AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Buscando un buen libro [Lysandra]
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Buscando un buen libro [Lysandra]
Hacia una mañana bonita, sol en lo alto y pajaros cantando. Me disponia a comprar un regalo para mi madre y habia pensado en comprar un libro. Aqui estaba, frente al escaparate de la libreria. Entre en la tienda.
Habia un olor caracteristico del papel a la vez que era un ambiente seco. Estaba todo lleno de estanterias con miles de libros, si queria encontrar un libro para mi madre tendria que empezar ya.
Primera estanteria: Historia y filosofia. No creo que a mi madre le gustara este tema. Libros de cocina: Mama ya sabia cocinar y muy bien. Esto iba a ser largo...
-¿Puedo ayudarle en algo, joven?- La voz del librero hablo desde detras mia. Me hubiera asustado de no oido sus pisadas.Me volvi. El librero era mas joven de lo que habia pensado.
-Si, estoy buscando un libro para mi madre, como regalo.
-Ajam...- Musito el hombre y se llevo las manos a la barbilla- Quizas las aventuras amorosas le gusten, las mujeres se pegan por esos libros.
Me llevo hasta una estanteria llena de libros romanticos. Habia otra mujer, joven, quizas mas joven que yo.
-Si tiene alguna otra duda, pregunteme, no se corte.- dijo el librero y se marcho otra vez, posiblemente a su rincon oscuro.
Comenze a curiosear libros, todos me parecieron patrañas amorosas, historias de amores imposibles hechos realidad... Eso jamas ocurria de verdad... Pero si a las mujeres les gusta, madre es una mujer. La señorita de al lado quizas podria ayudarme a decidir sobre que mentira comprar.
-Disculpe, Mylady. Podria ayudarme a escoger el regalo idoneo para el aniversario de mi madre? Entre tanto libro no me decido.
Habia un olor caracteristico del papel a la vez que era un ambiente seco. Estaba todo lleno de estanterias con miles de libros, si queria encontrar un libro para mi madre tendria que empezar ya.
Primera estanteria: Historia y filosofia. No creo que a mi madre le gustara este tema. Libros de cocina: Mama ya sabia cocinar y muy bien. Esto iba a ser largo...
-¿Puedo ayudarle en algo, joven?- La voz del librero hablo desde detras mia. Me hubiera asustado de no oido sus pisadas.Me volvi. El librero era mas joven de lo que habia pensado.
-Si, estoy buscando un libro para mi madre, como regalo.
-Ajam...- Musito el hombre y se llevo las manos a la barbilla- Quizas las aventuras amorosas le gusten, las mujeres se pegan por esos libros.
Me llevo hasta una estanteria llena de libros romanticos. Habia otra mujer, joven, quizas mas joven que yo.
-Si tiene alguna otra duda, pregunteme, no se corte.- dijo el librero y se marcho otra vez, posiblemente a su rincon oscuro.
Comenze a curiosear libros, todos me parecieron patrañas amorosas, historias de amores imposibles hechos realidad... Eso jamas ocurria de verdad... Pero si a las mujeres les gusta, madre es una mujer. La señorita de al lado quizas podria ayudarme a decidir sobre que mentira comprar.
-Disculpe, Mylady. Podria ayudarme a escoger el regalo idoneo para el aniversario de mi madre? Entre tanto libro no me decido.
Jeremy Alexander- Cambiante Clase Media
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Re: Buscando un buen libro [Lysandra]
Tras las ventanas del carruaje, el cielo mostraba un deslumbrante azul. Las vaporosas nubes habían sido eliminadas del infinito manto para dejar paso al magnánimo sol. El calor, patente en el ambiente, provocaba que tuviese que agitar frenéticamente el abanico sujeto en mi mano derecha. Paseé la mirada por el techo del carromato, experimentando un alivio que no sentía desde hacía días. Por fin podía haber abandonado la mansión, librarme de compromisos sociales y demás sandeces, para relajarme con algo que realmente me gustaba. No es que hubiese sido sencillo convencer a mi padre de que me dejase salir, pero le pareció que una visita a la librería resultaría beneficiosa para mi educación. Bueno, debía agradecer su comprensión.
