AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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"Huir suena demasiado extremo... Digamos trazar una vía de escape ante una situación desesperada" [Loukas] +18
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"Huir suena demasiado extremo... Digamos trazar una vía de escape ante una situación desesperada" [Loukas] +18
Recuerdo del primer mensaje :
- Oh, ya lo creo, madame, las flores de su jardín están magníficas en esta época del año. Quizá en alguna ocasión tenga la amabilidad de hacernos una visita a mis padres y a mí y revelarnos el secreto de su esplendor. - "Ante todo, mantén la sonrisa, sin vacilar. No, no bosteces, al menos que ella no te vea, claro. ¿Por qué hace tanto calor aquí dentro? Creo que me está empezando a faltar el aire... ¿Este maldito corsé no está demasiado apretado hoy?" En cuanto la mirada de la mujer volvió a recaer sobre mí, me obligué a cortar el hilo de mis pensamientos y ensanchar la exageradamente forzada sonrisa que trataba de mantener en el semblante.
Era la octava vez, por lo menos, que mencionaba la hermosura de sus jardines, la magnificencia de su residencia, lo perfecta que era toda su vida y lo cuantiosa que era su fortuna y a mí, para mi desgracia, no me quedaba otra salida que asentir una y otra vez y seguir aumentado su ya desmesurado ego. Por mucho que ella lo repitiese, a mí el lugar no dejaba de parecerme de lo más ostentoso. Las inmensas lámparas de araña que colgaban sobre nuestras cabezas, obviamente recubiertas de una brillante capa dorada, ocupaban casi más de la mitad del techo. El mobiliario, en mi modesta opinión, con tantos intrincados dibujos y decoraciones, eran horribles. La mujer, como queriendo ir acorde con el mismo, llevaba un atuendo todavía más recargado que el mío (lo cual era difícil de superar después de que mi madre se encaprichase por pedirle a la modista "algo que hiciese justicia al nombre de la familia"). La mención de mi vestido, por cierto, me hizo pensar nuevamente en lo embutida que me sentía bajo esas capas de tela.
Agité nerviosamente mi abanico, mientras con la otra mano sostenía la copa de champagne que el camarero de manera muy cortes me habría ofrecido. La bebida había mitigado mi incomodidad, puesto estaba fresca y resultaba agradable para mi garganta, pero en cuanto el calor del alcohol comenzó a hacerse patente, juré y perjuré no beber la segunda copa que un segundo hombre había colocado en mi mano. Miré desesperada a mi alrededor, divisando a mi padre, el cual hablaba animadamente con un amplio grupo de hombres trajeados. Él no iba a brindarme la ayuda que necesitaba y, por descontado, mi madre tampoco. Ella, mientras tanto, me comentaba con un joven de manera muy cordial, e incluso me pareció que, en cierta ocasión, sus miradas se dirigieron hacia mí.
Aquello iba a desembocar en un ataque de ansiedad como no pensase en algo para salir de allí.
Presenté mis disculpas a la anfitriona, excusándome con que necesitaba tomar un poco el aire, algo que no iba del todo desencaminado, aunque, después de todo, yo tuviese otros planes.
Justo cuando me alejaba, obligándome a hacerlo lentamente, con la espalda erguida y la actitud correcta, con alguna escueta sonrisa de saludo hacia quienes me mirasen, la música empezó a sonar con mayor ímpetu, acto que anunciaba el comienzo del baile. Me pregunté cuánto tiempo podría ausentarme sin que mis padres se percatasen de que no danzaba entre la multitud.
Bueno, sólo había un modo de averiguarlo.
Cuando por fin llegué hacia una de las grandes terrazas, esperé, paciente, a que los presentes se resguardasen en el interior del gran salón para emprender el baile. Me aseguré de que nadie me viese, asomando con rapidez la cabeza para ver si algunos ojos recaían en mí. No fue así. Con mayor seguridad, me acerqué hacia el bordeado de piedra pulida del balcón. Era alto, pero no lo suficiente como para impedirme que lo superase. Mirando solo una vez más hacia mis espaldas, pasé una pierna por encima de la barandilla pedregosa, y la piel de mi pierna entró en contacto con el frío material. Eché a continuación la otra y, ya sobre la superficie, con un pequeño salto, ya había aterrizado sobre tierra firme sin ninguna magulladura. No pude reprimir la sonrisa, jubilosa, victoriosa, mientras avanzaba a hurtadillas por el jardín, refugiándome entre los rosales que tanto me había cansado de alabar y que ahora tenían mi más sincera gratitud.
Al fin mis pasos desembocaron en la calle principal sin que ningún testigo reparase en mí.
O eso creía.
Estaba tan concentrada en vigilar mis espaldas que, ante tal descuido, no me percaté de que alguien estaba justo delante de mí. No pude evitar el choque, ya era demasiado tarde, aunque sí que agradecí que esa persona evitase mi torpe caída aferrándome por el antebrazo.
- Lo siento, yo... - Ante mí, un hombre joven, uniformado, me observaba con el ceño fruncido. Claramente no sabía qué pensar. "Lyssandra, te has lucido."
- Oh, ya lo creo, madame, las flores de su jardín están magníficas en esta época del año. Quizá en alguna ocasión tenga la amabilidad de hacernos una visita a mis padres y a mí y revelarnos el secreto de su esplendor. - "Ante todo, mantén la sonrisa, sin vacilar. No, no bosteces, al menos que ella no te vea, claro. ¿Por qué hace tanto calor aquí dentro? Creo que me está empezando a faltar el aire... ¿Este maldito corsé no está demasiado apretado hoy?" En cuanto la mirada de la mujer volvió a recaer sobre mí, me obligué a cortar el hilo de mis pensamientos y ensanchar la exageradamente forzada sonrisa que trataba de mantener en el semblante.
Era la octava vez, por lo menos, que mencionaba la hermosura de sus jardines, la magnificencia de su residencia, lo perfecta que era toda su vida y lo cuantiosa que era su fortuna y a mí, para mi desgracia, no me quedaba otra salida que asentir una y otra vez y seguir aumentado su ya desmesurado ego. Por mucho que ella lo repitiese, a mí el lugar no dejaba de parecerme de lo más ostentoso. Las inmensas lámparas de araña que colgaban sobre nuestras cabezas, obviamente recubiertas de una brillante capa dorada, ocupaban casi más de la mitad del techo. El mobiliario, en mi modesta opinión, con tantos intrincados dibujos y decoraciones, eran horribles. La mujer, como queriendo ir acorde con el mismo, llevaba un atuendo todavía más recargado que el mío (lo cual era difícil de superar después de que mi madre se encaprichase por pedirle a la modista "algo que hiciese justicia al nombre de la familia"). La mención de mi vestido, por cierto, me hizo pensar nuevamente en lo embutida que me sentía bajo esas capas de tela.
Agité nerviosamente mi abanico, mientras con la otra mano sostenía la copa de champagne que el camarero de manera muy cortes me habría ofrecido. La bebida había mitigado mi incomodidad, puesto estaba fresca y resultaba agradable para mi garganta, pero en cuanto el calor del alcohol comenzó a hacerse patente, juré y perjuré no beber la segunda copa que un segundo hombre había colocado en mi mano. Miré desesperada a mi alrededor, divisando a mi padre, el cual hablaba animadamente con un amplio grupo de hombres trajeados. Él no iba a brindarme la ayuda que necesitaba y, por descontado, mi madre tampoco. Ella, mientras tanto, me comentaba con un joven de manera muy cordial, e incluso me pareció que, en cierta ocasión, sus miradas se dirigieron hacia mí.
Aquello iba a desembocar en un ataque de ansiedad como no pensase en algo para salir de allí.
Presenté mis disculpas a la anfitriona, excusándome con que necesitaba tomar un poco el aire, algo que no iba del todo desencaminado, aunque, después de todo, yo tuviese otros planes.
Justo cuando me alejaba, obligándome a hacerlo lentamente, con la espalda erguida y la actitud correcta, con alguna escueta sonrisa de saludo hacia quienes me mirasen, la música empezó a sonar con mayor ímpetu, acto que anunciaba el comienzo del baile. Me pregunté cuánto tiempo podría ausentarme sin que mis padres se percatasen de que no danzaba entre la multitud.
Bueno, sólo había un modo de averiguarlo.
