AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Sonata de medio follaje.
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Sonata de medio follaje.
Paso a paso, rayo a rayo. Aun cuando era medio día y todo se veía animado, como era la hora de mayor congestión en esas calles, nada le alumbraba para despegar la vista del gris suelo que pisaba con lentitud. Se ganó un montón de veces insultos y llamados de atención, más de una vez chocó con un transeúnte que caminaba en dirección inversa a la suya y sus hombros, pies o hasta el cuerpo entero chocaban, incluso con los que iban en su mismo sentido, apurados con sus labores o citas de encuentro. ¿Y él? ¿Cuál motivo tenía para acelerar sus pasos, mirar al frente y caminar con decisión? Ninguna, claro estaba. El verano pegaba fuerte, no estaba en condiciones como para comprar una sombrilla que varias mujeres o hombres tenían sobre sus cabezas para no arruinar su "perfecta" piel, si es que se podía llamar así a un rostro cubierto de maquillaje para tapar imperfecciones indignas de ver en público.
Sus ropas, sin embargo, eran perfectas para no ahogar su cuerpo con el caliente ambiente que se situaba a esa hora, pues en primero lugar, sus brazos estaban descubiertos, una camisa sin mangas y bastante liviana de color negro era lo que portaba sin nada más encima, lo suficientemente fina para que la brisa se colara por los poros de no muy refinada tela y helara su anatomía. Unos pantalones de popelina, bien de acuerdo al resto pues de color café oscuro eran llegaban hasta sus tobillos, pero preferentemente los remangaba hasta medio muslo cada uno.
Cansado ya de ello fue que se detuvo a la sombra de un frondoso árbol que era parte más del follaje a los costados del parque, se dedicó a observar a cada una de las personas que pasaba en ese momento, se apreciaba tanto el estatus social y las costumbres, era tan parecido a una conversión de mundos que resultaba hasta divertido de admirar.− Conscientes de su propio infortunio pero esquivando al resto por temor al juzgado mutuo.. −Entonces, una idea surgió a él. Con mayor fuerza sujetó el estuche de su violín, su posesión más preciada y claro, más costosa, aquel que no le había costado un solo franco pero que atesoraba como la joya más cara de un clérigo. Y aun cuando no era su estilo ofrecer un espectáculo callejero, no sería del todo una pérdida de tiempo a su ver.
Se agachó su suficiente para apoyar el estuche en el suelo, destrabando los broches con ambas pulgares para abrirlo de par en par y tomar el barnizado instrumento, dejó la caja cerrada detrás de él, lo último que quería era dar a entender que esperaba una remuneración por su tonada. Tonada que no tardó en escucharse por todo el parque y varias cabezas se giraron con curiosas miradas. La pieza que tocaba era lenta y hasta lúgubre, pero no eso floja o desganaba, destacaba la pasión que ponía en cada subir y bajar del arco, música que más disfrutaba interpretar. No pasaba del tercer compás cuando sintió el tumulto de gente apostarse a su alrededor en una semi luna, lo sentía ya que nunca se tomó la molestia de abrir sus ojos o prestarle atención a alguien en particular. Para él eran todos los mismos, se habían detenido pro variados motivos a escuchar su melodía y eso era lo que importaba.
Sus ropas, sin embargo, eran perfectas para no ahogar su cuerpo con el caliente ambiente que se situaba a esa hora, pues en primero lugar, sus brazos estaban descubiertos, una camisa sin mangas y bastante liviana de color negro era lo que portaba sin nada más encima, lo suficientemente fina para que la brisa se colara por los poros de no muy refinada tela y helara su anatomía. Unos pantalones de popelina, bien de acuerdo al resto pues de color café oscuro eran llegaban hasta sus tobillos, pero preferentemente los remangaba hasta medio muslo cada uno.
Cansado ya de ello fue que se detuvo a la sombra de un frondoso árbol que era parte más del follaje a los costados del parque, se dedicó a observar a cada una de las personas que pasaba en ese momento, se apreciaba tanto el estatus social y las costumbres, era tan parecido a una conversión de mundos que resultaba hasta divertido de admirar.− Conscientes de su propio infortunio pero esquivando al resto por temor al juzgado mutuo.. −Entonces, una idea surgió a él. Con mayor fuerza sujetó el estuche de su violín, su posesión más preciada y claro, más costosa, aquel que no le había costado un solo franco pero que atesoraba como la joya más cara de un clérigo. Y aun cuando no era su estilo ofrecer un espectáculo callejero, no sería del todo una pérdida de tiempo a su ver.
Se agachó su suficiente para apoyar el estuche en el suelo, destrabando los broches con ambas pulgares para abrirlo de par en par y tomar el barnizado instrumento, dejó la caja cerrada detrás de él, lo último que quería era dar a entender que esperaba una remuneración por su tonada. Tonada que no tardó en escucharse por todo el parque y varias cabezas se giraron con curiosas miradas. La pieza que tocaba era lenta y hasta lúgubre, pero no eso floja o desganaba, destacaba la pasión que ponía en cada subir y bajar del arco, música que más disfrutaba interpretar. No pasaba del tercer compás cuando sintió el tumulto de gente apostarse a su alrededor en una semi luna, lo sentía ya que nunca se tomó la molestia de abrir sus ojos o prestarle atención a alguien en particular. Para él eran todos los mismos, se habían detenido pro variados motivos a escuchar su melodía y eso era lo que importaba.
Giori Dubon- Cambiante Clase Baja
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Re: Sonata de medio follaje.
La sutileza de una bella melodia jamas pasaba desapercibida de mis sentidos...
Donde me encontraba? En un pequeño restaurante que daba frente a la Plaza.Revolvi el jugo de tomate en el plato, como si eso fuera lo unico que tuviera para ahcer en ese momento. Pues si...era cierto. Si me quedaba casi toda la noche bromeando con el dueño del restaurante y no me iba a tiempo, debia quedarme alli todo el dia. Por suerte, mejor dicho, para mi suerte, él fue muy comprensivo y me dejo descansar en su despacho. Las cortinas eran gruesas y el sol quedo muy bien tapado.