No obstante, continuaba viendo innecesario el vestir tal aparatoso atuendo. El vestido, de un refinado encaje e inmaculado tono celeste, me oprimía los pulmones como una tenaza. Las diferentes capas de tela, cada una más sedosa que la anterior, impregnadas de un sin fin de florituras y demás adornos, tan sólo consideraban incrementar el sofoco que me invadía a causa de los potentes rayos de sol. Tratando de mantener la compostura, continuaba con el mecánico abaniqueo, tratando de no perder el conocimiento y de inspirar lo suficiente para que mi cuerpo continuase provisto de oxígeno.
El galope de los caballos llegaba a mis oídos como si se tratase una melodía de fondo. Traté de concentrarme en los golpeteos de los cascos de los caballos sobre la calle adoquinada y, así, ignorar mis ansias de arrancarme de cuajo aquella insoportable prenda.
Por suerte, el trayecto no fue demasiado largo. Antes de que pudiese estar luchando contra el anudado corsé, Joe ya me abría la puerta del carromato con su habitual profesionalidad. Le dirigí una sonrisa cordial, de gratitud, mientras extendía mi mano enguantada para aceptar la suya, en ayuda para que bajase del carruaje. Descendí los estrechos escalones con aquella elegancia involuntaria que había adquirido tras innumerables clases de protocolo. Cuando, ante mí, pude ver el escaparate de la esperada tienda, no pude reprimir que una sonrisa se extendiese en mis labios.
Me tuve que forzar por mantener un paso normal, aunque quisiese lanzarme a la carrera hacia la puerta de acceso. Tras unos cordiales saludos a algún que otro viandante, al fin pude escuchar el tintineo del cascabel que anunciaba la llegada de un nuevo cliente al establecimiento.
Aquel lugar poseía un aura diferente. Parecía desprender una tranquilidad inusual, una sensación de paz extraña y que a la vez era tan atrayente para mí. El olor inconfundible a papel, a los tomos encuadernados el piel, hasta llegar a los ejemplares más antiguos que todavía conservaban tras una mata de polvo, conformaban una atmósfera antiquísima y que despertaba mis instintos de ávida lectora. El dependiente, un hombre joven al que ya conocía bastante bien tras mis incontables visitas, me sonrió, acercándose hacia mí para deleitarme con su fiel servidumbre.
- Buenos días, señorita Bardoux. Es un placer tenerla de vuelta por aquí. - me saludó, con una ancha sonrisa y su intachable correctitud. Le devolví el gesto, tratando de no parecer impaciente. - Está tan hermosa y espléndida como siempre. ¿En qué puedo ayudarla hoy?
Me demoré en contestar, desplazando la mirada de una punta a otra de la tienda, observando hasta el último recoveco mientras humedecía mis labios ligeramente.
- Mm... Verá, lo cierto es que últimamente me he estado deleitando con tomos históricos, resultan de lo más interesantes... Pero lo cierto es que pueden resultar algo pesados cuando devoras uno tras otro. - Di un par de pasos, posando una de mis manos sobre la superficie de madera de la estantería más próxima. - Lo cierto es que hoy busco una temática más... sencilla, simplemente diversión, ¿comprende? De vez en cuando sienta bien deleitar los sentidos con una de esas novelas románticas de las que tanto se oye hablar. - El hombre asintió en señal de aprobación, por lo que continué hablando. - Quizá pudiese mostrarme dicha sección de su librería. En cuanto me sitúe frente a ellos, yo me encargaré de escoger el que más se acerque a lo que ando buscando.
Dicho y hecho. El dueño me guió entre los estantes hacia el ala sur de la inmensa librería. Yo, por mi parte, me demoraba completando las largas hileras de libros, todos y cada uno de ellos ordenados meticulosamente de manera alfabética. Al final del pasillo divisé, además, un pequeño sillón, tapizado con una oscura tela de un verde apagado, sobre la cual, se encontraban realizados diestramente diferentes motivos decorativos con un elegante hilo dorado. Él lo me lo señaló, invitándome a sentarme.
- Puede ojear todos los que desee, señorita Bordoux. - añadió a continuación, indicándome las filas de libros correspondientes a mi petición. - Siéntase libre de sentarse, ponerse cómoda y demorarse el tiempo que considere preciso.
- Oh, es usted muy amable. - dije con una voz que sonó mesuradamente agradecida, tras lo cual, se alejó y yo me planté sin demora frente al primer estante.
