elevadas, como el de querer castigar por actos a un hermano, los medios eran otros y el más elevado de ellos era sin duda cuando se sometía a la decisión del mismo Abbadon. Por otra parte, solo el máximo sire daba el visto bueno para la conversión de un humano en vampiro pues entrar a lo que yo llamaba, ‘la gran familia’, no era cosa fácil así alguien lo deseara fervientemente. Aún, si Aidan en un caso extremo quisiera convertir a su futura mujer en una de nosotros, primero debía ponderar el requerimiento ante Eliz, nuestra sire y ella lo haría de conocimiento de su sire, Abbadon. Todos seguíamos las mismas reglas y si alguien que no era digno de estar en la familia se presentaba por accidente sabíamos el destino que le esperaba, la justicia vampírica se encargaba de darle una sepultura rápida.

Espere a que hubiera alguna objeción a lo que acababa de decir mientras bebía un sorbo de vino, deje la copa y vi algunos rostros pensantes, otros que tenían todo claro o aparentemente así era por lo que me atreví a preguntar para que la reunión siguiera avanzando y nos quedáramos dando vueltas en los mismos temas –Si todos los temas han sido solucionados creo que debemos proceder a firmar el acuerdo, el protocolo de uniones familiares que esta anexo se quitara de él en caso de que Abelard decida cancelar el compromiso, en caso contrario preparemos nuestros sellos- dije y mire por unos segundos a mi hermano quien mejor para el caso conservaba una pasividad sorprendente, esperaba que no dijera más de lo que ya hubo dicho pues no concernía más a su persona lo que pasara, dijerase lo que se dijera el estaba sujeto a aceptarlo porque sin que el supiera yo ya estaba enterado de la misión que se le había encomendado.
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Mensaje por Abélard Fontaine Jue Oct 06, 2011 9:29 pm

Las emociones crepitaban en el ambiente igual que las velas que alumbraban el recinto. En una aparente tranquilidad se apreciaban los arrebatos propios de los hombres aunque delimitados a un reconocimiento pobre, vago. Todas las criaturas viven comparten sensaciones y reaccionan ante ellas, algunas más intensos que otras. Diferencia marcada entre los antiguos portadores de las pieles que ahora adornaban algunas de las indumentarias de los presentes, es la conciencia, el saberse poseedor de emociones y pensamientos, poder reflexionar sobre ellas. Además existía otra peculiaridad en referencia los Señores Monarquícos en la redonda mesa, una que ataba su existencia física a las estrellas, la luna y la noche. Más allá de la forma física, alterada y perfeccionada estaba el desarrollo mental y emocional. No, ese cambio no los hacía más inteligentes, astutos, sagaces; tampoco daba origen al nacimiento de nuevas emociones desconocidas o adornaba con virtudes y defectos antes inapreciados. Daba la capacidad de desenvolver las cualidades que les pertenecieron en estado humano, para ventaja o desventaja. Mentalmente el aprender más rápido y tener una capacidad de memoria insospechada, junto con algunas habilidades propias de los seres nocturnos. Emocionalmente se exaltan las emociones, volviéndose más profundas, con una fuerza mayor. El ser humano que no estuviese preparado para un cambio tan radical, que no acostumbrara a obtener conocimiento empírico además del aprendido en libros, impulsivo y que siempre dejara que fuera la reacción en lugar de la razón la gobernante de sus actos, en inmadurez eterna atrapado quedaría. La educación de un gobernante, un gran Señor, un Rey, diseñada estaba para hacer brillar las virtudes humanas junto con la capacidad de reconocer la mentira, la malicia, la traición tanto como la bondad, la lealtad y la rectitud. O esto es al menos lo que se esperaba obtener. Resulta complicado mantener aislado a alguien del mundo y después pretender que no se embriague con las cosas brillantes del mundo, tanto benéficas como perjudiciales. Así que de cierta manera, los Señores protectores de los escudos reunidos deberían ser algunos de los mejores candidatos para llevar un cambio al mundo de las sombras puesto que toda su vida se dedicaron a cultivar y estudiar su persona, a anteponer siempre al pueblo al hombre que lleva la corona, si es que acaso se pueden diferenciar.