Cuando por fin llegué hacia una de las grandes terrazas, esperé, paciente, a que los presentes se resguardasen en el interior del gran salón para emprender el baile. Me aseguré de que nadie me viese, asomando con rapidez la cabeza para ver si algunos ojos recaían en mí. No fue así. Con mayor seguridad, me acerqué hacia el bordeado de piedra pulida del balcón. Era alto, pero no lo suficiente como para impedirme que lo superase. Mirando solo una vez más hacia mis espaldas, pasé una pierna por encima de la barandilla pedregosa, y la piel de mi pierna entró en contacto con el frío material. Eché a continuación la otra y, ya sobre la superficie, con un pequeño salto, ya había aterrizado sobre tierra firme sin ninguna magulladura. No pude reprimir la sonrisa, jubilosa, victoriosa, mientras avanzaba a hurtadillas por el jardín, refugiándome entre los rosales que tanto me había cansado de alabar y que ahora tenían mi más sincera gratitud.
Al fin mis pasos desembocaron en la calle principal sin que ningún testigo reparase en mí.
O eso creía.
Estaba tan concentrada en vigilar mis espaldas que, ante tal descuido, no me percaté de que alguien estaba justo delante de mí. No pude evitar el choque, ya era demasiado tarde, aunque sí que agradecí que esa persona evitase mi torpe caída aferrándome por el antebrazo.
- Lo siento, yo... - Ante mí, un hombre joven, uniformado, me observaba con el ceño fruncido. Claramente no sabía qué pensar. "Lyssandra, te has lucido."
Última edición por Lyssandra M. Bardoux el Dom Ago 28, 2011 7:46 am, editado 1 vez
Lyssandra M. Bardoux- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 03/08/2011
Re: "Huir suena demasiado extremo... Digamos trazar una vía de escape ante una situación desesperada" [Loukas]
Se mantenía bajo un regio autocontrol y, sin ser apenas consciente de ello, fruncí el ceño de manera pronunciada. Hacía hasta lo imposible para mantenerse alejado de mí. ¿Tan desagradable era la idea? No, podían sus modales, el protocolo, la correctitud que le impulsaba a hacer lo correcto parecía no permitirle tan siquiera besarme. Traté de controlar la irritación, todavía estudiando aquellos ojos que me decían que sí mientras que el cuerpo que los encerraba se mantenía bajo un férreo control.
Suspiré y mis pupilas repasaron, al igual que las yemas de mis dedos, la superficie de su piel que unos botones desabrochados habían dejado descubierta en su pecho. No obstante, mi ceño continuaba crispado, tratando de estudiar la situación.
- Sé que un hombre, como todo ser, tiene sus debilidades. - Susurré, vislumbrando sus ojos fugazmente mientras sentía el tacto de su mano sobre la mía, abrasándome deliciosamente incluso por encima de la tela del guante. - Lo que no entiendo es qué impresión es la que yo te dado, oh perdón - sonreí volviendo intencionadamente al protocolo -, la que yo le he dado, caballero, para pensar que esto es palabrería y no ansío lo mismo. - Aquello provocó que sus intentos por serenarse fallasen y mi voz semejó más sensual que casual cuando me alejé de él. - No obstante, no seré yo quien le obligue a besarme si es que parece tan reacio ante la idea. En fin, será mejor que me vaya... - Pero, cuando hacía ademán de levantarme, él me retuvo y no conseguí descifrar lo que me decía esa mirada, oscurecida por el ansia repentinamente.
Suspiré y mis pupilas repasaron, al igual que las yemas de mis dedos, la superficie de su piel que unos botones desabrochados habían dejado descubierta en su pecho. No obstante, mi ceño continuaba crispado, tratando de estudiar la situación.
- Sé que un hombre, como todo ser, tiene sus debilidades. - Susurré, vislumbrando sus ojos fugazmente mientras sentía el tacto de su mano sobre la mía, abrasándome deliciosamente incluso por encima de la tela del guante. - Lo que no entiendo es qué impresión es la que yo te dado, oh perdón - sonreí volviendo intencionadamente al protocolo -, la que yo le he dado, caballero, para pensar que esto es palabrería y no ansío lo mismo. - Aquello provocó que sus intentos por serenarse fallasen y mi voz semejó más sensual que casual cuando me alejé de él. - No obstante, no seré yo quien le obligue a besarme si es que parece tan reacio ante la idea. En fin, será mejor que me vaya... - Pero, cuando hacía ademán de levantarme, él me retuvo y no conseguí descifrar lo que me decía esa mirada, oscurecida por el ansia repentinamente.
Lyssandra M. Bardoux- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 03/08/2011
Re: "Huir suena demasiado extremo... Digamos trazar una vía de escape ante una situación desesperada" [Loukas] +18
Ella alzó una de sus manos hacia la piel de mi pectoral, recorriéndolo con la yema de sus dedos. Mi cuerpo se estremeció al contacto con sus guantes pero no dejé que ella lo percibiera. Sus palabras eran un claro reto y yo me debatía conmigo mismo. Hacía meses que había abandonado mi faceta como Casanova, en la que sólo me interesaba acostarme con mujeres atractivas para al día siguiente desaparecer de sus vidas. Pero al entrar en el cuerpo de policía, me había prometido respetar a las damas a las que les debía mi protección. Y aquella noche... ella tentaba mi lado más salvaje y animal, mi yo más seductor y posesivo.
Sin darme cuenta la había agarrado del brazo, quizás con demasiada fuerza. Amainé el agarre pero aún sin soltarla, clavando mis ojos fierunos en los suyos y esbozando la sonrisa más provocativa que poseía, aquella que hacía tanto tiempo mantenía salvaguardada en mi interior.
- De hecho, señorita, mi turno acaba de finalizar.- comenté sin más, usando una voz varonil llena de travesura.- Así que estoy disponible para usted, si así lo desea.
Con un leve movimiento con su brazo agarrado la empujé hacia mi torso, sonriendo satisfecho cuando su cuerpo cayó sobre el mío, ahora acomodado en aquél banco al que a penas la gente que pasaba podía mirar, pues unos frondosos árboles se habían convertido en una casual cortina. Tomé entre mis dedos un mechón de su cabello y se lo dispuse tras su oreja, deteniéndome unos segundos en acariciar suavemente su mejilla derecha, dejando que su aliento acariciara mi rostro y sus ojos centellearan llenos de... ¿ansias? ¿diversión? ¿expectativas?. No sabría decir de qué.
Moví la otra mano libre hacia su cabello, deslizándose hacia su cuello y deteniéndose en su nuca para acercar su rostro a mi boca ardiente, mordisqueando divertido sus labios antes de juguetear con su lengua en su boca de miel. Mientras mis labios se entreabrían, la mano que sujetaba su nuca volvió a tomar rumbo en aquél viaje de curvas, acariciando su espalda hasta detenerse a la altura de su cintura, dónde los cordeles indicaban el principio de la desnudez si una hábil mano lograba desatarlos. Sonreí en mis adentros y envolví dichos cordeles entre mis dedos, preparado para un simple y sencillo tirón.
Sin darme cuenta la había agarrado del brazo, quizás con demasiada fuerza. Amainé el agarre pero aún sin soltarla, clavando mis ojos fierunos en los suyos y esbozando la sonrisa más provocativa que poseía, aquella que hacía tanto tiempo mantenía salvaguardada en mi interior.
- De hecho, señorita, mi turno acaba de finalizar.- comenté sin más, usando una voz varonil llena de travesura.- Así que estoy disponible para usted, si así lo desea.
Con un leve movimiento con su brazo agarrado la empujé hacia mi torso, sonriendo satisfecho cuando su cuerpo cayó sobre el mío, ahora acomodado en aquél banco al que a penas la gente que pasaba podía mirar, pues unos frondosos árboles se habían convertido en una casual cortina. Tomé entre mis dedos un mechón de su cabello y se lo dispuse tras su oreja, deteniéndome unos segundos en acariciar suavemente su mejilla derecha, dejando que su aliento acariciara mi rostro y sus ojos centellearan llenos de... ¿ansias? ¿diversión? ¿expectativas?. No sabría decir de qué.
Moví la otra mano libre hacia su cabello, deslizándose hacia su cuello y deteniéndose en su nuca para acercar su rostro a mi boca ardiente, mordisqueando divertido sus labios antes de juguetear con su lengua en su boca de miel. Mientras mis labios se entreabrían, la mano que sujetaba su nuca volvió a tomar rumbo en aquél viaje de curvas, acariciando su espalda hasta detenerse a la altura de su cintura, dónde los cordeles indicaban el principio de la desnudez si una hábil mano lograba desatarlos. Sonreí en mis adentros y envolví dichos cordeles entre mis dedos, preparado para un simple y sencillo tirón.
