AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Sonata Árctica (Threishan)
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Sonata Árctica (Threishan)
Cuando desperté aquella mañana, lo cierto es que desee no haberlo hecho. Cada vez que movía la cabeza era cómo si miles de agujas se vengaran de ello, y en seguida se me nublaba la vista. Me había levantado con dificultad, y guiándome por los muebles y las paredes, había bajado al piso inferior y me había preparado una infusión. Poco a poco el malestar fue remitiendo, pero aun así el día se me hizo eterno.
Salí por la parte trasera de la pequeña casa, que yacía oculta entre árboles y una especie de colina de piedra, y me dirigí hacia el río. Me ayudé de los árboles para descender hacia el cauce y me senté en la orilla. Desde que me había cruzado con Threishan y había entablado conversación con él me sentía diferente. Aunque nuestra relación fuera en su mayor parte hostil, el oirle hablar, el ver que quería ayudarme a pesar de que la razón era que le beneficiaba a él... me había recordado lo sola que estaba y que no había permitido que nadie me conociera desde hacía años. Aun me ponía furiosa el hecho de que él leyera mi mente, pero me reconfortaba de ciera manera que alguien al fin comprendiera lo que sentía y por lo que yo estaba pasando.
Toqué el agua cristalina que bajaba hacia el pueblo. Entre Alainn y yo habíamos reconstruido hace años una vieja granja arriba del bosque con la intención de pasar desapercibidos. Cuando él se marchó, supe que no tenía más remedio que seguir habitando allí... porque no tenía suficiente dinero como para comprar una casa y los alrededores de aquella granja eran perfectos para una vida solitaria como la que había decidido llevar.
Fijé mis ojos en el fondo del río, y entonces, me estremecí al percatarme de que un pequeño barco de papel estaba emergiendo a la superficie. No tuve que meditar mucho sobre la razón de que aquel barco apareciera mágicamente frente a mi. Tomé la figura y la deshice, y unas letras enrevesadas asomaron en el papel, escribiéndose como si una pluma invisible las dibujara.
"Parece que aun no has aprendido con quien juntarte, pequeña...¿Aun te resistes a unirte a los mios?"
Rompí el folio con dos movimientos bruscos y dejé que el agua se lo tragara. Después regresé a casa maldiciendo, con el corazón en un puño. Dioses... era un mal momento para que él regresara. Un malísimo momento. La tarde estaba cayendo sobre París, y mi dolor de cabeza volvía a atosigarme cuando por fin alcancé la granja. Todo estaba en su sitio. Cerré la entrada principal con llave y las ventanas. No estaba dispuesta a dejarme amenazar de nuevo... tras tantos años sin saber nada de Alainn... pero no podía esconderme de él. Al final me rendí y dejé de intentar aislar la casa. Cogí con malas pulgas el arco y el carcaj que reposaban junto a la puerta y salí de nuevo a fuera, a grandes zancadas. Estaba harta de todo aquello. Me cebé clavando flechas en un enorme árbol. Casi todas iban a parar al mismo punto. Cuando regresé horas más tarde al interior de mi casa, tenía los brazos entumecidos. Me tiré en el sofá intentando no acordarme de nada en absoluto, y cerré los ojos, derrotada.
Salí por la parte trasera de la pequeña casa, que yacía oculta entre árboles y una especie de colina de piedra, y me dirigí hacia el río. Me ayudé de los árboles para descender hacia el cauce y me senté en la orilla. Desde que me había cruzado con Threishan y había entablado conversación con él me sentía diferente. Aunque nuestra relación fuera en su mayor parte hostil, el oirle hablar, el ver que quería ayudarme a pesar de que la razón era que le beneficiaba a él... me había recordado lo sola que estaba y que no había permitido que nadie me conociera desde hacía años. Aun me ponía furiosa el hecho de que él leyera mi mente, pero me reconfortaba de ciera manera que alguien al fin comprendiera lo que sentía y por lo que yo estaba pasando.
Toqué el agua cristalina que bajaba hacia el pueblo. Entre Alainn y yo habíamos reconstruido hace años una vieja granja arriba del bosque con la intención de pasar desapercibidos. Cuando él se marchó, supe que no tenía más remedio que seguir habitando allí... porque no tenía suficiente dinero como para comprar una casa y los alrededores de aquella granja eran perfectos para una vida solitaria como la que había decidido llevar.
Fijé mis ojos en el fondo del río, y entonces, me estremecí al percatarme de que un pequeño barco de papel estaba emergiendo a la superficie. No tuve que meditar mucho sobre la razón de que aquel barco apareciera mágicamente frente a mi. Tomé la figura y la deshice, y unas letras enrevesadas asomaron en el papel, escribiéndose como si una pluma invisible las dibujara.
"Parece que aun no has aprendido con quien juntarte, pequeña...¿Aun te resistes a unirte a los mios?"
Rompí el folio con dos movimientos bruscos y dejé que el agua se lo tragara. Después regresé a casa maldiciendo, con el corazón en un puño. Dioses... era un mal momento para que él regresara. Un malísimo momento. La tarde estaba cayendo sobre París, y mi dolor de cabeza volvía a atosigarme cuando por fin alcancé la granja. Todo estaba en su sitio. Cerré la entrada principal con llave y las ventanas. No estaba dispuesta a dejarme amenazar de nuevo... tras tantos años sin saber nada de Alainn... pero no podía esconderme de él. Al final me rendí y dejé de intentar aislar la casa. Cogí con malas pulgas el arco y el carcaj que reposaban junto a la puerta y salí de nuevo a fuera, a grandes zancadas. Estaba harta de todo aquello. Me cebé clavando flechas en un enorme árbol. Casi todas iban a parar al mismo punto. Cuando regresé horas más tarde al interior de mi casa, tenía los brazos entumecidos. Me tiré en el sofá intentando no acordarme de nada en absoluto, y cerré los ojos, derrotada.
Aishell Demberg- Licántropo Clase Baja
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Fecha de inscripción : 03/02/2010
Re: Sonata Árctica (Threishan)
La eterna noche por fin había llegado; me llevé a la espalda mi negra capa de satén y terciopelo, abrigándome con ella sobre la lisa camisa de seda blanca. Dejé el hotel y me dirigí a lo profundo del bosque, allí se encontraba mi principal objetivo de esa noche y de muchas futuras noches. Las ansias de volver a sentir ese cosquilleo de poder en mi, me podían mucho más que la sed, mucho más que la muerte y mucho más el dolor...
Recorrí durante un par de horas en aquella profundidad boscosa, hasta que llegué a un pequeño claro, con un corto camino de piedra, alcé la mirada y allí estaba; una casa de madera y piedra, de dos pisos, bastante pequeña y que daba la impresión de ser mas bien una pequeña granja cerca del río que una simple cabaña.
Observé el lugar en busca de alguna cosa o presencia que me llamase la atención, pero ahí no había nadie más que ella y yo, la bruja y el diablo. Busqué alguna ventana abierta, pues no se me ocurriría llamar a la puerta tan gentilmente, preferiría una entra digna de ser recordada, sonreí maliciosamente cuando detrás, justo en la cocina, había una ventana abierta ligeramente y no tuve que forzarla para abrirla del todo, me introduje en ella sin hacer el más mínimo ruido y caminé hasta el salón, donde se encontraba ella, Elideth, dormida y expectante a la vez, en busca de que alguien se acercara, pero ese alguien no era yo... y la atemorizaba.
Arrugué la nariz ante ese hecho, pues sus pensamientos no me desvelaban nada en el estado de sopor en el que se encontraba, fruncí el ceño y me acerqué con cuidado. Posé una mano en el respaldero del sofá y la otra en el posa brazo, quedando con la mirada fija, encima de ella, acerqué el rostro a su oído, saboreando su dulce aroma, el aroma de la sangre en sus venas.
-Al final de la mentira, al final de la oscuridad al final de las pesadillas, allí... allí estás tú- susurre con un cierto tono gélido en mis palabras, dando una sensación tétrica a la escena, sonreí maliciosamente y miré sus ojos pardos abriéndose de par en par.
Recorrí durante un par de horas en aquella profundidad boscosa, hasta que llegué a un pequeño claro, con un corto camino de piedra, alcé la mirada y allí estaba; una casa de madera y piedra, de dos pisos, bastante pequeña y que daba la impresión de ser mas bien una pequeña granja cerca del río que una simple cabaña.
Observé el lugar en busca de alguna cosa o presencia que me llamase la atención, pero ahí no había nadie más que ella y yo, la bruja y el diablo. Busqué alguna ventana abierta, pues no se me ocurriría llamar a la puerta tan gentilmente, preferiría una entra digna de ser recordada, sonreí maliciosamente cuando detrás, justo en la cocina, había una ventana abierta ligeramente y no tuve que forzarla para abrirla del todo, me introduje en ella sin hacer el más mínimo ruido y caminé hasta el salón, donde se encontraba ella, Elideth, dormida y expectante a la vez, en busca de que alguien se acercara, pero ese alguien no era yo... y la atemorizaba.
Arrugué la nariz ante ese hecho, pues sus pensamientos no me desvelaban nada en el estado de sopor en el que se encontraba, fruncí el ceño y me acerqué con cuidado. Posé una mano en el respaldero del sofá y la otra en el posa brazo, quedando con la mirada fija, encima de ella, acerqué el rostro a su oído, saboreando su dulce aroma, el aroma de la sangre en sus venas.
-Al final de la mentira, al final de la oscuridad al final de las pesadillas, allí... allí estás tú- susurre con un cierto tono gélido en mis palabras, dando una sensación tétrica a la escena, sonreí maliciosamente y miré sus ojos pardos abriéndose de par en par.
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Re: Sonata Árctica (Threishan)
En el tiempo que conseguí dormir, mi mente se mantuvo inmersa en una extraña oscuridad. Supuse que con las preocupaciones que me hacían estar en tensión incluso dormida, no podía permitirme el tener un sueño bonito... aunque de todas formas llevaba demasiado tiempo con pesadillas como para ver la luz en un día como aquel. Si Alainn volvía a buscarme, sería mi sentencia. Un aliento gélido y una voz que empezaba a reconocer hicieron que abriera los ojos de golpe. Una horrible mueca me recibía de mi viaje al subsconsciente. Tomé una bocanada de aire e hice de tripas corazón para no gritar, mientras aferraba un cojín con fuerza.
