AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Perpetua Oscuridad [Sabrina] +18
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Re: Perpetua Oscuridad [Sabrina] +18
Recuerdo del primer mensaje :
El crepúsculo finalmente habían borrado los vestigios solares por las calles parisinas, dejando a la vista la más esplendida oscuridad bañada por la más gratificante bruma de invierno que me liberaban finalmente de mi cautiverio tras estar en mi prisión intemporal en mi nuevo Palacio. La mia gabbia d'oro… Así le llamaba a “Mi jaula de oro” durante los largos días, hasta que al caer la noche, podía ser completamente libre y poner en marcha todas aquellas magistrales invenciones de mi mente que gustosamente implementaría con la victima de turno que concibiera el placer de encontrarse conmigo. Suspire con un sentido entusiasta al mirar por la ventana y notar que mi carruaje negro halado por cuatro briosos caballos blancos de pura sangre aguardaban por mi presencia para conducirme hacia mi nuevo destino en alguna parte de París, pero antes de ello, las plebeyas ultimaban los detalles de la nueva mascara que utilizaría para ésta noche en especial. Mi cuerpo estaba cubierto por un largo vestido negro, usualmente utilizado por aquellas mujeres que guardaban luto por la pérdida de algún ser amado que ahora, encontraba el descanso eterno en la morada de los muertos. Fretta Dije en tono autoritario y seco en mi lengua materna mientras las observaba de reojo con el más evidente gesto para que agilizaran sus manos que estaban enfocadas en reacomodar mi pronunciado escote oculto tras en encaje oscuro, colocando un hermosa gargantilla de de zafiros negros alrededor de mi cuello y recogían mi cabello en un delicado moño que escondería bajo un sombrero adorable con un discreto velo oscuro que cubriría mis ojos.
Alce mi vestido para ajustar aquellas medias oscuras que perfilaban mis largas piernas al mismo tiempo que con una sonrisa llena de satisfacción, cerraba los broches del sensual liguero para sostenerlas alrededor de mis esbeltos muslos. La gravedad se encargó de acomodar la falda de mi vestido que rozaba mis finos tacones de aguja tan oscuros como el ébano que combinaban con los guantes de cuero que cubrían mis gélidas manos para proteger a cualquier incauto mortal de mi tacto La vedova nera. Exclame al observar orgullosa mi propio reflejo en el espejo, alzando mi mano para sostener un bouquet de rosas rojas e identificar que tenia la apropiada apariencia de la perfecta carnada que estaba lista para convertirse en el cazador ésta noche; Una mujer solitaria y melancólica, vagando llorosa por los parajes oscuros del cementerio en búsqueda de la lapida de… Nadie en especial… Hasta que un noble celador se acerque para auxiliarla y…
¡Es hora! Díganle a Renata que volveré al amanecer… Concreté al caminar rápidamente hacia las puertas del palacio mientras la brisa fría danzaba con los mechones sueltos de mi cabello y la parte inferior de mi vestido. Aborde el carruaje e indique al chofer que me condujera hacia mi destino mientras tomaba mi labial rojo carmesí y lo aplicaba sobre mis labios carnosos y deseosos del elixir que se asemejaba mucho a esa tonalidad… Relamí mis labios con extrema diversión hasta que después de unos minutos nos detuvimos precisamente ante el enrejado del Cementerio de Montmartre. La puerta del carruaje se abrió, con una mano elevada como una invitación para ayudarme a bajar Grazie. Conteste ante su ayuda hasta que estuve sobre mis propios pies ante monumental mausoleo que componía la entrada de mi nuevo paraje de juegos. Aun con el ramo de rosas entre mis manos, comencé a encaminarme por uno de los oscuros senderos tratando de elegir alguna lapida al azar que me sirviera como el anzuelo que había imaginado…
Después de varios minutos, sentí el aroma particular de un humano que podía describir como una mezcla entre acido ferroso y tierra húmeda. Perfecto… Susurre para mí misma mientras me colocaba de rodillas ante aquella desconocida lapida y acariciaba la inscripción con una devoción fingida hasta que los sollozos por mi parte se volvieron cada vez mas audibles. Mis gestos se transformaron inmediatamente en la señal más pura de dolor y pesar, acelerando mi innecesaria respiración, bajando la cabeza y posando mis ojos en aquel descuidado sepulcro… -¿Está bien? Escuche por encima de mi hombro una voz masculina que no podía ser de otra persona más que la del celador del cementerio. Monseur… Exprese casi con un gemido desesperado, aguardando que mi presa se acercara un poco más para atraerlo a mi red… Yo… Al parecer el misterioso caballero no conocía muy bien los peligros que la noche ocultaba tras los ojos vigilantes de sus criaturas maquiavélicas, ya que él acortaba la distancia entre nosotros hasta el punto en que coloco su asquerosa mano sobre mi hombro e intentaba ayudarme a levantarme… ¡Excelente! Pensé para mí misma, dejando a un lado mi actuación para sonreír abiertamente y sujetarlo del cuello mientras sin interrupción alguna, acercaba mi rostro hacia su tembloroso cuello donde aquella poderosa vena parecía gritar mi nombre y me instaba a saborearle. Lamento decirle, Monseur, que esto va a dolerle más a usted que a mí, pero al menos uno de los dos va a divertirse más que el otro… Hice una mueca de puchero mientras mis ojos se oscurecían y arremetía con fiereza hacia su cuerpo hasta hacerlo impactar contra el tronco de un árbol descomunal.
Alce mi vestido para ajustar aquellas medias oscuras que perfilaban mis largas piernas al mismo tiempo que con una sonrisa llena de satisfacción, cerraba los broches del sensual liguero para sostenerlas alrededor de mis esbeltos muslos. La gravedad se encargó de acomodar la falda de mi vestido que rozaba mis finos tacones de aguja tan oscuros como el ébano que combinaban con los guantes de cuero que cubrían mis gélidas manos para proteger a cualquier incauto mortal de mi tacto La vedova nera. Exclame al observar orgullosa mi propio reflejo en el espejo, alzando mi mano para sostener un bouquet de rosas rojas e identificar que tenia la apropiada apariencia de la perfecta carnada que estaba lista para convertirse en el cazador ésta noche; Una mujer solitaria y melancólica, vagando llorosa por los parajes oscuros del cementerio en búsqueda de la lapida de… Nadie en especial… Hasta que un noble celador se acerque para auxiliarla y…
¡Es hora! Díganle a Renata que volveré al amanecer… Concreté al caminar rápidamente hacia las puertas del palacio mientras la brisa fría danzaba con los mechones sueltos de mi cabello y la parte inferior de mi vestido. Aborde el carruaje e indique al chofer que me condujera hacia mi destino mientras tomaba mi labial rojo carmesí y lo aplicaba sobre mis labios carnosos y deseosos del elixir que se asemejaba mucho a esa tonalidad… Relamí mis labios con extrema diversión hasta que después de unos minutos nos detuvimos precisamente ante el enrejado del Cementerio de Montmartre. La puerta del carruaje se abrió, con una mano elevada como una invitación para ayudarme a bajar Grazie. Conteste ante su ayuda hasta que estuve sobre mis propios pies ante monumental mausoleo que componía la entrada de mi nuevo paraje de juegos. Aun con el ramo de rosas entre mis manos, comencé a encaminarme por uno de los oscuros senderos tratando de elegir alguna lapida al azar que me sirviera como el anzuelo que había imaginado…
Después de varios minutos, sentí el aroma particular de un humano que podía describir como una mezcla entre acido ferroso y tierra húmeda. Perfecto… Susurre para mí misma mientras me colocaba de rodillas ante aquella desconocida lapida y acariciaba la inscripción con una devoción fingida hasta que los sollozos por mi parte se volvieron cada vez mas audibles. Mis gestos se transformaron inmediatamente en la señal más pura de dolor y pesar, acelerando mi innecesaria respiración, bajando la cabeza y posando mis ojos en aquel descuidado sepulcro… -¿Está bien? Escuche por encima de mi hombro una voz masculina que no podía ser de otra persona más que la del celador del cementerio. Monseur… Exprese casi con un gemido desesperado, aguardando que mi presa se acercara un poco más para atraerlo a mi red… Yo… Al parecer el misterioso caballero no conocía muy bien los peligros que la noche ocultaba tras los ojos vigilantes de sus criaturas maquiavélicas, ya que él acortaba la distancia entre nosotros hasta el punto en que coloco su asquerosa mano sobre mi hombro e intentaba ayudarme a levantarme… ¡Excelente! Pensé para mí misma, dejando a un lado mi actuación para sonreír abiertamente y sujetarlo del cuello mientras sin interrupción alguna, acercaba mi rostro hacia su tembloroso cuello donde aquella poderosa vena parecía gritar mi nombre y me instaba a saborearle. Lamento decirle, Monseur, que esto va a dolerle más a usted que a mí, pero al menos uno de los dos va a divertirse más que el otro… Hice una mueca de puchero mientras mis ojos se oscurecían y arremetía con fiereza hacia su cuerpo hasta hacerlo impactar contra el tronco de un árbol descomunal.
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Re: Perpetua Oscuridad [Sabrina] +18
¿En qué estaría pensando?
