Una velada perfecta [Corinne]

Lo primero que hice en cuanto me ascendieron de Policía novel a Policía de Criminalística fue buscar los archivos de la ciudadanía parisina hasta encontrar los registros de Corinne Blanchard. Anoté en un pequeño folio su dirección y retorné el documento a su lugar original, un armario altamente custodiado dónde se encontraban las fichas de cada uno de los habitantes de la ciudad.

En cuanto salí de comisaría me dirigí a mi casa tras pasar por una papelería y comprar un sobre y un folio de color amarillento y con aroma a césped recién cortado. Cuando me encontraba en mi habitación saqué la pluma del escritorio y la mojé en el tintero. Escribí las letras prestando la máxima atención a su caligrafía, mordiéndome el labio inferior en ocasiones cuando temía no hacerlas correctamente. Finalmente y tras varios minutos hincado sobre el folio, metí el papel en el interior del sobre y escribí en él el nombre y la dirección de Corinne, fijándome en el papel en el que lo había anotado para no equivocarme. Después de sellar el sobre, salí de allí corriendo hacia el primer buzón que encontré, no muy lejos de mi casa. Dejé caer la carta en su interior y con una sonrisa llena de satisfacción, me regresé a esperar pacientemente el día señalado en la carta.

Seguro de que ella vendría pese a parecerme un poco alocado el invitar a una damisela a casa de un hombre al que a penas conoce y sin supervisión masculina de su padre o hermanos, adorné el salón con velas aromáticas que recordaban el bosque en horas intempestivas. Puse la mesa al más estilo realeza, poniendo los cubiertos perfectamente alienados y las copas estrictamente colocadas frente a los platos: el plano abajo y el hondo arriba. Y por supuesto, la mesa se completaba por un exquisito vino de la reserva del 1743 y unas velas que alumbraban lo suficiente para ver lo que se degustaría y la persona que se sentaría delante.

Me vestí con unos pantalones oscuros que combinaban con los zapatos azabache. Una camisa blanca de botones de marfil y sin corbata, dando un toque informal a la velada, puesto que al fin y al cabo, era una reunión entre amigos para celebrar mi pequeño ascenso del trabajo.

Sutilmente perfumado y escrutando la sala para asegurarme que todo estaba tal y como lo había planeado, recosté mi espalda en la pared de madera y me crucé de brazos a la altura del pecho, esperando algo impaciente a la invitada que, por suerte, en aquél momento hacia su presencia triunfal con un elegante toque de nudillos en mi puerta. Esbozando una sonrisa, la abrí de par en par.

- Calispera, madmoiselle.- saludé educadamente, tomando su mano entre mis dedos para besarla con elegancia.

- Señora llego esto para usted – escuche la voz agitada de la muchacha cuando corría por todo lo largo del salón acercándose hacía mi para entregarme aquel sobre que traía entre sus manos - ¿para mí? – exclame algo incrédula que podía ser aquello, no tenía la menor idea – si, si para usted….aquí dice muy claro su nombre – comento extendiendo su mano y entregándome finalmente un sobre – gracias, puedes retirarte – me quede largos minutos antes de poder abrirlo y buscar el contenido en su interior contemplando aquel sobre y acariciando con la yema de mis dedos esa hermosa y perfecta caligrafía con la que estaba escrita mi nombre “Corinne Blanchard”.

Lo abrí lentamente y de la misma manera saque el folio. Coloque el sobre sin apartar mi vista del folio sobre la mesita. Con delicadeza lo desdoble perdiéndome nuevamente entre la hermosa y perfecta caligrafía en el. Sin poder evitarlo antes de leer el resto del contenido mi vista bajo hasta el final y conocer quién era la autora o el autor de tal envío…”Loukas G.” el rostro se me ilumino al leer su nombre así que sin perder más tiempo leí a prisa. Esto era una invitación….ohhhh por Dios si, sí que lo era, era una invitación a su residencia!!!!!!!!!! Para acompañarlo a festejar con él su ascenso laboral y era nada más y nada menos que en dos noches más.

Había pasado algunos días desde que lo conocí aquella mañana en la laguna, sabía que nos volveríamos a encontrar, Loukas era la persona perfecta para estar entre la lista de mejores amigos pero tampoco imaginaba que nuestro próximo encuentro sería tan rápido y mucho menos con una invitación a su residencia…no cabía duda que era un chico sorprendente y pese a que no era correcto que una dama asistiera sola a la residencia de un caballero yo lo haría, confiaba en él y en que no haría nada incorrecto.

