AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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La noche eterna [Privado]
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La noche eterna [Privado]
Él era el chico que había conseguido escapar de los lobos
Dennis Lehane
Recargo la espalda sobre lo que parecía ser la entrada de un establecimiento que ahora se encontraba cerrado, justo como todos los demás a esa hora de la noche en la zona comercial. Había un olor a sangre que lejos de despertar su sed, le asqueaba y con justa razón, era la sangre del licántropo que le atacara muchas calles lejos de aquel sitio. No era solo el aroma repugnante a can que le invadía los sentidos sino un asco aun mayor. Desde que se encontrara con Roland, descubriendo así el desgraciado destino que lo aquejaba no podía evitar pensar en el continuamente y esa noche no fue diferente.
Baptiste presintió el momento en que aquel enorme licántropo se lanzaba contra él. La luna brillaba magnificente en los cielos y el vampiro se giro dispuesto a terminar con la vida de aquel enorme lobo que le amenazaba. La silueta de la criatura era mas una sombra dibujada por el brillo del astro nocturno y aun así, le pareció ver claramente a su hermano en aquella bestia. El cuerpo entero se le tenso a la espera del impacto del cuerpo del lobo estrellarse contra él, choque que no se hizo esperar. Tampoco se hicieron esperar los ataques de parte de aquella bestia, mientras que el Zarkozi se dedicaba únicamente a esquivarle, debatiendose entre atacar o escapar. No temía atacar a aquel lobo, estaba seguro de que podría derrotarlo pero a lo que temía era darse cuenta de que aquel animal fuera Roland. ¿Sabría diferenciar a su hermano de cualquier otra bestia? Esa duda le atacaba de forma constante, pero la evitaba hábilmente pues siempre se daba cuenta de que nunca se detuvo a analizar debidamente a otros licántropos con quienes se enfrentara, para él todos eran molestos y significaban un estorbo.
Distraído en sus cavilaciones termino por ser herido, con una mordida terrible en el hombro izquierdo que dolía; así que no había tenido otra opción mas que de terminar con la vida de aquel lobo al tomarle de las mandíbulas y a abrirle el hocico hasta que dejo de moverse. De haber sido poseedor aún de un corazón, aquello le hubiese afectado pues aunque nunca antes se preocupo por terminar con la vida de alguna de aquellas criaturas, las cosas eran diferentes en esos momentos. Él un vampiro, su hermano un lobo y el temor tangible de asesinar aquel ser y ver los restos de su hermano se desvaneció cuando apareció un hombre que nunca antes vio y que no interesaba más. Se alivio de no ser el asesino de su propia sangre pero eso no alejaba el dolor que sentía en el hombro. Odiaba a los licántropos porque eran de esos seres capaces de hacerle recordar que pese a su inmortalidad, existían cosas que podían dañarle y mal.
Camino lejos de aquella escena, tratando de no sentirse mal por el desconocido sino concentrarse en que necesitaba curarse a su mismo. Alcanzó a alejarse algunas calles y fue así como termino en el suelo, con la espalda contra una tienda que no tomo el tiempo de analizar; se sentía extrañamente mal, no quería volver a asesinar algún licántropo de hecho de ser posible no quería volver a asesinar nada ni a nadie. Escucho algunos ruidos provenientes del interior de aquel sitio donde se hallaba; ignoro todo, quería descansar un poco y sentirse mejor.
Dennis Lehane
Recargo la espalda sobre lo que parecía ser la entrada de un establecimiento que ahora se encontraba cerrado, justo como todos los demás a esa hora de la noche en la zona comercial. Había un olor a sangre que lejos de despertar su sed, le asqueaba y con justa razón, era la sangre del licántropo que le atacara muchas calles lejos de aquel sitio. No era solo el aroma repugnante a can que le invadía los sentidos sino un asco aun mayor. Desde que se encontrara con Roland, descubriendo así el desgraciado destino que lo aquejaba no podía evitar pensar en el continuamente y esa noche no fue diferente.
Baptiste presintió el momento en que aquel enorme licántropo se lanzaba contra él. La luna brillaba magnificente en los cielos y el vampiro se giro dispuesto a terminar con la vida de aquel enorme lobo que le amenazaba. La silueta de la criatura era mas una sombra dibujada por el brillo del astro nocturno y aun así, le pareció ver claramente a su hermano en aquella bestia. El cuerpo entero se le tenso a la espera del impacto del cuerpo del lobo estrellarse contra él, choque que no se hizo esperar. Tampoco se hicieron esperar los ataques de parte de aquella bestia, mientras que el Zarkozi se dedicaba únicamente a esquivarle, debatiendose entre atacar o escapar. No temía atacar a aquel lobo, estaba seguro de que podría derrotarlo pero a lo que temía era darse cuenta de que aquel animal fuera Roland. ¿Sabría diferenciar a su hermano de cualquier otra bestia? Esa duda le atacaba de forma constante, pero la evitaba hábilmente pues siempre se daba cuenta de que nunca se detuvo a analizar debidamente a otros licántropos con quienes se enfrentara, para él todos eran molestos y significaban un estorbo.
Distraído en sus cavilaciones termino por ser herido, con una mordida terrible en el hombro izquierdo que dolía; así que no había tenido otra opción mas que de terminar con la vida de aquel lobo al tomarle de las mandíbulas y a abrirle el hocico hasta que dejo de moverse. De haber sido poseedor aún de un corazón, aquello le hubiese afectado pues aunque nunca antes se preocupo por terminar con la vida de alguna de aquellas criaturas, las cosas eran diferentes en esos momentos. Él un vampiro, su hermano un lobo y el temor tangible de asesinar aquel ser y ver los restos de su hermano se desvaneció cuando apareció un hombre que nunca antes vio y que no interesaba más. Se alivio de no ser el asesino de su propia sangre pero eso no alejaba el dolor que sentía en el hombro. Odiaba a los licántropos porque eran de esos seres capaces de hacerle recordar que pese a su inmortalidad, existían cosas que podían dañarle y mal.
Camino lejos de aquella escena, tratando de no sentirse mal por el desconocido sino concentrarse en que necesitaba curarse a su mismo. Alcanzó a alejarse algunas calles y fue así como termino en el suelo, con la espalda contra una tienda que no tomo el tiempo de analizar; se sentía extrañamente mal, no quería volver a asesinar algún licántropo de hecho de ser posible no quería volver a asesinar nada ni a nadie. Escucho algunos ruidos provenientes del interior de aquel sitio donde se hallaba; ignoro todo, quería descansar un poco y sentirse mejor.
Raoul Zarkozi- Vampiro Clase Alta
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Fecha de inscripción : 08/11/2013
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Re: La noche eterna [Privado]
Nunca se quedaban tan tarde en aquella zona. Ambas eran consientes, no era el lugar más seguro, tampoco eran las más fuertes, sin embargo el trabajo que realizaban requería dedicación, tiempo, esmero. Freyja en ocasiones llevaba la parte más pesada del trabajo. Era quien se movía por todo el local buscando los ingredientes, los remedios, entre otras cosas. Por eso Var se encontraba casi como si nada, elaborando nuevas medicinas que podrían servirle a cualquier tipo de criatura. Y decía cualquiera porque incluso se les daba atenciones a vampiros. ¿Extraño? Podría ser, pero la vida de sus padres había sido interrumpida debido a eso, a juzgar a alguien por lo “diferente” que pueden llegar a ser.
Colocó un tocadiscos. Aquellos aparatos eran un invento nuevo, sin duda, costaba demasiado tenerlo, pero ella había ahorrado casi toda su vida para darse lujos. Además, su trabajo le estaba dando buenas ganancias, y lo que menos deseaba escuchar eran las palabras que su hermana decía en medio de sueños o pesadillas, algunas veces la ponían nerviosa. Var era una chica de buen corazón, a pesar de todo lo malo que había pasado en su vida, sonreía, daba amor, y se preocupaba por los demás. Esa noche tenía ganas de echar a andar su imaginación, pero también su conocimiento, y por esa razón se dedicó a hacer más y más remedios. Sin parar. Ni siquiera se había dado cuenta de la hora, lo hizo hasta que tuvo que encender un par de lamparas de parafinas. Tarareaba mientras encendía cada uno. Se sentía alegre, se sentía bien, se sentía positiva. Noches anteriores había estado soñando con rostros desconocidos. El primero ya había aparecido. ¿Sucedería lo mismo con el resto? Ella esperaba que sí, su animo le exigía, le pedía con impaciencia poder tener nuevas oportunidades y aventuras en la vida.
Dos horas más tarde todos los frascos que tenían se evaporaron. La chica había hecho todo lo que estaba en sus manos, agotado todo lo que se podía. Se limpió las manos con una trapo húmedo, y avanzó hasta chocar con el cristal de la ventana que tenía frente a ella. La luna estaba llena, se notaba hermosa, imponente, iluminaba a su alrededor, sin embargo ella sabía las consecuencias de tanta belleza, las criaturas que podían ser amenazantes. Sus ojos se tornaron pequeños, visualizaba a lo lejos. No se notaba nada, ningún peligro, nada. Hasta que un intruso la hizo sobresaltar. El joven no estaba más grande que ella, de hecho se notaban casi de la misma edad, aunque él parecía alto, pálido, y un poco cansado. Lo que le hizo arquear la ceja fue la ¿herida? ¿Eso era una herida? Por lo regular la jovencita no atendería a alguien a esas horas, pero le angustiaba saber que alguien podría estar sufriendo. Con imprudencia giró la manija de la puerta, y sin pensarlo demasiado asomó su cabeza; sus miradas chocaron.
— ¿Necesitas ayuda? — Fue lo primero que preguntó, aunque aquella cuestión salía sobrando, resultaba tonta, obvia, ridícula. Se sintió estúpida. — Bueno, ven aquí, que hace frío y puedes empeorar, vamos a curarte ¿Está bien? — Volvió a esconder su rostro, la noche era fría ¿y cómo no? El otoño estaba más que claro que llegaría. — Vamos, no tengo mucho tiempo, si mi hermana se despierta nos dará una paliza — Con su silla de ruedas avanzó hasta él, lo jaló del brazo y lo empujó hacía adentro entrando ella al final. Cerró la puerta con fuerza detrás de ella. Debía curarlo. Sentía la necesidad de hacerlo.
Colocó un tocadiscos. Aquellos aparatos eran un invento nuevo, sin duda, costaba demasiado tenerlo, pero ella había ahorrado casi toda su vida para darse lujos. Además, su trabajo le estaba dando buenas ganancias, y lo que menos deseaba escuchar eran las palabras que su hermana decía en medio de sueños o pesadillas, algunas veces la ponían nerviosa. Var era una chica de buen corazón, a pesar de todo lo malo que había pasado en su vida, sonreía, daba amor, y se preocupaba por los demás. Esa noche tenía ganas de echar a andar su imaginación, pero también su conocimiento, y por esa razón se dedicó a hacer más y más remedios. Sin parar. Ni siquiera se había dado cuenta de la hora, lo hizo hasta que tuvo que encender un par de lamparas de parafinas. Tarareaba mientras encendía cada uno. Se sentía alegre, se sentía bien, se sentía positiva. Noches anteriores había estado soñando con rostros desconocidos. El primero ya había aparecido. ¿Sucedería lo mismo con el resto? Ella esperaba que sí, su animo le exigía, le pedía con impaciencia poder tener nuevas oportunidades y aventuras en la vida.
Dos horas más tarde todos los frascos que tenían se evaporaron. La chica había hecho todo lo que estaba en sus manos, agotado todo lo que se podía. Se limpió las manos con una trapo húmedo, y avanzó hasta chocar con el cristal de la ventana que tenía frente a ella. La luna estaba llena, se notaba hermosa, imponente, iluminaba a su alrededor, sin embargo ella sabía las consecuencias de tanta belleza, las criaturas que podían ser amenazantes. Sus ojos se tornaron pequeños, visualizaba a lo lejos. No se notaba nada, ningún peligro, nada. Hasta que un intruso la hizo sobresaltar. El joven no estaba más grande que ella, de hecho se notaban casi de la misma edad, aunque él parecía alto, pálido, y un poco cansado. Lo que le hizo arquear la ceja fue la ¿herida? ¿Eso era una herida? Por lo regular la jovencita no atendería a alguien a esas horas, pero le angustiaba saber que alguien podría estar sufriendo. Con imprudencia giró la manija de la puerta, y sin pensarlo demasiado asomó su cabeza; sus miradas chocaron.
— ¿Necesitas ayuda? — Fue lo primero que preguntó, aunque aquella cuestión salía sobrando, resultaba tonta, obvia, ridícula. Se sintió estúpida. — Bueno, ven aquí, que hace frío y puedes empeorar, vamos a curarte ¿Está bien? — Volvió a esconder su rostro, la noche era fría ¿y cómo no? El otoño estaba más que claro que llegaría. — Vamos, no tengo mucho tiempo, si mi hermana se despierta nos dará una paliza — Con su silla de ruedas avanzó hasta él, lo jaló del brazo y lo empujó hacía adentro entrando ella al final. Cerró la puerta con fuerza detrás de ella. Debía curarlo. Sentía la necesidad de hacerlo.
Var/Freyja Vadin- Hechicero Clase Alta
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Fecha de inscripción : 08/10/2013
Re: La noche eterna [Privado]
El movimiento en la tienda no le alerto para nada, quería descansar, no prestar atención nada a su alrededor y permitir que aquella herida comenzara a sanar. Baptiste sabía a la perfección que al ser una herida hecha por un hombre lobo, tardaría mucho más en curarse que alguna de cualquier otra clase y por eso era que detestaba aquellos seres, aunque pensara en su hermano cada vez que la imagen de un lobo se le venía a la mente. Cerro los ojos unos momentos, su brazo se sentía extraño y demonios, quería recuperarse y alejarse de un lugar donde pudiera ser atacado nuevamente por una de aquellas criaturas servidoras de la luna.