-Eres... la penúltima persona a la que deseo ver en este instante - dije controlando mi respiración y cerrando mi mente lo mejor que podía-. Vete, por favor. No es un buen momento para forzar a mi mente y conseguir lidiar contigo.
Ignoraba cómo evitar que el vampiro se enterara de todo lo que ocurría pero supuse que con no pensar en Alainn y lo que no me interesaba que Threishan supiera bastaría. Observé la quietud de Threishan frente a mi cara y estreché los ojos en dos rendijas. Estaba claro que no me dejaría dormir y que las palabras que me había dedicado el día anterior en el bosque las iba a tener que cumplir al pie de la letra. Si me venía a buscar, no podía evitarle. Estupendo. Empujé a Threishan hacia atrás y me incorporé hundiendo la cara en las manos y bufando. La verdad es que estaba bastante molesta como para andarme con buenas maneras con él, teniendo en cuenta el que su simple presencia me molestaba... y tenía que tolerarla para salir del paso. Miré a Threishan entre mis dedos y después volví a cerrar los ojos, aturdida.
-En fin, supongo que da igual lo que diga... ¿Qué hora es?- pregunté con voz ronca.
-Eres... la penúltima persona a la que deseo ver en este instante - dije controlando mi respiración y cerrando mi mente lo mejor que podía-. Vete, por favor. No es un buen momento para forzar a mi mente y conseguir lidiar contigo.
Ignoraba cómo evitar que el vampiro se enterara de todo lo que ocurría pero supuse que con no pensar en Alainn y lo que no me interesaba que Threishan supiera bastaría. Observé la quietud de Threishan frente a mi cara y estreché los ojos en dos rendijas. Estaba claro que no me dejaría dormir y que las palabras que me había dedicado el día anterior en el bosque las iba a tener que cumplir al pie de la letra. Si me venía a buscar, no podía evitarle. Estupendo. Empujé a Threishan hacia atrás y me incorporé hundiendo la cara en las manos y bufando. La verdad es que estaba bastante molesta como para andarme con buenas maneras con él, teniendo en cuenta el que su simple presencia me molestaba... y tenía que tolerarla para salir del paso. Miré a Threishan entre mis dedos y después volví a cerrar los ojos, aturdida.
-En fin, supongo que da igual lo que diga... ¿Qué hora es?- pregunté con voz ronca.
Última edición por Elideth Sallesses el Lun Dic 13, 2010 4:21 pm, editado 1 vez
Aishell Demberg- Licántropo Clase Baja
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Re: Sonata Árctica (Threishan)
Me puse de pie a causa de su tonto empujón, pero seguí sonriendo con la misma malicia, negando levemente con la cabeza, pues era verdad, nada de lo que dijera me haría alejarme esa noche de ella, ni ninguna otra...
-Quedan menos de una hora para la media noche... La hora de los muertos...- dije sentándome en aquel sofá suyo, mirándola sin recelo, se la veía afligida, alguien que no era yo la ponía en aquel estado y eso me molestaba ligeramente. Arrugué la nariz y la miré serio, ladeando la cabeza y tomando una de sus manos, apartándola de su rostro.
-¿Quién es?- pregunté alzando la cabeza, con tono frío y cortante. No permitiría que nadie se interpusiera en mis planes, antes preferiría acabar con esto con mis propias manos, que echarlo todo a perder de una forma inútil y sin sentido, y si para ello tuvieran que rodar cabezas, tenerlo por seguro que lo haría... Matar siempre me ha dado placer desde que soy lo que soy, desde que... Vithori me condenó.
Me levanté del asiento, soltando sus manos y apartando mi gruesa capa, poniéndola en uno de los percheros que allí colgaban, y observando el lugar con detenimiento, caminando lentamente, esperando esa respuesta ansiada por su parte.
-Quedan menos de una hora para la media noche... La hora de los muertos...- dije sentándome en aquel sofá suyo, mirándola sin recelo, se la veía afligida, alguien que no era yo la ponía en aquel estado y eso me molestaba ligeramente. Arrugué la nariz y la miré serio, ladeando la cabeza y tomando una de sus manos, apartándola de su rostro.
-¿Quién es?- pregunté alzando la cabeza, con tono frío y cortante. No permitiría que nadie se interpusiera en mis planes, antes preferiría acabar con esto con mis propias manos, que echarlo todo a perder de una forma inútil y sin sentido, y si para ello tuvieran que rodar cabezas, tenerlo por seguro que lo haría... Matar siempre me ha dado placer desde que soy lo que soy, desde que... Vithori me condenó.
Me levanté del asiento, soltando sus manos y apartando mi gruesa capa, poniéndola en uno de los percheros que allí colgaban, y observando el lugar con detenimiento, caminando lentamente, esperando esa respuesta ansiada por su parte.
Invitado- Invitado
Re: Sonata Árctica (Threishan)
-Empiezo a odiar tus frases tétricas...- confesé en un gruñido.
Le miré alzando una ceja cuando pronunció esa interrogante con dos simples palabras. "¿Quién es?" pues te vas a quedar con las ganas de saberlo. No pensé absolutamente nada que revelara una respuesta a su pregunta. Observé cómo colgaba una capa negra junto a la mia, casi idéntica y que utilizaba para salir a la calle de día. Threishan exploró con la mirada cada recoveco de mi casa.
-No se de qué hablas, y de todas formas, no soy consciente de haber hecho un trato en el que tú tuvieras que saber toda mi vida- dije levantándome del sofá desviándo la mirada.
Tomé el arco y el carcaj que había dejado apoyado en la pared de la entrada y lo guardé en un armario de madera, donde guardaba algunas otras cosas sin mucha utilidad. Lo cerré con un chirrido de las visagras y me crucé de brazos mirando a Threishan. Me miraba sin ningún sentimiento agradable.
- No tengo por qué hablarte de ello, así que olvídalo, y no intentes invadir mi mente para tratar de averiguarlo- dije con tono seco intentando evitar cualquier contrariedad por su parte.
Le miré alzando una ceja cuando pronunció esa interrogante con dos simples palabras. "¿Quién es?" pues te vas a quedar con las ganas de saberlo. No pensé absolutamente nada que revelara una respuesta a su pregunta. Observé cómo colgaba una capa negra junto a la mia, casi idéntica y que utilizaba para salir a la calle de día. Threishan exploró con la mirada cada recoveco de mi casa.
-No se de qué hablas, y de todas formas, no soy consciente de haber hecho un trato en el que tú tuvieras que saber toda mi vida- dije levantándome del sofá desviándo la mirada.
Tomé el arco y el carcaj que había dejado apoyado en la pared de la entrada y lo guardé en un armario de madera, donde guardaba algunas otras cosas sin mucha utilidad. Lo cerré con un chirrido de las visagras y me crucé de brazos mirando a Threishan. Me miraba sin ningún sentimiento agradable.
- No tengo por qué hablarte de ello, así que olvídalo, y no intentes invadir mi mente para tratar de averiguarlo- dije con tono seco intentando evitar cualquier contrariedad por su parte.
Aishell Demberg- Licántropo Clase Baja
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Fecha de inscripción : 03/02/2010
Re: Sonata Árctica (Threishan)
Sonreí de costado cuando sentenció lo que ya me imaginaba, "aprendes rápido", pensé para ella, girando el rostro para observarla mejor, giré en mis propios talones, para ubicarme frente suya y con una velocidad propia me aventuré a ella, acorralándola en mis brazos, y mirándola directamente a los ojos.
-Nada se esconde de mi el tiempo suficiente para dejar de sufrir... Y quiero ser tu única pesadilla, así que será mejor que no calles mucho tiempo...- susurré sonriendo, acercando mi gélido aliento a su rostro y soltándola levemente de la prisión de mis brazos, tuve que soltarla de repente, pues su aroma, ese aroma a dulce sangre me ponía enfermo. No me había alimentado previamente antes de ir en su busca, un error por mi parte... o un táctica para poner a prueba mi control tal vez....
Me alejé de ella unos pasos, cerrando los ojos y dándole la espalda, para poder concentrarme más en descubrir lo que sus pensamientos me ocultaban y no en sus palpitantes latidos. Me acerqué a una de las vitrinas de los muebles, observando en él mi reflejo, llevaba el pelo ligeramente alborotado y las ojeras marcadas a causa de la sed, ¡ah! puedo aguantar, he estado semanas enteras sin beber... pero ella... su sangre... ¡No!, no caeré en ello, no ahora....
-Nada se esconde de mi el tiempo suficiente para dejar de sufrir... Y quiero ser tu única pesadilla, así que será mejor que no calles mucho tiempo...- susurré sonriendo, acercando mi gélido aliento a su rostro y soltándola levemente de la prisión de mis brazos, tuve que soltarla de repente, pues su aroma, ese aroma a dulce sangre me ponía enfermo. No me había alimentado previamente antes de ir en su busca, un error por mi parte... o un táctica para poner a prueba mi control tal vez....
Me alejé de ella unos pasos, cerrando los ojos y dándole la espalda, para poder concentrarme más en descubrir lo que sus pensamientos me ocultaban y no en sus palpitantes latidos. Me acerqué a una de las vitrinas de los muebles, observando en él mi reflejo, llevaba el pelo ligeramente alborotado y las ojeras marcadas a causa de la sed, ¡ah! puedo aguantar, he estado semanas enteras sin beber... pero ella... su sangre... ¡No!, no caeré en ello, no ahora....
Invitado- Invitado
Re: Sonata Árctica (Threishan)
-Gracias- contesté de mala gana a sus pensamientos. Fue solo un pestañeo por mi parte, y Threishan ya estaba frente a mi con una sonrisa torcida.