Silencio corto se hizo antes de que Zarek tomara la palabra, declarando sus intenciones pacifistas, y con estas las de su país y mostró su desacuerdo con el matrimonio discutido en esos momentos. Abélard escuchó atentamente su opinión, de reojo observo la sonrisa fija del Aidan, a la expectativa de argumentar la parte que le concernía puesto que lo demás no parecía sentirse demasiado involucrado en parte por la alianza de sangre que tenía con Inglaterra. Así lo declaró cuando tomó la palabra. Sostuvo Abélard la mirada de los ojos eternamente jóvenes, el reflejo llameante de su carácter. Hizo un asentimiento reflexivo cuando él terminó. Alexai tomó la palabra antes que pudiese contestar. No hizo ademán de interrumpir, quería escuchar lo de cada uno antes de proseguir. Tomó otro trago de la copa poniéndola sobre la mesa una vez hecho y con un ademán de la mano agradeció el apoyo de Alexai. Correspondí el turno de Dorian. Aclaró la postura de la Camarilla con respecto a los problemas que pudieran conllevar a guerra entre los países aliados y también sobre la Iglesia. Finalizó con un esquema detallado sobre el compromiso.

Abélard recorrió con la mirada a todos los presentes para volver a Dorian.
-Sujetas están entonces las repercusiones de traición o deserción a las manos de la Camarilla. Individualmente por su puesto. Y respeto la posición de cada una de las Coronas referente a la decisión de apoyar o no una declaración de guerra.- entrelazó los dedos apoyando los ante brazos sobre la mesa y sonrió. –Me place escuchar el acuerdo con lo que respecta a la cuestión eclesiástica. Por mi parte no tengo más que agregar.- Buscó entonces el semblante adornado con titilante luz propia de Aidan. -En cuanto a la unión vuestra con la princesa, Dominique Fontaine, mi hija, he de señalar que mi nueva naturaleza de vampiro no es de su conocimiento. Con excepción de la Reina, ningún humano en la corte sabe de este cambio al mundo de brumas y noches infinitas. Por su seguridad y porque es uno de mis intereses principales que la forma de gobierno sea conservada lo más humana posible ya que es para ellos, para los hombres, para quién nació la monarquía. Que permanezca así es lo que deseo y creo más conveniente para Francia. Estoy consciente de la meticulosa selección que hace la Camarilla para obtener nuevos miembros, entonces tranquilo puedo estar, ya que la juventud de Dominique no es propicia para una transformación. Además de la posibilidad de tener descendencia mientras se haya en la flor de la vida. Es cierto que la doncella pasa a ser la mujer del hombre con el que se desposa y también es cierto que siempre llevara el manto Real de Francia para cubrirle, sin importar nada.- hizo una pausa para recargarse en el respaldo de nuevo. -Le aseguro que no hay motivos para cuestionar la educación de la princesa, que es como la que todos tuvimos en su momento, diseñada con cuidado y atención, siempre procurada. Así pues, acepto bajo estos términos sellar el compromiso, si no tiene más que decir con este respecto para poder llamarle yerno- observó con un gesto cálido a Aidan y luego se volvió a Dorian -Procederé como me aconseja si llega a cometerse injusticia en este pacto, sin embargo dudo que sea necesario- sonrió mirando a Aidan por un momento y después se demoró unos breves instantes en contemplar la faz de cada monarca. –Un verdadero honor y placer resulta sellar un capítulo en la historia con nuestras firmas, en nombre de cada nación a la que representamos. Invito a cada uno a volver a reunirnos en futuro próximo bajo las luces de París o en otro lugar.- Sacó Abélard el sello con el escudo Francés de una pequeña bolsa aterciopelada que guardaba cerca de donde debería later el corazón, el cual pese a la frialdad que le coronaba, no perdía del todo su calidez aún.
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Mensaje por Invitado Sáb Oct 22, 2011 4:15 pm

Todo quedo aclarado respecto a los estados en caso de guerra, no era una prioridad mía abordar este tema debido a que Italia mantenía una postura pacifista siempre que podía mantener a mi gente lejos de conflictos, solo en caso de que recibiera una razón que amenazara al pueblo italiano reaccionaria de tal manera. Por supuesto era mi deber apoyar a los aliados en caso de conflicto bélico y lo haría si algún hermano también se veía amenazado por reinos ajenos a nuestra alianza. También encontré correcto que en caso de desfase entre los aliados todo quedara sometido a la jurisprudencia de La Camarilla ya que aquellos preferían el dialogo para solucionar los problemas antes de llevarlos al campo de batalla, apoyaba este parecer. Abélard dio primero su opinión como daba a lugar y mi parecer estaba a la par de él –Me parece correcto que la traición y deserción queden en manos de la fuerza que controla esos temas de La Camarilla ya que nosotros no mostraríamos la misma imparcialidad que ellos si se interponen nuestros intereses. Los Justicar son los indicados para interponer su papel de mediador y juez en caso de que lleguemos a tal extremo- afirme y di fin con esto a mi participación respecto al primer tema abordado.

