Una velada perfecta [Corinne]

por **Eyra Erikdóttir** Jue Ago 18, 2011 12:08 pm

Recuerdo del primer mensaje :

Lo primero que hice en cuanto me ascendieron de Policía novel a Policía de Criminalística fue buscar los archivos de la ciudadanía parisina hasta encontrar los registros de Corinne Blanchard. Anoté en un pequeño folio su dirección y retorné el documento a su lugar original, un armario altamente custodiado dónde se encontraban las fichas de cada uno de los habitantes de la ciudad.

En cuanto salí de comisaría me dirigí a mi casa tras pasar por una papelería y comprar un sobre y un folio de color amarillento y con aroma a césped recién cortado. Cuando me encontraba en mi habitación saqué la pluma del escritorio y la mojé en el tintero. Escribí las letras prestando la máxima atención a su caligrafía, mordiéndome el labio inferior en ocasiones cuando temía no hacerlas correctamente. Finalmente y tras varios minutos hincado sobre el folio, metí el papel en el interior del sobre y escribí en él el nombre y la dirección de Corinne, fijándome en el papel en el que lo había anotado para no equivocarme. Después de sellar el sobre, salí de allí corriendo hacia el primer buzón que encontré, no muy lejos de mi casa. Dejé caer la carta en su interior y con una sonrisa llena de satisfacción, me regresé a esperar pacientemente el día señalado en la carta.

Seguro de que ella vendría pese a parecerme un poco alocado el invitar a una damisela a casa de un hombre al que a penas conoce y sin supervisión masculina de su padre o hermanos, adorné el salón con velas aromáticas que recordaban el bosque en horas intempestivas. Puse la mesa al más estilo realeza, poniendo los cubiertos perfectamente alienados y las copas estrictamente colocadas frente a los platos: el plano abajo y el hondo arriba. Y por supuesto, la mesa se completaba por un exquisito vino de la reserva del 1743 y unas velas que alumbraban lo suficiente para ver lo que se degustaría y la persona que se sentaría delante.

Me vestí con unos pantalones oscuros que combinaban con los zapatos azabache. Una camisa blanca de botones de marfil y sin corbata, dando un toque informal a la velada, puesto que al fin y al cabo, era una reunión entre amigos para celebrar mi pequeño ascenso del trabajo.

Sutilmente perfumado y escrutando la sala para asegurarme que todo estaba tal y como lo había planeado, recosté mi espalda en la pared de madera y me crucé de brazos a la altura del pecho, esperando algo impaciente a la invitada que, por suerte, en aquél momento hacia su presencia triunfal con un elegante toque de nudillos en mi puerta. Esbozando una sonrisa, la abrí de par en par.

- Calispera, madmoiselle.- saludé educadamente, tomando su mano entre mis dedos para besarla con elegancia.

por **Eyra Erikdóttir** Sáb Ago 27, 2011 9:58 am

Asentí tras una melódica carcajada y alcé la copa del modo casual con el que siempre solía actuar, claro estaba, excepto cuando me encontraba prestando mi servicio como agente.

- Yo añadiría también... por Corinne y su espléndida compañía en esta velada perfecta.

Y así, choqué mi copa contra la suya lo suficientemente fuerte como para que resonara el plinc de ambos cristales pero evitando que el líquido dorado pudiese salpicarnos. Volví a reír y llevé el alcohol a mis labios, deleitándome con su textura, su aroma y su refinado sabor.