Lucern Ralph era un laberintico misterio… Entre sus besos notaba aquel mohín discreto de meditación que parecía transportarlo a alguna sección de su subconsciente. Pero… ¿A dónde con exactitud? Mi mente también divago entre muchas posibilidades de que recordara nuestro encuentro furtivo del pasado ¿En que podía afectar que supiera que era yo? Quería mantener mi identidad a salvo de todos aquellos que solo podrían complicar las cosas más de lo que estaban… Y Lucern, no era la excepción. Observe fijamente cada recorrido de sus labios por la curvatura de mi cuerpo, ascendiendo desde mi ombligo, deteniéndose entre mis pechos para después sumirme en un estado narcótico cuando su aliento impacto en el arco de mi cuello. Complicado… Demasiado, a mi parecer. Una voz angelical rompió el voraginoso silencio en el que mis labios se limitaban. Si es un hombre de pocas palabras… Un jadeo creó una estrepitosa pausa que no pude evitar, ondulando mi cuerpo bajo el suyo mientras mis manos viajaban por el arco de su espalda. Entonces, creo que deberíamos disfrutar de éste momento sin tantas reflexiones… Lucern refutó una picara sonrisa que discrepaba entre las comisuras de mis labios, arremetió mi boca con su lengua impúdica y desencadeno una nueva especie de escalofríos que recubrían cada espacio de mi piel como aquella capa sedosa de nuestro sudor compartido.
Hay algo que debo decirte… Algo que, probablemente olvidaras hace mucho tiempo, pero que ahora considero correcto confesar… Retome un semblante inmutable, sereno y algo caustico que quemaba en mi interior entre tanto mis manos lo guiaban a recostarse sobre la cama, cubriendo su intimidad con una de mis piernas que se plegó por encima de su cuerpo mientras reacomodaba mi postura a su lado para que mi cabeza se apoyara sobre su lívido pecho y mis brazos lo rodearan por completo. Hace muchos años, se celebro un baile en conmemoración a una reina italiana… Inspire profundamente, enfocando mis dedos en un fino trazado de círculos al azar alrededor de su pecho Yo acudí a ese baile con un propósito ajeno al que jamás podrías aspirar a imaginar. Cerré mis ojos, en parte exhausta y por otra parte temerosa de la reacción por parte de Lucern al revelarle que en antaño, él había conformado una de las infinitas listas de mis juegos esporádicos que solo contrastaban en mi ser por una noche… No como ahora… Definitivamente en la actualidad, después de consumar las previas intenciones de aquel día, y comprobar que extrañamente me sentía viva a su lado, no le dejaría partir y mucho menos ensombrecer el presente con un hecho concurrido hace demasiado tiempo que no deseaba recordar. No deseaba, pero ahora me veía obligada.
La túnica cayendo al suelo, la máscara siendo alternada, el aspecto, el matiz e incluso mi sonrisa antes de ingresar al salón real, se veían tan vividas en mi cabeza como si todo aquello hubiera ocurrido tan solo a escasas horas. ¿Querías saber por qué me aleje de ti en el cementerio? Alce la mirada fluctuando entre cada gesto contradictorio que expresaba demasiado y a la vez no me manifestaba absolutamente nada. Erase una vez, un hombre solitario que tuvo un encuentro furtivo con una mujer en el balcón de un palacio… Brindaron, charlaron, bailaron… Pero a la media noche, un hechizo que envolvía a la mujer se vería finiquitado y por ello tuvo que correr lejos del caballero para regresar a la realidad… A su propia realidad… Mis labios emitían pequeños movimientos precedidos por un hilo de voz armónico que llenaba la habitación con la nostalgia de un pasado, podía sentir la tensión recorriendo los músculos de Lucern bajo mis brazos, su respiración acelerada y no precisamente por mis caricias, e incluso un ademan de protesta que manifestaba en un breve gruñido. Esa mujer te observaba desde su velo oculto, se sentía atraída, curiosa pero temerosa por lo que pudiera suceder luego… Sabía que si te volvía a ver, no podría desprenderse de ti jamás… Súbitamente, en menos de un parpadeo me había quedado sola en medio de aquel lecho que parecía demasiado amplio sin su presencia a mi lado, lo seguí con la mirada, lo analice pasivamente desde mi postura con un halo de remordimiento al verle recorrer la habitación de un lado a otro con un severo gesto de confusión e incluso, ira. -Esa dama misteriosa oculta bajo un antifáz... Era yo...
Asentí débilmente, comprendiendo los sentimientos encontrados que debían cruzar por su cabeza al dilucidar cientos de conclusiones que no se apegaban a lo mas mínimo a la verdad. Me senté sobre el colchón, despidiéndome con una caricia insana que catalogaba de masoquista a mi percepción, y rodee mi cuerpo con la suave seda que lo arroparía durante la noche o probablemente encontraría su lugar entre las cenizas de la chimenea No pido que puedas entenderme, ni siquiera lo puedo hacer yo… Solo quería decirte la verdad antes de… Mis ojos cristalinos observaron como la arbórea era cubierta una vez más por el manto de las sombras que el crepúsculo traía como una lúgubre ofrenda para nosotros … De que intentes retenerme a tu lado y pensar que podemos ser felices… Mis ojos ahora estaban fijos en el suelo ante mis pies, dejando a un lado las palabras absurdas para conducirme hacia el cuarto de baño y refrescarme antes de que volviera a la civilización, a la gran mentira que era mi realidad, a los brazos de mi fiel soledad y a un mundo, donde solo las mascaras obtienen valía solo por el material con que son talladas. Superficial, pero cierto… Tan cierto como el odio que ahora recorría cada vena del cuerpo del que podía considerar como un buen compañero eterno. Tanto, como el manto de hielo que envolvía mi alma que ahora se derretía ante el clamor del fuego de su indiferencia.
Hay algo que debo decirte… Algo que, probablemente olvidaras hace mucho tiempo, pero que ahora considero correcto confesar… Retome un semblante inmutable, sereno y algo caustico que quemaba en mi interior entre tanto mis manos lo guiaban a recostarse sobre la cama, cubriendo su intimidad con una de mis piernas que se plegó por encima de su cuerpo mientras reacomodaba mi postura a su lado para que mi cabeza se apoyara sobre su lívido pecho y mis brazos lo rodearan por completo. Hace muchos años, se celebro un baile en conmemoración a una reina italiana… Inspire profundamente, enfocando mis dedos en un fino trazado de círculos al azar alrededor de su pecho Yo acudí a ese baile con un propósito ajeno al que jamás podrías aspirar a imaginar. Cerré mis ojos, en parte exhausta y por otra parte temerosa de la reacción por parte de Lucern al revelarle que en antaño, él había conformado una de las infinitas listas de mis juegos esporádicos que solo contrastaban en mi ser por una noche… No como ahora… Definitivamente en la actualidad, después de consumar las previas intenciones de aquel día, y comprobar que extrañamente me sentía viva a su lado, no le dejaría partir y mucho menos ensombrecer el presente con un hecho concurrido hace demasiado tiempo que no deseaba recordar. No deseaba, pero ahora me veía obligada.
La túnica cayendo al suelo, la máscara siendo alternada, el aspecto, el matiz e incluso mi sonrisa antes de ingresar al salón real, se veían tan vividas en mi cabeza como si todo aquello hubiera ocurrido tan solo a escasas horas. ¿Querías saber por qué me aleje de ti en el cementerio? Alce la mirada fluctuando entre cada gesto contradictorio que expresaba demasiado y a la vez no me manifestaba absolutamente nada. Erase una vez, un hombre solitario que tuvo un encuentro furtivo con una mujer en el balcón de un palacio… Brindaron, charlaron, bailaron… Pero a la media noche, un hechizo que envolvía a la mujer se vería finiquitado y por ello tuvo que correr lejos del caballero para regresar a la realidad… A su propia realidad… Mis labios emitían pequeños movimientos precedidos por un hilo de voz armónico que llenaba la habitación con la nostalgia de un pasado, podía sentir la tensión recorriendo los músculos de Lucern bajo mis brazos, su respiración acelerada y no precisamente por mis caricias, e incluso un ademan de protesta que manifestaba en un breve gruñido. Esa mujer te observaba desde su velo oculto, se sentía atraída, curiosa pero temerosa por lo que pudiera suceder luego… Sabía que si te volvía a ver, no podría desprenderse de ti jamás… Súbitamente, en menos de un parpadeo me había quedado sola en medio de aquel lecho que parecía demasiado amplio sin su presencia a mi lado, lo seguí con la mirada, lo analice pasivamente desde mi postura con un halo de remordimiento al verle recorrer la habitación de un lado a otro con un severo gesto de confusión e incluso, ira. -Esa dama misteriosa oculta bajo un antifáz... Era yo...
Asentí débilmente, comprendiendo los sentimientos encontrados que debían cruzar por su cabeza al dilucidar cientos de conclusiones que no se apegaban a lo mas mínimo a la verdad. Me senté sobre el colchón, despidiéndome con una caricia insana que catalogaba de masoquista a mi percepción, y rodee mi cuerpo con la suave seda que lo arroparía durante la noche o probablemente encontraría su lugar entre las cenizas de la chimenea No pido que puedas entenderme, ni siquiera lo puedo hacer yo… Solo quería decirte la verdad antes de… Mis ojos cristalinos observaron como la arbórea era cubierta una vez más por el manto de las sombras que el crepúsculo traía como una lúgubre ofrenda para nosotros … De que intentes retenerme a tu lado y pensar que podemos ser felices… Mis ojos ahora estaban fijos en el suelo ante mis pies, dejando a un lado las palabras absurdas para conducirme hacia el cuarto de baño y refrescarme antes de que volviera a la civilización, a la gran mentira que era mi realidad, a los brazos de mi fiel soledad y a un mundo, donde solo las mascaras obtienen valía solo por el material con que son talladas. Superficial, pero cierto… Tan cierto como el odio que ahora recorría cada vena del cuerpo del que podía considerar como un buen compañero eterno. Tanto, como el manto de hielo que envolvía mi alma que ahora se derretía ante el clamor del fuego de su indiferencia.