No abrió los ojos ni siquiera cuando escucho como giraba la manija del local donde se encontraba cómodamente recargado, se hallaba seguro de que quien fuera que le viera cerraría la puerta al instante al ver la condición en la que se encontraba, pero se equivoco. Una voz femenina le realizo una pregunta y los ojos del vampiro se abrieron para ir a ver a quien fuera que se atrevía a hablarle. Los ojos de la joven y de Baptiste se encontraron unos segundos y negó a su pregunta.
– Me encuentro bien, solo necesito un poco de descanso – dejo de mirarla entonces – no molestare mucho, únicamente permite que descanse aquí y después me iré – sus palabras no parecieron calmar a la joven que se asomaba apenas por la puerta. Era increíble que pese a ser un desconocido, encontrarse herido y poder ser peligroso, alguien le abriera las puertas y le indicara entrar para darle atenciones – De verdad que no es necesario, pronto me encontrare bien – La insistencia de la joven comenzaba a irritar ligeramente a Baptiste quien ya planeaba decirle que le dejara en paz de una buena vez, cuando finalmente vio las condiciones en las que se encontraba la mujer y se trago sus propias palabras.
Tal como la mujer se lo pedía, termino por entrar en aquel local. El sitio estaba repleto de diversos aromas que le generaban un ligero cosquilleo en la nariz al inmortal y para evitarlo, se decidió a no respirar mientras se encontrara en ese sitio. Sus ojos analizaron todo a su alrededor, para notar que estaba dentro de la tienda de lo que parecían ser curanderas o quizás algo más, eso lo creía por la manera en que existía un aura diferente alrededor de ella aunque quizás fuera solo la imaginación del Zarkozi.
– No es necesario que te preocupes por mi herida, estoy seguro de que sanara dentro de poco y ¿Nadie te dijo que es peligroso abrirle la puerta a desconocidos? Nunca se sabe que intenciones tengan o lo que puedan hacer – enarco la ceja y la miro. Gracias a la luz de las velas podía ver mucho mejor los rasgos femeninos. La chica en la silla de ruedas era bonita, demasiado y eso era realmente peligroso si es que alguien con malas intenciones conseguir entrar a aquel local. Lo positivo era que Baptiste no tenía intención de lastimarle.
No supo cuanto tiempo permaneció observándola pero termino con el incomodo silencio que se había creado presentándose a si mismo.
– Me llamo Baptiste. Gracias por auxiliarme pese a que he dicho que estar bien. ¿Cuál es tu nombre? – Generalmente no quería saber el nombre de otras personas pero en el caso de ella, sentía que necesitaba saberlo aunque tenía también el presentimiento de que por algún motivo, al escucharlo sería como si ya lo supiera.
No abrió los ojos ni siquiera cuando escucho como giraba la manija del local donde se encontraba cómodamente recargado, se hallaba seguro de que quien fuera que le viera cerraría la puerta al instante al ver la condición en la que se encontraba, pero se equivoco. Una voz femenina le realizo una pregunta y los ojos del vampiro se abrieron para ir a ver a quien fuera que se atrevía a hablarle. Los ojos de la joven y de Baptiste se encontraron unos segundos y negó a su pregunta.
– Me encuentro bien, solo necesito un poco de descanso – dejo de mirarla entonces – no molestare mucho, únicamente permite que descanse aquí y después me iré – sus palabras no parecieron calmar a la joven que se asomaba apenas por la puerta. Era increíble que pese a ser un desconocido, encontrarse herido y poder ser peligroso, alguien le abriera las puertas y le indicara entrar para darle atenciones – De verdad que no es necesario, pronto me encontrare bien – La insistencia de la joven comenzaba a irritar ligeramente a Baptiste quien ya planeaba decirle que le dejara en paz de una buena vez, cuando finalmente vio las condiciones en las que se encontraba la mujer y se trago sus propias palabras.
Tal como la mujer se lo pedía, termino por entrar en aquel local. El sitio estaba repleto de diversos aromas que le generaban un ligero cosquilleo en la nariz al inmortal y para evitarlo, se decidió a no respirar mientras se encontrara en ese sitio. Sus ojos analizaron todo a su alrededor, para notar que estaba dentro de la tienda de lo que parecían ser curanderas o quizás algo más, eso lo creía por la manera en que existía un aura diferente alrededor de ella aunque quizás fuera solo la imaginación del Zarkozi.
– No es necesario que te preocupes por mi herida, estoy seguro de que sanara dentro de poco y ¿Nadie te dijo que es peligroso abrirle la puerta a desconocidos? Nunca se sabe que intenciones tengan o lo que puedan hacer – enarco la ceja y la miro. Gracias a la luz de las velas podía ver mucho mejor los rasgos femeninos. La chica en la silla de ruedas era bonita, demasiado y eso era realmente peligroso si es que alguien con malas intenciones conseguir entrar a aquel local. Lo positivo era que Baptiste no tenía intención de lastimarle.
No supo cuanto tiempo permaneció observándola pero termino con el incomodo silencio que se había creado presentándose a si mismo.
– Me llamo Baptiste. Gracias por auxiliarme pese a que he dicho que estar bien. ¿Cuál es tu nombre? – Generalmente no quería saber el nombre de otras personas pero en el caso de ella, sentía que necesitaba saberlo aunque tenía también el presentimiento de que por algún motivo, al escucharlo sería como si ya lo supiera.
Raoul Zarkozi- Vampiro Clase Alta
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Fecha de inscripción : 08/11/2013
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Re: La noche eterna [Privado]
Lo cierto es que Var era una joven terca, pero más aún de buen corazón, y sí se tenía una combinación de ambos, sumado a alguien que veía en malas condiciones, la cosa podría resultar extraña, como en ese momento. A pesar de ser una bruja experimentada (aunque más experimentada en los brebajes curativos), lo cierto es que poco sabía reconocer otras criaturas sobrenaturales, a menos que fueran muy evidentes, y ella muy meticulosa de ver. Por esa razón había dejado que el vampiro entrara al local, aunque lo cierto es que no tenía un antecedente malo con ninguno, debía reconocer que eran de cuidado. Por más dócil que fueran, su instinto de supervivencia iba ligado a la sangre, misma que corría por sus venas. Una gran desventaja claro, más aún si se encontraba lisiada.
Var no se daba cuenta de su imprudencia, para ella el mundo todo era blanco y luminoso, sin más. Bostezó un par de veces, y cómo pudo tomó la mano del joven para llevarlo y acomodarlo casi a fuerza en la camilla. Lo analizó con tranquilidad. La sangre a penas y chorreaba. Lo que la escandalizó fue notar que esa misma se encontraba espesa. Sí el liquido vital estaba en ese estado era porque llevaba demasiado tiempo al aire y casi se estaba secando por completo, o era un vampiro. Arqueó una ceja al analizar la segunda opción. Era cierto que el muchacho estaba frío, pero la noche ese día estaba siendo helada, y también era cierto que el chico era blanco, pero también las lamparas no eran de mucha ayuda. Se atrevió a mover sus manos para realizar la búsqueda de las heridas. Cuando las encontró se veían desagradables, incluso dejaban salir un olor asqueroso, a putrefacción. Lo primero que hizo fue buscar un brebaje blanquecino, y lo untó con la ayuda de un trapo limpió por las zonas, aquello sólo serviría para desintoxicar. Se giró por un momento a dejar las cosas, y cuando volvió a revisar, se sorprendió al ver el avance (aunque minucioso), de las heridas. Eso no era normal.
— Lo que me queda claro es que tú no eres una criatura muy normal o humana ¿me equivoco? — Se limpió las manos con las telas que se encontraban cubriendo sus piernas. Sólo tenía restos de liquido transparente, una especie de desinfectante, algo que costaba elaborar, y que por tanta no debió haber gastado en él. Daba igual, bien le había advertido el joven, ahora debía aguantarse — Aquí se abre la puerta diariamente a desconocidos, de cualquier raza, y se da cosas que no imaginas, así que no me da miedo si me expongo las 24 horas del día — Se encogió de hombros sin dejar de verlo. Var jugueteó un momento con sus dedos. — ¿Eres un vampiro? — Preguntó con inocencia, con sus mejillas teñidas de color carmín. Aunque tenía el carácter muy blando, muy delicado, lo cierto es que en ocasiones era una jovencita de su edad penosa. ¿Cuántos años tendría el joven frente a ella? ¿A que edad lo habrían transformado? Los vampiros le resultaban fascinantes, aunque claro, también de cuidado.
— Me llamo Var, y trabajo aquí con mi hermana Freyja, aunque ella se encuentra cansada, completamente cansada, de hecho está dormida, se fue hace un rato así que yo me quedé trabajando, en la semana vienen muchos pacientes, así que debemos hacer todo lo necesario a veces por las noches o los fines de semana — Suspiró y se quedó callada por unos instantes, se dio cuenta que había hablado más de la cuenta — ¿Y tú que haces en ese estado? ¿Te estabas metiendo en problemas? — Lo molestó un momento, soltó una risita y luego intentó ponerse seria, quizás al joven no le gustaban las bromas.
Var no se daba cuenta de su imprudencia, para ella el mundo todo era blanco y luminoso, sin más. Bostezó un par de veces, y cómo pudo tomó la mano del joven para llevarlo y acomodarlo casi a fuerza en la camilla. Lo analizó con tranquilidad. La sangre a penas y chorreaba. Lo que la escandalizó fue notar que esa misma se encontraba espesa. Sí el liquido vital estaba en ese estado era porque llevaba demasiado tiempo al aire y casi se estaba secando por completo, o era un vampiro. Arqueó una ceja al analizar la segunda opción. Era cierto que el muchacho estaba frío, pero la noche ese día estaba siendo helada, y también era cierto que el chico era blanco, pero también las lamparas no eran de mucha ayuda. Se atrevió a mover sus manos para realizar la búsqueda de las heridas. Cuando las encontró se veían desagradables, incluso dejaban salir un olor asqueroso, a putrefacción. Lo primero que hizo fue buscar un brebaje blanquecino, y lo untó con la ayuda de un trapo limpió por las zonas, aquello sólo serviría para desintoxicar. Se giró por un momento a dejar las cosas, y cuando volvió a revisar, se sorprendió al ver el avance (aunque minucioso), de las heridas. Eso no era normal.
— Lo que me queda claro es que tú no eres una criatura muy normal o humana ¿me equivoco? — Se limpió las manos con las telas que se encontraban cubriendo sus piernas. Sólo tenía restos de liquido transparente, una especie de desinfectante, algo que costaba elaborar, y que por tanta no debió haber gastado en él. Daba igual, bien le había advertido el joven, ahora debía aguantarse — Aquí se abre la puerta diariamente a desconocidos, de cualquier raza, y se da cosas que no imaginas, así que no me da miedo si me expongo las 24 horas del día — Se encogió de hombros sin dejar de verlo. Var jugueteó un momento con sus dedos. — ¿Eres un vampiro? — Preguntó con inocencia, con sus mejillas teñidas de color carmín. Aunque tenía el carácter muy blando, muy delicado, lo cierto es que en ocasiones era una jovencita de su edad penosa. ¿Cuántos años tendría el joven frente a ella? ¿A que edad lo habrían transformado? Los vampiros le resultaban fascinantes, aunque claro, también de cuidado.
— Me llamo Var, y trabajo aquí con mi hermana Freyja, aunque ella se encuentra cansada, completamente cansada, de hecho está dormida, se fue hace un rato así que yo me quedé trabajando, en la semana vienen muchos pacientes, así que debemos hacer todo lo necesario a veces por las noches o los fines de semana — Suspiró y se quedó callada por unos instantes, se dio cuenta que había hablado más de la cuenta — ¿Y tú que haces en ese estado? ¿Te estabas metiendo en problemas? — Lo molestó un momento, soltó una risita y luego intentó ponerse seria, quizás al joven no le gustaban las bromas.
Var/Freyja Vadin- Hechicero Clase Alta
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Fecha de inscripción : 08/10/2013
Re: La noche eterna [Privado]
Obligado por una consciencia que creía ya no tener a entrar a una tienda. Si de algo podía estar seguro era de que en ese lugar no le atacaría ningún otro licántropo y una vez su herida estuviese mejor, se limitaría a dar las gracias y a salir de aquel lugar tan rápido como fuera posible. Así que mientras eso sucedía, se recostó en la camilla que la joven de la silla de ruedas le indicaba y una sonrisa apareció en sus labios cuando el rostro de la joven trasmitió la extrañeza que generaba el hecho de que su sangre estuviese en condiciones repugnantes. Los cuerpos de los vampiros lucían hermoso exteriormente, la perfección y la carencia del paso del tiempo era algo que llamaba la atención de los humanos, así como el aumento de la belleza física de cualquier persona que fuera convertida; sin embargo, interiormente eran criaturas repugnantes. El interior de los inmortales era como el de cualquier muerto, porque eso estaban ellos; muertos.
No dijo nada a ella, ya debía ser más que obvio que no era común, por lo que Baptiste ya estaba esperando el momento en que ella decidiera echarlo de aquel lugar y de hacerlo, no podía culparle, era un vampiro y las historias que los acompañaban no eran las mejores. Si bien él no iba planeando hacer daño, seguro que de encontrarse con ella antes y de otra manera, lo hubiese hecho. Contrario a lo que había creído que haría la joven, aún a pesar de lo mal que lucía su herida y a que seguramente ya sabía la verdad que se ocultaba detrás de él, hizo todo por eliminar la pestilente sangre que salía de su herida y eso le hizo sonreír. Aquella chica tenía un buen corazón, tan bueno que le llevaba a abrirle la puerta a un vampiro y curarle. Su mirada fue a posarse sobre los ojos ajenos y permaneció ahí mientras era interrogado.