Eyra Erikdóttir- Vampiro Clase Alta
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Re: "Huir suena demasiado extremo... Digamos trazar una vía de escape ante una situación desesperada" [Loukas]
Aquello me tomó desprevenida incluso a mí. Aquella sonrisa en sus labios eliminó cualquier tipo de respuesta ingeniosa que pudiese haber pasado por mi mente. Un tenue rubor asomó en mis mejillas cuando sus brazos me rodearon, mi cuerpo amoldándose al suyo sin el mayor esfuerzo y la palma de su mano acariciando mi pómulo entre suaves y delicadas caricias. Le sonreí, nuestras miradas destilando la misma pasión que hasta hacía segundos había querido retener bajo llave a toda costa.
Su mano libre se enredó en mi cabello, descendiendo por mi cuello arrancándome continuos escalofríos mientras yo, todavía anonadada por el brusco cambio de su actitud, repasaba en contorno de aquellos labios, hacia los cuales me vi empujada con lentitud. Su mano, anclada en mi nuca, la recorría entre cosquilleos mientras nuestros labios encajaban entre sí. Sentí su aliento caliente, atrayente, enredándose en mi boca, arrancándome la respiración al tiempo que su lengua endulzaba mis sentidos. Mis brazos se entrelazaron tras su cuello. Su mano descendió por mi cintura, ciñéndome más contra él mientras unos dedos sutiles jugueteaban ya con los cordones de mi prenda. Era consciente de sus ansias, de su necesidad, mas quería disfrutar de aquel instante sin precipitarnos demasiado.
Resguardados en aquel ambiente íntimo, dejé que mis manos descendiesen hacia su pecho, deleitándome de su calidez y firmeza mientras sus labios continuaban acaparando mi boca con mayor urgencia por cada instante que pasaba. El nudo tras mis espalda desapareció y sentí las yemas de sus dedos recorrer la piel de mi espina dorsal. Suspiré, temblorosa, contra sus labios sin poner evitarlo, creando una mínima distancia entre ambos para poder hablar.
- Admito que estoy desconcertada ante semejante cambio de conducta. - farfullé, con una voz trémula que no identifiqué como mía. Coloqué un dedo sobre sus labios, antes de que volviese a sellar los míos con un nuevo beso. No obstante, su boca se inclinó hacia mi garganta, provocando que se acelerase los latidos de mi corazón. - ¿Puedo saber el motivo? - Conseguí articular. La cabeza comenzó a darme vueltas y, durante unos instantes, me pregunté seriamente si la luna sería testigo de mucho más que aquellos besos y caricias cómplices.
Ante la idea, los nervios aumentaron y martillearon junto a mi alocado corazón.
Su mano libre se enredó en mi cabello, descendiendo por mi cuello arrancándome continuos escalofríos mientras yo, todavía anonadada por el brusco cambio de su actitud, repasaba en contorno de aquellos labios, hacia los cuales me vi empujada con lentitud. Su mano, anclada en mi nuca, la recorría entre cosquilleos mientras nuestros labios encajaban entre sí. Sentí su aliento caliente, atrayente, enredándose en mi boca, arrancándome la respiración al tiempo que su lengua endulzaba mis sentidos. Mis brazos se entrelazaron tras su cuello. Su mano descendió por mi cintura, ciñéndome más contra él mientras unos dedos sutiles jugueteaban ya con los cordones de mi prenda. Era consciente de sus ansias, de su necesidad, mas quería disfrutar de aquel instante sin precipitarnos demasiado.
Resguardados en aquel ambiente íntimo, dejé que mis manos descendiesen hacia su pecho, deleitándome de su calidez y firmeza mientras sus labios continuaban acaparando mi boca con mayor urgencia por cada instante que pasaba. El nudo tras mis espalda desapareció y sentí las yemas de sus dedos recorrer la piel de mi espina dorsal. Suspiré, temblorosa, contra sus labios sin poner evitarlo, creando una mínima distancia entre ambos para poder hablar.
- Admito que estoy desconcertada ante semejante cambio de conducta. - farfullé, con una voz trémula que no identifiqué como mía. Coloqué un dedo sobre sus labios, antes de que volviese a sellar los míos con un nuevo beso. No obstante, su boca se inclinó hacia mi garganta, provocando que se acelerase los latidos de mi corazón. - ¿Puedo saber el motivo? - Conseguí articular. La cabeza comenzó a darme vueltas y, durante unos instantes, me pregunté seriamente si la luna sería testigo de mucho más que aquellos besos y caricias cómplices.
Ante la idea, los nervios aumentaron y martillearon junto a mi alocado corazón.
Lyssandra M. Bardoux- Humano Clase Alta
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Re: "Huir suena demasiado extremo... Digamos trazar una vía de escape ante una situación desesperada" [Loukas] +18
Ella detuvo aquellos besos posando un dedo sobre mis labios, algo que no me importó cuando dirigí mi boca hacia su cuello, mordisqueándolo con suavidad, besándolo con ternura y lamiéndolo con diversión. La humana me habló y yo sólo sonreí ampliamente, mostrando una hilera de dientes blancos.
- Después de provocarme como lo has hecho, no esperes que te deje ir así sin más.- le susurré bromeando, apretando sus glúteos contra mi cadera, dejando que ella notara bajo su piel cada músculo de mi cuerpo.
Desaté los cordones con rapidez y precisión, sintiendo cómo el vestido cedía poco a poco y se deslizaba por sus hombros ahora ya desnudos. Con un movimiento veloz y lleno de experiencia, cambié la posición dejando su cuerpo recostado en el banco y el mío sobre suyo, para tener más facilidad para quitarle el vestido extremadamente abultado. Cuando lo hice, lo dejé caer tras el respaldo del banco, deleitándome con la figura femenina aunque todavía se me resistía el último obstáculo, el corsé. La miré lleno de inquietudes por hacerla mía pero algo me detuvo unos instantes, quizás mi parte más caballerosa y galán.
- ¿Estás segura?- le pedí en un susurro con el ceño fruncido, pues si se negaba entonces, sabía que recibiría el chasco más fuerte de la noche y probablemente, de los últimos meses. Pero si asentía... aquella noche prometía.
- Después de provocarme como lo has hecho, no esperes que te deje ir así sin más.- le susurré bromeando, apretando sus glúteos contra mi cadera, dejando que ella notara bajo su piel cada músculo de mi cuerpo.
Desaté los cordones con rapidez y precisión, sintiendo cómo el vestido cedía poco a poco y se deslizaba por sus hombros ahora ya desnudos. Con un movimiento veloz y lleno de experiencia, cambié la posición dejando su cuerpo recostado en el banco y el mío sobre suyo, para tener más facilidad para quitarle el vestido extremadamente abultado. Cuando lo hice, lo dejé caer tras el respaldo del banco, deleitándome con la figura femenina aunque todavía se me resistía el último obstáculo, el corsé. La miré lleno de inquietudes por hacerla mía pero algo me detuvo unos instantes, quizás mi parte más caballerosa y galán.
- ¿Estás segura?- le pedí en un susurro con el ceño fruncido, pues si se negaba entonces, sabía que recibiría el chasco más fuerte de la noche y probablemente, de los últimos meses. Pero si asentía... aquella noche prometía.
Eyra Erikdóttir- Vampiro Clase Alta
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Re: "Huir suena demasiado extremo... Digamos trazar una vía de escape ante una situación desesperada" [Loukas]
Sus palabras dibujaron una sonrisa en mis labios, mientras continuaba obsequiándome con sus besos y mordiscos a lo largo de mi cuello y sus manos se apoderaron de mis caderas para que nuestros cuerpos chocasen entre sí, lo que me provocó una descarga directa por todas mis terminaciones nerviosas al conocer la pasión que le engullía. La respiración ya era entrecortada en mi boca y Loukas continuó deshaciéndose de nudos y agarres de mi vestido, que caía sin tregua dejando mi piel expuesta al aire tardío. Mis hombros fueron recorridos por sus labios, sutilmente por su lengua y tuve que morderme el labio para reprimir un nuevo suspiro que se formaba en mi garganta. Aquello estaba del todo mal, pero era extremadamente placentero y, mi parte más inconsciente me pedía a gritos que me rindiese entre los brazos de ese prácticamente desconocido. Otra, no obstante, aunque con menor intensidad, me pedía que mantuviese un mínimo de cordura, puesto que una dama con decoro no se entrega por primera vez a alguien en un banco en el comienzo de una noche bajo unos árboles. Sin embargo, las sensaciones que me recorrían en aquel instante no las había sentido en ninguna otra ocasión y nadie nunca antes me había desafiado en un juego como aquel, jamás nadie había tenido la osadía de contestar tan abiertamente a mis flirteos a plantarme cara y provocar que me comportara de un modo dócil y dulce en su presencia. No, desde luego Loukas me estaba mostrando una parte de mí misma que incluso yo desconocía.
