AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Entrecortada monotonia [~.Privado.~]
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Entrecortada monotonia [~.Privado.~]
-La voz de una sonata parecía más suave que desde el comienzo cual si intuyese que los espectadores, pendientes de la misma estaban atentos a cada alto y cada bajo pues de ese modo sintiéndose protagonista mantenia algunas sonrisas, rostros o movimientos de manos segun cambiase el ritmo aun cuando era de idiotas hacer aquello no podía sino admirar la naturaleza humana percatándose de cuan simple era susodicha. Sus orbes ausentes viajaron hacia la puerta con significativo reproche pues su pareja llegaba tarde no era que le importase en exceso pero gustaba de su compañia en tiempos donde el silencio corroboraba su soledad. Una mujer hablando de la grandeza del teatro no era una conversacion adecuada pues cifraba a personas que ni merecian el honor de poseer una obra de teatro en la actualidad más celoso de su silencio cultivaba cada frase en su mente para en algun otro momento discutirla cuando hubiera tiempo-
Mm... - Su silencio dio paso a un reconocimiento cuando la sonata cambio un poco más silenciosa, esperaba a su compañera alguien a quien siempre iba a buscar al burdel o fuera de él, no solo de sexo podía vivir pues habia descubierto en ella a una descarada conversadora que por el momento hacia de sus tardes un saludable placer. No era así con la gente precavido con sus movimientos escondía lo que los mortales llamaban "sentimientos" si no era que ya estaba despojado de éstos pues nunca le habian hecho falta, entorpecian su camino el cual debia de seguir sin que nada se interpusiera en su camino. Solo algunas veces la amistad o la tranquilidad corrían por sus venas con elegancia obligándole a ver con otros ojos el mundo exterior, después, se encerraba en su caparazón de trabajo del cual si podía no salía durante meses enteros pero en épocas como aquesta no poseía ciertamente demasiados clientes asi que la distraccion del teatro era un lujo que podía permitirse
Hacia tiempo que no habia pisado el teatro pues para él no hacia falta un guion para crear actos imaginativos, los espiritus rodeaban a los mortales sentándose a veces sobre las piernas de una mujer robusta o un anciano que no se percataba de la frialdad del ambiente, otros miraban al brujo, curiosos, pero volvían a sus quehaceres de olvido como si la obra les diese un motivo para seguir alli, sentandose sobre los mortales... se preguntó como verían el mundo o que era para ellos lo normal ¿eran los mortales anormales para ellos? ¿simples marionetas? pero siempre evitaba responder sus propias preguntas especialmente al reconocer una figura que se acercaba-
Mm... - Su silencio dio paso a un reconocimiento cuando la sonata cambio un poco más silenciosa, esperaba a su compañera alguien a quien siempre iba a buscar al burdel o fuera de él, no solo de sexo podía vivir pues habia descubierto en ella a una descarada conversadora que por el momento hacia de sus tardes un saludable placer. No era así con la gente precavido con sus movimientos escondía lo que los mortales llamaban "sentimientos" si no era que ya estaba despojado de éstos pues nunca le habian hecho falta, entorpecian su camino el cual debia de seguir sin que nada se interpusiera en su camino. Solo algunas veces la amistad o la tranquilidad corrían por sus venas con elegancia obligándole a ver con otros ojos el mundo exterior, después, se encerraba en su caparazón de trabajo del cual si podía no salía durante meses enteros pero en épocas como aquesta no poseía ciertamente demasiados clientes asi que la distraccion del teatro era un lujo que podía permitirse
Hacia tiempo que no habia pisado el teatro pues para él no hacia falta un guion para crear actos imaginativos, los espiritus rodeaban a los mortales sentándose a veces sobre las piernas de una mujer robusta o un anciano que no se percataba de la frialdad del ambiente, otros miraban al brujo, curiosos, pero volvían a sus quehaceres de olvido como si la obra les diese un motivo para seguir alli, sentandose sobre los mortales... se preguntó como verían el mundo o que era para ellos lo normal ¿eran los mortales anormales para ellos? ¿simples marionetas? pero siempre evitaba responder sus propias preguntas especialmente al reconocer una figura que se acercaba-
Aetos- Hechicero/Realeza
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Re: Entrecortada monotonia [~.Privado.~]
A veces solía pensar que los días de verano hacían perder a las personas la verdadera noción del tiempo. O simplemente era algo que solo le sucedía a mi persona, pues tan solo por el simple hecho que la partida del Sol se diese mucho más tarde que en otras épocas generaba que cada acción de mi parte tendiera a prolongarse mucho más de lo necesario.