– En eso tienes toda la razón, por eso es que te dije que no era necesario que me curaras. Todo sanará pronto y entonces poder irme. Aún así, gracias por abrirme la puerta – una sonrisa divertida salió de los labios de Baptiste ante la respuesta por parte de la joven – Igual tus buenas intenciones podrían recibir una paga no deseada un día de estos. Al menos deberías tener quien te haga compañía en las noches y pueda entonces evitarse un incidente o ¿Tendría sentido exponerte al punto de morir? De esa manera ya no podrías abrir la puerta a quienes de verdad lo necesiten – la herida en su brazo comenzaba a sentirse mejor, lo que fuera que ella le había puesto de verdad estaba ayudando a que sanara más rápido de lo esperado, incluso para una herida de licántropo.
– Así es, soy un vampiro. ¿Tú que eres? No eres común y eso es obvio así que me gustaría saber que es lo que eres – le buscaba la mirada y se sentía como un chiquillo maravillado por las reacciones de la chica aquella. Baptiste no había podido vivir cosas normales de los jóvenes de su edad, o más bien de los jóvenes que poseían la edad a la que le convirtieron. Con Gregory como su padre y los constantes entrenamientos y misiones, aún no conocía como era ver a las chicas sonrojarse y desear verlas más de esa manera. Pero de manera curiosa, eso estaba ocurriendo justo ahí.
Var. Ese era el nombre al que respondía la chica y aunque le hablo de su hermana, la verdad es que a Baptiste ella no le interesaba en lo más mínimo. La que había llamado su atención gracias a la manera tan desinteresada de ayudar y sus reacciones, era ella.
– ¿Así que no soy el primero que llega en ese estado? Que decepción, pensé que sería el único paciente – dijo a modo de broma y rió ante las preguntas femeninas – No. Por extraño que parezca no estaba buscando problemas, pero la luna llena ha traído a los licántropos y bueno – le miro serió – las mordidas de ellos no son bonitas cuando eres vampiro. Aunque ninguna mordida es bonita – dijo aquello a modo de darle a entender que las suyas también dolían de manera terrible – Y dime Var, ¿Qué preparabas antes de que llegara a molestarte? Porque no quiero atrasarte en tus deberes, hasta podría ayudarte si es que me lo permites. A modo de paga por tu ayuda – y aparte de eso, sabía que esa no sería la ultima vez que fuera a ver a la joven.
No dijo nada a ella, ya debía ser más que obvio que no era común, por lo que Baptiste ya estaba esperando el momento en que ella decidiera echarlo de aquel lugar y de hacerlo, no podía culparle, era un vampiro y las historias que los acompañaban no eran las mejores. Si bien él no iba planeando hacer daño, seguro que de encontrarse con ella antes y de otra manera, lo hubiese hecho. Contrario a lo que había creído que haría la joven, aún a pesar de lo mal que lucía su herida y a que seguramente ya sabía la verdad que se ocultaba detrás de él, hizo todo por eliminar la pestilente sangre que salía de su herida y eso le hizo sonreír. Aquella chica tenía un buen corazón, tan bueno que le llevaba a abrirle la puerta a un vampiro y curarle. Su mirada fue a posarse sobre los ojos ajenos y permaneció ahí mientras era interrogado.
– En eso tienes toda la razón, por eso es que te dije que no era necesario que me curaras. Todo sanará pronto y entonces poder irme. Aún así, gracias por abrirme la puerta – una sonrisa divertida salió de los labios de Baptiste ante la respuesta por parte de la joven – Igual tus buenas intenciones podrían recibir una paga no deseada un día de estos. Al menos deberías tener quien te haga compañía en las noches y pueda entonces evitarse un incidente o ¿Tendría sentido exponerte al punto de morir? De esa manera ya no podrías abrir la puerta a quienes de verdad lo necesiten – la herida en su brazo comenzaba a sentirse mejor, lo que fuera que ella le había puesto de verdad estaba ayudando a que sanara más rápido de lo esperado, incluso para una herida de licántropo.
– Así es, soy un vampiro. ¿Tú que eres? No eres común y eso es obvio así que me gustaría saber que es lo que eres – le buscaba la mirada y se sentía como un chiquillo maravillado por las reacciones de la chica aquella. Baptiste no había podido vivir cosas normales de los jóvenes de su edad, o más bien de los jóvenes que poseían la edad a la que le convirtieron. Con Gregory como su padre y los constantes entrenamientos y misiones, aún no conocía como era ver a las chicas sonrojarse y desear verlas más de esa manera. Pero de manera curiosa, eso estaba ocurriendo justo ahí.
Var. Ese era el nombre al que respondía la chica y aunque le hablo de su hermana, la verdad es que a Baptiste ella no le interesaba en lo más mínimo. La que había llamado su atención gracias a la manera tan desinteresada de ayudar y sus reacciones, era ella.
– ¿Así que no soy el primero que llega en ese estado? Que decepción, pensé que sería el único paciente – dijo a modo de broma y rió ante las preguntas femeninas – No. Por extraño que parezca no estaba buscando problemas, pero la luna llena ha traído a los licántropos y bueno – le miro serió – las mordidas de ellos no son bonitas cuando eres vampiro. Aunque ninguna mordida es bonita – dijo aquello a modo de darle a entender que las suyas también dolían de manera terrible – Y dime Var, ¿Qué preparabas antes de que llegara a molestarte? Porque no quiero atrasarte en tus deberes, hasta podría ayudarte si es que me lo permites. A modo de paga por tu ayuda – y aparte de eso, sabía que esa no sería la ultima vez que fuera a ver a la joven.
Raoul Zarkozi- Vampiro Clase Alta
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Re: La noche eterna [Privado]
A Var le resultaba extraño encontrarse hablando con un desconocido como si se tratara de viejos amigos, no era una joven que socializara demasiado, lo hacía sí, pero todo era parte del trabajo, ella era la mitad buena, tolerante y amable, mientras que su hermana todo lo opuesto. Cuando tenían pacientes le resultaba muy sencillo ser alguien completamente introvertida, en ocasiones soltaba bromas, pero claro, todo dentro de un horario especifico, ¿por qué le costaba entonces con él? Estaba con una salud mala, (con todo y que era vampiro) y si se le sumaba se comportaba como otro paciente, no debía porque existir una variabilidad. Pensar en él la confundía demasiado, por eso decidió que sólo pensaría que no lo volvería a ver. De esa forma retomaría el valor para hablarle con naturalidad y sin nerviosismo. ¡Ahora se sentía peor que una tonta! Por andar pensando cosas que ni al caso, ponerse nerviosa por nada, y titubear como si una pequeña se tratara. Si su hermana Freja la observaba de esa forma, estaba segura que le reprocharía y regañaría.
— No debo juzgar a un enfermo por su condición, por esa razón incluso atendemos a algunos vampiros, la mordida de los licántropos en ocasiones les genera daños que parecen irreparables, sólo ciertas habilidades les ayudan a volver a la normalidad. Existen criaturas de la noche muy buenas, y por eso no debemos de juzgarle igual que a sus hermanos de especie… — Se encogió de hombros — Yo no conozco si usted sería bueno o malo, no me concierne esa parte de la historia, sólo estoy para curarle — Era verdad, ella mientras menos supiera de aquellos a los que dañaba, mejor. Así su corazón dulce no se lastimaba por los problemas que los acogían. ¿Por qué le resultaba difícil a veces quedarse callada? ¿Por qué con él deseaba involucrarse un poco más?
Su madre una vez le había contado al respecto, a veces existen personas que llegan a marcarles la vida, todos dejan una gran enseñanza, buena o mala pero ayudará a tener un mejor futuro.
— Soy una hechicera, por eso sé muchísimo más de propiedades que cualquier humano sin habilidad. Pero no me aprovecho al respecto, más bien saco provecho para poder compartirles a los demás la sanción, la salud. Las autoridades que nos gobiernan son egoístas y mucha gente muere diariamente por no tener atenciones, ellos se enriquecen y derrochan mientras que empobrecen a su nación ¿no lo cree triste? — Hizo una mueca, se notaba el pesar de la pequeña bruja, lo que llegaba a dolerle el saber que existían los medios, los recursos, incluso la mano de obra, pero no el pensamiento de superación y grandeza para el pueblo — ¿Cómo dices que te llamas? — Preguntó moviendo su silla un poco para atrás, así le contemplaba de una mejor manera. — ¿Sabía que hay vampiros que me ayudan? — Arqueó una ceja, benditos sean los donadores de sangre de vampiro, por que de esa manera también existían curaciones prontas.
— Acércate un poco que te enseño, esto es sencillo — Le pidió que le acompañara mientras ella se colocaba detrás de una larga mesa con floreros, grandes brotes verdes se encontraban en cada uno de ellos. Las plantas curativas tenían un efecto de crecimiento gracias a el tipo de abono que utilizaban, uno que claramente ellas habían inventado — Son remedios que se elaboran con plantas que asemejan un sentir de frescura — Ladeó el rostro — Ayuda a las quemaduras, piquetes y cicatrización, muchos lo están utilizando por el nuevo brote de insectos, y sino se trata como se debe puede infectarse y hacerse más grande — Adentró un par de dedos en la formula y luego estiró la mano para que el oliera un poco más la mezcla.
— No debo juzgar a un enfermo por su condición, por esa razón incluso atendemos a algunos vampiros, la mordida de los licántropos en ocasiones les genera daños que parecen irreparables, sólo ciertas habilidades les ayudan a volver a la normalidad. Existen criaturas de la noche muy buenas, y por eso no debemos de juzgarle igual que a sus hermanos de especie… — Se encogió de hombros — Yo no conozco si usted sería bueno o malo, no me concierne esa parte de la historia, sólo estoy para curarle — Era verdad, ella mientras menos supiera de aquellos a los que dañaba, mejor. Así su corazón dulce no se lastimaba por los problemas que los acogían. ¿Por qué le resultaba difícil a veces quedarse callada? ¿Por qué con él deseaba involucrarse un poco más?
Su madre una vez le había contado al respecto, a veces existen personas que llegan a marcarles la vida, todos dejan una gran enseñanza, buena o mala pero ayudará a tener un mejor futuro.
— Soy una hechicera, por eso sé muchísimo más de propiedades que cualquier humano sin habilidad. Pero no me aprovecho al respecto, más bien saco provecho para poder compartirles a los demás la sanción, la salud. Las autoridades que nos gobiernan son egoístas y mucha gente muere diariamente por no tener atenciones, ellos se enriquecen y derrochan mientras que empobrecen a su nación ¿no lo cree triste? — Hizo una mueca, se notaba el pesar de la pequeña bruja, lo que llegaba a dolerle el saber que existían los medios, los recursos, incluso la mano de obra, pero no el pensamiento de superación y grandeza para el pueblo — ¿Cómo dices que te llamas? — Preguntó moviendo su silla un poco para atrás, así le contemplaba de una mejor manera. — ¿Sabía que hay vampiros que me ayudan? — Arqueó una ceja, benditos sean los donadores de sangre de vampiro, por que de esa manera también existían curaciones prontas.
— Acércate un poco que te enseño, esto es sencillo — Le pidió que le acompañara mientras ella se colocaba detrás de una larga mesa con floreros, grandes brotes verdes se encontraban en cada uno de ellos. Las plantas curativas tenían un efecto de crecimiento gracias a el tipo de abono que utilizaban, uno que claramente ellas habían inventado — Son remedios que se elaboran con plantas que asemejan un sentir de frescura — Ladeó el rostro — Ayuda a las quemaduras, piquetes y cicatrización, muchos lo están utilizando por el nuevo brote de insectos, y sino se trata como se debe puede infectarse y hacerse más grande — Adentró un par de dedos en la formula y luego estiró la mano para que el oliera un poco más la mezcla.
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Re: La noche eterna [Privado]
Cada segundo dentro de esa tienda le despertaba más curiosidad que antes. Var actuaba de manera tranquila, indicando que no temía en lo absoluto que él pudiera ser peligroso y de hecho, hasta se sonrojaba de una manera que le llevaba a Baptiste a desear ver más de esas expresiones. Le escuchaba hablar de otros sobrenaturales y pese a tener un buen punto acerca de que no todos eran iguales, también creía que ella debía ser consciente de que existían momentos en los que hasta la criatura más bondadosa podía transformarse en el peor monstruo de la existencia, sin embargo, él no era nadie para enseñarle a desconfiar de todos y quizás era mejor que creyera en la bondad de algunas criaturas. Suspiro pensando en él mismo. Baptiste no se veía a si mismo como una buena criatura, pero al menos por esa noche, podía serlo y también lo quería. No pensaba demostrar su corazón corrompido por deseos de venganzas o destrucción a una mujer que le ayudaba de manera tan desinteresada.
– Gracias, eres muy amable al permitirte hacer una imagen de los clientes por ti misma – le sonrió con esa parte sincera y juvenil que aún mantenía en el fondo – me he llevado una agradable sorpresa al ver que no todos nos temen y que afuera existe quien nos ayude.