Al final pase toda la tarde eligiendo vestido, no necesitaba algo demasiado elegante pero tampoco algo demasiado sencillo solo era una celebración entre aquel joven y yo – este – elegí un lindo vestido en color aquamarina de falda ligeramente amplía y con un escote discreto nada pronunciado, con algunos detalles que le hacía lucir elegante a pesar de lo sencillo que era. Después que la muchacha me ayudo a vestirme se encargo de peinar mi cabello, yo misma me encargue de poner un poco de maquillaje, solo un poco de rubor en mis mejillas y un toque carmesí en mis labios y para terminar rocíe un poco de colonia de rosas.

- ¿Aún falta mucho para llegar? – pregunté algo impaciente y dudando que mi chofer conociera el camino que conducía a la residencia Giorkas. Sentía que los minutos avanzaban a prisa y que inevitablemente llegaría tarde – No, ya hemos llegado señora – mire el pequeño reloj que empuñaba entre mi mano y suspire aliviada al ver que llegaba 10 minutos antes de la hora acordada. Solté el reloj dejándolo sobre el asiento del carruaje.

- No me esperes, Monsieur Giorkas me llevará a casa – di la indicación dando por exho que así sería y girándome de inmediato me encamine y llegue hasta la puerta principal llamando con delicadeza a la misma.

Parecía que Loukas me esperaba ya tras ella, no me hizo esperar ni 5 segundos cuando él ya abría la puerta y me recibía con una amplia y linda sonrisa la cual le fue ampliamente correspondida.

- Bonne nuit, Monsieur – respondí al tiempo que el posaba sus labios sobre el dorso de mi mano - espero haber llegado a tiempo en vista de que no me he perdido – comente a manera de broma recordando la recomendación hecha en su carta.

Acogí su broma con una sutil carcajada y solté su mano a regañadientes, haciendo un gesto con mi cabeza para que entrara al salón. Cerré la puerta tras su espléndida figura femenina y aproveché el momento en el que ella me daba la espalda para escrutarla de arriba abajo, dejando que su luminosidad hiciera revivir mis ojos verdes que tanto tiempo habían pasado sin contemplar una belleza como la que ahora degustaba en silencio, alucinado.

- ¿Te hiciste daño?- le pedí de repente, envolviendo su cintura por detrás y frunciendo el ceño a modo de preocupación sobreactuada. Rodeé su cuerpo alzando sus brazos y mirándola con urgencia hasta que me detuve frente a ella y acomodé su rostro entre mis manos, sonriéndole entonces con dulzura y con un toque divertido.- Me refiero a cuando caíste del cielo.

Le guiñé el ojo y solté una carcajada sonora, no pudiéndome contener ante su rostro desencajado y confuso cuando le había dicho aquellas primeras palabras de la noche. Entonces, sin esperar ninguna muestra de afecto por su parte y dejándome llevar por lo estrictamente normativo en casos como una velada entre un varón y una dama, le indiqué que se sentara en una de las sillas, esperando a que lo hiciera para acercarla a la mesa. Sonriente me senté frente a ella y aboqué algo de vino primero en su copa y luego en la mía, saboreando el líquido rubí cuando éste penetró en mi boca.

Tal como lo esperaba su respuesta a mi broma fue una sutil carcajada de su parte. De no haber respondido así hubiera jurado que esta noche la reunión era con un impostor de monsieur Giorkas. Apenas cruce la puerta esta se cerró detrás de mí. Me dejo sorprendida, muy impresionada la habitación propiamente iluminada y decorada con velas por todo el salón, un peculiar aroma a bosque inundaba el ambiente y a lo lejos una mesa perfectamente puesta. Esboce una amplia sonrisa en verdad me tenía sorprendida tanto esmero de su parte para una simple cena con una amiga.

Me adentraba al salón seguida por él a mi espalda cuando su pregunta me dejo desubicada, y encima ese tono en el que la había hecho era como si realmente algo le preocupara, de que hablaba, ¿daño? de que daño hablaba por Dios. Entreabrí los labios para preguntar de que hablaba cuando el roce sus varoniles manos me tomaban por la cintura. Sutilmente fue rodeando mi cuerpo deslizando el suyo poco a poco hasta tenerlo frente a mí. Su mirada preocupada, la urgencia que mostraba por obtener respuesta de mi parte, su desesperación al tomar mi rostro entre sus manos – esta usted loco monsieur yo jamás me he caído del cielo de donde saca usted tal cosa – alce mis manos hasta colocarlas sobre las suyas tomándolas con delicadeza hasta hacerlas bajar con un movimiento sutil disfrazado de coquetería, ahora comprendía su sutil juego pero aún así fingiría no darme por enterada y esperaría a por su reacción.

