Silenciosa noche eterna. [Libre]

por **Lunna Grim. Manassero** Lun Dic 26, 2016 1:56 pm

Lunna caminaba con calma y tranquilidad por las calles, sintiendo el aire frío en su rostro, algo que, sin duda, agradaba a la mujer. La noche invernal había provocado que las calles estuviesen vacías. La mayoría de la gente la estaba en las casas refugiándose del frío o en los restaurantes, ajenos a cualquiera que saliese a las calles, absortos cada uno en sus pensamientos o finalidades, pero sin intención alguna de interesarse por lo que tenía que ver con el resto, o eso creía.

La mujer llevaba las manos ocultas en unos guantes negros, como la capa que cubría su vestido, al igual que su cabeza. Toda aquella ropa cubría su blanca piel, su gesto duro, y la sensación de frialdad que daba con solo mirarla. Lo único que mantenía algo de vida en su cuerpo eran sus ojos, blancos como la mismísima noche, que se alzaban y abrían camino por las calles. Le gustaba aquella sensación de soledad, pero sobretodo, la libertad que le daba la noche, su naturaleza obligaba a que se quedase durante doce horas encerrada en una casa, tenía que disfrutar de las noches de libertad.

Observó una agrupación de gente que se encontraban en círculo alrededor de... ¿Qué era lo que estaba allí? Parecía un cadáver. Decidió acercarse un poco a aquello, intentando evitar estar demasiado cerca de la gente, o acabaría siendo ella el centro de atención. Tras observar que sí, era un cadáver, y oler la sangre que había emanado del cuerpo, no tuvo otra opción que alejarse con rapidez, bueno, con toda la rapidez que el pomposo vestido le dejaba.

por **Félix Charlois** Jue Dic 29, 2016 9:29 pm

Félix se había quedado hasta tarde trabajando en varios asuntos en una instalación del observatorio, cercana al Sena. Una reunión entre investigadores se había hecho en la tarde y se había extendido en un debate de poco agrado para él. Ante los ojos del joven, muchos sencillamente eran chiflados empecinados en creer en marcianitos construyendo una sociedad tecnológica, como la nuestra.

¿Cómo era posible?

Profundamente molesto, su expresión se había vuelto aún más seria que de habitual. Abandonando el observatorio ya de noche, tomó rumbo entre las estrechas calles parisinas. Absorto con los ojos en sus zapatos, ligeramente encorvado, pero aún así mirando nada en específico, refunfuñaba ininteligiblemente.

Las ruedas de un coche que rechinaron contra la fría callejuela interrumpieron violentamente sus contemplaciones. A un breve instante de silencio le sigueron los gritos de un par de damas. Frunció el entrecejo. ¿Cuánto dura el momento entre el accidente y el primer grito de espanto que le acompaña? Le hubiese gustado determinar una constante para aquel tenso silencio.

Cierta neblina cubría las calles, mas no le tardó más que un minuto llegar al sitio que le permitió ver la escena de cerca. Una figura pequeña, humana, de apenas más que un metro, yacía en el suelo, rodeada de tres damas, dos caballeros y el conductor. Félix se detuvo un instante, considerando si debía acercarse o no. Se trataba de una muchacha, extremadamente delgada, realmente una niña. La escena era grotesca y la sangre corría con rapidez, no le tardó reconocer que su presencia allí era inútil.

Si no está muerta ya, lo estará en brevedad, concluyó. Temblorosamente encendió un cigarrillo y siguió su andanza, mas en unos instantes se encontró con la pomposa figura de una mujer que, aún solo mirando la capa que cubría su espalda, hacía clara impresión de lujo y grandeza.

¿Debo apagar el cigarrillo? pensó, puesto era lo que requería la etiqueta. Refunfuñó al preguntarse qué hacía esa mujer sola, caminando tan velozmente. En general las damas preferían caminar con delicadeza y lentitud... aquello era extraño. Aceleró deliberadamente el paso, para quedar aún más cerca de ella. No quería abordarla, pero ¿requería ayuda quizá? ¿tendría que ver con la escena anterior? Miró alrededor. Está demasiado oscuro, concluyó.

La húmeda calzada hizo notar el estrepitoso caminar del muchacho, quedando a un par de metros de la misteriosa mujer. Carraspeó muy suavemente.

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