AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Últimos temas
Errante de la noche eterna.
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Errante de la noche eterna.
~~ Cuando regresan de Alemania, de la misión que emprendieron junto con Höor, Lakme y Dunya para recuperar la espada, Xaryne y Elora vuelven a la mansión cerca de Versalles y la cazadora no sabe los detalles de el viaje al futuro que realizaron el vikingo y la bruja. Visita el tema AQUí ~~
La aventura de la espada había finalizado y no habían podido tener ni un rato de tranquilidad para hablar con calma. Elora quería explicarle a Xar los detalles de aquel viaje en el tiempo, de lo que vio allí, de cómo le había afectado verse a sí misma sufriendo ese fatal destino, quería contarle que el futuro sin ella era horrible, sonrío, sólo silencio y dolor. Pero algo la bloqueaba. Höor se lo había comentado y quizás tuviera razón; alterar el tiempo tenía consecuencias. ¿Y si al alterar los acontecimientos tan sólo conseguía provocar un efecto mariposa y Xaryne moría igual, o peor? Tenía mucho que reflexionar sobre cómo afrontar ese delicado tema.
Le había prometido a Xar que no más mentiras. Ya habían sufrido bastante por eso, y más con las últimas de Stein, y sin embargo ella ahora estaba ocultándole cosas importantes. No terminaba de ver claro si era mejor hablarlo o no, porque quizás provocaban cambios en el futuro y quién sabe qué consecuencias tendría eso. Elora estaba pensativa, taciturna, se pasaba el tiempo entre el despacho, leyendo libros, y la biblioteca buscando alguna referencia que arrojase algo de luz sobre aquel asunto de alterar el tiempo aunque fuera por error.
Llevaba tres días de búsqueda infructuosos, era desesperante. Se llevó las manos a la cabeza resoplando, le iba a explotar. Leyó una última vez aquellas páginas arrancadas del diario de la Elora del futuro y los metió con rabia dentro de un librote de pociones, cerrando la tapa con un golpe. Estaba en un callejón si salida. Se pasó las manos por la cara y abandonó el despacho dejando la puerta abierta sin darse cuenta. Garabateó una nota para Xar, se iba a ver a Leif, regresaría en unas horas y se llevaba a Corbin con ella. Necesitaba despejarse un poco y visitar a su padre siempre era una distracción, eso si lo encontraba, porque quizás estuviera en vete a saber dónde.
El despacho de Elora tenía entes protegiéndolo contra extraños, pero Jana y Xar tenían acceso ilimitado. La luz entraba por el ventanal, la chimenea crepitaba todavía y el gato dormía en el sillón. El libro de pociones estaba en el borde de la mesa y cuando uno de los entes se agitó después de salir la bruja con tanta energía, lo derribó y cayó al suelo desparramando las hojas. Elora no lo escuchó, ya estaba poniéndose el abrigo y llamando al cochero. Theron abrió los ojos al ver caer el libro, se cercioró de que no sucedía nada más extraño y se volvió a dormir.
Las hojas del diario de Elora que relataban la muerte de Xar, estaban acompañadas de apuntes de la Elora actual. Era magia negra para realizar algun tipo de invocación.
"El Errante de la noche eterna. Es cómo se denomina al ente espiritual de un nigromante, que vaga eternamente sin posibilidad de ascender. Sólo los Antiguos tienen poder para matar a la Muerte, sólo los Antiguos pueden pisar los caminos de la oscuridad y por sus blasfemias fueros enviados al otro lado de la Puerta. Sólo los Antiguos son y serán los únicos que pueden romper la condena del brujo. Su invocación requiere que se realicen los rituales:
- Formación de la puerta de piedras: para que los Antiguos regresen.
- El incienso de Kzauba: para purificar su venida
- La cimitarra de Barzai: para imbuirla en su poder
- Ritual de Abjuración: la llamada al dios Primigenio."
Anotado justo debajo, con símbolos arcanos y runas, había un conjuro que Elora estaba estudiando. Convocar al gran Cthulhu.
La aventura de la espada había finalizado y no habían podido tener ni un rato de tranquilidad para hablar con calma. Elora quería explicarle a Xar los detalles de aquel viaje en el tiempo, de lo que vio allí, de cómo le había afectado verse a sí misma sufriendo ese fatal destino, quería contarle que el futuro sin ella era horrible, sonrío, sólo silencio y dolor. Pero algo la bloqueaba. Höor se lo había comentado y quizás tuviera razón; alterar el tiempo tenía consecuencias. ¿Y si al alterar los acontecimientos tan sólo conseguía provocar un efecto mariposa y Xaryne moría igual, o peor? Tenía mucho que reflexionar sobre cómo afrontar ese delicado tema.