Continuamos hasta llegar a la mesa donde caballerosamente me ofreció tomar asiento – gracias – Sentándose después él en la silla frente a mi. La iluminación era tenue pero ideal, había la luz necesaria para observar a la perfección a quien estaba frente a mí. Le dedique una dulce sonrisa justo cuando sin mediar palabra entre ambos llevaba con delicadeza la copa hasta mis labios y daba un pequeño sorbo a esta. Sin dejar de mirarlo a los ojos baje mi copa hasta colocarla sobre la mesa y sin darme cuenta comencé a jugar un poco deslizando mi índice por el borde de esta. – delicioso – solo atiné a decir.

Observé cómo el vino se adentraba en su boca y esbocé una sonrisa cuando ella declaró que era delicioso su sabor a lo que, no pudiendo contenerme, murmuré más para mí mismo que para ella.

- Envidio ese vino que ha logrado acariciar la garganta de un ángel caído y ha coloreado su paladar dejando su sello en forma de sabor...

Corté entonces aquella frase, sabiendo que podría estarla incomodando por mi extraña forma de cortejo... un momento. ¿Cortejo? ¿Eso era lo que estaba haciendo? ¿Por eso me había esmerado tanto en aquella celebración? Mordí mi labio inferior y me alcé de la mesa para dirigirme hacia la cocina, dónde tomé los cuencos en los que serví una sopa típicamente griega. Los llevé a la mesa y los dejé uno frente a ella y otro delante de mi silla.

- Espero que sea de tu agrado, Corinne.- le deseé.- Bon apetit.

Y así, tomé la cuchara y la hundí en el caldo, soplando para acercarlo a mi boca aunque sin verter su contenido todavía, esperando impaciente la primera impresión de mi invitada de honor.

Monsieur Giorkas continuaba hablando de manera extraña que le pasaba dudaba que esa manera de actuar fuera a causa de haber bebido vino incluso antes de mi aparición en su residencia o era que estaba nervioso…¿nervioso, él?...no eso no podía ser posible si aquella mañana nunca logre intimidarlo en lo más mínimo pues me resultaba imposible creer que ahora venia y lo ponía nervioso en su propia casa….definitivamente era imposible.

El propio Loukas se dio cuenta de sus extrañas palabras acallándolas de tajo con un ligero mordisco en su labio. Sonríe evitando soltar una carcajada por lo gracioso de su acto. No me esperaba encontrarme con un Loukas mucho más dócil y cortes que él de días pasados era como si algo en él hubiera cambiado drásticamente, pero el que, hoy no estaba tan bromista y se comportaba mucho más serio, supongo que al tratarlo más ya me enteraría que era lo que le sucedía.

Como buen anfitrión se levanto perdiéndose de mi vista escasos segundos. Regresaba con dos cuencos en mano con un contenido humeante y de los cuales emanaba un exquisito aroma. De pronto algo se me vino a la cabeza, no había visto la presencia de nadie más por la casa eso significaba que vivía solo y que él propio Loukas había cocinado la cena de esta noche!!!!. Si así había sido comenzaba a pensar que era un hombre impresionante y excepcional como pocos en este mundo.

- Estoy segura que así será, Loukas – tome la cuchara y la introduje con un movimiento delicado al cuenco -bon apetit – le sonreí y levante la cuchara acarreando un poco de caldo en ella y antes de llevármela a la boca me deleite con el exquisito aroma. Finalmente deleite a mi paladar degustando esa deliciosa sopa. Alce mi vista hacia Loukas dándome cuenta que él aún no probaba el alimento y se mantenía embelesado observándome – esta exquisita – no lo decía solo como un cumplido en verdad esa sopa era exquisita como pocas que había probado en mi vida. El continuaba solo observándome – anda Loukas no pretendes dejarme cenar sola o ¿si? – esperaba que mi comentario lo sacara de ese estado pasivo en el que se encontraba.