Luego, con el sol y sus rayos en la tierra, decidi bajar al restaurante. Me puse mi velo sobre la cabeza y pedi el jugo de tomate, que era lo que estaba bebiendo para calmar un poco el hambre. Si, los vampiros tenemos hambre pero normalmente le llamamos Sed. Esta vez mi sed era por probar alguna cosa que no fuera sangre. Era muy temprano aun para irme a buscar algo de beber, asi que pedi una sopa de tomate. No sabia tan mal.
Ya casi habia acabado cuando una melodia llego a mi. Oh...la sutileza, lo bello, una sonata tan digna de ser escuchada más atentamente y yo alli, en ese lugar casi lugubre, sentada con una bebida inutil...
-No te detengas...-dije inconsientemente usando mi telepatia con el joven que tocaba.-No detengas esa sinfonia tan maravillosa...
Donde me encontraba? En un pequeño restaurante que daba frente a la Plaza.Revolvi el jugo de tomate en el plato, como si eso fuera lo unico que tuviera para ahcer en ese momento. Pues si...era cierto. Si me quedaba casi toda la noche bromeando con el dueño del restaurante y no me iba a tiempo, debia quedarme alli todo el dia. Por suerte, mejor dicho, para mi suerte, él fue muy comprensivo y me dejo descansar en su despacho. Las cortinas eran gruesas y el sol quedo muy bien tapado.
Luego, con el sol y sus rayos en la tierra, decidi bajar al restaurante. Me puse mi velo sobre la cabeza y pedi el jugo de tomate, que era lo que estaba bebiendo para calmar un poco el hambre. Si, los vampiros tenemos hambre pero normalmente le llamamos Sed. Esta vez mi sed era por probar alguna cosa que no fuera sangre. Era muy temprano aun para irme a buscar algo de beber, asi que pedi una sopa de tomate. No sabia tan mal.
Ya casi habia acabado cuando una melodia llego a mi. Oh...la sutileza, lo bello, una sonata tan digna de ser escuchada más atentamente y yo alli, en ese lugar casi lugubre, sentada con una bebida inutil...
-No te detengas...-dije inconsientemente usando mi telepatia con el joven que tocaba.-No detengas esa sinfonia tan maravillosa...
Jacqueline S. Ritchway- Vampiro Clase Alta
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Re: Sonata de medio follaje.
Una concentración digna de admirar era la que poseía sus movimientos, grácilmente sus dedos de deslizaban por el largo y fino mástil creando una y otra melodiosa nota que el pequeño pero no despreciable público reunido a su alrededor, disfrutaban. Ciertamente eso era lo único que quería hacer, tocar sin mayores acuerdos, sin un escenario grande, sin luces que cieguen sus ojos y no dejen ver las sonrisas satisfactorias de su público que atentos, miraban su interpretación. Junto y necesario, se podría decir que era ese momento. La tonada gradualmente iba intensificándose, era como si contara una historia y entrase junto en el mismo más tenso del clímax, por lo que la emoción incluso reflejada en su rostro era posible, se encorvaba y luego se erguía, sucesivamente.
Por lógicamente, algo llamó su atención, una voz para nada familiar pero extremadamente cercana, como un pensamiento propio que no reflejaba nada de él.− ¿Quién... quién es? −se atrevió a dudar en otro pensamiento, para nada seguro de que si eso fuese lo adecuado o necesario para dudar del alago recientemente recibido.
Pero sí algo no pasó y eso fue que no se detuvo, no tanto por el comentario de la segundera voz, si no por su profesionalismo y entrega a su público, no desperdiciaba tan atención, notorio era que su música aceptación alta tenía con la pugna y el altivo que transitaba, las exclamaciones por lo bajo que llegaban a su agudizado oído se lo dejaban en evidencia.
− ¿Qué es lo que quieres? −nuevamente, pensó. Paralelo a ello, la tonada subió de grado a una más aguda y por ello, más alegre. Palmas no tardaron en unirse al vibrar de las cuerdas pues la música era diga de un baile. Abriendo los ojos por fin miró a su público, adultos de todas las edades y razas, incluso niños, eran los que le rodeaban en esa media luna de personas. Los niños más alegres que sus padres pronto se desprendieron de las manos de sus progenitores y se acercaron a él, girando y siguiendo unos saltos que efectuaba, ganándose la algarabía de muchos pero no así reflejada en él ni en su rostro.
Por lógicamente, algo llamó su atención, una voz para nada familiar pero extremadamente cercana, como un pensamiento propio que no reflejaba nada de él.− ¿Quién... quién es? −se atrevió a dudar en otro pensamiento, para nada seguro de que si eso fuese lo adecuado o necesario para dudar del alago recientemente recibido.
Pero sí algo no pasó y eso fue que no se detuvo, no tanto por el comentario de la segundera voz, si no por su profesionalismo y entrega a su público, no desperdiciaba tan atención, notorio era que su música aceptación alta tenía con la pugna y el altivo que transitaba, las exclamaciones por lo bajo que llegaban a su agudizado oído se lo dejaban en evidencia.
− ¿Qué es lo que quieres? −nuevamente, pensó. Paralelo a ello, la tonada subió de grado a una más aguda y por ello, más alegre. Palmas no tardaron en unirse al vibrar de las cuerdas pues la música era diga de un baile. Abriendo los ojos por fin miró a su público, adultos de todas las edades y razas, incluso niños, eran los que le rodeaban en esa media luna de personas. Los niños más alegres que sus padres pronto se desprendieron de las manos de sus progenitores y se acercaron a él, girando y siguiendo unos saltos que efectuaba, ganándose la algarabía de muchos pero no así reflejada en él ni en su rostro.
Giori Dubon- Cambiante Clase Baja
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Re: Sonata de medio follaje.