Le había prometido a Xar que no más mentiras. Ya habían sufrido bastante por eso, y más con las últimas de Stein, y sin embargo ella ahora estaba ocultándole cosas importantes. No terminaba de ver claro si era mejor hablarlo o no, porque quizás provocaban cambios en el futuro y quién sabe qué consecuencias tendría eso. Elora estaba pensativa, taciturna, se pasaba el tiempo entre el despacho, leyendo libros, y la biblioteca buscando alguna referencia que arrojase algo de luz sobre aquel asunto de alterar el tiempo aunque fuera por error.
Llevaba tres días de búsqueda infructuosos, era desesperante. Se llevó las manos a la cabeza resoplando, le iba a explotar. Leyó una última vez aquellas páginas arrancadas del diario de la Elora del futuro y los metió con rabia dentro de un librote de pociones, cerrando la tapa con un golpe. Estaba en un callejón si salida. Se pasó las manos por la cara y abandonó el despacho dejando la puerta abierta sin darse cuenta. Garabateó una nota para Xar, se iba a ver a Leif, regresaría en unas horas y se llevaba a Corbin con ella. Necesitaba despejarse un poco y visitar a su padre siempre era una distracción, eso si lo encontraba, porque quizás estuviera en vete a saber dónde.
El despacho de Elora tenía entes protegiéndolo contra extraños, pero Jana y Xar tenían acceso ilimitado. La luz entraba por el ventanal, la chimenea crepitaba todavía y el gato dormía en el sillón. El libro de pociones estaba en el borde de la mesa y cuando uno de los entes se agitó después de salir la bruja con tanta energía, lo derribó y cayó al suelo desparramando las hojas. Elora no lo escuchó, ya estaba poniéndose el abrigo y llamando al cochero. Theron abrió los ojos al ver caer el libro, se cercioró de que no sucedía nada más extraño y se volvió a dormir.
Las hojas del diario de Elora que relataban la muerte de Xar, estaban acompañadas de apuntes de la Elora actual. Era magia negra para realizar algun tipo de invocación.
"El Errante de la noche eterna. Es cómo se denomina al ente espiritual de un nigromante, que vaga eternamente sin posibilidad de ascender. Sólo los Antiguos tienen poder para matar a la Muerte, sólo los Antiguos pueden pisar los caminos de la oscuridad y por sus blasfemias fueros enviados al otro lado de la Puerta. Sólo los Antiguos son y serán los únicos que pueden romper la condena del brujo. Su invocación requiere que se realicen los rituales:
- Formación de la puerta de piedras: para que los Antiguos regresen.
- El incienso de Kzauba: para purificar su venida
- La cimitarra de Barzai: para imbuirla en su poder
- Ritual de Abjuración: la llamada al dios Primigenio."
Anotado justo debajo, con símbolos arcanos y runas, había un conjuro que Elora estaba estudiando. Convocar al gran Cthulhu.
¡Oh tú que yaces muerto pero siempre sueñas!
Escucha a tu siervo que te llama.
¡Escúchame, Oh poderoso Cthulhu!
¡Escúchame, Señor de los Sueños!
En tu torre de R’lyeh te han encerrado, pero Dagon romperá tus malditas ligaduras, y tu reino se levantará una vez más.
Los Profundos conocen tu secreto nombre, La Hidra conoce tu guarida;
da a conocer tu signo con el que yo pueda saber tu voluntad sobre la tierra.
Cuando la muerte muera, será tu momento, y tú ya no dormirá más; concédeme el poder de calmar las olas, para que puede escuchar tu llamada.
Escucha a tu siervo que te llama.
¡Escúchame, Oh poderoso Cthulhu!
¡Escúchame, Señor de los Sueños!
En tu torre de R’lyeh te han encerrado, pero Dagon romperá tus malditas ligaduras, y tu reino se levantará una vez más.
Los Profundos conocen tu secreto nombre, La Hidra conoce tu guarida;
da a conocer tu signo con el que yo pueda saber tu voluntad sobre la tierra.
Cuando la muerte muera, será tu momento, y tú ya no dormirá más; concédeme el poder de calmar las olas, para que puede escuchar tu llamada.
Última edición por Elora Paine el Vie Dic 02, 2016 5:45 pm, editado 3 veces
Elora Paine- Hechicero Clase Baja
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Fecha de inscripción : 04/04/2016
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Re: Errante de la noche eterna.
Desde que habíamos vuelto de Alemania, Elora estaba muy rara. Sabía que se estaba guardando algo para sí, algo gordo, porque cada vez que intentaba quedarme a solas con ella y veía la pregunta en mis ojos, me besaba para callarme, se escaqueaba o se iba por la tangente. El tema empezaba a ponerme de los nervios. ¿No se suponía que ya se había terminado el secretismo vital entre nosotras?