Sonreí aliviado y lleno de vida, llevándome por fin aquella cucharada a la boca. Era cierto, después de horas y horas preparando aquél suculento primer plato, tras días buscando la receta que mi madre dejó como parte de su testamento si el hijo que iba a nacer era mujer, todo había salido bien. Aquello me hizo vacilar unos segundos. Pues si yo había seguido al pie de la letra aquella receta significaba que ahora degustaba por primera vez en mi vida, una comida hecha casi por mi madre. Pero no dejé que la melancolía me atacara por la espalda, así que seguí comiendo y echando algunas miradas a Corinne, deseando que sus palabras no hubieras sido por mera cortesía.

- Y dime, Corinne, ¿te sorprendió mi invitación?- abordé de pronto, intentando sacar algún tema de conversación que no fuese hablar de la mañana en la laguna, sobre la desnudez, los modales sociales y demás temas algo espinosos quizás.- Quizás debí llevarte a algún restaurante, pero creí que sería más cómodo en un ambiente más privado como es mi casa.

Sonreí con timidez y volví mi atención al cuenco con la mitad del contenido en su interior. Cuando volví a alzar la vista, las velas alumbraron su rostro de una forma casi mágica, haciendo resaltar sus ojos y sus labios carnosos, tan codiciados por mí desde el primer momento en que la vi.

Juraría que por un pequeño instante un atisbo de tristeza ensombreció aquella tierna mirada que el joven me dedicaba desde que me tuvi frente a él en la puerta de su residencia. Lo observe comprobando que solo había sido una falsa idea mía. Continué dando gusto a mi paladar con esa suculenta sopa y sintiendo por momentos las miradas disimuladas de Loukas.

- Sinceramente, si, realmente me tomo por sorpresa tu invitación - respondí alzando la mirada, esperaba y deseaba volver a verle, pues su personalidad tan natural y despreocupada en cierta forma de vivir la vida había llamado mi atención – no esperaba volver a verte ni tan rápido y mucho menos en una reunión tan…¿exclusiva en tu residencia? – dije esto último u tanto insegura por la reacción que el pudiera tener pero no mentía en verdad que no mentía – lo más lógico creo que hubiera sido un encuentro en otro sitio.....rodeados de gente – le confirmaba temerosa de que mi franqueza lo incomodara, pero eso hubiera sido lo más correcto. En fin, sin más, sin pensarlo siquiera dos veces acepte y ya estaba aquí en su casa y en su compañía celebrando con él un logro para él en su vida personal y yo me sentía muy honrada de que lo celebrara en mi compañía. En verdad solo esa era su intención compartir conmigo algo importante para él. Esperaba que así lo fuera. “¿Cómodo y privado?”…..había dicho en un ambiente más cómodo y privado? Ohhhh por Dios eso había dicho. Sus palabras me inquietaron sobremanera e intente disimularlo volviendo mi atención al cuenco.

Cuando levante la vista me encontré con que me miraba de una manera extraña - ¿sucede algo? – pregunte algo incomoda por su forma de mirarme.

Carraspeé unos segundos, vacilando sobre qué decir.

- Después de la cena podríamos dar un paseo mientras te acompaño a casa.- dije con tono afable, intentando remediar de aquella forma mi poco tacto al no invitarla a un restaurante.

En realidad no lo había hecho por varios motivos. El primero era que todos los restaurantes del París exigían ir de etiqueta y tener cierto estatus social, algo que yo no poseía. En segundo lugar, las salas estarían llenas de gente hablando y cuchicheando, escrutando a su alrededor y echando furtivas miradas a los comensales que les rodeaban... aquello me ponía de los nervios. Y en tercer puesto, sí, era cierto que prefería cierta intimidad con Corinne. No para hacer nada que estuviese prohibido dentro de la moralidad social, simplemente porque me agradaba su compañía, no la suya junto a decenas de desconocidos más. En mi casa nos encontrábamos cómodos, resguardados, en silencio, tranquilos... Pero ahora esa idea no me parecía tan brillante.

Su voz volvió a captar la atención y meneé la cabeza. ¿Cómo decirle que la encontraba realmente hermosa? ¿Cómo explicarle que algo empezaba a cobrar vida en mi interior? ¿Cómo hacerle entender que sus labios se habían convertido en mi obsesión? No podía... y no debía. Me limité a sonreír y no objetar nada para así no arriesgar que las palabras me salieran solas, como minutos antes cuando había comentado aquello sobre el vino.