Mi cuerpo descansó sobre el banco sin apenas percatarme de ese hecho. Su cuerpo descansaba sobre el mío, ejerciendo la presión justa para que la excitación corriese velozmente por mis venas. Me devoró con la mirada, sus ojos estudiaron cada centímetro de mi piel al descubierto; mis largas piernas, repasadas a conciencia por sus manos, únicamente era cubierta por el inmaculado corsé negro que ceñía mi cintura y pecho y los largos guantes que todavía cubrían hasta la mitad de mis brazos. No obstantes, sus ojos abandonaron mi cuerpo para dirigirse a mi mirada y, por unos instantes, sentí que leyese mis pensamientos y sacase a la luz mis indecisiones.
No, todavía no sabía qué me deparaba aquella noche, pero pensaba averiguarlo a la larga. Teníamos tiempo de ver qué nos deparaba el destino y de ver qué parte de mí ganaba aquella inconfesable batalla en mi interior. Mas en ningún momento me mostré cohibida. No quería dejar al descubierto demasiado fragilidad e inocencia por mi parte.
Con lentitud, me deshice de los guantes, para depositarlos con pulcritud a un lado del banco, mientras una de sus manos continuaba su viaje por mis caderas. Luego, me deshice del broche que recogía mi cabello, el cual calló desordenamente a mi alrededor, entremezclándose con las sombras que nos rodeaban. Él me observaba, expectante, sin duda a la espera de una respuesta por mi parte. Le sonreí, con extremada sensualidad, al tiempo que una de mis piernas rodeaba su cintura y mis manos desabrochaban sutilmente un botón de su camisa.
- Mm... Buena pregunta. - susurré, próxima a sus labios, certera de los deseos que él tenía de volver a besarme. - A decir verdad, la seguridad siempre ha sido una de mis virtudes pero, en esta ocasión... - dejé la frase en el aire, juguetona. - A decir verdad, se me plantea un dilema. Por no mencionar que, sin lugar a dudas, me asalta la pena a, después de esta noche, no volver a verte. - Fruncí los labios, mostrándome pensativa. - Sería una lástima, porque me ha encantado tu compañía y, así, quizá, si ahora te dejo con más ganas de mí, te obligue al menos a verme una vez más... - dejé que sus ojos me escrutasen, con una suave sonrisa en sus labios, al tiempo que yo me inclinaba hacia él para presionar nuestros labios, dulcemente, tiernamente. - ¿Qué me dices? ¿Verdad que es un dilema? - Aunque mis palabras sonasen algo bromistas, me limitaba a exponer un hecho. ¿Entregarme y dejarme guiar por lo que sentía? ¿O arriesgarme a no volver a verle en la vida? Mm, sí, una difícil decisión.
Mi cuerpo descansó sobre el banco sin apenas percatarme de ese hecho. Su cuerpo descansaba sobre el mío, ejerciendo la presión justa para que la excitación corriese velozmente por mis venas. Me devoró con la mirada, sus ojos estudiaron cada centímetro de mi piel al descubierto; mis largas piernas, repasadas a conciencia por sus manos, únicamente era cubierta por el inmaculado corsé negro que ceñía mi cintura y pecho y los largos guantes que todavía cubrían hasta la mitad de mis brazos. No obstantes, sus ojos abandonaron mi cuerpo para dirigirse a mi mirada y, por unos instantes, sentí que leyese mis pensamientos y sacase a la luz mis indecisiones.
No, todavía no sabía qué me deparaba aquella noche, pero pensaba averiguarlo a la larga. Teníamos tiempo de ver qué nos deparaba el destino y de ver qué parte de mí ganaba aquella inconfesable batalla en mi interior. Mas en ningún momento me mostré cohibida. No quería dejar al descubierto demasiado fragilidad e inocencia por mi parte.
Con lentitud, me deshice de los guantes, para depositarlos con pulcritud a un lado del banco, mientras una de sus manos continuaba su viaje por mis caderas. Luego, me deshice del broche que recogía mi cabello, el cual calló desordenamente a mi alrededor, entremezclándose con las sombras que nos rodeaban. Él me observaba, expectante, sin duda a la espera de una respuesta por mi parte. Le sonreí, con extremada sensualidad, al tiempo que una de mis piernas rodeaba su cintura y mis manos desabrochaban sutilmente un botón de su camisa.
- Mm... Buena pregunta. - susurré, próxima a sus labios, certera de los deseos que él tenía de volver a besarme. - A decir verdad, la seguridad siempre ha sido una de mis virtudes pero, en esta ocasión... - dejé la frase en el aire, juguetona. - A decir verdad, se me plantea un dilema. Por no mencionar que, sin lugar a dudas, me asalta la pena a, después de esta noche, no volver a verte. - Fruncí los labios, mostrándome pensativa. - Sería una lástima, porque me ha encantado tu compañía y, así, quizá, si ahora te dejo con más ganas de mí, te obligue al menos a verme una vez más... - dejé que sus ojos me escrutasen, con una suave sonrisa en sus labios, al tiempo que yo me inclinaba hacia él para presionar nuestros labios, dulcemente, tiernamente. - ¿Qué me dices? ¿Verdad que es un dilema? - Aunque mis palabras sonasen algo bromistas, me limitaba a exponer un hecho. ¿Entregarme y dejarme guiar por lo que sentía? ¿O arriesgarme a no volver a verle en la vida? Mm, sí, una difícil decisión.
Lyssandra M. Bardoux- Humano Clase Alta
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Re: "Huir suena demasiado extremo... Digamos trazar una vía de escape ante una situación desesperada" [Loukas] +18
Sus piernas se enredaron en mi cintura y yo enloquecí de puro deseo. Observaba cómo se quitaba los guantes, cómo se quitaba el adorno que mantenía sus cabellos recogidos, cómo desabrochaba uno de mis botones. Y aquello era demasiado. Su voz provocativa fueron la gota que colmó el vaso y mi lancé hacia su cuerpo, buscando desesperadamente los cordones de su corsé para arrebatárselo con sutileza y rapidez, dejando que mis ojos se deleitaran con su belleza femenina, ahora desnuda. Relamí mis labios de forma juguetona y demostré a la muchacha lo excitado que estaba y lo poco que me gustaba la idea de separar nuestros cuerpos en aquél instante, pues en lo único que mi mente pensaba era en poseerla, en convertirme su dueño por una noche.
- Es un riesgo que deberías aceptar, sin duda.- respondí entonces, pasando mi lengua por el lóbulo de su oreja antes de empezar a deslizar mis labios por sus mandíbulas, bañando su pies con besos y caricias pasionales, llenas de lujuria desenfrenada.
Mis manos se movieron entonces desde su cuello bajando por sus voluptuosos senos, sus vientre, sus piernas... y deteniéndome en su secreto más guardado, acariciándolo con dulzura por la parte exterior, tentándola a querer más, en buscar más. Mientras, mi boca seguía besando su cuello sus labios como si los necesitara para seguir respirando, para seguir viviendo.
- ¿Aceptas el reto?- le pedí, con voz súmamente provocativa aunque sin mirarla, pues mi rostro estaba volcado en su cuerpo de todas las formas y maneras posibles. Estaba a punto de perder el control y en cuanto ella me diera la última señal, así sería. Me aseguraría de que aquella joven viviera la noche más mágica que jamás antes hubiera tenido o incluso soñado. ¿Me lo permitiría?
- Es un riesgo que deberías aceptar, sin duda.- respondí entonces, pasando mi lengua por el lóbulo de su oreja antes de empezar a deslizar mis labios por sus mandíbulas, bañando su pies con besos y caricias pasionales, llenas de lujuria desenfrenada.
Mis manos se movieron entonces desde su cuello bajando por sus voluptuosos senos, sus vientre, sus piernas... y deteniéndome en su secreto más guardado, acariciándolo con dulzura por la parte exterior, tentándola a querer más, en buscar más. Mientras, mi boca seguía besando su cuello sus labios como si los necesitara para seguir respirando, para seguir viviendo.