-En lo siguiente también estoy de acuerdo, cada uno aportara en sus posibilidades a mantener a la iglesia al margen de nuestros asuntos. Creo que ya he sido lo suficientemente generoso como para cederles Roma para la sede del papado y ellos lo han reconocido. De todas formas tenemos personas pendientes de sus movimientos y ya que esta sede se encuentra adyacente a mis fronteras me comprometo a mantener a todos los miembros de La Camarilla informados- finalice para el tema de la iglesia, demás estaba aclarar mi responsabilidad al respecto. Había llegado a buenos términos en Roma y se podía sobrellevar una existencia casi segura si los problemas se trataban con cuidado. Los cazadores de la iglesia tenían muchos seres de la noches a los cuales dar casa, lastimosamente solo podíamos proteger a los que se encontraban dentro de nuestra organización y sus allegados. Preservar nuestra seguridad era lo que me llevaba a estar pendiente aunque precisamente los guardias de La Camarilla fueran los encargados de aplacar a los peligros que pudieran acercarse a nuestras fronteras.

Lo siguiente era un tema del que no planeaba hablar más pero Dorian menciono el compromiso entre mi hermano y su hermana para ejemplificar el protocolo. No quería decir mucho al respecto, la situación era diferente ya que tanto Alexander como Aimee descendían de mi linaje vampírico y su unión era de más un orgullo para mí. En el caso de Abélard comprendía su preocupación en especial porque su hija era mortal y no me parecía correcto inmiscuir a una joven mortal en las penumbras de la noche. Otro era el tema de cómo Abélard esperaba tener descendencia si su hija se casaba con un inmortal ya que no nos era posible procrear y por supuesto teníamos delante al príncipe de Escocia, muchos rumores había escuchado de él, y por ello no creía posible que a la joven le esperara un futuro con descendientes si llegaba a desposarle. –Finalmente, los compromisos sellan nuestras alianzas fuertemente al unir a miembros de nuestras familias, en ello estoy de acuerdo. Por el tema de la princesa me abstendré de decir más pues depende de la decisión de su padre y ya que él ha aceptado solo me queda felicitarle y desearle un futuro agradable- concluí y con ello di por sentado que finalmente todos estábamos de acuerdo y que la reunión no se extendería más de lo necesario.

-Con mi visto bueno acepto proceder a la firma del acuerdo- dije mientras de mi dedo desprendía el anillo con el escudo de la familia Di Sforza, el cual me había servido de sello durante generaciones. Espere a que los demás terminaran de opinar para proceder como era de esperarse aunque me preocupaba la respuesta que diera el príncipe de Escocia quien seguía a mi turno, el principal protagonista de un compromiso que se acababa de aceptar y mediante el cual quedaría atado durante toda la vida de la princesa, me preguntaba como se sobrellevaría aquello pero al mismo tiempo agradecía el estar tan distante de su reino ya que no quería imaginar los problemas con los que se tropezarían un inmortal y una mortal que al parecer desconocería del gran secreto que compartíamos todos los monarcas presentes.
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Mensaje por Invitado Sáb Oct 22, 2011 5:06 pm

Aquello se había extendido mas de mi gusto, con lo que me importaba que opinaran al respecto los demás, quizá no era su problema o quizá sí lo era pero allá solo me importaba un tema que podía haber sido tratado entre las dos partes inmiscuidas. Todos se excedían en sus discursos y Dorian era tan aburrido cuando se ponía en papel de el rey serio que ganas no me faltaban interrumpirle pero como prometí, esa noche usaría la máscara protocolar de un príncipe ‘amable’, una de las más aburridas que me era obligado a llevar últimamente con más frecuencia. Estaba fastidiado, tanto problema por una princesa y la inmortalidad aunque lo que si me sorprendió escuchar fue el argumento de mi futuro ‘suegro’ donde aclaraba que ella no sabía de su condición vampírica, ¿esperaba que yo también ocultara la mía?, al parecer me querían dar el papel de niñera de una malcriada princesa, menudo lio.

