Primera impresión [Cassius de Beaumaris]

por **Arabelle Eisenhauer** Sáb Ago 13, 2011 10:12 am

Llegaba tarde, elegantemente tarde. Y pese a que parecía algo elucubrado perfectamente para la ocasión, no había sido más que un bobo descuido, pues se había quedado dormida demasiado tarde… Más bien temprano, a las once de la mañana sus ojos no resistieron más los embates del insomnio al que se sometió por culpa de una lectura obsesiva. Y es que desde que estaba con su hermano, lejos del yugo de su padre, había tenido la libertad de aprender y experimentar con sus dones, y muchas otras cosas, cosa que tenía por lo demás prohibida.

Pero ya no era Escocia, era un lugar nuevo y liberal, donde una chica no tenía tantos problemas al invitar a salir a alguien. Aunque claro, por más cordial que hubiese sido aquella disculpa y la posterior invitación al parque de diversiones, no era más que una forma de acercarse al sujeto que hacía las veces de aprendiz de su hermano. En el momento en que se lo dijo, como era de esperarse, no reaccionó tan bien y entusiasmada como Kris buscaba, por más que fuese a tener un “compañero de prácticas”, no se fiaba de él ni de sus intenciones, pues ni siquiera lo conocía y no le interesaba en absoluto hacer amigos, o era más bien que no podía, simplemente no se llevaba bien la gente joven.

Suspiró profundamente cuando el carruaje se detuvo, se había olvidado de almorzar o tomar una merienda, apenas había tenido tiempo de arreglarse, y ahora debía bajar, buscarlo y disculparse. No sabía cuál de esas cosas era peor, aunque tener que tratar con el sujeto que comenzaría a arrebatarle la atención de Kris pugnaba bastante bien por el primer lugar.

Se bajó mirando a todos lados, buscando al joven casi con desesperación, y cuando lo vio en lugar en que habían acordado fingió alivio, pensando en todo momento que la estaba observando. Era tiempo de actuar. Subía el telón. Corrió hasta donde se encontraba, de forma de llegar jadeando y algo despeinada. Cuando se paró frente a él lo hizo con la mirada baja en señal de disculpa, aunque claramente le daba igual, no debía arruinar la primera impresión que le permitiría un mayor acercamiento para saber quién era realmente. No es que fuese una paranoica que estuviese celosa de cada persona que posara sus ojos en su hermano, pero así como estaba su… relación, no quería arriesgarse que aquello del “aprendiz” no fuese más que una treta de su padre, así que tenía que asegurarse.

- Lo siento mucho, el cochero tuvo problemas para llegar, pero no es excusa – dijo aun sin mirarlo a los ojos – Soy Arabelle, la hermana de Kristof Von Garvel – dijo con una suave sonrisa en los labios.

Cuando levantó la mirada, se encontró con un joven rubio y de orbes claros. Pero eso no era lo importante, solo tenía ojos para una persona en el mundo y era por él que ahora se rebajaba a venir a un lugar tan infantil.

por **Cassius de Beaumaris** Lun Ago 15, 2011 6:41 pm

Había recibido una invitación para asistir al parque de diversiones, en aquellos tiempos no era común, y hasta mal visto que una mujer hiciera una invitación al un hombre, pero el chico estaba cansado del protocolo y las costumbres puritanas que su padre le había inculcado, a veces solo quería ser Cassius, solo Cassius, sin ningún título de nobleza ni aristocracia que evitara que pudiera relacionarse con quien el deseara, simplemente quería agradar por lo que era, no por lo que poseía; aquella invitación lo había puesto a pensar, la verdad no conocía a la mujer de vista, pero sabía de ella por el señor Von Garvel, su maestro de hechicería, aunque su maestro no le había dado más detalles sobre su relación, intuyó que aquella mujer significaba mucho para el señor Von Garvel, estuvo pensándolo durante mucho tiempo hasta que al final accedió a asistir

Antes de salir al encuentro con la mujer Cassius no pudo evitar pensar en lo que su maestro diría si se enteraba que había accedido a la invitación de aquella mujer, esperaba que se lo tomara de buen modo, aunque desconociendo la clase de relación que unía a su maestro y a la dama era imposible determinar la reacción del señor Von Garvel; con todo, Cassius puso la mente en positivo; salió de su casa acompañado de uno de sus sirvientes, todo por orden de su padre, esperaba que aquello no interfiriera en el buen curso que esperaba tomara esa invitación, llegó al lugar acordado un poco antes de la hora acordada, quería demostrar sus buenos modales y causar una buena impresión

