Naëlle Sophie Seydoux

-Nombre del Personaje:
Naëlle Sophie Seydoux.

-Edad:
17.

-Especie:
Humana.

-Tipo y Clase Social:
Cortesana.

-Orientación Sexual:
Heterosexual.

-Lugar de Origen:
Montepellier (Francia).

-Descripción Física:

Spoiler:

-Descripción Psicológica:
Naëlle es una chica que ha sufrido mucho a lo largo de su vida, y esto es algo que se refleja en su carácter: si bien intenta mostrarse en todo momento optimista y sonriente, lo cierto es que la mayoría del tiempo se ve atormentada por el miedo y la angustia debido a su enfermedad (explicada más abajo) y a su creciente debilidad como consecuencia de la misma, además de las crecientes pesadillas que la acechan cada vez más a menudo a raíz de la muerte de su padre. Es una persona que, en origen soñadora, ha tenido que dejar de lado sus fantasías para enfrentarse a una realidad dura repleta de trabajo y sacrificio sin recompensa. A pesar de que se muestra valiente y temeraria ante los demás, lo cierto es que por dentro no ha dejado de ser una niña asustada de una muerte que se le hace cada vez más inminente. Odia que los demás intenten interceder por ella y protegerla, ya que la joven piensa que es ella la que debe de encarar las cosas sin escudarse detrás de nadie. Toda esta ambivalencia viene por culpa de su enfermedad, que la hace sentir débil e inútil, cuando lo que ella más desea es poder hacerse cargo de su propia vida y de la de aquellos a los que quiere.

-Historia:
Naëlle tuvo una feliz infancia en Montpellier, ciudad al sur de Francia, donde residía confortablemente con su madre, Hélène Seydoux, profesora de piano, y su padre, Abel Seydoux, próspero comerciante de telas y hombre muy religioso. La pequeña familia disfrutó de una vida pacífica y sin ningún tipo de incidente hasta que una noche de tormenta, cuando Naëlle tan sólo contaba con cinco años, un niño de apenas tres apareció medio moribundo en los peldaños de la entrada de la casa Seydoux. Hélène y Abel se apiadaron instantáneamente del infante, que al parecer había sido brutalmente apaleado y no lograba recordar quién era o cómo había llegado hasta allí, por lo que lo auxiliaron y lo cuidaron durante semanas hasta que se hubo repuesto totalmente. El niño, a pesar de su incapacidad para recordar nada, demostró tener un temperamento dulce que conmovió tanto a los padres de Naëlle como a la propia niña, y pronto se vieron incapaces de decirle adiós. Le dieron un nombre, Didier, y desde ese momento, pasó a ser un Seydoux más. Hélène y Abel lo criaron como un hijo, y Naëlle y Didier se sintieron casi instantáneamente unidos por una conexión muy fuerte que les impedía estar separados. Así pues, el tiempo transcurrió felizmente para la familia hasta que, repentina y desgraciadamente, Hélène encontró la muerte por culpa de una enfermedad en la sangre que la fue debilitando cada vez más hasta consumirla del todo. Desde entonces, Abel no pudo más que sumirse en una espiral de dolor y abatimiento que obligó a Naëlle, de tan sólo 12 años, a ocuparse de la casa y de Didier, que se había convertido en un niño de 10 años algo rebelde y que siempre andaba metido en algún tipo de problema con otros chicos de la ciudad. No mucho después, el comercio de telas de Abel se vino abajo, y los Seydoux se vieron totalmente arruinados. El hombre comenzó a perder la razón, rezando a todas horas y llorando como un niño pequeño entre rezo y rezo. Esta desesperación lo acabó llevando al suicidio. Fue Naëlle la que encontró a su padre en su cuarto después de que éste hubiera decidido accionar una pistola contra sus sienes, lo que le acarrearía una serie de pesadillas nocturnas que la perseguirían a partir de entonces sin cesar. Viéndose huérfanos y sin nada que llevarse a la boca, Naëlle y Didier se mantuvieron unidos en la adversidad, aunque ambos empleando distintos métodos: Naëlle buscando cualquier trabajo que les pudiera proporcionar algo de pan a ella y a su hermano, y Didier robando y estafando, algo en lo que se había hecho bastante bueno, por desgracia. Sin embargo, ninguno de los trabajos de Naëlle resultaban estables, y Didier siempre acababa metido en problemas más graves de los que ambos hermanos podían sobrellevar, por lo que siempre terminaban de nuevo viviendo en la calle como mendigos. Fue entonces cuando Naëlle, con 16 años de edad, comenzó a notar que, día tras día, se sentía más y más débil; constantes hemorragias y hematomas aparecían en su cuerpo de un día a otro, la fiebre la acechaba y se marchaba a placer, dejándola exhausta. Desde el primer momento, supo reconocer en sí misma la enfermedad que había llevado a su madre a la muerte. No obstante, decidió ocultarle su enfermedad a Didier y enmascararla como simple fatiga, pues su hermano había comenzado a comportarse de manera extraña, culpándose a sí mismo por todo lo que le había pasado a la familia Seydoux desde que él había aparecido años atrás en la puerta de la casa. Estaba convencido de que él atraía el mal. Así pues, como último recurso, Naëlle decidió que debían probar suerte en otra ciudad, y decidiéndose por París, que, según la joven, tenía que estar llena de posibilidades, marcharon en busca de una nueva vida. Naëlle acabó trabajando como cortesana en un burdel, a pesar de que hizo creer a Didier que trabajaba de camarera en una taberna cualquiera. El chico, por su parte, se dedicó a seguir haciendo lo que mejor se le daba: robar y estafar.

-Datos Extras:
-La enfermedad que padece Naëlle es leucemia, aunque por entonces se conocía bien poco de la enfermedad, por no hablar de que Naëlle no tiene posibilidad de acceder a un buen médico con conocimientos sobre este tipo de males.
-Didier está enamorado de Naëlle, pero ella no lo sabe. Por su parte, Naëlle no está segura de lo que siente por el chico, pero no le gusta pensar demasiado en ello, pues considera que, de todas maneras, no le vale la pena preocuparse por cosas tan superficiales cuando no sabe siquiera cuánto le queda de vida.
-Le encantan los dulces, y tiene la extraña costumbre de comer el postre siempre antes que el resto de la comida.