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Re: Perpetua Oscuridad [Sabrina] +18
Frente al espejo del cuarto de baño, me debatí conmigo misma en cuanto a las razones que me habían arrastrado a confesar un hecho del pasado que se supone conformaban las páginas del libro del olvido. ¿Cuándo me había vuelto tan imprudente? Levante mi rostro para retomar mi porte real, hasta que mi reflejo solo se esfumo al escuchar las palabras que Lucern expresaba con frialdad al otro lado de la alcoba antes de su retirada. Gracias… Dije sin mucho afán, sabiendo a la perfección que al pronunciar mi agradecimiento, él ya se encontraría en el piso de abajo ajustando cuentas con su mayordomo. ¿Por qué las cosas tenían que ser siempre tan complicadas? ¿Por qué me hacia tantas preguntas ahora mismo y me cuestionaba de ese modo? Ciertamente, Lucern Ralph sacaba a relucir algunos aspectos de mi personalidad que ni yo misma conocía.
Deje caer la sabana que envolvía mi cuerpo como los pétalos de una rosa al suelo, me apresure a darme un baño y dejar la habitación como si nunca hubiera estado allí; Lucas, su fiel vasallo, había irrumpido en el dormitorio, llevando entre sus brazos un juego de sabanas limpias y frescas al igual que algunos productos de limpieza Debe ser muy duro trabajar para alguien tan amargado como el Señor Ralph… Comente con un tono despreocupado mientras Lucas hacia un esfuerzo sobre humano para no mirarme mientras yo acomodaba mi corsé frente al espejo Lucern es… Un hombre excepcional, pero… Hice una pausa cuando a través del reflejo, pude vislumbrar algunos hematomas en el arco del cuello de aquel mortal, una razón lo bastante poderosa para hacerme girar y acortar la distancia entre nosotros ¿Él te hizo esto? Fruncí el ceño e intente acercar mis gélidos dedos a la superficie de aquella piel maltratada, pero Lucas respondió sorpresivamente como un pequeño animal asustadizo que se resignaba al maltrato absoluto por parte de su amo.
La sangre inanimada comenzó a hervir hasta el punto de ebullición bajo mi torrente sanguíneo, ciertamente tenia a tres vampiros bajo mi mando, mis fieles guardias personales, y aunque muchas veces había sido una arpía estricta con ellos, jamás había recurrido a la fuerza bruta para evitar la sublevación. Más que mis súbditos, eran mis consejeros y aliados, los únicos a quienes podía confiar mi existencia. Monseur Lucas, creo que usted merece un trato más respetuoso por parte de su amo… No es justo que lo utilice de ese modo solo por ser más débil… Hice una mueca de meditación mientras observaba a través de la ventana, como los débiles rayos solares cedían ante la oscuridad perpetua. Pero ésta noche, todo puede cambiar… Mis incisivos se desplegaron y mordí la parte interna de mi muñeca, perdiéndome en aquel pigmento carmesí que goteaba tenuemente hacia el alfombrado, aprovechando la velocidad de mi especie, me interpuse entre la puerta y aquel sirviente para llevar mi sangre a su boca Beba, Monseur… Una nueva oportunidad de vida le espera… Sonreí de un modo sombrío hasta el momento en que mis labios se cerraron sobre su cuerpo, robándole la vitalidad, exhumando la vida y dándole el maravilloso beso afilado que lo conduciría a una nueva forma de existir… Como un no muerto… Un vampiro neonato del que Lucern siempre se acordaría.
Lleve el cuerpo flácido y asistólico hacia una de las recamaras del piso de abajo, dejándolo reposar sobre un lecho que desprendía aun el aroma que tenía cuando era humano Hasta un próximo encuentro… Le susurre antes de besar su frente y seguir el rastro del Conde Ralph a través de la mansión. En mi recorrido pausado, escuche los gritos de su criado, siendo víctima del veneno que recorría su torrente sanguíneo a causa de la transformación, sentí unos pasos pesados que salían de un corredor contiguo donde llegue sin mucho esfuerzo ¿Un estudio? Fruncí el ceño e ingrese a aquel despacho apenas Lucern lo había abandonado. Aquel lugar era la ejemplificación perfecta de la elegancia y sobriedad nunca antes admiraba, los muebles poseían un sentido clásico bien preservado a lo largo de los años, pero… ¿Quién eres? Mis ojos se posaron sobre un cuadro enorme que se alzaba frente al escritorio del vampiro que acababa de hacerme el amor; Una mujer, una muy hermosa si me permitía confesar, con una mirada dulce, una piel tersa y bronceada como si se tratara de una humana. Entonces… Lucern Ralph tenía una compañera y jamás me lo menciono… Con un atisbo de ironía, tome entre mis manos el recipiente de tinta y lo arroje al rostro de aquella infame figura a quien le debía su devoción, por quien había descubierto la mentira del Conde, donde la desilusión se abrió paso a la desdicha por corroborar que no eran cierta las promesas de permanecer juntos o ser… Felices…
No duro demasiado ese momento de intimidad en su despacho, los gritos y la algarabía de Lucern habían dado paso al silencio por lo que supuse que se dirigía hacia este lugar donde me encontraría acabando con su retrato. Mis dedos encontraron ágilmente un filoso abrecartas que utilice para clavar justo en la frente de la mujer y romper el lienzo en varias líneas horizontales y verticales para acabarlo, tallando entre todo el desorden de color distorsionado y una figura indefinida “Ti amo…” Rasgue como respuesta a su interrogante que ahora no tenia relevancia alguna. Si no era importante, ¿Entonces por qué hacia todo esto? Me giré para ver un candelabro de plata tras de mí, sosteniendo armoniosamente tres velas que utilizaría como arma fundamental para convertir mi nueva obra de arte en solo cenizas. Tome con gracilidad el candelabro, y llevando a cabo un baile con mis pasos irascibles por toda la habitación, comencé a propagar el fuego desde las cortinas hacia el librero, dejando que las llamas carcomieran todo lo que fuera volátil a su paso. Deje caer aquel hermoso candelero al suelo tras mi salida, y tarareando una suave melodía de Beethoven, me dirigí hacia las colosales puertas principales Adios, Monseur Ralph… Gracias por la hospitalidad… Murmure para mí misma, antes de que la brisa nocturna me envolviera y mis pasos tocaran el mármol de la entrada.
Deje caer la sabana que envolvía mi cuerpo como los pétalos de una rosa al suelo, me apresure a darme un baño y dejar la habitación como si nunca hubiera estado allí; Lucas, su fiel vasallo, había irrumpido en el dormitorio, llevando entre sus brazos un juego de sabanas limpias y frescas al igual que algunos productos de limpieza Debe ser muy duro trabajar para alguien tan amargado como el Señor Ralph… Comente con un tono despreocupado mientras Lucas hacia un esfuerzo sobre humano para no mirarme mientras yo acomodaba mi corsé frente al espejo Lucern es… Un hombre excepcional, pero… Hice una pausa cuando a través del reflejo, pude vislumbrar algunos hematomas en el arco del cuello de aquel mortal, una razón lo bastante poderosa para hacerme girar y acortar la distancia entre nosotros ¿Él te hizo esto? Fruncí el ceño e intente acercar mis gélidos dedos a la superficie de aquella piel maltratada, pero Lucas respondió sorpresivamente como un pequeño animal asustadizo que se resignaba al maltrato absoluto por parte de su amo.
La sangre inanimada comenzó a hervir hasta el punto de ebullición bajo mi torrente sanguíneo, ciertamente tenia a tres vampiros bajo mi mando, mis fieles guardias personales, y aunque muchas veces había sido una arpía estricta con ellos, jamás había recurrido a la fuerza bruta para evitar la sublevación. Más que mis súbditos, eran mis consejeros y aliados, los únicos a quienes podía confiar mi existencia. Monseur Lucas, creo que usted merece un trato más respetuoso por parte de su amo… No es justo que lo utilice de ese modo solo por ser más débil… Hice una mueca de meditación mientras observaba a través de la ventana, como los débiles rayos solares cedían ante la oscuridad perpetua. Pero ésta noche, todo puede cambiar… Mis incisivos se desplegaron y mordí la parte interna de mi muñeca, perdiéndome en aquel pigmento carmesí que goteaba tenuemente hacia el alfombrado, aprovechando la velocidad de mi especie, me interpuse entre la puerta y aquel sirviente para llevar mi sangre a su boca Beba, Monseur… Una nueva oportunidad de vida le espera… Sonreí de un modo sombrío hasta el momento en que mis labios se cerraron sobre su cuerpo, robándole la vitalidad, exhumando la vida y dándole el maravilloso beso afilado que lo conduciría a una nueva forma de existir… Como un no muerto… Un vampiro neonato del que Lucern siempre se acordaría.