Por una extraña costumbre, retiré los guantes de mis manos antes de pasar las mismas sobre el lateral de los libros expuestos ante mí. Sentir el tacto de la piel me resultaba exquisito. Sin prisa, estudié todos y cada uno de los tomos, hasta que me decanté por uno cuyo título captó mi atención. Alargué los dedos con delicadeza para retirarlo de entre el resto para, a continuación, sentarme en el cómodo sillón y comenzar a ojearlo. Definitivamente, necesitaba aquellos instantes de relax.
Tras unos cuantos minutos (¿O quizás horas? No, no lo creía), el tintineo de la campanilla volvió a hacer acto de presencia aunque no logró que aparcase la lectura por cuan enfrascada me tenía esta. Tan sólo fui consciente de unos pasos y, nuevamente, de la voz del comerciante que le daba la bienvenida al nuevo cliente. A partir de ahí, mis ojos se movieron hambrientos sobre las páginas del libro que sostenía, pasándolas con rapidez impaciente por saber cómo continuaba.
Sin embargo, finalmente, sí lograron arrancarme de la emocionante historia que me había absorto.
Se trataba de un muchacho, joven y su rostro indeciso me hizo reprimir la risa. Cerré con cuidado el ejemplar que todavía sostenía en mi regazo, asintiendo de modo afable al desconocido mientras me incorporaba.
- Por supuesto, caballero, aunque le advierto que dar con el libro idóneo es mucho más complejo de lo que parece. - Con una renovada sonrisa, añadí. - Pero no se preocupe, ha dado con la persona adecuada. Conozco esta librería tan bien como su propio dueño. - Pasando por su lado, volví a colocar el libro que había cogido en su lugar correspondiente. Volví a repasar con la mirada el sin fin de novelas. - Oh, por cierto - me volví ligeramente hacia él, todavía repasando las encuadernaciones con el dedo índice. -, me llamo Lyssandra, Lyssandra Bardoux.
Como siempre, los modales y la educación habían saltado como un resorte.
No obstante, continuaba viendo innecesario el vestir tal aparatoso atuendo. El vestido, de un refinado encaje e inmaculado tono celeste, me oprimía los pulmones como una tenaza. Las diferentes capas de tela, cada una más sedosa que la anterior, impregnadas de un sin fin de florituras y demás adornos, tan sólo consideraban incrementar el sofoco que me invadía a causa de los potentes rayos de sol. Tratando de mantener la compostura, continuaba con el mecánico abaniqueo, tratando de no perder el conocimiento y de inspirar lo suficiente para que mi cuerpo continuase provisto de oxígeno.
El galope de los caballos llegaba a mis oídos como si se tratase una melodía de fondo. Traté de concentrarme en los golpeteos de los cascos de los caballos sobre la calle adoquinada y, así, ignorar mis ansias de arrancarme de cuajo aquella insoportable prenda.
Por suerte, el trayecto no fue demasiado largo. Antes de que pudiese estar luchando contra el anudado corsé, Joe ya me abría la puerta del carromato con su habitual profesionalidad. Le dirigí una sonrisa cordial, de gratitud, mientras extendía mi mano enguantada para aceptar la suya, en ayuda para que bajase del carruaje. Descendí los estrechos escalones con aquella elegancia involuntaria que había adquirido tras innumerables clases de protocolo. Cuando, ante mí, pude ver el escaparate de la esperada tienda, no pude reprimir que una sonrisa se extendiese en mis labios.
Me tuve que forzar por mantener un paso normal, aunque quisiese lanzarme a la carrera hacia la puerta de acceso. Tras unos cordiales saludos a algún que otro viandante, al fin pude escuchar el tintineo del cascabel que anunciaba la llegada de un nuevo cliente al establecimiento.
Aquel lugar poseía un aura diferente. Parecía desprender una tranquilidad inusual, una sensación de paz extraña y que a la vez era tan atrayente para mí. El olor inconfundible a papel, a los tomos encuadernados el piel, hasta llegar a los ejemplares más antiguos que todavía conservaban tras una mata de polvo, conformaban una atmósfera antiquísima y que despertaba mis instintos de ávida lectora. El dependiente, un hombre joven al que ya conocía bastante bien tras mis incontables visitas, me sonrió, acercándose hacia mí para deleitarme con su fiel servidumbre.
- Buenos días, señorita Bardoux. Es un placer tenerla de vuelta por aquí. - me saludó, con una ancha sonrisa y su intachable correctitud. Le devolví el gesto, tratando de no parecer impaciente. - Está tan hermosa y espléndida como siempre. ¿En qué puedo ayudarla hoy?