El alistamiento era una de esas cosas en las que recaía gran parte de ese tiempo fugaz sin percepción real de su transcurso. Pero una visita al teatro ameritaba ese tipo de retrasos. Y una visita al teatro junto al singular Aetos, mucho más.
Inevitable fue repasar en mi cabeza mientras daba unos últimos toques a mi peinado cuantas tardes habíamos compartido juntos de forma tan amena. Sin dudas era algo totalmente satisfactorio el pasar momentos con alguien fuera del Burdel y explorar nuevos rincones de la ciudad. Mi residencia en París era de unas pocas semanas, pero junto al galante e intelectual joven con quien solía citarme había adquirido velozmente mucha experiencia sobre los secretos insertos entre los adoquines de la ciudad.
Cuatro gotas de perfume liberadas en puntos estratégicos del cuerpo y un último vistazo en el espejo me daban permiso a partir hacia el teatro en el carruaje que el mismo Aetos me había asignado para recogerme ese día como tantos otros.
No fue necesaria la aclaración de ir con prisa, pues a esas alturas hasta el chofer el vehículo rodante jalado por dos hermosos caballos ya sabía que la obra había dado comienzo.
Ojeando las calles parisinas a través de la pequeña ventanilla a mi lado me cuestioné cuando fue la última vez que había visitado el teatro, teniendo sinceramente un vago recuerdo de ese día. Sin embargo tantas obras deleitaron mis ojos y mente en forma de libros que eso podría tomarse como un “Teatro a domicilio” donde el lector imaginaba la obra a su entera placidez. Afortunadamente en mi cabeza lo que imaginaba siempre terminaba por ser más espectacular que la obra misma vista desde un palco teatral.
- Ojala no se haya molestado por la tardanza – interrumpí en mis pensamientos, aunque ¿cómo iba a saber yo si no era de su propia boca si aquél a quien iría a acompañar se molestaba ante mis retrasos? Todo lo que hacía a Aetos interesante, era precisamente lo que tornaba a su persona algo indescifrable para mí aún. Como gran optimista no había perdido siquiera un mínimo de la esperanza en comprenderle, en entender su forma de expresar sentimientos sin tener que preguntárselo directamente. Y no era solo por una cuestión de interés como muchos pensarían, pues con él todo radicaba un poco más allá de lo previsible, de lo obvio.
- Soy la acompañante de Monsieur Aetos – proclame a la entrada del teatro orgullosa, más sin perder recuerdo de mi atraso. Unos cuantos escalones y un suspiro de relajación después me adentré sigilosamente en el palco donde por indicaciones tenía por aclarado el caballero se encontraría.
Los ojos despojantes de instantánea molestia no tardaron en recaer sobre mí. “Llegar en medio de una obra, que falta de respeto” sellarían en su mente las regordetas veteranas amantes del chisme que bajo sus agrios semblantes trataban de insinuar indiferencia pese a clavar sus orbes en cada movimiento de mi parte hasta arribar junto al quien para esas alturas también había notado mi llegada.
- No sé si una disculpa tenga el poder de atrasar las agujas del reloj – le conferí en un susurro casi imperceptible acompañado de una leve sonrisa en son de aplacar aquella falta cometida mientras tomaba asiento delicadamente. Mis orbes se posaron sobre los de Aetos y cómicamente en ese preciso momento la supuesta obra a contemplar estaba ya en segundo plano.