Me incliné levemente hacia una cajita roja que se hallaba en la mesa dónde había depositado la botella y la abrí, dejando entrever una multitud de jugosas fresas con nata. Tomé una de éstas y la llevé hacia la boca de la loba que parecía divertida con aquella estampa. Sonreí con maldad y cuando ella abrió la boca para dejar cabida a la fresa, alcé unos centímetros la mano que sostenía la fruta y con un leve movimiento manché la nariz de mi invitada con una pizca de nata. Reí a carcajadas, doblegándome tras asegurar la supervivencia de mi copa de champagne sobre la mesa. No podía dejar de reír mientras mis ojos siguieran viendo aquél rostro descompuesto con una manchita de nata en la punta de su perfecta nariz. Cuando mis carcajadas poco a poco y con dificultades se fueron apagando, llevé la fresa a mi boca y la mordisqueé entre risas hasta dejar que se deslizara por mi garganta. Volví a sentarme bien en aquél sofá y dado que ella no había hecho gesto alguno para quitarse la nata, decidí hacerlo yo mismo, recortando distancias entre ambos rostros para, con la punta de mi lengua, lamer aquella dulce nata. Sonreí entre dientes y apoyé mi frente sobre la suya, quedándonos a escasos milímetros y dejando que su aliento acariciara mi rostro. Todo cuanto nos rodeaba me invitaba a ella: las velas, el champagne, su perfume, sus ojos, su dulzura... Llevé una de mis manos hacia su mejilla, todavía sin despegar ambas frentes, acariciándola con un leve roce, suficiente por el momento.

por **Corinne Blanchard** Dom Ago 28, 2011 12:25 am

Mis labios se curvaron en una perfecta y cálida sonrisa – siendo así yo diría que por la compañía de ambos – mi voz sonó como si se tratase de una melodía saliendo de mis labios. Aún con la sonrisa en mis labios acerque la copa no sin antes el acostumbrado choque de las estas entre si para sellar aquel peculiar brindis. Sin apartar mi vista de él bebí un pequeño trago permitiendo que este resbalara lento por mi garganta hasta deleitarme con su exquisito sabor.

El suave roce su tacto sobre mi nariz al momento que le dada el mordisco a esa enorme y jugosa fresa que llevaba hasta mi boca me provoco cierto cosquilleo y mucho peor aún cuando rastros de la nata quedaban sobre ella. Pensé en limpiarla de inmediato pero la divertida risa incontrolable de mi anfitrión alejo de mi ese pensamiento. Me gustaba mirar tan feliz y tan risueño a Loukas ¿Por qué? ni yo misma lo comprendía pero me gustaba era como ver a un niño pequeño completamente dichoso, sin nada que le preocupase en el mundo y eso era algo digno de disfrutarse. Fingidamente lo miraba con cierto enfado por su travesura y mucho más por burlarse de lo ridícula que seguramente me miraba. No aguante más y rompí en risa cuando se llevaba hasta su boca el resto de la fresa mordida por mí.

La risa se apago cuando sin saber cómo ni cuándo el ya estaba frente a mí pasando su lengua sobre mi nariz y enseguida nuestras frentes se apoyaban entre si!!!!!....¿pero que era esto?....me quede estática ante su cercanía con la respiración más a prisa de lo normal. Por primera vez desde que conocí a Loukas sentí la necesidad de probar sus labios, de sentirlos sobre los míos. Un escalofrío recorrió mi cuerpo y no era precisamente por el deseo de aquel beso sino por lo impuro de aquel deseo. Loukas era un hombre encantador, ya no me cabía duda de ello, era un hombre digno de tener a su lado a una buena mujer y estaba claro que esa mujer no podía ser yo ni siquiera en sus más dulces sueños. Me avergoncé de mi misma cuando indebidamente aceptaba su suave y delicada caricia en mi rostro y lejos de apartar ni su mano ni mi rostro guiada por un impulso le correspondí esa caricia con otra igual sobre su mejilla, la palma de mi mano se deslizaba con delicadeza, con ternura, con cariño – Loukas – susurre levemente disfrutando el último instante de la sensación de su piel sobre mi mano. No podía y no debía permitir que esto continuará.

por **Eyra Erikdóttir** Dom Ago 28, 2011 6:20 am

Tomé con delicadeza el borde de su copa y sin apartarme de la posición en la que me encontraba, estiré el brazo hasta la mesa, lugar en el que deposité su copa aún medio llena. En mis ojos saltaban chispas de una electricidad antes desconocida por mí y cuando Corinne imitó mi gesto, supe que aquella era la señal que hacía tanto tiempo esperaba de ella. Era un indicio que me aseguraba que ella sentía lo mismo, que quería lo mismo.

