AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Conociendonos.. [Privado]
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Conociendonos.. [Privado]
¿Era necesario un encuentro con el rey de Inglaterra?
Ya me lo han repetido las veces suficientes para quedar clara con respecto a ese tema, debía conocerlo y estaba obligada a hacerlo aunque no quisiera, aunque me estuviese muriendo postrada en esa cama esperando mi final, aun así tenia que estar en 3 horas exactas desde el momento que mi hermano fue a mis aposentos luego de dar la noticia del encuentro con aquel varón, se me hacia tan extraño considerar que me encontraría con el famoso rey de Inglaterra, sus comentarios han llegado de una forma que no se puede omitir, comentarios que decían que había estado con una prostituta, que había cometido tantos errores como yo, aunque los suyos habían salido de Inglaterra, los míos se habían quedado en España, y es que eso podía rescatar de mi gente, mi popularidad en el reinado era clara, ninfomanía solían decir, pero era mas que eso, era el deseo de sentir a un hombre realmente en su esplendor, en su momento mas débil cuando mas te necesitan, es tener el poder siempre a sido eso.
Y es así como eso que llamamos pensamientos se concentraban en solo una persona un Rey, un rey que al comentario entre susurros se decía que su caballerosidad y su porte eran inigualables, perfectas, que su cuerpo era un manjar para las diosas, que su estatura y su humanidad como hombre hacían de cualquier mujer una esclava, ¿Cómo creer a cada una de esos comentarios? Eran pobres señoritas dispuestas a ceder a cualquiera que pudiera darle un futuro, y hasta en su propia cama había caído una de ellas que apenas mencionar el nombre Dorian la pobre damisela sintió un tipo de orgasmo que por un lado me gusto y por otro lado me causo temor ¿Qué seria encontrarse con alguien como tu? Con alguien de aquella reputación, era lo más parecido a miedo lo que sentía, fuera de otros comentarios dudosos que hacían que no quisiera creer lo perfecto y maravilloso que lo hacían ver ¿Quién podía creer que aquel hombre era un demonio de la sangre? De esas historietas que a veces las criadas nos solían contar para causarnos algo de miedo a mi hermano y a mí y no dejarnos dormir por que simplemente nos odiaban, no. Esas teorías, historias no me las creería, eso era lo que me haría dudar al menos hasta conocerle que realmente es todo lo que dicen que es.
¿Esta lista su majestad?
Fueron las cuatro palabras mágicas para ponerla en alerta y tranquilizar su respiración, a medida que con la frente en alto se encaminaba hacia lo que seria una reunión de países, mi hermano no podía ir a aquella reunión ya se había excusado, obligándome a mi a asistir, bajaba escalón por escalón, me tomaría mi tiempo no estaba apurada, no pretendía apurar mis pasos, por que mi miedo interior hacia que fueran mas lentos, una serie de sirvientes aguardaban en las afueras del salón, y pude divisar un carro de tragos y botellas de varios tipos encaminándose hacia adentro, seguramente el rey no sospechaba ni se le ocurría que conversaría conmigo, era dudoso, me hizo preguntar varias cosas, el por que de la vaga explicación de mi hermano y el por que tenia que ir yo?, al voltear hacia el salón pude divisarlo, porte, y una mirada profunda, con plena seguridad de mi avancé sin sentir la ola de nervios por la misma adrenalina que habían producido sus ojos en mi – Su majestad – inclinando mi rostro al llegar a su altura con respeto y seducción hice una reverencia –lamento mi presencia no sea la esperada, ruego perdone a mi hermano que tan cordialmente envía sus saludos y pide que no le moleste mi presencia, ni hablar de asuntos claro
Ya me lo han repetido las veces suficientes para quedar clara con respecto a ese tema, debía conocerlo y estaba obligada a hacerlo aunque no quisiera, aunque me estuviese muriendo postrada en esa cama esperando mi final, aun así tenia que estar en 3 horas exactas desde el momento que mi hermano fue a mis aposentos luego de dar la noticia del encuentro con aquel varón, se me hacia tan extraño considerar que me encontraría con el famoso rey de Inglaterra, sus comentarios han llegado de una forma que no se puede omitir, comentarios que decían que había estado con una prostituta, que había cometido tantos errores como yo, aunque los suyos habían salido de Inglaterra, los míos se habían quedado en España, y es que eso podía rescatar de mi gente, mi popularidad en el reinado era clara, ninfomanía solían decir, pero era mas que eso, era el deseo de sentir a un hombre realmente en su esplendor, en su momento mas débil cuando mas te necesitan, es tener el poder siempre a sido eso.
Y es así como eso que llamamos pensamientos se concentraban en solo una persona un Rey, un rey que al comentario entre susurros se decía que su caballerosidad y su porte eran inigualables, perfectas, que su cuerpo era un manjar para las diosas, que su estatura y su humanidad como hombre hacían de cualquier mujer una esclava, ¿Cómo creer a cada una de esos comentarios? Eran pobres señoritas dispuestas a ceder a cualquiera que pudiera darle un futuro, y hasta en su propia cama había caído una de ellas que apenas mencionar el nombre Dorian la pobre damisela sintió un tipo de orgasmo que por un lado me gusto y por otro lado me causo temor ¿Qué seria encontrarse con alguien como tu? Con alguien de aquella reputación, era lo más parecido a miedo lo que sentía, fuera de otros comentarios dudosos que hacían que no quisiera creer lo perfecto y maravilloso que lo hacían ver ¿Quién podía creer que aquel hombre era un demonio de la sangre? De esas historietas que a veces las criadas nos solían contar para causarnos algo de miedo a mi hermano y a mí y no dejarnos dormir por que simplemente nos odiaban, no. Esas teorías, historias no me las creería, eso era lo que me haría dudar al menos hasta conocerle que realmente es todo lo que dicen que es.