- ¿Aceptas el reto?- le pedí, con voz súmamente provocativa aunque sin mirarla, pues mi rostro estaba volcado en su cuerpo de todas las formas y maneras posibles. Estaba a punto de perder el control y en cuanto ella me diera la última señal, así sería. Me aseguraría de que aquella joven viviera la noche más mágica que jamás antes hubiera tenido o incluso soñado. ¿Me lo permitiría?
Eyra Erikdóttir- Vampiro Clase Alta
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Re: "Huir suena demasiado extremo... Digamos trazar una vía de escape ante una situación desesperada" [Loukas]
Vi como la locura, la desesperación se apoderaban de su semblante y no pude reprimir la sonrisa que surcó mis labios. Sus manos, ansiosas, me despojaron del corsé en apenas un soplo y me vi completamente expuesta a él, únicamente cubierta por su cuerpo, tenso y sediento de mí. La sonrisa se instaló en su semblante, una sonrisa de pura provocación, al tiempo que su lengua repasaba en corto de los labios y a mí me hacía morderme los míos y el rubor se instalaba nuevamente en mis pómulos.
Sus palabras me hicieron temblar, al tiempo que sus labios, sobre el lóbulo de mi oreja, me arrancaron un leve jadeo. Sentía el corazón en la garganta, pero no era una sensación desagradable si sentía sus caricias recubrirme. Su boca se paró por cada lugar de mi rostro, de mi cuello y dejé caer la cabeza hacia atrás, al borde de la rendición.
Sus manos estudiaron cada zona de mi piel, tomándose su tiempo en mis caderas, en mis muslos, hasta detenerse en la zona más íntima de mi cuerpo. Sus caricias consiguieron que me arqueara de placer, esforzándome por alcanzar el aire que necesitaban mis pulmones de manera desesperada. Mis caderas se elevaron hasta chocar contra las suyas y aquella sensación supe que lo tenía sumido en la completa demencia. Sus labios volvieron a tapar mi boca, con maestría, su lengua enredándose con la mía en una danza frenética, antes de hablar.
Oh, demonios, ¿cómo negarme? ¿Cómo negarme cuando había logrado que todo mi ser desease aquello en aquel mismo instante? No obstante, me aseguraría de que este no fuese nuestro único encuentro, una voz dentro de mí me dijo que eso no había hecho nada más que comenzar. Loukas Giorkas tan sólo había hecho su presentación en mi vida.
Y eso era lo que yo quería, lo que yo deseaba más que nada.
Me limité a asentir, exponiendo mi cuello a sus continuos besos y leves mordiscos, ida y preparada para entregarme a él. No obstante, busqué sus ojos una vez más, acariciando su mejilla mientras la otra de mis manos continuaba deshaciéndose de los botones de su camisa.
- No quiero que desaparezcas. - susurré con voz dulce, mientras sus continuas caricias urgentes, posesivas, me dificultaban la tarea del habla. - Después de esto, por favor, no desaparezcas.
Y eso fue lo único capaz de pronunciar. Mi juicio se nubló cuando mi boca volvió a ser sellada por la suya, tierno, dulce y amable.
Y me dejé hacer.
Sus palabras me hicieron temblar, al tiempo que sus labios, sobre el lóbulo de mi oreja, me arrancaron un leve jadeo. Sentía el corazón en la garganta, pero no era una sensación desagradable si sentía sus caricias recubrirme. Su boca se paró por cada lugar de mi rostro, de mi cuello y dejé caer la cabeza hacia atrás, al borde de la rendición.
Sus manos estudiaron cada zona de mi piel, tomándose su tiempo en mis caderas, en mis muslos, hasta detenerse en la zona más íntima de mi cuerpo. Sus caricias consiguieron que me arqueara de placer, esforzándome por alcanzar el aire que necesitaban mis pulmones de manera desesperada. Mis caderas se elevaron hasta chocar contra las suyas y aquella sensación supe que lo tenía sumido en la completa demencia. Sus labios volvieron a tapar mi boca, con maestría, su lengua enredándose con la mía en una danza frenética, antes de hablar.
Oh, demonios, ¿cómo negarme? ¿Cómo negarme cuando había logrado que todo mi ser desease aquello en aquel mismo instante? No obstante, me aseguraría de que este no fuese nuestro único encuentro, una voz dentro de mí me dijo que eso no había hecho nada más que comenzar. Loukas Giorkas tan sólo había hecho su presentación en mi vida.
Y eso era lo que yo quería, lo que yo deseaba más que nada.
Me limité a asentir, exponiendo mi cuello a sus continuos besos y leves mordiscos, ida y preparada para entregarme a él. No obstante, busqué sus ojos una vez más, acariciando su mejilla mientras la otra de mis manos continuaba deshaciéndose de los botones de su camisa.
- No quiero que desaparezcas. - susurré con voz dulce, mientras sus continuas caricias urgentes, posesivas, me dificultaban la tarea del habla. - Después de esto, por favor, no desaparezcas.
Y eso fue lo único capaz de pronunciar. Mi juicio se nubló cuando mi boca volvió a ser sellada por la suya, tierno, dulce y amable.
Y me dejé hacer.
Lyssandra M. Bardoux- Humano Clase Alta
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Re: "Huir suena demasiado extremo... Digamos trazar una vía de escape ante una situación desesperada" [Loukas] +18
Era realmente bueno, mintiendo. El tiempo y mis conquistas habían asegurado aquella afirmación. Sin embargo yo había cambiado y me había prometido no volver a mis andanzas. Y ahora... ¿ahora qué? ¿A caso afloraba de nuevo mi yo más Casanova? No quise mentirle, pero tampoco ser sincero con ella para perderla en aquella noche. Así que opté por el silencio y en vez de palabras, le brindé hechos.
Ella desató el resto des los botones de mi camisa y la lancé cuando se abrió de par en par. Busqué a tientas mi cinturón y me deshice de él con un rápido movimiento de dedos, centrando ahora mi atención en la cremallera de mis pantalones, mirando a la joven que seguía retorciéndose de placer. Cuando me encontraba tal y como mi madre me había alumbrado, volví mi cuerpo hacia el suyo, aplastando sus senos con mi torso desnudo y recorriendo su cuerpo con mis manos, mis besos, mi lengua... Aquello era una locura pero... ¡qué dulce locura!
Me hice un hueco entre sus piernas abiertas y con suavidad hice deslizar mi miembro ya erecto entre su húmedo orificio inferior, sintiendo cómo le robaba su virginidad con cada una de mis suaves y delicadas embestidas. Mis manos se agarraron a sus muslos mientras me daba impulso con las rodillas. Cuando noté que sus partes inferiores iban acomodándose alrededor de mi verga, me incliné de nuevo hacia ella, buscando su boca con desespero mientras mis manos recorrían su vientre hasta detenerse en sus pechos, masajeándolos con necesidad, pellizcando sutilmente sus pezones para hacerla jadear y arquear su espalda. Adoraba ver a una mujer siendo satisfecha por mí, pero más todavía si su belleza era inigualable. Mordí su cuello con pasión y desenfreno y mis embestidas empezaron a tomar un ritmo casi enfermizo a la vez que sentía cómo un hilo de su sangre se enredaba en mi miembro viril, no deteniéndome por eso.
Ella desató el resto des los botones de mi camisa y la lancé cuando se abrió de par en par. Busqué a tientas mi cinturón y me deshice de él con un rápido movimiento de dedos, centrando ahora mi atención en la cremallera de mis pantalones, mirando a la joven que seguía retorciéndose de placer. Cuando me encontraba tal y como mi madre me había alumbrado, volví mi cuerpo hacia el suyo, aplastando sus senos con mi torso desnudo y recorriendo su cuerpo con mis manos, mis besos, mi lengua... Aquello era una locura pero... ¡qué dulce locura!
Me hice un hueco entre sus piernas abiertas y con suavidad hice deslizar mi miembro ya erecto entre su húmedo orificio inferior, sintiendo cómo le robaba su virginidad con cada una de mis suaves y delicadas embestidas. Mis manos se agarraron a sus muslos mientras me daba impulso con las rodillas. Cuando noté que sus partes inferiores iban acomodándose alrededor de mi verga, me incliné de nuevo hacia ella, buscando su boca con desespero mientras mis manos recorrían su vientre hasta detenerse en sus pechos, masajeándolos con necesidad, pellizcando sutilmente sus pezones para hacerla jadear y arquear su espalda. Adoraba ver a una mujer siendo satisfecha por mí, pero más todavía si su belleza era inigualable. Mordí su cuello con pasión y desenfreno y mis embestidas empezaron a tomar un ritmo casi enfermizo a la vez que sentía cómo un hilo de su sangre se enredaba en mi miembro viril, no deteniéndome por eso.