No sabía nada de su vida amorosa. A su edad, quizás ya estaba casada o por lo menos prometida. Probablemente alguien residía en las entrañas de su pecho y era por quién su corazón palpitaba cada día. Sin embargo, jamás se lo pregunté por temor a que sus palabras hiciera añicos mis ilusiones y mis fantasías. Quizás ahora era un buen momento para preguntárselo, para evitar que ella me rechazara de pronto o que Corinne se arrepintiera de algo. Pero... simplemente no pude. Fue mayor mi deseo de ser el dueño de sus labios... aunque sólo fuese por unos segundos, por unos minutos, quizás por una noche.

- Corinne.- susurré mientras mi rostro se ladeaba y poco a poco iba recortando distancias, escuchando los pálpitos acelerados de la muchacha.

La mano que momentos antes había usado para acariciar su mejilla la alcé de nuevo en dirección a sus cabellos, aunque resbaló y decidió anclarse en su nuca en el momento en que mis ojos cedían a la presión de mis párpados y mis labios se entre abrían sedientos de sus besos. Y así fue cómo la besé. Fue un beso intenso, sincero, suave, dulce, sincronizado, adictivo y largo. Me separé de su boca a regañadientes y abrí de nuevo mis ojos para examinar el resultado de mi osadía. ¿Me daría un bofetón? ¿Se enfadaría y se marcharía para no verla jamás? ¿Arrancaría a llorar llena de remordimientos? ¿Tomaría mi rostro para volver a fundirnos en uno de aquellos besos? ¿Me sonreiría con picardía y desataría uno de mis botones? Todas las posibles reacciones de Corinne me parecían lógicas y razonables, pero... ¿cuál sería la verdadera? A penas tardé unos segundos en averiguarlo.

por **Corinne Blanchard** Lun Ago 29, 2011 3:05 am

Todo paso tan rápido que no era capaz de recapitular lo que acababa de acontecer. Yo…yo me resignaba a guardar distancia y eso era precisamente lo que me disponía a hacer a apartarme de él cuando de pronto su mano…sus labios…se adueñaban de los mios!!!!!!!!. a pesar de mi intento por separarme más mis labios no correspondieron apretándose entre si lo más que pude.

Cuando logre que se apartara busque su mirada para asegurarme de que se grabara bien mi cara de reprobación y enojo, si, era verdad que sentía deseo de probar sus labios pero si ya con solo desearlo estaba cometiendo una grave falta mayor aún sería si yo hubiera correspondido ese beso.

A toda prisa me levante del sofá muy enfadada conmigo misma, tome impulso y le propine tremenda bofetada encaminándome después frente a la hoguera dejando a Loukas en el sofá y exigiéndole con la mirada no se moviera de su sitio – Monsieur Giorkas no se con que tipo de mujeres este usted acostumbrado a tratar pero que le quede claro que yo no soy como ellas….pensé que eso lo había entendido aquella mañana – dije con firmeza y esperando al menos una disculpa.

