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PARÍS, FRANCIA
AÑO 1842

Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.

Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.

¿Estás dispuesto a regresar más doscientos años atrás?



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Mensaje por Aetos Miér Sep 07, 2011 11:55 am

Haremos una parada aqui -Tomaba la mano de su acompañante aunque sabia que no era precisamente lo que ella habia deseado cuando acudió a él era algo que quería enseñarle. Hizo una señal para que el encargado apareciese ante él explicándole que necesitaba una habitación ante todo íntima para él y su acompañante aun cuando su acompañante era una mera prostituta no había que decir que los francos pesaban más que cualquier razón contigua por mucho que contrajese sus labios en señal de negativa- Tengo entendido que hay una que nos puede servir -Directo el brujo miró a los ojos del hombre que aun no entrado en años pero si con los suficientes como para reconocer las miradas tembló unos escasos segundos antes de entregarle una llave y señalar unas confusas instrucciones.

Despues de hacer un movimiento a su acompañante para que le siguiera se tomó la libertad de caminar ocn lentitud pasando antes por la estanteria de los libros de medicina, tras encontrar el que quería caminó por la dirección que había sido indicado llegando a forzar incluso la puerta pues la llave ya con excesivo polvo parecia deformada y traviesamente no tenia intencion de dejarles pasar como si fuera más rebelde ante la etiqueta- Pasa Eugenie - distraido habia abierto el libro buscando lo que habia deseado enseñarle. Ella no quería reconocer aquello que la corrompía por eso estaba más como médico que como un hombre necesitado de una mujer claro que, antes había tenido que presentar la bolsa de dinero para aquellos servicios- Ya sabes como me lo pagarás luego -explicó cuando sin decir nada más la atrajo hacia aquel sitio-

Te voy a pasar algunas imagenes - susurro sacando de su bolsillo un pequeño libro que parecia viejo, hajado y arrugado- me dirás que es lo que sientes cuando las ves - se sentó y esperó calmado a que la mujer cerrase la puerta tras de si y empezaran oficialmente aquella "reunion"-


Última edición por Aetos el Sáb Oct 08, 2011 7:42 pm, editado 1 vez
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Mensaje por Eugénie Florit Jue Sep 08, 2011 10:54 pm

Muy a regaña dientes, Geni aceptó volver a salir del burdel. No le gustaba para nada aquello pero había aceptado formar parte de aquel trabajo, no necesitaba los francos de cada cliente lo que necesitaba debido a su enfermedad era el placer que estos le brindaban porque en este juego de pasiones aquello era ganar-ganar y Geni lo sabía bien. La dueña del lugar le dejó en claro que uno de los mejores clientes pedía carne diferente, fresca y con cierto toque de misterio. La chica se había vuelto una de las mujeres más solicitadas debido a ese misterio de saber quien es detrás de esos hermosos antifaces. Suspiró entrando a la habitación que le habían asignado desde que había entrado a ese lugar. Tomo un antifaz color azul, era azul marino para ser precioso igual que la capa que llevaba aquella tarde. Salió del lugar, llevaba un precioso vestido azul de tela muy fina ajustado a su cuerpo, resaltando sus caderas, su estrecha figura, y su voluptuoso escote. Espero en la entrada del lugar bromeando con el encargado de la puerta hasta que un carruaje se poso frente a ella y un apuesto caballero la invitó a entrar, dentro de el se sentó sonriendo sin sacarse el antifaz, así eran las reglas del juego. - Soy Eugénie - Vaya error. Geni nunca decía su verdadero nombre cuando estaba trabajando era parte del juego y sin embargo lo había dicho. Mordió su labio inferior bastante nerviosa, aquello podía delatarla frente a sus padres en esas grandes fiestas de sociedad donde era la mujer perfecta, la chica modelo y nadie se metía con ella debido a sus modales, ahora rogaba para que el hombre simplemente olvidara ese detalle después de aquel día, después de esa noche.

El transcurso fue agradable, una platica bastante tranquila, amena, nunca antes un cliente no solo la trataba como un pedazo de carne más bien era tratada en esta ocasión con un ser humano normal, como una amiga de años. Suspiró preguntando a donde se dirigían y su sorpresa fue bastante grande cuando el carruaje aparco frente a ese inmenso lugar. Geni bajo con lentitud, como si se encontrara bajando al palacio real o esas cosas, su educación no le permitía ser de otra manera y quería que su acompañante se sintiera orgulloso de su elección. Camino sin perder tiempo detrás de él las miradas antes ambos eran presentes pero hicieron caso omiso adentrándose por completo al lugar. Siempre había deseado hacer este tipo de cosas en una biblioteca, negó cuando observó que era más importante para el enseñarle un libro que incluso estar besándola pero aquello sería divertido ya que era inesperado y sobre todo intercambiar un poco de ideas y esas cosas no estaba demás. Cerró la puerta detrás de ella y observó al hombre colocando una mano en su cadera - ¿Está dispuesto a pagar solo por enseñar imágenes? - En realidad el hombre había pagado demás por eso no solo unas horas estaría a su servicio también toda la noche e incluso hasta que el quisiera que se fuera.