A que había venido ahora mi franqueza, de que me servía en este momento si tan culpable era yo como él el estar aquí. El, culpable por atreverse a invitar a una dama a su residencia y mucho más culpable era yo por haber aceptado tal invitación a sabiendas de que lo propio hubiera sido un encuentro el algún sitio concurrido.

Me avergonzaba de haberlo incomodado con mi comentario, supongo que el rubor en las mejillas me delataba.

- No te preocupes después de todo creo que por ahora será mejor nos quedemos a conversar un poco aquí en absoluta tranquilidad – le dedique una dulce sonrisa intentando que recuperara la confianza en que su invitación no había sido del todo impropia – más tarde seguro daremos ese paseo cuando me acompañes a casa.

Estar en su compañía me hacía sentirme en plena confianza y me resultaba muy agradable. A su lado me sentía libre y llena de una paz interior como pocas veces. Así que no necesitaba del molesto bullicio que solía haber por las calles a estar horas.

- ¿Quién ha preparado la cena? – pregunte repentinamente al ver que evito responder a mi pregunta opte por no indagar convencida de que si algo sucedía tendría la confianza de decírmelo así que decidí darle un giro a la conversación además mi curiosidad por saber quien había preparado la suculenta sopa era demasiada, necesitaba cerciorarme si había sido el mismo quien la había preparado como lo sospechaba.

Sonreí visiblemente aliviado tras sus palabras y volví mi atención a la sopa justo cuando ella se interesaba por el chef. Mi sonrisa se ensanchó y mis ojos buscaron los suyos, llenándome de orgullo y satisfacción.

- Si buscas al cocinero, lo tienes justo delante.- respondí con un guiño divertido.- La receta pertenecía a mi madre pero toda la cena la preparé yo solito.

Solté una suave carcajada y miré su cuenco, ya vacío. Me alcé de la silla y fui a por el segundo plato, una exquisita musaka griega.

- Está hecha de berenjenas y carne, espero que sea de tu agrado.- le deseé, llevándome el cuenco hacia la cocina y depositándole el plato con dicha especialidad.

Tras un segundo viaje hacia la encimera llevé mi segundo plato tras cambiarlo por mi cuenco y me senté de nuevo, observando su rostro y cerciorándome que con la musaka también había acertado.

- Ohhhh vaya tu cocinas – exclame sorprendida y fingiendo no dar demasiada importancia….ehhh me sorprendía de algo que prácticamente yo ya daba por hecho, pero si…escuchar la confirmación de sus labios me sorprendía. De pronto una pregunta se formulo en mi cabeza ¿Cuántas sorpresas más tendrás escondidas, Loukas? – entonces debo de sentirme muy honrada ya que esta noche cuento con un chef que ha cocinado exclusivamente para mi y no conforme con eso se digna a acompañarme a la mesa – sonreí bajando la mirada y dándome cuenta de que ya había acabado con la sopa – eso es digno de admirarse – comente justo cuando él se levantaba de la mesa.

Cuando se acerco depositando el plato sobre la mesa no hice más que sonreírle un poco nerviosa por la cercanía de su cuerpo y de su rostro al casi chocar con el mio.

Cuando se sentó de nuevo a la mesa no hacía más que mirarme expectante seguramente deseaba cerciorarse de que el platillo era de mi agrado entonces decidí jugarle una broma. Sin duda alguna el platillo que acababa de acercarme a juzgar por su aroma era igual o mucho más exquisito que la sopa. Aún así me atrevería a gastarle una bromita.

Al llevarme el primer bocado a la boca hice un mohín fingiendo que el sabor no había resultado dar gusto a mi paladar. Lo miraba solamente de reojo. Al notar su expresión desencajada alce la vista para encontrarme con su rostro – esta delicioso – dije conteniendo la risa y con un tono de voz que denotaba halago por compromiso. Estuve a punto de hacerle saber lo de la broma. Se miraba tan atractivo así con el rostro desencajado que no lo haría al menos no todavía

Dejé que Corinne me halagase por el simple hecho de que nunca nadie lo había hecho. Ni siquiera mi ex prometida en su momento. Aquello me hizo suspirar, pero a la vez me sentía feliz de conocer a alguien tan bueno como era aquella loba.

De pronto, su semblante cambió y una mueca apareció en sus labios. Pese a que sus palabras eran agradables, no lo era su voz y ni siquiera correspondía con la imagen que mis ojos veían. Alarmado, empecé a repasar la receta en mi cabeza, intentando averiguar qué era lo que estaba mal en ella. ¿Tan asqueroso estaba?