Me quedé sin aliento, no solo por el hecho de no esperarme aquello, si no porque la cercanía del vampiro me producía una contradicción de sentimientos que me molestaba enormemente. Me pregunté por qué mientras recorría su rostro perfecto con la mirada.Con el pelo revuelto adquiría un toque exótico por el que me odié al pensar que le quedaba bien. Por dios, ¿en quién demonios me estaba convirtiendo halagando al maldito vampiro? Menos mal que había puesto una tapia entre su mente y mi cerebro hacía escasos minutos. Threishan se apartó con cierta brusquedad de mi. En ese momento no empecé a indagar en el motivo. Estaba más preocupada por mi corazón, que había decidido comenzar una carrera contra si mismo.
-Unas palabras enternecedoras, me alegro de que me aprecies tanto que te quieras disputar el puesto de "hacerlavidaimposiblealabruja"- dije sacásticamente, pero en el fondo estaba dolida, como siempre-. Si tan seguro estás de que vas a averiguarlo, prefiero no decir nada.
Me acerqué a la ventana y saqué la mano fuera. No hacía frío, así que no necesitaba sacar la capa al exterior... además de que no tenía nadie de quien esconderme en el bosque. Miré a Threishan sintiéndome incómoda.
-Sabes... a lo mejor es una buena idea que tú también me hables de ti... de tu pasado. Al fin y al cabo tú me has robado parte de mis secretos sin permiso- musité dejándolo en el aire-. ¿Quieres salir fuera? Si vas a empezar a sacarme de quicio prefiero no poner en peligro mi casa. Y a todo esto ¿dónde vives?
Me quedé sin aliento, no solo por el hecho de no esperarme aquello, si no porque la cercanía del vampiro me producía una contradicción de sentimientos que me molestaba enormemente. Me pregunté por qué mientras recorría su rostro perfecto con la mirada.Con el pelo revuelto adquiría un toque exótico por el que me odié al pensar que le quedaba bien. Por dios, ¿en quién demonios me estaba convirtiendo halagando al maldito vampiro? Menos mal que había puesto una tapia entre su mente y mi cerebro hacía escasos minutos. Threishan se apartó con cierta brusquedad de mi. En ese momento no empecé a indagar en el motivo. Estaba más preocupada por mi corazón, que había decidido comenzar una carrera contra si mismo.
-Unas palabras enternecedoras, me alegro de que me aprecies tanto que te quieras disputar el puesto de "hacerlavidaimposiblealabruja"- dije sacásticamente, pero en el fondo estaba dolida, como siempre-. Si tan seguro estás de que vas a averiguarlo, prefiero no decir nada.
Me acerqué a la ventana y saqué la mano fuera. No hacía frío, así que no necesitaba sacar la capa al exterior... además de que no tenía nadie de quien esconderme en el bosque. Miré a Threishan sintiéndome incómoda.
-Sabes... a lo mejor es una buena idea que tú también me hables de ti... de tu pasado. Al fin y al cabo tú me has robado parte de mis secretos sin permiso- musité dejándolo en el aire-. ¿Quieres salir fuera? Si vas a empezar a sacarme de quicio prefiero no poner en peligro mi casa. Y a todo esto ¿dónde vives?
Aishell Demberg- Licántropo Clase Baja
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Re: Sonata Árctica (Threishan)
-Hmmm... te sacas de quicio tú sola, cherí- dije volviendo el rostro hacia ella, contestando con una afirmación de cabeza a sus preguntas. -Vivo en el Hotel des Arenes... es más cómodo que adquirir una casa... de momento- suspiré, mientras seguía a la bruja hacia afuera.
Salimos fuera, el tiempo estaba estable, no hacía viento como para pensar que el frío se avecinaba aún más rápido de lo normal. Empecé a indagar el lugar con la mirada, todo estaba en una perfecta calma, nadie más que nosotros habitaba aquellas tierras esa noche, y eso resultaba un tanto incómodo pero tranquilizador a la vez, pues sea quien fuese aquél al que tanto temía Elideth, no lo quería cerca en ese momento, pues podría acabar muy mal...
-Me las arreglé para indagar parte de tu vida... haz lo mismo si quieres saber parte de la mía, no voy publicando mi pasado.- Bufé con mala cara a la bruja, pues hablar de aquello me ponía de mal humor y las palpitaciones en mi cabeza se hacían más fuerte cada vez que nombraba ese nombre cada vez que sonaba perfectamente... Vithori. -Sabes... hay un proverbio latino que dice "Errare humanum est"... y tu querida mía eres humana, por mucha sangre de bruja que tengas y eso te convierte directamente en una errante de por sí...- "acabaré desvelando esa parte de ti que me escondes ferventemente", pensé para mi, mirándola a los ojos y realizando una mueca parecida a una sonrisa, un tanto macabra eso sí.
Caminé hacia ella un par de pasos, con las manos en los bolsillos del pantalón, suspiré tontamente y mi sonrisa se desvaneció con la mirada de reproche de ella, tomé un mechón de su pelo de chocolate y jugué con él entrelazándolo con los dedos, poniendo una cara de "seamos amigos", con la mirada fija en ese mechón, sonreí estúpidamente; ahora me daba cuenta de lo bella que era y de que los disgustos que le ocasionaba solo sacaban de ella muecas de dolor y de enfado. Me sorprendí a mi mismo pensando en querer descubrir sus dientes en una sonrisa y no en uno de sus fuertes ladridos.
Salimos fuera, el tiempo estaba estable, no hacía viento como para pensar que el frío se avecinaba aún más rápido de lo normal. Empecé a indagar el lugar con la mirada, todo estaba en una perfecta calma, nadie más que nosotros habitaba aquellas tierras esa noche, y eso resultaba un tanto incómodo pero tranquilizador a la vez, pues sea quien fuese aquél al que tanto temía Elideth, no lo quería cerca en ese momento, pues podría acabar muy mal...
-Me las arreglé para indagar parte de tu vida... haz lo mismo si quieres saber parte de la mía, no voy publicando mi pasado.- Bufé con mala cara a la bruja, pues hablar de aquello me ponía de mal humor y las palpitaciones en mi cabeza se hacían más fuerte cada vez que nombraba ese nombre cada vez que sonaba perfectamente... Vithori. -Sabes... hay un proverbio latino que dice "Errare humanum est"... y tu querida mía eres humana, por mucha sangre de bruja que tengas y eso te convierte directamente en una errante de por sí...- "acabaré desvelando esa parte de ti que me escondes ferventemente", pensé para mi, mirándola a los ojos y realizando una mueca parecida a una sonrisa, un tanto macabra eso sí.
Caminé hacia ella un par de pasos, con las manos en los bolsillos del pantalón, suspiré tontamente y mi sonrisa se desvaneció con la mirada de reproche de ella, tomé un mechón de su pelo de chocolate y jugué con él entrelazándolo con los dedos, poniendo una cara de "seamos amigos", con la mirada fija en ese mechón, sonreí estúpidamente; ahora me daba cuenta de lo bella que era y de que los disgustos que le ocasionaba solo sacaban de ella muecas de dolor y de enfado. Me sorprendí a mi mismo pensando en querer descubrir sus dientes en una sonrisa y no en uno de sus fuertes ladridos.
Invitado- Invitado
Re: Sonata Árctica (Threishan)
Salí de la casa con la vista fija en el suelo. Aunque Threishan me seguía, el no hacía ni un solo ruido. Era una sensación horrible el saber que podría creerme sola y tener a aquel vampiro cerca... preparado para atacar... porque a estas alturas... ¿Quién me aseguraba que Threishan no quería beber mi sangre? No tenía muchas formas de comprobarlo. ¿O si?
-No voy a espiarte para saber cómo vives. Me bastaría con que respondieras a mis preguntas...- vi su rostro un tanto molesto-. Oye... no quiero molestarte, pero creo que es lo justo después de que invadieras mi cabeza.
Bufé ante otro comentario estúpido de Threishan. Demonios, ese vampiro no se cansaba de incordiar. "No quiero que lo sepas todo de mi pasado. Simplemente, no quiero" dije preocupándome de verdad. No quería que se metiera en asuntos que tuvieran que ver con Alainn. Él... era cosa mia. Una deuda pendiente. Miré alredor un tanto abrumada por la posibilidad de que Alainn estuviera cerca, vigilando nuestros pasos. La piel se me puso de gallina, pero Threishan se puso en mi campo de visión y sonrió con cara de bueno. Tomó un mechón de mi cabello y lo enredó en su dedo. Cada movimiento que hacía alrededor mio se tornaba más... ¿más qué? Le miré cómo preguntándole qué demonios hacía mientras observaba su mueca teatral, y apoyé la espalda en el árbol donde había clavado varias flechas aquella tarde. Una de ellas, aun seguía allí puesta, demasiado alta para mi alcance.
-Sabes, me pregunto si alguna vez te veré sonreír de verdad- dije con reproche ignorando los pensamientos de Threishan. Miré la flecha con un suspiro-. ¿Puedes cogerla?
-No voy a espiarte para saber cómo vives. Me bastaría con que respondieras a mis preguntas...- vi su rostro un tanto molesto-. Oye... no quiero molestarte, pero creo que es lo justo después de que invadieras mi cabeza.
Bufé ante otro comentario estúpido de Threishan. Demonios, ese vampiro no se cansaba de incordiar. "No quiero que lo sepas todo de mi pasado. Simplemente, no quiero" dije preocupándome de verdad. No quería que se metiera en asuntos que tuvieran que ver con Alainn. Él... era cosa mia. Una deuda pendiente. Miré alredor un tanto abrumada por la posibilidad de que Alainn estuviera cerca, vigilando nuestros pasos. La piel se me puso de gallina, pero Threishan se puso en mi campo de visión y sonrió con cara de bueno. Tomó un mechón de mi cabello y lo enredó en su dedo. Cada movimiento que hacía alrededor mio se tornaba más... ¿más qué? Le miré cómo preguntándole qué demonios hacía mientras observaba su mueca teatral, y apoyé la espalda en el árbol donde había clavado varias flechas aquella tarde. Una de ellas, aun seguía allí puesta, demasiado alta para mi alcance.
-Sabes, me pregunto si alguna vez te veré sonreír de verdad- dije con reproche ignorando los pensamientos de Threishan. Miré la flecha con un suspiro-. ¿Puedes cogerla?