Su canción parecia llegar a un punto centro, como si un artista estuviese esculpiendo el busto de su escultura; parecia tan concentrado que parecia no darse cuenta de la gente que lo veia en el parque y dentro del bar conmigo...Su musica hacia vibrar mis sentidos, casi lograba hacerme levitar de mi silla pues mi debilidad interna era la musica y las obras de arte.
Oh, dulce serenata diurna que se bate con las cuerdas de tan simple instrumento...Hace erizar mis cabellos y me dan ganas de exponerme a la luz del imponente sol con el unico objetivo de escuchar un poco más... Que mal...pero que bien, pues si me hubiese ido temprano, no habria escuchado tan bello espectaculo.
Senti que me habia devuelto el pensamiento y reclamaba el quién habia hablado. Sonrei y le conteste telepaticamente:
-Alguien que admira tu musica...por favor...continua un poco más...-conteste y segui escuchando, tomando solo un sorbo más de mi jugo de tomate. Ya no deseaba beber sangre por un rato, mi sed se habia distraido.
AL finalizar su sonata, sonrei gustosa.
-No habia escuchando musica tan melodiosa en años...años muy largos...-le dije por mente, volteando la mirada a mi plato y revolviendo la sopa.-Si quieres conocerme, estoy en el bar frente a ti...sino...gracias por alegrar mi dia...-fueron mis ultimas palabras mentales hacia él.
Oh, dulce serenata diurna que se bate con las cuerdas de tan simple instrumento...Hace erizar mis cabellos y me dan ganas de exponerme a la luz del imponente sol con el unico objetivo de escuchar un poco más... Que mal...pero que bien, pues si me hubiese ido temprano, no habria escuchado tan bello espectaculo.
Senti que me habia devuelto el pensamiento y reclamaba el quién habia hablado. Sonrei y le conteste telepaticamente:
-Alguien que admira tu musica...por favor...continua un poco más...-conteste y segui escuchando, tomando solo un sorbo más de mi jugo de tomate. Ya no deseaba beber sangre por un rato, mi sed se habia distraido.
AL finalizar su sonata, sonrei gustosa.
-No habia escuchando musica tan melodiosa en años...años muy largos...-le dije por mente, volteando la mirada a mi plato y revolviendo la sopa.-Si quieres conocerme, estoy en el bar frente a ti...sino...gracias por alegrar mi dia...-fueron mis ultimas palabras mentales hacia él.
Jacqueline S. Ritchway- Vampiro Clase Alta
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Re: Sonata de medio follaje.
Poco a poco la música se iba amainando, si bien los acordes más alegres ya habían sidos tocados, el final de la historia no era para nada feliz y bien se podría dar cuenta cualquiera con un poco de imaginación y que haya estado prestando atención al sinfónico sonido. Sus ojos esta vez permanecían entrabiertos pero fijos en sus largos dedos que viajaban por el largo mástil para crear las notas adecuadas y correctas, aun a pesar de que esa melodía la sabía al derecho y al revéz. Los niños que lo acompañaban ahora se hallaban sentados frente a él, espectantes por lo que fuesen a oír, le asombraba el hecho de que nadie desde que había iniciado la música se marchara. ¿Tanto era su deseo de escucharlo? ¿O era simplemente el hecho de que el día no presentaba nada más atractivo que oír a un ambulante músico en pleno parque? Lejos de ser deprimiente en su elección, se decantaba lógicamente por la segunda opción. Mas sin embargo, negar que le regosijaba tan buen recibimiento sería una rotunda mentira. Ya habiendo entrado en los últimos compases, la sonata era lúgubre, los rostros de las personas como público habían borrado la sonrisa y concentrados le miraban, odiaba el momento en que debía tocar esa aprte de la pieza, puesto que su mente muy rápidamente era bombardeada por recuerdos. Esos recuerdos, que escasamente poseía, eran tota y completamente lejos de su agrado, deprimentes sin dudas, pero vívidos como una película en primera fila, pero que no cortaba justamente por la voz en su mente que le pedía más. Detalladamente pensó, "es un espectador", por lo que acató su petición sin demora.
Por lo mismo, ni siquiera notó cuando su cuerpo ya había terminado por si solo la melodía alargando la última nota que degradaba su volumen hasta desaparecer con el viento. Su cabeza cayó y sólo fue devuelto a la cruda realidad por los aplausos que gran cantidad de palmas de manos le otorgaban, subió tanto el arco como el violín por debajo de su brazo e hizo una reverencia en varias direcciones para no dejar a nadie excento de su agradecimiento. Gentil y gracilmente rechazaba las ofrendas que las personas se acercaban a entregarle por su espectáculo, ganándose más de alguna sorpresa por parte de los mismos. Pero nuevamente, esa boz se escuchó en su cabeza y a su vez, giró el rostro hacia el bar que cruzando la calle hacía acto de presencia.
− Haz escuchado atentamente mi melodía, lo mínimo que un artista como yo puede ofrecerte son las gracias por tu tiempo −devolvió en un pensamiento no muy seguro si lo escucharía, puesto que no recibió una respuesta de aquello. Prodecía a guardar su instrumento cuando unos apres de brazos pequeños rodearon su cintura, bajando instintivamente la mirada hacia quieren fuesen.− ¡Toca muy bien, señor! −dijo uno.− ¡Quisiera ser tan buena como usted! −comentó la siguiente.− ¡Mi madre dice que la música es una pérdida de tiempo, pero usted lo hace increíble! −concluyó un tercero. Eran justamente unos de los niños que le habían acompañado en un momento de su serenata. Giori siemrpe disfrutó de tocar más para los niños que para las personas más adultos, era un capricho suyo puesto que consideraba los ojos de los infantes mucho más aceptables que del resto, digerían la música mucho mejor que varios críticos que en su vida había conocido y siempre te ofrecían una sonrisa por la melodía.− Muchas gracias, niños... Ahora vuelvan con sus madres −dijo paulatino, revolviendo los cabellos de ambos varones y regalando una caricia en la mejilla de la niña, los tres sonrieron y se separaron de su cuerpo para correr en distintas direcciones hacia su progenitora.