¿Esta lista su majestad?
Fueron las cuatro palabras mágicas para ponerla en alerta y tranquilizar su respiración, a medida que con la frente en alto se encaminaba hacia lo que seria una reunión de países, mi hermano no podía ir a aquella reunión ya se había excusado, obligándome a mi a asistir, bajaba escalón por escalón, me tomaría mi tiempo no estaba apurada, no pretendía apurar mis pasos, por que mi miedo interior hacia que fueran mas lentos, una serie de sirvientes aguardaban en las afueras del salón, y pude divisar un carro de tragos y botellas de varios tipos encaminándose hacia adentro, seguramente el rey no sospechaba ni se le ocurría que conversaría conmigo, era dudoso, me hizo preguntar varias cosas, el por que de la vaga explicación de mi hermano y el por que tenia que ir yo?, al voltear hacia el salón pude divisarlo, porte, y una mirada profunda, con plena seguridad de mi avancé sin sentir la ola de nervios por la misma adrenalina que habían producido sus ojos en mi – Su majestad – inclinando mi rostro al llegar a su altura con respeto y seducción hice una reverencia –lamento mi presencia no sea la esperada, ruego perdone a mi hermano que tan cordialmente envía sus saludos y pide que no le moleste mi presencia, ni hablar de asuntos claro
Isabell II de Castilla- Realeza Española
- Mensajes : 47
Fecha de inscripción : 11/08/2011
Localización : Donde la corona me lleve...
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Re: Conociendonos.. [Privado]
Un ajuste de planes a última hora, las invitaciones ya habían sido enviadas a todos con una única excepción, la última había salido demasiado tarde debido a que la llegada del monarca de España se había retrasado en contraposición a nuestros planes. Sin embargo, el día de ayer el monarca español había enviado un mensajero para confirmar que la invitación le había llegado pero que debido a que recién estaba estableciéndose en Paris enviaría a nuestra reunión a la actual reina de España, misma que ya residía en Paris, supuse que ella llegó antes que su marido. De tal forma sucedió que el día de hoy me vi esperándola en mi despacho, todos los monarcas que fueran humanos debía recibirlos en el Palacio Royal ya que la Abadía en la que vivía estaba repleta de inmortales y lo que menos quería era levantar sospechas. Más de quinientos años en el mando de Inglaterra requerían el tacto suficiente para cuidarse la espaldas, los ‘mitos’ de criaturas de las noche eran solo mitos para los humanos y mi familia se encargaba de que nuestra estirpe se quedara en los libros de fantasía y que nunca invadiera la realidad en la que los humanos se sentían cómodos y tranquilos.
Detrás de escritorio acababa de sellar una carta que sería enviada de inmediato a Londres, próximamente regresaría a mi patria ya que mis días en Paris estaban llegando a su fin debido a que mi misión estaba por cumplirse. El reloj anunció de repente la hora con una campanada, ya eran las ocho de la noche y mi invitada aún no llegaba, sinceramente no estaba seguro de tratar estos asuntos con la reina de España pero si el rey confiaba en que ella podría representarlo hasta su llegada debía yo también de confiar en su sano juicio, después de todo era su esposa. Me puse de pie después de guardar mi sello con el escudo de la familia real y me acerqué a la ventana de donde di un vistazo hacia afuera. Una tras otra paraban las carrozas de lujo de nobles y gente rica que se daba cita a las fiestas del Palacio Royal, la vida de los nobles…tan efímera cuando no se es inmortal y luego llega una generación tras otra de gente de sangre azul aunque la metáfora se quedara en puras palabras ya que la sangre de estas personas era tan roja como la de los pobres que se encontraban en los calabozos esperando una sentencia por haber robado un pan.
La puerta suena y el edecán anuncia la llegada de la reina, le respondí que enseguida me dirigiría al salón donde me reuniría con ella y este salió cerrando la puerta. En una situación diferente hubiera recibido al monarca en mi despacho pero en el caso de ella era diferente, era mal visto que una mujer de honor se encerrara con un hombre en un espacio tan personal como lo era mi despacho, irónicamente me había encerrado con centenares de mujeres en mi habitación y nunca les había importando el dichoso honor, todo era cosa de costumbres y más que todo de aparentar ante los prejuicios de la corte y la alta sociedad. Si bien las matreras nobles de nariz respingada tenían sus jóvenes amantes, de todas formas les gustaba condenar a las más jóvenes por el mismo pudor que ellas ocultaban, la ley de la hipocresía, una ley que se cumplía con mas fervor que el pago de impuestos.
Salí de mi despacho y me dirigí al salón que se encontraba adyacente a este, un amplio espacio donde había sillones, retratos familiares, esculturas en mármol y amplios ventanales que daban a la calle. Ella aún no estaba cuando entré así que la espere junto al pie de una estatua que encarnaba a una báquide. Dos minutos después las puertas se abrieron y dieron paso a una mujer tan hermosa como pocas había visto antes, se dirigió directo a mi saludando y excusándose por la decisión de su hermano. ¿Hermano?, entonces ella era…hace mucho que no sabía de un rey y reina que fueran hermanos, era una cuestión más notable en el caso de los príncipes como yo bien sabia por mis hermanos que así lo eran pero por un momento me alegro escuchar aquella declaración. Respondí a su reverencia con el mismo gesto ya que se trataba de una reina y luego levante la mirada para encarar a su fino rostro, ahora podía ver porque las españolas se diferenciaban del resto de las mujeres europeas, un toque especial de vivacidad en la mirada.