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Re: Sonata Árctica (Threishan)
Miré hacia donde se dirigían los ojos de la bruja, y allí en lo alto del tronco de ese árbol donde ella apoyaba su espalda, pendía una flecha, la tomé sin dificultad y la bajé hasta la altura de Elideth para que pudiera cogerla, un gesto amable... qué raro me sentía.
-Esa misma pregunta iba a hacerte yo a ti... ¿sabes sonreír?- pregunté enarcando una ceja, con el semblante un poco raro, pues aun que guardaba la tonta sonrisa que quería soltar, preferiría permanecer distante, me convenía mucho más.
-¿Me pregunto... en quién pensabas cuando lanzabas las flechas?- levanté la mirada y me aparté de ella con miedo fingido, manteniendo las manos delante del rostro, haciendo un amago de resguardarme de ella y luego solté una risa por lo bajo, volviendo a mi posición normal, guardando las manos en los bolsillos y ladeando la cabeza mientras ella ponía los ojos en blanco.
Con un suspiro volví a ponerme enfrente de ella, apoyando ambos brazos en el árbol y observándola con mi típica sonrisa.
-Creo que te has dado cuenta que no se me da bien sonreír de otra forma...- susurré mientras bajaba la mirada a su cuello desnudo y libre de cualquier tela. Tuve que aguantar mis impulsos por lanzarme y beber su sangre...¡Ahg! ¿por qué demonios me invadía aquella necesidad en esos momentos?... ¿sería ella?, su sola presencia volvían locos a mis sentidos sensiblemente agudos.
-Esa misma pregunta iba a hacerte yo a ti... ¿sabes sonreír?- pregunté enarcando una ceja, con el semblante un poco raro, pues aun que guardaba la tonta sonrisa que quería soltar, preferiría permanecer distante, me convenía mucho más.
-¿Me pregunto... en quién pensabas cuando lanzabas las flechas?- levanté la mirada y me aparté de ella con miedo fingido, manteniendo las manos delante del rostro, haciendo un amago de resguardarme de ella y luego solté una risa por lo bajo, volviendo a mi posición normal, guardando las manos en los bolsillos y ladeando la cabeza mientras ella ponía los ojos en blanco.
Con un suspiro volví a ponerme enfrente de ella, apoyando ambos brazos en el árbol y observándola con mi típica sonrisa.
-Creo que te has dado cuenta que no se me da bien sonreír de otra forma...- susurré mientras bajaba la mirada a su cuello desnudo y libre de cualquier tela. Tuve que aguantar mis impulsos por lanzarme y beber su sangre...¡Ahg! ¿por qué demonios me invadía aquella necesidad en esos momentos?... ¿sería ella?, su sola presencia volvían locos a mis sentidos sensiblemente agudos.
Invitado- Invitado
Re: Sonata Árctica (Threishan)
Tomé la flecha de manos de Threishan con cuidado. Me parecía extraño que no me la hubiera tirado al suelo o algo por el estilo. Al fin y al cabo sería típico de él. Le miré alzando una ceja. Le notaba realmente raro... y no sabía qué era.
-Sinceramente, he estado a punto de reirme... pero no lo haré hasta que tú seas agradable y por tanto, sonrías también- dije con voz cansada.
Alcé los ojos ante su pregunta, que dio en el clavo. Ignoraba si él ya había comprendido que mi descarga de furia había sido provocada por la misma persona por la que me preocupaba, pero decidí no ser cortante. Le miré entornando los ojos ante su teatral ataque de pánico... y aquella vez también me habría reido, pero el tema me hacía cambiar de humor y no me permitía sonreir.
- Tranquilo, no es a ti a quien desearía matar en estos instantes...- dije con seriedad mientras daba vueltas a la flecha en mis manos, observando para distraerme su punta afilada -. Se... se llama Alainn. Y tiene el mismo don que yo.
No necesitaba saber más que su nombre y que era potencialmente peligroso. No quería darle más datos personales por ahora... me sentía desprotegida. Toqueteé la punta de la flecha con el dedo índice y alcé la vista hacia Threishan. Negué con la cabeza suspirando.
- Si que sabes sonreir de otra manera. Todos sabemos... aunque lo hayamos olvidado ligeramente...- musité, y entonces, cuando miré sus ojos, me percaté de qué era lo que le ocurría.
Me quedé sin respiración, petrificada, mirándole... sintiendome estúpida por no haber visto las profundas ojeras que le surcaban el rostro. "Está sediento" dije en mis pensamientos, y estoy segura de que lo pensé suficientemente fuerte por el choque que aquel dato me producía que hasta Threishan lo había oido. No obstante, su mirada se había desviado hacia mi mano izquierda donde aun sostenía la flecha... ahora ensangrentada. Sin haberme dado cuenta... había clavado el dedo en la punta. La solté con un gemido como si derrepente quemara.
-Sinceramente, he estado a punto de reirme... pero no lo haré hasta que tú seas agradable y por tanto, sonrías también- dije con voz cansada.
Alcé los ojos ante su pregunta, que dio en el clavo. Ignoraba si él ya había comprendido que mi descarga de furia había sido provocada por la misma persona por la que me preocupaba, pero decidí no ser cortante. Le miré entornando los ojos ante su teatral ataque de pánico... y aquella vez también me habría reido, pero el tema me hacía cambiar de humor y no me permitía sonreir.
- Tranquilo, no es a ti a quien desearía matar en estos instantes...- dije con seriedad mientras daba vueltas a la flecha en mis manos, observando para distraerme su punta afilada -. Se... se llama Alainn. Y tiene el mismo don que yo.
No necesitaba saber más que su nombre y que era potencialmente peligroso. No quería darle más datos personales por ahora... me sentía desprotegida. Toqueteé la punta de la flecha con el dedo índice y alcé la vista hacia Threishan. Negué con la cabeza suspirando.
- Si que sabes sonreir de otra manera. Todos sabemos... aunque lo hayamos olvidado ligeramente...- musité, y entonces, cuando miré sus ojos, me percaté de qué era lo que le ocurría.
Me quedé sin respiración, petrificada, mirándole... sintiendome estúpida por no haber visto las profundas ojeras que le surcaban el rostro. "Está sediento" dije en mis pensamientos, y estoy segura de que lo pensé suficientemente fuerte por el choque que aquel dato me producía que hasta Threishan lo había oido. No obstante, su mirada se había desviado hacia mi mano izquierda donde aun sostenía la flecha... ahora ensangrentada. Sin haberme dado cuenta... había clavado el dedo en la punta. La solté con un gemido como si derrepente quemara.
Aishell Demberg- Licántropo Clase Baja
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Fecha de inscripción : 03/02/2010
Re: Sonata Árctica (Threishan)
Abrí ligeramente los ojos cuando me confesó sobre el tal Alainn... con que un familiar con los mismos poderes... eso era interesante para mi, y por la forma resignada que se habían tornado sus palabras, supuse que sería mucho más poderoso que ella y tal vez él si pueda controlar esos poderes...
Aquellos pensamientos hicieron que tuviera interés en Alainn pues si lograba encontrarlo antes de que llegase a Elideth yo podía... ¡Sangre!, un olor a sangre nubló mis pensamientos, miré a Elideth, quien había bajado la mirada hasta su mano, unas gotas de sangre cayeron al suelo. Se había pinchado con la punta de la flecha y ella misma se había percatado de mi sed, cuando sus pensamientos me desvelaron lo que ya suponía.
-Y solo estás tú...- susurre mientras clavaba las manos en el tronco del árbol, bajando la cabeza hasta su mano. -¡Ah!, ¡qué error has cometido bruja!- tomé su mano y olisqueé el dulce aroma del líquido carmesí que se deslizaba por su fino y alargado dedo, sin apartar mi mirada de la suya, mis colmillos aparecieron por detrás de mis labios, casi de forma instintiva.
Solté su mano con brusquedad y un puño fue a parar al árbol sacudiendo la cabeza, la ira empezaba a salir en mi, pues un conflicto interno se debatía en mi, entre saborear o no la sangre de aquella bruja... ¿Y qué mas daba su vida?, yo sería poderoso.. yo sería grande... a mi me llamarían el perfecto Diablo... ¡Pero no!, no puedo matarla, no puedo poseer así su sangre... no quiero hacerlo... no puedo.
-¡Aléjate maldita bruja!, ¡maldita tu torpeza!- dije alejándome en rápidas zancadas, yendo en dirección contraria a donde ella se encontraba, clavada por el pánico, ahora sus poderes despertaban y mi ira junto con mi sed iban aumentando.
Me perdí en la oscuridad del bosque, yendo hacia un riachuelo cuyo tintineo llegaba frágil a mis oídos, esperando así escapar de aquel tonto deseo de sangre.
Me puse de cuclillas en el borde del riachuelo, mirando mi reflejo, mirando mis ojeras y mi demacrada palidez, la sed de sangre me daba el aspecto de un verdadero monstruo, odiaba aquello y me odiaba por no haberme alimentado antes, pues era obvio el deseo de poseer ese dulce escarlata de aquella bruja, pero mi deseo de poder podía mucho más que una simple sed. Sentí como esa fragancia adorable me invadía y bufé enfadado, ¡ah! encima la muy tonta se estaba acercando, ¿acaso tan poco valoraba su vida?; me quité los zapatos y la camisa y sin pensarlo más me metí en aquellas frías aguas, esperando poder dejar de sentir esa desquiciante sed a causa del dulce placer del aroma, ahogarme sería lo mejor en aquellos momentos.
Aquellos pensamientos hicieron que tuviera interés en Alainn pues si lograba encontrarlo antes de que llegase a Elideth yo podía... ¡Sangre!, un olor a sangre nubló mis pensamientos, miré a Elideth, quien había bajado la mirada hasta su mano, unas gotas de sangre cayeron al suelo. Se había pinchado con la punta de la flecha y ella misma se había percatado de mi sed, cuando sus pensamientos me desvelaron lo que ya suponía.