Intente sostenerle la mirada sin éxito alguno, a pesar de mi enojo y de no corresponderle aquel beso el sentimiento de culpabilidad me carcomía por dentro. Baje la mirada al piso avergonzada de lo sucedido. Deseando salir de ahí cuanto antes. Todo iba perfecto. Porque lo había hecho si estaba claro que entre nosotros nacía una bonita amistad. Mientras me hacia esas preguntas interiormente y para mi sorpresa luchaba con sentimientos encontrados por un lado deseaba marcharme y no volver jamás y por otro lado un nuevo sentimiento, uno muy diferente a ningùn otro que haya experimentado jamás en mi vida, se despertaba, se arremolinaba en mi pecho, inquietándome. Mi cabeza comenzaba a ser un caos, me sentía confundida…¿confundida? Por Dios que era esto, que me estaba pasando…”¿segura que no lo sabes Corinne?"...quería creer que esto era consecuencia de la bebida pero como podría serlo si apenas y me había bebido media copa de champagne. Esto no debe ser…."¿en verdad es eso lo que deseas Corinne?"....calla!!!! esto no debe ser le debo respeto a alguien a caso lo olvidas.

– Monsieur – le hable más serena sin levantar la mirada y antes de poder decirle más él ya se encontraba a mi lado tomándome con delicadeza del mentón para hacerme mirarle a sus ojos al parecer arrepentidos – por favor….no me obligue a tener que alejarme de usted – suspire cerrando un breve momento los ojos. En el fondo de mi corazón deseaba conocerlo más, saber de su vida, de su familia, de su trabajo, saber lo más posible sobre él y comenzaba a sentir como una necesidad el estar cerca de él.

por **Eyra Erikdóttir** Lun Ago 29, 2011 7:46 am

Sus ojos llenos de ira no me conmovieron, mas su bofetón aclaró todas las dudas que hubiera podido sentir. Suspiré y dejé que ella se alzara del sofá, dejándome a solas frente a la hoguera. Ella me recriminó lo ocurrido y yo oprimía mis labios, sin saber qué decirle.

De pronto, su semblante cambió. Ya no me miraba con ira sino con.. ¿vergüenza? Aquello me arrancó una leve sonrisa y cuando ella volvió a hablar con voz dulce y casi tiritante, salté del sofá y me acerqué a ella tomándola del mentón.

- No esperes que me disculpe por besarte, Corinne.- le dije con suavidad.- Volvería a hacerlo una y otra vez sin importarme el precio.- le aseguré, rozando su nariz con la punta de la mía, deteniéndome allí, sin querer avanzar.

Me contentaba con un beso de sus labios aquella noche, aunque... si por uno me abofeteó, quizás por otro sí se iría de mi lado y ésta vez no dudaría. ¿Me arriesgaría? Enfadada ya lo estaba de igual modo. Ladeé mi cabeza pero me contuve, no era un suicida y valoraba su amistad, aunque ambos sabíamos que yo deseaba algo más de ella.

Aunque realmente dudaba que ella se quedara después de mis palabras, probablemente le parecí un cretino y un osado. ¿Porqué no comprendía que era la más dulces de las tentaciones? ¿Qué le costaba tanto entender que la adoraba? Suspiré, sabiendo que aquello sería el fin de nuestra relación de amistad, pero cansado de contenerme siempre que estaba a su lado, tanto en el lago como ahora, en mi casa. Rodeé su cintura con mis mano y la acerqué a mi cuerpo mientras mis labios volvían a adueñarse de los suyos. Ésta vez no me detendría, no hasta que ella me apartara de un empujó. ¿Lo haría? Esperaba que no...

por **Corinne Blanchard** Lun Ago 29, 2011 1:23 pm

Sus palabras me daban miedo, miedo permanecer más tiempo cerca de él. Me sentía enfadada con él, injustamente, como esperaba que reaccionara si con toda seguridad me creía una mujer libre y quizás por ello me había dejado evidente que mi persona le atraía. Dudaba que esto fuera solo un juego de su parte. Había cometido un grave error al no decirle desde un inicio que existe un hombre en mi vida, que tengo un compañero. Tenia que hacerlo cuanto antes pero ¿Cómo? No deseaba hacerle daño.