Lentamente retiro la capa colocándola en el perchero y estirando su mano para tomar el abrigo de él, hizo lo mismo con la prenda y se sentó a su lado para poder mirarlo a los ojos, lo cierto era que tenía una mirada bastante penetrante e incluso llegaba a sentir una especie de escalofrío la joven por toparse con los ojos. Desvió su mirada al libro por unos momentos - ¿Clases de que tomaremos hoy? - La chica sonrió un poco y dejó caer su cabello hacía un lado para poder tener libertad de ver con mayor claridad debido al antifaz, la falta de luz y su acompañante. Se preguntaba que le habrían dicho de ella en el burdel antes de escogerla, porqué insistía en hacerle ver aquel libro, espero la primera hojeada soltando un suspiro suave.
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Mensaje por Aetos Mar Sep 27, 2011 9:50 am

-El dinero moveria a las montañas si estas lo pudieran usar para alguno de sus provechos, era evidente que los humanos hasta se vendían por dinero como era el caso pero en estos instantes la única pregunta que asaltaba su mente era cuanto tiempo aguantaria aquella mujer en compañia del brujo, que la madame le hubiera comentado algo de la vida de ella era por decirse algo maleducado que no debia de suceder, emergieron algunas frases que suicidamente nunca llegaron al exterior ni siquiera pudieron saborear el triunfo de sobresalir de las demás sino que quedaron pendientes en su garganta como cualquier frase que no fuera especialmente guiada para ser dicha- ¿acaso no os gusta la clase de un cliente? - su postura ya era altiva ¿porque no serlo? era una de las mujeres más deseadas por ese toque de locura misteriosa que llegaba a ofrecer a los clientes, a él, no le importaba su cuerpo o lo que pudiera producir sino aquella enfermedad llamada "ninfomania" algo que no estaba bien visto en la sociedad parisina aunque la mayor parte de mujeres lo poseían sin ser machismo el hecho de catalogar a las mujeres como quienes padecian esa enfermedad.

Los hombres claro que tenian un grado superior a caer en sus redes, bien se sabia que una mujer no tenía los mismos deseos sexuales que los insaciables del hombre pero no se consideraba una enfermedad sino la naturaleza lasciva del ser humano, pero la mujer cuando observa que sus hábitos sexuales son un poco más potentes se sorprende al principio y despues se deja llevar por ese deseo...ella seguramente no diría nada, no localizaria ese deseo como una enfermedad sino algo bien visto algo que despues de todo no estaba tan mal- Clase del sexo...¿creias que era meramente alguien que te enseñarias imagenes libres de pecado? los pecadores somos los más traicioneros ante la sociedad

-Cuantas veces habia saboreado el que una mujer que parecia timida se rendiese ante el brujo mucho antes de que siquiera le pudiera tocar aunque la madame les enseñaba a ser complacientes no todas precisamente gozaban de ese instinto, tambien el hecho de que alguien que parecia menudo para la sociedad quizás un vagabundo se vistiese de asesino de una noche tomando entre sus manos las vidas de las personas y después esconderse porque claramente no tenian nada que hacer con él, pues ¿quien sabia de si existencia? ¿quien le iba a señalar con el dedo? ¿quien recordaria sus rasgos vagos? esas eran las armas más afiladas de la sociedad de hoy en día- la primera -susurro colocandose detrás de ella acorralándola indirectamente cuando colocó una mano en la mesa a cada lado de ella pasando la pagina del libro contemplandose la primera postura indecente seguido del dialogo de como practicarla- ¿ve que interesante son los libros? -su siseo sensual navegó por la habitacion hasta practicamente dominarla, una mujer a la cual nunca se le veia el rostro sino que se insinuaba entre los mechones rebeldes que parecian haber tomado posesion de sus rasgos, los labios abiertos de la misma dejandose a merced de las manos profundas y abiertas de un hombre que parecian trasformarla, saber donde tocarla a cada cual toque más sucio que el anterior, mas sensual, erotico, subido de tono-
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Mensaje por Eugénie Florit Vie Oct 07, 2011 2:33 am

Antiguamente, muchas de las culturas veían el sexo como un tema completamente natural, era un acto que se vivía día con día como una necesidad para la supervivencia del hombre. Pero aquel acto carnal no simplemente se trataba como una fuente donde sino era llevada según las reglas de la iglesia era prohibidas, un pecado mortal, más bien era un ritual de reproducción, un acto de amor, era la manera en que el ser humano aprendía a disfrutar de sus deseos oscuros, de sus pasiones más grandes llegando al placer supremo. ¿Qué era entonces lo que estaba pasando con nuestros pensamientos que hoy en día, con progresos en la comodidad de nuestra vida, se cerraban y frenaban estos deseos? En realidad no entendía lo que pasaba a nuestro alrededor, incluso el ser humano más enamorado podría convertirse en una bestia si se dejaba llevar por esas pasiones sagradas. Para ella el voltear hacía un lado y poder observar el panorama de la vida la incitaba a desear sentir un par de manos recorrer su cuerpo, lo cierto es que incluso aunque sonara extraño, para ella incluso el escoger un hermoso vestido cargaba un poco de deseo en el cuerpo, en el alma, porque según sus pensamientos esta vida estaba regida por el deseo sexual, por el deseo oscuro que tu cuerpo gritaba para ser invadido, gobernado, deseado y entregado sin remordimientos.

