Que esta noche sea eterna - [Eunmi Lee]

Estaba tan cansado que apenas podía mantenerse de pie. Aún así EunMi había acompañado a su jefe, el profesor Kaarkarofg hasta el área de los gitanos, bordeando carruajes pintorescos y atravezando pedregosas y concurridas calles. Eran más de las 11 de la noche cuando el profesor había regresado a la tienda luego de terminar sus clases en la College y le había informado que había que atender a un potencial comerciante que había traido un cargamento de articulos a la ciudad. EunMi hubiera preferido irse a dormir, pues estar levantado desde las 5 de la mañana trabajando no era nada fácil, pero Soren le pagaba bien y el dinero era lo que más necesitaba.

Tan tarde en la noche era difícil conseguir un carruaje público, por lo que tuvieron que atravesar medio París a pie desde la tienda hasta el área de los gitanos donde se presumía estaba el negociador. Una vez allí siguió a su jefe entre tiendas coloridas y rostros morenos. EunMi había escuchado que los gitanos eran muy celosos y no permitían a nadie entrar en sus dominios, pero por alguna razón nadie les impidió el paso y bien al fondo, un hombre de aspecto bonachón con una pañoleta en la frente les esperaba mascando una ramita de hierva fresca. El hombre tenía sendos tatuajes en los brazos y enormes aros de cobre en las orejas.

- Has venido más rápido de lo que pensé chico rubio- Comentó el hombre con una voz grave como de tenor. EunMi se quedó prudentemente unos pasos detrás de Soren. - Sabía que no te perderías de esta gran oportunidad - Agregó el hombre - Mira esto - Detrás de él había una caja, no muy grande, más bien de unos 30 centimetros, sobre una mesa, la abrió con una sonrisa satisfactoria. EunMi se asomó con curiosidad, adentro habían una serie de lo que parecían porcelanas con figuras de damas gitanas danzando. Los ojos de Soren a su lado se abrieron con notable excitación, inclusive sus pupilas parecían haberse dilatado.

- Las 13 gitanas del carnaval del diablo - Exclamó Soren con deleite juntando las manos enguantadas como si fuera a aplaudir - Usted nunca me defrauda Monsieur Tiersen -

- ¿Monsieur? - Exclamó el hombre y dejó escapar una larga y sonora carcajada que a EunMi le pareció como las trompetas del circo. - Sólo por eso os invito a compartir el festejo - El hombre enorme se llevó las manos a la cintura.

EunMi miró a Soren duditativo, pero él parecía bastante tranquilo. Si el jefe creía que estaba bien, lo estaría para él también. Después de todo aunque estuviera cansado, sabía que le pagaría las horas extra.

Soren no se esperaba que el viejo Tiersen fuera a cumplir con su palabra de conseguir las 13 gitanas del carnaval del diablo, piezas de colección de más de 200 años que según la leyenda habían pertenecido a uno de los más astutos y poderosos gitanos de la península Ibérica. Se decía que las 13 estatuillas, estaban malditas y cualquier infeliz que no fuera gitano, que se atreviera a tocarlas, tendría un desagradable encuentro con la muerte, pero Soren ya estaba muerto y entre más malditos los objetos, más interesantes. Siempre habían compradores dispuestos a pagar bien por ellos, pero lo más importante, dispuestos a valorarlos por lo que eran, increibles piezas históricas que habían presenciado cientos de historias a través del tiempo.

El vampiro, tenía negocios con Tiersen desde que había llegado a París hacía un año. Casi nadie en Paris confiaba en los gitanos e inclusive los trataban como una plaga, pero Soren tenía varias razones por las cuales ignorar las habladurías populares. En primer lugar, él no era Frances, ¿Como iba a despreciar a una comunidad de personas cuando el mismo no pertenecía al país? Y segundo y más importante ¿Que le importaban a él las opiniones de los Burgueses?. Lo más importante era siempre, poder descubrir más de esas deliciosas creaturas humanas, sus costumbres, sus pensamientos, todo en ellos facinaba a Soren. Encontraba particularmente una gran sabiduría secreta a la cual no podía acceder en la biblioteca. Algo en ese aspecto bohemio de cada uno de ellos le seducía.