El alistamiento era una de esas cosas en las que recaía gran parte de ese tiempo fugaz sin percepción real de su transcurso. Pero una visita al teatro ameritaba ese tipo de retrasos. Y una visita al teatro junto al singular Aetos, mucho más.
Inevitable fue repasar en mi cabeza mientras daba unos últimos toques a mi peinado cuantas tardes habíamos compartido juntos de forma tan amena. Sin dudas era algo totalmente satisfactorio el pasar momentos con alguien fuera del Burdel y explorar nuevos rincones de la ciudad. Mi residencia en París era de unas pocas semanas, pero junto al galante e intelectual joven con quien solía citarme había adquirido velozmente mucha experiencia sobre los secretos insertos entre los adoquines de la ciudad.
Cuatro gotas de perfume liberadas en puntos estratégicos del cuerpo y un último vistazo en el espejo me daban permiso a partir hacia el teatro en el carruaje que el mismo Aetos me había asignado para recogerme ese día como tantos otros.
No fue necesaria la aclaración de ir con prisa, pues a esas alturas hasta el chofer el vehículo rodante jalado por dos hermosos caballos ya sabía que la obra había dado comienzo.
Ojeando las calles parisinas a través de la pequeña ventanilla a mi lado me cuestioné cuando fue la última vez que había visitado el teatro, teniendo sinceramente un vago recuerdo de ese día. Sin embargo tantas obras deleitaron mis ojos y mente en forma de libros que eso podría tomarse como un “Teatro a domicilio” donde el lector imaginaba la obra a su entera placidez. Afortunadamente en mi cabeza lo que imaginaba siempre terminaba por ser más espectacular que la obra misma vista desde un palco teatral.
- Ojala no se haya molestado por la tardanza – interrumpí en mis pensamientos, aunque ¿cómo iba a saber yo si no era de su propia boca si aquél a quien iría a acompañar se molestaba ante mis retrasos? Todo lo que hacía a Aetos interesante, era precisamente lo que tornaba a su persona algo indescifrable para mí aún. Como gran optimista no había perdido siquiera un mínimo de la esperanza en comprenderle, en entender su forma de expresar sentimientos sin tener que preguntárselo directamente. Y no era solo por una cuestión de interés como muchos pensarían, pues con él todo radicaba un poco más allá de lo previsible, de lo obvio.
- Soy la acompañante de Monsieur Aetos – proclame a la entrada del teatro orgullosa, más sin perder recuerdo de mi atraso. Unos cuantos escalones y un suspiro de relajación después me adentré sigilosamente en el palco donde por indicaciones tenía por aclarado el caballero se encontraría.
Los ojos despojantes de instantánea molestia no tardaron en recaer sobre mí. “Llegar en medio de una obra, que falta de respeto” sellarían en su mente las regordetas veteranas amantes del chisme que bajo sus agrios semblantes trataban de insinuar indiferencia pese a clavar sus orbes en cada movimiento de mi parte hasta arribar junto al quien para esas alturas también había notado mi llegada.
- No sé si una disculpa tenga el poder de atrasar las agujas del reloj – le conferí en un susurro casi imperceptible acompañado de una leve sonrisa en son de aplacar aquella falta cometida mientras tomaba asiento delicadamente. Mis orbes se posaron sobre los de Aetos y cómicamente en ese preciso momento la supuesta obra a contemplar estaba ya en segundo plano.
Analeigh Leisser- Mensajes : 180
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Re: Entrecortada monotonia [~.Privado.~]
-No había obra por entretenida que fuese que apartase de su cabeza el tono de voz de la mujer a la que habia estado esperando con tanto celo, aunque la protagonista siguiera su discurso mencionando los desdichados que eran los de su familia cuando se sentó a su lado solo su perfume fué otro proclamo más de su aparición, relajando su esencia el brujo dirigió una fría mirada a todos los que osaran mirar a su acompañante, miraba sin recelo como muchos apretaban los labios en señal desaprobatoria pero ante la mirada del brujo las palabras se achicaban hasta desaparecer pues veia que algunos ojos traviesos aún querían un último reto consiguiendo despues una derrota escrita en los propios rostros-tardaste menos de lo usual -mencionó mirandole, la naturaleza coqueta de la mujer era incluso más hermosa de lo que había pensado pues sin duda la belleza de Analeigh era admirable especialmente para él que la habia contemplado desnuda tomándose su tiempo.