El tiempo pasaba y aquella dama aun no aparecía, los nervios empezaban a apoderarse del chico, no pudo evitar pensar que todo había sido solo una broma para obligarlo a hacer el ridículo, peor como siempre Cassius fue incapaz de pensar mal de alguien, solo esperaba que la dama hubiera tenido algún percance a último momento que le hubiera impedido llegar a la cita; Cassius ya estaba considerando las sugerencias del su sirviente de regresar a su casa cuando vio entre la multitud a una mujer observando a su alrededor, en busca de alguien, al fin la mujer llegó ante Cassius en una actitud avergonzada, si bien le había molestado en algo el retraso de la dama se sintió aliviado al ver que la invitación iba en serio

- No se preocupe, yo entiendo- dijo el chico esbozando una sonrisa gentil, era una mujer rubia que vagamente le recordaba al señor Von Garvel, eran hermanos, asiq ue algo de parecido fisico de bian poseer, tomó la mano de la mujer y besó su dorso - es un placer conocerla señorita, mi nombre es Cassius de Beaumaris, el señor Von Garvel me ha hablado de usted

por **Arabelle Eisenhauer** Dom Ago 21, 2011 2:00 am

Se decía a sí misma una y otra vez que debía ser amable, al menos hasta que averiguara lo suficiente como para tratar de convencer a Kris de que no era lo suficientemente confiable como para enseñarle esas cosas, pero si al final del día acaba dándose cuenta que el joven no tenía nada que ocultar y que sus intenciones eran tal cual se las había mencionado a Kris, pues en ese caso iba a patalear y no le volvería a hablar hasta que accediera a dejar ese juego del maestro y el aprendiz. La razón. Aquella pícara sonrisa con la que llegó el día en que se encontró con el joven por primera vez, que antes solía dedicarle a las jóvenes que pasaban a su lado, claro, aquello era seis años atrás, antes de que se enteraran de todo el lío en que estaban involucrados a causa de su padre.

Por eso no se podía fiar de nadie, aunque más bien sonara a una excusa para justificar los celos que sentía al tener que compartir su tiempo con un completo desconocido. Así que volvía a decirse que tuviese paciencia, pero en el instante que besó el dorso de su mano y le dijo que Kris le había contado de ella tuvo que hacer acopio de toda la fuerza de voluntad que tenía disponible para evitar que su rostro marcara una mueca de hastío.

- ¿En serio? Espero que hayan sido cosas buenas – dijo con la sonrisa más perfecta que podía dar en esas condiciones, aunque por dentro tuviese ganas de sacudirlo de los hombros para que le dijese lo que su hermano le contó – Aunque el tiende a exagerar a veces –

Se mordió la lengua como castigo, no debía hablar de más, mucho menos contarle cosas que tuvieran que ver con Kris y con la relación que tenían. Para el joven brujo eran hermanos y nada más. Arabelle ni siquiera quería imaginarse que pensaría él si supiese que iba a casarse con su hermano. Seguramente pondría la misma cara de asco que el resto de la gente, así que era un detalle que iba a obviar. Y nada la iba a desconcen… trar…

De pronto llegó a su olfato el aroma del algodón de azúcar, y no se molestó en ocultar siquiera que olfateaba como un sabueso, para buscar el lugar exacto del que venía aquel dulce aroma. Después de todo no había comido nada en todo el día, y si no ingería su dosis normal de azúcar estaría aun de peor humor, lo cual sería muy contraproducente para cumplir su autoimpuesta misión.

- Algodón de azúcar… - susurró con anhelo sin darse cuenta, hasta que sacudió un poco la cabeza para salir de ese estupor – Lo lamento, es que me gustan mucho los dulces – dijo como disculpa por ese breve lapsus, intuyendo que el joven se había dado cuenta de ello.

Entrecerró los ojos un poco, reparando en el sujeto que estaba a su lado, casi un paso más atrás de él y que apenas se había movido desde que llegaron. Vaya si estaba familiarizada con esos guardianes, pasó los dieseis años de su vida entre una institutriz y el poco amigable guardia de turno que no le quitaba un ojo de encima. Se dio cuenta de inmediato que no podrían hablar en paz mientras estuviese con ellos, así que se paró frente a él y le dedicó una sonrisa mientras pensaba en una forma de deshacerse de él.