Preocupado por se le sentaba mal, me alcé de la mesa y tomé su rostro entre mis manos, con el ceño fruncido por la alarma.

- ¡Escúpelo, Corinne!- le grité, poniéndole el plato bajo su boca y haciendo un gesto con su cabeza para que me obedeciera.- ¡Escúpelo!

Mi mente se había nublado y empezó a divagar en posibles soluciones, como llevarla en volandas hacia el doctor más cercano a que le hicieran un lavado de estómago o lo que fuera. Si a ella le ocurría algo por mi culpa no me lo perdonaría jamás, aunque ese algo fuese una indigestión.

Se levanto de la mesa muy asustado dejándose venir. Para cuando Loukas llego a mi lado yo ya me había pasado el bocado tranquilamente.

Bruscamente tomo mi rostro entre sus manos fue en ese momento que me encontré tan de cercas con su mirada, tan preocupado, tan alarmado que lamente haberle echo esa broma. Estaba tan asustado que ni siquiera se dio cuenta que mi boca ya estaba vacía. Al verle así ahora era yo la más asustada. Me repetía en la mente una y otra vez..”No tienes perdón Corinne, no tienes perdón….no te ofendas si Loukas no te disculpa”….no puedo esperar algo que se no tiene perdón… me respondí a mi misma.

Alce mis manos hasta tomar su antebrazo y apartarlo – tranquilo..…estoy bien…..todo esta bien – clave la mirada en sus ojos – de verdad todo esta bien discúlpame….solo ha sido una…..”mala broma” de mi parte….. – le confesé asustada y muy avergonzada. Deseaba y esperaba al menos me creyera que solo había sido una broma, mala, muy mala broma pero una broma – la cena esta deliciosa me crees ¿verdad que si? – mi voz sonaba realmente avergonzada, preocupada y sobre todo arrepentida. Baje la mirada no pude soportar más mirarle a los ojos mientras él continuaba sin responderme nada.

¡Oh, diablos... quizás es alérgica a la berengena! ¿Debería traerle agua o llevarla directamente al médico? Quizás tengo algún medicamento en el baño... De pronto, sus palabras me dejaron estoicos. La miré alzando una ceja, procesando la información con lentitud, separándome de ella para recostar mi espalda en uno de los muros de la sala. Suspiré aliviado y la miré con fijeza.

- Me diste un susto de muerte, ¿eres consciente de ello, Corinne?- dije en tono severo, realmente mostrando mi faceta más seria e incluso enfadada.

Sus ojos parecían avergonzados, arrepentidos y tras mis palabras, casi parecía como si le hubiera clavado una puñalada. Entonces solté una carcajada de la nada, doblegándome por las risas e incluso saltando alguna que otra lágrima de alegría. Corinne me miraba sin comprender nada, estupefacta. Aquella había sido mi pequeña venganza, hacerle creer que me había molestado su broma. Obviamente, me había asustado, pero yo era alguien con bastante sentido del humor y sabía saborear una broma.

Me acerqué a Corinne y tomé su mentón entre mis dedos, dejando que mi rostro se volviera sereno como momentos antes.

- No me provoques si no quieres que te lleve al hospital ahora mismo.- reí, recortando distancias para besar la punta de su nariz y finalmente, regresar a mi asiento, con la carne ya fría aunque igual de sabrosa para mi gusto.

Después de escucharle y mirarle tan serio y con esa cara de verdadero enojo me quede sería por varios minutos sin saber que hacer ni que decir solo observándole y con ganas de salir corriendo. No imaginaba que su reacción iba a ser tal de haberlo imaginado siquiera jamás lo hubiera hecho. ¿Porque se preocupaba y se asustaba tanto?.

Su carcajada de pronto inundo el salón, al fin respire aliviada y pude sonreír, en un inicio, que al final se volvió en una carcajada acompasándose a la suya.

- Me diste un susto de muerte, ¿eres consciente de ello, Corinne?- Uhmmmm seguramente yo había sido la única que provocaba semejante susto y el susto que él acababa de darme ¿Qué? Acaso no contaba.