La obra ya en segundo plano parecía avergonzarse bajando el tono de voz de los protagonistas, admiraba sin recelo a su acompañante...el vestido que no neutralizaba las formas de su cuerpo sino que las exponía con gracia, los cabellos deslizándose elegantes por los hombros dejaban algunos mechones de naturaleza traviesa por el cuello nadando por el mismo, su respiración acentuaba sus senos dibujando una parte hermosa a la vez que incitadora que obtuvo el asentimiento del brujo. No era un hombre que se dejase llevar por las bajas pasiones en cualquier momento pues imagino que en su lugar otra persona aprovecharía el tiempo para tocar las piernas desnudas que tanto atraian o para besar su cuello borrando con saliva el perfume que ahora mismo bañaba sus orificios...no, era mejor admirar a una mujer de ese modo con la misma lentitud pero sensualidad para que ambos lo desearan y no fueran unas manos rápidas y achacadas por la edad o el deseo de un desahogo rápido las que le apretasen- Espero que no haya supuesto un problema
-No se estaba disculpando, habia hablado con la madame después de haber entablado una conversación con su compañera aunque de todos modos no se habría negado despues de los contactos que poseía Aetos quien hasta dominaba el terreno del palacio, el cuerpo varonil del brujo reposó con elegancia en la silla apoyando el codo de la mano derecha en el apoyabrazos de su asiento dejando el mentón sobre la palma de la mano admirando la obra- Es de amor y traición, un hombre se ha enamorado de alguien que no debe pues sus padres recelosos la han entregado a un viejo rico para salir de la pobreza, él, atractivo y trabajador al final se casa con la hija de uno de sus patrones pero se ve a escondidas con la otra mujer desatando su pasion, siente la furia del deseo mientras que cuando llega, su esposa timida y tierna le da amor en forma de besos timidos -siguió rastreando el movimiento de sus propios labios con los dedos cuando sus orbes volvieron a la escena del muchacho apoyado en la puerta del hogar sin saber si entrar o marcharse-
él desea irse al ejercito para volver como un hombre nuevo y dedicarse a su esposa pero la otra mujer, loca de amor y de celos marcha a buscarle a solas fingiendo un embarazo solo para arruinarle la vida y para que ella consiga lo que desea -la observó despues de hablar sabiendo que no era una actuacion como otra cualquiera pues el recato o la tradicion de la tragicomedia siempre habia dominado los escenarios de todo Paris-
La obra ya en segundo plano parecía avergonzarse bajando el tono de voz de los protagonistas, admiraba sin recelo a su acompañante...el vestido que no neutralizaba las formas de su cuerpo sino que las exponía con gracia, los cabellos deslizándose elegantes por los hombros dejaban algunos mechones de naturaleza traviesa por el cuello nadando por el mismo, su respiración acentuaba sus senos dibujando una parte hermosa a la vez que incitadora que obtuvo el asentimiento del brujo. No era un hombre que se dejase llevar por las bajas pasiones en cualquier momento pues imagino que en su lugar otra persona aprovecharía el tiempo para tocar las piernas desnudas que tanto atraian o para besar su cuello borrando con saliva el perfume que ahora mismo bañaba sus orificios...no, era mejor admirar a una mujer de ese modo con la misma lentitud pero sensualidad para que ambos lo desearan y no fueran unas manos rápidas y achacadas por la edad o el deseo de un desahogo rápido las que le apretasen- Espero que no haya supuesto un problema
-No se estaba disculpando, habia hablado con la madame después de haber entablado una conversación con su compañera aunque de todos modos no se habría negado despues de los contactos que poseía Aetos quien hasta dominaba el terreno del palacio, el cuerpo varonil del brujo reposó con elegancia en la silla apoyando el codo de la mano derecha en el apoyabrazos de su asiento dejando el mentón sobre la palma de la mano admirando la obra- Es de amor y traición, un hombre se ha enamorado de alguien que no debe pues sus padres recelosos la han entregado a un viejo rico para salir de la pobreza, él, atractivo y trabajador al final se casa con la hija de uno de sus patrones pero se ve a escondidas con la otra mujer desatando su pasion, siente la furia del deseo mientras que cuando llega, su esposa timida y tierna le da amor en forma de besos timidos -siguió rastreando el movimiento de sus propios labios con los dedos cuando sus orbes volvieron a la escena del muchacho apoyado en la puerta del hogar sin saber si entrar o marcharse-
