Sang eterna |Privado

por **Jacques Roman** Dom Jul 05, 2015 7:03 am

Sus pasos eran seguros, pero comedidos. Hoy no tocaba luchar contra los infieles de la inquisición. Hoy los ríos de sangre no bañarían los rincones oscuros de la capital francesa y sus bosques milenarios. No, esos tiempos poco a poco quedaban atrás. Tras la última de las misiones se había encontrado anhelando un poco de paz, quizás un poco de lo que los humanos consideraban el calor de un hogar. Y por eso mismo es que el vampiro se dirigía hacia la única familia que parecía quedarse y la que sin saberlo habia terminado en la misma ciudad que él. Destino o mera coincidencia, fuera como fuera Dasha era su primera creación tras miles de años viviendo en las sombras y ya era hora de recuperarla. Sus caminos se habían separado cuando él decidió acudir de nuevo al frente de las batalla y no pensaba en ningún momento que el recibimiento que le tuviera fuera uno muy agradable tras aquella separación, pero aún lejos, él siempre la había protegido y vigilado desde la distancia, desde las sombras. Era su maestro, su padre en esta vida eterna y creador, ella aún le debía respeto y lealtad aún pasaran las años y los siglos, aquel echo jamás debía de cambiar.

No había sido fácil encontrarla, había enviado detectives y vampiros en su búsqueda allá en las tierras nevadas y heladas de Rusia, el único hogar que Dasha consideraba realmente así. No obstante, tras unos meses de espera las noticias habían sido diferentes de lo esperado .Dasha no se encontraba allí, tras desposarse con uno de los políticos más influyentes y ricos de Rusia —el cual terminó muriendo de forma abrupta unos meses después del enlace— la joven había decidido conquistar nuevas tierras y tras una extensa búsqueda la habían encontrado con otro apellido. Dasha había dejado atrás el apellido Román y había vuelto a usar el de su familia natal; Smirnov. Por supuesto eso solo parecía una pequeña provocación preparada para él y él conociéndola, no le contestaría. La conocía perfectamente para saber que le gustaba jugar y ser una molestia era lo que mejor se le daba cuando de él y ella se trataban, por eso decidió acudir a ella de sorpresa, sin anuncios, ni citas. Tampoco es que lo necesitara.

Paseó tranquilamente por las calles adineradas de la zona más alta de París y tras pasar una de las mansiones más antiguas de la calle principal, avistó la entrada de la mansión Smirnova. La puerta era de hierro con un dibujo intrincado dibujando un dragón; el mismo dragón que Jacques había usado de humano en sus estandartes y que aún seguía usando. El dragón rojo: el símbolo de poder de la familia Román y sus congéneres.

Jacques sonrío bajo su máscara impenetrable de calma y saltando aquel obstáculo penetró en los jardines de Dasha. Enseguida el perfume de ella le dio la bienvenida y sonriendo, sabiendo que poco haría falta para que ella también fuera consciente de su presencia, se encaminó al lugar donde estaba seguro conseguiría molestarla más, las caballerizas, más en concreto la caballeriza de su corcel. Aquel corcel que había salvado hacia años de una muerte temprano otorgándole su sangre y por ende, también la de él.

—Veo que mala hierba no muere jamás. —Su voz hizo eco en los establos y seguidamente un relincho contestó a aquellas palabras, como si el caballo supiera de quien se trataba y quisiera mostrar cuan vivo se encontraba. La sonrisa de Jacques al entrar a los establos se ensanchó hasta dejar sus colmillos al descubierto mientras contemplaba al majestuoso animal que se acercaba hacia él. Tendió una mano al animal y en cuanto este le olió, le mordió ensañándose con aquella fría mano que lo acariciaba unos segundos hasta que lo soltó y bufando se alejó. Sacó la mano del hueco y en ella vio como la sangre rajaba hasta que empezó a sanar y la herida desapreció. A veces los animales no cambiaban, pero no fue el saludo nada amistoso del corcel lo que lo sorprendió definitivamente, sino fue los latidos que oyó acercarse hacia él y aquel aroma que parecía entrelazarse con el de su neófita e hija eterna. Al oír los pasos humanos ni se volteó, solo se quedó contemplando al animal preguntándose si su dueña lo recibiría de tal modo hasta que los pasos se detuvieron a unos metros de él. — ¿El nuevo juguete de la señorita Smirnova, joven?