- No te provoco…. – replique muy seria - además no exageres que de no haber sido una broma solo hubiera sido disgusto por el sabor de un platillo….eso no es como para terminar en un hospital o ¿si? – esto ultimo se lo dije nuevamente bromeándolo pero era algo muy cierto Loukas estaba exagerando:

De nuevo me hizo sonreír cuando sentí un ligero cosquilleo por su tierno beso en la nariz. Con tan solo el noble y dulce gesto logro que me olvidará de lo que acababa de pasar.

- A pesar de haber estado un poco frío esto ha sido delicioso – me atreví a decir cuando nuestros platos quedaban vacíos. Alce mi vista fijándola en sus ojos y que pudiera notar que le hablaba con sinceridad. Después del susto habíamos cenado casi en silencio solo dedicándonos una que otra mirada. Yo estaba contenta de compartir la mesa con alguien como lo era Loukas. Disfrutaba de la cena y de la compañía como pocas veces.

- ¿Me pasaras las recetas? – pregunte casi suplicándole por que así fuera. Tenia años que yo no cocinaba que de pronto al probar estos suculentos platillos sentí la necesidad de volver a hacerlo aunque si eran recetas de su madre seguramente se negaría a develármelas

Alcé una ceja cuando comentó aquello del hospital y solté una carcajada.

- No te conozco lo suficiente, quizás eres alérgica a las berengenas o quizás la comida era tóxica en si.- bromeé encogiéndome de hombros antes de alzarme de nuevo de la mesa para recoger los platos, llevándolos a la encimera y preparando el postre sin dejar de hablar con ella.

Corinne me felicitó por la cena y yo no cabía en mí mismo de lo feliz y satisfecho que me sentía. Entonces ella me pidió las recetas y no pude desviar la vista hacia los papeles esparcidos en la encimera en la que ahora terminaba la guarnición de la tarda, poniendo sobre ella un poco de nata con virutas de chocolate negro. Llevé el pastel a la mesa con un par d platos pequeños y dos cucharas pequeñas. Le sonreí y volví a la cocina, tomando las recetas y unos pergaminos. Fui hasta mi habitación y tomé el tintero y la pluma en la que días atrás había escrito la invitación a Corinne. Volví al salón-comedor y lo dejé todo junto a mi plato. Corté la tarta y le puse un trozo en su plato y otro en el mío.

- También lo hice yo.- comenté con un guiño divertido.- En cuanto a las recetas, ahora te haré una copia para que puedas tenerlas.

Lógicamente, las originales me las quería quedar y aunque podría habérselas dejado para que ella misma mandara hacer las copias, pensé que quizás haciéndolo yo de mi puño y letra, cada vez que preparara uno de aquellos platos su mente volaría hacia mí. De aquél sutil modo, me aseguraba que no se olvidara de Loukas Giorkas.

En lo que Loukas volvía de la cocina cual niña pequeña y traviesa, esa tarta me llamaba a hacer algo muy infantil y de muy mala educación. Aproveche su ausencia y pase ligeramente un dedo sobre la nata del mismo y me la lleve a la boca hasta chuparlo y saborear lo que llevaba en el.

El caballero no regresaba así que antes de volver a hacer lo mismo aproveche para observar todo al mi ardedor, ahora con lujo de detalle aprecie el esmero que él había puesto para esta reunión. Las velas esparcidas por todo el salón, las flores daban un toque muy peculiar, recordaba cada detalle puesto sobre la mesa antes de empezar a cenar y lo mejor y lo más valioso aún era que él mismo había cocinado “Loukas en verdad que eres un muy buen anfitrión…..pero….¿porque esmerarte tanto?” pensé encogiéndome de hombros no lo sabía pero era obvio que era halagador.

- Entonces no necesitaría ni probarlo para saber que esta delicioso – sonreí con picardía al recordar que al menos ya había probado la nata – pero seria un pecado no comerlo – tome la cuchara cogiendo en ella un trozo de pastel hasta llevarlo a mi boca.

- Gracias – dije contenta de que compartiría esos secretos culinarios conmigo.

Entre risas y conversación terminamos aquel riquísimo postre y antes de que él se levantará de la mesa lo hice yo – yo me encargo tu tienes algo que transcribir – le guiñe el ojo mientras cogía los platos y los llevaba hasta la cocina.

Cuando regrese me senté nuevamente frente a él. Sonreí al ver su linda sonrisa mientras plasmaba su hermosa caligrafía sobre el papel y de repente mi miraba de reojo – tienes una caligrafía muy bonita – quería preguntarle sobre su trabajo, sobre ese logro que esta noche festejaba pero preferí esperar a tener su total atención no con la mirada puesta sobre un folio.