Ya estando solo regresó a los pies del árbol, donde había depositado el estuche de su instrumento y donde mismo lo guardó con cuidado, acomodando el arco a un lado antes de cerrar y ajustar ambos broches. Un suspiro escapó evanecente de sus labios, por alguna razón tenía ciertas dudad sobre asistir al encuentro ofrecido por esa voz, era un prefecto extraño y podría encontrarse con lo que fuese, pero estando en un lugar tan concurrido y púlbico dudaba de sufrir algún mal. Fue entonces que, mirando hacia el bar de reojo, recogió su violín por el pequeño mango del estuche y se encaminó hacia la edificación. Quizás era que estaba tan concentrado en otras cosas, que no fue si no hasta que cruzó la puerta de ingreso que sintió ese aroma, ese aroma tan despreciado por él y repelido, una rapidez increíble era con la que ingresaba por sus vozas nasales e invadía sus sentidos. Ese inconfundible olor a muerte.
Por lo mismo, ni siquiera notó cuando su cuerpo ya había terminado por si solo la melodía alargando la última nota que degradaba su volumen hasta desaparecer con el viento. Su cabeza cayó y sólo fue devuelto a la cruda realidad por los aplausos que gran cantidad de palmas de manos le otorgaban, subió tanto el arco como el violín por debajo de su brazo e hizo una reverencia en varias direcciones para no dejar a nadie excento de su agradecimiento. Gentil y gracilmente rechazaba las ofrendas que las personas se acercaban a entregarle por su espectáculo, ganándose más de alguna sorpresa por parte de los mismos. Pero nuevamente, esa boz se escuchó en su cabeza y a su vez, giró el rostro hacia el bar que cruzando la calle hacía acto de presencia.
− Haz escuchado atentamente mi melodía, lo mínimo que un artista como yo puede ofrecerte son las gracias por tu tiempo −devolvió en un pensamiento no muy seguro si lo escucharía, puesto que no recibió una respuesta de aquello. Prodecía a guardar su instrumento cuando unos apres de brazos pequeños rodearon su cintura, bajando instintivamente la mirada hacia quieren fuesen.− ¡Toca muy bien, señor! −dijo uno.− ¡Quisiera ser tan buena como usted! −comentó la siguiente.− ¡Mi madre dice que la música es una pérdida de tiempo, pero usted lo hace increíble! −concluyó un tercero. Eran justamente unos de los niños que le habían acompañado en un momento de su serenata. Giori siemrpe disfrutó de tocar más para los niños que para las personas más adultos, era un capricho suyo puesto que consideraba los ojos de los infantes mucho más aceptables que del resto, digerían la música mucho mejor que varios críticos que en su vida había conocido y siempre te ofrecían una sonrisa por la melodía.− Muchas gracias, niños... Ahora vuelvan con sus madres −dijo paulatino, revolviendo los cabellos de ambos varones y regalando una caricia en la mejilla de la niña, los tres sonrieron y se separaron de su cuerpo para correr en distintas direcciones hacia su progenitora.
Ya estando solo regresó a los pies del árbol, donde había depositado el estuche de su instrumento y donde mismo lo guardó con cuidado, acomodando el arco a un lado antes de cerrar y ajustar ambos broches. Un suspiro escapó evanecente de sus labios, por alguna razón tenía ciertas dudad sobre asistir al encuentro ofrecido por esa voz, era un prefecto extraño y podría encontrarse con lo que fuese, pero estando en un lugar tan concurrido y púlbico dudaba de sufrir algún mal. Fue entonces que, mirando hacia el bar de reojo, recogió su violín por el pequeño mango del estuche y se encaminó hacia la edificación. Quizás era que estaba tan concentrado en otras cosas, que no fue si no hasta que cruzó la puerta de ingreso que sintió ese aroma, ese aroma tan despreciado por él y repelido, una rapidez increíble era con la que ingresaba por sus vozas nasales e invadía sus sentidos. Ese inconfundible olor a muerte.
Giori Dubon- Cambiante Clase Baja
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Re: Sonata de medio follaje.
Su sonata en un momento del final se torno lúgubre y triste pero no por ello menos agradable. Era un muy buen músico, había pasion en sus notas y armonia en su arco; también era notorio por su forma de tocar que habia pasado por malos momentos. Eso era más que comprensible.
Cerré mis ojos un momento y sentí que un vago recuerdo llegaba a mi...
-Mami...porqué tengo esta tobillera?
-Es mágica, cielito. El cascabel que tiene alli es muy poderoso y siempre te protegera...tintinea cuando estas feliz y en paz y no hace ningun ruido cuando estas triste. Ni siquiera agitandolo. Siempre te cuidara y...-La mujer tosé muy fuertemente y con unas gotas carmesi salpicando su boca.
-Mami! Qué tienes?! Que ocurre?!
-Ah...Jackie...tengo...tengo que descansar un rato...-pose su mano sobre la mejilla de la niña con poco pulso y muy debil, manchando ligeramente su mejilla de aquel liquido rojo.-...se...gloriosa...y cuida...cuida de tu padre...
Fue cuando su mano cayo sobre las cobijas, el brillo vivo desaparecio de sus ojos y solo quedó de ella una figura muerta en ropa blanca, ligeramente manchada de sangre...
Oh...qué tristes recuerdos...lo último que ha quedado en mi memoria del rostro de mi madre...Sabia y joven mujer...muerta de alguna enfermedad de la que yo jamás pude averiguar su cura...
-Lo lamento, mamá...no pude completar tu ultima voluntad...-pensé.
Al abrir los ojos, note que la música habia dejado de sonar. Todos en el bar se pararon en la puerta y aplaudieron desde alli al joven músico del violin. Suspire y revolvi el jugo. Dudaba que fuese a encontrarse conmigo hasta que todos empezaban a hacerle comentarios a alguien que habia entrado al bar.
Se me escapo una risa pero aun asi no levante mi rostro. Parecia haberse quedado inmovil.