Resoplé y me rasqué la nuca. Salía de cortarme el pelo en una barbería, el viejo John sabía cómo me gustaba, corto y revuelto, asimétrico en cada mechón. Llovía esa tarde, aunque a mi nunca me había molestado. Ni siquiera me puse una capucha, notando así la refrescante sensación de que al menos algo limpiaba aquella cloaca que era París. Con un sentimiento de renovación, emprendí con Zaros el camino de vuelta a la mansión. Al llegar y entrar en la casona, noté enseguida que Elora no estaba allí antes de que Jana me lo confirmase. Casi podía sentir su presencia cuando paseaba por aquellas habitaciones y cómo cubría su ausencia el ambiente frío, anunciando el otoño que se estaba instalando cada vez más cerca.
Subí a su despacho, tenía que coger unos formularios de caza que me había dejado allí la noche en la que derrotó mis últimas barreras internas. Sonreí para mis adentros: adoraba a aquella mujer.
Entré en el despacho y noté la respiración de Theron cerca de la chimenea. Al final el animal se había acostumbrado a mi presencia, aunque a mí seguía sin hacerme mucha gracia el hecho de que pudiera ser tan sigiloso. Si me lanzara un zarpazo a los ojos, no lo vería venir. Sacudí la cabeza para centrarme cuando algo captó mi atención por el rabillo del ojo. Un libro de Elora estaba en el suelo, abierto, y unas páginas arrancadas y arrugadas como si las hubiera estrujado con rabia se desperdigaban por el suelo. Las recogí, dejando el libro en la mesa. No me hubieran llamado la atención si no hubiera notado que era la letra de Elora, pulcra y apretada, en un párrafo demasiado largo para ser un apunte o la receta de alguna poción. Fruncí el ceño y me senté en el borde de la cama, dispuesta a leerlo.
Dos minutos después, mis ojos seguían fijos en el mismo punto. En el fuego que crepitaba en la chimenea que era lo único capaz de romper aquel silencio tenso, ahogado, tal como estaba mi garganta, amordazada por un nudo que no dejaba pasar ni siquiera el aire necesario para respirar hondo.
Moría. Yo. Iba a morir. Elora había caído en el futuro y lo había visto. Y aquella Elora del futuro había quedado tan destrozada que quería morir también. No podía ser. No. Me negaba a perderla. Mencionaba que los nigromantes no ascendían. Que una vez muriéramos, cualquiera de las dos, nos perderíamos en diferentes dimensiones y no volveríamos a vernos. Jamás.
Quise respirar. Quise gritar. No le tenía miedo a la muerte hasta ese momento. Porque no volvería a ver su sonrisa. Sus ojos. A oír palabras de su lengua viperina. Era una adiós definitivo. Por siempre. Para siempre. Las manos me temblaron, pero es lo único que pude hacer.
Me quedé sentada en la cama, frente a la chimenea, mientras dos lágrimas solitarias cayeron por mis mejillas para encontrarse con el nudo de mi pecho, que amenazaba con ahogar mi recién descubierto corazón
Resoplé y me rasqué la nuca. Salía de cortarme el pelo en una barbería, el viejo John sabía cómo me gustaba, corto y revuelto, asimétrico en cada mechón. Llovía esa tarde, aunque a mi nunca me había molestado. Ni siquiera me puse una capucha, notando así la refrescante sensación de que al menos algo limpiaba aquella cloaca que era París. Con un sentimiento de renovación, emprendí con Zaros el camino de vuelta a la mansión. Al llegar y entrar en la casona, noté enseguida que Elora no estaba allí antes de que Jana me lo confirmase. Casi podía sentir su presencia cuando paseaba por aquellas habitaciones y cómo cubría su ausencia el ambiente frío, anunciando el otoño que se estaba instalando cada vez más cerca.
Subí a su despacho, tenía que coger unos formularios de caza que me había dejado allí la noche en la que derrotó mis últimas barreras internas. Sonreí para mis adentros: adoraba a aquella mujer.
Entré en el despacho y noté la respiración de Theron cerca de la chimenea. Al final el animal se había acostumbrado a mi presencia, aunque a mí seguía sin hacerme mucha gracia el hecho de que pudiera ser tan sigiloso. Si me lanzara un zarpazo a los ojos, no lo vería venir. Sacudí la cabeza para centrarme cuando algo captó mi atención por el rabillo del ojo. Un libro de Elora estaba en el suelo, abierto, y unas páginas arrancadas y arrugadas como si las hubiera estrujado con rabia se desperdigaban por el suelo. Las recogí, dejando el libro en la mesa. No me hubieran llamado la atención si no hubiera notado que era la letra de Elora, pulcra y apretada, en un párrafo demasiado largo para ser un apunte o la receta de alguna poción. Fruncí el ceño y me senté en el borde de la cama, dispuesta a leerlo.
Dos minutos después, mis ojos seguían fijos en el mismo punto. En el fuego que crepitaba en la chimenea que era lo único capaz de romper aquel silencio tenso, ahogado, tal como estaba mi garganta, amordazada por un nudo que no dejaba pasar ni siquiera el aire necesario para respirar hondo.