Ella se alzó tomando ambos platos y yo la miré contrariado, dispuesto a no permitir que ella moviera un solo dedo. Aquella noche era mi invitada y como tal, debía sentirse cómoda en aquella casa que probablemente le parecía demasiado humilde para su gusto. Pero antes de que pudiera replicar, ella ya llevaba los platos a la cocina así que decidí ponerme manos a la obra con la transcripción de las recetas.

Me hallaba ensimismado en mi tarea, cuidando mi caligrafía que no me había percatado de la inquisitiva mirada de Corinne. Alcé unos segundos la vista y le sonreí, algo intimidado. Ella alabó mi caligrafía y me sentí orgulloso de ella por primera vez en mi vida.

- Y tú, una hermosa sonrisa.- repliqué, bajando los ojos al folio sin dejar de sonreír socarronamente.

No tardé más de diez minutos en terminarlo y cuando lo hice, me sentí orgulloso de mi trabajo. Tiré mi espalda hacia atrás, apoyándola en el respaldo del asiento. Miré a Corinne y deslicé unos folios hacia ella, dejando que los ojeara. Sonreí para mí mismo, pues al final de aquél escueto dosier, había dejado una nota para ella, aunque deseaba que lo leyera sola en su casa. De seguro se acordaría de mí y le arrancaría una sonrisa.

Me puse en pie y me dirigí a la cocina, indicándole con un gesto de la mano que se sentara en el sofá que miraba hacia la hoguera, ahora apagada por el calor del verano. En menos que canta un gallo me planté frente a ella con un par de copas de fino cristal y una botella de champagne francés, como debía ser. Abrí la botella con un pequeño estruendo al saltar el tapón de corcho. Reí a carcajadas y le serví el líquido burbujeante de color ámbar, cuidando la espuma. Entonces me serví a mí y dejé la botella sobre la mesa que teníamos enfrente, sentándome a su lado con ambas copas en alto y mis ojos buscando su rostro en penumbra, sólo iluminado por las velas.

- ¿Por qué podríamos brindar?- ironicé, frunciendo los labios como si no supiera qué era lo que celebrábamos.

Pegue los codos a la mesa y recargue mi mentón sobre mis manos mientras lo miraba detenidamente. Disfrutaba conocer las diversas facetas de Loukas, ya conocía a un Loukas atrevido, divertido, bromista, enfadado, preocupado y ahora intimidado…..esto último si que era una sorpresa. En lo poco que llevaba tratándolo siempre se mostraba tan resuelto que de no haberlo visto me hubiera resultado imposible imaginarlo de este modo. Casi podría asegurar que ya lo conocía de no ser porque los seres somos tan impredecibles juraría que ya le conocía por completo.

- Que esperabas de un ángel…..yo nunca he visto a ningún ángel con una sonrisa horrible – le respondí divertida y con una sonrisa sutil recordando que me comparaba con un ángel.

No dude en tomar los folios y en leer rápidamente los dos primeros. Antes de leer el tercer folio algo en el llamo mi atención al final de este y tal como había sucedido aquella tarde en que leía su invitación mis ojos se centraron en aquella pequeña nota. Pensé en no leerla pero me resultaba imposible dejar de hacerlo. Mientras la leía mis labios se curvaban en una amplia sonrisa – sabes que estos folios desde este momento son un tesoro para mi – tome los folios apegándolos a mi pecho y aprisionándolos con mis brazos.

Deje los folios perfectamente acomodados uno sobre otro sobre la mesa y me encamine hacia el sofá. Acomodaba mi vestido cuando Loukas apareció con un par de copas y una botella. Negué con la cabeza…este hombre si que había pensado en todo y a medida que transcurría la noche me sorprendía más.

Pegue un pequeño grito y un ligero brinco al escuchar el estruendo al salir botado el corcho de la botella e instintivamente lleve mis manos al rostro cubriéndome y encogiéndome de hombros esperando que el corcho me golpeara. Termine soltando una carcajada por mi divertida escena.

- Ya que me lo preguntas pues yo tengo dos motivos para brindar….uno de ellos es por honrarme a celebrar contigo algo importarte en tu vida y el segundo motivo es precisamente eso, brindar por tu ascenso profesional – alce mi mano hasta alcanzar una de las copas - ¿te parecen buenos motivos para que brindemos? – la respuesta era obvia pero seria un placer escucharla de su boca.