¿Qué hubiese sucedido si Baptiste recibiera ayuda de aquella clase cuando su creador le envenenaba la mente? Posiblemente jamás se hubiera vuelto un asesino para llamar la atención de los suyos o habría cambiado de vida y perdonado a Gregory incluso antes de que falleciera. Se quedo observando a Var unos segundos, imaginando que si alguien como ella se hubiera topado en su camino antes, todo sería mejor. Pero el pasado no existía y era el presente lo único a lo que podía aspirar. El presente además, le gustaba bastante.
– Ahora todo adquiere significado – con un dedo hizo como que delineaba alrededor de ella – eso explica ese brillo que tienes a tu alrededor, pero no se parece al de ninguna hechicera que viera antes, aunque no eres como ninguna hechicera creo yo – decía aquello no porque se encontrara en una silla de ruedas, sino porque realmente la bondad en el corazón de Var debía hacer que su aura emitiera un color diferente al de otras y otros – Es parte del circulo de la vida que las personas mueran, ricos o pobres terminan por morir, es únicamente el tiempo que permanecen aquí la diferencia. Los ricos derrochan pero muchas veces terminan asesinados por avaricia y los pobres pueden morir enfermos o cualquier otra cosa. La vida no es justa, pero no la creo triste. Hasta puedo decir que envidio esas injusticias – sobre todo porque él se mantendría en esa edad, congelado por siempre viendo como el tiempo y las cosas cambiaba – Baptiste – frunció el ceño, tratando de imaginar las posibles manera en las que un vampiro le ayudaría a Var pero a pesar de eso, no evito preguntar – ¿Cómo es que le ayudan? Yo podría hacerlo si es que me lo dices – pagar por las atenciones recibidas después de que ella dijera que deseaba ayudar a otros, le parecía lo más justo.
– Tiene un olor extraño, no me parece muy agradable – dijo alejándose justo después de que oliera la formula que Var le acercaba con los dedos. En la mesa aquella existían un montón de cosas que no podía comprender para que necesitaban pero la bruja parecía maravillada con ellas por el simple hecho de que le ayudaban a curar a otros – lo agradable del aroma debe ser secundario, ya lo sé, pero igual no puedo evitar notar esas cosas por el olfato sensible – cuando había olido aquello también había notado el agradable aroma de la humana así que le miro divertido – si ese remedio tuviera tu aroma, seguramente me la pasaría viniendo aquí para que me dieras un poco y lo usaría aunque no lo necesitara – pero dicho eso frunció el ceño – aunque mejor no. Seguro que muchos se lo llevan y eso significaría a muchos oliendo a ti.
– Gracias, eres muy amable al permitirte hacer una imagen de los clientes por ti misma – le sonrió con esa parte sincera y juvenil que aún mantenía en el fondo – me he llevado una agradable sorpresa al ver que no todos nos temen y que afuera existe quien nos ayude.
¿Qué hubiese sucedido si Baptiste recibiera ayuda de aquella clase cuando su creador le envenenaba la mente? Posiblemente jamás se hubiera vuelto un asesino para llamar la atención de los suyos o habría cambiado de vida y perdonado a Gregory incluso antes de que falleciera. Se quedo observando a Var unos segundos, imaginando que si alguien como ella se hubiera topado en su camino antes, todo sería mejor. Pero el pasado no existía y era el presente lo único a lo que podía aspirar. El presente además, le gustaba bastante.
– Ahora todo adquiere significado – con un dedo hizo como que delineaba alrededor de ella – eso explica ese brillo que tienes a tu alrededor, pero no se parece al de ninguna hechicera que viera antes, aunque no eres como ninguna hechicera creo yo – decía aquello no porque se encontrara en una silla de ruedas, sino porque realmente la bondad en el corazón de Var debía hacer que su aura emitiera un color diferente al de otras y otros – Es parte del circulo de la vida que las personas mueran, ricos o pobres terminan por morir, es únicamente el tiempo que permanecen aquí la diferencia. Los ricos derrochan pero muchas veces terminan asesinados por avaricia y los pobres pueden morir enfermos o cualquier otra cosa. La vida no es justa, pero no la creo triste. Hasta puedo decir que envidio esas injusticias – sobre todo porque él se mantendría en esa edad, congelado por siempre viendo como el tiempo y las cosas cambiaba – Baptiste – frunció el ceño, tratando de imaginar las posibles manera en las que un vampiro le ayudaría a Var pero a pesar de eso, no evito preguntar – ¿Cómo es que le ayudan? Yo podría hacerlo si es que me lo dices – pagar por las atenciones recibidas después de que ella dijera que deseaba ayudar a otros, le parecía lo más justo.
– Tiene un olor extraño, no me parece muy agradable – dijo alejándose justo después de que oliera la formula que Var le acercaba con los dedos. En la mesa aquella existían un montón de cosas que no podía comprender para que necesitaban pero la bruja parecía maravillada con ellas por el simple hecho de que le ayudaban a curar a otros – lo agradable del aroma debe ser secundario, ya lo sé, pero igual no puedo evitar notar esas cosas por el olfato sensible – cuando había olido aquello también había notado el agradable aroma de la humana así que le miro divertido – si ese remedio tuviera tu aroma, seguramente me la pasaría viniendo aquí para que me dieras un poco y lo usaría aunque no lo necesitara – pero dicho eso frunció el ceño – aunque mejor no. Seguro que muchos se lo llevan y eso significaría a muchos oliendo a ti.
Raoul Zarkozi- Vampiro Clase Alta
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Re: La noche eterna [Privado]
Var conocía a la perfección aquella mirada de confusión que la criatura le estaba ofreciendo. No se trataba de algo desconocido, muchas criaturas sobrenaturales se sorprendían de la amabilidad que ella les llegaba a ofrecer. Delicada como ninguna, servicial al punto de mostrarse sumisa, aunque nunca lo fuera. En ella existían muchos detalles positivos, destellos de comprensión al mundo, mismo que le había dado la espalda en el momento que dejó de caminar, aunque, evidentemente, ella no lo veía de esa manera. Era cierto, se trataba de una joven discapacitada, pero no por eso menos que el resto, las miradas de lastima no las tomaba en cuenta, por el contrario, le hacían sonreír. La ignorancia de la gente era un punto agradable cuando se aprendía a hacerles ver el error, aunque claro, no muchos de ellos lo querían, lo aceptaban, o lo digerían.
Lo contempló por un momento. Siempre aceptó que los humanos eran ignorantes por su soberbia. Creer que son los únicos en el mundo, ignorar las señales claras, dejarse en evidencia siempre. Por eso eran una raza muy débil, por eso los vampiros les absorbían hasta la última gota, y los licántropos los destrozaban en luna llena. La imprudencia del ser humano la pagaban claro. Var se daba cuenta que no sólo los “normales” llegaban a ser ignorants. Baptiste era la prueba clara. ¿Cómo creía él que un vampiro podía ayudar en curaciones? ¿Cuál creía que se trataba de la formula secreta? Algo claro, demasiado simple, lo único por lo que muchos se vuelven adictos y son capaces de hacer lo que sea por obtener de un inmortal.
Aquello causó un poco de gracia y dulzura en la mirada de la bruja, peor ¡hey! Que no se le subestime por ser tan buena, tenía sus lados sombríos.
— Es difícil conseguir la sangre de vampiro ¿lo sabías? — Comentó, su mirada se paseaba de un lado a otro por la mesa. Sus manos comenzaron a moverse. Elaboraba pociones con tanta profesionalidad, que ignoraba lo demás que ocurría a su alrededor, excepto a él, obviamente — Tan difícil como intentar retirarla del cuerpo de uno de ustedes — La regeneración rápida de sus tejidos era el primer punto de la dificultad, hablar de lo demás que pasaba salía sobrando — Aquellos qué se encuentran agradecidos conmigo me ayudan con eso, existen criaturas como usted que gusta de hacer el bien, y más aún. Hay algunos incluso que me defienden ¿no lo cree fantástico? — Le dirigió una mirada emocionada, sus manos se detuvieron — ¿Vio lo que hice? — Una de sus manos le dirigió un bote vacío — Haga lo mismo — Ordenó. Si, para pedir cosas no era lo más educada posible.
— Usted me huele como depredador, no cómo un hombre queriendo apreciar el olor que desprende una mujer — Se río — ¿Se imagina que todos olieran a papa? — Por decirlo de una manera, ella se imaginaba con cara de bistec en ese momento por lo dicho por el hombre. ¡Era un cumplido! Claro que lo era, pero lo cierto es que ella no sabía diferenciarlos, no los comprendía. Desde su caída de ese caballos muchas cosas se apagaron en su interior, incluyendo el notar un gesto agradable, coqueteó, o cumplidos. Estaba más que claro — ¿Puedo identificar a qué huele usted? — Se acercó un poco para intentar olisquear la camisa ajena.
Lo contempló por un momento. Siempre aceptó que los humanos eran ignorantes por su soberbia. Creer que son los únicos en el mundo, ignorar las señales claras, dejarse en evidencia siempre. Por eso eran una raza muy débil, por eso los vampiros les absorbían hasta la última gota, y los licántropos los destrozaban en luna llena. La imprudencia del ser humano la pagaban claro. Var se daba cuenta que no sólo los “normales” llegaban a ser ignorants. Baptiste era la prueba clara. ¿Cómo creía él que un vampiro podía ayudar en curaciones? ¿Cuál creía que se trataba de la formula secreta? Algo claro, demasiado simple, lo único por lo que muchos se vuelven adictos y son capaces de hacer lo que sea por obtener de un inmortal.
Aquello causó un poco de gracia y dulzura en la mirada de la bruja, peor ¡hey! Que no se le subestime por ser tan buena, tenía sus lados sombríos.
— Es difícil conseguir la sangre de vampiro ¿lo sabías? — Comentó, su mirada se paseaba de un lado a otro por la mesa. Sus manos comenzaron a moverse. Elaboraba pociones con tanta profesionalidad, que ignoraba lo demás que ocurría a su alrededor, excepto a él, obviamente — Tan difícil como intentar retirarla del cuerpo de uno de ustedes — La regeneración rápida de sus tejidos era el primer punto de la dificultad, hablar de lo demás que pasaba salía sobrando — Aquellos qué se encuentran agradecidos conmigo me ayudan con eso, existen criaturas como usted que gusta de hacer el bien, y más aún. Hay algunos incluso que me defienden ¿no lo cree fantástico? — Le dirigió una mirada emocionada, sus manos se detuvieron — ¿Vio lo que hice? — Una de sus manos le dirigió un bote vacío — Haga lo mismo — Ordenó. Si, para pedir cosas no era lo más educada posible.
— Usted me huele como depredador, no cómo un hombre queriendo apreciar el olor que desprende una mujer — Se río — ¿Se imagina que todos olieran a papa? — Por decirlo de una manera, ella se imaginaba con cara de bistec en ese momento por lo dicho por el hombre. ¡Era un cumplido! Claro que lo era, pero lo cierto es que ella no sabía diferenciarlos, no los comprendía. Desde su caída de ese caballos muchas cosas se apagaron en su interior, incluyendo el notar un gesto agradable, coqueteó, o cumplidos. Estaba más que claro — ¿Puedo identificar a qué huele usted? — Se acercó un poco para intentar olisquear la camisa ajena.
Var/Freyja Vadin- Hechicero Clase Alta
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Re: La noche eterna [Privado]
La sonrisa que le fuera dedicada cuando pregunto sobre la manera en que podía ayudar le hizo sentir verdaderamente apenado. Baptiste era un vampiro que ya llevaba algún tiempo siendo la criatura de la noche que ahora era, pero a pesar del tiempo que llevaba como inmortal, varios años vivo únicamente bajo el manto de su creador, sin salir a conocer otras criaturas o la manera en la que ellas llevaban a cabo ciertas cosas, por eso es que verdaderamente desconocía la manera en que un vampiro podía ser de utilidad para una bruja, y no para cualquier bruja, sino para la que respondía al nombre de Var. Trato de ignorar el hecho de saberse aún bastante ignorante en algunos aspectos que quizás no debería ser y cuando escucho sobre la sangre de vampiro, se sintió un completo idiota. Había sido inquisidor y no podía venir a su mente el hecho de que lo que ella necesitaba era meramente su sangre para continuar llevando a cabo las curaciones de otras criaturas.
– Bueno, pensé que era algo mucho más complicado que eso pero supongo que eso se debe a que soy vampiro y entonces, tengo a disposición la sangre todo el tiempo – se encogió de hombros sin saber la manera correcta en la cual ofrecer su ayuda a ella – ¿Te serviría mi sangre? Es decir, para curar a otros porque de ser así, entonces me encuentro dispuesto a darte parte de ella.
La observaba con atención, sin perder detalle alguno de la manera en que actuaba y como se movían sus manos por toda aquella mesa donde se creaban las posiones y algunas otras mezclas para el cuidado de las personas que fueran a pedir ayuda a la bruja. Sonrió cuando le hablo de lo complicado que era conseguir la sangre de un vampiro y asintió a esas palabras.
– Es complicado si trata de hacerse a la fuerza y el vampiro no esta de acuerdo en que se lleve a cabo algo como eso, pero cuando alguien se ofrece de manera voluntaria, entonces existen métodos para lograr cualquier cosa – en su experiencia como humano inquisidor, también había aprendido a hacer sufrir inmortales al desangrarlos lentamente para que la sed les consumiera y les impidiera la rápida recuperación; pero jamás creyó que ese conocimiento podía ayudar de otra manera que no fuera limpiando las calles de París de los bebedores de sangre. Frunció el ceño cuando dijo que existían quienes le defendían – Yo también voy a defenderle y ayudarle – soltó sin meditar las palabras, apenas como un impulso al que después agrego – todo por la ayuda que he recibido de su parte – aunque también lo hacía porque de esa manera podría verla más seguido.