Lleve el cuerpo flácido y asistólico hacia una de las recamaras del piso de abajo, dejándolo reposar sobre un lecho que desprendía aun el aroma que tenía cuando era humano Hasta un próximo encuentro… Le susurre antes de besar su frente y seguir el rastro del Conde Ralph a través de la mansión. En mi recorrido pausado, escuche los gritos de su criado, siendo víctima del veneno que recorría su torrente sanguíneo a causa de la transformación, sentí unos pasos pesados que salían de un corredor contiguo donde llegue sin mucho esfuerzo ¿Un estudio? Fruncí el ceño e ingrese a aquel despacho apenas Lucern lo había abandonado. Aquel lugar era la ejemplificación perfecta de la elegancia y sobriedad nunca antes admiraba, los muebles poseían un sentido clásico bien preservado a lo largo de los años, pero… ¿Quién eres? Mis ojos se posaron sobre un cuadro enorme que se alzaba frente al escritorio del vampiro que acababa de hacerme el amor; Una mujer, una muy hermosa si me permitía confesar, con una mirada dulce, una piel tersa y bronceada como si se tratara de una humana. Entonces… Lucern Ralph tenía una compañera y jamás me lo menciono… Con un atisbo de ironía, tome entre mis manos el recipiente de tinta y lo arroje al rostro de aquella infame figura a quien le debía su devoción, por quien había descubierto la mentira del Conde, donde la desilusión se abrió paso a la desdicha por corroborar que no eran cierta las promesas de permanecer juntos o ser… Felices…
No duro demasiado ese momento de intimidad en su despacho, los gritos y la algarabía de Lucern habían dado paso al silencio por lo que supuse que se dirigía hacia este lugar donde me encontraría acabando con su retrato. Mis dedos encontraron ágilmente un filoso abrecartas que utilice para clavar justo en la frente de la mujer y romper el lienzo en varias líneas horizontales y verticales para acabarlo, tallando entre todo el desorden de color distorsionado y una figura indefinida “Ti amo…” Rasgue como respuesta a su interrogante que ahora no tenia relevancia alguna. Si no era importante, ¿Entonces por qué hacia todo esto? Me giré para ver un candelabro de plata tras de mí, sosteniendo armoniosamente tres velas que utilizaría como arma fundamental para convertir mi nueva obra de arte en solo cenizas. Tome con gracilidad el candelabro, y llevando a cabo un baile con mis pasos irascibles por toda la habitación, comencé a propagar el fuego desde las cortinas hacia el librero, dejando que las llamas carcomieran todo lo que fuera volátil a su paso. Deje caer aquel hermoso candelero al suelo tras mi salida, y tarareando una suave melodía de Beethoven, me dirigí hacia las colosales puertas principales Adios, Monseur Ralph… Gracias por la hospitalidad… Murmure para mí misma, antes de que la brisa nocturna me envolviera y mis pasos tocaran el mármol de la entrada.
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Re: Perpetua Oscuridad [Sabrina] +18
Una vez en la entrada de la mansión Ralph, sopesaba en la posibilidad de abandonarlo todo sin importar una vez más el pasado ¿Qué más daba un vampiro sin emociones? Sin nada que pudiera otorgar a cambio del dulce infierno que podría conseguir a mi lado, una eterna apatía a la que podía encadenarlo sin importar como su mundo ardía por mi entera voluntad… Di mi nombre, Lucern Ralph… Presiento que no será ni la primera, ni la última vez, que lo hagas entre tus pesadillas o tus sueños… Un radiante gesto de alegría se comenzó a vislumbrar en mi rostro entre la majestuosa iluminación que las llamas y el caos le proveían a todo lo que se encontrase a su paso, admirando mi gloriosa labor que pronto desaparecería sin dejar rastro alguno y seria reducida a tan solo cenizas, unas que a pesar del paso del tiempo, serian barridas pero jamás sumida en el olvido… No al menos por él… Con una volátil sonrisa orgullosa que pronto desaparecería, comencé a alejarme del umbral de su hogar a la vez que mis pasos tomaban la continuidad hacia la nada No se equivoque, Monseur Ralph… No es absolutamente nadie para darme una orden…. Exclame manteniendo mi porte real, aunque ahora la furia se expresaba a través de mis labios como una merecida respuesta ante aquella infructuosa orden. Lógicamente no sabía con quien estaba tratando, y de ignorarlo, de igual modo pagaría las consecuencias por aquella irreverencia que no podía tolerar.
Le di la espalda con alevosía, manteniendo el compás de mi respiración al unísono de mis pasos, sintiendo como la brisa que ahora se mezclaba con el hollín, jugaba con los bordes de mi vestido y mi cabello, finalmente apreciando la libertad sombría que ahora disfrutaba lejos de su yugo inquisidor. Súbitamente, mi andar se vio refrenado por la fuerza que aquella sujeción que me envolvía nuevamente entre sus cadenas, envolviendo mi antebrazo y arrastrándome de nuevo hacia su mansión ¿A qué juegas Ralph? Sea lo que sea, te advierto que no va a funcionar… La ironía se abrió paso entre mi mirada afilada, en el forcejeo pasivo que manifestaba al andar forzado al que él me arrastraba Vas a arrepentirte de… Mis ojos azulados perdieron su pigmentación al reflejar una escena que se asemejaría al infierno transferido hacia la tierra, todo cediendo por el fuego, el humo creando una cortina envolvente entre nosotros, miles de partículas de ceniza flotando a nuestro alrededor ¿Quiere morir incinerado? ¿Es eso? Asentí escondiendo una pizca de nerviosismo al notar que Lucern obstruía la puerta del estudio donde ahora estábamos encerrados permanentemente ¿Va a poner en riesgo toda su propiedad solo para demostrar su supremacía? Carcajee sin poder evitarlo, acariciando con el fervor obsceno una de las llamas que se alimentaba de su escritorio Lamento entonces tener que informarle que usted no es diferente a cualquiera de mis juguetes, querido… ¡Mire a su alrededor! Me acerque con un impulso violento, casi imposible de contener como la ira misma, tomando su barbilla entre mi lívida mano para obligarle a ver mi obra maestra ¿Aun tiene el descaro de compararse con un ser de infinita maldad? ¿El demonio? Querido, no sea tan iluso… Estreche mis ojos, acercándome cada vez mas hasta besar su mejilla con la misma delicadeza que le había demostrado en su lecho Nunca bailé con el diablo… Porque en realidad… Yo soy mucho peor que él…
Retrocedí rápidamente cuando una de las vigas comenzó a ceder en medio del estruendoso calor, la misma cayó en pedazos entre nosotros, separándonos apenas por unos pocos metros mientras continuábamos mirándonos a los ojos con el frenesí exasperante de una decadente cólera Éste nunca fue su juego… Fue el mío… Enarque una ceja, ladeando mi cabeza, evidenciando mi desdén y la inmutabilidad que mi frígida alma sentía ante su vasta demostración de demencia Pactar conmigo, puede costarle mucho más de lo que hoy ha perdido… Pero… Inhale el aire toxico que colmaba el lugar, escuchando la amargura de mi propia voz entre tanto analizaba el lugar con total irrelevancia … Si cree que voy a someterme tan fácilmente a sus designios, permítame tomar asiento y ser yo la espectadora de nuestro funesto final… Aparte el cómodo sillón aterciopelado y oscurecido por la tizna de su escritorio, ubicando en uno de los rincones contrarios donde el fuego aun no había consumido el resto de su mueblería No soy, ni seré suya o de alguien más… Puede palpar el agua Monseur, pero jamás retenerla entre sus manos… Alce mi rostro con una sonrisa cínica, tal vez siniestra, desafiante… Notando como vacilaba por mi conducta y aferraba sus manos en la puerta que obstaculizaba nuestro paso hacia la redención de este místico karma.
