Detrás de la mascara [Privado]

Era cierto que los clientes suelen ser demasiado diferentes, todos tienen un toque especial que hacen encerrar una historia diferente en cada noche. Algunos dejan marcas profundas, capaces de hacer que recuerde hasta más el insignificante detalle de ellos, otros simplemente se borran como las palabras son borradas con el viento que sopla contra un árbol. Pero esta noche la forma en que mi respiración movía mi pecho de manera acelerada me indicaba que había algo particular en este encuentro. Esperaba no estar equivocada.

En el burdel tenía un cuarto asignado especialmente para que pudiera utilizarlo a mi conveniencia con mis clientes. En el fondo de la habitación se encontraba una pared que había destinado para colgar cada noche el antifaz que había utilizado con cada persona distinta, cada uno de ellos se pudieran hablar seguramente tendría un exquisito relato erótico proveniente de las caricias dadas, las sabanas enredadas, el sudor mezclado, las caricias y besos exigentes. ¿Que historia contaría este? Solté un suspiro achicando ligeramente los ojos para poder descubrir de donde provenía esa voz tan imponente, deseaba descubrir el rostro de mi acompañante aquella noche, era curiosa no podía negarlo pero tanta era la oscuridad que me era imposible descubrir de quien se trataba.

Lleve mi mano derecha hasta posarla sobre mi cadera tomando una postura más cómoda estando de pie frente a mi nuevo cliente - La boca del lobo tal vez, pero puedes desnudar mi cuerpo más no mi rostro, ni mi alma caballero - Susurré sabiendo que entre tanto silencio sepulcral podría escuchar claramente mis palabras. - ¿Acaso tiene un problema con el objeto? Si no es de su agrado no puedo quedarme, le mandaré a alguien más si le desagrada - Sonreí de manera descarada mientras giraba un poco el rostro buscando donde acomodarme. A escasos pasos se encontraba un hermoso sillón, aunque ligeramente arañado. Avance a paso lento para tomar asiento, no forzaría mi vista para encontrar al futuro amante de aquella noche, cuando fuera el momento indicado me pediría acercarme o incluso el lo haría entre las sombras de su propia habitación - ¿Tiene algún problema con las instalaciones del burdel? - Un poco de charla antes del acto carnal nunca estaba demás aunque mi cuerpo estaba deseoso de sentir caricias humanas. Mi adicción al acto sexual era algo evidente, algo que tenía que ocultar tras un antifaz ante la sociedad y buscar saciar la sed de mi cuerpo de una manera "inapropiada" para aquel circulo en el que me encontraba.

Llevé un mechón de mi cabello acomodándolo detrás de la oreja, la situación comenzaba a darme una sensación extraña. De vez en cuando sentía mi piel erizarse suavemente ante la incertidumbre, el miedo de lo que podía pasar. La inseguridad recorrió mi cuerpo, pero debía guardar la calma, en el burdel habían indicado que era de los mejores clientes que se tenía y por eso el trato tan especial y particular al caballero - ¿Cuál es su nombre? - La mezcla se sensualidad con cierta pizca de seguridad y miedo podía ser percibida claramente en mi voz. - ¿Que me ofrecerá de beber esta noche? - Siempre tenía en claro la manera en que se manejaban los clientes la mayoría de ellos solían tratar a las mujeres de la vida galante, como yo, solo como un pedazo de carne para utilizar pero nosotras también éramos seres humanos con necesidades, con sentimientos y deseos que si eran manejados de manera sabia por nosotras podíamos satisfacer. La satisfacción no solo era buscada por nosotras para ellos, también para nosotras mismas. Mordisqueaba mi labio inferior ansiosa, mis manos jugueteaban entre ellas enredando los dedos encima del vientre, los segundos pasaban, mil preguntas inundaban mi cabeza ante tanto misterio. ¿Qué estaba por desatarse aquella noche?