Eyra Erikdóttir- Vampiro Clase Alta
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Re: "Huir suena demasiado extremo... Digamos trazar una vía de escape ante una situación desesperada" [Loukas] +18
Observé cómo las prendas de su cuerpo iban cayendo una a una mientras continuaba masajeándome. Primero su camisa, la cual yo había desabrochado, luego el cinturón y, finamente, sus pantalones, terminando en el mismo lugar que mis prendas de ropa. Acaricié su torso, perfectamente musculado, increíble, hasta que su cuerpo descansó nuevamente sobre el mío, sintiendo su presión sobre mis pechos, su mano libre aferrando mi cadera mientras la otra seguía haciéndome retorcer de puro placer. Su boca vagó por mis labios, mi garganta, mis pechos, mi vientre, en un camino infinito que me hacía enloquecer. Fue entonces cuando lo sentí. Su mano abandonó el lugar y no pude reprimir una pequeña queja, mas, al instante sentí su miembro presionar, penetrándome lentamente arrancándome un irremediable jadeo. Sentí una pequeña molestia, una punzada de dolor, y mi cuerpo se resistió momentáneamente bajo el suyo, mis uñas clavándose en su espalda.
- No... - farfullé, al tiempo que su penetración, continuaba, haciendo que mi cuerpo no dejase de temblar.
Pero, finalmente, la molestia cesó, siendo sustituida por una oleada de placer, que me golpeó de una manera indescriptible, al tiempo que su miembro viril continuaba entrando y saliendo de mí. Sus embestidas eran suaves, delicadas y yo me dejé llevar, me dejé hacer deseosa de que aquello continuase, todavía con las manos rodeando su espalda para mantenerlo contra mí. Su boca volvió a sellar la mía, robándome el aliento cada vez que su aliento, que su lengua, me devoraba. Sus manos estudiaron mi cuerpo con detenimiento, demorándose en mi pechos, acariciándolos, masajeándolos mientas retorcía suavemente mis pezones. Eso me arrancó un gemido, que él se tragó con un nuevo beso, al tiempo que mi cuerpo se arqueaba contra él y su penetración se hacía más profunda. Reforcé el agarre de mis piernas en torno a su cintura, moviendo las caderas contra las suyas, ambas chocando entre sí, mientras una de sus manos se anclaba en ellas para guiarme, mientras la otra continuaba fija en mi pecho. Sus movimientos se volvían cada vez más rápidos, algo duros, y me hacía estar a todo momento sin resuello pero ansiosa de más. No obstante quería que todas esas sensaciones durasen, que no finalizasen tan rápido.
- Loukas... - jadeé contra su oído, al tiempo que mi lengua se había con el lóbulo de su oreja. Aquello pareció hacerle perder cualquier tipo de control. - Sh, tranquilo... - susurré entre jadeos, acariciando cariñosamente su espalda. - No quiero que esto termine demasiado pronto. Tenemos toda la noche por delante...
- No... - farfullé, al tiempo que su penetración, continuaba, haciendo que mi cuerpo no dejase de temblar.
Pero, finalmente, la molestia cesó, siendo sustituida por una oleada de placer, que me golpeó de una manera indescriptible, al tiempo que su miembro viril continuaba entrando y saliendo de mí. Sus embestidas eran suaves, delicadas y yo me dejé llevar, me dejé hacer deseosa de que aquello continuase, todavía con las manos rodeando su espalda para mantenerlo contra mí. Su boca volvió a sellar la mía, robándome el aliento cada vez que su aliento, que su lengua, me devoraba. Sus manos estudiaron mi cuerpo con detenimiento, demorándose en mi pechos, acariciándolos, masajeándolos mientas retorcía suavemente mis pezones. Eso me arrancó un gemido, que él se tragó con un nuevo beso, al tiempo que mi cuerpo se arqueaba contra él y su penetración se hacía más profunda. Reforcé el agarre de mis piernas en torno a su cintura, moviendo las caderas contra las suyas, ambas chocando entre sí, mientras una de sus manos se anclaba en ellas para guiarme, mientras la otra continuaba fija en mi pecho. Sus movimientos se volvían cada vez más rápidos, algo duros, y me hacía estar a todo momento sin resuello pero ansiosa de más. No obstante quería que todas esas sensaciones durasen, que no finalizasen tan rápido.
- Loukas... - jadeé contra su oído, al tiempo que mi lengua se había con el lóbulo de su oreja. Aquello pareció hacerle perder cualquier tipo de control. - Sh, tranquilo... - susurré entre jadeos, acariciando cariñosamente su espalda. - No quiero que esto termine demasiado pronto. Tenemos toda la noche por delante...
Lyssandra M. Bardoux- Humano Clase Alta
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Re: "Huir suena demasiado extremo... Digamos trazar una vía de escape ante una situación desesperada" [Loukas] +18
Sus palabras susurrante me hicieron soltar una carcajada. ¿Realmente pensaba que ésto terminaría pronto? La velocidad y la parte pasional de mi ser era una de las ventajas de ser licántropo y desde luego aquello acababa de empezar. Como Lyssa había dicho teníamos toda la noche por delante y pensaba aprovecharla al máximo.
Intenté que ella se relajara, que no pensara en el tiempo o el lugar, que simplemente gozara con aquél "deporte" en pareja, aunque, por supuesto, nunca seríamos pareja en el sentido más específico de la palabra. Como mucho seríamos una especie de amigos con derecho o saber. La verdad es que tampoco me detuve a pensar qué significaría o significaba ella en mi vida tras aquella noche.
Escuchaba sus latidos acelerarse, su respiración agitarse, sus músculos tensarse y relajarse, sus párpados abrirse y cerrarse según lo que su cuerpo sintiera, sus labios entre abriéndose para proferir gemidos excitantes...
Mi cuerpo empezó a arder a fuego lento y mis músculos se tensaban con cada embestida que le regalaba a la muchacha. Mordía mi labio inferior mientras me separaba de su cuerpo para poder deleitarme con su desnudez, volviendo a acomodar mis labios en sus senos, lamiéndolos con intensidad y mordisqueándolos como si de un par de jugosas manzanas se tratasen.
Mi verga seguía entrando y saliendo de su interior cada vez con más intensidad y profundidad, sintiendo cómo chocaba con la pared interior de Lyssa y rebotaba levemente hacia el exterior. Una de mis manos bajó de nuevo hacia su orificio y por la parte exterior, mantuve un intenso masaje haciendo que la piel de su clítoris chocara contra mi pene y sintiera así un placer más exagerado. Con la otra mano, seguí acariciando sus muslos a la vez que mi boca intercalaba su pecho derecho, el izquierdo, sus labios y su cuello. Era una danza lujuriosa, llena de pecados. Pero aún así, no quería detenerla. Era demasiado... perfecta.
Intenté que ella se relajara, que no pensara en el tiempo o el lugar, que simplemente gozara con aquél "deporte" en pareja, aunque, por supuesto, nunca seríamos pareja en el sentido más específico de la palabra. Como mucho seríamos una especie de amigos con derecho o saber. La verdad es que tampoco me detuve a pensar qué significaría o significaba ella en mi vida tras aquella noche.
Escuchaba sus latidos acelerarse, su respiración agitarse, sus músculos tensarse y relajarse, sus párpados abrirse y cerrarse según lo que su cuerpo sintiera, sus labios entre abriéndose para proferir gemidos excitantes...
Mi cuerpo empezó a arder a fuego lento y mis músculos se tensaban con cada embestida que le regalaba a la muchacha. Mordía mi labio inferior mientras me separaba de su cuerpo para poder deleitarme con su desnudez, volviendo a acomodar mis labios en sus senos, lamiéndolos con intensidad y mordisqueándolos como si de un par de jugosas manzanas se tratasen.
Mi verga seguía entrando y saliendo de su interior cada vez con más intensidad y profundidad, sintiendo cómo chocaba con la pared interior de Lyssa y rebotaba levemente hacia el exterior. Una de mis manos bajó de nuevo hacia su orificio y por la parte exterior, mantuve un intenso masaje haciendo que la piel de su clítoris chocara contra mi pene y sintiera así un placer más exagerado. Con la otra mano, seguí acariciando sus muslos a la vez que mi boca intercalaba su pecho derecho, el izquierdo, sus labios y su cuello. Era una danza lujuriosa, llena de pecados. Pero aún así, no quería detenerla. Era demasiado... perfecta.