Me demoré en contestar, desplazando la mirada de una punta a otra de la tienda, observando hasta el último recoveco mientras humedecía mis labios ligeramente.
- Mm... Verá, lo cierto es que últimamente me he estado deleitando con tomos históricos, resultan de lo más interesantes... Pero lo cierto es que pueden resultar algo pesados cuando devoras uno tras otro. - Di un par de pasos, posando una de mis manos sobre la superficie de madera de la estantería más próxima. - Lo cierto es que hoy busco una temática más... sencilla, simplemente diversión, ¿comprende? De vez en cuando sienta bien deleitar los sentidos con una de esas novelas románticas de las que tanto se oye hablar. - El hombre asintió en señal de aprobación, por lo que continué hablando. - Quizá pudiese mostrarme dicha sección de su librería. En cuanto me sitúe frente a ellos, yo me encargaré de escoger el que más se acerque a lo que ando buscando.
Dicho y hecho. El dueño me guió entre los estantes hacia el ala sur de la inmensa librería. Yo, por mi parte, me demoraba completando las largas hileras de libros, todos y cada uno de ellos ordenados meticulosamente de manera alfabética. Al final del pasillo divisé, además, un pequeño sillón, tapizado con una oscura tela de un verde apagado, sobre la cual, se encontraban realizados diestramente diferentes motivos decorativos con un elegante hilo dorado. Él lo me lo señaló, invitándome a sentarme.
- Puede ojear todos los que desee, señorita Bordoux. - añadió a continuación, indicándome las filas de libros correspondientes a mi petición. - Siéntase libre de sentarse, ponerse cómoda y demorarse el tiempo que considere preciso.
- Oh, es usted muy amable. - dije con una voz que sonó mesuradamente agradecida, tras lo cual, se alejó y yo me planté sin demora frente al primer estante.
Por una extraña costumbre, retiré los guantes de mis manos antes de pasar las mismas sobre el lateral de los libros expuestos ante mí. Sentir el tacto de la piel me resultaba exquisito. Sin prisa, estudié todos y cada uno de los tomos, hasta que me decanté por uno cuyo título captó mi atención. Alargué los dedos con delicadeza para retirarlo de entre el resto para, a continuación, sentarme en el cómodo sillón y comenzar a ojearlo. Definitivamente, necesitaba aquellos instantes de relax.
Tras unos cuantos minutos (¿O quizás horas? No, no lo creía), el tintineo de la campanilla volvió a hacer acto de presencia aunque no logró que aparcase la lectura por cuan enfrascada me tenía esta. Tan sólo fui consciente de unos pasos y, nuevamente, de la voz del comerciante que le daba la bienvenida al nuevo cliente. A partir de ahí, mis ojos se movieron hambrientos sobre las páginas del libro que sostenía, pasándolas con rapidez impaciente por saber cómo continuaba.
Sin embargo, finalmente, sí lograron arrancarme de la emocionante historia que me había absorto.
Se trataba de un muchacho, joven y su rostro indeciso me hizo reprimir la risa. Cerré con cuidado el ejemplar que todavía sostenía en mi regazo, asintiendo de modo afable al desconocido mientras me incorporaba.
- Por supuesto, caballero, aunque le advierto que dar con el libro idóneo es mucho más complejo de lo que parece. - Con una renovada sonrisa, añadí. - Pero no se preocupe, ha dado con la persona adecuada. Conozco esta librería tan bien como su propio dueño. - Pasando por su lado, volví a colocar el libro que había cogido en su lugar correspondiente. Volví a repasar con la mirada el sin fin de novelas. - Oh, por cierto - me volví ligeramente hacia él, todavía repasando las encuadernaciones con el dedo índice. -, me llamo Lyssandra, Lyssandra Bardoux.
Como siempre, los modales y la educación habían saltado como un resorte.
Lyssandra M. Bardoux- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 03/08/2011
Re: Buscando un buen libro [Lysandra]
La mujer se incorporo y se presento. La mire de arriba a abajo. Llevaba un apretado vestido y muy pomposo, podríamos decir, nada recomendable para este caluroso día. Con cabellos largos y oscuros que resaltaba su piel blanquecina y preciosos ojos azules. En conjunto presentaba un aspecto frágil, correspondiente a su escalafón social, una clase alta.