El libro podría ser llamado por ella como una representación sagrada de lo que el ser humano debía llevar acabo. No pasajes donde las desgracias son lecciones de vida. ¿Para que pensar en desgracias si se puede gozar de las herramientas que te da la vida? Aquella cercanía la hizo soltar un suspiro. Hecho por unos momentos la cabeza hacía atrás al mismo tiempo que tomaba una bocana de aire. Lentamente abrió los ojos para observa la primera postura, en realidad era demasiado sencilla, el clásico donde el caballero esta sobre su mujer adentrándose al placer. La pelinegra, llevó una de sus manos hasta la punta de la hoja para cambiar la imagen. La sonrisa de la joven por debajo del antifaz se amplió al leer el nombre de la posición. - "La posición de la cortesana" - Susurró con la voz ronca girando su rostro para poder atrapar su mirada. La imagen no era algo del otro mundo, Una silueta femenina sentada con las piernas abiertas sobre un borde. El hombre estaba completamente parado encerrado entre las piernas femeninas entrando al cuerpo. La chica soltó una risa divertida - Los libros sagrados suelen mencionarnos, que curioso - Movió suavemente el cuerpo hacía atrás pegándolo contra el ajeno en un afán de poder sentir el calor de su cuerpo, el cuerpo de la joven volvió a reaccionar, esta vez sus pezones se enrudecieron suavemente pero prosiguió con sus lecciones, debía aguantar, debía hacerlo.

La mano de la cortesana se deslizó sobre el dorso del caballero, la yema de sus dedos acariciaron lentamente aquella zona. Lo cierto era que la situación era completamente diferente a las que había vivido pero sin duda alguna la estaba disfrutando. -¿Hay alguna postura en especial que llame su atención? - Lentamente retiró la mano de su acompañante que descansaba sobre el libro para colocarla en su regazo. Se inclinó un poco para seguir hojeando lo que tenían frente a ellos. Suspiró empezando a imaginar en su cabeza que cada una de las imágenes podrían ser representadas por ambos, claro siempre y cuando el caballero quisiera. Genie a esas alturas había empezado a sentir como su cuerpo le pedía a gritos empezar con aquel encuentro sin embargo estaba siendo demasiado paciente pues la seducción y sensualidad que su acompañante poseía era grata, tanto que podía hacer que sintiera que estuviera encandilada por él. Mordió su labio inferior con fuerza, debía aguantar más, solo un poco más antes de tomar los labios de su acompañante y no detenerse sin importar el lugar.
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Mensaje por Aetos Sáb Oct 08, 2011 5:00 pm

-Miró de reojo hacia la puerta, asegurándose por tercera vez de que la habia cerrado pues habia pagado una gran suma de dinero por que nadie entrase alli especialmente las personas que no queria, la sociedad se basaba en estándares de decencia que nadie cumplia a no ser que fueran las mujeres quien a menudo llegaban muy lejos para cumplir las sanciones de las ley como la castidad, el servir al marido, no seducirle ni disfrutar sirviendo solo para tener un hijo y darle una educación por lo que el sexo a ojos de la sociedad publicamente era mal visto en cambio cuando todos estaban en sus habitaciones mas de uno habia pensado en el sexo y se habia separado de piernas acostumbrandose a esa calor que habia entre las piernas, era como si delante de alguien se dijese "verde" cuando en verdad se pensaba en "azul" u "amarillo" un ejemplo absurdo de como la sociedad era absurda, por ejemplo, ahora lo estaba disfrutando, el aire tenso anterior de haber sido llevaba a este sitio en vez de al burdel parecia haber dado sus frutos ¿no tenia más sensualidad ahora? cuando ambos cuerpos estaban cercanos, viendo aquella postura sonrió sabiendo que la cumpliria mas tarde o más temprano pero era delicioso comprobar el calor que ahora mismo les estaba haciendo delirar, contemplar esos pezones endurecidos querer tocarlos y acariciarlos mientras sonreia-

Tengo muchas favoritas entre ellas está "el sometido" -susurro en el oido de la mujer colocando las manos por unos segundos en sus hombros bajando por sus brazos dejando una mano en la cintura de la mujer mientras la otra buscaba las posturas que casi siempre estaban unidas- y "la doma" -sonrio mostrandolas, la postura del sometido era algo simple pues se reservaba a un hombre tumbado y a una mujer que estaba encima, dominando el momento, seria la mas usada por las costesanas seguramente, mientras le iba enseñando las posturas respiraba en su oido tranquilamente mirando como reaccionaba, aun mas cuando dejaba la mano en su cintura, la de la doma, era el hombre sentado en el borde de la cama y la mujer encima envolviendole con las piernas bien delante o por detrás mientras se movia y se mecia- ¿Que libro preciado no menciona a mis diosas? las cortesanas siempre han sido la rueda que ha movido al mundo, los hombres nunca podrian vivir sin ellas...y las mujeres tampoco - Habia mucha bisexualidad por lo que, decir solo los hombres seria bastante ilógico cuando ahora hombres y mujeres iban de igual manera al burdel-

¿Te gusta alguna más? ¿que te parece la de "la sorpresa"? -una mujer de pie pero como si hubiera hechado su tronco hacia delante para recoger algo y el hombre le tomaba por las caderas, acariciandole esta vez su anatomia femenina por entera, lo mismo estaba haciendo el brujo, dejando una mano en la mesa como si estuviera mirando el libro, dejando que su otra mano subiese, acariciando con el indice la punta de aquellos endurecidos pezones, no lo hizo brusco, rápido ni obsceno como lo harían la mayor parte de los hombres, no estrujaba su pecho ni tampoco le quitaba la ropa con desesperacion propia de un animal, sino que lo delineaba, primero el izquierdo, rozandolo, frotandolo y despues paso al derecho mientras besaba castamente su cuello, se alejó segundos después sentándose en una silla al lado de la mesa con una sonrisa entretenida mientras que le miraba a los ojos-