Eyra Erikdóttir- Vampiro Clase Alta
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Re: "Huir suena demasiado extremo... Digamos trazar una vía de escape ante una situación desesperada" [Loukas] +18
Todo a mi alrededor daba vueltas. Me resultaba de lo más dificultoso mantener la mente clara, aunque tampoco era lo que más me preocupase en aquellos instantes. Tan sólo podía repetir una y otra vez su nombre, mientras su verga me penetraba sin tregua, haciendo que no supiese dónde empezaba mi cuerpo y comenzaba el suyo. Ella un remolido de sensaciones, cada una más extrema y placentera que la anterior.
Le gustaba tenerme al límite, tenerme gimiendo bien alto, o al menos era lo que parecía puesto que era lo que conseguía con cada una de sus acciones. Mi pulso hacía tiempo que se había convertido en un ritmo constante en mis oídos, acompañados de los jadeos de Loukas, que me parecían deliciosos e incrementaban mis ansias y pasión. Incliné la cabeza hacia atrás, cerrando los ojos, para experimentar con mayor intensidad todo aquello.
Sus labios rodearon uno de mis pezones comenzando a succionar levemente y aquello me redujo a un amasijo de músculos. Arqueé nuevamente la espalda, sin poder evitarlo ante sus sutiles lametones, sus sugerentes roces. Tan ensimismada estaba en ello, que no me percaté del descenso de una de sus manos, la cual terminó nuevamente en mi entrepierna, masajeándola intensamente mientras continuaba penetrándome sin pausa. Era un torrente de placer, que me llegaba a borbotones y me sacudía de manera tal que me costaba horrores permanecer consciente.
Los jadeos se convirtieron en gemidos alocados. Tenía que mantenerme sujeta a los hombros de Loukas para no desplomarme, era como si la vida dependiese de ello. Peor no podía. Cada caricia, cada embestida, cada succión o mordisco sobre mis pechos me dejaba completamente indefensa. Enredé la mano en sus cabellos, dándole leves tirones producto de la excitación, tratando de controlar mi propia voz para poder articular a duras penas cualquier cosa con sentido en mi boca.
- Loukas... - gimoteé, mientras él enterraba el rostro entre mis senos. Lo separé unos instantes, deleitándome con sus labios una vez más, reteniendo el inferior entre mis dientes, repasando su contorno con mi lengua lentamente. - Me estas volviendo loca. - Y mis labios recorrieron la línea de su cuelo, mientras mis manos masajeaban los músculos de su pecho. Los besos se convirtieron en débiles mordiscos y mis uñas juguetearon sobre su torso.
Le gustaba tenerme al límite, tenerme gimiendo bien alto, o al menos era lo que parecía puesto que era lo que conseguía con cada una de sus acciones. Mi pulso hacía tiempo que se había convertido en un ritmo constante en mis oídos, acompañados de los jadeos de Loukas, que me parecían deliciosos e incrementaban mis ansias y pasión. Incliné la cabeza hacia atrás, cerrando los ojos, para experimentar con mayor intensidad todo aquello.
Sus labios rodearon uno de mis pezones comenzando a succionar levemente y aquello me redujo a un amasijo de músculos. Arqueé nuevamente la espalda, sin poder evitarlo ante sus sutiles lametones, sus sugerentes roces. Tan ensimismada estaba en ello, que no me percaté del descenso de una de sus manos, la cual terminó nuevamente en mi entrepierna, masajeándola intensamente mientras continuaba penetrándome sin pausa. Era un torrente de placer, que me llegaba a borbotones y me sacudía de manera tal que me costaba horrores permanecer consciente.
Los jadeos se convirtieron en gemidos alocados. Tenía que mantenerme sujeta a los hombros de Loukas para no desplomarme, era como si la vida dependiese de ello. Peor no podía. Cada caricia, cada embestida, cada succión o mordisco sobre mis pechos me dejaba completamente indefensa. Enredé la mano en sus cabellos, dándole leves tirones producto de la excitación, tratando de controlar mi propia voz para poder articular a duras penas cualquier cosa con sentido en mi boca.
- Loukas... - gimoteé, mientras él enterraba el rostro entre mis senos. Lo separé unos instantes, deleitándome con sus labios una vez más, reteniendo el inferior entre mis dientes, repasando su contorno con mi lengua lentamente. - Me estas volviendo loca. - Y mis labios recorrieron la línea de su cuelo, mientras mis manos masajeaban los músculos de su pecho. Los besos se convirtieron en débiles mordiscos y mis uñas juguetearon sobre su torso.
Lyssandra M. Bardoux- Humano Clase Alta
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Re: "Huir suena demasiado extremo... Digamos trazar una vía de escape ante una situación desesperada" [Loukas] +18
Mi sangre revoloteaba inquieta entre mis venas, mis músculos se habían endurecido y mi verga crecía en su interior, haciéndome jadear y aullar suavemente, acompañando mis movimientos pélvicos con caricias y besos por todo su ser. Como única maleta el deseo, surqué los senderos de sus curvas, caminando por los poros de su pies en busca de sus caricias y tentando siempre a la locura, buscando lo que nunca antes hallé en una mujer.
Mis manos se aferraron al respaldo del banco hasta quebrarlo y quedarme con montones de astillas en mis manos. Las sacudí dejándolas caer disimuladamente, intentando no mostrar aquella parte tan salvaje de mí mismo. Volví mi boca a su cuello y lo mordí, succionando su aroma hasta dejar un más que visible rastro morado en su perfecto cuello albino. Cuando me di cuenta, no pude evitar dirigir mis ojos hacia sus senos desnudos, en cuya piel empezaron a aparecer moratones de distinto tamaño y forma. Reí entre dientes y dejé llevarme de nuevo por una cálida oleada de placer.
No recuerdo los minutos u horas que pasamos haciendo el amor en aquél banco, en medio de una calle poco transitada pero en plena vía pública. Cuando hallé el clímax sexual, proferí un sonoro gruñido y la penetré con más violencia hasta que sentí mi eyaculación en su interior, siguiendo mis movimientos durante unos minutos, amainando su intensidad y su ritmo hasta frenar, muy a mi pesar, y extraer mi miembro de su interior. Su cuerpo suduroso y tiritante permanecía casi al borde de un colapso. Reí levemente y acaricié su rostro mientras empezaba a vestirme con urgencia y rapidez, divisando los primeros rayos de luz emerger tras el horizonte.
Mis manos se aferraron al respaldo del banco hasta quebrarlo y quedarme con montones de astillas en mis manos. Las sacudí dejándolas caer disimuladamente, intentando no mostrar aquella parte tan salvaje de mí mismo. Volví mi boca a su cuello y lo mordí, succionando su aroma hasta dejar un más que visible rastro morado en su perfecto cuello albino. Cuando me di cuenta, no pude evitar dirigir mis ojos hacia sus senos desnudos, en cuya piel empezaron a aparecer moratones de distinto tamaño y forma. Reí entre dientes y dejé llevarme de nuevo por una cálida oleada de placer.
No recuerdo los minutos u horas que pasamos haciendo el amor en aquél banco, en medio de una calle poco transitada pero en plena vía pública. Cuando hallé el clímax sexual, proferí un sonoro gruñido y la penetré con más violencia hasta que sentí mi eyaculación en su interior, siguiendo mis movimientos durante unos minutos, amainando su intensidad y su ritmo hasta frenar, muy a mi pesar, y extraer mi miembro de su interior. Su cuerpo suduroso y tiritante permanecía casi al borde de un colapso. Reí levemente y acaricié su rostro mientras empezaba a vestirme con urgencia y rapidez, divisando los primeros rayos de luz emerger tras el horizonte.
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Re: "Huir suena demasiado extremo... Digamos trazar una vía de escape ante una situación desesperada" [Loukas] +18
Hacía tiempo que había perdido el juicio, exactamente desde que sus manos descansaron sobre mi cuerpo. Lo sentía todo, cada vez con mayor intensidad y frenesí, incluso fui consciente de los latidos de su corazón, que se acompañaban a los míos mientras ambos proferíamos fuertes gemidos que se perdían entre la soledad. Sentía como si mi cuerpo fuese a estallar, sus embestidas cada vez más duras, apremiantes, y sus caderas golpeándose contra las mías con tal fuerza que a veces incluso dolía, mas era un dolor placentero, si es que alguna vez alguien escucho hablar de tal.