Moría. Yo. Iba a morir. Elora había caído en el futuro y lo había visto. Y aquella Elora del futuro había quedado tan destrozada que quería morir también. No podía ser. No. Me negaba a perderla. Mencionaba que los nigromantes no ascendían. Que una vez muriéramos, cualquiera de las dos, nos perderíamos en diferentes dimensiones y no volveríamos a vernos. Jamás.
Quise respirar. Quise gritar. No le tenía miedo a la muerte hasta ese momento. Porque no volvería a ver su sonrisa. Sus ojos. A oír palabras de su lengua viperina. Era una adiós definitivo. Por siempre. Para siempre. Las manos me temblaron, pero es lo único que pude hacer.
Me quedé sentada en la cama, frente a la chimenea, mientras dos lágrimas solitarias cayeron por mis mejillas para encontrarse con el nudo de mi pecho, que amenazaba con ahogar mi recién descubierto corazón
Xaryne Ackerman- Cazador Clase Media
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Fecha de inscripción : 24/04/2016
Re: Errante de la noche eterna.
La bruja quería pasar un rato con su padre, que resulta que ahora tenía un vecino, un muchacho pelirrojo de muy buen ver, y se quedó un rato charlando de tonterías con ellos. Lo cierto es que aliviaron un poco su mal humor. Cuando empezó a caer la tarde regresaron en el coche de caballos a la mansión y conforme se acercaba su ánimo se tornaba de nuevo algo taciturno.
No soportaba mentirle a Xaryne, tenía que hablar con ella y si el destino se enfadaba y las castigaba, pues lo afrontarían. Igualmente estaba trabajando en conjuros, hechizos, rituales y todo tipo de magia que pudiera asegurarle al menos que Xar no abandonaría este mundo demasiado pronto, alguna forma para traerla de vuelta en caso de fracasar, y en última instancia, alguna manera de reencontrarse en la eternidad. Estaba difícil, pero nadie dijo que no lo fuera, sólo que valdría la pena intentarlo.
Colgó el abrigo y subió las escaleras, entró en la habitación y la vio frente a la chimenea, parecía que estaba repasando informes o algo así, no se fijó demasiado porque fue derecha al tocador a sentarse para quitarse los botines.
— Afú, se me han mojado, he ido a ver a mi padre y estaba todo lleno de barro... Oye Xar, tengo que contarte algo, pero no es... agradable. No sé ni cómo empezar,es todo muy confuso y ni siquiera sé si al decírtelo va a ser peor pero... dijimos que no nos mentiríamos y...— negó con la cabeza y suspiró.— no sé cómo contarte algo así. Yo misma me encuentro en un callejón sin salida y si no he podido decírtelo antes es porque... me faltaba la fuerza. Es algo demasiado horrible.— Levantó la vista y observó que la cazadora estaba rígida, y a la vez abatida. Su aura estaba como paliducha para lo que ella solía ser.— ¿Xar?
No soportaba mentirle a Xaryne, tenía que hablar con ella y si el destino se enfadaba y las castigaba, pues lo afrontarían. Igualmente estaba trabajando en conjuros, hechizos, rituales y todo tipo de magia que pudiera asegurarle al menos que Xar no abandonaría este mundo demasiado pronto, alguna forma para traerla de vuelta en caso de fracasar, y en última instancia, alguna manera de reencontrarse en la eternidad. Estaba difícil, pero nadie dijo que no lo fuera, sólo que valdría la pena intentarlo.
Colgó el abrigo y subió las escaleras, entró en la habitación y la vio frente a la chimenea, parecía que estaba repasando informes o algo así, no se fijó demasiado porque fue derecha al tocador a sentarse para quitarse los botines.
— Afú, se me han mojado, he ido a ver a mi padre y estaba todo lleno de barro... Oye Xar, tengo que contarte algo, pero no es... agradable. No sé ni cómo empezar,es todo muy confuso y ni siquiera sé si al decírtelo va a ser peor pero... dijimos que no nos mentiríamos y...— negó con la cabeza y suspiró.— no sé cómo contarte algo así. Yo misma me encuentro en un callejón sin salida y si no he podido decírtelo antes es porque... me faltaba la fuerza. Es algo demasiado horrible.— Levantó la vista y observó que la cazadora estaba rígida, y a la vez abatida. Su aura estaba como paliducha para lo que ella solía ser.— ¿Xar?
Elora Paine- Hechicero Clase Baja
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Fecha de inscripción : 04/04/2016
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Re: Errante de la noche eterna.
Oí su parloteo, pero ni siquiera la escuché. Dos palabras se retorcían en mi mente como si me las estuvieran grabando a fuego con un hierro candente: Nunca más.
Frío. Oscuridad. Miedo. Todo lo que había logrado dejar caer después de conocerla volverían a instalarse en mi alma y jamás saldrían. La ausencia de sus manos, del calor de su cuerpo, de su presencia. Las palabras de auel diario pasaban como reproducidas en bucle y yo no podía más que mirar al fuego. Entonces oí su voz. Me llamaba.