¿Porque no me muestras una postura que quieras hacer? te complacere...-¿No era divertido? habia ido para examinarla pero examinarla a su modo, aprovechando de ese grado de sexo que necesitaba su acompañante igual que el que necesitaba el brujo siempre acostumbrado a la soledad, algunas ocasiones frecuentaba el burdel dia si y día tambien, otros, se pasaba semanas enteras sin ir incluso meses y algun que otro año basado en la simpleza del trabajo con los muertos mientras en cambio habia mujeres como ella que le estaban haciendo sentir un poco más sensual, salvaje pero caballeroso, les dejaba ser quienes ellas querian, en esa habitacion no habia finuras, ella podia hacer lo que quisiera desde golpearle hasta negarse, desde sentarseen la silla y separar las piernas o desde masturbarse para su propio deleite ¿no era eso su propio goce? tomo nuevamente el libro, sonriendo cuando dejo una fotografia que habia sacado de otro libro, una mujer abierta de piernas, su sexo, era escondido por la cabeza de un hombre que aun cuando no se veia, se intuia lo que estaba haciendo, luego saco otra, la misma mujer arrodillada en la misma mesa, abriendose los labios de su sexo ante la cámara, como si posara, despues otra y otra y otra mas de esa indole, contemplando con una sonrisa a la mujer- ¿te arrepientes de que te hubiese traido hasta aqui?
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Mensaje por Eugénie Florit Vie Oct 14, 2011 2:25 am

El tema sobre la sexualidad a esas alturas de la vida era un tanto "prohibido" para empezar no era bien visto en que reuniones de hombres de sociedad las personas estuvieran hablando sobre sus deseos más profundos en cuanto a la cama se tratase. Y si nos adentramos un poco de acuerdo a las preferencias sexuales eso era un poco más pesado de digerir. Para empezar esta vida, estos tiempos estaban gobernados por un rey que tenía la mayor parte de sus influencias en la "iglesia católica" esta a su vez enviaba mandatos sobre que era bueno o malo para ellos, claro todo esto para su conveniencia, para empezar era un pecado para ellos que las mujeres llevaran el mando de un hogar y que sobre todo en base a seducciones lograran su cometido. Ni hablar sobre las preferencias sexuales sobre el mismo sexo, era algo que seguramente estaba catalogado como un pecado tan grande que incluso la horca sería el siguiente paso a seguir del individuo que tocaba esos temas y los sacaba a la luz.

La cortesana en realidad veía todo aquella demasiado absurdo, repudiaba el hecho de que el propio ser humano se privara de todo aquello que amaba y deseaba hacer por eso en el burdel, en esas paredes que llevaban a ser su sala de encuentro se había dejado navegar incluso a las mentes más perversas, para ella era demasiado excitante ver como el ser humano dejaba a un lado las etiquetas para dejarse llevar por los deseos de su cuerpo, incluso ella misma en muchas ocasiones había probado el poder estar en la cama con otras mujeres, acto que había hecho que conociera placeres diferentes pero sin duda satisfactorios. Sin duda su acompañante le arrancó una sonrisa amplia cuando hablaba con naturalidad de eso. Un cliente con una miente abierta, era un cliente que te daba placer sin problema.

Sus cabellos negros se movieron en negación cuando este pidió que mostrara una postura que deseaba, en realidad no tenía antojo de dejarle ver su deseo en una imagen, más bien deseaba poder hacerlo y sentir su carne dentro de su ser. Cerró los ojos por escasos momentos cuando este comenzó a dar caricias cómplices, de un momento a otro sus labios se separaron dejando salir un sonido placentero muy quedo. Pero el pequeño placer que estaba recibiendo se había esfumado cuando este se levantó. Una mueca clara se formó en su rostro y lo observó con cierto aire de ofensa, pues aunque era un juego bastante interesante (las tentaciones que este le ponía) se sentía frustrada pues necesitaba más que simple caricias "inocentes".

Se puso de pie pasando ambas manos por la tela de su vestido para poder tenerlo correctamente colocado, podía ser una cortesana pero eso no indicaba que debía ser desalineada, que podría ser descarada o vulgar, es decir, para ella la sensualidad iban de la mano de la elegancia, un toque perfecto de la seducción, más aún si le sumábamos el misterio del rostro detrás del antifaz. Se paso por la habitación observando cada detalle que había dentro de ella. Era bonita, con una pequeña sala al lado derecho, algunos muebles con libros suficiente para no salir en una semana, ventanas enormes, y un escritorio elegante. Su sonrisa se tornó un poco cómplice al ver aquel mueble, claro que deseaba hacer una postura y el escritorio ayudaría a que saliera a la perfección sin embargo aun había camino que recorrer. Llegó al primero de los ventanales y deslizó la cortina privando un poco la luz que se infiltraba y la vista que muchos tendrían al pasar. A su paso tomó un fósforo y encendió varias velas que habían hasta llegar a la siguiente ventana donde repitió el moviendo para cerrarla. La luz de las velas sin duda daba una escenario misterioso, sensual jugando un poco con las tonalidades y la claridad del lugar.