-Su presencia no es molestia alguna mi estimada reina, es un honor que me concede usted el poder estar ante una mujer tan bella- respondí con una leve sonrisa y con la mirada fija en ella. Estábamos solos en la sala y los pajes se encontraban al otro lado de la puerta haciendo guardia, sin duda era un espacio donde en cualquier momento podría alguien de mi familia entrar ya que no era una sesión completamente privada pero sabía de buena fuente que ninguno de mis hermanos se encontraba en el Palacio Royal esta noche por lo que podía dar de asegurada una velada solitaria entre los dos aunque solo fuera de ‘negocios’. - Por favor siéntese- dije señalándole a uno de los sillones, yo me senté en una butaca que se encontraba frente a ella para no invadir su espacio personal, aunque no fuera la esposa del rey y más bien su hermana, debía cuidar más mi conducta con ella tratándose de lo que llaman una doncella que seguramente era un buen partido para un futuro matrimonio en su patria. –Espero que el viaje le haya resultado leve, dígame, ¿cuándo tendremos el placer de tener a su hermano en este suelo?- pregunte tratando de mostrarme frío y distante ante su hermosura que no dejaba de impresionar, no podía dejar mi deber de lado.
Detrás de escritorio acababa de sellar una carta que sería enviada de inmediato a Londres, próximamente regresaría a mi patria ya que mis días en Paris estaban llegando a su fin debido a que mi misión estaba por cumplirse. El reloj anunció de repente la hora con una campanada, ya eran las ocho de la noche y mi invitada aún no llegaba, sinceramente no estaba seguro de tratar estos asuntos con la reina de España pero si el rey confiaba en que ella podría representarlo hasta su llegada debía yo también de confiar en su sano juicio, después de todo era su esposa. Me puse de pie después de guardar mi sello con el escudo de la familia real y me acerqué a la ventana de donde di un vistazo hacia afuera. Una tras otra paraban las carrozas de lujo de nobles y gente rica que se daba cita a las fiestas del Palacio Royal, la vida de los nobles…tan efímera cuando no se es inmortal y luego llega una generación tras otra de gente de sangre azul aunque la metáfora se quedara en puras palabras ya que la sangre de estas personas era tan roja como la de los pobres que se encontraban en los calabozos esperando una sentencia por haber robado un pan.
La puerta suena y el edecán anuncia la llegada de la reina, le respondí que enseguida me dirigiría al salón donde me reuniría con ella y este salió cerrando la puerta. En una situación diferente hubiera recibido al monarca en mi despacho pero en el caso de ella era diferente, era mal visto que una mujer de honor se encerrara con un hombre en un espacio tan personal como lo era mi despacho, irónicamente me había encerrado con centenares de mujeres en mi habitación y nunca les había importando el dichoso honor, todo era cosa de costumbres y más que todo de aparentar ante los prejuicios de la corte y la alta sociedad. Si bien las matreras nobles de nariz respingada tenían sus jóvenes amantes, de todas formas les gustaba condenar a las más jóvenes por el mismo pudor que ellas ocultaban, la ley de la hipocresía, una ley que se cumplía con mas fervor que el pago de impuestos.
Salí de mi despacho y me dirigí al salón que se encontraba adyacente a este, un amplio espacio donde había sillones, retratos familiares, esculturas en mármol y amplios ventanales que daban a la calle. Ella aún no estaba cuando entré así que la espere junto al pie de una estatua que encarnaba a una báquide. Dos minutos después las puertas se abrieron y dieron paso a una mujer tan hermosa como pocas había visto antes, se dirigió directo a mi saludando y excusándose por la decisión de su hermano. ¿Hermano?, entonces ella era…hace mucho que no sabía de un rey y reina que fueran hermanos, era una cuestión más notable en el caso de los príncipes como yo bien sabia por mis hermanos que así lo eran pero por un momento me alegro escuchar aquella declaración. Respondí a su reverencia con el mismo gesto ya que se trataba de una reina y luego levante la mirada para encarar a su fino rostro, ahora podía ver porque las españolas se diferenciaban del resto de las mujeres europeas, un toque especial de vivacidad en la mirada.
-Su presencia no es molestia alguna mi estimada reina, es un honor que me concede usted el poder estar ante una mujer tan bella- respondí con una leve sonrisa y con la mirada fija en ella. Estábamos solos en la sala y los pajes se encontraban al otro lado de la puerta haciendo guardia, sin duda era un espacio donde en cualquier momento podría alguien de mi familia entrar ya que no era una sesión completamente privada pero sabía de buena fuente que ninguno de mis hermanos se encontraba en el Palacio Royal esta noche por lo que podía dar de asegurada una velada solitaria entre los dos aunque solo fuera de ‘negocios’. - Por favor siéntese- dije señalándole a uno de los sillones, yo me senté en una butaca que se encontraba frente a ella para no invadir su espacio personal, aunque no fuera la esposa del rey y más bien su hermana, debía cuidar más mi conducta con ella tratándose de lo que llaman una doncella que seguramente era un buen partido para un futuro matrimonio en su patria. –Espero que el viaje le haya resultado leve, dígame, ¿cuándo tendremos el placer de tener a su hermano en este suelo?- pregunte tratando de mostrarme frío y distante ante su hermosura que no dejaba de impresionar, no podía dejar mi deber de lado.
Invitado- Invitado
Re: Conociendonos.. [Privado]
Las cosas que me habían dicho de el caballero en toda su presencia no le hacían justicia, el era todo lo que me habían dicho y mas, lo supe a medida que le observaba, aquel Hombre tenia presencia, porte, todo en el era sensualidad y atracción… todo, sus palabras me hicieron sonreír al punto de querer responderle inmediatamente – Isabell… mi nombre es Isabell, puede decirlo, estamos en confianza aquí, supongo que tenemos esos privilegios, dada nuestra condición de reyes aun así, gracias por el cumplido la costumbre se hace nada cuando el cumplido sale de sus palabras, aun así, No lo haga siempre… una persona que esta acostumbrada a los elogios siente tedio al escucharlos continuamente, usted debe saberlo, no creo que halla dama que se resista a sus encantos si me permite decirlo aunque claro, aun no conoce a las damas españolas… – tome asiento tratando de obviar la ultima frase que había salido de toda mi alma, y es que tener la apreciación de afuera de este rey, solo causaba que me pusiera la mascara de frialdad que mantendría ante su presencia, definitivamente no podía caer en sus redes, dos seres tan iguales no podrían ser felices… chocaríamos siempre, siguiendo el protocolo aquel hombre se sentó al frente, respetando en todo sentido los espacios de cada uno.