-Te has arrepentido...o simplemente no te agrada que no pueda acercarme a la luz...?-dije en su mente.
Cerré mis ojos un momento y sentí que un vago recuerdo llegaba a mi...
-Mami...porqué tengo esta tobillera?
-Es mágica, cielito. El cascabel que tiene alli es muy poderoso y siempre te protegera...tintinea cuando estas feliz y en paz y no hace ningun ruido cuando estas triste. Ni siquiera agitandolo. Siempre te cuidara y...-La mujer tosé muy fuertemente y con unas gotas carmesi salpicando su boca.
-Mami! Qué tienes?! Que ocurre?!
-Ah...Jackie...tengo...tengo que descansar un rato...-pose su mano sobre la mejilla de la niña con poco pulso y muy debil, manchando ligeramente su mejilla de aquel liquido rojo.-...se...gloriosa...y cuida...cuida de tu padre...
Fue cuando su mano cayo sobre las cobijas, el brillo vivo desaparecio de sus ojos y solo quedó de ella una figura muerta en ropa blanca, ligeramente manchada de sangre...
Oh...qué tristes recuerdos...lo último que ha quedado en mi memoria del rostro de mi madre...Sabia y joven mujer...muerta de alguna enfermedad de la que yo jamás pude averiguar su cura...
-Lo lamento, mamá...no pude completar tu ultima voluntad...-pensé.
Al abrir los ojos, note que la música habia dejado de sonar. Todos en el bar se pararon en la puerta y aplaudieron desde alli al joven músico del violin. Suspire y revolvi el jugo. Dudaba que fuese a encontrarse conmigo hasta que todos empezaban a hacerle comentarios a alguien que habia entrado al bar.
Se me escapo una risa pero aun asi no levante mi rostro. Parecia haberse quedado inmovil.
-Te has arrepentido...o simplemente no te agrada que no pueda acercarme a la luz...?-dije en su mente.
Jacqueline S. Ritchway- Vampiro Clase Alta
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Re: Sonata de medio follaje.
{ Off: Siento muchísimo la tardanza. }
Puede ser quizás por la sensación aun en su cabeza, lo neutralizado que se hallaba su perfecto olfato para siquiera detectar el olor a tragos o café que debería haber en lugares como en el que entró, pero demasiado ocupado en llenarse del olor de algún cadáver situado no muy lejos suyo pero que pasaba desapercibido para el resto de los clientes. Tampoco le tomaba la atención requerida a los hombres y mujeres que prácticamente bloquearon su ingreso al local llenándolo de alabanzas y comentarios por el estilo, situación la cual tampoco podría molestarle demasiado; es decir, estaban felicitando su talento, demasiado ególatra sería comenzar a responder de mala manera con algún "Excelente música" y derivado. Su mirada era otra historia pues, si bien no se movía de la entrada, ésta viajaba hasta por donde se le permitiera ver en el interior del bar en busca de dicha criatura que le impedía concentrarse, pues ciertamente el olor era demasiado fuerte, descartado estaba que el portador del desagradable aroma hubiese pasado por allí y que aquella sensación persistiera hasta ahora.
Pronto, fue sacado más de su lugar por la voz que resonaba en su cabeza, la misma oída minutos atrás y de la cual, al menos, conocía de qué tipo de persona provenía, o mejor dicho de qué cosa. Provocó en él una actitud pomposa, lejos de asustarse, frunciendo el ceño cuando a lo lejos divisó a una mujer, lo supuso pues estaba su cuerpo girado casi dándole la espalda, en un sector del lugar donde el aroma se intensificaba en demasía. No cabía duda que ella era el vampiro que le perturbaba, y la misma que le había estado hablando en todo el momento. Ahora la pregunta más lógica para él era: ¿Debía acercarse o simplemente dar marcha atrás como si anda ocurriera?.− Así que... uno de tu calaña es quien ha estado apreciando mi música. Que lástima por ti el no poder haber salido de aquí −dijo en un pensamiento que estaba seguro oiría, trataba de ser lo menos despectivo que pudiera, siendo notoriamente complicado si frente a él se hallaba uno de los seres que preferiría ver erradicados de la fas de la tierra. Pero, por igual, era comprensivo, pensaba: "Apreció mi música, se tomó el tiempo de oírla", repitiéndolo una y mil veces hasta que se impregnara en sus acciones o por lo menos en su mirada tan despectiva como lo era ahora.
− Señores, muchísimas gracias por sus palabras, pero llevo algo de prisa así que les pediría que me dejasen pasar −se excusó con los modales que bien ensayados tenía, incapaz aun a actuar con violencia, y para su suerte, aquellas personas entendieron bastante a la perfección su petición y, con unos últimos comentarios la mayoría se retiró pues aparentemente sólo se quedaban por su música, y el resto regresó con tranquilidad a sus respectivas mesas. Ya una vez sólo, sus pasos se encaminaron hasta la chica aun situada en silencio y con la cabeza gacha en una de las sillas, de mejor forma logró dar cuenta de lo que tomaba, ese líquido rojo tan parecido al vital de las personas, no comprendía el porqué no continuaba de ingerirlo, quizás harta o esperando algo, no caviló demasiado en ello. Tomó de mejor manera el estuche del violín, pasando por entre las mesas cuidando de no golpear a ninguno de los clientes con su cuerpo o bien su instrumento, podía escuchar murmullos, quizás acerca de él o de temas personales, la verdad no podría asegurarlo pues no les tomaba el tiempo ni la dedicación justa como para descifrar su labia; oía el roce de las lozas entre sí, el sonido frágil de una taza ser dejada sobre su pequeño plato con al función de porta taza o el borde de los servicios ser reposados contra el filo de los platos. Así, restando pocos avances llegó a un lado de la chica, más específico enfrente de ella pues quedó de pie a espaldas de la silla vacía de la mesa que daba cara a cara con la morena mujer.