Murmullos se podían escuchar a través de las paredes del lugar. Murmullos suaves que podrían parecer música. La chica de largos y oscuros cabellos llego hasta encontrarse con Aetos. Se inclinó para poder colocar a la altura ambos rostros. Ladeo un poco el suyo para lamer con cuidado los labios del brujo, solo fue un movimiento rápido, fugaz, mordisqueo su labio inferior con fuerza atrayendo este para pronto soltarlo. Estiró sus manos lentamente para poder tomar las del brujo y ponerlo de pie - No, arrepentida no estoy caballero, simplemente no entendía a que veníamos, supongo que un cambio de escenario puede enriquecer ese deseo que existe dentro de nosotros - Sonrió haciendo que este se girará y avanzará de espaldas lentamente - La única manera de complacerme es que no tenga medidas al actuar, que se deje llevar por el deseo del momento. - Sus piernas habían chocado contra el escritorio. Genie hizo que el caballero se sentada y se acomodo entre sus piernas. Sus manos se posaron en su cuello para darles caricias suaves, "inocentes" hasta que una de sus manos bajo por completo hasta posicionarse en su entrepierna. Apretó con suavidad encontrando la punta de su virilidad. Relamió lentamente sus labios y luego volvió a tomar sus manos , enrolló estás en su cuerpo girándolo para darle la espalda y presionar sus su cuerpo con aquella zona intimida del brujo, ella misma condujo las manos de este por su cuerpo hasta depositar sus manos en sus senos - ¿Qué desea caballero? Estoy también para complacer sus deseos más prohibidos - Echó su cabeza hacía atrás girando esta misma para poder besar lentamente su cuello.
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Mensaje por Aetos Mar Oct 18, 2011 5:56 am

-Una mujer de pies a cabeza, eso parecía pues a pesar de que quería dejarse llevar por el placer parecía rebatirse cuando, eso indicaba que la ninfomanía era perfecta pero no dominaba a la mujer lo cual la hacia precisamente, perfecta. No era una enfermedad desconocida pues en Alemania había una cortesana cuya ninfomanía y belleza era conocidos por todos tenía tantos clientes como ella pudiese soñar pero había una diferencia pues Aetos la comprobó cuando utilizo una minima parte de lo que había hecho con genie, la alemana se abalanzó hacia él como si no hubiera un día o un mañana apretándose contra él, deseándolo. En cambio ella parecía manejar la posibilidad de jugar un poco con ella, no se había lanzado sino que incluso había ejercido una mueca suave cual si le disgustase el hecho de haber probado las caricias anteriores. Al fin colocó las manos en la mesa de madera saboreando la sequedad de la misma lo que indicaba que no había sido lavada frecuentemente. Arqueó una ceja cuando ella se había levantado pero la admiró, aquel vestido que parecía querer subirse se engalanó a aquellas caderas con lentitud, paciencia, el silencio, la paciencia de la lascivia era la que mas frutos daba pues sabias que iba a llegar es más lo deseabas e incluso solo por eso lo saboreabas.

Esa lengua que ahora se controlaba estaría en el interior de su boca después de algunos momentos descubriendo el sabor de su saliva con una sonrisa en los labios. Se mordió los labios mientras cerraba suavemente el libro, la dejó tranquilamente que se paseara, mientras Aetos quizás brujo de aquella sensualidad seguía mirándole pero con calma, en ningún momento se hacia acercado o le había acorralado, el calor de su cuerpo parecía ser suficiente, en ningún momento se había notado el cambio corporal. Dejo que lo demás que había en la sala se desvaneciese dejando pie a solo admirar a aquella mujer, hermosa, con clase, se movia cada vez mejor hasta que se acercó a su presa en este caso el brujo tomándole por las manos- ¿Qué es lo que deseo? –repitió aquella pregunta casi con sorna cuando como si fuera un animal dócil se dejo guiar por aquella mujer, Apoyado en el escritorio ahora se dejaba acariciar ¿era de piedra? No, obviamente su hombría estaba reaccionando sin ser dura del todo pero si endureciéndose. Acaricio la cintura de aquella mujer esquivando por un momento el beso sonriendo travieso- Lo que quiero es verte a ti perder el control, escuchar tu voz entre aquestas paredes mientras pides por más igual que yo ¿Verdad?

-Con las manos puestas en las caderas de aquella mujer hizo que chocase un poco mas entre sus piernas, le obligo a estar de espaldas, postura que ella había decidido para que sintiera lentamente su virilidad, No había despertado del todo pero hm no quedaría mucho si seguía por ese modo, se controlaba igual que subia lentamente las manos por aquella falda, dejándola solo hasta los muslos, no la había subido del todo. Respiro suavemente en el oído ajeno cuando se levantó dejando finalemente aquel roce en aquellos muslos mientras sonreía. Cambiando las posiciones dejando a aquella mujer acorralada en el escritorio y entre sus brazos mirándole fijamente a los ojos- ¿No crees que s hora de que me enseñes que sabor tiene esa lengua traviesa?

-Sonrió a pesar de que el había esquivado antes sus labios, le gustaba dominar, ser dominante era un juego que sin duda le volvía loco incluso más que las artes amatorias, saberse dueño de cada uno de los movimientos le hacia sentir como un director de orquesta pues el guiaba el ritmo, los demás lo seguían y a lo mejor alguien que daba paso a otro movimiento le hacia sentir mejor. Tambien le gustaba ser domado obviamente pero ¿no había espacio para todo? Para ser dominante, para dominar. Finalmente tomó por los muslos a aquella mujer sin darle tiempo a responder para que envolviese las piernas alrededor de las caderas del brujo, obligando a chocar aquel frágil cuerpo contra el escritorio mientras su mirada seguía fija a la ajena. Despues fue el quien se acerco dejando su frente sobre la de genie con una sonrisa en los labios que aumentaban la belleza viril de los rasgos del brujo.