Recordaba la ultima vez que había tenido un encuentro con un monarca, cosa que hacia que quisiera reír ahí mismo por el cambio drástico que era la situación de ahora con aquella situación, aquel monarca se caía en pedazos, abra tenido sus mil años y parecía tan anciano que tan solo acercarme a el causo repudio e inmediatamente mi hermano tuvo que salvarme, ahí… solamente ahí, mi hermano había considerado una alianza mucho antes de conocerle, pero tan solo ver a aquel vejestorio fue la razón suficiente para no casarme y dejarme ser unos años mas.
El viaje estuvo realmente tranquilo, no demoramos mucho en llegar y es que nuestros barcos, no se si usted debe saberlo pero tenemos barcos muy buenos, aunque Claro no podría hablar de los demás, tengo un cierto gusto por las cosas españolas por que no conozco las demás, usted debe saber mas que yo que ser un monarca exige presencia en el país ¿no? – de pronto dirigí mis miradas hacia el entorno que nos rodeaba sin perder totalmente de vista al Rey que tan amable se mostraba, que tenia un tipo de atracción insospechadamente atrayente, nunca me había sucedido, una atracción así, deliberante y peligrosa. Si, Peligro la palabra perfecta para describir al rey que se hallaba frente a mí.
Observando las imágenes en los alrededores, en aquel salón tuve que hacerme una pregunta ¿acaso era un salón publico? La recepción varias veces se me había dado poco, pero tenia entendido que mi hermano siempre recibía a sus visitas en su despacho ¿acaso sentía miedo de quedarse a solas con una mujer? Eso hizo que mi sonrisa se dibujara y para tratar de ocultarla puse levemente mi mano en mis labios simulando una leve tos tratando de ocultar mis ganas de reír imaginando a hombre de aquel porte sintiendo miedo por la privada reunión de una dama.
-Disculpe, creo que no e contestado vuestra pregunta, mi hermano a tenido un viaje aun mas largo que el mío, y se a topado con sorpresas que podrían cambiar el eje de su vida, asuntos personales que yo no puedo confesar, pero en cuanto tenga disponibilidad vendrá en su búsqueda y podrán conversar libremente, en su despacho como se debe. – no sabia si el trato que estaba dando con aquel rey era demasiado hostil, ¿será así? No pensaba en este momento solo era yo, sin mascaras, porque definitivamente las mascaras llevaban al aburrimiento, tener carácter no era síntoma de ser aburrida, solo esperaba las palabras precisas de aquel rey aunque ya había marcado la línea del respeto, ya le había marcado la línea del “no me fijare en ti simplemente por que eres un rey… debes ganártelo” podía ser guapo, galán, pero era imposible, no por el… por mi, aunque la pregunta era ¿por que le estaba marcando todo eso sin realmente tener una razón? no sabia responder.
Aunque algo nos jugaba en contra; La noche que era simplemente una belleza un delirio realmente, ¿Por qué la reunión tenia que ser precisamente durante la noche? Bueno, no tenia por que cuestionar los encuentros planeados por el, pero a una próxima vez tendré por sugerencia hacerlo de día, disfrutar de el sol no seria una mala idea… aunque el salón era iluminado con la luz de la luna que permitió se reflejara su esplendor haciéndolo ver hermoso ante sus ojos, quizás si era el mejor momento para compartir, un par de meseros se acercaba para ofrecernos algo de beber, a lo que solo me quede observando hacia la mesilla, en realidad los licores no hacían su favor en mi boca, prefería otras cosas, las disfrutaba mas, mire al rey que acompañaba esa reunión y ocultando todo síntoma de nervios o debilidad ante su impotente presencia agradecía mi autocontrol dedicándole una mirada que nadie seguramente en su vida le habían echo, la del rechazo, aparte, estaba ese otro tema, la otra mujer, señora o no... los rumores de su amante eran muy evidentes y llevaban a un futuro matrimonio pero el no poda escuchar lo que pensaba así que solo preguntaría por su esposa. – dígame ¿cuando tendré el placer de conocer a su esposa? Quizás entre mujeres podamos mantener una amistad, a no ser que… este en su país, atendiéndolo cosa que seguramente mi hermano me habría pedido si yo no hubiera insistido tanto en venir… - tenia que cuidar mis intereses, realmente había venido para que mi hermano no arreglara cosas que me desagradaran… por que aun no las deseaba.
Recordaba la ultima vez que había tenido un encuentro con un monarca, cosa que hacia que quisiera reír ahí mismo por el cambio drástico que era la situación de ahora con aquella situación, aquel monarca se caía en pedazos, abra tenido sus mil años y parecía tan anciano que tan solo acercarme a el causo repudio e inmediatamente mi hermano tuvo que salvarme, ahí… solamente ahí, mi hermano había considerado una alianza mucho antes de conocerle, pero tan solo ver a aquel vejestorio fue la razón suficiente para no casarme y dejarme ser unos años mas.