-Traición y demás temas serán sujetos a La Camarilla, como dije, mi reinado acata lo que sea de interés del Reino Unido y Dorian es el mandamás de dicho reino del que soy parte así que confirmo mi postura como la que él ha decidido que sea. Lo mismo para el tema de la iglesia aunque saben que en Escocia se les dará el mismo trato que quieran recibir. Si llegan con afán de cazar dentro de mis tierras tengo el poder de empalarlos a mi gusto, si llegan en son de paz se les colmara de buen trato- en eso Dorian no podía discutir conmigo, me había dejado el poder de las tierras de Escocia y lo había desempeñado en orden durante décadas y décadas sin problema alguno. Mi método era sencillo, se trataba como amigo a quien llegara sin armas ni deseos de rebelión o caza contra los seres de la noche; en caso contrario me deshacía de cualquiera que retara el poder de la corona y de tal forma todos los habitantes decidían vivir en paz sin buscar trifulcas. Esperaba que Dominique llegara a sentirse cómoda en el que sería su nuevo hogar…

-Por ultimo mi estimado suegro, en vista de que el compromiso se llevara a cabo confió en la palabra de un rey como su persona y tiene mi palabra de que la integridad física de la princesa se conservara- pensaba que no podía prometer lo mismo de su integridad emocional y psicológica pero esa no era la preocupación de Abélard, el solo quería que la mantenga distante de la transformación –Y viendo que ella desconoce de la existencia de los inmortales supongo que pretende que yo también oculte mi secreto. Bien, si tiene que ser así supongo que lo intentare pero no prometo que ella no llegue a darse cuenta ya que no creo que viviendo tanto tiempo, como el que le espera vivir conmigo, se pueda ocultar algo así. En ese momento sabremos sobrellevar la situación, de eso puede estar seguro, su hija en adelante no tendrá que preocuparse nunca más por su seguridad una vez que este dentro de nuestro reino- agregue seguro de mis declaratorias. Si quería buen trato para su princesa lo tendría, podía darme el lujo de darle toda la comodidad que ella mereciera y por encima de ello toda la seguridad, mi reino gozaba de tiempos de paz desde mi posesión en el trono pues nadie osaba enfrentarse a lo que sería una muerte segura.

-Dicho todo creo que podemos celebrar, usted tendrá muchos nietos milord, no sé cómo engendrarlos pero si usted los desea prometo que intentare todas las noches así se me vaya la vida en ello- concluí en un tono tan serio que por dentro no podía contener mas la risa. Este último comentario había salido de broma pero incluso para ello actuaba con la máxima seriedad. No sabía si Abélard ya estaba enterado de que los vampiros no podíamos tener descendencia pero al parecer el si esperaba que la hubiera. Su hija se casaría conmigo y en ello si estaba seguro de que su confinamiento en la vida marital no saldría de nuestra habitación porque de no serlo así le esperaría la deshonrosa muerte con la venia de La Camarilla como acusada de traición. No me preocupaba de esto porque Abelard había confirmado que se podía esperar el mejor comportamiento de ella y digamos que yo también estaba en una camisa de fuerza si tenía que demostrar ser un ‘buen’ cónyuge, de todas formas me complacería en algo, sabía que lo idearía en su momento.

Conforme, por así decirlo, de que por fin los largos diálogos cesaran, lleve mis manos al cuello para tomar entre los dedos la cadena de oro que colgaba de él, allí llevaba el sello que me correspondía y casi nunca se movía de su lugar pues no era precisamente que diera muchas concesiones avaladas con mi sello real. Al ver que los demás también preparaban los suyos espere a que Dorian nos dijera donde sellar y firmar para que de una vez pudiéramos darle fin a la reunión y salir todos conformes con un acuerdo en mano. La noche estaba para celebrar compromisos, por poco olvido que mi ‘adorada’ hermanita también estaba en las mismas, solo faltaba que Stephen se uniera a la fiesta y toda la familia estaría unida, incluso nuestra nueva familia política, los Fontaine.
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Mensaje por Invitado Sáb Oct 22, 2011 6:35 pm

Los temas parecían arreglarse por sí solos a medida que cada uno expresaba su postura, si dudas existieron antes ya no las existía para el momento en que el rey de Francia acepto todos los términos del acuerdo. El rey de Italia confirmo su parecer y por último el príncipe de Escocia se mostro mas paciente de lo que en realidad esperaba aunque él no supiera que lo conocía por una referencia por encima de él. Me limite a sonreír cada vez todos confirmaban su acuerdo con los tres tópicos discutidos. Solo quedaba yo y que mas no podía decir si lo mismo, mi participación era puntual y solo lo necesario se escucharía de mis labios.