-Un placer mylady Bardoux. - Hice una exagerada reverencia- Jeremy Alexander, para servirla.- Volvi a mirarla y continue- Siento haberla molestado de su lectura, pero estoy perdido en estos lahares y un poco de ayuda nunca viene mal. DIgame, señorita Bardoux, ¿que me recomendaria regalar a mi madre?
Me volví a la estantería y deje divagar la mirada por los innumerables tomos allí expuestos. ¿Como podría hallar el mejor, sin la ayuda de esta gentil mujer? Por un instante di gracias por que ella estuviera allí y me ayudase, muchas otras mujeres se hubieran negado.
-Un placer mylady Bardoux. - Hice una exagerada reverencia- Jeremy Alexander, para servirla.- Volvi a mirarla y continue- Siento haberla molestado de su lectura, pero estoy perdido en estos lahares y un poco de ayuda nunca viene mal. DIgame, señorita Bardoux, ¿que me recomendaria regalar a mi madre?
Me volví a la estantería y deje divagar la mirada por los innumerables tomos allí expuestos. ¿Como podría hallar el mejor, sin la ayuda de esta gentil mujer? Por un instante di gracias por que ella estuviera allí y me ayudase, muchas otras mujeres se hubieran negado.
Jeremy Alexander- Cambiante Clase Media
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Fecha de inscripción : 04/08/2011
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Re: Buscando un buen libro [Lysandra]
Ante su gesto, incliné la cabeza en modo de saludo, con perfecta precisión. Sus ojos verdes me escrutaron con absoluto descaro, aunque traté de no tenerlo en cuenta. Parecía un muchacho de lo más tímido y se esforzaba por ser cortés, algo que me resultaba de lo más divertido y, a la vez, encantador.
- Igualmente, señor Alexander. - respondí, tras lo cual, mi mirada recayó una vez más, mecánicamente sobre el estante que se situaba frente a mí. - Y en lo referente a su búsqueda... Mm, veamos... Toda mujer esconde en su interior una parte aventurera que trata de reprimir a toda costa. - Ante su ceja arqueada, sonreí abiertamente, con un destello de picardía en el rostro. - Sí, yo me incluyo en ello, ¿por qué negarlo? No somos tan simples como algunos de ustedes piensan, caballero, la mujer, en muchas ocasiones, se preocupan de algo más que las tareas domésticas, el atuendo y ese sin fin de aspectos superficiales que se le atribuyen. No, el pensamiento es más complejo, mucho más elaborado, se trata de escapar de la realidad de un modo que nadie nos pueda privar. - Tras aquel pequeño discurso, que dejó un tanto desconcertado a mi acompañante, continué, risueña. - Bueno, ¿sabe al menos si su madre tiene predilección por algún escritor en particular? Eso facilitaría la búsqueda. Ah, no hace falta que mire las estanterías con tal terror. Le aseguro que los libros no van a morderle. - Traté de bromear, sin poder remediarlo al ver cómo se alarmaba ante la cantidad de libros por los que se veía rodeado. ¿Qué se esperaba al entrar en una librería?
- Igualmente, señor Alexander. - respondí, tras lo cual, mi mirada recayó una vez más, mecánicamente sobre el estante que se situaba frente a mí. - Y en lo referente a su búsqueda... Mm, veamos... Toda mujer esconde en su interior una parte aventurera que trata de reprimir a toda costa. - Ante su ceja arqueada, sonreí abiertamente, con un destello de picardía en el rostro. - Sí, yo me incluyo en ello, ¿por qué negarlo? No somos tan simples como algunos de ustedes piensan, caballero, la mujer, en muchas ocasiones, se preocupan de algo más que las tareas domésticas, el atuendo y ese sin fin de aspectos superficiales que se le atribuyen. No, el pensamiento es más complejo, mucho más elaborado, se trata de escapar de la realidad de un modo que nadie nos pueda privar. - Tras aquel pequeño discurso, que dejó un tanto desconcertado a mi acompañante, continué, risueña. - Bueno, ¿sabe al menos si su madre tiene predilección por algún escritor en particular? Eso facilitaría la búsqueda. Ah, no hace falta que mire las estanterías con tal terror. Le aseguro que los libros no van a morderle. - Traté de bromear, sin poder remediarlo al ver cómo se alarmaba ante la cantidad de libros por los que se veía rodeado. ¿Qué se esperaba al entrar en una librería?