El viaje estuvo realmente tranquilo, no demoramos mucho en llegar y es que nuestros barcos, no se si usted debe saberlo pero tenemos barcos muy buenos, aunque Claro no podría hablar de los demás, tengo un cierto gusto por las cosas españolas por que no conozco las demás, usted debe saber mas que yo que ser un monarca exige presencia en el país ¿no? – de pronto dirigí mis miradas hacia el entorno que nos rodeaba sin perder totalmente de vista al Rey que tan amable se mostraba, que tenia un tipo de atracción insospechadamente atrayente, nunca me había sucedido, una atracción así, deliberante y peligrosa. Si, Peligro la palabra perfecta para describir al rey que se hallaba frente a mí.
Observando las imágenes en los alrededores, en aquel salón tuve que hacerme una pregunta ¿acaso era un salón publico? La recepción varias veces se me había dado poco, pero tenia entendido que mi hermano siempre recibía a sus visitas en su despacho ¿acaso sentía miedo de quedarse a solas con una mujer? Eso hizo que mi sonrisa se dibujara y para tratar de ocultarla puse levemente mi mano en mis labios simulando una leve tos tratando de ocultar mis ganas de reír imaginando a hombre de aquel porte sintiendo miedo por la privada reunión de una dama.
-Disculpe, creo que no e contestado vuestra pregunta, mi hermano a tenido un viaje aun mas largo que el mío, y se a topado con sorpresas que podrían cambiar el eje de su vida, asuntos personales que yo no puedo confesar, pero en cuanto tenga disponibilidad vendrá en su búsqueda y podrán conversar libremente, en su despacho como se debe. – no sabia si el trato que estaba dando con aquel rey era demasiado hostil, ¿será así? No pensaba en este momento solo era yo, sin mascaras, porque definitivamente las mascaras llevaban al aburrimiento, tener carácter no era síntoma de ser aburrida, solo esperaba las palabras precisas de aquel rey aunque ya había marcado la línea del respeto, ya le había marcado la línea del “no me fijare en ti simplemente por que eres un rey… debes ganártelo” podía ser guapo, galán, pero era imposible, no por el… por mi, aunque la pregunta era ¿por que le estaba marcando todo eso sin realmente tener una razón? no sabia responder.
Aunque algo nos jugaba en contra; La noche que era simplemente una belleza un delirio realmente, ¿Por qué la reunión tenia que ser precisamente durante la noche? Bueno, no tenia por que cuestionar los encuentros planeados por el, pero a una próxima vez tendré por sugerencia hacerlo de día, disfrutar de el sol no seria una mala idea… aunque el salón era iluminado con la luz de la luna que permitió se reflejara su esplendor haciéndolo ver hermoso ante sus ojos, quizás si era el mejor momento para compartir, un par de meseros se acercaba para ofrecernos algo de beber, a lo que solo me quede observando hacia la mesilla, en realidad los licores no hacían su favor en mi boca, prefería otras cosas, las disfrutaba mas, mire al rey que acompañaba esa reunión y ocultando todo síntoma de nervios o debilidad ante su impotente presencia agradecía mi autocontrol dedicándole una mirada que nadie seguramente en su vida le habían echo, la del rechazo, aparte, estaba ese otro tema, la otra mujer, señora o no... los rumores de su amante eran muy evidentes y llevaban a un futuro matrimonio pero el no poda escuchar lo que pensaba así que solo preguntaría por su esposa. – dígame ¿cuando tendré el placer de conocer a su esposa? Quizás entre mujeres podamos mantener una amistad, a no ser que… este en su país, atendiéndolo cosa que seguramente mi hermano me habría pedido si yo no hubiera insistido tanto en venir… - tenia que cuidar mis intereses, realmente había venido para que mi hermano no arreglara cosas que me desagradaran… por que aun no las deseaba.
Isabell II de Castilla- Realeza Española
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Re: Conociendonos.. [Privado]
Reuniones de ese tipo últimamente eran parte la vida de un monarca aunque siempre tuviera la oportunidad de tratar con mis pares y no con sus reinas, todos sabían que las negociaciones eran cosas de hombres a menos que un imperio fuera regido solo por una mujer, un caso raramente visto. La mujer que el monarca de España había enviado era relativamente joven, como muchas de las nobles que había conocido tenía una belleza excepcional y un aire de superioridad marcado, no me sorprendía en lo mas mínimo, era una característica notable entre los miembros de la monarquía. Lastimosamente para ella no había tiempo de entrar en un juego de gesticulaciones, tendría que dejar la actitud para su círculo social cercano y lo único que por entonces me interesaba era confirmar la presencia de su hermano en un tratado que estábamos próximos a firmar entre varios monarcas de la región. Por supuesto, tampoco podía hacerle un desplante por lo que mi trato cordial, meritorio para la situación, sería el único reflejado en los vidrios de los altos ventanales que nos rodeaban –¿Confianza?, una extraña afirmación teniendo en cuenta que lleva menos de un minuto de conocerme. Sin embargo, si insiste será como Isabell pida ya que a una mujer bonita no se le niega nada- respondí sonriendo mientras le hacia la señal para que pasáramos a sentarnos –Tiene razón Isabell pero creo que los elogios que no son de lengua afuera han de ser bien recibidos ¿no le parece?, aunque por supuesto, se necesitara experiencia para saber diferenciar cuales son reales y cuáles no- continué sentándome finalmente al igual que ella. Nos veíamos de frente y las palabras surgían de sus labios a borbotones, cualidades que sin duda se presentan en una joven de su edad.