-Y solo estás tú...- susurre mientras clavaba las manos en el tronco del árbol, bajando la cabeza hasta su mano. -¡Ah!, ¡qué error has cometido bruja!- tomé su mano y olisqueé el dulce aroma del líquido carmesí que se deslizaba por su fino y alargado dedo, sin apartar mi mirada de la suya, mis colmillos aparecieron por detrás de mis labios, casi de forma instintiva.
Solté su mano con brusquedad y un puño fue a parar al árbol sacudiendo la cabeza, la ira empezaba a salir en mi, pues un conflicto interno se debatía en mi, entre saborear o no la sangre de aquella bruja... ¿Y qué mas daba su vida?, yo sería poderoso.. yo sería grande... a mi me llamarían el perfecto Diablo... ¡Pero no!, no puedo matarla, no puedo poseer así su sangre... no quiero hacerlo... no puedo.
-¡Aléjate maldita bruja!, ¡maldita tu torpeza!- dije alejándome en rápidas zancadas, yendo en dirección contraria a donde ella se encontraba, clavada por el pánico, ahora sus poderes despertaban y mi ira junto con mi sed iban aumentando.
Me perdí en la oscuridad del bosque, yendo hacia un riachuelo cuyo tintineo llegaba frágil a mis oídos, esperando así escapar de aquel tonto deseo de sangre.
Me puse de cuclillas en el borde del riachuelo, mirando mi reflejo, mirando mis ojeras y mi demacrada palidez, la sed de sangre me daba el aspecto de un verdadero monstruo, odiaba aquello y me odiaba por no haberme alimentado antes, pues era obvio el deseo de poseer ese dulce escarlata de aquella bruja, pero mi deseo de poder podía mucho más que una simple sed. Sentí como esa fragancia adorable me invadía y bufé enfadado, ¡ah! encima la muy tonta se estaba acercando, ¿acaso tan poco valoraba su vida?; me quité los zapatos y la camisa y sin pensarlo más me metí en aquellas frías aguas, esperando poder dejar de sentir esa desquiciante sed a causa del dulce placer del aroma, ahogarme sería lo mejor en aquellos momentos.
Invitado- Invitado
Re: Sonata Árctica (Threishan)
Tras oir el sordo ruido de la flecha al caer, no pude evitar quedarme mirando fíjamente la espresión anonadada de Threishan, y más tarde su repentina ira. En principio me sentí hipnotizada por lo ocurrido, por el hecho de pensar que tal vez me mordiera de verdad y sabría lo que se sentía, pero cuando el árbol a mi espalda vibró por un repentino puñetazo del vampiro, fue cuando desperté de mi tonto interés y comprendí que si Threishan me mordía, me mataría. No obstante, el comprobar aquella repentina indecisión por su parte y ver cómo luchaba contra su instinto para no hacerlo, me conmovió profundamente.
Me quedé petrificada junto al árbol, con la espalda bien pegada a aquel tronco surcado por los años en la corteza, y seguí con la vista a Threishan, relajándome casi al instante y notando como el leve cosquilleo que había aparecido en mi cuerpo se extinguía. Miré mi dedo ensangrentado, y mientras me preguntaba qué atractivo podía tener aquel líquido para Threishan, una voz grave resonó en mi cabeza. "No deberías dejar con vida a esa criatura querida... los pactos con demonios siempre salen mal parados... pero yo te protegeré", Miré a todas partes un tanto cohibida, pero una ola de sangre fría y determinación hicieron que me envalentonara. "No se te ocurra acercarte a él. Es mi única esperanza" pensé en forma de amenaza. "Ya sabes que yo te ofrezco una salida... Pero no demores la respuesta. Podemos estar juntos de nuevo..." Escuché con frustración, y la voz se extinguió como había llegado.
Corrí sin pensarlo detrás de Threishan. Le llamé varias veces sin importarme en aquel instante el que me mordiera. Sabía que había alguna posibilidad de que no me matara, pero aunque no las tenía todas conmigo preferí arriesgarme a encontrarle que a que Alainn le hiciera daño. Le hallé en el río, metido hasta la cintura en el agua y me quedé observándole. No pude evitar pensar que era una escena hermosa, con la luna iluminando su cuerpo perfecto. Suspiré al ver sus ojeras de nuevo, y comprendí que Threishan no aguantaría a mi lado si no se alimentaba, y eso significaba matar a alguien... por lo que tomé una decisión.
Me metí en el agua, comenzando a notar como el bajo del vestido absorbía la humedad hasta calarme los huesos. Pero no me importó. Threishan me fusiló con un odio horrible, pero me dio igual. Cuando le tuve frente a mi me detuve, tragando saliva... pero el miedo se había extinguido levemente. Aquello era necesario.
-Quiero que bebas mi sangre- dije sin titubear. Vi una mueca en su rostro, pero no me aplaqué por ella. Le miré a los ojos-. No aguantarás a mi lado en este estado, y no estoy dispuesta a dejarte marchar sabiendo que matarás a alguien. Muérdeme, pero ten cuidado.... sabes que tú eres el que saldrá peor parado si te pasas. Mis poderes se irán conmigo.
Eran duras palabras incluso para mi, pero por algún motivo sabía que le necesitaba más que nunca, y con toda su capacidad que el ser vampiro le otorgaba.Si Alainn se acercaba más a nosotros... Threishan debía estar preparado para luchar. Vi su indecisión, pero tenía que hacerlo. No había otra solución aquella noche. Sin pensárlo, pasé mi dedo herido por sus labios, dejándolos tiznados de un tono rojizo. Vi cómo su expresión cambiaba por la sorpresa.
Me quedé petrificada junto al árbol, con la espalda bien pegada a aquel tronco surcado por los años en la corteza, y seguí con la vista a Threishan, relajándome casi al instante y notando como el leve cosquilleo que había aparecido en mi cuerpo se extinguía. Miré mi dedo ensangrentado, y mientras me preguntaba qué atractivo podía tener aquel líquido para Threishan, una voz grave resonó en mi cabeza. "No deberías dejar con vida a esa criatura querida... los pactos con demonios siempre salen mal parados... pero yo te protegeré", Miré a todas partes un tanto cohibida, pero una ola de sangre fría y determinación hicieron que me envalentonara. "No se te ocurra acercarte a él. Es mi única esperanza" pensé en forma de amenaza. "Ya sabes que yo te ofrezco una salida... Pero no demores la respuesta. Podemos estar juntos de nuevo..." Escuché con frustración, y la voz se extinguió como había llegado.
Corrí sin pensarlo detrás de Threishan. Le llamé varias veces sin importarme en aquel instante el que me mordiera. Sabía que había alguna posibilidad de que no me matara, pero aunque no las tenía todas conmigo preferí arriesgarme a encontrarle que a que Alainn le hiciera daño. Le hallé en el río, metido hasta la cintura en el agua y me quedé observándole. No pude evitar pensar que era una escena hermosa, con la luna iluminando su cuerpo perfecto. Suspiré al ver sus ojeras de nuevo, y comprendí que Threishan no aguantaría a mi lado si no se alimentaba, y eso significaba matar a alguien... por lo que tomé una decisión.
Me metí en el agua, comenzando a notar como el bajo del vestido absorbía la humedad hasta calarme los huesos. Pero no me importó. Threishan me fusiló con un odio horrible, pero me dio igual. Cuando le tuve frente a mi me detuve, tragando saliva... pero el miedo se había extinguido levemente. Aquello era necesario.
-Quiero que bebas mi sangre- dije sin titubear. Vi una mueca en su rostro, pero no me aplaqué por ella. Le miré a los ojos-. No aguantarás a mi lado en este estado, y no estoy dispuesta a dejarte marchar sabiendo que matarás a alguien. Muérdeme, pero ten cuidado.... sabes que tú eres el que saldrá peor parado si te pasas. Mis poderes se irán conmigo.
Eran duras palabras incluso para mi, pero por algún motivo sabía que le necesitaba más que nunca, y con toda su capacidad que el ser vampiro le otorgaba.Si Alainn se acercaba más a nosotros... Threishan debía estar preparado para luchar. Vi su indecisión, pero tenía que hacerlo. No había otra solución aquella noche. Sin pensárlo, pasé mi dedo herido por sus labios, dejándolos tiznados de un tono rojizo. Vi cómo su expresión cambiaba por la sorpresa.
Aishell Demberg- Licántropo Clase Baja
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Re: Sonata Árctica (Threishan)
Vi como se acercaba a mi, entrando al agua, el frío de esta calaba por su piel, llegando a sus huesos y provocando que empezara a temblar ligeramente. Fruncí el ceño en señal de reproche cuando ya la tenía cerca, intenté sumergirme en el agua y alejarme cuando su mirada me reveló un temor expectante, pero no hacia mi persona, no del todo... Parecía que huía de alguien, de uno muy poderoso.
Agité la cabeza y arrugué la nariz cuando de sus labios salieron esas palabras que no quería escuchar. ¡Que bebiera de ella!, ¡que tuviera cuidado!, ¿pero por qué clase de imbécil me había tomado?, mi enfado fue en aumento y la tomé por los brazos cuando posó su dedo herido en mis labios, pintándolo de un rojo carmín, el rojo de su sangre.
-¡¿Estás loca?!- gruñí pero mi lengua tocó mis labios y los relamió delicadamente, saboreando aquel dulce néctar de dioses, me llevé una mano a la cabeza y cerré fuertemente los ojos. -Hitto sinun onnekas- musité en mi perfecto finlandés. Solté los brazos, dejándolos caer pesadamente en el agua y la miré con cuidado, allí seguía ella, expectante a que la mordiera, pero no acabara con su vida.
-Estás cometiendo un grave error...- susurré y la rodeé con los brazos acercándola a mi, sujeté fuerte de su cintura, mientras con la otra apartaba sus cabellos de su delicioso cuello, sujetándola de la nuca y haciendo que girara levemente el rostro. Hundí mi cabeza en el espacio de su cuello y su hombro, olisqueando ese agradable aroma suyo, abrí la boca y posé mis colmillos en él... por un momento temí el no hacerlo, por un momento dudé como un idiota; pero en vez de clavar mis afilados colmillos en su piel, besé su cuello con cuidado y la aparté de mi.