Lyssandra M. Bardoux- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 03/08/2011
Re: Buscando un buen libro [Lysandra]
-Por favor, llámeme Jeremy, Milady.- Conteste rápidamente al escuchar señor seguido de mi apellido. Eso me hacia parecer mucho mas mayor de lo que era.
La cantidad de libros era asombrosa, al igual que la visión de la chica. Claro que me parecía bien. Mi madre tuvo que sufrir años atrás, es justo que ahora haga lo que quiera y la literatura, como había apuntado la señorita Bardoux, era una forma de escapar de este duro mundo.
-Vera, señorita Bardoux, no tenemos el suficiente dinero para permitirnos comprar muchos libros... Es por esta razón que no conozco mucho de este mundo. Al igual que desconozco autores que podrían ser de agrado para mi madre. Ya siento mucho no poder ofrecerle mas ayuda.
Me sentía mal, ¿como podía dejarle el peso de recomendar un libro a un total extraño? Y ademas, mi incultura en este tema era realmente grande.
La cantidad de libros era asombrosa, al igual que la visión de la chica. Claro que me parecía bien. Mi madre tuvo que sufrir años atrás, es justo que ahora haga lo que quiera y la literatura, como había apuntado la señorita Bardoux, era una forma de escapar de este duro mundo.
-Vera, señorita Bardoux, no tenemos el suficiente dinero para permitirnos comprar muchos libros... Es por esta razón que no conozco mucho de este mundo. Al igual que desconozco autores que podrían ser de agrado para mi madre. Ya siento mucho no poder ofrecerle mas ayuda.
Me sentía mal, ¿como podía dejarle el peso de recomendar un libro a un total extraño? Y ademas, mi incultura en este tema era realmente grande.
Jeremy Alexander- Cambiante Clase Media
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Fecha de inscripción : 04/08/2011
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Re: Buscando un buen libro [Lysandra]
A decir verdad, aquel muchacho me resultaba de lo más agradable. Su constante inseguridad, su aire reservado y tímido me parecía de lo más cómico, aunque no dejaba de ser una faceta adorable, lo hacía más joven, más niño me atrevería a decir. Ignorando el hilo de mis pensamientos, me limité a sonreír, tratando de quitarle hierro al asunto. Era de se lo más gratificante poder aconsejarle y mantener una charla normal, cordial, sin ningún tipo de tapujos al no tener que estar pendiente de los continuo y hastioso protocolo y demás finuras. Le indiqué que me siguiera; una obra en concreto había iluminado mi mente.
- Creo que sé de un libro que le gustará a su madre, señor… Mm, Jeremy. – rectifiqué. Lo cierto es que, aunque resultasen de lo más estúpidos, los formalismos llegaban a salir por mi boca inconscientemente. Alcé la mano hacia donde se encontraba la novela que buscaba, rescatándola de entre gruesos libros que ejercían una gran presión sobre la reducida obra de teatro. Acaricié la portada del libro con meticulosidad, antes de dejarlo sobre las manos de Jeremy. – Se trata de una de mis obras favoritas: “La vida es sueño”, de Calderón de la Barca. – Me apoyé contra el estante, perdiendo la mirada en lo alto del entablamento del techo. – Tiene sus años, pero me sigue pareciendo preciosa. En ella, dentro de un teatro puramente lírico, se entremezclan sueño y realidad, al menos de modo fingido, pues en eso consiste el conflicto de la trama: la dificultad que atraviesa el protagonista ante la diferenciación de fantasía y realidad. No le contaré más, puesto que creo que terminaré por revelarle toda la obra. – dije, con una suave risa a modo de disculpa. Con un suave suspiro, recité. - "¿Qué es la vida? Una ilusión, una sombra, una ficción, y el mayor bien es pequeño; que toda la vida es sueño, y los sueños, sueños son..." - Cerré momentáneamente los ojos, pensativa. No pude evitar pensar, para mi fuero interno, que a veces anhelaba despertar de ese sueño. Tratando de relajar el semblante, inspiré profundamente, forzándome a volver a sonreír. – No se preocupe, estoy segura de que a su madre le parecerá interesante, incluso usted debería animarse a leerla. – Comenté, mientras la mirada del chico seguía fija en mí, con una expresión que delataba su anonadamiento. – Por favor, no me mire así o empezaré a cuestionar mi estado mental. – traté de bromear y, no sé por qué motivo, me di cuenta de que aquella visita en concreto a la librería Donovan estaba resultando de lo más agradable. En fin, después de todo necesitaba alguien con quien hablar.