Salí del trance y la miré, mis dos ojos del más puro hielo, mi cuerpo tenso como un muelle apretado en una caja, a punto de saltar. No sabía qué hacer. ¿Se podía cambiar el futuro? ¿Era engañable el destino? Las preguntas se me amontonaban y quería hacérselas a Elora, pero el nudo de mi garganta era demasiado grande. Giré lentamente la cabeza hacia su dirección y le enseñé las hojas, aún entre mis manos temblorosas. Mi voz sonó en un susurro cuando conseguí pronunciar:
- ¿Nunca... más?
Frío. Oscuridad. Miedo. Todo lo que había logrado dejar caer después de conocerla volverían a instalarse en mi alma y jamás saldrían. La ausencia de sus manos, del calor de su cuerpo, de su presencia. Las palabras de auel diario pasaban como reproducidas en bucle y yo no podía más que mirar al fuego. Entonces oí su voz. Me llamaba.
Salí del trance y la miré, mis dos ojos del más puro hielo, mi cuerpo tenso como un muelle apretado en una caja, a punto de saltar. No sabía qué hacer. ¿Se podía cambiar el futuro? ¿Era engañable el destino? Las preguntas se me amontonaban y quería hacérselas a Elora, pero el nudo de mi garganta era demasiado grande. Giré lentamente la cabeza hacia su dirección y le enseñé las hojas, aún entre mis manos temblorosas. Mi voz sonó en un susurro cuando conseguí pronunciar:
- ¿Nunca... más?
Xaryne Ackerman- Cazador Clase Media
- Mensajes : 146
Fecha de inscripción : 24/04/2016
Re: Errante de la noche eterna.
https://www.youtube.com/watch?v=Lrz06vBDfbY
¡Oh, mierda! las páginas del diario... en fin. Iba a contárselo de todos modos, pero al haberlo leído, Xaryne había recibido el mismo puñetazo en las entrañas que recibió ella cuando aterrizó en 1817. Un futuro sin sus ojos de hielo, un futuro oscuro, incierto y triste. Una verdad que dejaba pocas opciones a la esperanza: que los nigromantes no se mueven del purgatorio.
Se apresuró a llegar hasta ella y le quitó las hojas de las manos lanzándolas a un lado y abrazándola. Se mantuvo pegada a ella unos largos minutos, notando su respiración agitada, su incredulidad, el jarro de agua fría que suponía una revelación así.
— No va a pasar... no dejaré que pase... Höor dice que es un error interferir en el futuro, pero yo creo que si lo fuera, ningún dios permitiría que alguien pudiera verlo, o predecirlo. Hay muchas formas de evitarlo, encontraremos la manera de hacerlo... y respecto a la eternidad...Es el precio que tiene mi don. Si existe alguna forma de cambiar también eso, la encontraré.— Se separó de ella y ahuecó con sus manos la cara de Xaryne.— Pero tienes que prometerme algo... esto... lo que tenemos es un amor tan grande que no cabe en nada que pueda decir. Prométeme que nos amaremos cada dia como el primero, por si no hay mañana, y si tengo que morirme al menos lo haré sabiendo que hasta el último momento mi vida empezó con tu sonrisa.
Si algo tenía la bruja con ella es que le decía las cosas como las sentía, y todo lo que le había expresado era tan cierto como que en ese momento estaban vivas. No quería perderla, no dejaría que Stein la traicionase y acabase con su vida, sus ilusiones y sus esperanzas. Si tenían que dejarlo todo y largarse al culo del mundo, lo haría. No había nada más importante que ella en ese momento, y de ninguna de las maneras iba a dejar que cruzase el velo de la mortalidad antes de tiempo.
¡Oh, mierda! las páginas del diario... en fin. Iba a contárselo de todos modos, pero al haberlo leído, Xaryne había recibido el mismo puñetazo en las entrañas que recibió ella cuando aterrizó en 1817. Un futuro sin sus ojos de hielo, un futuro oscuro, incierto y triste. Una verdad que dejaba pocas opciones a la esperanza: que los nigromantes no se mueven del purgatorio.
Se apresuró a llegar hasta ella y le quitó las hojas de las manos lanzándolas a un lado y abrazándola. Se mantuvo pegada a ella unos largos minutos, notando su respiración agitada, su incredulidad, el jarro de agua fría que suponía una revelación así.
— No va a pasar... no dejaré que pase... Höor dice que es un error interferir en el futuro, pero yo creo que si lo fuera, ningún dios permitiría que alguien pudiera verlo, o predecirlo. Hay muchas formas de evitarlo, encontraremos la manera de hacerlo... y respecto a la eternidad...Es el precio que tiene mi don. Si existe alguna forma de cambiar también eso, la encontraré.— Se separó de ella y ahuecó con sus manos la cara de Xaryne.— Pero tienes que prometerme algo... esto... lo que tenemos es un amor tan grande que no cabe en nada que pueda decir. Prométeme que nos amaremos cada dia como el primero, por si no hay mañana, y si tengo que morirme al menos lo haré sabiendo que hasta el último momento mi vida empezó con tu sonrisa.
