La soledad es una estación de madrugada // Erya

por **Ylenia I. Raducan** Mar Ago 16, 2011 2:26 pm

-Marea…-
El suspiro de su voz se mezclaba con el golpear de las olas, se había quitado los zapatos para sentir la arena debajo de sus pies, los llevaba en una mano.

... E frumoasa
Estaba de nuevo repitiendo frases en su idioma natal, adornadas con su acento rumano le sabían diferente a todas las demás que hablaba no había nada más puro que aquello.
Sacudió la cabeza con delicadeza provocando que su cabellera se le alborotara, ya estaba un poco rizada por la humedad de la playa así que basto un simple movimiento: Me lleve una mano a la frente y reí quedamente.- ¡Que tiempos aquellos! - todo giraba en mi cabeza y chocaba con mi cerebro como moscas en una lámpara de luz ultra violeta, me chocaba la idea últimamente estaba sintiéndome demasiado anormal y aquello representaba un problema para mi.

Cierro los ojos y escucho las olas rompiendo en la orilla, mojando mis píes, la sensación era muy placentera y me brindaba una sensación de alivio. A pesar de que tenía fragmentos lucidos de mi vida en la infancia, no todos llegaban completos, algunos eran borrosos y otros simplemente eran como un parpadeo. Lo que más extrañaba además de Rumania era a Marco, mi padre aquel hombre gallardo de piel clara y ojos azules el mismo color del mar idéntico al que bailoteaba debajo de mis píes. Todos los días me preguntaba que habría sido de mí, si él me hubiese aceptado, sin duda alguna me hubiese encantado percibir algún cálido sentimiento, pero bien tenía claro, que aquello que no lograba aniquilarte te hacía mucho más fuerte

El corazón late, el ritmo se acelera, hay ráfagas de sentimientos que en mi opinión eran más frenéticas que las de un humano cualquiera, pero algo tan sencillo como ese recuerdo podía dejarme casi... inmóvil. Llego a dudar la decisión de andar sola por el mundo, y a pesar de que parecía ser lo más sensato y mucho más cómodo, en estos instantes quería sentía el enorme deseo de charlar con alguien.

Posdata: Perdona la tardanza pero me ocuparon -.- no es muy buen tema pero al menos sirve de arranqué.

por **Arlette** Mar Ago 16, 2011 4:24 pm

Era una noche asombrosamente clara. Ninguna nube empañaba la luna ni su luminoso séquito de estrellas. Así daba gusto salir a pasear, disfrutar de la noche en su máxima belleza, el silencio, la soledad... Sin darme cuenta, mis pasos me habían conducido al río Senna, tan grande y navegable que recordaba cualquier mar, pese a que París no disponía de aquél tesoro. Bajé a la zona dónde el agua rompía contra una arena algo más oscura y llena de piedrecillas. Pese a no ser como la arena de la que estaba acostumbrada en Islandia, algo era algo y siempre era bienvenido aquello que me recordara mis orígenes que pese a los setecientos años de vida que traía tras mi espalda, seguían inmutantes.

A lo lejos, vislumbré una figura femenina sentada en aquella arena, sola. ¿Qué hacía una mujer sola a aquellas horas de la noche y en aquél paraje? La seguridad y la prudencia era algo que no me importaba desde que había dejado atrás mi humanidad, pero no entendía cómo seres mortales como aquella muchacha creían que eran tan poderosas como yo. Podría sucederle cualquier cosa: que un gitano le atracara, encontrarse con un lobo, que un comerciante de esclavos la raptara... o peor, que un vampiro sediento la encontrara. Relamí mis labios de forma instintiva y me acerqué a ella, sentándome con elegencia sobre mi vestido de seda rojo.

- ¿Disfrutando sola de una noche como ésta?- comenté con una sonrisa cordial.

por **Ylenia I. Raducan** Mar Ago 16, 2011 10:51 pm

Había logrado callar los recuerdos que rondaban mi mente durante unos momentos, no había nada más que el sonido de las olas y la brisa marina jugando con mi cabello, trataba de no pensar en Marco, borrarle por completo, pues pensar en él solo me causaba confusión y una tristeza interna. Una nostalgia demasiado altiva lograba apoderarse y embriagarse con mi alma, sensaciones encontradas se agolpaban en ella, produciéndome infinitas ganas de reír y de llorar al mismo tiempo, era triste ver hacía mi pasado y encontrar que no había nada en él que me hubiese impulsado y motivado a seguir… pero aún así; aquí estaba, poniéndole frente al mundo como si se tratase hoy en día de mi gran hazaña, mi hazaña personal, era simplemente el continuar.

Navegando en recuerdos sensaciones transcurrí el tiempo en aquel lugar, me daba valor, me lograba destensar, me ayudaba a aclarar.

Todo estaba tranquilo cuando de pronto sintí que alguien chocaba conmigo en cuanto me intente levanta, la colisión había sido parecida la de dos vagones de tren... fue la fuerza, la intensidad sin duda no era humana estaba encismada en mis pensamientos que simplemente no escuché cuando aquella chica me hablaba…

Abrí los ojos de golpe y de inmediato giré la cabeza para mirar quien era la persona que me había sacado del trance... persona, vampiro, cambiaforma, lobo lo que fuese… por primera vez no me importaba, de momento no me interesaba indagar sobre esencias, hacía unos instantes solo sentía deseos de toparme con alguien y he ahí una oportunidad, una joven de cabellos largos, lacios y oscuros; una piel blanca que lucía demasiado tersa y que se engalanaba con aquel traje que llevaba enfundado, el cual destacaba su hermoso cuerpo y extrañas facciones y sus ojos color avellanas, tremendamente penetrantes. Pensé en mi reacción por unos segundos hasta que por fin salió de manera natural.

-Buenas tardes señorita- sonreí mientras dejaba caer mis zapatos en la arena, mientras detallaba con cautela sus rasgos y expresiones -Lo lamento, estaba bastante distraída. Y si .. la verdad es que generalmente ronda en mi cabeza la idea de que la soledad es un muy buena compañía,.. pero en días como este, sineto que más qu ecompañía es un puñal que se cala muy hondo..- agregué mientras cerraba mis ojos y respiraba fuerte y hondo, como si tratase de capturar de una sola todo el aroma que había en aquel lugar.

por **Arlette** Sáb Ago 20, 2011 7:07 am

Asentí una sola vez, decidiéndome a tumbarme en aquella arena y fijar la vista en el cielo ya estrellado tras el oscuro manto de la noche.

- A veces es mejor estar sola que mal acompañada.- le aconsejé, aludiendo obviamente a mi presencia, pues ambas sabíamos que era peligroso. No porque mi intención fuera hacerle daño, sino por mis impulsos. Aunque era muy anciana y me controlaba perfectamente, a veces estaba en mi naturaleza atacar por mero placer. Sonreí mezquinamente para mis adentros y me serené, pensando que mi mejor bocado estaba por venir y desde luego, no tenía intención de convertir a aquella muchacha en mi aperitivo antes del primer plato.

Hundí mis manos en la arena y dejé que sus piedrecillas juguetearan con mis dedos, haciéndome sentir por uno momentos, una niña infantil que jugaba en la costa del río. Pero no era ni una niña ni infantil, así que deseché ese pensamiento para clavar los ojos de nuevo en aquella joven, de la que casi me había olvidado.

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