– Si, no he perdido detalle de sus movimientos – admitió sin captar realmente el peso de sus palabras y recibió el bote que ella le ofrecía, donde comenzó a hacer exactamente lo mismo que la viera llevar a cabo. Seguía los movimientos llevados a cabo por la bruja de manera precisa, pues no quería terminar por hacer cualquier cosa y aunque su atención parecía estar ya enfocada en su manera de actuar, sonrió al escucharle decir que lo veía como un depredador – Me ve de esa manera porque sabe bien que soy un depredador, pero eso no me impide apreciar el olor tan distintivo y delicioso que desprende una mujer y no se lo digo para que tema de mi o piense que tratare de obtener su sangre, es apenas un simple comentario el que hago – Continuo siguiendo sus pasos y entonces le estiro el bote – Listo, he hecho exactamente lo que usted ha pedido.
La pregunta que hacía la bruja le tomo de manera desprevenida y en un reflejo, dio un paso hacia atrás para alejarse ligeramente de ella.
– Sería divertido su todos oliesen a papa, pero también sería sumamente confuso – carraspeo – y mi aroma ahora seguro será únicamente a sangre o a perro, no recomiendo que lo haga – le miro de manera directa, pero encontrarse con los ojos femeninos de alguna manera le ablandaba – aunque tengo curiosidad de saber como es que me huele usted – y dicho eso, se acerco a ella, inclinándose cerca de la silla para que pudiera olerle más cerca.
– Bueno, pensé que era algo mucho más complicado que eso pero supongo que eso se debe a que soy vampiro y entonces, tengo a disposición la sangre todo el tiempo – se encogió de hombros sin saber la manera correcta en la cual ofrecer su ayuda a ella – ¿Te serviría mi sangre? Es decir, para curar a otros porque de ser así, entonces me encuentro dispuesto a darte parte de ella.
La observaba con atención, sin perder detalle alguno de la manera en que actuaba y como se movían sus manos por toda aquella mesa donde se creaban las posiones y algunas otras mezclas para el cuidado de las personas que fueran a pedir ayuda a la bruja. Sonrió cuando le hablo de lo complicado que era conseguir la sangre de un vampiro y asintió a esas palabras.
– Es complicado si trata de hacerse a la fuerza y el vampiro no esta de acuerdo en que se lleve a cabo algo como eso, pero cuando alguien se ofrece de manera voluntaria, entonces existen métodos para lograr cualquier cosa – en su experiencia como humano inquisidor, también había aprendido a hacer sufrir inmortales al desangrarlos lentamente para que la sed les consumiera y les impidiera la rápida recuperación; pero jamás creyó que ese conocimiento podía ayudar de otra manera que no fuera limpiando las calles de París de los bebedores de sangre. Frunció el ceño cuando dijo que existían quienes le defendían – Yo también voy a defenderle y ayudarle – soltó sin meditar las palabras, apenas como un impulso al que después agrego – todo por la ayuda que he recibido de su parte – aunque también lo hacía porque de esa manera podría verla más seguido.
– Si, no he perdido detalle de sus movimientos – admitió sin captar realmente el peso de sus palabras y recibió el bote que ella le ofrecía, donde comenzó a hacer exactamente lo mismo que la viera llevar a cabo. Seguía los movimientos llevados a cabo por la bruja de manera precisa, pues no quería terminar por hacer cualquier cosa y aunque su atención parecía estar ya enfocada en su manera de actuar, sonrió al escucharle decir que lo veía como un depredador – Me ve de esa manera porque sabe bien que soy un depredador, pero eso no me impide apreciar el olor tan distintivo y delicioso que desprende una mujer y no se lo digo para que tema de mi o piense que tratare de obtener su sangre, es apenas un simple comentario el que hago – Continuo siguiendo sus pasos y entonces le estiro el bote – Listo, he hecho exactamente lo que usted ha pedido.
La pregunta que hacía la bruja le tomo de manera desprevenida y en un reflejo, dio un paso hacia atrás para alejarse ligeramente de ella.
– Sería divertido su todos oliesen a papa, pero también sería sumamente confuso – carraspeo – y mi aroma ahora seguro será únicamente a sangre o a perro, no recomiendo que lo haga – le miro de manera directa, pero encontrarse con los ojos femeninos de alguna manera le ablandaba – aunque tengo curiosidad de saber como es que me huele usted – y dicho eso, se acerco a ella, inclinándose cerca de la silla para que pudiera olerle más cerca.
Raoul Zarkozi- Vampiro Clase Alta
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Re: La noche eterna [Privado]
Var sabía reconocer miradas. Lo aprendió debido a su etapa de muda. Cuando recién perdió la movilidad de sus piernas entró en depresión. A duras penas se alimentaba, nunca habló, ni siquiera con su hermana, y eso era demasiado que decir, de esa forma empezó a prestar atención a otros detalles que “completa” nunca le llamaron la atención. Las miradas revelaban lo que en el interior había. La forma de los ojos podrían recalcar felicidad, o tristeza, todo dependiendo del portador, en ocasiones -muy contadas veces - la jovencita se equivocaba, pero sólo porque las personas eran malas, o demasiado buenas actuando. Ella creía que en el interior de las personas existían la bondad, por muy negado que alguien se encontrara, aunque resultaba difícil de relucir en algunas personas. ¿A qué venía todo eso? A la forma en qué él la observaba.
Aquellos ojos oscurecidos tenían una forma extraña, además las posturas de su cuerpo, muchas veces los seres de la noche no la corregían, sin importar la elegancia, la arrastraban desde su humanidad. Var se imaginó la infancia del chico, quizás tuvo una vida pesada, porque sin importar su edad, o más bien, la edad en la que habían interrumpido su mortalidad, su físico era llamativo, fuerte e imponente. Quizás había sido ganadero, o cultivador, por eso esa curvatura en sus hombros, además pudo haber sido abusado de la fuerza, porque se notaba cansado. ¿Y si había sufrido? La sola idea del dolor interno le daba escalofríos, le recordaba el propio, y eso la hacía sentir muy mal. Lo exteriorizó al soltar un largo suspiro.
En su interior muchas preguntas se formaron. Tragó saliva, y sintió inquietud, curiosidad, ganas de saber mucho más. ¿Se atrevería a preguntar?
La jovencita dejó salir una especie de risa, fue muy breve dado que la timidez la paralizó. Jamás nunca había tenido a alguien - al menos del sexo masculino - tan pegado a su cuerpo, a menos que fuera algún paciente. Var se había empeñado en ignorar las reacciones normales de un humano referente al sexo opuesto, ella sabía que no tenía futuro alguno ¿quién iba a fijarse en una joven que se encontraba en silla de ruedas? Nadie. Recordar de nuevo eso la hizo sollozar, pero aquel gesto cargado de tristeza se nubló cuando se cubrió los labios; disimuló sus gestos y se acercó hacía el frente para poder percibir el aroma masculino. Primeramente no pudo identificar a que olía, porque las hierbas que le puso no ayudaban del todo, sin embargo puso más empeño, cerró los ojos y se concentró. Minutos más tarde ya tenía la respuesta.
— Le resultará gracioso lo que voy a decirle, sin embargo reconoceré una cosa, no tiene un olor especifico, usted huele a noche, a bosque, y rocío, huele a hierbas mentoladas, pero también a hierro, es una combinación peculiar, y usa un tipo de colonia masculina que sí se excediera me llegaría a marear — Finalizó moviendo su silla de ruedas hacía atrás — Ahora dígame usted a que huelo yo — Sonrió, el juego era algo nuevo, sumamente entretenido, aunque ciertamente incomodo por la cercanía.
Aquellos ojos oscurecidos tenían una forma extraña, además las posturas de su cuerpo, muchas veces los seres de la noche no la corregían, sin importar la elegancia, la arrastraban desde su humanidad. Var se imaginó la infancia del chico, quizás tuvo una vida pesada, porque sin importar su edad, o más bien, la edad en la que habían interrumpido su mortalidad, su físico era llamativo, fuerte e imponente. Quizás había sido ganadero, o cultivador, por eso esa curvatura en sus hombros, además pudo haber sido abusado de la fuerza, porque se notaba cansado. ¿Y si había sufrido? La sola idea del dolor interno le daba escalofríos, le recordaba el propio, y eso la hacía sentir muy mal. Lo exteriorizó al soltar un largo suspiro.
En su interior muchas preguntas se formaron. Tragó saliva, y sintió inquietud, curiosidad, ganas de saber mucho más. ¿Se atrevería a preguntar?
La jovencita dejó salir una especie de risa, fue muy breve dado que la timidez la paralizó. Jamás nunca había tenido a alguien - al menos del sexo masculino - tan pegado a su cuerpo, a menos que fuera algún paciente. Var se había empeñado en ignorar las reacciones normales de un humano referente al sexo opuesto, ella sabía que no tenía futuro alguno ¿quién iba a fijarse en una joven que se encontraba en silla de ruedas? Nadie. Recordar de nuevo eso la hizo sollozar, pero aquel gesto cargado de tristeza se nubló cuando se cubrió los labios; disimuló sus gestos y se acercó hacía el frente para poder percibir el aroma masculino. Primeramente no pudo identificar a que olía, porque las hierbas que le puso no ayudaban del todo, sin embargo puso más empeño, cerró los ojos y se concentró. Minutos más tarde ya tenía la respuesta.
— Le resultará gracioso lo que voy a decirle, sin embargo reconoceré una cosa, no tiene un olor especifico, usted huele a noche, a bosque, y rocío, huele a hierbas mentoladas, pero también a hierro, es una combinación peculiar, y usa un tipo de colonia masculina que sí se excediera me llegaría a marear — Finalizó moviendo su silla de ruedas hacía atrás — Ahora dígame usted a que huelo yo — Sonrió, el juego era algo nuevo, sumamente entretenido, aunque ciertamente incomodo por la cercanía.
Var/Freyja Vadin- Hechicero Clase Alta
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Re: La noche eterna [Privado]
Ella le miraba de una forma diferente a la que todos le habían hecho en determinados momentos de su vida. Cuando era humano, su padre le miraba con orgullo y con exigencia; sus hermanos le miraban con dolor y quizás un poco de odio, mientras que por lo general, todos los demás le miraban con pesar. Apenas había sido un chiquillo cuando comenzó con las misiones de la inquisición, su mente se había llenado de muerte y destrucción demasiado pronto para el gusto de cualquier persona, menos para la de su padre, quien siempre pensaba llevarlo un paso más allá y exigir a su hijo. Una vez que se había vuelto inmortal, la gente le miraba como si fuera algo extraño, algo que no podían comprender o al menos no hasta que veían la oscuridad dentro de él y se daban cuenta de que ese era el fin de su vida. Todos quienes le veían como un monstruo sediento de sangre se encontraban muertos. Comparaba entonces todas esas miradas que viera antes, solo para percatarse de que verdaderamente, la de Var era diferente a las que antes recibiera y eso le gustaba.
Llevo a cabo aquello que ella le indicaba, mientras que charlaban de algunas cosas que podían resultar sin importancia, pero para Baptiste, hablar con alguien era sumamente raro, mucho más cuando se trataba de alguien que acabara de conocer y sin embargo, sentía que a Var le conocía de antes. Hasta su manera de dirigirse a ella era más relajada que en otras ocasiones y por eso fue que le pregunto sobre la manera en que le olía ella. En la mente del inmortal, su aroma debía estar sumamente ligado con la muerte, todo gracias a aquella condición que llevaría para siempre; aún así, se acerco a ella para permitir que le oliera y una sonrisa salir de sus labios al ver que hacía una ligera mueca pero que después parecía relajarse y dejar que las cosas fluyeran de una manera más natural. Baptiste le observo con los ojos cerrados y mientras aquellos minutos en los que se mantenían en silencio corrían, se dedico a contemplar con atención las facciones de la bruja aquella.
Var era bonita, incluso si cerraba los ojos que parecían ser el atributo más notorio en aquel rostro. Por un segundo, Baptiste tuvo el deseo de acariciarle la mejilla, como si la bruja se tratara de una escultura a la que podías tocar sin que se percatara de eso y de hecho, iba a hacerlo, de no ser porque entonces ella abrió los ojos y eso provoco que la idea desapareciera de la mente del inmortal.
Soltó una risita sin dejar de mirarle.
– Vaya, yo que pensé que no olería bastante agradable pero si huelo a eso que dice entonces no creo que sea tan malo – de cierta manera aquello le daba una tranquilidad que antes no experimentaba. Sonrió mostrando los colmillos ligeramente ante la petición de Var – Muy bien, se lo diré, pero necesito corroborar – y lentamente volvió a acercarse a ella e hizo exactamente lo mismo que la bruja, cerró los ojos y dejo que el aroma de Var le inundara. Contrario a lo que sucediera con ella, Baptiste no demoro tanto en reconocer los aromas que provenían de ella y se alejo un tanto pensativo pues lo primero que le llegaba, era el aroma de la sangre y aún así, no planeaba decirle eso. Var era mucho más que sangre y enfocado en esa idea, le miro – Hueles a hierba, a toda clase de ellas. Olerte es como estar en el bosque y eso es agradable, es pacifico. Hueles además a flores, no sabría decirte a que clase, pero sé bien que son flores – suspiro – el aroma a hierbas debe ser porque trabajas aquí ya que tu aroma, el que más detecto en ti son las flores – dicho eso dio un paso hacía atrás, dejando más espacio a la joven bruja aunque él prefería estar cerca, muy cerca.