él desea irse al ejercito para volver como un hombre nuevo y dedicarse a su esposa pero la otra mujer, loca de amor y de celos marcha a buscarle a solas fingiendo un embarazo solo para arruinarle la vida y para que ella consiga lo que desea -la observó despues de hablar sabiendo que no era una actuacion como otra cualquiera pues el recato o la tradicion de la tragicomedia siempre habia dominado los escenarios de todo Paris-
Aetos- Hechicero/Realeza
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Re: Entrecortada monotonia [~.Privado.~]
¡Oh Aetos! ¿Sería simplemente el poder de su particular y penetrante mirada lo que automáticamente aniquilaba todas aquellas molestas miradas ajenas sobre mi persona? ¿O tal vez era su reconocida influencia lo que captaban de forma intimidatoria muchos de los que allí presenciaban la obra? No sabía la respuesta certera, pero estar junto al galante y atrayente caballero me hacía sentir segura, como si ningún mal augurio ajeno pudiese afectarme siquiera. Aetos me hacía sentir invencible, protegida por un escudo irrompible.
Sonreí levemente al escuchar su comentario referente a mi tardanza. Para aquellas alturas pareciese que el Monsieur ya estaba acostumbrado a mis atrasos ¡pero qué bueno que sus sentidos pudiesen percatarse del porqué!
Los aromas, el maquillaje, la vestimenta y la predisposición mental entusiasta y positiva formaban parte de aquel alistamiento que el caballero merecía, por ende, el tiempo de espera para un resultado óptimo también era justificado. Sus ojos me lo confirmaban. Todo estaba donde y como debía estar. Lo supe por el sensual recorrido de aquellos poderosos orbes oscuros sobre mi persona, la cual pareciese automáticamente afectada por los mismos. El atractivo joven sabía despertar el deseo de una forma particular, sin precipitar ninguna sensación, sin dejar escapar ni uno de esos momentos, que a veces, suelen ser tan intensos como la culminación pasional del acto carnal en sí.
Me sorprendía un hombre tan joven tuviera esa sabiduría en cuanto al arte de amar, pero todo tomaba forma al recordar la experiencia que yacía sobre los hombros de éste. De todas formas deseaba que más de un hombre de los que visitaba el Burdel poseyera aquellas exquisitas cualidades.
- Todo en la vida tiene un precio parece… – le comenté casi susurrantemente al acercar mis labios a su oído y sentir la misma calidez de su rostro. Bajé la mirada por un instante al pensar que si no hubiese escapado de los campos de mi padre mi destino hubiese sido el ser entregada a otro hombre rico sin siquiera quererlo. Paradójicamente ahora me entregaba a todos los hombres sin quererlos tampoco, pero con la gran diferencia de sentirme libre internamente.
-… Y hay quienes hacen cualquier cosa para obtener lo deseado – adherí tras un intermitente silencio que daba la idea de contemplación hacia quien acompañaba más que aquella reflexión provocada por la introducción a la obra recibida por éste mismo.
Escogí quedarme cercana a él, tal vez más de lo necesario, apenas respetando el límite de nuestros asientos. Puse los ojos sobre los intérpretes, analizando sus expresiones mucho más que sus parlamentos. Creía que la verdadera actuación venía de lo que se manifestara con el cuerpo, con los gestos, con las miradas. No era actriz ni mucho menos, pero había aprendido a fuerza a actuar frente a aquellos que pagaban por creer que además de apagar su deseo, dejaban a una mujer satisfecha. La suerte a veces me sonreía y aquella farsa teatral no era necesaria. Con Aetos era uno de esos casos.