Mi cuerpo comenzó a temblar cuando sus manos rodearon mi cintura y me pegaba a su cuerpo. Le mire suplicante rogando no se atreviera nuevamente a posar sus labios sobre los míos. De inmediato interpuse mis manos sobre su pecho para empujarlo y antes de poder hacerlo, lo hizo, nuevamente me besaba y esta vez por un instante, por escasos segundos mis labios le correspondieron con un ligero beso de mi parte. Reaccione ante lo que estaba pasando y lo empuje con fuerza y decisión. Mis ojos fijos en los suyos.

- Quiero poder aceptar tus besos y corresponder a cada uno de ellos – estuve a punto de actuar cobardemente y bajar la mirada. No lo hice, mis ojos continuaron fijos mirando los suyos – ahora no puedo hacerlo….ahora no puedo hacerlo – le dije apenas con un hilo de voz en tanto me acercaba hasta él y llevaba mi mano hasta acariciar con ternura su mejilla. Rogaba porque comprendiera lo que acababa de decirle sin que me preguntara nada, sin que pidiera una explicación.

- Por ahora no puedo darte nada más que no sea mi amistad –mi mano se dejo caer de golpe con pesadez hasta mi costado. Renegué interiormente por estar ante semejante situación - ¿puedes aceptar solo eso…..por ahora? Por favor dime que si – tome sus manos apretándolas con fuerza entre las mias. “Ves, Corinne, has dicho por ahora mujer…y se lo has dicho a él, no a mi”. ….. Que has hecho Loukas….que me estas haciendo….que es esto que siento que quema mi interior….Ya no había vuelta atrás tenia que aclarar mi cabeza, mis sentimientos, lo que verdaderamente deseaba para mi y sobre todo debía evitar lastimar a terceras personas con actos indebidos.

por **Eyra Erikdóttir** Lun Ago 29, 2011 1:58 pm

Sentí que ella me correspondía el beso pero... ¿a caso lo imaginé? ¿quizás fue una alucinación? Eso es algo que nunca sabré, pero que no dudaría tras su reacción, un contundente empuje. Suspiré, asintiendo con la cabeza incluso antes de que ella hablara. Pero lo hizo... y ¡Dios, cuánto dolió!

Ella se acercó, tomando mi mano y pidiéndome una amistad. ¿Cómo negarme? ¿Cómo alejarme de un ser como aquél? Odiaba a ese monstruito que empezaba a patalear en mi estómago, a aullar de puro enfado y decepción. Acallé sus gritos con la ingnorancia y asentí una vez, aludiendo a la propuesta de Corinne. Sólo una amistad.

El resto de sus palabras ni siquiera las escuché. Sólo había guardado sus gestos, sus reacciones y su última súplica. Eso era todo, todo cuando yo podría tener jamás de ella. ¿Lo aceptaría? ¿A caso tenía otra opción? Ladeé la cabeza y solté su agarre para alejarme de su rostro descompuesto, pues suficiente había hecho ya cada beso que le había regalado. Abrí la puerta y tomé mi chaqueta, indicándole la salida.

- Vamos, te acompañaré a casa.- le dije con un deje algo frío y casual, intentando mantener la compostura y que su rechazo no se reflejara en mi rostro.

Mantuve la puerta abierta esperándola en silencio y cerrándola tras ella con un simple golpe, empezando a caminar en dirección a la ciudad, preguntándome si aquella sería la última ocasión en que la vería. Suspiré disimuladamente ante tan horroroso pensamiento y le ofrecí mi brazo para que se agarrara, como un buen caballero solía comportarse ante una dama.

por **Corinne Blanchard** Lun Ago 29, 2011 3:41 pm

Era evidente su decepción y su enfado. Si pensaba que yo no lo notaria pues se había equivocado. Su esfuerzo por ocultarlo era enorme pero su voz, ni su voz fría ni sus ojos mentían. Me sentí la peor, la más despreciable y la más desagradable de las mujeres. No lo culparía si decidía no volver a verme jamás pero si lo lamentaría toda mi vida y siempre me quedaría con la duda de que era lo que Loukas había despertado realmente en mi interior.