-No caeré en tentaciones, esto no es lo conveniente, ni para ti ni para mi...- volví a decir y la saqué del agua. Tomé mi camisa y mis zapatos, mirándola con recelo, luego la tomé del brazo y estiré de ella tomando el camino hacia su cabaña. -Será mejor que te resguardes antes de que pilles un estúpido resfriado... Muerta no me sirves..- bufé mientras la soltaba con brusquedad frente a la puerta de su casa.
Agité la cabeza y arrugué la nariz cuando de sus labios salieron esas palabras que no quería escuchar. ¡Que bebiera de ella!, ¡que tuviera cuidado!, ¿pero por qué clase de imbécil me había tomado?, mi enfado fue en aumento y la tomé por los brazos cuando posó su dedo herido en mis labios, pintándolo de un rojo carmín, el rojo de su sangre.
-¡¿Estás loca?!- gruñí pero mi lengua tocó mis labios y los relamió delicadamente, saboreando aquel dulce néctar de dioses, me llevé una mano a la cabeza y cerré fuertemente los ojos. -Hitto sinun onnekas- musité en mi perfecto finlandés. Solté los brazos, dejándolos caer pesadamente en el agua y la miré con cuidado, allí seguía ella, expectante a que la mordiera, pero no acabara con su vida.
-Estás cometiendo un grave error...- susurré y la rodeé con los brazos acercándola a mi, sujeté fuerte de su cintura, mientras con la otra apartaba sus cabellos de su delicioso cuello, sujetándola de la nuca y haciendo que girara levemente el rostro. Hundí mi cabeza en el espacio de su cuello y su hombro, olisqueando ese agradable aroma suyo, abrí la boca y posé mis colmillos en él... por un momento temí el no hacerlo, por un momento dudé como un idiota; pero en vez de clavar mis afilados colmillos en su piel, besé su cuello con cuidado y la aparté de mi.
-No caeré en tentaciones, esto no es lo conveniente, ni para ti ni para mi...- volví a decir y la saqué del agua. Tomé mi camisa y mis zapatos, mirándola con recelo, luego la tomé del brazo y estiré de ella tomando el camino hacia su cabaña. -Será mejor que te resguardes antes de que pilles un estúpido resfriado... Muerta no me sirves..- bufé mientras la soltaba con brusquedad frente a la puerta de su casa.
Invitado- Invitado
Re: Sonata Árctica (Threishan)
Estuve a punto de creer que lo haría, que por una vez me haría caso y todo se solucionaría. Pero el muy imbécil se lo pensó,y besó mi cuello, separándose de mi con un "no caeré en tentaciones" más estúpido si cabe. Abrí la boca para protestar, pero Threishan tiró de mi como si fuera mi padre arrastrándome hasta casa. Cuando me soltó de malas maneras frente a la puerta, aun sentía su cercanía en el cuerpo y una adrenalina inexplicable. Me di la vuelta con enfado, y le vi poniéndose la camisa.
-¡Escúchame! - dije alzando la voz por primera vez mientras le cogía de un lado de la prenda-. Me da igual si nos conviene o no. Ni siquiera te has preocupado en pesar que Alainn está aquí observándonos mientras tú haces el tonto y te haces el duro alegando que te tienes que controlar. Como le de por venir a buscarme y yo me niegue a darle lo que quiere, me matará. Tú no podrás hacer absolutamente nada porque eres tan inútil que no te has alimentado antes de venir... y además...
Abrí la boca porque no sabía por donde seguir. Cerré los ojos para intentar tranquilizarme, pero me hervía la sangre. Cuando respiré más despacio alcé la mirada y miré con una expresión extraña a Threishan, una mezcla de desilusión y rabia.
-Y además a ti solo te interesan mis poderes. Cuando me mate a mi y vea que estás sediento, débil, te matará también y se acabaron tus deseos de ser capaz de controlar lo que yo poseo- le empujé hacia atrás a punto de estallar y entré en la casa cerrando con un portazo, pero la puerta no sonó y comprendí que Threishan no había permitido que se encajase-. ¡Y no soy una niña!
Subí de dos en dos los escalones hasta mi habitacion y abrí de malas maneras el armario. Tomé ropa seca y entre en el cuarto de baño dando un portazo que esa vez si sonó. Cuando me cambié abrí la puerta y me tiré en la cama, hundiendo la cara en la almohada más cercana. Temblaba violentamente, pero esta vez solo por la desesperación de no controlar lo que sucedía. Si Threishan seguía siendo tan cabezota se acabaría todo... y si creía que tenía posibilidades con mi primo lo llevaba claro. Quise gritar de frustración, y me escocían los ojos, pero no derramé ni una sola lágrima.
Oi pasos en el piso, pero dejé de escuchar. Me sentía mal por gritarle, por portarme así... pero estaba asustada. Sabía que tarde o temprano tendría que enfrentarme a Alainn... y si ese momento llegaba justo ese día, a esa hora no tendría ni una posibilidad de salir con vida. Nunca me uniría a ellos... pero ¿Qué sabía Threishan de todo aquello? Solo que era un hechicero muy poderoso. ¿A caso debía contárselo?
-¡Escúchame! - dije alzando la voz por primera vez mientras le cogía de un lado de la prenda-. Me da igual si nos conviene o no. Ni siquiera te has preocupado en pesar que Alainn está aquí observándonos mientras tú haces el tonto y te haces el duro alegando que te tienes que controlar. Como le de por venir a buscarme y yo me niegue a darle lo que quiere, me matará. Tú no podrás hacer absolutamente nada porque eres tan inútil que no te has alimentado antes de venir... y además...
Abrí la boca porque no sabía por donde seguir. Cerré los ojos para intentar tranquilizarme, pero me hervía la sangre. Cuando respiré más despacio alcé la mirada y miré con una expresión extraña a Threishan, una mezcla de desilusión y rabia.
-Y además a ti solo te interesan mis poderes. Cuando me mate a mi y vea que estás sediento, débil, te matará también y se acabaron tus deseos de ser capaz de controlar lo que yo poseo- le empujé hacia atrás a punto de estallar y entré en la casa cerrando con un portazo, pero la puerta no sonó y comprendí que Threishan no había permitido que se encajase-. ¡Y no soy una niña!
Subí de dos en dos los escalones hasta mi habitacion y abrí de malas maneras el armario. Tomé ropa seca y entre en el cuarto de baño dando un portazo que esa vez si sonó. Cuando me cambié abrí la puerta y me tiré en la cama, hundiendo la cara en la almohada más cercana. Temblaba violentamente, pero esta vez solo por la desesperación de no controlar lo que sucedía. Si Threishan seguía siendo tan cabezota se acabaría todo... y si creía que tenía posibilidades con mi primo lo llevaba claro. Quise gritar de frustración, y me escocían los ojos, pero no derramé ni una sola lágrima.
Oi pasos en el piso, pero dejé de escuchar. Me sentía mal por gritarle, por portarme así... pero estaba asustada. Sabía que tarde o temprano tendría que enfrentarme a Alainn... y si ese momento llegaba justo ese día, a esa hora no tendría ni una posibilidad de salir con vida. Nunca me uniría a ellos... pero ¿Qué sabía Threishan de todo aquello? Solo que era un hechicero muy poderoso. ¿A caso debía contárselo?
Aishell Demberg- Licántropo Clase Baja
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Re: Sonata Árctica (Threishan)
Mis ojos se abrieron de par en par al oír lo que sus gritos me confesaban, tensé la mandíbula para no ladrar yo también, sus puños se cerraron en mi camisa, en un intento de desesperación por su parte, yo procesaba cada una de sus palabras, mientras sentía como mi corazón iba ganando impulso en su latir; Alainn cerca y yo no lo notaba... eso solo hizo que mi ira creciera aún más. Sus manos empujaron inútilmente mi cuerpo, ella se adentró a su casa, tirando la puerta para darme un portazo en toda la cara, cosa que no permití pues de un suspiro me encontré cerrando yo esa misma puerta con llave, volvió a gritarme, mientras se dirigía a cambiarse sus ropas mojadas, tiré los zapatos a un lado y me quedé allí de pie apretando los puños con fuerza y con la mandíbula tensa.
¿Como no sentía su presencia?, ¿como es posible?... ¡Ahg! si lo que está buscando es la muerte está de suerte pues me tiene cerca para dársela...
Mi rabia aumentaba, deseaba salir a darle caza, a escrutar cada lugar de ese maldito bosque y acabar con su pobre existencia. Di rápidas zancadas hasta llegar en la habitación donde se encontraba Elideth, y la vi allí tumbada en la cama, sintiéndose débil e impotente, bufé una vez mas y suspire profundamente; me estaba obligando a mi mismo a no seguir siendo un maldito vampiro sediento. Me acerqué con pasos silenciosos a ella y me acuclillé de manera en la que pude observar sus ojos pardos y su rostro descompuesto a causa de la rabia que sentía, ladeé un poco la cabeza y uno de mis dedos se posó instintivamente en su brazo, haciendo pequeños círculos en él sin presionar su piel, era mi forma de dar una maldita caricia.
-¿Acaso me crees tan débil?, crees que si yo no puedo hacer ese daño mental que tú y los tuyos pueden, ¿podría salir mal parado?... temo que te vuelves a equivocar pequeña bruja...- susurré levemente mientras posaba la barbilla sobre mi otra mano, la cual posaba en el colchón de paja donde ella estaba tumbada.
¿Como no sentía su presencia?, ¿como es posible?... ¡Ahg! si lo que está buscando es la muerte está de suerte pues me tiene cerca para dársela...
Mi rabia aumentaba, deseaba salir a darle caza, a escrutar cada lugar de ese maldito bosque y acabar con su pobre existencia. Di rápidas zancadas hasta llegar en la habitación donde se encontraba Elideth, y la vi allí tumbada en la cama, sintiéndose débil e impotente, bufé una vez mas y suspire profundamente; me estaba obligando a mi mismo a no seguir siendo un maldito vampiro sediento. Me acerqué con pasos silenciosos a ella y me acuclillé de manera en la que pude observar sus ojos pardos y su rostro descompuesto a causa de la rabia que sentía, ladeé un poco la cabeza y uno de mis dedos se posó instintivamente en su brazo, haciendo pequeños círculos en él sin presionar su piel, era mi forma de dar una maldita caricia.