Frente ya a ella la detalló mucho mejor, puesto que con la capucha sobre su cabeza ya demás la posición anterior no dejaba ver mucho que digamos, su piel era demasiado pálida, mucho más que la suya y eso que él de pro si no era muy tostado de color, aspecto muerto, sin duda, además de su cabello que a pesar de todo descuidado y sucio no aparentaba demasiado, largo y negro cayendo pro enfrente sin rozar con sus puntas la mesa y entre su mano, la cuchara que revolvía infinitamente la sopa carmesí. No sabía si iniciar o no alguna conversación, básicamente porque no tenía nada que decir en concreto, así que optó por la caballerosidad.− Muchas gracias, por oír mi música −dijo con cierto pesar, evidentemente era formalismo más que nacerle de corazón y para no quedar en el incómodo silencio.
Puede ser quizás por la sensación aun en su cabeza, lo neutralizado que se hallaba su perfecto olfato para siquiera detectar el olor a tragos o café que debería haber en lugares como en el que entró, pero demasiado ocupado en llenarse del olor de algún cadáver situado no muy lejos suyo pero que pasaba desapercibido para el resto de los clientes. Tampoco le tomaba la atención requerida a los hombres y mujeres que prácticamente bloquearon su ingreso al local llenándolo de alabanzas y comentarios por el estilo, situación la cual tampoco podría molestarle demasiado; es decir, estaban felicitando su talento, demasiado ególatra sería comenzar a responder de mala manera con algún "Excelente música" y derivado. Su mirada era otra historia pues, si bien no se movía de la entrada, ésta viajaba hasta por donde se le permitiera ver en el interior del bar en busca de dicha criatura que le impedía concentrarse, pues ciertamente el olor era demasiado fuerte, descartado estaba que el portador del desagradable aroma hubiese pasado por allí y que aquella sensación persistiera hasta ahora.
Pronto, fue sacado más de su lugar por la voz que resonaba en su cabeza, la misma oída minutos atrás y de la cual, al menos, conocía de qué tipo de persona provenía, o mejor dicho de qué cosa. Provocó en él una actitud pomposa, lejos de asustarse, frunciendo el ceño cuando a lo lejos divisó a una mujer, lo supuso pues estaba su cuerpo girado casi dándole la espalda, en un sector del lugar donde el aroma se intensificaba en demasía. No cabía duda que ella era el vampiro que le perturbaba, y la misma que le había estado hablando en todo el momento. Ahora la pregunta más lógica para él era: ¿Debía acercarse o simplemente dar marcha atrás como si anda ocurriera?.− Así que... uno de tu calaña es quien ha estado apreciando mi música. Que lástima por ti el no poder haber salido de aquí −dijo en un pensamiento que estaba seguro oiría, trataba de ser lo menos despectivo que pudiera, siendo notoriamente complicado si frente a él se hallaba uno de los seres que preferiría ver erradicados de la fas de la tierra. Pero, por igual, era comprensivo, pensaba: "Apreció mi música, se tomó el tiempo de oírla", repitiéndolo una y mil veces hasta que se impregnara en sus acciones o por lo menos en su mirada tan despectiva como lo era ahora.
− Señores, muchísimas gracias por sus palabras, pero llevo algo de prisa así que les pediría que me dejasen pasar −se excusó con los modales que bien ensayados tenía, incapaz aun a actuar con violencia, y para su suerte, aquellas personas entendieron bastante a la perfección su petición y, con unos últimos comentarios la mayoría se retiró pues aparentemente sólo se quedaban por su música, y el resto regresó con tranquilidad a sus respectivas mesas. Ya una vez sólo, sus pasos se encaminaron hasta la chica aun situada en silencio y con la cabeza gacha en una de las sillas, de mejor forma logró dar cuenta de lo que tomaba, ese líquido rojo tan parecido al vital de las personas, no comprendía el porqué no continuaba de ingerirlo, quizás harta o esperando algo, no caviló demasiado en ello. Tomó de mejor manera el estuche del violín, pasando por entre las mesas cuidando de no golpear a ninguno de los clientes con su cuerpo o bien su instrumento, podía escuchar murmullos, quizás acerca de él o de temas personales, la verdad no podría asegurarlo pues no les tomaba el tiempo ni la dedicación justa como para descifrar su labia; oía el roce de las lozas entre sí, el sonido frágil de una taza ser dejada sobre su pequeño plato con al función de porta taza o el borde de los servicios ser reposados contra el filo de los platos. Así, restando pocos avances llegó a un lado de la chica, más específico enfrente de ella pues quedó de pie a espaldas de la silla vacía de la mesa que daba cara a cara con la morena mujer.
Frente ya a ella la detalló mucho mejor, puesto que con la capucha sobre su cabeza ya demás la posición anterior no dejaba ver mucho que digamos, su piel era demasiado pálida, mucho más que la suya y eso que él de pro si no era muy tostado de color, aspecto muerto, sin duda, además de su cabello que a pesar de todo descuidado y sucio no aparentaba demasiado, largo y negro cayendo pro enfrente sin rozar con sus puntas la mesa y entre su mano, la cuchara que revolvía infinitamente la sopa carmesí. No sabía si iniciar o no alguna conversación, básicamente porque no tenía nada que decir en concreto, así que optó por la caballerosidad.− Muchas gracias, por oír mi música −dijo con cierto pesar, evidentemente era formalismo más que nacerle de corazón y para no quedar en el incómodo silencio.
Giori Dubon- Cambiante Clase Baja
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Re: Sonata de medio follaje.
off: descuida, gracias por responder ^^
Calaña? Mmm...ya veo...entonces eran de esas personas que no apreciaba o no aceptaba a quienes eran como yo...Vaya pena...Pero bueno, peores personas habia en el mundo que habian intentando aniquilame apenas notaban mi presencia, sin mportar si habia publico alrededor o si era de noche y la ventaja la llevaba yo...Pues que mal...