Llevo a cabo aquello que ella le indicaba, mientras que charlaban de algunas cosas que podían resultar sin importancia, pero para Baptiste, hablar con alguien era sumamente raro, mucho más cuando se trataba de alguien que acabara de conocer y sin embargo, sentía que a Var le conocía de antes. Hasta su manera de dirigirse a ella era más relajada que en otras ocasiones y por eso fue que le pregunto sobre la manera en que le olía ella. En la mente del inmortal, su aroma debía estar sumamente ligado con la muerte, todo gracias a aquella condición que llevaría para siempre; aún así, se acerco a ella para permitir que le oliera y una sonrisa salir de sus labios al ver que hacía una ligera mueca pero que después parecía relajarse y dejar que las cosas fluyeran de una manera más natural. Baptiste le observo con los ojos cerrados y mientras aquellos minutos en los que se mantenían en silencio corrían, se dedico a contemplar con atención las facciones de la bruja aquella.
Var era bonita, incluso si cerraba los ojos que parecían ser el atributo más notorio en aquel rostro. Por un segundo, Baptiste tuvo el deseo de acariciarle la mejilla, como si la bruja se tratara de una escultura a la que podías tocar sin que se percatara de eso y de hecho, iba a hacerlo, de no ser porque entonces ella abrió los ojos y eso provoco que la idea desapareciera de la mente del inmortal.
Soltó una risita sin dejar de mirarle.
– Vaya, yo que pensé que no olería bastante agradable pero si huelo a eso que dice entonces no creo que sea tan malo – de cierta manera aquello le daba una tranquilidad que antes no experimentaba. Sonrió mostrando los colmillos ligeramente ante la petición de Var – Muy bien, se lo diré, pero necesito corroborar – y lentamente volvió a acercarse a ella e hizo exactamente lo mismo que la bruja, cerró los ojos y dejo que el aroma de Var le inundara. Contrario a lo que sucediera con ella, Baptiste no demoro tanto en reconocer los aromas que provenían de ella y se alejo un tanto pensativo pues lo primero que le llegaba, era el aroma de la sangre y aún así, no planeaba decirle eso. Var era mucho más que sangre y enfocado en esa idea, le miro – Hueles a hierba, a toda clase de ellas. Olerte es como estar en el bosque y eso es agradable, es pacifico. Hueles además a flores, no sabría decirte a que clase, pero sé bien que son flores – suspiro – el aroma a hierbas debe ser porque trabajas aquí ya que tu aroma, el que más detecto en ti son las flores – dicho eso dio un paso hacía atrás, dejando más espacio a la joven bruja aunque él prefería estar cerca, muy cerca.
Raoul Zarkozi- Vampiro Clase Alta
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Re: La noche eterna [Privado]
Sin duda la joven había hecho tres cosas mal. Primero confiar en un desconocido, que encima de todo se trataba de un vampiro. Después de eso dejar que se acercara más de la cuenta a ella, tanta fue la cercanía que incluso rompió su espacio personal, la última cosa, pero no por eso menos importante, era el haber cerrado los ojos. Nadie en su sano juicio le otorga tanta confianza a un inmortal, y menos si se ve herido. Dicen que se vuelven violentos, o incluso la sed los llega a enloquecer. Var a pesar de haber visto la maldad del mundo en carne propia, sin duda aún confiaba, e incluso pecaba de ingenua, pero ¿Qué se le podía hacer? La joven poseía un espíritu bueno, un corazón enorme, y las ganas de luchar por un mundo mejor, eso sin importar que pudieran llegar a hacerle daño.
Sin duda su hermana mayor estaría molesta, y para empezar no lo dejaría entrar, pero por el momento ambos se encontraban a salvo.
La idea de que su hermana pudiera encontrarlos le causó escalofríos. Su rostro se movió de un lado a otro intentando buscar señales de vida. Sintió ganas de ponerse de pie, de poder lograr caminar en silencio y asomarse por la puerta, sin embargo recordó su realidad, simplemente suspiró con pesadez, e intentó no dejar en visto ese animo tan destruido que le recordaba ser diferente al resto. Cuando la tristeza invadía la realidad de esa joven, ni siquiera los regaños más grandes de aquella que llevaba su sangre funcionaban. Se conformó con saber que los dos estaban a salvo de aquella ira, y mejor se entretuvo de nueva cuenta prestándole atención al vampiro. Por cómo le hablaba, no dudo en él, de todos modos si hubiese querido hacerle daño, ya lo habría hecho ¿No?
— Como eres vampiro imaginé que dirías que mi sangre huele a comida, o no, ya sabes, dicen que ustedes no se guían por detalles que los demás sí, pero bueno, me has sorprendido, o mejor dicho, me he tragado mis palabras, porque no puedo reclamarte nada, te juzgué como al resto, te debo una disculpa — Aquello lo decía con total sinceridad, incluso sus mejillas se tornaron rosáceas. Var le miró por un momento sin decir palabra alguna, se notaba que con sus ojos observaba sin discreción los detalles del chico. Al final simplemente sonrió — Parece que ya se encuentra más recuperado ¿Verdad? — Articuló con animo, uno que contagiaba incluso a ese vampiro maltrecho — ¿Cómo se siente? — Cuestionó de nuevo, porque una cosa era lo que se veía, y otra la realidad.
— ¿Ahora irás a alimentarte? — Preguntó un tanto apenada. Por lo regular los humanos que tenían idea de los seres de la noche, cuestionaban la forma en que los vampiros se alimentaban, siempre llegaban a su mente formas grotescas, salvajes y violentas, pero quizás la realidad era totalmente distinta — ¿Qué sientes? Me refiero a… ¿Al beber? — Curiosidad que podría ser un problema grande. — ¿Te alimentarás de mi? — Quizás esa fue la pregunta que intentó hacer desde un inicio.
Sin duda su hermana mayor estaría molesta, y para empezar no lo dejaría entrar, pero por el momento ambos se encontraban a salvo.
La idea de que su hermana pudiera encontrarlos le causó escalofríos. Su rostro se movió de un lado a otro intentando buscar señales de vida. Sintió ganas de ponerse de pie, de poder lograr caminar en silencio y asomarse por la puerta, sin embargo recordó su realidad, simplemente suspiró con pesadez, e intentó no dejar en visto ese animo tan destruido que le recordaba ser diferente al resto. Cuando la tristeza invadía la realidad de esa joven, ni siquiera los regaños más grandes de aquella que llevaba su sangre funcionaban. Se conformó con saber que los dos estaban a salvo de aquella ira, y mejor se entretuvo de nueva cuenta prestándole atención al vampiro. Por cómo le hablaba, no dudo en él, de todos modos si hubiese querido hacerle daño, ya lo habría hecho ¿No?
— Como eres vampiro imaginé que dirías que mi sangre huele a comida, o no, ya sabes, dicen que ustedes no se guían por detalles que los demás sí, pero bueno, me has sorprendido, o mejor dicho, me he tragado mis palabras, porque no puedo reclamarte nada, te juzgué como al resto, te debo una disculpa — Aquello lo decía con total sinceridad, incluso sus mejillas se tornaron rosáceas. Var le miró por un momento sin decir palabra alguna, se notaba que con sus ojos observaba sin discreción los detalles del chico. Al final simplemente sonrió — Parece que ya se encuentra más recuperado ¿Verdad? — Articuló con animo, uno que contagiaba incluso a ese vampiro maltrecho — ¿Cómo se siente? — Cuestionó de nuevo, porque una cosa era lo que se veía, y otra la realidad.
— ¿Ahora irás a alimentarte? — Preguntó un tanto apenada. Por lo regular los humanos que tenían idea de los seres de la noche, cuestionaban la forma en que los vampiros se alimentaban, siempre llegaban a su mente formas grotescas, salvajes y violentas, pero quizás la realidad era totalmente distinta — ¿Qué sientes? Me refiero a… ¿Al beber? — Curiosidad que podría ser un problema grande. — ¿Te alimentarás de mi? — Quizás esa fue la pregunta que intentó hacer desde un inicio.
Var/Freyja Vadin- Hechicero Clase Alta
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Re: La noche eterna [Privado]
Eran un par de desconocidos que se trataban como si llevaran años sabiendo quien era el otro. Por parte de Baptiste no existía mucho peligro, ya que podía pensarse ¿Qué daño le haría una hechicera privada de sus piernas? pero el peligro no estaba en lo que podía hacerle al cuerpo del inmortal, sino a su mente, a su manera de ver la vida y cada una de las situaciones que enfrentaba. Aún así, corriendo peligros bastante poco inusuales para ambos, se mantuvieron cerca.
A Baptiste le gustaba esa manera de Var de confiar en él, de no mostrarle el temor que en otras situaciones cualquiera hubiera mostrado y en ciertas situaciones, hasta la repulsión que los demás mostraban por los vampiros. Tampoco era que pudiera culpar a todos aquellos que les llamaban monstruos, después de todo, los que se alimentaban de sangre humana y la mayor parte de las ocasiones mataban a sus presas, eran ellos. Con todo y eso, el Zarkozi pensaba que no eran los únicos que hacían mal al mundo, solo que eran los más temidos o al menos, eso creía él.
Aún con todo lo que pensaba y la manera en que la hechicera demostraba su confianza, no pudo evitar mostrarle una mueca; como si parte de él se sintiera ligeramente decepcionado por hablar de su sangre como mera comida para él. Movió la cabeza de un lado a otro, permitiendo que su mente desarrollara una respuesta que la dejara satisfecha y que tampoco le hiciera sentir que de verdad, debía disculparse con él, total las creencias de la mayoría estaban fundamentadas en un gran porcentaje de los inmortales y eso no incluía a Baptiste, al menos no en ese momento.
– El olor de la sangre es otra cosa, se ve influido por muchos factores y como estábamos hablando del olor del otro, no de algo en especifico como la sangre – se encogió de hombros – por eso no preste atención a eso – era imposible para un inmortal no detectar esa clase de aromas, pero si era posible decidir prestarle atención o no. Baptiste podía encontrarse débil, más no necesitado de alimentarse de manera urgente. Sonrió a la joven bruja y negó – No tienes porque pedirme ninguna disculpa, ya te he dicho que soy yo quien debe agradecer toda la amabilidad que has demostrado para conmigo.
Asintió con seguridad a las preguntas efectuadas por la hechicera.
– Me siento mucho mejor y todo se lo debo a la amabilidad que me has demostrado Var. Sin tu ayuda, no sé que hubiese sido de mi – Hubiera sanado, de seguro. Pero una sanación que no tenía un poco de ayuda demoraba mucho más, aunando a eso que era la herida de un lycan y por tanto dolería.
Se quedo sin saber que responder a los cuestionamientos de la joven hechicera, al menos a los últimos porque el primero estaba bastante claro para él.
– Sería lo más optimo que me alimentara de una buena vez, pero no me parece tan urgente y… – la miro. Era tan difícil poder explicar como es que se sentía al beber que se quedo en silencio y bajo la mirada. Beber sangre era volver a la vida, tomar la energía que poco a poco abandona un cuerpo que ya no pertenece más al mundo de los vivos y al cual se le mantiene a la fuerza de extraer nutrientes de un cuerpo vivo. Beber sangre era una necesidad que nublaba los sentidos. Privarse de ese liquido era morir de manera lenta y dolorosa, notar como el cuerpo pedía a gritos unas gotas del carmesí néctar, querer destrozarte la garganta del fuego que parece consumirte por dentro; pero cuando lo tenias era adictivo, era desear más y más porque te daba fuerza, era como dar un vaso de agua a quien lleva años pidiendo por uno. ¿Cómo iba a explicar él todo eso? Cuando hasta pensarlo le era complicado – Es algo sumamente complicado de explicar, son tantas cosas que se sienten al mismo tiempo – y finalmente le miro antes de reír por lo bajo – No pensaba beber de ti, pero tu pregunta me deja pensando… ¿Var, deseas que me alimente de ti? porque si es esa tu finalidad, puedo hacerlo aunque yo prefería ayudarte a alimentarme de ti– le mostró una bondadosa sonrisa, un gesto más de afecto que de verdadero deseo por su sangre.
A Baptiste le gustaba esa manera de Var de confiar en él, de no mostrarle el temor que en otras situaciones cualquiera hubiera mostrado y en ciertas situaciones, hasta la repulsión que los demás mostraban por los vampiros. Tampoco era que pudiera culpar a todos aquellos que les llamaban monstruos, después de todo, los que se alimentaban de sangre humana y la mayor parte de las ocasiones mataban a sus presas, eran ellos. Con todo y eso, el Zarkozi pensaba que no eran los únicos que hacían mal al mundo, solo que eran los más temidos o al menos, eso creía él.
Aún con todo lo que pensaba y la manera en que la hechicera demostraba su confianza, no pudo evitar mostrarle una mueca; como si parte de él se sintiera ligeramente decepcionado por hablar de su sangre como mera comida para él. Movió la cabeza de un lado a otro, permitiendo que su mente desarrollara una respuesta que la dejara satisfecha y que tampoco le hiciera sentir que de verdad, debía disculparse con él, total las creencias de la mayoría estaban fundamentadas en un gran porcentaje de los inmortales y eso no incluía a Baptiste, al menos no en ese momento.
– El olor de la sangre es otra cosa, se ve influido por muchos factores y como estábamos hablando del olor del otro, no de algo en especifico como la sangre – se encogió de hombros – por eso no preste atención a eso – era imposible para un inmortal no detectar esa clase de aromas, pero si era posible decidir prestarle atención o no. Baptiste podía encontrarse débil, más no necesitado de alimentarse de manera urgente. Sonrió a la joven bruja y negó – No tienes porque pedirme ninguna disculpa, ya te he dicho que soy yo quien debe agradecer toda la amabilidad que has demostrado para conmigo.
Asintió con seguridad a las preguntas efectuadas por la hechicera.