-¿Acaso me crees tan débil?, crees que si yo no puedo hacer ese daño mental que tú y los tuyos pueden, ¿podría salir mal parado?... temo que te vuelves a equivocar pequeña bruja...- susurré levemente mientras posaba la barbilla sobre mi otra mano, la cual posaba en el colchón de paja donde ella estaba tumbada.
Invitado- Invitado
Re: Sonata Árctica (Threishan)
Vi de refilón la silueta de Threishan entrando por la puerta, pero solo me atreví a mirarle cuando se acuclilló y sus bellos ojos quedaron a la altura de los mios. Me sorprendió el frío contacto de sus dedos en mi brazo, y le escuché con atención. Sentí más impotencia por sus palabras, porque él creía que tenía la situación controlada, y no era así. No obstante estaba agotada. No quería discutir más con él... me sentía horrible cada vez que le devolvía sus sarcásmos, sus gritos.
-No Threishan... n-no sabes de lo que es capaz Alainn- dije con voz suave, titubeante. Bajé la mirada un segundo, para volver a mirarle a los ojos, más cercanos a mi tras haber apoyado él la mandíbula sobre su mano-. S-siento haberte gritado pero... estoy muy asustada. Yo... no soy así. Es solo... una forma de estar segura de que nadie va a ponerse en peligro por querer conocerme. Nadie echa de menos a alguien que bufa cada 4 segundos
No podía creer lo que estaba diciendo, ni tampoco que acabara de esbozar una media sonrisa. Para evitar ver la cara de Threishan, me eché hacia atrás y le hice un hueco en aquella extraña cama. Apoyé los brazos bajo la cabeza y suspiré un tanto arrepentida, volviendo a ponerme seria.
-Alainn no es más poderoso que yo... y no es que esté dudando de tus habilidades pero... Threishan. Se de qué estoy hablando. Alainn es un experto en crear ilusiones... en tentarte para tenerte en su poder. La diferencia que tenemos es que yo detesto matar, pero él da rienda suelta a su poder y le da igual lo que se lleve por delante mientras crea que está defendiendo al linaje de hechiceros...- expliqué cambiando de tema-. Q-quiere tenerme de su parte. Sabe que si formara parte de su clan de magos podría tener lo que quisiera. Vendrá a buscarme y... sucederá lo que él quiera. Me matará sin titubear cuando vea que no le sirvo y yo no haré nada para impedírselo. No quiero ser una asesina si tengo posibilidad de evitar más muertes. Dios... es mi primo. Sigo sin poderme creer que haya cambiado tanto.
Mis palabras se apagaron como una vela. Miré a Threishan que me observaba interesado. Yo volví a bajar la vista.
-Por eso quería que tú estuvieras preparado... yo... no quiero perderte ahora- mis mejillas adquirieron un estúpido color rojizo. Dicho así, parecía una declaración de amor-. Si no consigo controlar mis poderes seguiré sintiendo que esto no es una vida y ahora que tú puedes ayudarme aunque sea por otras razones... no permitiré que Alainn acabe contigo. Tienes que poder defenderte... Threishan y tu sed puede distraerte un momento y...
No llegué a terminar la frase. Sentí la tentación de rozar con los dedos sus profundas ojeras y volví a maldecir por lo bajo. Esperé a que Threishan me gritara o me dijera algo irónico. Estaba tan seguro de si mismo....
-No Threishan... n-no sabes de lo que es capaz Alainn- dije con voz suave, titubeante. Bajé la mirada un segundo, para volver a mirarle a los ojos, más cercanos a mi tras haber apoyado él la mandíbula sobre su mano-. S-siento haberte gritado pero... estoy muy asustada. Yo... no soy así. Es solo... una forma de estar segura de que nadie va a ponerse en peligro por querer conocerme. Nadie echa de menos a alguien que bufa cada 4 segundos
No podía creer lo que estaba diciendo, ni tampoco que acabara de esbozar una media sonrisa. Para evitar ver la cara de Threishan, me eché hacia atrás y le hice un hueco en aquella extraña cama. Apoyé los brazos bajo la cabeza y suspiré un tanto arrepentida, volviendo a ponerme seria.
-Alainn no es más poderoso que yo... y no es que esté dudando de tus habilidades pero... Threishan. Se de qué estoy hablando. Alainn es un experto en crear ilusiones... en tentarte para tenerte en su poder. La diferencia que tenemos es que yo detesto matar, pero él da rienda suelta a su poder y le da igual lo que se lleve por delante mientras crea que está defendiendo al linaje de hechiceros...- expliqué cambiando de tema-. Q-quiere tenerme de su parte. Sabe que si formara parte de su clan de magos podría tener lo que quisiera. Vendrá a buscarme y... sucederá lo que él quiera. Me matará sin titubear cuando vea que no le sirvo y yo no haré nada para impedírselo. No quiero ser una asesina si tengo posibilidad de evitar más muertes. Dios... es mi primo. Sigo sin poderme creer que haya cambiado tanto.
Mis palabras se apagaron como una vela. Miré a Threishan que me observaba interesado. Yo volví a bajar la vista.
-Por eso quería que tú estuvieras preparado... yo... no quiero perderte ahora- mis mejillas adquirieron un estúpido color rojizo. Dicho así, parecía una declaración de amor-. Si no consigo controlar mis poderes seguiré sintiendo que esto no es una vida y ahora que tú puedes ayudarme aunque sea por otras razones... no permitiré que Alainn acabe contigo. Tienes que poder defenderte... Threishan y tu sed puede distraerte un momento y...
No llegué a terminar la frase. Sentí la tentación de rozar con los dedos sus profundas ojeras y volví a maldecir por lo bajo. Esperé a que Threishan me gritara o me dijera algo irónico. Estaba tan seguro de si mismo....
Aishell Demberg- Licántropo Clase Baja
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Fecha de inscripción : 03/02/2010
Re: Sonata Árctica (Threishan)
Ella me explicó todo, con los detalles suficientes como para entenderlo; estaba realmente asustada y temía por... ¿mi vida?, ¿por qué demonios...?, dejé que continuara hablando, mientras la miraba pensativo. ¿Por qué clase de débil criatura me tomaba?, eso hacía que quisiera bufar y callarla, pero no, no lo hice y la escuché con atención, dejé que se desahogara, que siguiera sintiéndose culpable por esas cosas y me contara más sobre ese tal Alainn el poderoso... ¡Bah, patrañas!
"Threishan y tu sed puede distraerte un momento y..." Calló repentinamente mirándome a los ojos, si es verdad, fue un despiste por mi parte ir a buscarla con la sed quemándome la garganta, pero no cometo el mismo error dos veces... y no necesitaba que ella, precisamente ella sintiera pena por mi, pena por verme morir... ¡Eso nunca!. Se hizo a un lado en la cama y yo incorporándome, me senté a su lado, con los pantalones mojados empapando aquellas sábanas, sonreí de lado, de forma irónica ante sus palabras, pero no dije absolutamente nada, ni el más mínimo comentario salió de mi boca; posé una mano en su cabeza, apenas rozándola levemente y acaricié sus cabellos de forma seca, la única forma que sabía hacerlo.
-Deja de delirar tanto y descansa bruja, estás agotada... y no temas por mi ni por ti, cuantas veces te tendré que repetir que el Diablo sabe más por viejo que por Diablo....- me sorprendí a mi mismo al escuchar mi tono de voz., era amable y sereno, ¿hacía cuanto tiempo había dejado de serlo?... empezaba a volverme loco o la bipolaridad podía conmigo, ¡ah dichosa locura! me tienes en tus redes sedosas maldita descocada. Sí, definitivamente estaba loco y mi locura iba en aumento conforme pasaba el tiempo y conforme seguía allí, intentando tranquilizar a un bruja de la que solo pretendía sus poderes... o eso creía yo.
Me levanté de un brinco sin mirarla, observé la ventana, la habitación y todo lo que nos rodeaba, y luego me acerqué a la puerta. El roce de mis pantalones mojados provocaba un ruido molesto que mis delicados oídos no soportaban, me paré en seco frente a la puerta, sujetando el pomo de esta.
-Buenas noches Elideth...- dije girando el rostro y mirándola por encima de mis hombros, abrí la puerta y salí de esa habitación, apoyándome en la barandilla de las escaleras, mientras pensaba como demonios encontrar a la escoria esa de Alainn... él me sería muy útil y su muerte sería la más deliciosa venganza...
"Threishan y tu sed puede distraerte un momento y..." Calló repentinamente mirándome a los ojos, si es verdad, fue un despiste por mi parte ir a buscarla con la sed quemándome la garganta, pero no cometo el mismo error dos veces... y no necesitaba que ella, precisamente ella sintiera pena por mi, pena por verme morir... ¡Eso nunca!. Se hizo a un lado en la cama y yo incorporándome, me senté a su lado, con los pantalones mojados empapando aquellas sábanas, sonreí de lado, de forma irónica ante sus palabras, pero no dije absolutamente nada, ni el más mínimo comentario salió de mi boca; posé una mano en su cabeza, apenas rozándola levemente y acaricié sus cabellos de forma seca, la única forma que sabía hacerlo.
-Deja de delirar tanto y descansa bruja, estás agotada... y no temas por mi ni por ti, cuantas veces te tendré que repetir que el Diablo sabe más por viejo que por Diablo....- me sorprendí a mi mismo al escuchar mi tono de voz., era amable y sereno, ¿hacía cuanto tiempo había dejado de serlo?... empezaba a volverme loco o la bipolaridad podía conmigo, ¡ah dichosa locura! me tienes en tus redes sedosas maldita descocada. Sí, definitivamente estaba loco y mi locura iba en aumento conforme pasaba el tiempo y conforme seguía allí, intentando tranquilizar a un bruja de la que solo pretendía sus poderes... o eso creía yo.