Siguiente tema, el protocolo mandaba preguntar cómo se encontraba y en el caso, cómo estuvo su viaje ya que acababa de llegar, a la pregunta la respuesta aunque esta no me importara en lo absoluto. Sonreía mientras la escuchaba, era encantadora al tratar de las cualidades de un barco como que eran muy ‘buenos’, la compañía naviera de Inglaterra estaría interesada en del denominativo tanto como si se les acabara de informar que en el mar habían olas –En absoluto, no sabía que los barcos españoles eran así de buenos, un día de estos me podría interesar ver uno de sus galeones- respondí sin mucho interés en el asunto pero con notable intención de esconder detrás de mi tono el verdadero tedio de comienzos de aquella conversación. Mi mirada se perdió en uno de los ventanales mientras pensaba que no era necesario alargar el encuentro, bien podría decírsele que se le esperaba a su hermano en cuanto llegare y que se le deseaba una feliz estancia en el país donde ambos éramos extranjeros. Una venia, un adiós y ambos abríamos terminado con el deber para que cada uno se dedicara a algo más productivo, en todo caso ella tenía menos tiempo que yo para vivir sus jóvenes jordanas, en mi caso la inmortalidad conservaban las noches cada vez más frescas que las de antaño.
Si no se tratara de una mujer de tan buen porte y de un rostro que los mismos dioses hubieran esculpido, ya me hubiera puesto de pie y estaría excusándome; sin embargo, si bien no era un privilegio poético el escucharla si lo era el verla. Se torno fascinante cuando se quedo callada, su perfil era digno del de una reina, aun recordaba a la ultima reina de España, no tenia parecido en absoluto con la criatura que estaba sentada a poca distancia de mi –Lo inesperado siempre golpea a las puertas de un monarca. Por favor hágale llegar mis saludos y dígale que estaré dispuesto a reunirme con él cuando se encuentre en una situación más estable- respondí cuando ella volvió a hablar para referirse al tema que realmente me concernía, la reunión con su hermano. Por otro lado, no había sido un infortunio el que ella se presentara en su lugar, ahora sabia que la reina de España no tenía nada que envidiar a las demás reinas que había conocido y que además no era esposa de alguien, como me esperaba. Quizá una posible conquista aunque no terminaba de convencerme, en el pasado me había dejado llevar por un rostro hermoso descubriendo que detrás de la máscara de porcelana hubiera sido mejor sufrir una segunda muerte. Volví a mirarla y aclare algo que me había dejado con la duda –En efecto estoy acostumbrado a tener estar reuniones en mi despacho pero erróneamente creí que tendría audiencia con una dama casada, por ello y por su honra, preví que este lugar sería el mejor- aclaré debido a que creí percibir un tono de reclamo en sus últimas palabras.
Fuimos interrumpidos fortuitamente por uno de los sirvientes que seguido de otro ofrecía algo de beber a la reina, ya que ella no respondió me encargue de hacerlo por ella –Vino rosa para la reina- ordene y le dejaron en la mesilla una copa con una sustancia con el color característico, era un vino que no se bebía en todas las cortes y si en el Palacio Royal lo teníamos era porque se debía a que un amigo noble de la familia tenía la cortesía de enviar vinos de las bodegas de Italia. A mí me sirvieron el característico vino tinto aunque también de cosecha muy buena, le di un sorbo sin previo brindis ni nada, no quería dar rienda suelta para comentarios inapropiados que pudieran soltar la lengua de la reina o producir una ofensa, sabía que los españoles tenían un temperamento diferente al nuestro. Su mirada, por otro lado, entraba en las indescriptibles que había recibido, parecía resistirse a sus propios pensamientos y adopto una posición defensiva a pesar de que no entendí el por qué, finalmente asumí a que se debían a una conducta nerviosa o fatigada.
Parecía que nos habíamos quedado sin tema de conversación cuando ella volvió a abrir la boca, deje la copa de vino sobre una mesilla adyacente y la mire fijamente con la expresión inescrutable –Seguramente a mi esposa le placera conocerla en la misma medida en que me ha placido a mi hacerlo Isabell. Pero a suerte de que sea una decepción para usted el no poder platicar con alguien a quien consideraría una amiga, me temo que mi esposa aun no existe y por lo que tengo en claro no existirá por lo menos en el mediano plazo- respondí sin dar más detalles, y cuantas habían querido el lugar de reina eran innumerables pero Inglaterra era celosa y si alguien habría de portar la corona como mi consorte primero tendría que conquistar el corazón de su rey, una empresa prácticamente imposible debido a que mi corazón había dejado de latir hace más de quinientos años y todo lo que quedaba de satisfacción lo encontraba en el placer carnal no de una, sino de muchas.
Siguiente tema, el protocolo mandaba preguntar cómo se encontraba y en el caso, cómo estuvo su viaje ya que acababa de llegar, a la pregunta la respuesta aunque esta no me importara en lo absoluto. Sonreía mientras la escuchaba, era encantadora al tratar de las cualidades de un barco como que eran muy ‘buenos’, la compañía naviera de Inglaterra estaría interesada en del denominativo tanto como si se les acabara de informar que en el mar habían olas –En absoluto, no sabía que los barcos españoles eran así de buenos, un día de estos me podría interesar ver uno de sus galeones- respondí sin mucho interés en el asunto pero con notable intención de esconder detrás de mi tono el verdadero tedio de comienzos de aquella conversación. Mi mirada se perdió en uno de los ventanales mientras pensaba que no era necesario alargar el encuentro, bien podría decírsele que se le esperaba a su hermano en cuanto llegare y que se le deseaba una feliz estancia en el país donde ambos éramos extranjeros. Una venia, un adiós y ambos abríamos terminado con el deber para que cada uno se dedicara a algo más productivo, en todo caso ella tenía menos tiempo que yo para vivir sus jóvenes jordanas, en mi caso la inmortalidad conservaban las noches cada vez más frescas que las de antaño.