Sonreí levemente al escuchar su comentario referente a mi tardanza. Para aquellas alturas pareciese que el Monsieur ya estaba acostumbrado a mis atrasos ¡pero qué bueno que sus sentidos pudiesen percatarse del porqué!
Los aromas, el maquillaje, la vestimenta y la predisposición mental entusiasta y positiva formaban parte de aquel alistamiento que el caballero merecía, por ende, el tiempo de espera para un resultado óptimo también era justificado. Sus ojos me lo confirmaban. Todo estaba donde y como debía estar. Lo supe por el sensual recorrido de aquellos poderosos orbes oscuros sobre mi persona, la cual pareciese automáticamente afectada por los mismos. El atractivo joven sabía despertar el deseo de una forma particular, sin precipitar ninguna sensación, sin dejar escapar ni uno de esos momentos, que a veces, suelen ser tan intensos como la culminación pasional del acto carnal en sí.
Me sorprendía un hombre tan joven tuviera esa sabiduría en cuanto al arte de amar, pero todo tomaba forma al recordar la experiencia que yacía sobre los hombros de éste. De todas formas deseaba que más de un hombre de los que visitaba el Burdel poseyera aquellas exquisitas cualidades.
- Todo en la vida tiene un precio parece… – le comenté casi susurrantemente al acercar mis labios a su oído y sentir la misma calidez de su rostro. Bajé la mirada por un instante al pensar que si no hubiese escapado de los campos de mi padre mi destino hubiese sido el ser entregada a otro hombre rico sin siquiera quererlo. Paradójicamente ahora me entregaba a todos los hombres sin quererlos tampoco, pero con la gran diferencia de sentirme libre internamente.
-… Y hay quienes hacen cualquier cosa para obtener lo deseado – adherí tras un intermitente silencio que daba la idea de contemplación hacia quien acompañaba más que aquella reflexión provocada por la introducción a la obra recibida por éste mismo.
Escogí quedarme cercana a él, tal vez más de lo necesario, apenas respetando el límite de nuestros asientos. Puse los ojos sobre los intérpretes, analizando sus expresiones mucho más que sus parlamentos. Creía que la verdadera actuación venía de lo que se manifestara con el cuerpo, con los gestos, con las miradas. No era actriz ni mucho menos, pero había aprendido a fuerza a actuar frente a aquellos que pagaban por creer que además de apagar su deseo, dejaban a una mujer satisfecha. La suerte a veces me sonreía y aquella farsa teatral no era necesaria. Con Aetos era uno de esos casos.
Analeigh Leisser- Mensajes : 180
Fecha de inscripción : 28/06/2011
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Re: Entrecortada monotonia [~.Privado.~]
Hasta la fe tiene un precio -Habia escuchado silencioso lo que habia explicado, estaba satisfecho de haberla encontrado aquella noche y bien sabia que muchas más estaria ella a su lado como un buen cliente que haría lo que fuese por conseguirla, el acercamiento nubló en parte algunos de sus pensamientos lógicos concentrándose en aguantar las apariencias pues aquellos labios rojos mantenian en él una atraccion dificil de definir. Pocas mujeres habian plasmado en él un sentimiento parecido pues cuando iba al burdel antes de entablar conversacion la dama elegida ya estaba en las sabanas completamente desnuda por eso cuando solia suceder bajaba con inesperada calma mirando a la madame y reclamando que el cambiasen de dama, ¿desde cuando el placer se nutrio en la penetracion? cuando solo era virilidad quizás pudiese definirlo de ese modo pero nunca en los juegos eróticos o sensuales- Por eso es que nos entendemos bien.