Me levanté de un brinco sin mirarla, observé la ventana, la habitación y todo lo que nos rodeaba, y luego me acerqué a la puerta. El roce de mis pantalones mojados provocaba un ruido molesto que mis delicados oídos no soportaban, me paré en seco frente a la puerta, sujetando el pomo de esta.
-Buenas noches Elideth...- dije girando el rostro y mirándola por encima de mis hombros, abrí la puerta y salí de esa habitación, apoyándome en la barandilla de las escaleras, mientras pensaba como demonios encontrar a la escoria esa de Alainn... él me sería muy útil y su muerte sería la más deliciosa venganza...
Invitado- Invitado
Re: Sonata Árctica (Threishan)
Pensé por un instante en cerrar los ojos y dejarme llevar por el roce de sus dedos. Era todo un consuelo que alguien se atreviera a tocarme siquiera. Suspiré ante sus palabras, sintiéndolas por primera vez amables. ¿Cuánto duraría aquello?. "Ojalá tengas razón Threishan" pensé para él. Le vi levantarse y observar la habitación pensativo. Fue entonces cuando me percaté de que sus pantalones estaban completamente empapados... y se me ocurrió una idea estúpida que apareció en mi mente mientras pensaba en lo que podría ocurrir si Alainn aparecía esa misma noche y yo estaba sola. Dejándome llevar por el pánico me levanté de la cama y me asomé por la barandilla casi con histeria.
-¡Espera Threishan! No te vayas... por favor- musité un tanto cohibida cuando su mirada se clavó en la mia. Bajé unos escalones hasta quedar frente a él y me estrujé las manos con nerviosismo. Oh dios mio, cómo me iba a arrepentir de mis palabras si se reía de mi-. No quiero quedarme sola...
No pude seguir sosteniéndole la mirada. La fijé en sus pantalones, que se pegaban a sus piernas y después en su camiseta, sin abrochar. Al final decidí que era mejor mirar a cualquier lugar no sugerente... y se me ocurrió que mirarle a los labios no lo era. Grandes ideas incita el miedo. Cambié el peso de mi cuerpo de una pierna a otra y me pregunté en qué momento había dejado de hacerme la valiente.
-Puedo darte ropa seca y... esa habitación está libre...- dije señalándo detrás suyo. Los labios de Threishan se fruncieron levemente y yo sentí un escalofrío-. Has dicho que estás durmiendo en un hotel... asi no tendrás que pagarlo hoy y te puedes quedar también de día porque... creo que no puedes salir fuera. A mi no me molestarías y te da tiempo a ir a cazas si quieres antes de que empiece a... amanecer o puedes aceptar la oferta que te hice en el río.
En este punto ya no sabía qué decir. Me estaba volviendo completamente loca. ¡Le acababa de decir que si quería aun podía beber mi sangre! Subí de nuevo los escalones que había bajado intentando no hundirme en la verguenza y entré en la habitación antigua de Alainn. Abrí su armario y saqué unos pantalones y una camisa nueva. La había comprado con la esperanza de que volviera, pero nunca la había llegado a estrenar. Salí fuera y se la tendí a Threishan aun sin mirarle.
- Se que no quieres pero... me harías un... gran favor si te quedaras. No te lo volveré a pedir nunca más - dije con voz queda. Sin duda, había sido una mala idea. Me quedé ahí estúpidamente quieta... ¿dónde había escondido mi muralla de odio y fastidio constante?
-¡Espera Threishan! No te vayas... por favor- musité un tanto cohibida cuando su mirada se clavó en la mia. Bajé unos escalones hasta quedar frente a él y me estrujé las manos con nerviosismo. Oh dios mio, cómo me iba a arrepentir de mis palabras si se reía de mi-. No quiero quedarme sola...
No pude seguir sosteniéndole la mirada. La fijé en sus pantalones, que se pegaban a sus piernas y después en su camiseta, sin abrochar. Al final decidí que era mejor mirar a cualquier lugar no sugerente... y se me ocurrió que mirarle a los labios no lo era. Grandes ideas incita el miedo. Cambié el peso de mi cuerpo de una pierna a otra y me pregunté en qué momento había dejado de hacerme la valiente.
-Puedo darte ropa seca y... esa habitación está libre...- dije señalándo detrás suyo. Los labios de Threishan se fruncieron levemente y yo sentí un escalofrío-. Has dicho que estás durmiendo en un hotel... asi no tendrás que pagarlo hoy y te puedes quedar también de día porque... creo que no puedes salir fuera. A mi no me molestarías y te da tiempo a ir a cazas si quieres antes de que empiece a... amanecer o puedes aceptar la oferta que te hice en el río.
En este punto ya no sabía qué decir. Me estaba volviendo completamente loca. ¡Le acababa de decir que si quería aun podía beber mi sangre! Subí de nuevo los escalones que había bajado intentando no hundirme en la verguenza y entré en la habitación antigua de Alainn. Abrí su armario y saqué unos pantalones y una camisa nueva. La había comprado con la esperanza de que volviera, pero nunca la había llegado a estrenar. Salí fuera y se la tendí a Threishan aun sin mirarle.
- Se que no quieres pero... me harías un... gran favor si te quedaras. No te lo volveré a pedir nunca más - dije con voz queda. Sin duda, había sido una mala idea. Me quedé ahí estúpidamente quieta... ¿dónde había escondido mi muralla de odio y fastidio constante?
Aishell Demberg- Licántropo Clase Baja
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Fecha de inscripción : 03/02/2010
Re: Sonata Árctica (Threishan)
Suspiré sonoramente cuando ella puso la ropa seca en mis brazos, y arqueé los labios en una media sonrisa sarcástica; sí, ella estaba desesperada y su única ayuda era yo, un vampiro, un depredador... El perfecto Demonio. Bajé la mirada y posé una mano sobre las prendas secas.
-No sé... no sé ni por qué he de aceptar... Mi locura crece por momentos- dije, llevándome una mano a la frente y frotándola a causa de la confusión, sí, definitivamente mi locura aumentaba y aquella era la marca exacta a lo que me refería.
Tal vez sea el hecho de que el tal Alainn estuviera cerca y en realidad la amenazara de muerte, pues ella era la llave de mis objetivos y no me permitiría perderla así por que sí. Tuve que aceptar su propuesta, me llevé la ropa al hombro y bufé de mala gana, mirándola por encima del hombro.
-Me quedaré, pero tu sangre no la quiero.- y dicho eso dejé la ropa en brazos de Elideth y salí como alma que lleva el diablo de aquella casa.
Busqué la aldea más cercana y me deleité con la sangre de dos muchachos que se encontraban en las afueras, bebiendo su dulce vino, saboreando sus últimos suspiros calentando con aquél dulce carmesí la fría temperatura de mi cuerpo; solo me llevó veinte minutos aquello y luego volví junto a Elideth, allí estaba ella en aquél salón, sentada en su sofá, con las prendas secas en sus brazos.
Tomé las ropas sin mirarla y me dirigí al baño a asearme; bajé de nuevo las escaleras, incómodo por aquella ropa a la cual no estaba acostumbrado, no abroché los botones de esa camisa, dejando medio pecho al descubierto y el precioso collar de oro que siempre pendía de mi cuello, el collar del doloroso recuerdo. La camisa rasgaba por el cuello y era una sensación incómoda, me recordaba a mis días trabajando como jardinero con mi querida Nana, pues eran las únicas ropas que nos podíamos permitir y si podíamos. Ese recuerdo hizo que mi rostro se tornara en una mueca de asco, pero la cambié rápidamente al estar de pie frente a la bruja.
-Espero y no se aprecie un solo rayo de sol en aquella habitación- dije con un gesto de cabeza, señalando las escaleras, metí las manos en los bolsillos y clavé los ojos en su mirada desesperada. -Quedan unas horas para el amanecer, será mejor que vayas a descansar- dije de nuevo, bajando levemente el tono de mi voz y mirando para la ventana, que mostraba la plena oscuridad del bosque a nuestro alrededor.
-No sé... no sé ni por qué he de aceptar... Mi locura crece por momentos- dije, llevándome una mano a la frente y frotándola a causa de la confusión, sí, definitivamente mi locura aumentaba y aquella era la marca exacta a lo que me refería.
Tal vez sea el hecho de que el tal Alainn estuviera cerca y en realidad la amenazara de muerte, pues ella era la llave de mis objetivos y no me permitiría perderla así por que sí. Tuve que aceptar su propuesta, me llevé la ropa al hombro y bufé de mala gana, mirándola por encima del hombro.
-Me quedaré, pero tu sangre no la quiero.- y dicho eso dejé la ropa en brazos de Elideth y salí como alma que lleva el diablo de aquella casa.
Busqué la aldea más cercana y me deleité con la sangre de dos muchachos que se encontraban en las afueras, bebiendo su dulce vino, saboreando sus últimos suspiros calentando con aquél dulce carmesí la fría temperatura de mi cuerpo; solo me llevó veinte minutos aquello y luego volví junto a Elideth, allí estaba ella en aquél salón, sentada en su sofá, con las prendas secas en sus brazos.
Tomé las ropas sin mirarla y me dirigí al baño a asearme; bajé de nuevo las escaleras, incómodo por aquella ropa a la cual no estaba acostumbrado, no abroché los botones de esa camisa, dejando medio pecho al descubierto y el precioso collar de oro que siempre pendía de mi cuello, el collar del doloroso recuerdo. La camisa rasgaba por el cuello y era una sensación incómoda, me recordaba a mis días trabajando como jardinero con mi querida Nana, pues eran las únicas ropas que nos podíamos permitir y si podíamos. Ese recuerdo hizo que mi rostro se tornara en una mueca de asco, pero la cambié rápidamente al estar de pie frente a la bruja.
-Espero y no se aprecie un solo rayo de sol en aquella habitación- dije con un gesto de cabeza, señalando las escaleras, metí las manos en los bolsillos y clavé los ojos en su mirada desesperada. -Quedan unas horas para el amanecer, será mejor que vayas a descansar- dije de nuevo, bajando levemente el tono de mi voz y mirando para la ventana, que mostraba la plena oscuridad del bosque a nuestro alrededor.
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