Una cerveza para dos amigas {Cyara}

por **Iris DiNatale** Vie Ago 05, 2011 5:11 am

Aquella tarde me sentía un poco sola. Mi trabajo suele empezar con la caída de la noche y ahora el sol brillaba allá en lo alto jugando con las nueves. Aburrimiento, aquello recorría mis carnes y necesitaba deshacerme de el cuanto antes mejor. Me puse uno de los vestidos que acaba de arreglar, uno que entallaba mi figura y me hacía lucir preciosa, y tras jugar un poco con mi pelo, dándole forma, me marche a dar una vuelta.

Caminaba por las calles, observada por hombres que lujuriosos clavaban sus ojos en mi una vez mas. Pero ya estaba acostumbrada, a que soñaran con observarme, pero aunque eso me hacía sentir hermosa, en el fondo me cansaba ser solo un objeto.

En mi paseo, me encontré finalmente con una tasca. Tal vez un trago me alegraría un poco aquella aburrida tarde, adoraba la cerveza no podía mentir. Entre en el lugar, observe a la gente que allí se encontraba y me acerque a la barra. Un tabernero con un espeso bigote esbozo una media sonrisa al observarme.

-Una cerveza por favor -Sonreí-.

Tras esto, me fui a la mesa del fondo, esperando que me sirvieran.

por **Cyara Seery** Vie Ago 05, 2011 5:38 am

Estaba completamente sudorosa, además de cansada. El tiempo en París era bastante similar al de mi hogar, Cork, pero estaba la gran diferencia de la temperatura. Nos encontrábamos en pleno verano y el calor inundaba la ciudad. La anterior noche había sido luna llena, y como no, tuve que ir al bosque para la transformación. Para mi desgracia me había despertado justo al lado de un caballo. Y el caballo no estaba vivo, para nada. Había abierto los ojos y me había encontrado con su estómago completamente destripado, pocas tripas quedaban ahí dentro. No me asusté, simplemente me dio muchísimo asco al observar que había sido yo quien había acabado con aquel pobre animal, aparte de que me había alimentado de él. Corrí desnuda por el bosque, hasta que al fin encontré el lugar donde siempre guardaba la ropa de repuesto. Me la puse y me di cuenta que el sabor a hierro de la sangre del caballo me producía arcadas. Necesitaba algo para beber, pero mi casa estaba demasiado lejos del bosque -el único inconveniente del lugar donde vivía-.

Me recorrí todo el bosque, tan rápido como pude, hasta que al final llegué a la ciudad. Me di cuenta que había permanecido la mayor parte del día durmiendo, desnuda, en mitad del bosque. Me ruboricé, pensando en la cantidad de tiempo que había perdido, aún así mi prioridad seguía siendo conseguir quitarme aquel gusto a caballo. Andé y andé hasta que me encontré justo delante de la puerta de una taberna, ¿me arriesgaría a entrar aún sabiendo el aspecto que llevaba? Saqué un pañuelo del interior de mi vestido e intenté limpiarme la sangre de mi cara tan bien como pude -lo único parecido a un espejo que tenía era la mísera ventana de la taberna-. Respiré hondo y me tranquilicé, cuando me encontré completamente segura, me adentré a la taberna.

Nunca me han gustado los ambientes de aquellos lugares, sin embargo, era el primer sitio con el que me había encontrado y no podía aguantar mis ganas de beber -quizá- un vaso de agua. Justo cuando iba a dirigirme a la barra, me tropecé con una visión familiar. Estaba en uno de los rincones de la taberna, con aquella mirada tan juguetona que la caracterizada. Mis pies me llevaron hasta ella y me senté delante de ella. Sonreí y le dije:

-Hacía tiempo que no nos veíamos, Iris... No me extraña encontrarte por aquí, la cerveza es una de tus perdiciones... -esperaba que no se fijara en el sucio aspecto que llevaba conmigo, porque sino, tendría que inventarme una muy buena excusa para ella.

por **Iris DiNatale** Vie Ago 05, 2011 6:01 am

Observe de reojo a la gente que allí se encontraba. De lo mas mediocre, aburrida, gris... No tenían nada interesante, ni mucho menos algo que me estimulara a abandonar mi asiento y ir a buscar sus coquetas palabras y sus miradas lascivas. El camarero se acerco, sonrió con cierta timidez sin fijar su mirada con la mía y dejo la cerveza sobre la mesa.

Sonreí mientras le entregaba la moneda que pagaría aquella cerveza y aquel chico se fue con cierta rapidez. No debía ser mucho mas mayor que yo, pero con esa actitud seguro que pocas mujeres habría conseguido atar bajo sus redes. Y eso que era muy mono.

Agarre la cerveza con fuerza y di un trago. Refrescante, notar aquella bebida recorrer mi garganta en una sensación de lo mas placentera. Sonreí complacida cuando mi mirada se fue directamente a la puerta, aquella figura me sonaba familiar. ¿Era ella?