Los musculos estaban tensionados pero no por el esfuerzo como debería de pensarse sino por el control. El control de verse atado al placer y no poder dar rienda suelta a el por el momento, quería jugar, ponerla a cuatro, alcanzarla con caricias de lengua resuelta, quería separar sus piernas todo lo que podía y morder ese cuerpo poco a poco, tomarse el tiempo de perder la cabeza y volver a retomarla, tener tiempo de apretarle como un animal y después acariciarle como un caballero. Tener los gemidos en su mano, abrir esa boca y ver si podía saborear su virilidad al completo

¿pervertido? Solo era dueño de sus deseos y como muy buen mortal atado a ellos, dejaba que salieran poco a poco, sin vergüenzas y sin cadenas que los retuviesen. Sonrio mordiendo el labio inferior de aquella mujer subiendo por completo aquella falda hasta la cintura, de paso que podía sentir el calor de aquellos muslos de un modo mas resuelto, quería ver como actuaria si le rasgaba las ropas ¿Se enojaría?¿Se preocuparía mas de la ropa o del placer? Movio entonces rápidamente su boca contra la ajena hundiendo de modo territorial su lengua, saboreo por completo la boca de aquella mujer, la suavidad e incluso amargor que parecía poseer le dejaron con un ronco sonido en los labios, finalmente mordio su lengua mientras le estaba desafiando a que la moviese alrededor de su boca mientras tomaba sus caderas y finalmente la sentaba en otra de las mesas, que más simulaba un escritorio un poco mas bajo pero lo justo para que su virlidad chocase directamente contra la ropa interior de aquella mujer-
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Mensaje por Eugénie Florit Mar Oct 18, 2011 6:53 am

Pocos eran los clientes que buscaban no solo su satisfacción, pocos eran los que eran unos caballeros y hacían sentir a las mujeres deseadas en demasía. Aetos tenía ese don de hacerla sentir en ese momento como la única mujer existente en el mundo, incluso se sentía la más hermosa, la más deseada, todo se estaba juntando haciendo que la chica sintiera la necesidad de complacer cada pequeño movimiento que este intentara, hiciera u ordenara. Siempre se le había caracterizado por tener un carácter bastante fuerte, bastante dominante, haciendo lo que su santa voluntad quisiera, buscando siempre su placer sin importar los francos que le darían los clientes a fin de cuentas dinero no necesitaba, lo que necesitaba era satisfacer sus necesidades, aplacar por unos momentos ese deseo de sentir esa carne del hombre dentro de su cuerpo, esas caricias dejando una marca transparente de cada uno de los dueños de estas, deseaba esos besos arrebatadores, todo ella era un movimiento que invitaba incluso al más inocente a querer tomarla, a satisfacer eso que le hacía falta. Sin embargo a pesar de todo lo que pudiera ella necesitar, ordenar o implorar en esta ocasión estaba teniendo un control que nunca antes había podido conseguir con tal de complacer a su domador, porque Aetos eso era en ese momento, el triunfal domador que había tranquilizado a la bestia, una bestia que aunque sabía que a fin de cuentas alcanzaría ese placer que necesitaba, lo haría solo a su manera.

Eugenie comenzó a sentir un ligero mareo al seguir aguantando esa necesidad de poder comenzar con aquel acto, pero estaba portándose como toda una experta, desafiando incluso a su cliente, poniendo el riesgo que la dejara con las bragas completamente llenas de su propio liquido. Sin embargo el que juega con fuego debe llegar a quemarse para aprender la lección y si el brujo quería quemarse entonces sería divertido verse arder ambos al mismo tiempo. Cerró los ojos ante la mordida del caballero soltando el aire que había contenido segundos antes al sentir aquellas suaves pero firmes caricias y sobre todo por esa mordida tan sugerente que le había hecho segundos atrás. A penas había podido tomar un poco de aire cuando sus labios se unieron con fuerza.

El cuerpo de la chica comenzó a relajarse, ya que poco a poco el espectáculo personal empezaba a comenzar, gruñó con fuerza cuando sintió aquella mordida pero sin duda alguna eso hizo que despertará un deseo muchísimo más grande aun. Adentro su punzante lengua en la boca del caballero, recorriendo cada pequeño rincón de este, jugueteo con la punta de la suya de manera y luego la jaló hacía el interior de la suya succionando esta como si la punta de su miembro se tratará. Sonrió de manera traviesa, y poco a poco fue liberando la unión de los labios tomando un poco de respiración - Hagamos esto entonces a tu manera - Una de sus manos hizo pequeños círculos en su espalda. Sus labios rojos carmesí se había tornado ahora rosáceos dejando parte de su evidencia en los labios de su acompañante.

A la peligra le gustaba la sensación de tener a un hombre lo suficientemente fuerte que impidiera sus movimientos volviéndola loca de deseo, que la hiciera gritar por lo que estaba buscando, que la hiciera implorar por placer, si era una perfecta masoquista pero sabía el placer que eso conllevaba, que la cargará como si no pesará nada le indicaba que Aetos sin duda era un hombre fuerte, que podría tomarla de la manera que quisiera, que podría pasar el tiempo que fuera necesario encerrada con él en aquella biblioteca. Ella misma sintió su propio calor, sintió como su intimidad comenzaba a dejar salir una linea de humedad que incluso por la posición en la que estaba comenzaba a correr por entre sus gluteos. Sollozó entre sus brazos dejando en claro que el placer comenzaba a cegarla y movió su cadera para hacer el roce de ambas intimidades más pronunciado, sintiendo como el miembro erecto de este se volvía cada vez más duro.