– Me siento mucho mejor y todo se lo debo a la amabilidad que me has demostrado Var. Sin tu ayuda, no sé que hubiese sido de mi – Hubiera sanado, de seguro. Pero una sanación que no tenía un poco de ayuda demoraba mucho más, aunando a eso que era la herida de un lycan y por tanto dolería.
Se quedo sin saber que responder a los cuestionamientos de la joven hechicera, al menos a los últimos porque el primero estaba bastante claro para él.
– Sería lo más optimo que me alimentara de una buena vez, pero no me parece tan urgente y… – la miro. Era tan difícil poder explicar como es que se sentía al beber que se quedo en silencio y bajo la mirada. Beber sangre era volver a la vida, tomar la energía que poco a poco abandona un cuerpo que ya no pertenece más al mundo de los vivos y al cual se le mantiene a la fuerza de extraer nutrientes de un cuerpo vivo. Beber sangre era una necesidad que nublaba los sentidos. Privarse de ese liquido era morir de manera lenta y dolorosa, notar como el cuerpo pedía a gritos unas gotas del carmesí néctar, querer destrozarte la garganta del fuego que parece consumirte por dentro; pero cuando lo tenias era adictivo, era desear más y más porque te daba fuerza, era como dar un vaso de agua a quien lleva años pidiendo por uno. ¿Cómo iba a explicar él todo eso? Cuando hasta pensarlo le era complicado – Es algo sumamente complicado de explicar, son tantas cosas que se sienten al mismo tiempo – y finalmente le miro antes de reír por lo bajo – No pensaba beber de ti, pero tu pregunta me deja pensando… ¿Var, deseas que me alimente de ti? porque si es esa tu finalidad, puedo hacerlo aunque yo prefería ayudarte a alimentarme de ti– le mostró una bondadosa sonrisa, un gesto más de afecto que de verdadero deseo por su sangre.
Raoul Zarkozi- Vampiro Clase Alta
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Re: La noche eterna [Privado]
¿Se estaría volviendo loca? Probablemente. Durante toda su corta vida, la pequeña de las hermanas se había cuidado, no sólo en la alimentación, o que sus piernas no llegaran a pudrirse por la falta de movilidad, también de las bestias que reinaban la tierra, incluso de los accidentes, que, aunque el nombre lo decía bien, era algo que ocurría sin previo aviso; incluso de eso se cuidaba. Y es que uno de sus temores era terminar su vida en manos de un vampiro, esos seres que podían ser despiadados. Para ella, su cuerpo era sagrado, y dar una parte de su ser, por ejemplo, su sangre, representaba un vinculo, algo que no podría romperse, y eso le daba miedo.
Var no se enganchaba con nadie, nunca lo pensó hacer, el detalle de sus piernas le impedía ser una mujer normal, y no estaba dispuesta a que alguien quisiera cargar con su propia cruz, aquello sería egoísta, y no era una joven así. Si su hermana la estuviera viendo en esa situación, probablemente la habría metido en la habitación, y además, encerrado, por si fuera poco, habría conjurar más de mil cosas para doblegar a quien tenía enfrente. Freyja a comparación de ella, era una joven de carácter, y no se andaba con miramientos. Su hermana mayor nunca confiaba, ni siquiera de su sombra, y al saberla en peligro, todo estaría cayendo a pedazos. ¡Que horror! De sólo pensarlo se le erizó la piel.
Se mantuvo silenciosa, no sabía bien que decirle. ¿Qué se suponía debía de hacer en aquellos casos? Bostezó fingiendo aburrimiento, aunque en realidad se encontraba nerviosa. Y no era para menos.
— Yo sólo estaba preguntando — Mencionó con rapidez, estaba claro que su tono de voz salía alterado. Var acababa de conocerlo, era una joven sana, y por lo consiguiente también inteligente. ¿Qué clase de jovencita sería si le diera su sangre de forma voluntaria; demasiado pronto — No te voy a dar de mi sangre, apenas y te conozco, ¿no crees que es demasiado pronto? Ustedes vampiros, se toman la vitalidad ajena como un juego — Se alejó de él para seguir realizando sus labores — Si vas a tomar sangre que sea de alguien lejano de aquí, no me gusta ver esos actos, aunque he tenido que hacerlo — Aclaró. Resistía muchas cosas, pero ver como se escapaba la vida de alguien, por mantener a otro, no era lo suyo, definitivamente.
— Ahora aclárame otra cosa ¿ustedes como tienen familia? — La curiosidad algún día la llevaría a tener alguna desgracia, ella lo sabía, sin embargo no le importaba. Aquella virtud, o defecto, dependiendo de como lo vieran, le había dado también el ánimo para poner aquel lugar donde ayudaban a muchos, a recuperarse, a volver a vivir.
Var no se enganchaba con nadie, nunca lo pensó hacer, el detalle de sus piernas le impedía ser una mujer normal, y no estaba dispuesta a que alguien quisiera cargar con su propia cruz, aquello sería egoísta, y no era una joven así. Si su hermana la estuviera viendo en esa situación, probablemente la habría metido en la habitación, y además, encerrado, por si fuera poco, habría conjurar más de mil cosas para doblegar a quien tenía enfrente. Freyja a comparación de ella, era una joven de carácter, y no se andaba con miramientos. Su hermana mayor nunca confiaba, ni siquiera de su sombra, y al saberla en peligro, todo estaría cayendo a pedazos. ¡Que horror! De sólo pensarlo se le erizó la piel.
Se mantuvo silenciosa, no sabía bien que decirle. ¿Qué se suponía debía de hacer en aquellos casos? Bostezó fingiendo aburrimiento, aunque en realidad se encontraba nerviosa. Y no era para menos.
— Yo sólo estaba preguntando — Mencionó con rapidez, estaba claro que su tono de voz salía alterado. Var acababa de conocerlo, era una joven sana, y por lo consiguiente también inteligente. ¿Qué clase de jovencita sería si le diera su sangre de forma voluntaria; demasiado pronto — No te voy a dar de mi sangre, apenas y te conozco, ¿no crees que es demasiado pronto? Ustedes vampiros, se toman la vitalidad ajena como un juego — Se alejó de él para seguir realizando sus labores — Si vas a tomar sangre que sea de alguien lejano de aquí, no me gusta ver esos actos, aunque he tenido que hacerlo — Aclaró. Resistía muchas cosas, pero ver como se escapaba la vida de alguien, por mantener a otro, no era lo suyo, definitivamente.
— Ahora aclárame otra cosa ¿ustedes como tienen familia? — La curiosidad algún día la llevaría a tener alguna desgracia, ella lo sabía, sin embargo no le importaba. Aquella virtud, o defecto, dependiendo de como lo vieran, le había dado también el ánimo para poner aquel lugar donde ayudaban a muchos, a recuperarse, a volver a vivir.
Var/Freyja Vadin- Hechicero Clase Alta
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Re: La noche eterna [Privado]
Preguntando decía la joven, quien probablemente no notaba la dificultad que significaba para Baptiste explicar todo aquello que significaba realmente la sangre para un vampiro, así como todo lo que se sentía, lo que se pensaba y lo que se omitía. Se llevo una mano a la nuca y se rasco los cabellos.
La curiosidad mato al gato, Var – menciono aquello como un simple comentario pero esperaba realmente que ella tomara sus palabras como una advertencia de que no debía ser tan confiada ya que por un lado, la bruja se mostraba amable, dispuesta a ayudar, capaz de platicar con cualquier clase de ser y abrirle las puertas de su hogar y por otro se mostraba precavida, dudosa y dispuesta a luchar por su vida pero esa manera de mostrarse no le serviría de mucho si antes mostraba la buena cara que poseía. Los labios del inmortal se curvaron y observo en dirección a uno de los estantes de aquella tienda – Y ya te dije que no voy a beber de ti, no necesito hacerlo así que descuida, no tienes porque darme nada – su voz era seria aunque más que eso, el que ella creyera que tomaba la vitalidad ajena como un juego, le dolía. Para los humanos era muy difícil comprender que al igual que ellos necesitaban alimentarse para sobrevivir, los inmortales debían hacerlo también aunque no precisamente de la misma manera. Visto desde la perspectiva de la supervivencia, humanos y vampiros, hacían lo mismo. – ¿Has visto a un vampiro tomar sangre de alguien? Me causa curiosidad eso – su mirada busco entonces a la bruja – ¿Qué pensaste cuando lo viste? ¿Somos tan monstruosos como cuentan todos los mortales?– se notaba que en el trabajo de Var debían hacerse un sin fin de cosas indeseables para ella y eso solo le llevaba a cuestionarse sobre qué tanto conocía la bruja el mundo.
Parte de la duda sobre el conocimiento de Var se vio respondido cuando escucho preguntarle algo que creía era obvio para todos, pero que aparentemente no era así. Una sonrisa divertida apareció en los labios de Baptiste.
– Si te refieres a hijos, los vampiros no podemos tenerlos. Lo más cercano que existe a tener un hijo es convertir a alguien en inmortal o encontrar a una compañera que este dispuesta a estar con un vampiro, ya sea porque ella lo sea o porque no le interese las diferencias de raza pero solo a esas cosas podemos aspirar– En sus años de humano, solía pensar en formar una familia para continuar la tradición en la inquisición y de esa manera llenar de orgullo a su difunto padre pero de el tiempo en que soñaba eso a la fecha en que se encontraba, ya varios años habían pasado y todo aquello se quedo como el simple sueño de un humano más. Después de decirle aquello a la bruja, avanzó hasta un estante de donde tomo un pequeño recipiente de cristal y sin mirarle fue él quien interrogo entonces – ¿Cómo se siente hacer magia? ¿No te da miedo que en algún momento aparezcan inquisidores aquí y decidan asesinarte por lo que eres? – aquella clase de preguntas le habían rondado la cabeza siempre que se topaba con algún sobre natural, incluso desde que había sido humano e inquisidor se cuestionaba aquello, pero por algún motivo solo se había atrevido a hacérselas a Var.
La curiosidad mato al gato, Var – menciono aquello como un simple comentario pero esperaba realmente que ella tomara sus palabras como una advertencia de que no debía ser tan confiada ya que por un lado, la bruja se mostraba amable, dispuesta a ayudar, capaz de platicar con cualquier clase de ser y abrirle las puertas de su hogar y por otro se mostraba precavida, dudosa y dispuesta a luchar por su vida pero esa manera de mostrarse no le serviría de mucho si antes mostraba la buena cara que poseía. Los labios del inmortal se curvaron y observo en dirección a uno de los estantes de aquella tienda – Y ya te dije que no voy a beber de ti, no necesito hacerlo así que descuida, no tienes porque darme nada – su voz era seria aunque más que eso, el que ella creyera que tomaba la vitalidad ajena como un juego, le dolía. Para los humanos era muy difícil comprender que al igual que ellos necesitaban alimentarse para sobrevivir, los inmortales debían hacerlo también aunque no precisamente de la misma manera. Visto desde la perspectiva de la supervivencia, humanos y vampiros, hacían lo mismo. – ¿Has visto a un vampiro tomar sangre de alguien? Me causa curiosidad eso – su mirada busco entonces a la bruja – ¿Qué pensaste cuando lo viste? ¿Somos tan monstruosos como cuentan todos los mortales?– se notaba que en el trabajo de Var debían hacerse un sin fin de cosas indeseables para ella y eso solo le llevaba a cuestionarse sobre qué tanto conocía la bruja el mundo.
Parte de la duda sobre el conocimiento de Var se vio respondido cuando escucho preguntarle algo que creía era obvio para todos, pero que aparentemente no era así. Una sonrisa divertida apareció en los labios de Baptiste.
– Si te refieres a hijos, los vampiros no podemos tenerlos. Lo más cercano que existe a tener un hijo es convertir a alguien en inmortal o encontrar a una compañera que este dispuesta a estar con un vampiro, ya sea porque ella lo sea o porque no le interese las diferencias de raza pero solo a esas cosas podemos aspirar– En sus años de humano, solía pensar en formar una familia para continuar la tradición en la inquisición y de esa manera llenar de orgullo a su difunto padre pero de el tiempo en que soñaba eso a la fecha en que se encontraba, ya varios años habían pasado y todo aquello se quedo como el simple sueño de un humano más. Después de decirle aquello a la bruja, avanzó hasta un estante de donde tomo un pequeño recipiente de cristal y sin mirarle fue él quien interrogo entonces – ¿Cómo se siente hacer magia? ¿No te da miedo que en algún momento aparezcan inquisidores aquí y decidan asesinarte por lo que eres? – aquella clase de preguntas le habían rondado la cabeza siempre que se topaba con algún sobre natural, incluso desde que había sido humano e inquisidor se cuestionaba aquello, pero por algún motivo solo se había atrevido a hacérselas a Var.
Raoul Zarkozi- Vampiro Clase Alta
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Re: La noche eterna [Privado]
Se encontraba alerta, de eso no había duda alguna, sus ojos a duras penas y parpadeaban, no estaba dispuesta a perderlo de vista. Ella conocía la velocidad de los vampiros, al igual que su crueldad. Comprendía que muchos de ellos mentían de una manera asombrosa, pero no decía demasiado para no revelar conocimientos de más. Asentía a las palabras de Baptiste, pero nada más, se estaba dando cuenta de su indiscreción, así que prefirió cambiar de táctica, aunque claro, hablaría lo necesario cuando le preguntaran, de igual manera, aunque tuviera que comportarse, la curiosidad no desaparecería.