-Conforme en los tres temas, no tengo más que decir. Solo me queda unirme a la felicitación a ambas partes por el compromiso pactado y preparo mi sello para el cierre de este acuerdo- fue lo único que dije mirándolos a todos.

Del bolsillo de la chaqueta tomé mi sello de la familia Romanov como la de los demás mostraba el escudo familiar. Espere que quien llevaba la reunión se pronunciara para proseguir mientras pensaba que mi visita a Paris fue más fructífera de lo que pensé que sería al llegar. No solo fue el encuentro con los reyes el que me prometía un regreso triunfal a Rusia, la reunión familiar daba inicio allá probablemente sin que Abélard supiera aun que todos los miembros de La Camarilla se habían dado cita en su ciudad. Un vampiro recién convertido que tenía que ponerse al día de la política vampírica y que debía acostumbrarse a ella porque era lo que le esperaba para toda la eternidad.

Era fácil ser rey por una generación, ser adorado por los súbditos y darles lo mejor de lo que ellos mismos esperan de quien creen como el mismo representante de un Dios todopoderoso. No están muy lejos de la realidad, descendemos de una especie de dios que nos ha hecho inmortales y trabajamos para conservar la sociedad de los mortales y los vampiros en un mismo espacio, aprenden a convivir sin que muchos se den cuenta que comparten una copa con alguien que podría matarlos. Aprendemos con el tiempo a dominar la sed y a aparentar que seguimos siendo mortales pero es inevitable que al pasar los años la humanidad se reduzca a una frialdad tan marcada como la de nuestra piel.

-Será una proposición que hare valer Abélard, después de esta reunión seguramente nos esperan muchos encuentros futuros, quizá el primero de ellos sea el matrimonio de tu hija- dije para que las últimas palabras de Abelard no quedaran al aire, el era un hombre que se mostraba amable y respetuoso al recibirnos en su reino, debíamos mostrarle la misma cortesía como huéspedes.
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Mensaje por Invitado Sáb Oct 22, 2011 8:37 pm

Hubo una ronda más en la que todos escuchamos nuestro parecer después de que deje mi turno. El primero fue Abélard, aclaro estar de acuerdo con las premisas fundamentadas que cada uno dio a su parecer y me conforme al escucharlo porque finalmente habíamos llegado a buenos términos. Incluso se mostró accesible al tema del compromiso y acepto que este prosiguiera con las condiciones ya estipuladas en torno a él. De la misma forma nos tocaba aceptar las condiciones aunque ese peso incluso fuera para mí porque debía vigilar de cerca que Aidan fuera capaz de cumplir lo que Abélard esperaba del matrimonio. Hubiera sido mucho más fácil en el caso de Stephen quien, aunque no es del tipo complaciente, asumiría mejor el papel de un prometido que el de nuestro hermano menor. Sin embargo la orden había llegado desde el mismo Abaddon y no debíamos contrariar sus decisiones ya que estas tenían una razón de ser que siempre habían resultado más que provechosas para todos nosotros. No entendía que tan provechosa podía ser para Aidan pero supuse que lo sabría en el futuro.

Seguido a Abèlard hablo Zarek y expreso su conformidad con los puntos a la vez que su compromiso por seguir siendo nuestro nexo más directo con la iglesia católica. Asentí cuando hablo de ello para dar a entender que mostraba mi agradecimiento por encargarse de esa responsabilidad. Agrego una felicitación al compromiso y yo sonreí para dirigirle la mirada a Aidan pues le tocaba opinar. Como esperaba se desligo de los primeros dos temas, el estaba de acuerdo conmigo en ello y no podía ser de otra forma al ser, como el mismo dijo, Escocia, Irlanda e Inglaterra las tierras que conformaban el Reino Unido. Escocia bajo su dominio, Irlanda bajo el poder de Stephen e Inglaterra bajo mi mandato ya que desde allí controlaba todo del reino. En algo tenía razón Aidan, una vez dentro de nuestro reino Abèlard no tendría que preocuparse por la integridad de la princesa pues era el reino donde se concentraban la mayor parte de los guardias de La Camarilla.