Si no se tratara de una mujer de tan buen porte y de un rostro que los mismos dioses hubieran esculpido, ya me hubiera puesto de pie y estaría excusándome; sin embargo, si bien no era un privilegio poético el escucharla si lo era el verla. Se torno fascinante cuando se quedo callada, su perfil era digno del de una reina, aun recordaba a la ultima reina de España, no tenia parecido en absoluto con la criatura que estaba sentada a poca distancia de mi –Lo inesperado siempre golpea a las puertas de un monarca. Por favor hágale llegar mis saludos y dígale que estaré dispuesto a reunirme con él cuando se encuentre en una situación más estable- respondí cuando ella volvió a hablar para referirse al tema que realmente me concernía, la reunión con su hermano. Por otro lado, no había sido un infortunio el que ella se presentara en su lugar, ahora sabia que la reina de España no tenía nada que envidiar a las demás reinas que había conocido y que además no era esposa de alguien, como me esperaba. Quizá una posible conquista aunque no terminaba de convencerme, en el pasado me había dejado llevar por un rostro hermoso descubriendo que detrás de la máscara de porcelana hubiera sido mejor sufrir una segunda muerte. Volví a mirarla y aclare algo que me había dejado con la duda –En efecto estoy acostumbrado a tener estar reuniones en mi despacho pero erróneamente creí que tendría audiencia con una dama casada, por ello y por su honra, preví que este lugar sería el mejor- aclaré debido a que creí percibir un tono de reclamo en sus últimas palabras.
Fuimos interrumpidos fortuitamente por uno de los sirvientes que seguido de otro ofrecía algo de beber a la reina, ya que ella no respondió me encargue de hacerlo por ella –Vino rosa para la reina- ordene y le dejaron en la mesilla una copa con una sustancia con el color característico, era un vino que no se bebía en todas las cortes y si en el Palacio Royal lo teníamos era porque se debía a que un amigo noble de la familia tenía la cortesía de enviar vinos de las bodegas de Italia. A mí me sirvieron el característico vino tinto aunque también de cosecha muy buena, le di un sorbo sin previo brindis ni nada, no quería dar rienda suelta para comentarios inapropiados que pudieran soltar la lengua de la reina o producir una ofensa, sabía que los españoles tenían un temperamento diferente al nuestro. Su mirada, por otro lado, entraba en las indescriptibles que había recibido, parecía resistirse a sus propios pensamientos y adopto una posición defensiva a pesar de que no entendí el por qué, finalmente asumí a que se debían a una conducta nerviosa o fatigada.
Parecía que nos habíamos quedado sin tema de conversación cuando ella volvió a abrir la boca, deje la copa de vino sobre una mesilla adyacente y la mire fijamente con la expresión inescrutable –Seguramente a mi esposa le placera conocerla en la misma medida en que me ha placido a mi hacerlo Isabell. Pero a suerte de que sea una decepción para usted el no poder platicar con alguien a quien consideraría una amiga, me temo que mi esposa aun no existe y por lo que tengo en claro no existirá por lo menos en el mediano plazo- respondí sin dar más detalles, y cuantas habían querido el lugar de reina eran innumerables pero Inglaterra era celosa y si alguien habría de portar la corona como mi consorte primero tendría que conquistar el corazón de su rey, una empresa prácticamente imposible debido a que mi corazón había dejado de latir hace más de quinientos años y todo lo que quedaba de satisfacción lo encontraba en el placer carnal no de una, sino de muchas.
Invitado- Invitado
Re: Conociendonos.. [Privado]
Devi haberme echo la indispuesta, ¿Por qué mi hermano me hace esto? Yo solamente venia a vacacionar… no, definitivamente no volvería a aceptar reunión de ningún tipo que no fuera mi cama, de eso estaba segura, el parecía ausente y su tedio me lo compartía, era evidente que no compatibilizábamos aun así la idea de salir corriendo de ahí seria casi un insulto, aunque aun me preguntaba por que me sentía tan igual a aquel caballero de tal porte cuando apenas le conocía, sonreí pensando en una de sus respuestas, diferenciar los elogios, realmente jamás me había detenido a pensar si los elogios se podían diferenciar por que todos los veía como parte de un interés extra, no creo en los elogios por lo mismo… pienso que todos son iguales, todos… volviendo altema del barco susurra como si hubiera escapado de mis labios sin pensarlo – me temo que uno de sus comandantes lo piensa así… son palabras textuales… - sonreí queriendo hundirme por haber mencionado tal desfachatez aunque claro la expresión de mi rostro no dejaba cabida a ver mi error- y claro, puede verlos cuando guste, nosotros mismos hemos traído nuestro mejor barco aunque no le importe hacerlo, la invitación esta echa – por un momento la imagen de mi hermano reclamando el echo de no mencionarle al rey frente a mi las dadivas que teníamos en nuestro país para que el propio Rey de Inglaterra lo comprobara, se me paso por la mente, y dibujando una sonrisa observe hacia un lado.
Tome la copa de vino entre mis dedos y observando el liquido en su interior repetí –vino rosa… - jamás lo había bebido podía aceptarlo aunque no lo haría solo por mero orgullo, me fije en el liquido ¿a que sabría? Quería probarlo? Podría disimular si no me gustaba? Nunca había podido realmente disimular ante lo que no me gustaba simplemente lo dejaba a un lado y ya, y mas bien era de tragos fuertes ¿pero como hacérselo saber a un mundo de machismo? Donde las damas son consideradas nada en una sociedad que no quiere crecer? Solo sonreí y dando un trago al pequeño contenido en la copa trague, no me había gustado y de la misma forma que había bebido el líquido lo deposite entre mis dedos, su mirada fija al momento de responderme lo de la esposa me hizo sentir por un momento totalmente incomoda, la mirada de el era tan difícil de diferenciar, tan… complicado, parecía como si estuviese hablando con un anciano o una pared, era como si mil yo’s estuvieran mezclados en el, yo pensando que era una pared en cuanto a sentimientos y el parecía una montaña, eso sinceramente jamás me había sucedido, “que extraño” pensé inmediatamente luego de quedarme sin palabras respondí para que no fuera tan evidente mi incomodidad –bien… entonces se podría decir que brindamos por ello – bebe de su copa sin dar un golpe a la suya y al terminara sonreí Tampoco tenia la intención de casarme alguna vez, nadie había conseguido hacerme sentir de esa forma, nadie lo haría, al menos confiaba en mi decisión, si era posible mi hermano seria el que daría herederos a España y algún día se casaría, para permitirme a mi hacerle la vida imposible a su señora.