- Creo que sé de un libro que le gustará a su madre, señor… Mm, Jeremy. – rectifiqué. Lo cierto es que, aunque resultasen de lo más estúpidos, los formalismos llegaban a salir por mi boca inconscientemente. Alcé la mano hacia donde se encontraba la novela que buscaba, rescatándola de entre gruesos libros que ejercían una gran presión sobre la reducida obra de teatro. Acaricié la portada del libro con meticulosidad, antes de dejarlo sobre las manos de Jeremy. – Se trata de una de mis obras favoritas: “La vida es sueño”, de Calderón de la Barca. – Me apoyé contra el estante, perdiendo la mirada en lo alto del entablamento del techo. – Tiene sus años, pero me sigue pareciendo preciosa. En ella, dentro de un teatro puramente lírico, se entremezclan sueño y realidad, al menos de modo fingido, pues en eso consiste el conflicto de la trama: la dificultad que atraviesa el protagonista ante la diferenciación de fantasía y realidad. No le contaré más, puesto que creo que terminaré por revelarle toda la obra. – dije, con una suave risa a modo de disculpa. Con un suave suspiro, recité. - "¿Qué es la vida? Una ilusión, una sombra, una ficción, y el mayor bien es pequeño; que toda la vida es sueño, y los sueños, sueños son..." - Cerré momentáneamente los ojos, pensativa. No pude evitar pensar, para mi fuero interno, que a veces anhelaba despertar de ese sueño. Tratando de relajar el semblante, inspiré profundamente, forzándome a volver a sonreír. – No se preocupe, estoy segura de que a su madre le parecerá interesante, incluso usted debería animarse a leerla. – Comenté, mientras la mirada del chico seguía fija en mí, con una expresión que delataba su anonadamiento. – Por favor, no me mire así o empezaré a cuestionar mi estado mental. – traté de bromear y, no sé por qué motivo, me di cuenta de que aquella visita en concreto a la librería Donovan estaba resultando de lo más agradable. En fin, después de todo necesitaba alguien con quien hablar.
Lyssandra M. Bardoux- Humano Clase Alta
- Mensajes : 57
Fecha de inscripción : 03/08/2011
Re: Buscando un buen libro [Lysandra]
La chica pareció revivir el libro que me entregaba, recordando sus lineas y disfrutando de su lectura otra vez, incluso recito unos versos de la obra. Posiblemente fuera una chica de aspecto frágil, pero tenia una dura personalidad. Eso estaba bien en la sociedad de ahora.
La vida es sueño. Así era el lo que rezaba en la portada del libro que la mujer me había dejado en las manos. Lo ojee por dentro era una obra de teatro. Nunca había leído una obra de teatro... Realmente no había leído mucho.
A la muchacha no le parecía disgustarle, de hecho le gustaba mucho.
Los versos recitados por la chica me gustaron, aunque no me parecieron del todo verdaderos. ojala la vida fuera solo un sueño y todo lo que pasa sea un sueño.
-Muchas gracias por ayudarme, y descuide, la leeré, solo por su recomendación.- Hice una pequeña reverencia.Estaba ansioso por leerla, aunque primero tendría que leérsela mi madre.- No suelo frecuentar estos lugares, pero trabajo en la taberna, así que si necesitas un desahogo o alguien con quien charlar, allí estaré.- Volví a hacer una sutil reverencia.
Me encamine hacia el escritorio en el que había una pequeña campanilla para llamar al librero. La toque. El librero llego y me cobro rápidamente el libro. El precio no se había disparado, como pensé que ocurriría, eso fue de mi agrado.
La vida es sueño. Así era el lo que rezaba en la portada del libro que la mujer me había dejado en las manos. Lo ojee por dentro era una obra de teatro. Nunca había leído una obra de teatro... Realmente no había leído mucho.
A la muchacha no le parecía disgustarle, de hecho le gustaba mucho.
Los versos recitados por la chica me gustaron, aunque no me parecieron del todo verdaderos. ojala la vida fuera solo un sueño y todo lo que pasa sea un sueño.
-Muchas gracias por ayudarme, y descuide, la leeré, solo por su recomendación.- Hice una pequeña reverencia.Estaba ansioso por leerla, aunque primero tendría que leérsela mi madre.- No suelo frecuentar estos lugares, pero trabajo en la taberna, así que si necesitas un desahogo o alguien con quien charlar, allí estaré.- Volví a hacer una sutil reverencia.