-Ella no le habia contado demasiado pero en sus charlas el dolor de su acompañante dejaba claro que su pasado no era algo que hubiera olvidado aun cuando no se derrumbase como muchas personas (lo cual ya le habia sorprendido en su momento catalogándola de una mujer valiente como pocas había) no dejaba tampoco que le afectase, quien fuese su madre le dejo abandonado en donde ella creía la casa de dios sabiendose qu era el infierno, una jungla salvaje transformada en un horfanato decente en donde se podrían criar a los niños sin que los deudores de sus vidas tuvieran que preocuparse por nada. El habia sobrevivido pisando a los demás y bien sabía que lo volvería a hacer si con eso sobrevivía, sintio los labios resecos humedeciéndolos con la lengua- no te quedes con el deseo de acercarte a mi -claro, conciso y directo siempre era de ese modo.
Cuando le gustaba la cercania de la persona lo exponía sin esconderse, habia gente que solo tenia en las entrañas el "que diran" sin dejar fluir los pensamientos o sentimientos que los filosofos mucho habian criticado, solo realzaban los aspectos tangibles (aun cuando él, dedicado tambien a la medicina debiese hacer lo mismo) asi que odiaban o ponian en el suelo el hecho de que los instintos eran la parte más verídica del ser humano, navego un momento en los segundos, dejo que estos pasaran con delicia incluso pasando despues su mano izquierda por la nuca de la mujer acercando sus labios al oido ajeno- solo a ti, te obligo a que permanezcas cerca
-tono sensual, erótico incluso cuando la llema de sus dedos se paseo desde su nuca hacia su hombro derecho nunca apurando el roce ni apretando el mismo, sino todo lo contrario como si solo fuera una caricia efímera fue rozando su piel respetando los pliegues de su traje pues paso por su brazo entrelazando los dedos con suavidad, aquellos labios que viajaron a su oido navegaron dociles por el cuello como si siguieran el perfume, depositando un casto beso justo en él, alejando su rostro para volver a seguir con la historia- soleis provocar que pierda el interés en las mundanas cosas materiales, mademoiselle lo cual sin duda alguna no es una queja, sino un halago.
-Ella no le habia contado demasiado pero en sus charlas el dolor de su acompañante dejaba claro que su pasado no era algo que hubiera olvidado aun cuando no se derrumbase como muchas personas (lo cual ya le habia sorprendido en su momento catalogándola de una mujer valiente como pocas había) no dejaba tampoco que le afectase, quien fuese su madre le dejo abandonado en donde ella creía la casa de dios sabiendose qu era el infierno, una jungla salvaje transformada en un horfanato decente en donde se podrían criar a los niños sin que los deudores de sus vidas tuvieran que preocuparse por nada. El habia sobrevivido pisando a los demás y bien sabía que lo volvería a hacer si con eso sobrevivía, sintio los labios resecos humedeciéndolos con la lengua- no te quedes con el deseo de acercarte a mi -claro, conciso y directo siempre era de ese modo.
Cuando le gustaba la cercania de la persona lo exponía sin esconderse, habia gente que solo tenia en las entrañas el "que diran" sin dejar fluir los pensamientos o sentimientos que los filosofos mucho habian criticado, solo realzaban los aspectos tangibles (aun cuando él, dedicado tambien a la medicina debiese hacer lo mismo) asi que odiaban o ponian en el suelo el hecho de que los instintos eran la parte más verídica del ser humano, navego un momento en los segundos, dejo que estos pasaran con delicia incluso pasando despues su mano izquierda por la nuca de la mujer acercando sus labios al oido ajeno- solo a ti, te obligo a que permanezcas cerca
-tono sensual, erótico incluso cuando la llema de sus dedos se paseo desde su nuca hacia su hombro derecho nunca apurando el roce ni apretando el mismo, sino todo lo contrario como si solo fuera una caricia efímera fue rozando su piel respetando los pliegues de su traje pues paso por su brazo entrelazando los dedos con suavidad, aquellos labios que viajaron a su oido navegaron dociles por el cuello como si siguieran el perfume, depositando un casto beso justo en él, alejando su rostro para volver a seguir con la historia- soleis provocar que pierda el interés en las mundanas cosas materiales, mademoiselle lo cual sin duda alguna no es una queja, sino un halago.
Aetos- Hechicero/Realeza
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