Sus labios continuaban apoderándose de mi cuerpo a placer y sentí la intensa succión en mi cuello. No me importaba, al fin y al cabo, ¿qué trascendencia tenía aquello después de todo lo que habíamos compartido? Quise unirme a sus juegos, vagando por su pecho, dejando pequeñas marcas aquí y allá, mientras estaba segura que las huellas de mis uñas permanecerían como pequeñas medias lunas durante algunos días en su espalda.
Ante todo pronóstico, las emociones no dejaban de sobreponerse, incluso me costaba encontrar mi respiración entre aquellos jadeos y besos robados. Pero respirar se había vuelto extrañamente innecesario, algo carente de relevancia cuando su miembro todavía continuaba empujándose hacia dentro, con una locura que me transmitía con grandes olas de calor. Finalmente mi cuerpo no pudo soportar más de aquello y se desintegró bajo su piel, convirtiéndome en un amasijo de miembros prácticamente inerte, el cual tan sólo podía continuar gimiendo a su oído, mientras las embestidas iban reduciendo su ritmo, lentamente, suavemente, hasta que su miembro se retiró con delicadeza de mí, dejándome todavía temblorosa y apenas sin poder moverme sobre el banco.
Me llevé una mano al pecho, haciendo mil esfuerzos por recomponerme. Escuché su risa, sensual, cómplice, mientras su mano acariciaba con ternura mi mejilla. Abrí con lentitud los párpados, tratando de incorporarme donde estaba. Mi cuerpo estaba dolorido, exhausto, y aún así, todo seguía pareciéndome exquisito. Traté de camuflar la sonrisa de mis labios entre mis cabellos, imitando sus gestos y comenzando a vestirme. Alcancé el corsé, ajustándolo en torno a mi figura con movimientos más torpes de los que me hubiesen gustado pero, claro está, todavía mi pulso temblaba. Sentía las mejillas acaloradas y de lo único que verdaderamente tenía ganas era de continuar tumbada sobre aquel improvisado lecho, hasta que mi cuerpo se hubiese recompuesto. Mas no podía ser así, o corría el riesgo de que finalmente alguien sí terminase por descubrirnos. ¡Cuánta había sido nuestra suerte aquella noche! Quizá el propio destino quisiera que eso sucediese.
Su mirada se topó con la mía cuando yo todavía ajustaba los cordones de mi prenda interior. Sonrió, acercándose para depositar un suave beso sobre mis labios calientes. No supe qué decir, ni cómo obrar, ni siquiera pude estar segura de haber recuperad la voz a aquellas alturas. Tampoco quería pensar demasiado en lo que vendría a continuación. Una rápida despedida, cada uno seguiría su camino... Sabía que sería así, aunque no me arrepintiese de cómo me había comportado. Tan sólo, quizá, me hubiese gustado poder reunir el valor para proponerle otro encuentro, cualquier tipo de contacto aunque para ambos no pudiese convertirse en ninguna especie de compromiso, lo sabía bien. Pero eso no quería decir que no pudiésemos divertirnos mientras la juventud siguiese en nuestros cuerpos. Aún así, mis labios continuaron sellados. ¿Y mi anterior valentía y osadía? Ahora parecían inexistentes.
Sus labios continuaban apoderándose de mi cuerpo a placer y sentí la intensa succión en mi cuello. No me importaba, al fin y al cabo, ¿qué trascendencia tenía aquello después de todo lo que habíamos compartido? Quise unirme a sus juegos, vagando por su pecho, dejando pequeñas marcas aquí y allá, mientras estaba segura que las huellas de mis uñas permanecerían como pequeñas medias lunas durante algunos días en su espalda.
Ante todo pronóstico, las emociones no dejaban de sobreponerse, incluso me costaba encontrar mi respiración entre aquellos jadeos y besos robados. Pero respirar se había vuelto extrañamente innecesario, algo carente de relevancia cuando su miembro todavía continuaba empujándose hacia dentro, con una locura que me transmitía con grandes olas de calor. Finalmente mi cuerpo no pudo soportar más de aquello y se desintegró bajo su piel, convirtiéndome en un amasijo de miembros prácticamente inerte, el cual tan sólo podía continuar gimiendo a su oído, mientras las embestidas iban reduciendo su ritmo, lentamente, suavemente, hasta que su miembro se retiró con delicadeza de mí, dejándome todavía temblorosa y apenas sin poder moverme sobre el banco.
Me llevé una mano al pecho, haciendo mil esfuerzos por recomponerme. Escuché su risa, sensual, cómplice, mientras su mano acariciaba con ternura mi mejilla. Abrí con lentitud los párpados, tratando de incorporarme donde estaba. Mi cuerpo estaba dolorido, exhausto, y aún así, todo seguía pareciéndome exquisito. Traté de camuflar la sonrisa de mis labios entre mis cabellos, imitando sus gestos y comenzando a vestirme. Alcancé el corsé, ajustándolo en torno a mi figura con movimientos más torpes de los que me hubiesen gustado pero, claro está, todavía mi pulso temblaba. Sentía las mejillas acaloradas y de lo único que verdaderamente tenía ganas era de continuar tumbada sobre aquel improvisado lecho, hasta que mi cuerpo se hubiese recompuesto. Mas no podía ser así, o corría el riesgo de que finalmente alguien sí terminase por descubrirnos. ¡Cuánta había sido nuestra suerte aquella noche! Quizá el propio destino quisiera que eso sucediese.
Su mirada se topó con la mía cuando yo todavía ajustaba los cordones de mi prenda interior. Sonrió, acercándose para depositar un suave beso sobre mis labios calientes. No supe qué decir, ni cómo obrar, ni siquiera pude estar segura de haber recuperad la voz a aquellas alturas. Tampoco quería pensar demasiado en lo que vendría a continuación. Una rápida despedida, cada uno seguiría su camino... Sabía que sería así, aunque no me arrepintiese de cómo me había comportado. Tan sólo, quizá, me hubiese gustado poder reunir el valor para proponerle otro encuentro, cualquier tipo de contacto aunque para ambos no pudiese convertirse en ninguna especie de compromiso, lo sabía bien. Pero eso no quería decir que no pudiésemos divertirnos mientras la juventud siguiese en nuestros cuerpos. Aún así, mis labios continuaron sellados. ¿Y mi anterior valentía y osadía? Ahora parecían inexistentes.
Lyssandra M. Bardoux- Humano Clase Alta
- Mensajes : 57
Fecha de inscripción : 03/08/2011
Re: "Huir suena demasiado extremo... Digamos trazar una vía de escape ante una situación desesperada" [Loukas] +18
Terminé de vestirme antes que ella y vacilé sobre si debía o no esperarla. Si debía o no acompañarla a casa. Dado que aquella noche ya había cometido muchas sandeces, decidí hacer algo cuerdo. Así que la esperé sentado a su lado, viendo cómo despuntaba el día, preguntándome que me depararía aquella mañana. Ladeé el rostro y vi que estaba tal y como la había conocido la tarde anterior, perfecta. Sonreí y le ofrecí mi brazo para empezar a caminar hacia su residencia o quizás me guiaba hacia la mansión en la que se había celebrado la fiesta de la que ella escapó y a la que yo debía acudir para asegurarme de que todo fuese perfecto.
Cruzamos varias calles y nos detuvimos unos minutos a desayunar, invitándola a un crepe y un café. Tras aquél silencioso almuerzo, volvimos a ponernos en marcha hasta que ella se detuvo frente a una gran puerta de rejas. Supuse que ese era su destino, así que me separé de su cuerpo y volví a sonreírle con ternura.
- Una gran noche en tu compañía, madmoiselle.- le aseguré con un guiño divertido.- Cuidate.
Hice una leve reverencia y me giré apoyando mi peso en mis talones para desaparecer de aquél lugar y muy probablemente, de su vida.
Cruzamos varias calles y nos detuvimos unos minutos a desayunar, invitándola a un crepe y un café. Tras aquél silencioso almuerzo, volvimos a ponernos en marcha hasta que ella se detuvo frente a una gran puerta de rejas. Supuse que ese era su destino, así que me separé de su cuerpo y volví a sonreírle con ternura.
- Una gran noche en tu compañía, madmoiselle.- le aseguré con un guiño divertido.- Cuidate.
Hice una leve reverencia y me giré apoyando mi peso en mis talones para desaparecer de aquél lugar y muy probablemente, de su vida.
Eyra Erikdóttir- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 388
Fecha de inscripción : 01/07/2011
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