Si algo tenía la bruja con ella es que le decía las cosas como las sentía, y todo lo que le había expresado era tan cierto como que en ese momento estaban vivas. No quería perderla, no dejaría que Stein la traicionase y acabase con su vida, sus ilusiones y sus esperanzas. Si tenían que dejarlo todo y largarse al culo del mundo, lo haría. No había nada más importante que ella en ese momento, y de ninguna de las maneras iba a dejar que cruzase el velo de la mortalidad antes de tiempo.
Elora Paine- Hechicero Clase Baja
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Fecha de inscripción : 04/04/2016
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Re: Errante de la noche eterna.
Las profundas palabras de Elora fueron introduciéndose como una suave brisa de aire cálido de primavera en el deshielo de principios de abril. Me estaba diciendo que la amara, cada día como el primero. Me aferré a eso, a esas palabras, a la calidez de su cuerpo, a imprimar en mi piel la suya, decidida a mostrarle con besos y caricias lo que no sabía describir con palabras. Un sentimiento así no cabía siquiera en todas las letras del abecedario. No cabía en el más puro de los versos.
La estreché contra mí y la besé con miedo, con desesperación y amor, con el intento de encerrar aquel impulso que salió de mi yo más profundo en cuatro míseras letras. Aun así, intentar describir lo que la adoraba era algo condenable en sí mismo. Si me hubieran pedido una parte de mi mundo, algo que llevarme conmigo para siempre, sería su cuerpo entre mis brazos.
La besé con todas esas cosas mezcladas en mi ansia por tenerla cerca. Si tenía que enfrentarme a una vida en soledad, no quería vida. Si no pasaría la eternidad con ella, no quería ascender a ningún sitio. Nunca ame había preocupado por lo que había después, hasta que esa carta reveló que no habría un ella.
En el frenesí de los besos susurré contra sus labios:
- Une mi espíritu al tuyo... para siempre.
La estreché contra mí y la besé con miedo, con desesperación y amor, con el intento de encerrar aquel impulso que salió de mi yo más profundo en cuatro míseras letras. Aun así, intentar describir lo que la adoraba era algo condenable en sí mismo. Si me hubieran pedido una parte de mi mundo, algo que llevarme conmigo para siempre, sería su cuerpo entre mis brazos.
La besé con todas esas cosas mezcladas en mi ansia por tenerla cerca. Si tenía que enfrentarme a una vida en soledad, no quería vida. Si no pasaría la eternidad con ella, no quería ascender a ningún sitio. Nunca ame había preocupado por lo que había después, hasta que esa carta reveló que no habría un ella.
En el frenesí de los besos susurré contra sus labios:
- Une mi espíritu al tuyo... para siempre.
Xaryne Ackerman- Cazador Clase Media
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Fecha de inscripción : 24/04/2016
Re: Errante de la noche eterna.
Eso era mucho más de lo que sus conocimientos podían abarcar, pero sobre todo era muchísimo más de lo que esperaba. Se quedó anonadada por tal petición. Estaba acostumbrada a estar sola, a los abandonos que tanto la hacían sufrir, a que la gente pasase por su vida sin quedarse. Ni en un millón de años hubiera podido imaginar que alguien la amase tanto como para compartir su destino inmaterial en un purgatorio gris.
Pero Xaryne no era cualquier persona, era su amor, su destino, su puerto, su hogar. Era esa persona que pasasen los siglos que pasasen, si la encontrase en sucesivas reencarnaciones volvería a amarla porque eran la una para la otra, eran dos partes de un todo, dos pedazos de la misma alma primigenia que se buscaban para unirse y completarse.
—Encontraré la forma... si alguien puede estar tan loca como para pedir algo así eres tú. Y si alguien puede ser tan inconsciente como para probarlo... soy yo. Lo conseguiremos. Pero más te vale merendar fuerte, porque en el purgatorio no se descansa.— Acarició su nuca y suspiró; aunque lo dijo en clave de broma, algo de razón había en esa afirmación. El Purgatorio era un lugar hostil, gris donde las almas no encontraban descanso y seguramente arrastraría a Xaryne a él cuando atravesase el velo de la mortalidad. Cómo echaba de menos a su madre en un moento así, ella habría sabido qué hacer. Leif iría hasta el Infierno a buscarla pero no sabía cómo encontrar el camino, y ella lo que estaba buscando era una senda, una puerta de atrás para no separarse de su alma gemela.