El miedo, sentimiento universal que compone uno de tantos matices sentimentales del alma humana o inmortal… Peligroso, reconocido, funesto, y definitivamente letal para quien establece la voluntad como un punto de jerarquía. El miedo, para mí no era una opción… Ni ahora ni nunca… Sin perder contacto visual con él, apreté mis manos sobre la superficie de mi vestido ante el estruendo que causaba el estallido de un ventanal tras de mí, el calor había resquebrajado el cristal esparciéndolo en miles de partículas por el suelo y sobre mi cabellera de ébano. No me amenace… No tiene forma de cómo dañarme… ¿O sí? ¡Maldición! Con todo lo sucedido, el enojo me había cegado, haciéndome inconsciente de que Renata me esperaba en el palazzo real y que su naturaleza la haría presa fácil de los deseos bizarros del vampiro que ahora me desafiaba. ¿Qué debía hacer? ¿Doblegar mi voluntad? Jamás, en miles de años no había bajado mi cabeza ante nadie y en la actualidad, no comenzaría a hacerlo y menos, tratándose de… Trague con dificultad, echando un último vistazo al retrato ahora consumido por la desgracia El retrato de tu compañera debe valer demasiado como para arriesgar tu vida y la mía por ello… Tan simple como pedirle que pose para uno nuevo y en un parpadeo gozaría de una nueva imagen frente a sus ojos… Negué para mi misma con la cabeza, reaccionando ante mi naturaleza curiosa que indagaba en la identidad de aquella infame mujer… Olvídelo, no es mi problema… Conteste de una forma fría, desviando mis iris verdosos al fuego que ahora rodeaba mi asiento, anhelando el irónico final que pronto repercutiría en mi cuerpo y le daría su esperada venganza, sin obtener mi rendición. Aunque no lo creas... Fue un placer conocerte, Luc… Tener el honor de sentir tu piel… De probar tu alma antes de… Estremecí al ver sus ojos tan profundos como el océano, viéndome entre la bruma humeante, tal vez, ocultando miles de maldiciones cuya única portadora era yo, sintiendo como entre nosotros ahora se cruzaba una barrera de hielo ante su magnánima indolencia No me puedes imponer algo que ya es un hecho… Le dedique un último gesto de estima a pesar de que la incertidumbre acomedía mi alma, escuchando como las columnas que sostenían el techo sobre nosotros comenzaban a fracturarse sin piedad. Este era el principio del fin… O tal vez, el fin del comienzo de todo…
Le di la espalda con alevosía, manteniendo el compás de mi respiración al unísono de mis pasos, sintiendo como la brisa que ahora se mezclaba con el hollín, jugaba con los bordes de mi vestido y mi cabello, finalmente apreciando la libertad sombría que ahora disfrutaba lejos de su yugo inquisidor. Súbitamente, mi andar se vio refrenado por la fuerza que aquella sujeción que me envolvía nuevamente entre sus cadenas, envolviendo mi antebrazo y arrastrándome de nuevo hacia su mansión ¿A qué juegas Ralph? Sea lo que sea, te advierto que no va a funcionar… La ironía se abrió paso entre mi mirada afilada, en el forcejeo pasivo que manifestaba al andar forzado al que él me arrastraba Vas a arrepentirte de… Mis ojos azulados perdieron su pigmentación al reflejar una escena que se asemejaría al infierno transferido hacia la tierra, todo cediendo por el fuego, el humo creando una cortina envolvente entre nosotros, miles de partículas de ceniza flotando a nuestro alrededor ¿Quiere morir incinerado? ¿Es eso? Asentí escondiendo una pizca de nerviosismo al notar que Lucern obstruía la puerta del estudio donde ahora estábamos encerrados permanentemente ¿Va a poner en riesgo toda su propiedad solo para demostrar su supremacía? Carcajee sin poder evitarlo, acariciando con el fervor obsceno una de las llamas que se alimentaba de su escritorio Lamento entonces tener que informarle que usted no es diferente a cualquiera de mis juguetes, querido… ¡Mire a su alrededor! Me acerque con un impulso violento, casi imposible de contener como la ira misma, tomando su barbilla entre mi lívida mano para obligarle a ver mi obra maestra ¿Aun tiene el descaro de compararse con un ser de infinita maldad? ¿El demonio? Querido, no sea tan iluso… Estreche mis ojos, acercándome cada vez mas hasta besar su mejilla con la misma delicadeza que le había demostrado en su lecho Nunca bailé con el diablo… Porque en realidad… Yo soy mucho peor que él…
Retrocedí rápidamente cuando una de las vigas comenzó a ceder en medio del estruendoso calor, la misma cayó en pedazos entre nosotros, separándonos apenas por unos pocos metros mientras continuábamos mirándonos a los ojos con el frenesí exasperante de una decadente cólera Éste nunca fue su juego… Fue el mío… Enarque una ceja, ladeando mi cabeza, evidenciando mi desdén y la inmutabilidad que mi frígida alma sentía ante su vasta demostración de demencia Pactar conmigo, puede costarle mucho más de lo que hoy ha perdido… Pero… Inhale el aire toxico que colmaba el lugar, escuchando la amargura de mi propia voz entre tanto analizaba el lugar con total irrelevancia … Si cree que voy a someterme tan fácilmente a sus designios, permítame tomar asiento y ser yo la espectadora de nuestro funesto final… Aparte el cómodo sillón aterciopelado y oscurecido por la tizna de su escritorio, ubicando en uno de los rincones contrarios donde el fuego aun no había consumido el resto de su mueblería No soy, ni seré suya o de alguien más… Puede palpar el agua Monseur, pero jamás retenerla entre sus manos… Alce mi rostro con una sonrisa cínica, tal vez siniestra, desafiante… Notando como vacilaba por mi conducta y aferraba sus manos en la puerta que obstaculizaba nuestro paso hacia la redención de este místico karma.
El miedo, sentimiento universal que compone uno de tantos matices sentimentales del alma humana o inmortal… Peligroso, reconocido, funesto, y definitivamente letal para quien establece la voluntad como un punto de jerarquía. El miedo, para mí no era una opción… Ni ahora ni nunca… Sin perder contacto visual con él, apreté mis manos sobre la superficie de mi vestido ante el estruendo que causaba el estallido de un ventanal tras de mí, el calor había resquebrajado el cristal esparciéndolo en miles de partículas por el suelo y sobre mi cabellera de ébano. No me amenace… No tiene forma de cómo dañarme… ¿O sí? ¡Maldición! Con todo lo sucedido, el enojo me había cegado, haciéndome inconsciente de que Renata me esperaba en el palazzo real y que su naturaleza la haría presa fácil de los deseos bizarros del vampiro que ahora me desafiaba. ¿Qué debía hacer? ¿Doblegar mi voluntad? Jamás, en miles de años no había bajado mi cabeza ante nadie y en la actualidad, no comenzaría a hacerlo y menos, tratándose de… Trague con dificultad, echando un último vistazo al retrato ahora consumido por la desgracia El retrato de tu compañera debe valer demasiado como para arriesgar tu vida y la mía por ello… Tan simple como pedirle que pose para uno nuevo y en un parpadeo gozaría de una nueva imagen frente a sus ojos… Negué para mi misma con la cabeza, reaccionando ante mi naturaleza curiosa que indagaba en la identidad de aquella infame mujer… Olvídelo, no es mi problema… Conteste de una forma fría, desviando mis iris verdosos al fuego que ahora rodeaba mi asiento, anhelando el irónico final que pronto repercutiría en mi cuerpo y le daría su esperada venganza, sin obtener mi rendición. Aunque no lo creas... Fue un placer conocerte, Luc… Tener el honor de sentir tu piel… De probar tu alma antes de… Estremecí al ver sus ojos tan profundos como el océano, viéndome entre la bruma humeante, tal vez, ocultando miles de maldiciones cuya única portadora era yo, sintiendo como entre nosotros ahora se cruzaba una barrera de hielo ante su magnánima indolencia No me puedes imponer algo que ya es un hecho… Le dedique un último gesto de estima a pesar de que la incertidumbre acomedía mi alma, escuchando como las columnas que sostenían el techo sobre nosotros comenzaban a fracturarse sin piedad. Este era el principio del fin… O tal vez, el fin del comienzo de todo…
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Re: Perpetua Oscuridad [Sabrina] +18
Desde mi postura, lo observaba fijamente sin importar que el infierno se desencadenara a nuestro alrededor y consumía hasta las ruinas el estudio del Conde Ralph que ahora, caminaba en mi dirección con aquel porte aristocrático y soberbio que admiraba mas allá de todo el voraginoso abismo que ahora definía todo lo que sentía por él. ¿Desagradable? Eso no se acercaba a lo mas mínimo a lo que imaginaba con tan solo unos días a su lado; Podría ser una aventura, días llenos de diversión al hacerlo exasperar, demostrándole que yo no era una más de esas sucias cortesanas que residían en su lecho para después morir ante su apetito voraz. ¿Sangre o lujuria? Tal vez ambos le llevaban a develar el misterio que me tenia prendada a su alma, haciéndome vulnerable en este momento, completamente transparente ante sus ojos felinos que solo me incitaban a besarlo, a sentirlo, a tocarlo, a…. Trague con dificultad, como si con ello pudiera lograr que mis pensamientos desaparecieran uno a uno a medida que mi tráquea se contraía, impidiendo el paso de oxigeno a mi cerebro cuando él se inclinaba y sus labios rozaban el lóbulo de mi oreja ¿Me cree tan estúpida como para caer en su red? Si lo que desea es que me quede con usted, no tiene que recurrir a una tonta amenaza, Monseur Ralph... Gire mi rostro hacia él, estableciendo un efímero contacto entre nuestras miradas adictivas que eran iluminadas por el crepitante fuego del estudio Me quiere como una prisionera… Una sumisa esclava que le sirva hasta verse satisfecho, y yo, querido Lucern Ralph, me alejo totalmente de ese estereotipo femenino. Mi voz hizo su llamado melodioso a sus labios, acercándose peligrosamente hasta que el estruendo del techo interrumpió el mágico momento, y entonces mi cuerpo fue levantado de su asiento para ubicarse entre sus brazos.
No puse resistencia alguna en cuanto Lucern rodeo mi cuerpo y emprendió una rápida retirada del estudio; En realidad mis brazos actuaron por voluntad propia al rodear su cuello mientras lo observaba detenidamente con un atisbo de desconcierto. ¿Por qué hacia todo esto? ¿Qué le llevaba a salvarme? En realidad, nos había salvado a ambos, ya que como él lo había manifestado con claridad, le quedaba mucho por disfrutar de la eternidad como para poner su vida en riesgo al igual que la mía. No pude evitar suspirar aliviada al inhalar el aire fresco de la sala principal, lejos del fuego y el vapor que desprendía aquel lugar que pronto tomaría como presa el resto de la casa, manteniendo el fuerte abrazo y mis labios presos del arco de su cuello que besaba ausentemente como un impulso súbito de adrenalina que hacia estremecer cada fibrilla nerviosa de mi cuerpo ¿…Pero? Concrete su interrogante mientras una cadena de besos se extendía desde su cuello hacia su mejilla, rehusándome a marcar distancia entre nosotros hasta el momento que el olor de un mortal avivo mis instintos que habían estado aplacados por el momento. Fruncí el ceño, evidentemente molesta e indignada cuando me había colocado sobre mis pies nuevamente, incitándome a ir tras él y abofetearlo por la osadía de ignorar a una dama de mi estirpe. ¿A dónde cree que va? Mi pregunta sonaba mas a desafío que ha curiosidad, marcando mi postura inmutable con una fina ceja arqueada y mis brazos cruzados alrededor de mi pecho.