Al final tuve que contener un regaño a Aidan por su última acotación, podía esconder bien su tono pero no sus intenciones y hacer burla del tema de los descendientes no me había parecido correcta para el caso. En algún momento la princesa se daría cuenta de que no podría concebir hijos estando casada con un vampiro y sin duda era un tema que debía preocuparnos en el futuro además del hecho de que a medida que pasaran los años ella envejecería mientras que Aidan nunca lo haría. Tal vez Abélard no lo concebía en el presente pero en el futuro, si ella llegaba a darse cuenta de la verdad, desearía ser uno de nosotros aunque ninguno pudiera transformarla por el acuerdo al que esta noche habíamos llegado, a menos que fuera puesto a juicio una vez más ante la autoridad máxima de La Camarilla. No quería adelantarme a los hechos así que guarde silencio sin darme cuenta que Alexei había terminado su participación que en verdad fue rápida.

Me puse de pie y me dirigí a todos –En vista de que Abèlard ha dado su parecer y que celebraremos una boda próxima me tocara felicitar al suegro y al yerno después de la firma del acuerdo. Ahora solo queda plasmar nuestras firmas y sellos en el papel y podremos estar conformes de haber cumplido con el objetivo que hemos estado siguiendo tras meses de negociación- dije y me moví de mi lugar hacia la puerta –Si me disculpan un momento- aclare antes de salir y no me tarde más de un minuto para regresar. Casi al momento entraron dos guardias depositando tinteros y plumas en los lugares de cada monarca, detrás de ellos, portando el acuerdo original, una cara conocida para todos los presentes.
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Mensaje por Invitado Dom Oct 23, 2011 8:58 am

“Buenas noches caballeros, no se preocupen por moverse a saludarme que es mi culpa llegar tarde a una reunión de la que debí haber participado desde el principio como mediador”

Entro, ocupo el lugar que este vacio y que fue reservado para mí, me siento en él y despliego los pergaminos que han sido preparados de mi propia letra para la realización de aquel acuerdo. Levanto la mirada y reconozco todos los rostros que quizá se encuentran dubitativos al verme allí. Algunos no me han visto hace mucho y algunos me han visto hace poco. Dorian me ha visto en su residencia por ser quien hospeda al Sire, aunque me conoce de vista sabe quién soy. Abèlard, fueron ya noches hace meses que lo reclute para los Justicar y aquí nos vemos de nuevo, sin duda no olvidara el rostro de quien ha llevado su destino a los brazos de La Camarilla. Zarek, son muchos, incontables los años desde la última vez que nos vimos, un hermano de la segunda generación que debía ser encontrado por Eliz pero ahora que lo veo podre confirmar al Sire su presencia en Paris para que se presente ante él. Aidan, seguramente cree que soy Patrick aunque la diferencia es clara entre ambos aunque poseamos el mismo rostro supongo que podrá diferenciarnos, es la primera vez que me ve aunque ya ha conocido a mi doble por ser su creador. El ultimo es Alexei, mi propio neonato quien quizá es el menos sorprendido en verme allí por haberme visto solo algunas de noches antes.

“El acuerdo que todos firmaran quedara en la biblioteca de la organización, lugar donde se encuentran todos los documentos históricos que han sido relevantes. No pregunten donde se encuentra, somos tres los guardianes de sus llaves y nadie más podrá tener acceso a ella pero si quieren consultar alguna vez el documento se les proveerá”

Extiendo el documento a Abèlard para que sea el primero en seguir el protocolo, sucesivamente debe pasarlo a los demás monarcas para que todos depositen sus firmas y sellos. Al finalizar me llevaré el acuerdo y le daré un lugar entre los documentos de La Camarilla en la biblioteca privada del Sire. Un largo viaje me espera esta noche en la que debo partir cumpliendo una más de mis misiones. Custodio de un acuerdo que cambiara el trato entre naciones, es de tal importancia que su protección hasta su destino solo pudo ser encomendada a mis habilidades. Una vida de ir y venir cumpliendo siempre el código, todos los presentes los entienden como entenderán que en el futuro están bajo mi mirada y que cualquier violación del tratado pasara a ser una violación a La Camarilla y en consecuencia mi papel es el de conciliador o verdugo, como me ha tocado serlo la mayoría de las veces.

“Cuando concluyan de firmar quedaran libres de toda preocupación para sus territorios, al ser aliados los Justicar nos encargaremos de vigilar las fronteras y el interior de sus reinos. Los Arcontes serán desplegados a su tiempo y se presentaran ante ustedes para que sea de su conocimiento que nuestra presencia ya se encuentra en el lugar. Recuerden que nos mantendremos en las sombras y solo seremos visibles en caso de que sea necesario, fuera de ello sus responsabilidades como reyes siguen siendo las mismas y no se les permite descuidarlas”
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