Hubiera deseado poder permanecer más tiempo en su casa, en su compañía y charlar por largo rato con él pero la situación no hubiera sido cómoda para ninguno de los dos ni lo más propio.

Los ojos se me pusieron vidriosos, hacia hasta lo imposible por no dejar escapar las lágrimas. Cuando cruce la puerta y escuche su sonido al cerrarse con un golpe seco no pude más y estas empezaron a correr por mis mejillas.

Antes de dar un paso estando ya fuera de la casa recordé los folios con las recetas que Loukas había transcrito para mi, habían quedado sobre la mesa, quería pedirle que volviésemos a por ellas, quería llevarme de esa forma una parte de él además de la sensación de sus labios, no lo hice. Quería dejarlo como un pretexto para volver a verle. ¿Realmente necesitaría ese pretexto para volver a verle?.

- Vamos – musite con tristeza ocultándole mi rostro. Que le diría si se daba cuenta de mis lágrimas….que lamentaba no haberlo conocido tiempo atrás…..que su compañía me inquietaba…..que me sentía confundida…. Y que tenia miedo no volver a verlo….no podía decirselo. Me daba miedo reconocerlo para mi misma.

- Loukas….los folios!!! – finalmente hablaba con la voz un poco intimidada y rompia el silencio entre ambos. Había esperado estar lo bastante lejos para mencionarle lo de los folios y así no volver a por ellos ahora mismo. Además moría de ganas por escuchar su voz no soportaba a un Loukas silencioso como el que ahora me acompañaba.

No pensaba soltarle del brazo hasta no llegar a casa. Gire mi rostro sonriéndole por primera vez desde que habíamos salido de casa – me contarás ahora en que trabajas y de que va tu ascenso – insistí en hacerle hablar y que las cosas volvieran a la normalidad. No faltaba mucho para llegar a casa pero si había el tiempo suficiente para que me contará lo que yo deseaba saber.

por **Eyra Erikdóttir** Lun Ago 29, 2011 4:30 pm

De pronto, su voz resonó aguda y ella saltó en un brinco, girándose hacia el camino que ya habíamos recorrido, recordando los folios de las recetas que yo mismo le había transcrito. Entre abrí los labios para pedirle que esperara mientras yo corría a casa a por ellos, pero no me pareció correcto dejarla sola durante unos minutos en un lugar tan alejado y solitario como ese. Entonces pensé en enviarle las recetas por correo, ahora que ya conocía su dirección. De ese modo, ella no tendría que volver a verme si no lo deseaba.

- Tranquila, te haré llegar las recetas.- le aseguré, esbozando una sonrisa tras su gesto casual.

Caminamos unos pasos más, siguiendo con el mutismo del momento mientras que su mirada era algo gacha yo llevaba la cabeza bien alzada, intentando no mostrar el desmoronamiento de mi alma. Corinne volvió a matar el silencio preguntándome acerca de mi trabajo y recordé el verdadero motivo para invitarla a mi casa. Mi ascenso.

- Soy agente de policía.- respondí con sequedad.- Me ascendieron de Agente de Patrulla a Policía del área Criminalística.

Cruzamos varias calles hasta que ella se detuvo, frente a una gran portalada. Dentro, las luces permanecían encendidas y se escuchaba movimiento en su interior. Suspiré y tomé sus manos entre las mías, clavando mis ojos en los suyos.

- Te esperaré el tiempo que sea necesario, Corinne.- susurré.- Siempre estaré a tu lado... hasta que tu me apartes.

Besé el dorso de una de sus manos y alcé la vista una última vez, sonriéndole de forma juvenil e indefensa, retrocediendo mis pasos y soltando finalmente su mano, girando mi rostro para evitar que mis impulsos volvieran a lanzarme contra sus jugosos labios. Y desaparecí. Desaparecí de su vista y probablemente, de su mente.

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