Me encamine hacia el escritorio en el que había una pequeña campanilla para llamar al librero. La toque. El librero llego y me cobro rápidamente el libro. El precio no se había disparado, como pensé que ocurriría, eso fue de mi agrado.
Jeremy Alexander- Cambiante Clase Media
- Mensajes : 150
Fecha de inscripción : 04/08/2011
Edad : 35
Localización : Periferia de Paris
DATOS DEL PERSONAJE
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Datos de interés:
Re: Buscando un buen libro [Lysandra]
Ojalá pudiese presentarme en la taberna sin el riesgo de conseguir un escándalo. Ese era otro de los defectos de pertenecer a la clase social de la que yo era miembro. Sin embargo, me limité a volver a sonreír, como siempre, guardándome esa pequeña queja en mi interior, agolpándose con el cúmulo de rabia contenía que ya soportaba. Después de un tiempo, portar aquel peso se había hecho llevadero, normal, una nueva parte que me completaba en cierto modo.
Me despedí sin mayor demora, observando como se alejaba, próximo ya al mostrador donde el señor Donovan le cobró su compra. Volviendo a los asuntos que me habían traído al establecimiento, desanduve mis pasos para recuperar el libro que tanto me había cautivado. Lo volví a abrir, para echarle una rápida ojeada, antes de volver a cerrarlo, pegándolo contra mi pecho. Terminaría la lectura en casa. Al fin y al cabo, podría aprovechar el tiempo que se me había concedido de otros modos que no fuese estar encerrada un día tan soleado en aquel establecimiento, por muy agradable que fuese.
Decidida, pues, me dirigí, al igual que Jeremy, hacia el mostrador, donde el amable librero me recibió con una amplia sonrisa. Tras cobrar mi preciada compra, dediqué una última mirada a ambos, en señal de despedida, después de lo cual me perdí tras la puerta principal, al tiempo que el tintineo ya característico resonaba sobre mi cabeza.
La luminosidad de la calle me cegó momentáneamente. Joe, como siempre, me esperaba con el carruaje a poca distancia. Al verme, se apresuró en abrirme la puerta, efectuando su siempre perfecta reverencia preparándose para coger mi mano y ayudarme a subir al carromato. Mas yo tenía otros planes antes de regresar. Con rostro angelical, vocalicé las palabras "volveré pronto", para dirigirme calle arriba, sin ningún rumbo concreto, dejando a mi chófer meditabundo, al tiempo que volvía a cerrar la portezuela.
El día lucía espléndido, sí, y pensaba contagiarme de su alegría antes de sumirme en las negruras de la obediencia.
Me despedí sin mayor demora, observando como se alejaba, próximo ya al mostrador donde el señor Donovan le cobró su compra. Volviendo a los asuntos que me habían traído al establecimiento, desanduve mis pasos para recuperar el libro que tanto me había cautivado. Lo volví a abrir, para echarle una rápida ojeada, antes de volver a cerrarlo, pegándolo contra mi pecho. Terminaría la lectura en casa. Al fin y al cabo, podría aprovechar el tiempo que se me había concedido de otros modos que no fuese estar encerrada un día tan soleado en aquel establecimiento, por muy agradable que fuese.
Decidida, pues, me dirigí, al igual que Jeremy, hacia el mostrador, donde el amable librero me recibió con una amplia sonrisa. Tras cobrar mi preciada compra, dediqué una última mirada a ambos, en señal de despedida, después de lo cual me perdí tras la puerta principal, al tiempo que el tintineo ya característico resonaba sobre mi cabeza.
La luminosidad de la calle me cegó momentáneamente. Joe, como siempre, me esperaba con el carruaje a poca distancia. Al verme, se apresuró en abrirme la puerta, efectuando su siempre perfecta reverencia preparándose para coger mi mano y ayudarme a subir al carromato. Mas yo tenía otros planes antes de regresar. Con rostro angelical, vocalicé las palabras "volveré pronto", para dirigirme calle arriba, sin ningún rumbo concreto, dejando a mi chófer meditabundo, al tiempo que volvía a cerrar la portezuela.
El día lucía espléndido, sí, y pensaba contagiarme de su alegría antes de sumirme en las negruras de la obediencia.
Lyssandra M. Bardoux- Humano Clase Alta
- Mensajes : 57
Fecha de inscripción : 03/08/2011
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