Suspiró un par de veces, y es que no sabía por donde empezar, no debía ser imprudente, y por esa razón intentaba estudiar las palabras que iba a decirle a continuación. Se mordió el labio por unos momentos, lo miró de forma analítica, y después de analizar un gran periodo de tiempo, dejó salir el aire que había retenido, y terminó por hablar.
— Si, en varias ocasiones lo he visto, y no todas las formas son iguales, me refiero a que cada vampiro tiene su especial toque al tomar la sangre. Existen criaturas que parecen prudentes, pero también hay otras que han matado en un arranque de sed — Se encogió de hombros — Todo depende de su animo, y más aún de su sed, no te niegues, no puedes hacerlo, tu también debiste ser cruel, y letal en algún punto, más aún los primeros días — Hizo una mueca clara, no confiaba en ellos, eso estaba claro, pero tampoco confiaba en nadie, porque había visto la crueldad en los ojos ajenos, y también las acciones.
Se dio cuenta que su postura ya parecía más relajada, y es que el cuerpo había dejado de dolerle, sonrió para sus adentros, y sólo para ella, porque mostrar que cedía podría ser contra producente.
— ¿Pasaste alguna vez por está zona con anterioridad? ¿Notaste la cantidad de personas que se encuentran? ¿Descubriste su naturaleza con cada aspiración? Bueno, todos ellos, humanos, e incluso criaturas, nos protegen a mi, y a mi hermana, por eso la inquisición no se atreve a venir, todos son unidos, y debido a nuestros trabajos, y precios bajos, la gente se siente agradecida, no permitirían que alguien nos hiciera daño, así que no me da miedo que puedan venir, además, serían hipócritas, pues algunos inquisidores vienen a atenderse conmigo, incluso me traen regalos — Sonrió orgullosa por lo que llegaba a provocar en las demás personas.
Suspiró un par de veces, y es que no sabía por donde empezar, no debía ser imprudente, y por esa razón intentaba estudiar las palabras que iba a decirle a continuación. Se mordió el labio por unos momentos, lo miró de forma analítica, y después de analizar un gran periodo de tiempo, dejó salir el aire que había retenido, y terminó por hablar.
— Si, en varias ocasiones lo he visto, y no todas las formas son iguales, me refiero a que cada vampiro tiene su especial toque al tomar la sangre. Existen criaturas que parecen prudentes, pero también hay otras que han matado en un arranque de sed — Se encogió de hombros — Todo depende de su animo, y más aún de su sed, no te niegues, no puedes hacerlo, tu también debiste ser cruel, y letal en algún punto, más aún los primeros días — Hizo una mueca clara, no confiaba en ellos, eso estaba claro, pero tampoco confiaba en nadie, porque había visto la crueldad en los ojos ajenos, y también las acciones.
Se dio cuenta que su postura ya parecía más relajada, y es que el cuerpo había dejado de dolerle, sonrió para sus adentros, y sólo para ella, porque mostrar que cedía podría ser contra producente.
— ¿Pasaste alguna vez por está zona con anterioridad? ¿Notaste la cantidad de personas que se encuentran? ¿Descubriste su naturaleza con cada aspiración? Bueno, todos ellos, humanos, e incluso criaturas, nos protegen a mi, y a mi hermana, por eso la inquisición no se atreve a venir, todos son unidos, y debido a nuestros trabajos, y precios bajos, la gente se siente agradecida, no permitirían que alguien nos hiciera daño, así que no me da miedo que puedan venir, además, serían hipócritas, pues algunos inquisidores vienen a atenderse conmigo, incluso me traen regalos — Sonrió orgullosa por lo que llegaba a provocar en las demás personas.
Var/Freyja Vadin- Hechicero Clase Alta
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Fecha de inscripción : 08/10/2013
Re: La noche eterna [Privado]
Podía notar como ella se volvía cada vez más sigilosa, como si comenzara a creer que realmente Baptiste planeaba atacarle de un momento a otro, claro que esa suposición estaba muy alejada de la realidad, ya que el vampiro se encontraba sumamente agradecido con ella, al punto de ser capaz de prometerse a si mismo nunca lastimarla.
La descripción de Var al referirse a los vampiros mientras bebían era tan acertada que le sonrió y asintió a sus palabras.
– Los primero días… – observo a un estante en aquella tienda – Yo no me he negado a nada, también he sido letal. He asesinado muchas personas Var, pero lo hice incluso cuando era humano, así que esos fueron mis primeros días, cuando era un mortal al igual que tu – volvió la mirada a ella – de hecho, era más cruel que ahora – al ser inmortal bebía solo de sus victimas y asesino a varias, generalmente de manera veloz pero en sus años de inquisidor eso era diferente, había gozado viendo el sufrimiento y la lenta agonía de otros – La crueldad existe en todos lados Var, no solamente en seres como yo – termino por decir eso porque no quería hablar acerca de sus años como mortal, de aquellos tiempos en los que fue más destructivo que nada.
Y entonces había aflorado el tema de la preocupación de Baptiste por ella y además, el de la inquisición. Estaba de sobra decir que en los últimos que el Zarkozi confiaba era en los inquisidores, así que las primeras palabras de Var le relajaron respecto a los peligros.
– Si tienen tantas personas que se preocupan por ustedes es porque son buenas en lo que hacen – sonrió – yo ya me he dado cuenta de lo buena que eres en tu trabajo y aunque no había pasado antes por aquí, claro que pude notar las naturalezas de los que les rodean, quizás hasta me mude por esta zona para poder ser uno de los que están cuidándoles – dijo sin dejar de observar a la bruja de manera divertida. Con Var le resultaba tan natural charlar y decir aquellas cosas, incluso se sorprendió él mismo al notar como la idea de inquisidores cerca de ella y llevándole regalos le molestaba – No deberías confiar en ellos y mucho menos recibir regalos – la voz de Baptiste sonó dura – A ellos no les preocupa ser hipócritas – su mirada se torno severa al ver la sonrisa orgullosa que ella le mostraba– ni siquiera les importa tener que sacrificar a su familia; muchos de los inquisidores que vienen a atenderse te aseguro que han asesinado a alguno de los suyos, ¿Qué te hace pensar que no te traicionarían y te asesinaran? – la sola idea de que algo así realmente pudiera llegar a pasar no le agrado para nada – Créeme cuando te digo que no debes confiar en ellos y si insistes en tenerlos rondando este lugar, de verdad que voy a mudarme muy cerca – así como ella no era imprudente, Baptiste tampoco lo era y pese al deseo de decirle sus motivos para mostrarse tan receloso con los inquisidores, no dijo nada más.
La descripción de Var al referirse a los vampiros mientras bebían era tan acertada que le sonrió y asintió a sus palabras.
– Los primero días… – observo a un estante en aquella tienda – Yo no me he negado a nada, también he sido letal. He asesinado muchas personas Var, pero lo hice incluso cuando era humano, así que esos fueron mis primeros días, cuando era un mortal al igual que tu – volvió la mirada a ella – de hecho, era más cruel que ahora – al ser inmortal bebía solo de sus victimas y asesino a varias, generalmente de manera veloz pero en sus años de inquisidor eso era diferente, había gozado viendo el sufrimiento y la lenta agonía de otros – La crueldad existe en todos lados Var, no solamente en seres como yo – termino por decir eso porque no quería hablar acerca de sus años como mortal, de aquellos tiempos en los que fue más destructivo que nada.
Y entonces había aflorado el tema de la preocupación de Baptiste por ella y además, el de la inquisición. Estaba de sobra decir que en los últimos que el Zarkozi confiaba era en los inquisidores, así que las primeras palabras de Var le relajaron respecto a los peligros.
– Si tienen tantas personas que se preocupan por ustedes es porque son buenas en lo que hacen – sonrió – yo ya me he dado cuenta de lo buena que eres en tu trabajo y aunque no había pasado antes por aquí, claro que pude notar las naturalezas de los que les rodean, quizás hasta me mude por esta zona para poder ser uno de los que están cuidándoles – dijo sin dejar de observar a la bruja de manera divertida. Con Var le resultaba tan natural charlar y decir aquellas cosas, incluso se sorprendió él mismo al notar como la idea de inquisidores cerca de ella y llevándole regalos le molestaba – No deberías confiar en ellos y mucho menos recibir regalos – la voz de Baptiste sonó dura – A ellos no les preocupa ser hipócritas – su mirada se torno severa al ver la sonrisa orgullosa que ella le mostraba– ni siquiera les importa tener que sacrificar a su familia; muchos de los inquisidores que vienen a atenderse te aseguro que han asesinado a alguno de los suyos, ¿Qué te hace pensar que no te traicionarían y te asesinaran? – la sola idea de que algo así realmente pudiera llegar a pasar no le agrado para nada – Créeme cuando te digo que no debes confiar en ellos y si insistes en tenerlos rondando este lugar, de verdad que voy a mudarme muy cerca – así como ella no era imprudente, Baptiste tampoco lo era y pese al deseo de decirle sus motivos para mostrarse tan receloso con los inquisidores, no dijo nada más.
Raoul Zarkozi- Vampiro Clase Alta
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Fecha de inscripción : 08/11/2013
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Re: La noche eterna [Privado]
Var guardó silencio, respetó el espacio de tiempo otorgado a Baptiste, no confiaba mucho en él, pero el muchacho desde su llegada, no había sido más que agradable y comprensivo con ella, por eso decidió escucharlo, aceptar todo lo que dijera, y confiar un poco en su palabra, aunque no fuera la más prudente. Su hermana siempre decía que era confianzuda, y que ese defecto le traería grandes problemas, sin embargo nunca se dejó intimidar por tales comentarios, por el contrario, siguió manteniendo su llama de incredulidad, y quizá por esa razón, muchas personas la querían con demencia.
Se cruzó de brazos por un momento, con ese gesto le dejaba en claro que no estaba dispuesta a creer todo lo que le dijera. No era tonta, conocía a la perfección las manías de los inquisidores, pero no todos eran iguales. Juzgar sólo porque sí, eso no era lo suyo, así que sólo negó un par de veces antes de interrumpir si tranquilo silencio.
— Si yo juzgara a todos los inquisidores, me haría igual de mala persona que aquellos que son verdaderamente crueles ¿No lo crees? Sé que hay algunos malos, pero existen quienes están ahí por necesidad, o incluso por creencia, mucha gente se refugia porque se cree cerca de Dios ¿a ellos también debo juzgarlos? Mi hermana ha considerado entrar a esa institución, y todo por buscar la redención de las almas de mis padres ¿creerías que ella también es igual? Toma en cuenta que ella me crió — Le miró de forma analítica, no iba a permitir que hablara de más, Var lo atacaría si se expresaba de mala manera, pero lo cierto es que le estaba dando el benéfico de la duda.
Suspiró un par de veces, su cuerpo se había tensado, incluso sus músculos se habían contraído. Volvió a negar, parecía que era el único gesto se sabía hacer aquella noche. Lo cierto es que, aunque gustara de la presencia del vampiro, también la inquietaba, y por supuesto, la colocaba en una posición renuente.
— Hablas con una seguridad que abruma, mejor deberías contarme ¿por qué ves a los inquisidores así? ¿Qué fue lo que te hicieron? — Preguntas que seguramente mostraban revelaciones importantes, ella podía notarlo — Mis padres fueron asesinados por personas comunes, pero también por inquisidores, quizás todos seamos iguales ¿No lo crees? — Volvió a ampliar su sonrisa, aunque en esa ocasión mostró los dientes, dejando en claro que no iba a dejar pasar sus preguntas, ni el tema, sí él había soltado las primeras pistas, entonces tendría que llevarla hasta el tesoro del mapa, en este caso, hasta escarbar en lo que había detrás de aquellos ojos de Baptiste.
Se cruzó de brazos por un momento, con ese gesto le dejaba en claro que no estaba dispuesta a creer todo lo que le dijera. No era tonta, conocía a la perfección las manías de los inquisidores, pero no todos eran iguales. Juzgar sólo porque sí, eso no era lo suyo, así que sólo negó un par de veces antes de interrumpir si tranquilo silencio.
— Si yo juzgara a todos los inquisidores, me haría igual de mala persona que aquellos que son verdaderamente crueles ¿No lo crees? Sé que hay algunos malos, pero existen quienes están ahí por necesidad, o incluso por creencia, mucha gente se refugia porque se cree cerca de Dios ¿a ellos también debo juzgarlos? Mi hermana ha considerado entrar a esa institución, y todo por buscar la redención de las almas de mis padres ¿creerías que ella también es igual? Toma en cuenta que ella me crió — Le miró de forma analítica, no iba a permitir que hablara de más, Var lo atacaría si se expresaba de mala manera, pero lo cierto es que le estaba dando el benéfico de la duda.
Suspiró un par de veces, su cuerpo se había tensado, incluso sus músculos se habían contraído. Volvió a negar, parecía que era el único gesto se sabía hacer aquella noche. Lo cierto es que, aunque gustara de la presencia del vampiro, también la inquietaba, y por supuesto, la colocaba en una posición renuente.
— Hablas con una seguridad que abruma, mejor deberías contarme ¿por qué ves a los inquisidores así? ¿Qué fue lo que te hicieron? — Preguntas que seguramente mostraban revelaciones importantes, ella podía notarlo — Mis padres fueron asesinados por personas comunes, pero también por inquisidores, quizás todos seamos iguales ¿No lo crees? — Volvió a ampliar su sonrisa, aunque en esa ocasión mostró los dientes, dejando en claro que no iba a dejar pasar sus preguntas, ni el tema, sí él había soltado las primeras pistas, entonces tendría que llevarla hasta el tesoro del mapa, en este caso, hasta escarbar en lo que había detrás de aquellos ojos de Baptiste.
Var/Freyja Vadin- Hechicero Clase Alta
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