Emitió un pequeño gruñido y torció la mueca en una sonrisa maliciosa.— Oye, y hablando de cosas importantes... ya que no vas a morirte aún y dentro de poco es Navidad, quiero decorar la casa con un gran árbol y muchas gilipolleces; si nos vamos a morir quién sabe cuándo, hagamos una fiesta. ¿Qué me dices? nunca me has visto borracha, y yo no te he visto bailar. Sería una mierda que nos fuéramos al otro barrio sin saberlo ¿no crees? Podría hacer un té de setas divertidas...— Le puso una mueca teatral y le pellizcó las costillas. Sólo a ella se le ocurría hacer chistes irónicos con la muerte de ambas. Pero es que realmente la muerte para ella no era otra cosa que un cambio, estaba acostumbrada a lidiar con los muertos.— Ya veríamos si aguantabas!!! tú que vas de chula con el alcohol!!
Pero Xaryne no era cualquier persona, era su amor, su destino, su puerto, su hogar. Era esa persona que pasasen los siglos que pasasen, si la encontrase en sucesivas reencarnaciones volvería a amarla porque eran la una para la otra, eran dos partes de un todo, dos pedazos de la misma alma primigenia que se buscaban para unirse y completarse.
—Encontraré la forma... si alguien puede estar tan loca como para pedir algo así eres tú. Y si alguien puede ser tan inconsciente como para probarlo... soy yo. Lo conseguiremos. Pero más te vale merendar fuerte, porque en el purgatorio no se descansa.— Acarició su nuca y suspiró; aunque lo dijo en clave de broma, algo de razón había en esa afirmación. El Purgatorio era un lugar hostil, gris donde las almas no encontraban descanso y seguramente arrastraría a Xaryne a él cuando atravesase el velo de la mortalidad. Cómo echaba de menos a su madre en un moento así, ella habría sabido qué hacer. Leif iría hasta el Infierno a buscarla pero no sabía cómo encontrar el camino, y ella lo que estaba buscando era una senda, una puerta de atrás para no separarse de su alma gemela.
Emitió un pequeño gruñido y torció la mueca en una sonrisa maliciosa.— Oye, y hablando de cosas importantes... ya que no vas a morirte aún y dentro de poco es Navidad, quiero decorar la casa con un gran árbol y muchas gilipolleces; si nos vamos a morir quién sabe cuándo, hagamos una fiesta. ¿Qué me dices? nunca me has visto borracha, y yo no te he visto bailar. Sería una mierda que nos fuéramos al otro barrio sin saberlo ¿no crees? Podría hacer un té de setas divertidas...— Le puso una mueca teatral y le pellizcó las costillas. Sólo a ella se le ocurría hacer chistes irónicos con la muerte de ambas. Pero es que realmente la muerte para ella no era otra cosa que un cambio, estaba acostumbrada a lidiar con los muertos.— Ya veríamos si aguantabas!!! tú que vas de chula con el alcohol!!
Elora Paine- Hechicero Clase Baja
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Re: Errante de la noche eterna.
La besé intensamente cuando me dijo que intentaría encontrar la forma de asegurarnos una eternidad juntas. Eso era lo único que me preocupaba en ese momento. Tener ese seguro de que volvería a verla, de que no la perdería ni me perdería yo en la oscuridad eterna sin ella. Además, no había Purgatorio gris que no pudiera iluminar su sonrisa. Entonces, comenzó con su parloteo. Siempre conseguía distraerme con esas cosas.
Fruncí el ceño cuando nombró la Navidad y esa fiestecita que quería montar. No me gustaba, los ricos compraban regalos, los pobres sufrían por no tenerlos y todo era una alegría fingida que sólo quería pasar cuanto antes. Nunca me habían gustado esas fechas, ya que suponían estar con tu familia. Lo más parecido a una familia que había tenido tras la muerte de mis padres eran Gael y Thomas, pero nunca lo habíamos celebrado así. La miré enarcando una ceja y resoplé.
- No me gusta la Navidad... aunque bueno, tampoco la he celebrado nunca o no lo recuerdo. ¿Es necesaria tanta parafernalia? - le mordisqueé el labio inferior. - Sabes que no me gusta estar entre tanta gente. Y si quieres verme bailar... - me rasqué la nuca mirando hacia otro lado, algo avergonzada. - ... bueno, sólo tienes que pedírmelo.
El viejo consideraba que era importante aprender esas cosas y nos enseñó a Gael y a mí. La miré de reojo, esos temas me incomodaban.
Fruncí el ceño cuando nombró la Navidad y esa fiestecita que quería montar. No me gustaba, los ricos compraban regalos, los pobres sufrían por no tenerlos y todo era una alegría fingida que sólo quería pasar cuanto antes. Nunca me habían gustado esas fechas, ya que suponían estar con tu familia. Lo más parecido a una familia que había tenido tras la muerte de mis padres eran Gael y Thomas, pero nunca lo habíamos celebrado así. La miré enarcando una ceja y resoplé.