Al dejar mi vaso con el ultimo sorbo del liquido en su interior lo deposite en una de las mesillas situadas al medio entre el y yo y suspirando sentí que era momento de retirarme, quizás un paseo por los jardines estarían bien después de una reunión como esta, tenia mucho que pensar, sinceramente mas que escapar, o dejarlo en libertad, aquella cordialidad por parte de el se me hacia falsa, me levante de una manera para darle aviso de mi retirada y acercándome a el inclino mi rostro – Mi hermano le buscara en cuanto consiga un tiempo libre, le doy mi palabra que sera prontamente – entre que hablaba dibujo una sonrisa de medio lado, por fin me había fijado en sus ojos, la ventana del alma y al notarlo solo encontré un vacío y eso le confirmo el parecido que podríamos tener en cuanto a sentimientos… nada.
Nada en ellos – A sido un placer, mantener una reunión con usted, pero supongo que no quitare mas de su tiempo Dorian, deseo que pase buena noche - le dedica una mirada de medio lado antes de voltearse hacia la salida donde ya no volteo, siguió su paso directamente hacia la salida, pero al llegar al pie de la escalera no quise subir, sino observando a todos lados y viendo que mis damas de compañía ya no estaban por alguna razón, emprendí camino hacia lo que serian los pasillos de aquel palacio tan inmenso, aquello me recordaba sus noches en mi hogar, los españoles que si bien no eran tan cordiales como aquel joven al cual había conocido apenas unos minutos pero brindaban noches en vela que jamás olvidaría pero que no podría a la misma vez mantener muy arraigados por que no le interesaba, los pasillos me guiaron hacia una de las salidas a los jardines y al observar a todos lados, Salí cerrando la puerta tras de mi y manteniéndome en la oscuridad camine hacia lo que seria el sendero de los jardines de el palacio mas hermoso que hubiera visitado…
Tome la copa de vino entre mis dedos y observando el liquido en su interior repetí –vino rosa… - jamás lo había bebido podía aceptarlo aunque no lo haría solo por mero orgullo, me fije en el liquido ¿a que sabría? Quería probarlo? Podría disimular si no me gustaba? Nunca había podido realmente disimular ante lo que no me gustaba simplemente lo dejaba a un lado y ya, y mas bien era de tragos fuertes ¿pero como hacérselo saber a un mundo de machismo? Donde las damas son consideradas nada en una sociedad que no quiere crecer? Solo sonreí y dando un trago al pequeño contenido en la copa trague, no me había gustado y de la misma forma que había bebido el líquido lo deposite entre mis dedos, su mirada fija al momento de responderme lo de la esposa me hizo sentir por un momento totalmente incomoda, la mirada de el era tan difícil de diferenciar, tan… complicado, parecía como si estuviese hablando con un anciano o una pared, era como si mil yo’s estuvieran mezclados en el, yo pensando que era una pared en cuanto a sentimientos y el parecía una montaña, eso sinceramente jamás me había sucedido, “que extraño” pensé inmediatamente luego de quedarme sin palabras respondí para que no fuera tan evidente mi incomodidad –bien… entonces se podría decir que brindamos por ello – bebe de su copa sin dar un golpe a la suya y al terminara sonreí Tampoco tenia la intención de casarme alguna vez, nadie había conseguido hacerme sentir de esa forma, nadie lo haría, al menos confiaba en mi decisión, si era posible mi hermano seria el que daría herederos a España y algún día se casaría, para permitirme a mi hacerle la vida imposible a su señora.
Al dejar mi vaso con el ultimo sorbo del liquido en su interior lo deposite en una de las mesillas situadas al medio entre el y yo y suspirando sentí que era momento de retirarme, quizás un paseo por los jardines estarían bien después de una reunión como esta, tenia mucho que pensar, sinceramente mas que escapar, o dejarlo en libertad, aquella cordialidad por parte de el se me hacia falsa, me levante de una manera para darle aviso de mi retirada y acercándome a el inclino mi rostro – Mi hermano le buscara en cuanto consiga un tiempo libre, le doy mi palabra que sera prontamente – entre que hablaba dibujo una sonrisa de medio lado, por fin me había fijado en sus ojos, la ventana del alma y al notarlo solo encontré un vacío y eso le confirmo el parecido que podríamos tener en cuanto a sentimientos… nada.
Nada en ellos – A sido un placer, mantener una reunión con usted, pero supongo que no quitare mas de su tiempo Dorian, deseo que pase buena noche - le dedica una mirada de medio lado antes de voltearse hacia la salida donde ya no volteo, siguió su paso directamente hacia la salida, pero al llegar al pie de la escalera no quise subir, sino observando a todos lados y viendo que mis damas de compañía ya no estaban por alguna razón, emprendí camino hacia lo que serian los pasillos de aquel palacio tan inmenso, aquello me recordaba sus noches en mi hogar, los españoles que si bien no eran tan cordiales como aquel joven al cual había conocido apenas unos minutos pero brindaban noches en vela que jamás olvidaría pero que no podría a la misma vez mantener muy arraigados por que no le interesaba, los pasillos me guiaron hacia una de las salidas a los jardines y al observar a todos lados, Salí cerrando la puerta tras de mi y manteniéndome en la oscuridad camine hacia lo que seria el sendero de los jardines de el palacio mas hermoso que hubiera visitado…
Isabell II de Castilla- Realeza Española
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