Le pagó al hombre la cantidad convenida sin preguntar por rebajas. Soren creía que pedir rebajas e intentar aprovecharse de un vendedor, no era inmoral por el engaño al vendedor mismo, sino un irrespeto al objeto y su valor. Tiersen recibió el dinero gustoso de no peder tiempo en negociaciones y rebajas.

- Creo que... debemos quedarnos un rato en el festejo, EunMi - Exclamó Soren. Aquella no era precisamente una orden, pero sabía que la jovencita, aceptaría sin chistar y un poco de socialización para ella no estaría mal pensó.

- Lo dices como si fuera una obligación - Se burló Tiersen conduciéndolos entre las tiendas -Hoy es el cumpleaños de uno de los nuestros, peculiar joven, gran corazón - Comentaba casi con orgullo. Soren no sonreía, sólo miraba todo a su alrededor con curiosidad. EunMi le seguía el paso hasta que dieron con un grupo de gente que bailaba y cantaba alegremente alrededor de una fogata - ¡Eh familia! -Gritó con su voz de oso - Tenemos nuevos invitados en la fiesta -

Soren intentó sonreír. Presentaciones en público, las odiaba tanto casi como odiaba a las mujeres frívolas. EunMi, por el contrario parecía más desenvuelta, sonreía con honestidad a pesar del evidente cansancio en sus ojos y movía la mano derecha con soltura.

(( Sorry por meter a Soren aquí, pero necesitaba justificar el como EunMi iba a estar en un lugar de gitanos, espero no te importe ))

Por unos instantes EunMi creyó que la incomodidad en el aire crecería y se los tragaría a ambos. Pero entonces uno de los chicos el cual, lucía ligeramente distinto a los demás aunque no estaba muy seguro de porqué, se acercó a ellos para invitarles a unirse. EunMi no recordaba haber sido invitado a una fiesta en toda su vida, él había crecido en una familia que se doblaba de hambre todos los días, la palabra 'fiesta' era un lujo que ni siquiera se permitía pronunciar.

Sus ojos honestos y transparentes como el vidrio, mostraron la increíble emoción que sentía al ser invitada a sentarse al rededor de la fogata, una sonrisa digna de alguien que se gana el premio mayor de la lotería, adornó su rostro mientras seguía al muchacho hacía el lugar.

- ¡Fiesta! - Exclamó como si la palabra por si misma fuera ya todo un deleite, observó a los presentes intercambiAar miradas y murmurar, pero estaba demasiado contenta que no dudo en hablar - Mi nombre es EumMi Lee, ¡es un placer! - gregó quizás con demasiado entusiasmo.

Soren sabía que la gente esperaba de él una sonrisa en una situación así, pero a él simplemente no le surgía natural y no era que le molestaran precisamente las fiestas, era el hecho de estar rodeado de gente que fijaba su atención en él. Siempre sentía temor de hacer algo indevido o sospechoso que pudiera destruir el disfraz de humano que procuraba llevar a la perfección. Se preocupaba bastante en ocultar su identidad vampirica a toda costa y por eso intentaba pasar desapercivido.

Dio un ligero respingo cuando el joven se acercó e hizo el comentario de que los demás eran ariscos. ¿Era una broma? ¿debía reir? Soren se sintió aún más incómodo. Observó como su empleado prácticamente corría como un perrito faldero tras el joven, la felicidad en su rostro era innegable y eso logró que una sonrisa tierna apareciera con naturalidad en su rostro.

El pobre muchacho seguramente no había comido bien en todo el día y estaría feliz de poder compartir algo del festin. ¿Un momento comida? ¿Tendría que fingir que comía? Soren comenzó a preocuparse, eran demasiados humanos mirándolo, caminó torpemente hasta el lugar que se le fue indicado y se sentó en el suelo descuidadamente sin importarle arruinar sus ropas con la tierra.

- Y yo... soy Soren Kaarkarogf - Comentó desviando la mirada hacía el sueño pedregoso.