- No me gusta la Navidad... aunque bueno, tampoco la he celebrado nunca o no lo recuerdo. ¿Es necesaria tanta parafernalia? - le mordisqueé el labio inferior. - Sabes que no me gusta estar entre tanta gente. Y si quieres verme bailar... - me rasqué la nuca mirando hacia otro lado, algo avergonzada. - ... bueno, sólo tienes que pedírmelo.
El viejo consideraba que era importante aprender esas cosas y nos enseñó a Gael y a mí. La miré de reojo, esos temas me incomodaban.
Xaryne Ackerman- Cazador Clase Media
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Fecha de inscripción : 24/04/2016
Re: Errante de la noche eterna.
Esa expresión incómoda, de ligera inseguridad, le pareció de lo más adorable. Xaryne siempre estaba muy segura de todo, de sí misma, de su físico, de su fortaleza, de su letalidad... sabía que en parte era una máscara, pero realmente era una tía dura. Sin embargo esa expresión le enterneció de una forma tal, que sonrió de una oreja a otra y la abrazó. Se levantó rápidamente y tiró de ella sacándola de la habitación y recorriendo el pasillo hasta el salón de baile, lleno de espejos y cuadros en la pared. Encendió varios candelabros y fue derecha a una cajita de música, ya que el gramófono no se inventaría hasta un siglo más tarde, y le dio cuerda. La música metálica de la cajita empezó a sonar con una melodía pegadiza que invitaba a bailar y la bruja agarró a Xaryne tarareando.
(escuchar aqui la cajita de música)
"So honey, now, take me into your loving arms
Kiss me under the light of a thousand stars
Place your head on my beating heart
I'm thinking out loud
And maybe we found love right where we are"
(escuchar aqui la cajita de música)
"So honey, now, take me into your loving arms
Kiss me under the light of a thousand stars
Place your head on my beating heart
I'm thinking out loud
And maybe we found love right where we are"
Elora Paine- Hechicero Clase Baja
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Re: Errante de la noche eterna.
Elora me llevó a la pista de baile. Intenté dejar atrás mi incomodidad, pero sólo lo conseguí del todo cuando la música comenzó a sonar y la miré a los ojos. Esos ojos oscuros en los que parecía caber mi mundo, porque mi mundo se constituía en ella. La agarré de una mano y rodeé su cintura con un brazo, acercándola a mi cuerpo. Intenté recordar lo que Thomas nos había enseñado y di unos primeros pasos algo torpes, pero conforme iba pasando la música, fui recordando y cogiendo confianza. Acabamos bailando un perfecto vals, a Elora, aunque al principio no parecía conocer los pasos, se le daba realmente bien. Nuestros cuerpos se movían, armónicos bajo el dulce influjo de la melodía de aquella cajta de música. El ambiente tenue que otorgaban los candelabros enmarcaban un momento que recordaría como de inmensa paz. Sólo la música y ella. Apoyé mi mejilla en la suya mientras bailábamos, nunca podría decirle lo mucho que la amaba porque no conocía las palabras que pudieran expresar un sentimiento tan enorme.
La música terminó y le di una vuelta de baile, haciendo que girara sobre sí misma. La rodeé con mis brazos y besé suavemente sus labios. Mi decisión era firme. Quería estar con ella por todo la eternidad, Purgatorio o lo que fuera. Le dirigí media sonrisa y susurré: - Bueno, ya me ha visto bailar, Doña Fiestas. Ya no es necesario celebrar ninguna. Y me apuesto lo que quieras a que no me tumbas bebiendo. Aunque no sé si quiero verte borracha... a saber lo que me harías.
Fingí cara de miedo sólo para picarla antes de besar su sien y ronronear en un gesto íntimo, recuperando el temple que momentos antes había perdido ante la noticia de mi futura muerte. La miré a los ojos y sonreí de oreja a oreja cuando dije:
- Y ahora, vamos a buscar un hechizo que me una a esa lengua tuya para siempre.
La música terminó y le di una vuelta de baile, haciendo que girara sobre sí misma. La rodeé con mis brazos y besé suavemente sus labios. Mi decisión era firme. Quería estar con ella por todo la eternidad, Purgatorio o lo que fuera. Le dirigí media sonrisa y susurré: - Bueno, ya me ha visto bailar, Doña Fiestas. Ya no es necesario celebrar ninguna. Y me apuesto lo que quieras a que no me tumbas bebiendo. Aunque no sé si quiero verte borracha... a saber lo que me harías.
Fingí cara de miedo sólo para picarla antes de besar su sien y ronronear en un gesto íntimo, recuperando el temple que momentos antes había perdido ante la noticia de mi futura muerte. La miré a los ojos y sonreí de oreja a oreja cuando dije:
- Y ahora, vamos a buscar un hechizo que me una a esa lengua tuya para siempre.
Xaryne Ackerman- Cazador Clase Media
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Fecha de inscripción : 24/04/2016
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