¿Una mortal? ¿Lucern me estaba rechazando por una simple humana? Negué con la cabeza escandalizada al momento en que abrió la puerta y una joven eclipsada por la belleza del vampiro, ingresaba en silencio hasta su encuentro. Usted lo ha condenado a una vida mortal llena de maltratos… ¿Es eso lo que desea hacer conmigo? ¿Con ella? Una sonrisa maliciosa se curvo entre mis labios como un mohín siniestro de negación, aunque en el fondo, deseaba quedarme por el mayor tiempo posible hasta que uno de los dos marcara una definitiva despedida. ¿Qué es lo que pretende? ¿Qué sea una espectadora en cuanto usted devora a esa jovencita en todos los sentidos? Mis ojos entornaron la tétrica imagen de la mujer tomando su mano con la delicadeza de una princesa entregada a la desgracia, entre tanto yo intentaba mantenerme en mi postura sin siquiera mover un musculo de mi cuerpo Le reitero Monseur, que mis sirvientes en su totalidad son vampiros… Asesinos, acostumbrados a lidiar con personas como usted a lo largo de la eternidad… Si alguien ha de suplicar su final, sería su presa antes que ellos. Nuevamente mis ojos se bifurcaron hacia las descomunales puertas que separaban el recibidor de la salida, trazando en mi mente algunas ideas que me conllevarían a la escapatoria perfecta que me librarían del suplicio antes de verle con aquella estúpida vaca. “Cadena Alimenticia” Nunca antes aquella frase sonaba tan desgarradora como ahora, verle en brazos de otra mujer mientras bebía su sangre y yo lo miraba desde lejos.
Una imagen mental planto su bandera en mí, viéndole como recostaba a la mujer sobre la misma cama donde nuestros cuerpos se habían fusionado a la perfección, desplazando con sus deliciosos dedos la suave tela de su vestido que cubría su cuello para después saborear su piel con su lengua, mientras tanto ella lo abrazaba con sus piernas separadas y le suplicaba algo más que sus incisivos perforando su piel. ¡Maldita sea! ¿Por qué tenía que pensar todo esto justo ahora que a mi alcance estaba mi libertad? Eres un… Apreté mis puños hasta que mis dedos empalidecieron por la furia estrepitosa, y entonces, sin que mi mente pudiera predecir alguno de mis actos, tome un jarrón del buro para arrojárselo directo hacia su cabeza. El cristal estallo en mil pedazos ante el impacto ruidoso contra su cráneo, esparciéndose en miles de fibrillas escarchadas por el alfombrado del lugar a la vez que yo estaba paralizada ante la idea de manifestar mis celos en un arranque de enojo. Es mejor que me retire, no deseo ver como toma a esa mujer como lo ha hecho como el resto… Bórreme de su lista de trofeos, Monseur Ralph, haga de cuenta que nunca me ha conocido y espero que… Ella sepa como corresponder a sentimientos que encontramos... Perdón, que yo encontré en usted... Le dedique una mirada llena de desprecio hacia la joven confundida ante la escena Espero que tenga un buen banquete para ésta noche… Una sonrisa sarcástica, fue la apertura de una exagerada reverencia a su estupidez de traer a otra mujer en mi presencia, comencé a retroceder hacia la puerta sin mirar hacia atrás, conteniendo la respiración para no gritarle lo que en realidad cruzaba por mi mente.
No di tiempo a una reacción ante mis impulsos, sin miramientos, mi cuerpo se cobijo por la luz de la luna que se alzaba desde el cielo, caminando sin un rumbo fijo lejos de la mansión Ralph. El humo se filtraba por algunas ventanas de su hogar, se podían escuchar a lo lejos, los gritos de su vasallo en plena transformación, algunas luces cárdenas se dibujaban entre los marmóreos ventanales que eran fracturados por el calor… Destrucción… Eso era lo único que había dejado a mi paso, como una eterna maldición que parecía nunca acabar. Eres un adorable imbécil… Susurre para mí misma al observar desde el bosque la culminación de su mansión que ahora parecía recuperarse del incendio que se aplacaba lentamente. Retire mis zapatillas para sentir el pasto bajo mis pies, al menos aquella sensación del césped húmedo bajo cada uno de mis pasos, sería el estimulo suficiente para dejar de pensar en él, aunque su aroma estaba tatuado en mi piel. Pero no volveremos a vernos... Jamás... Por tu propio bien, es mejor que intente no cruzarme en tu camino otra vez... Continué mi monólogo, tratando de limpiar mi rostro empañado por el hollín con la punta de mis dedos, pero en aquel mero descuido cuando mis parpados se habían cerrado, la dulce y almizclada fragancia de Lucern impacto en mi olfato, derrumbándome de rodillas y faltando el oxígeno vital a mis pulmones. Cerrando mis ojos, reviví mentalmente aquella escena de sus brazos rodeando mi cuerpo... Casi podía sentirlo... Y mis labios, silenciados con la pasión y ternura de un beso. Sus labios, la fruta prohibida que me hacía caer en la tentación y que difuminaba la ira... Una que no era más, que el producto de mi imaginación... Adios, querido Lucern... Susurré para mí misma, abrigándome en la melancolía, antes de colocarme nuevamente en pie y correr descalza hacia la oscuridad... Al menos, la soledad sería la única fiel compañera que podría aceptarme de regreso... Aunque las sorpresas, siempre podían estar dispuestas a cruzar el umbral de lo desconocido... El plena carrera contra el tiempo o mi negación hacia la vitalidad de un sentimiento duradero, impacté directamente contra su cuerpo donde encontre el mejor cobijo que mi alma pudiera requerir... Lucern Susurré maravillada, algo extasiada por mirar esos ojos que me hacían perder la razón, abordando sus labios con un beso fecundado por los impulsos de... Poseerlo esta noche y el resto de lo que nos quedara de vida... Un dominio iracundo, maravilloso y tierno de nuestras bocas... Solo un grito sublime de calma tras una tormenta que parecía no tener fín Ti amo... Eso era lo que decía... Lo que en éste momento siento por usted...
No puse resistencia alguna en cuanto Lucern rodeo mi cuerpo y emprendió una rápida retirada del estudio; En realidad mis brazos actuaron por voluntad propia al rodear su cuello mientras lo observaba detenidamente con un atisbo de desconcierto. ¿Por qué hacia todo esto? ¿Qué le llevaba a salvarme? En realidad, nos había salvado a ambos, ya que como él lo había manifestado con claridad, le quedaba mucho por disfrutar de la eternidad como para poner su vida en riesgo al igual que la mía. No pude evitar suspirar aliviada al inhalar el aire fresco de la sala principal, lejos del fuego y el vapor que desprendía aquel lugar que pronto tomaría como presa el resto de la casa, manteniendo el fuerte abrazo y mis labios presos del arco de su cuello que besaba ausentemente como un impulso súbito de adrenalina que hacia estremecer cada fibrilla nerviosa de mi cuerpo ¿…Pero? Concrete su interrogante mientras una cadena de besos se extendía desde su cuello hacia su mejilla, rehusándome a marcar distancia entre nosotros hasta el momento que el olor de un mortal avivo mis instintos que habían estado aplacados por el momento. Fruncí el ceño, evidentemente molesta e indignada cuando me había colocado sobre mis pies nuevamente, incitándome a ir tras él y abofetearlo por la osadía de ignorar a una dama de mi estirpe. ¿A dónde cree que va? Mi pregunta sonaba mas a desafío que ha curiosidad, marcando mi postura inmutable con una fina ceja arqueada y mis brazos cruzados alrededor de mi pecho.
¿Una mortal? ¿Lucern me estaba rechazando por una simple humana? Negué con la cabeza escandalizada al momento en que abrió la puerta y una joven eclipsada por la belleza del vampiro, ingresaba en silencio hasta su encuentro. Usted lo ha condenado a una vida mortal llena de maltratos… ¿Es eso lo que desea hacer conmigo? ¿Con ella? Una sonrisa maliciosa se curvo entre mis labios como un mohín siniestro de negación, aunque en el fondo, deseaba quedarme por el mayor tiempo posible hasta que uno de los dos marcara una definitiva despedida. ¿Qué es lo que pretende? ¿Qué sea una espectadora en cuanto usted devora a esa jovencita en todos los sentidos? Mis ojos entornaron la tétrica imagen de la mujer tomando su mano con la delicadeza de una princesa entregada a la desgracia, entre tanto yo intentaba mantenerme en mi postura sin siquiera mover un musculo de mi cuerpo Le reitero Monseur, que mis sirvientes en su totalidad son vampiros… Asesinos, acostumbrados a lidiar con personas como usted a lo largo de la eternidad… Si alguien ha de suplicar su final, sería su presa antes que ellos. Nuevamente mis ojos se bifurcaron hacia las descomunales puertas que separaban el recibidor de la salida, trazando en mi mente algunas ideas que me conllevarían a la escapatoria perfecta que me librarían del suplicio antes de verle con aquella estúpida vaca. “Cadena Alimenticia” Nunca antes aquella frase sonaba tan desgarradora como ahora, verle en brazos de otra mujer mientras bebía su sangre y yo lo miraba desde lejos.