Cuando se acercó más a mi y sentí su efluvio en mi rostro, dejé de revolver la sopa, deje la cuchara dentro del plato y le mire, retirando levemente mi velo. Mis ojos estaban normales, verde agua. Sonreia amablemente, su música habia alegrado mi dia desafortunado y ahora que el singular artista estaba frente a mi, no sabia como expresarle mi gratitud sin llamar la atención de los humanos con una conversación.
Oi sus palabras. Asentí.
-Has alegrado el día de esta prisionera del día.-dije con voz suave pero firme, solo el podria oirme claramente y para los demas seria como si hablase en tono de murmullo. Llevaba su violin en su estuche y la gente parecia haberse olvidado de que el joven que habia interpretado esa bella musica estaba aqui, pero bueno...la sociedad nace y se olvida en poco tiempo...-Puedo invitarte un trago? Es lo menos que puedo hacer por alguien cuyo talento es digno de alabar...-parecia dubitativo y un tanto molesto al verme. Tome una cucharada de la sopa.
-No morderé si eso es lo que piensas...-le dije mentalmente en lo que degustaba y tragaba el sorbo que habia tomado.
Calaña? Mmm...ya veo...entonces eran de esas personas que no apreciaba o no aceptaba a quienes eran como yo...Vaya pena...Pero bueno, peores personas habia en el mundo que habian intentando aniquilame apenas notaban mi presencia, sin mportar si habia publico alrededor o si era de noche y la ventaja la llevaba yo...Pues que mal...
Cuando se acercó más a mi y sentí su efluvio en mi rostro, dejé de revolver la sopa, deje la cuchara dentro del plato y le mire, retirando levemente mi velo. Mis ojos estaban normales, verde agua. Sonreia amablemente, su música habia alegrado mi dia desafortunado y ahora que el singular artista estaba frente a mi, no sabia como expresarle mi gratitud sin llamar la atención de los humanos con una conversación.
Oi sus palabras. Asentí.
-Has alegrado el día de esta prisionera del día.-dije con voz suave pero firme, solo el podria oirme claramente y para los demas seria como si hablase en tono de murmullo. Llevaba su violin en su estuche y la gente parecia haberse olvidado de que el joven que habia interpretado esa bella musica estaba aqui, pero bueno...la sociedad nace y se olvida en poco tiempo...-Puedo invitarte un trago? Es lo menos que puedo hacer por alguien cuyo talento es digno de alabar...-parecia dubitativo y un tanto molesto al verme. Tome una cucharada de la sopa.
-No morderé si eso es lo que piensas...-le dije mentalmente en lo que degustaba y tragaba el sorbo que habia tomado.
Jacqueline S. Ritchway- Vampiro Clase Alta
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Re: Sonata de medio follaje.
Dificultoso era si quiera sostenerle la mirada sin que en su rostro una molestar y una ira tal se reflejaran en sus orbes y se apoderaran de su rostro, le costaba horrores mantener la linea de alguien digno de ver en público y no soltar un sin fin de malos comentarios que nada venían al caso, movidos por impulsos nerviosos que a su vez eran creados por el coraje, tener enfrente a la clase más despreciable que su propio ser pueda conocerle le fastidiaba, incluso tanto más que las miradas posaban sobre ambos que aun así duraron segundos, quizás menos y no conllevó a nada. Ahora bien, el actuar como un ser irracional sería perder la batalla de disciplina que efectuaba por si solo, es más, la muchacha lo elogiaba de tantas formas que se le hacía ingrato de su parte tratarla con tanta hostilidad contrastante a los dichos ajenos, puede que le diera hasta pena atacarla por algo así que desconocía. No tuvo más remedio que callar, no creía que se fuera a controlar del todo y juraba que uno que otro comentario mordaz y poco cortés que colaría de su pensamiento a sus labios, pero no iba a arrepentirse de fingir simpatía por alguien que prefería no hablar. Que cínico.
- No soy yo quien debería preocuparse por salir o no herido -¿Qué fue? ¿un reto, advertencia, consejo? ¿Un tanto de todas? Podría ser, pero lo que sí sabía es que no estaba preocupado por estar en desventaja en cuanto a defensa personal se tratase, tenía factores que le ayudaban, como el hecho de dar pasos de dos metros a la salida y la chica no tendría más remedio que quedarse adentro, pero sería la última opción cayendo ésta como huida.- Por favor, basta, no toco mis melodías para que la gente me llene encima de halagos que al cabo se olvidarán -habló con la misma voz suave y baja que la chica morena usaba, la intimidad de esa conversación pronto se vio marcada ayudada por el cuchicheo que se llevaba acabo en otras mesas.- Con saber que se ha sentido más que un sonido es suficiente para mí -y así era. Para Giori tocar por dinero venía de segundo, quizás tercero en sus estándares de prioridad, su pasión por la música no era comprable ni medible con ningún discurso de elogios que se pueda recibir. Vivía de impartir música y cultura auditiva a otro, un cantor altruista en dichos casos que llegaba a ofenderse si remuneración quisieran darle.
Miró la silla solitaria y bien acomodada frente a él, a decir verdad la idea de ser invitado a comer por un vampiro no representaba nada bueno en sus ideales y estándares, pésima de las buenas costumbres y que mejor rechazar; pero era sincero, comer era lo que más necesitaba en un momento como ese, habiendo pasado desde la mañana que madrugaba sin ingerir alimento alguno y todo por haber gastado su dinero en aquel temilla que tenía en el poco glamouroso burdel de París. Así que sin más, tomó con su mano desocupada el borde del respaldar de la silla y lo corrió para hacerse espacio a su cuerpo y tomar haciendo en ella, depositando de lado el estuche sobre su regazo, siempre cuidándolo y dejándolo cerca suyo sin excepción alguna.- Pero, puedo aceptar una taza de café al menos -mentiroso, sucio y vil mentiroso es lo que era, tanto con el "aceptar" y con el de "al menos", si había algo que el oriental violinista no podía controlar era su enorme y voraz apetito que acababa con toda comida que aun siendo escasa en su vida, podía digerir. Pero, si ni siquiera aceptaba que colegas de buena familia como lo eran el resto de los artistas con los que compartía escenario le regalasen un plato de comida en una invitación ocasional, ¿Por qué iba a aceptar ser alimentado por un vampiro que además era un desconocido? No, eso sí que no.