Sonreí al ver como se acercaba con paso decidido confirmando que si sabía quien era, mi amiga, mi compañera de penurias. Cyara. ¿Pero que hacía aquí? Si a ella no le gustaban ese tipo de lugares... Era extraño pero no me desagradaba su presencia.

Escuche sus palabras con atención y una media sonrisa se dibujo en mi rostro.

-La cerveza y los hombres, bien lo sabes -Ladee la cabeza- ¿Que haces por aquí?

Aparte la silla que estaba a mi lado ofreciendo asiento.

por **Cyara Seery** Vie Ago 05, 2011 7:10 am

No dejé de sonreír al escuchar su pregunta. Sabía por qué me preguntaba, ya que ella conocía mi odio hacia aquel tipo de lugar, aún así en ese momento no me importaba. Con tal de librarme de aquel gusto a sangre, me iría justo al lado del infierno. Miré la jarra de cerveza que había pagado mi amiga, el instinto se estaba apoderando de mí, tenía mucha mucha sed. Tragué saliva y sin decir nada, agarré la cerveza y bebí un largo trago. Dejé después la jarra con firmeza, tal y como hacían los irlandeses y respiré hondo. A pesar de mi origen, no me agradaba para nada la cerveza, pero su gusto era mucho mejor que el de la sangre de caballo.

Me aparté un mechón de pelo de la cara y giré la cabeza hacia Iris. Debía de responderle, no podía dejarla con la pregunta en la boca. Apoyé el codo en la mesa para después apoyar a su vez mi cara en la mano, le sonreí.

-No está bien vivir en París y conocer sólo una zona. Estaba explorando nuevos rincones y cuando el calor ha podido conmigo, decidí entrar aquí y tomar algo refrescante -miré la jarra de cerveza, se la había dejado por la mitad-. Lo siento, ya sabes que soy muy impulsiva… ¿Qué ha sido de ti estas últimas semanas? -pregunté curiosa-. Anda que se te ha ocurrido venir a visitarme a la juguetería…

Hacía tiempo que no veía a Iris, con quien podía hablar con bastante naturalidad. Sabía que ambas no nos juntábamos por los mismos barrios, y por eso habíamos estado sin vernos durante bastante tiempo. Era una de las primeras amigas que había hecho allí en Francia, y al parecer, yo era una de las únicas personas en las que Iris podía confiar. Muchas veces deseaba poder decirle mi secreto, pero debía ser cautelosa…

por **Iris DiNatale** Vie Ago 05, 2011 7:19 am

Vi como bebía, vaya al parecer estaba muerta de sed. Debía de haber estado paseando sin descanso o de compras, quien sabe. Sonreí mientras la escuchaba hablar, la verdad es que hacía una semana ya desde nuestra ultima quedada y había echado de menos el poder ir y contar mis cosas a alguien sin pudor alguno.

Escuche sus palabras con atención. Era una de las pocas amigas fuera del burdel que tenía, era de las que no me veía andar por ahí con un corsé, liguero y plumas exhibiendo los dones que dios me había dado al nacer. Ella me veía como la persona que era.

-Lo siento, deberíamos haber quedado antes... Pero he estado hasta arriba de trabajo y hoy es el primer día que he tenido un poco mas calmado -Estaba molida, aquella semana había sido de las mas apretadas y todo el cuerpo me dolía- ¿Que tal por la juguetería? Tengo que comprar un regalo para un recién nacido así que tengo que pasarme

por **Cyara Seery** Sáb Ago 06, 2011 12:09 pm

Sabía en qué desempeñaba el trabajo de Iris, lo había descubierto una semana después de habernos conocido, pero aquello no me había echado atrás para conseguir su amistad. La consideraba una buena amiga, con la que podía hablar más o menos sobre todo y yo era uno de sus apoyos fuera del burdel donde trabajaba. Suspiré cuando me explicó la razón de su desaparación aquella semana, se olía incluso su cansancio. No se le notaba a causa del maquillaje, pero podía observar unas ojeras que surcaban por debajo de sus ojos, por no decir los movimientos de su cuerpo, los cuales eran muy lentos. Volví a pisar tierra cuando escuché la pregunta de mi amiga, pestañée y después le sonreí, segura de mí misma:

-Ya sabes, intento innovar en el arte de la juguetería, pero después de todo lo que al final vende es la tradición. Aunque siempre me permito el capricho de crear algo nuevo... -me quedé pensativa durante un rato ante la frase de Iris. ¿Un recién nacido?-. Que excusa más tonta para venir a visitarme, querida. Ya sabes que para ti las puertas siempre estarán abiertas -reí casi a carcajadas ante mi estúpido comentario, sólo por hacer rabiar un poco a Iris-. Lo perfecto para un recién nacido es un muñeco de trapo... Un día libre que tengas, te pasas y te muestro el par que tengo...

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