por **Tau Sayed** Dom Jul 05, 2015 1:47 pm

Abrió los ojos de golpe cuando escucho el relincho de Diamante, conocía ese sonido casi mejor que su propia voz. Sus pupilas se fueron acostumbrando a la oscuridad y empezó a distinguir formas. Dasha no estaba ya que no sentía su cuerpo helado pegado al suyo, aunque el brazo de Tau se encontraba en la posición de abrazarla… se sentía algo estúpido abrazar al aire por lo que se incorporó y encendió una luz teniendo que cerrar de nuevo los ojos y frotárselos mientras bostezaba. No debían ser más de las 10 de la noche pero cuando Dasha se dedicaba a tocarle el pelo o acariciarle el pecho no podía evitar relajarse hasta el punto de quedarse dormido.

De forma perezosa se levantó de la cama colocándose los pantalones de pijama mientras se rascaba el pecho a continuación su despeinado pelo. ¿Qué le habrá hecho a Diamante relinchar de esa manera? Siempre estaba tranquilo después de que Dash y él le visitasen cada noche. El cerebro de Tau se fue activando a medida que sus pies descalzos bajaban las grandes escaleras hasta el piso de abajo. Se adentró en la cocina y bebió un buen vaso de agua mirando por la ventana.- ¿Pero qué…?-Agitó la cabeza después de ver como un hombre saltaba aquel muro, quizás el caballo simplemente le estaba… ¿avisando?.

-Joder…-cuando centro su cerebro se dio cuenta de que aquello no podía ser bueno, un sobrenatural… un cazador, de todas formas él estaba en peligro por lo que rápidamente se acercó a la puerta de la entrada dejando su olor, además de la puerta abierta para que Dasha le encontrase siguiendo su rastro nada más llegase y se encaminó hacia los establos.

El cuerpo de un hombre siendo mordido por Diamante fue lo que su vista capto, tenso su mandíbula, cuadro los hombros y se obligó a mantenerse tranquilo.-Ese caballo nunca se equivoca si tiene que morder.-Estaba claro que aquel hombre era un vampiro, Tau ya tenía practica en sobrenaturales.-Y aquí no hay ningún juguete, mi nombre es Tau-Clavó sus ojos en él y le inspecciono, no tenía pinta de querer causar problemas pero nunca se sabía si tenía hambre. La presencia de Dasha le vendría demasiado bien en ese momento. Odiaba ser humano en esos momentos… y sabía que Dasha enloquecería si algo le pasaba.- Soy la pareja de Dasha, ¿me puede decir quién es usted y porque entra de esta manera? Existen las puertas caballero.-Se arriesgó y estiro su mano hacia el intentando ganar tiempo en el caso de tener que luchar.

por **Jacques Roman** Jue Ago 06, 2015 5:54 am

Era curioso como el animal había aprendido a morder la mano de su amo, así como en su momento Dasha aprendió. Por unos segundos mientras la sangre goteaba de la herida y aún no sanaba completamente, el vampiro se preguntó que tanto habría cambiado su única hija y eterna neófita. Estaba seguro su bienvenida no sería cordial y que como su propia montura, le mordería. Por suerte él ya tenía experiencias en esquivar las mordidas de sus congéneres eternos, y una mordida de Dasha, una de sus pataletas no le haría ningún mal. Seguramente le divertiría verla de nuevo y enfrentarse a ella, pero nada de lo que pudieran hacer, o pelearse… le asombraría tanto como aquellos latidos humanos que se acercaron a él. En la brisa nocturna llegaba hacia sus sentidos el perfume masculino, más no le llegaba el de Dasha, aunque si el cuello de aquel joven pareciera contener los restos de un leve perfume femenino. Y poco tardó en averiguar que era el de Dasha.

Los pasos masculinos se detuvieron a metros de su posición y sonrío aun contemplando al caballo de Dasha. Su joven aprendiz parecía haber escogido otra pareja humana. No obstante, una más joven e incluso menos contenido dedujo por el tono de su voz y el aura que presintió viniendo de él. Frente a su figura Diamante al oír la voz del humano se calmó y dejó de relinchar y protestar, quizás sabiendo que ahora estaba en buenas manos o quizás porque olía a Dasha en él.