Poco a poco soltó el agarré del cuerpo del brujo, sus manos recorrieron los botones de la camisa de este, confiaba ciegamente en que la estaría tomando y que no la dejaría caer. Mordiendo su labio inferior con fuerza sin dejar de verlo a los ojos y moviendo de manera circular sus caderas comenzó a desabotonar cada uno de manera lenta. Movió ligeramente su cuerpo hacía adelante empezando a crear un camino con la punta de la lengua sobre su pecho, con la piel completamente expuesta ante ella. Al fin abría logrado liberar cada uno de los botones. Alzo sus manos deslizándolas con las de él retirando la primera prenda de esa noche, la primera de todas las que dejarían a ambos, dejando que ambos cuerpos se entregaran sin problema alguno.

Los dedos de Genie comenzaron a hacer una especie de camino jugueteando como si se trataran de dos piernas que empezaban a descender desde su pecho hasta tocar el borde del pantalón de su acompañante - Ups - Susurró la chica bastante divertida, jugueteando con el botón del pantalón, estaba completamente ansiosa de poder ver aquel pedazo de carne que una de dos, lo tendría prontamente en su boca o en su intimidad. De pensarlo aquello se le hacía agua la boca pues deseaba probar de él, deseaba tener idea de que sabor tenía aquel trozo de carne que estaba pidiendo a gritos. El cierre comenzó a bajar con la habilidad de la experta, retumbando el sonido de este en el cuarto de la biblioteca que ahora sería nuestro burdel personal.

La mano de la castaña se coloco a lo largo de aquel miembro endurecido apretándolo, dando ligeros masajes suaves a aquella zona hasta encontrar la punta de esta, con el dedo pulgar e indice tomo la punta de este con ayuda de las prendas que aun tenía encima comenzó a dar apretones primero suaves a la punta y luego más fuertes más sugerentes. Observaba como aquella parte del brujo se movía rítmicamente y después buscó su mirada - Acércate - Susurró y jaló su rostro con su mano libre para comenzar a darle un beso bastante profundo. Primero mordisqueo sus labios, succionó estos mismos y se adentro a su boca ladeando el rostro, como si ambos rostros estuvieran dando una danzaba hecha simplemente para ellos dos. Las piernas de la cortesana liberaron el agarre de la cintura del chico. Y con ambas manos bajo el pantalón al mismo tiempo que la ropa interior que llevaba aquella noche liberando su miembro de aquel encierro que por su forma en la que había saltado de su escondite decía que lo había estado pidiendo a gritos. Dos de los dedos de Genie interpusieron los besos llenándolos de saliva la cual la llevo a la punta del miembro y comenzó a tasajear ahora de manera directa, con una mano donde los dedos estaban ensalivados estrujaba la punta y con la mano libre comenzó a pasar la yema de los dedos por sus testículos invitándolo a sentir esa erección más endurecida que antes. Buscando la erección completa de él.
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Mensaje por Aetos Lun Nov 21, 2011 12:21 pm

-Era gracioso como estaba disfrutando ahora mismo, el placer consistia en aquestos juegos que bien conocia el brujo, no todo era quedarse como un idiota esperando que la otra persona se separase de piernas para demostrar la supremacia que se gozaba, el sexo no era sino una lucha entre dos personas que sin importar el sexo entre estas se aceptaba unos papeles, los sumisos o los dominantes pero tambien en este caso estaban sujetos a cambios pues el que de domina puede ser sino alguien que desea que le dominen. Hay personas que le gusta dominar pero en realidad desea que sean domadas, eso era lo que trataba el sexo de dominar a una persona de domarla pues los verdaderos hombres no esperaban que los sumisos mostraran sus encantos sino se encargaban de valorar que diablos es la persona que se tenia en frente y como podían aplacar ese placer que ambos sentían. El placer de esa mujer estaba sin duda volviendo loco en el brujo que como ya habia mostrado le gustaba dominar. Su lengua tambien lo dejaba claro mientras recorria como dueño y señor aquella boca femenina...si, la punta de su lengua no se andaba con rodeos volviendo a mover la lengua como si de embestidas se tratase.

La intentaba asfixiar, la asfixia que provocaba el placer pues el brujo abrió todo lo posible su boca como si quisiera devorar la boca de la mujer, la abrió con voracidad e introdujo su lengua completamente en aquella boca, no le dejo paso para que se sintiera cómoda o que pudiera hacer los movimientos incluso no le dejo jugar con su lengua como habria hecho antes, su lengua embestia en la boca de la cortesana sin piedad, entrando y saliendo igual que como sus manos abarcaban con lascivia todo el cuerpo de esa mujer “vamos” se decia a sí mismo “enseñame de lo que eres capaz” eso solo pensar eso hacia que una sonrisa se formase en su rostro aumentando la sensualidad de sus rasgos, sus manos apretaron aquellos senos con lentitud, mientras seguia siendo partícipe del calor de los muslos de la mujer- Oh... eres hábil -Dijo con una sonrisa cuando se dejó desvestir, parecia una fiera que se habia rendido que habia dejado que la otra persona supusiera que no iba a hacer ningun movimiento.