Una imagen mental planto su bandera en mí, viéndole como recostaba a la mujer sobre la misma cama donde nuestros cuerpos se habían fusionado a la perfección, desplazando con sus deliciosos dedos la suave tela de su vestido que cubría su cuello para después saborear su piel con su lengua, mientras tanto ella lo abrazaba con sus piernas separadas y le suplicaba algo más que sus incisivos perforando su piel. ¡Maldita sea! ¿Por qué tenía que pensar todo esto justo ahora que a mi alcance estaba mi libertad? Eres un… Apreté mis puños hasta que mis dedos empalidecieron por la furia estrepitosa, y entonces, sin que mi mente pudiera predecir alguno de mis actos, tome un jarrón del buro para arrojárselo directo hacia su cabeza. El cristal estallo en mil pedazos ante el impacto ruidoso contra su cráneo, esparciéndose en miles de fibrillas escarchadas por el alfombrado del lugar a la vez que yo estaba paralizada ante la idea de manifestar mis celos en un arranque de enojo. Es mejor que me retire, no deseo ver como toma a esa mujer como lo ha hecho como el resto… Bórreme de su lista de trofeos, Monseur Ralph, haga de cuenta que nunca me ha conocido y espero que… Ella sepa como corresponder a sentimientos que encontramos... Perdón, que yo encontré en usted... Le dedique una mirada llena de desprecio hacia la joven confundida ante la escena Espero que tenga un buen banquete para ésta noche… Una sonrisa sarcástica, fue la apertura de una exagerada reverencia a su estupidez de traer a otra mujer en mi presencia, comencé a retroceder hacia la puerta sin mirar hacia atrás, conteniendo la respiración para no gritarle lo que en realidad cruzaba por mi mente.
No di tiempo a una reacción ante mis impulsos, sin miramientos, mi cuerpo se cobijo por la luz de la luna que se alzaba desde el cielo, caminando sin un rumbo fijo lejos de la mansión Ralph. El humo se filtraba por algunas ventanas de su hogar, se podían escuchar a lo lejos, los gritos de su vasallo en plena transformación, algunas luces cárdenas se dibujaban entre los marmóreos ventanales que eran fracturados por el calor… Destrucción… Eso era lo único que había dejado a mi paso, como una eterna maldición que parecía nunca acabar. Eres un adorable imbécil… Susurre para mí misma al observar desde el bosque la culminación de su mansión que ahora parecía recuperarse del incendio que se aplacaba lentamente. Retire mis zapatillas para sentir el pasto bajo mis pies, al menos aquella sensación del césped húmedo bajo cada uno de mis pasos, sería el estimulo suficiente para dejar de pensar en él, aunque su aroma estaba tatuado en mi piel. Pero no volveremos a vernos... Jamás... Por tu propio bien, es mejor que intente no cruzarme en tu camino otra vez... Continué mi monólogo, tratando de limpiar mi rostro empañado por el hollín con la punta de mis dedos, pero en aquel mero descuido cuando mis parpados se habían cerrado, la dulce y almizclada fragancia de Lucern impacto en mi olfato, derrumbándome de rodillas y faltando el oxígeno vital a mis pulmones. Cerrando mis ojos, reviví mentalmente aquella escena de sus brazos rodeando mi cuerpo... Casi podía sentirlo... Y mis labios, silenciados con la pasión y ternura de un beso. Sus labios, la fruta prohibida que me hacía caer en la tentación y que difuminaba la ira... Una que no era más, que el producto de mi imaginación... Adios, querido Lucern... Susurré para mí misma, abrigándome en la melancolía, antes de colocarme nuevamente en pie y correr descalza hacia la oscuridad... Al menos, la soledad sería la única fiel compañera que podría aceptarme de regreso... Aunque las sorpresas, siempre podían estar dispuestas a cruzar el umbral de lo desconocido... El plena carrera contra el tiempo o mi negación hacia la vitalidad de un sentimiento duradero, impacté directamente contra su cuerpo donde encontre el mejor cobijo que mi alma pudiera requerir... Lucern Susurré maravillada, algo extasiada por mirar esos ojos que me hacían perder la razón, abordando sus labios con un beso fecundado por los impulsos de... Poseerlo esta noche y el resto de lo que nos quedara de vida... Un dominio iracundo, maravilloso y tierno de nuestras bocas... Solo un grito sublime de calma tras una tormenta que parecía no tener fín Ti amo... Eso era lo que decía... Lo que en éste momento siento por usted...
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Re: Perpetua Oscuridad [Sabrina] +18
Mis ojos cristalinos, iluminados por la menguada luna cobijada por algunas nubes de invierno, se bifurcaron completamente hacia su mirada vil que parecía desnudar mi alma en vez de mi cuerpo inmortal, de una forma extraña con la que ningún otro hombre anteriormente había logrado jamás. Me hacía sentir confortable y a la vez… tan vulnerable… Lo que para mí, era totalmente inaceptable. No proyecte su furia en mí, Monseur Ralph… Mi voz ahora salía en un pequeño hilo melódico y sereno que no alteraba el apacible estado solitario del bosque que bordeaba el claro donde ahora estábamos ubicados. Se lo hago saber, porque es lo justo… Al menos para éste momento… Sin mediar alguna otra reacción, su lejanía despertaba un insólito sentimiento de pertenencia que me obligaba a saltar a sus brazos y permitir que me llenara tan solo con el leve contacto de su piel o la fragancia que emanaba de su aliento brioso, aunque, como negativa de mi siniestra inflexibilidad, me conforme con apretar los puños a cada lado de mi cuerpo intentando mantener la compostura frente al hombre que ahora parecía tan ajeno a aquel con el que había hecho el amor hace menos de algunas horas. Voy a aclararle algo, sin ánimos de ofender… La serenidad prevalecía en mis gestos, como si en momentos como estos, la imparcialidad de mi postura real se evidenciara no solo en mi cuerpo, sino también en la objetividad de mis palabras A pesar de sus deseos, usted no posee el poder suficiente para ordenarme que me marche de este lugar… Le informo que puedo pernoctar aquí o en cualquier lugar de París sin importar que siga jugando al arrogante vampiro que evidencia su orgullo herido frente a una dama que se ha atrevido a enfrentarlo… Lo que, “supongo por su conducta”, no ha pasado muchas veces… Enarque una ceja discretamente, demostrando el exótico brillo en mi mirada que no escatimaba esfuerzo alguno en recorrer cada línea de su cuerpo; Uno, que mitigaba la frialdad de un corazón herido que sucumbía ante la pasión. La supremacía o la certeza que poseía al haberle herido con mi conducta, “que debía admitir”, había sido demasiado exagerada ante el galante desconocido que había robado algo más que mi tiempo en esta fugaz velada, ahora se convertía en desasosiego, en un ímpetu incontenible que difícilmente dejaría escapar mientras mantuviera la coraza que ahora le envolvía con un sentido sombrío e inescrupuloso. Tal vez era su naturaleza… No de un vampiro, sino la de un libertino…
¿Tantas veces le han mentido, Monseur Ralph? Entorne mi mirada profunda justo en la de él, intentando descifrar el enigma que su alma marchita dejaba entrever ¿Tantas, que incluso cree que todo lo que digo son sólo fantasías? Una sonrisa esforzada se dibujo tímidamente entre las comisuras de mis labios, unos que permanecían aprisionados en una fina línea carmín que aun aclamaban el contacto de los suyos y desafiaban a la soledad a la que ahora estaban siendo autoimpuestos Permítame decepcionarle una vez más, querido Lucern; Pero ni voy a retirarme porque usted lo ordene, ni tampoco voy a mentirle en cuanto a lo que, “con mi puño y letra”, dibujé sobre su piel cuando los sentimientos afloraron en un momento de locura … Elevando mi mano para señalar a lo lejos la incandescente iluminación que las llamas dejaban a su paso al consumir su morada, me acerque hacia él haciendo un previo gesto de reverencia para invitarle a lo que a continuación le develaría. Huya… Hágalo ahora que tiene la convicción… Sin duda, no es la primera vez que le da la espalda a lo que siente, así que, puede marcharse usted si lo desea, como puede notar, no le retengo a mi lado. Lentamente, y contra todo pronóstico, mis pies se aventuraron mas allá de sus propios límites para invadir su espacio personal, dejándome frente a frente con el hombre que se rehusaba con efusividad al deseo incontenible y el magnetismo que podía tantearse en el ambiente. Dígame… ¿Cuántas veces le han dicho que no es solo una pieza de carne que hace juego con la lencería de una recamara? ¿Qué no importa con cuantas mujeres logre saciar su sed, sino, que lo que verdaderamente vale es que ha logrado hacer feliz solo a una? ¿Cuántas, en un arrebato de celos o un delirio circunstancial, le han demostrado que es importante tras una noche de lujuria? No justificaba mis actos que habían sobrepasado las barreras de lo indebido, pero al menos, antes de marcharme, me aseguraría de que el vampiro frente a mi comprendiera que su valía ante mis ojos se trataba de algo que no solo se limitaba al placer que solo dos cuerpos encuentran en una alcoba. Violencia, celos, dolor, ternura, pasión… Son solo conductas que demuestran la calidad de un sentimiento… Uno que nos hace sentir vivos, Monseur… Y con todo respeto, le doy la razón en cuanto a que somos asesinos, mas no por ello, estamos muertos en nuestro interior…
Con mi mano libre, aun manchada con el hollín que desprendía el fuego al que habíamos sido expuestos tan de cerca, saque un pequeño articulo dorado de mi bolsillo con el que había dibujado silabas sobre su piel y que asomaba su deforme barra carmín que giré con suavidad para retocar mis propios labios, utilizando su mirada inmutable como espejo para después, acercarme sin cautela y apartar el cuello de su camisa para depositar un beso prolongado sobre el arco de su cuello Si tanto le molesta que sienta algo por usted, entonces dígalo, Lucern Ralph… Yo solo quería su compañía por algo más que una noche, pero sabe bien, que nuestra naturaleza posesiva y asesina nos hace cometer disparates… Si lo que quiere es solo sexo, querido, sabe perfectamente dónde encontrarlo… Pero… Separe mis labios de su gélida piel, que susurraban aquellas palabras que esperaba no quedaran como la poesía que arrastraba el viento hacia la oscuridad, obteniendo una mejor vista de su rostro que ahora tenía a tan solo milímetros del mío. …Si lo que requiere, es una caricia que lo despierte de su muerte interna o un beso que contenga un mensaje subliminal de lo que representa un sentimiento, entonces sabe dónde encontrarme… Le guiñe un ojo antes de acercarme a sus labios, deteniéndome muy cerca de los mismos solo para olfatear el dulce aire que exhalaba, llenando mis pulmones de su fragancia, internalizándola a tal punto, que podía sentir como mi cuerpo nuevamente se revitalizaba y cobraba vida con solo la cercanía de su cuerpo. Apenas te vi, supe que eras tú, Lucern… La otra mitad de mi alma que se había extraviado, sin embargo, ahora que te he encontrado, no puedo retenerte a mi lado. Baje la mirada, dejando caer mi frente sobre su mejilla para apoyarla por un instante mientras mi mano tomaba la suya en una pasiva sujeción, escuchando como la naturaleza luchaba a nuestro favor con imponentes truenos que resquebrajaron el cielo para dejar caer sobre nosotros un suave efluvio tal como en el cementerio.