—Este caballo muerde tanto o más que su dueña y por lo que también sé tenéis razón; no suelen morder por amor. — Ironizó mirando por ultima vez a los ojos de Diamante y seguidamente se volteó para repasar con la mirada aquel joven. Los ojos de Jacques en unos escasos segundos observaron atónitos el cambio que su neófita había tomado por pareja. Normalmente los demás hombres que habían hecho suyos, siempre eran mayores y por lo que conocía de ella, a ninguno de ellos jamás tocó más que para darles muerte. Y aquel ante él, parecía tener grabado su olor en su piel. — Claro que sois su juguete, tenéis su perfume impregnando vuestra piel. — Contestó. Ladeó el rostro con curiosidad y apretó la mano que le tendió preguntándose porque de ser aquel joven especial para la vampiresa, no estaba ella con él. Solía ser muy posesiva con todo lo suyo y estaba seguro que de saber de su presencia en su mansión, correría dispuesta a apartarle del alcance del humano; de su humano.

—Soy su padre; Jacques Román o más bien, su creador si sabes de que os hablo. —dijo suavizando su tono y su figura, lo último que quería era asustarlo y que luego Dasha enloqueciera, todo y que de por sí la joven vampiresa estaba segura enloquecería de ira de verle tras tantos años ausentes de su vida.

—Y si es verdad que sois su pareja, no puedo dejar de preguntarme ¿Cómo es que os puede dejar solo sabiendo los peligros que hay en la noche? Y donde se encuentra, ahora hablando de la pequeña Smirnova? No la siento por aquí y de saber de mi visita, estoy seguro habría salido a recibirme… muy cordialmente.

por **Tau Sayed** Sáb Ago 08, 2015 2:50 pm

Notó la helada piel de aquel hombre y sus sospechas se hicieron realidad, otro vampiro… que bien, nótese la ironía. ¿Por qué solo se rodeaba de inmortales? ¿Acaso tenía una especie de cartel en la frente?... donde pusiera; SANGRE, HUMANO TONTO. Con este pensamiento no pudo evitar tocarse la frente de forma inconsciente después de que el vampiro la soltase.- Para empezar, yo no soy el juguete de nadie… ¿me ve una cuerda de la que tirar? O ¿algún botón que dar para que suene?-Elevó una ceja en su dirección, había pasado del temor inicial ya que no sabía quién era a la cabezonería y el sarcasmo que le caracterizaba. Se había metido en líos con otros inmortales por esto mismo y aun no aprendía… debería dar gracias por seguir vivo.

-Ya que usted se ha presentado déjeme hacer lo mismo.-caminó hacia las barreras donde Diamante se acercó al trote dejando que el humano le acariciase sin problemas demostrando así al vampiro más cosas de las que podría describir.-Mi nombre es Tau Sayed, Dasha ha salido a alimentarse, no la gusta tener hambre cerca mío… aunque de vez en cuando yo soy su comida.- se separa del caballo después de darle algo de heno volviendo a la posición anterior frente a él. La altura era parecida por lo que sus ojos no se despegaron del inmortal.- ¿Quiere pasar y esperar a Dasha dentro? Será su suerte si decide echarle a patadas-sonrió levemente- Yo le ofrezco una copa de vino… -Señala la entrada de la casa antes de caminar hacia ella.-¿Ve? Esto se llama puerta y se puede tocar para avisar de que alguien ha llegado.-Chocó con sus nudillos la madera antes de pararse en seco girándose para volver a mirarle ahora de forma seria con el ceño fruncido.

-Sé que con esto me la estoy jugando… que podría matarme sin darme cuenta pero- toma aire y valor para decir aquello-Si para lo que ha venido es para dañar a Dasha, le juro que encontrare la manera de matarle de la forma más atroz que conozca, me da igual que seas su padre, su creador o lo que sea… ella es mía y no dejare que nada la dañe.-Su corazón volvió a latir con fuerza pero esta vez simplemente era por el simple hecho de nombrar a Dasha. Ese era el mayor poder de ella… el amor que sentía Tau hacia la inmortal. El cual podría hacer cualquier cosa con tal de protegerla…

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