- No soy yo quien debería preocuparse por salir o no herido -¿Qué fue? ¿un reto, advertencia, consejo? ¿Un tanto de todas? Podría ser, pero lo que sí sabía es que no estaba preocupado por estar en desventaja en cuanto a defensa personal se tratase, tenía factores que le ayudaban, como el hecho de dar pasos de dos metros a la salida y la chica no tendría más remedio que quedarse adentro, pero sería la última opción cayendo ésta como huida.- Por favor, basta, no toco mis melodías para que la gente me llene encima de halagos que al cabo se olvidarán -habló con la misma voz suave y baja que la chica morena usaba, la intimidad de esa conversación pronto se vio marcada ayudada por el cuchicheo que se llevaba acabo en otras mesas.- Con saber que se ha sentido más que un sonido es suficiente para mí -y así era. Para Giori tocar por dinero venía de segundo, quizás tercero en sus estándares de prioridad, su pasión por la música no era comprable ni medible con ningún discurso de elogios que se pueda recibir. Vivía de impartir música y cultura auditiva a otro, un cantor altruista en dichos casos que llegaba a ofenderse si remuneración quisieran darle.
Miró la silla solitaria y bien acomodada frente a él, a decir verdad la idea de ser invitado a comer por un vampiro no representaba nada bueno en sus ideales y estándares, pésima de las buenas costumbres y que mejor rechazar; pero era sincero, comer era lo que más necesitaba en un momento como ese, habiendo pasado desde la mañana que madrugaba sin ingerir alimento alguno y todo por haber gastado su dinero en aquel temilla que tenía en el poco glamouroso burdel de París. Así que sin más, tomó con su mano desocupada el borde del respaldar de la silla y lo corrió para hacerse espacio a su cuerpo y tomar haciendo en ella, depositando de lado el estuche sobre su regazo, siempre cuidándolo y dejándolo cerca suyo sin excepción alguna.- Pero, puedo aceptar una taza de café al menos -mentiroso, sucio y vil mentiroso es lo que era, tanto con el "aceptar" y con el de "al menos", si había algo que el oriental violinista no podía controlar era su enorme y voraz apetito que acababa con toda comida que aun siendo escasa en su vida, podía digerir. Pero, si ni siquiera aceptaba que colegas de buena familia como lo eran el resto de los artistas con los que compartía escenario le regalasen un plato de comida en una invitación ocasional, ¿Por qué iba a aceptar ser alimentado por un vampiro que además era un desconocido? No, eso sí que no.
Giori Dubon- Cambiante Clase Baja
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Re: Sonata de medio follaje.
No respondi esta vez a su pensamiento, lo deje como en "nadie gana" y acabe de tragar. En cierta forma, lo entendia...No era esperable que un cambiaformas "gatito" se alegrase de ver a un murcielago bebiendo tomate...Asi es, lo habia descubierto. No era el primero de su "especie" a quien me cruzaba, Alex tambien tenia ese aroma pero cada uno con su particularidad. Ella era una loba por lo que su efluvio era diferente al del joven frente a mi.
No pude evitar sonreirle de forma más cálida cuando acepto y se sento frente a mi. Note que su estuche lo llevaba casi como si se tratase de un cofre de algun tesoro de alta mar. Eso estaba bien, yo tambien cuidaria mi instrumento como si fuera mi propia vida.
-Lamento que mis palabras le incomoden pero si, no ha tocado otra cosa sino música y admiro mucho las obras que todo artista imparte. Si mi condicion me lo hubiera permitido, seria una profesora en artes o musica ahora...-le dije con sinceridad y recordando el porque jamas logre serlo...
Levante la mano y el mesero se acerco a la mesa. Yo segui bebiendo un poco la sopa, el hombre me miro con el ceño fruncido.
-Madmoiselle, esta bien su sopa? Ha estado bebiendola muy despacio...-hizo una observacion, trague y lo mire sonriendole tranquila.
-No se preocupe, es que ando con dolores de garganta y no quiero lastimarme.-el hombre era un empleado reciente y el jefe aun no iba a darse el lujo de decirle quien era yo. Se encogio de hombros y saco un papel y un lapiz.
-Monsieur, que ordenara?-le pregunto, listo para anotar su orden.
-Puedes ordenar lo que te apetezca.-dije sin mirarlo y segui bebiendo del plato que ya casi quedaba poco.
No pude evitar sonreirle de forma más cálida cuando acepto y se sento frente a mi. Note que su estuche lo llevaba casi como si se tratase de un cofre de algun tesoro de alta mar. Eso estaba bien, yo tambien cuidaria mi instrumento como si fuera mi propia vida.
-Lamento que mis palabras le incomoden pero si, no ha tocado otra cosa sino música y admiro mucho las obras que todo artista imparte. Si mi condicion me lo hubiera permitido, seria una profesora en artes o musica ahora...-le dije con sinceridad y recordando el porque jamas logre serlo...
Levante la mano y el mesero se acerco a la mesa. Yo segui bebiendo un poco la sopa, el hombre me miro con el ceño fruncido.
-Madmoiselle, esta bien su sopa? Ha estado bebiendola muy despacio...-hizo una observacion, trague y lo mire sonriendole tranquila.
-No se preocupe, es que ando con dolores de garganta y no quiero lastimarme.-el hombre era un empleado reciente y el jefe aun no iba a darse el lujo de decirle quien era yo. Se encogio de hombros y saco un papel y un lapiz.
-Monsieur, que ordenara?-le pregunto, listo para anotar su orden.
-Puedes ordenar lo que te apetezca.-dije sin mirarlo y segui bebiendo del plato que ya casi quedaba poco.
Jacqueline S. Ritchway- Vampiro Clase Alta
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