Por cobardía o razón, me separe un paso de él sin soltar su mano, alzando la vista con desconcierto cuando una mística gota había caído sobre mi pómulo, justo por debajo de mi ojo y descendía lentamente en picada como si dibujara una lágrima en mi inexpresivo rostro. ¿Es que acaso mi alma quería llorar? Al paso de los minutos, las gotas se habían multiplicado dejando que el valle se llenara del halito de paz que solo la lluvia podía dejar después de arrasar con la sequia, las carencias de besos, de caricias no dadas y de ahora palabras que nunca serian expresadas. Mi mano se aferraba a la suya que no demostraba reacción alguna, por lo que me vi obligada a guiarle de vuelta al sendero de regreso a su mansión donde el fuego, ya estaba siendo apaciguado por las fuerzas de la naturaleza y solo dejaba cadencia a su paso y destrucción. Tal vez, esto le asegure un nuevo comienzo. Libre de fantasmas del pasado y sin ataduras de un presente… Mis pies desnudos se afianzaron sobre el pasto húmedo frente a su morada mientras nuestras vestimentas chorreaban aquel liquido que no lograba borrar la fragancia compartida entre nosotros, un misterioso vinculo que jamás olvidaría, y por el que moría una vez más al permitir que el destino se encargara de su final Viva, Monseur Ralph… Sienta… No se conforme con el vacio y el orgullo inescrupuloso post mortem, siempre hay mucho más que buscar y… Encontrar... Colocándome de puntillas, me acerque a su mejilla con los ojos cerrados, rozando su piel con mis labios, esculpiendo ese beso en mi memoria, deseando, que aquel fantástico momento bajo la luna de plata, fuera eterno.
¿Tantas veces le han mentido, Monseur Ralph? Entorne mi mirada profunda justo en la de él, intentando descifrar el enigma que su alma marchita dejaba entrever ¿Tantas, que incluso cree que todo lo que digo son sólo fantasías? Una sonrisa esforzada se dibujo tímidamente entre las comisuras de mis labios, unos que permanecían aprisionados en una fina línea carmín que aun aclamaban el contacto de los suyos y desafiaban a la soledad a la que ahora estaban siendo autoimpuestos Permítame decepcionarle una vez más, querido Lucern; Pero ni voy a retirarme porque usted lo ordene, ni tampoco voy a mentirle en cuanto a lo que, “con mi puño y letra”, dibujé sobre su piel cuando los sentimientos afloraron en un momento de locura … Elevando mi mano para señalar a lo lejos la incandescente iluminación que las llamas dejaban a su paso al consumir su morada, me acerque hacia él haciendo un previo gesto de reverencia para invitarle a lo que a continuación le develaría. Huya… Hágalo ahora que tiene la convicción… Sin duda, no es la primera vez que le da la espalda a lo que siente, así que, puede marcharse usted si lo desea, como puede notar, no le retengo a mi lado. Lentamente, y contra todo pronóstico, mis pies se aventuraron mas allá de sus propios límites para invadir su espacio personal, dejándome frente a frente con el hombre que se rehusaba con efusividad al deseo incontenible y el magnetismo que podía tantearse en el ambiente. Dígame… ¿Cuántas veces le han dicho que no es solo una pieza de carne que hace juego con la lencería de una recamara? ¿Qué no importa con cuantas mujeres logre saciar su sed, sino, que lo que verdaderamente vale es que ha logrado hacer feliz solo a una? ¿Cuántas, en un arrebato de celos o un delirio circunstancial, le han demostrado que es importante tras una noche de lujuria? No justificaba mis actos que habían sobrepasado las barreras de lo indebido, pero al menos, antes de marcharme, me aseguraría de que el vampiro frente a mi comprendiera que su valía ante mis ojos se trataba de algo que no solo se limitaba al placer que solo dos cuerpos encuentran en una alcoba. Violencia, celos, dolor, ternura, pasión… Son solo conductas que demuestran la calidad de un sentimiento… Uno que nos hace sentir vivos, Monseur… Y con todo respeto, le doy la razón en cuanto a que somos asesinos, mas no por ello, estamos muertos en nuestro interior…
Con mi mano libre, aun manchada con el hollín que desprendía el fuego al que habíamos sido expuestos tan de cerca, saque un pequeño articulo dorado de mi bolsillo con el que había dibujado silabas sobre su piel y que asomaba su deforme barra carmín que giré con suavidad para retocar mis propios labios, utilizando su mirada inmutable como espejo para después, acercarme sin cautela y apartar el cuello de su camisa para depositar un beso prolongado sobre el arco de su cuello Si tanto le molesta que sienta algo por usted, entonces dígalo, Lucern Ralph… Yo solo quería su compañía por algo más que una noche, pero sabe bien, que nuestra naturaleza posesiva y asesina nos hace cometer disparates… Si lo que quiere es solo sexo, querido, sabe perfectamente dónde encontrarlo… Pero… Separe mis labios de su gélida piel, que susurraban aquellas palabras que esperaba no quedaran como la poesía que arrastraba el viento hacia la oscuridad, obteniendo una mejor vista de su rostro que ahora tenía a tan solo milímetros del mío. …Si lo que requiere, es una caricia que lo despierte de su muerte interna o un beso que contenga un mensaje subliminal de lo que representa un sentimiento, entonces sabe dónde encontrarme… Le guiñe un ojo antes de acercarme a sus labios, deteniéndome muy cerca de los mismos solo para olfatear el dulce aire que exhalaba, llenando mis pulmones de su fragancia, internalizándola a tal punto, que podía sentir como mi cuerpo nuevamente se revitalizaba y cobraba vida con solo la cercanía de su cuerpo. Apenas te vi, supe que eras tú, Lucern… La otra mitad de mi alma que se había extraviado, sin embargo, ahora que te he encontrado, no puedo retenerte a mi lado. Baje la mirada, dejando caer mi frente sobre su mejilla para apoyarla por un instante mientras mi mano tomaba la suya en una pasiva sujeción, escuchando como la naturaleza luchaba a nuestro favor con imponentes truenos que resquebrajaron el cielo para dejar caer sobre nosotros un suave efluvio tal como en el cementerio.
Por cobardía o razón, me separe un paso de él sin soltar su mano, alzando la vista con desconcierto cuando una mística gota había caído sobre mi pómulo, justo por debajo de mi ojo y descendía lentamente en picada como si dibujara una lágrima en mi inexpresivo rostro. ¿Es que acaso mi alma quería llorar? Al paso de los minutos, las gotas se habían multiplicado dejando que el valle se llenara del halito de paz que solo la lluvia podía dejar después de arrasar con la sequia, las carencias de besos, de caricias no dadas y de ahora palabras que nunca serian expresadas. Mi mano se aferraba a la suya que no demostraba reacción alguna, por lo que me vi obligada a guiarle de vuelta al sendero de regreso a su mansión donde el fuego, ya estaba siendo apaciguado por las fuerzas de la naturaleza y solo dejaba cadencia a su paso y destrucción. Tal vez, esto le asegure un nuevo comienzo. Libre de fantasmas del pasado y sin ataduras de un presente… Mis pies desnudos se afianzaron sobre el pasto húmedo frente a su morada mientras nuestras vestimentas chorreaban aquel liquido que no lograba borrar la fragancia compartida entre nosotros, un misterioso vinculo que jamás olvidaría, y por el que moría una vez más al permitir que el destino se encargara de su final Viva, Monseur Ralph… Sienta… No se conforme con el vacio y el orgullo inescrupuloso post mortem, siempre hay mucho más que buscar y… Encontrar... Colocándome de puntillas, me acerque a su mejilla con los ojos cerrados, rozando su piel con mis labios, esculpiendo ese beso en mi memoria, deseando, que aquel fantástico momento bajo la luna de plata, fuera eterno.
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