- ¿Entramos? – preguntó mientras se ubicaba al lado del joven, esperando poder tomarse de su brazo cuando él lo estimase apropiado.

por **Cassius de Beaumaris** Lun Ago 29, 2011 10:58 pm

Mantuvo la sonrisa que le había dado a la chica, Cassius hizo su mejor intento por causar una buena primera impresión, y esperaba que lo hubiera logrado, aquella dama se veía elegante y distinguida, con un aire de cultura, como el que tenía el señor Von Garvel la noche que lo conoció, se preguntó si la joven también tendría los dones de hechicería de su maestro, si ambos eran hermanos supuso que debía tenerlos, aunque él no había heredado sus poderes de su padre ni tenía hermanos, así que no podría estar seguro, se dijo que debía preguntárselo al señor Von Garvel la próxima vez que lo viera

- No se preocupe, lo fueron- le dijo a la mujer, lo poco que le había comentado sobre ella había sido en términos generales buenos, aun así Cassius no tenía el valor suficiente para decirle a las personas lo malo que pensaban de ellas, el siempre decía lo bueno, lo malo se lo callaba, luego escuchó su comentario y no pudo dejar escapar una sonrisa- entiendo, pero no creo que haya exagerado, a mi me pareció bastante sincero lo que dijo- por lo poco que le había dicho intuyó que la dama era importante para su maestro, y si, estaba seguro que su maestro no había exagerado

Observó a la mujer desviar la vista hacia un puesto de golosinas, ese acto le pareció muy tierno, le recordaba a una pequeña niña, sonrió y la contempló un momento, entonces tuvo una idea, se acercó al puesto y sacó un par de francos- deme uno- le dijo al hombre que atendía, cuando lo tomó regresó junto a la joven y notó que le dirigía una mirada un poco molesta al hombre que acompañaba a Cassius, se sintió un poco incomodo con el asunto, si por él fuera habría venido sin acompañante, pero su padre insistió, al menos esperaba que aquel sirviente no le causara mayor problema- aquí tiene-dijo entregándole el algodón de azucar a la joven- disfrútelo- luego se giró hacia su sirviente y le dirigió una mirada entre molesta e incómoda, se situó junto a la dama y levantó un poco el brazo para que ella se tomara de el - entremos

por **Arabelle Eisenhauer** Jue Oct 06, 2011 12:39 am

Esto había comenzado mal. Ella misma iba bajando la guardia sin darse cuenta, eran pequeños detalles que si se unían hacían notar que no estaba actuando como de costumbre, así que era una suerte que el joven aprendiz de Kris no la conociera más que por las palabras de él. Pensar aquello casi le sacó un suspiro de alivio. Ladeo la cabeza extrañada cuando lo vio alejarse un poco sin decir nada, ella se había puesto a su lado, así que por unos momentos se lo tomó como un gesto de que no quería ir con ella del brazo, pero cuando vio que volvía con un algodón de azúcar no pudo evitar sorprenderse de sobremanera ¿Por qué estaba siendo tan amable con ella?

Por unos instantes recordó como había sido su vida en Escocia. Nunca había tenido más amigos que su hermano y sus mascotas, de hecho tuvieron que sacarla de la escuela para ponerle maestros privados en casa porque no lograba llevarse bien con las demás niñas. Así que ni hablar de tratar con más personas. Solo cuando estaba con su hermano podía tratar con más personas de manera más normal, y eso acabó el día en que él huyó de casa. Por eso se sentía extraña ahora, y no podía creer que aquella amabilidad que Cassius mostraba fuese real, ya que nadie la había tratado así a menos que estuviese de alguna forma obligado.

Suspiró y aceptó el algodón de azúcar con algo de pena dentro de ella, pero casi lo olvidó cuando sacó un pequeño y dulce trozo para llevárselo a los labios antes de tomar el brazo del joven para entrar por fin al parque de diversiones.

- Gracias – dijo notablemente avergonzada mientras comenzaban a caminar a la entrada – No había tenido la oportunidad de venir aquí antes –

Tal vez no hacía falta decirlo, porque comenzó a mirar a todos lados, los puestos, las atracciones, la particular gente que trabajaba en el lugar. Era como un pequeño mundo dentro de París, completamente diferente al resto de la ciudad. Y aquello en parte la agobiaba, pero en el buen sentido, ya que le hacía olvidar el motivo que la había traído al lugar, por fin sintiéndose como una joven de su edad, cosa que no había ocurrido en mucho tiempo, ya que ella misma se obligaba a actuar como una adulta.

- ¿Dónde desea ir primero? – dijo entusiasmada, aun mirando a todos lados, embargada por todos los aromas que rondaban el lugar - ¿La casa de los espejos tal vez? – sugirió por el mero entusiasmo al ver que era la atracción que tenían más cerca.

Spoiler:

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