No era de piedra, tampoco deseaba serlo pues el placer le obligaba a cerrar sus ojos por unos segundos lo cual a pesar de todo no indicaba que hubiera cedido su trono, un rey incluso dormido debia de abrazarse a una espada y eso era lo que él hacía, esquivó los besos en la boca de la mujer y la miró fieramente a los ojos con una sonrisa- ya lo sabes... -empezó a decir como si nada, el sonido de su cremallera el sonido de los pantalones y la anatomia perfectamente despierta de Aetos estaba saludando a aquella mujer, acaricio sus cabellos aun sin besarla, pero claro no podia esquivar todos los besos ni deseaba dejar de lamer aquella boca, esos labios hinchados y rosados le estaban excitando de sobremanera, mientras ella estaba masturbándole, él empezó a desvestirla con la caballerosidad que poseía, eso si... le dejo sus bragas porque despues de todo le servirían para lo que quería hacer-

Me gusta sorprender a los que me sorprenden -Dijo cuando tomó las muñecas de la mujer y chupo uno a uno sus dedos, sonrio permaneciendo rendido ante aquellos ojos, aunque todo lo contrario pues se arrodillo para tomar su camisa y atar con habilidad las manos de Eugenie- por eso creo que voy a hacer que sepas a que sabe el placer -le tomó por los cabellos para que con un empujon la cabeza de la mujer estuviera obedientemente mirando al techo, él, ávido lamio y succiono sus senos, con la mano libre los apretaba, los acariciaba, los amasaba como deseaba mientras se detenia en aquellos pezones mordisqueándolos lentamente. Eran deliciosos, lamio como si fuera ahora él, el perro. Cuando los habia dejado bien humedos cambio de nuevo de posicion dejandola sobre una de las alfombras que habia hecho poner allí asi no tendria demasiado frio-

Oh dios estas tan húmeda -Veía la humedad en sus bragas, veia esa humedad correr libre por sus muslos con cuidado y se acomodo cerca, acariciando su sexo con los dedos aun por encima de su ropa interior- voy a verte un poco mejor -tiró de golpe de sus bragas para que la tela fuera presionando justamente sobre su clitoris. Se sonrió, habia dejado el clitoris y la entrada de su vagina expuestos y escondidos al mismo tiempo por la tela, esta vez si se arrodilló pero separo bien las piernas de la mujer propinándole una sonora nalgada a sus gluteos como si fuera una muestra de lo que le esperaba, sonrio al colocar su cabeza con cuidado en el suelo dejando su boca debajo de su vagina, algunas gotas cayeron en su rostro pero no le molestaron sino que separo los labios vaginales con los dedos para verle mas – vaya -como si hubiera descubierto algo nuevo asintio y paseo los dedos por sus bragas haciendo de nuevo aquella presion con la tela hasta que las partió con fuerza dejando la tela alli- en mi presencia jamás llevarás bragas porque quiero chuparte completamente ¿Sabes que es lo mejor? Que yo llevaré el ritmo y no pararé hasta que te corras primero -su voz era ahora practicamente un reclamo sexual. Saco una vez más la lengua mirandola-

Bueno... esto es cosa de dos asi que porque no cabalgas sobre mi lengua aunque he de claramente enseñarte como -saco todo lo que pudo la lengua, con brusquedad coloco las manos en las caderas de la mujer para que bajase y subiera ritmicamente, su lengua chocaba contra la entrada de la mujer y su nariz contra su clitoris cuando el movimiento era mas rapido y desesperado, le hacia sentir aquellas embestidas, era como si cabalgase sobre él pero con la diferencia que lo que entraba en ella yo era su miembro sino su lengua. Una vez que habia asentado un ritmo rapido la obligaba a hacerlo mas bruscamente, que subiera y bajase con ritmno, que su lengua y su boca succionasen toda aquella humedad, despues sonrió nalgeandola con fuerza, para que ella siguiera con el ritmo porque las manos del brujo fueron delirando por el cuerpo de la mujer hasta situarse en sus senos, la mano derecha apretaba todo lo que podia solamente sus pezones tironeando de ellos y la izquierda entraba con dos dedos bruscamente en la boca de la mujer, para que de nuevo sintiera que todo su cuerpo estaba siendo acosado por él-
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Mensaje por Eugénie Florit Vie Dic 02, 2011 12:54 pm

La pasión y deseo por el cuerpo de alguien más en una cama compartiendo contigo puede ser muy mal visto en la sociedad, todo debe ser perfectamente escondido, no hay mujer que no deba portarse extremadamente recatada en las calles, y hombre que sea todo un caballero con ellas, sin embargo ¿Qué hay detrás de las paredes de un cuarto? ¿Aquello que se muestra en la calle es lo mismo que en aquellas cuatro paredes? Genie era el claro ejemplo de una chica que vivía con dos caretas. La que sus padres mandaban a que fuera y la que aquellos antifaces le permitían ser. En muchas ocasiones asó atrás había deseado escapar de casa, a tierras lejanas, donde nadie pudiera conocerla mucho menos identificarla y dejar rienda suelta a ese deseo, ese fuego que tenía dentro del pecho bien amaestrado pero que cuando no sabía como lo liberaba incluso ella misma. En muchas ocasiones en fiestas de sociedad podía perderse de la vista de todos escapando a un baño para poder darse placer sin necesidad de alguien. Sus dedos sabían el lugar correcto que debía tocar, los movimientos que debía hacer y no importaba nada más que saciar esa necesidad que tenía. Estaba enferma de deseo, estaba enferma de necesidades en el cuerpo. No podía negarlo había hecho la mejor decisión al aceptar la salida del burdel, al arriesgar su identidad (porque salir implicaba que podría perder el antifaz), al adentrar a esa biblioteca y al desear la carne del brujo dentro de ella.

Podía escucharse ligeros jadeos provenientes de los labios de la joven. En ocasiones cerraba los ojos con fuerza pues ligeros pellizcos de placer inundaban su cuerpo. Sus cabellos negros estaban pegados al piso al igual que su espalda, sus manos a la altura de su cabeza y su respiración totalmente agitada. - Sigue… - Susurraba de manera temblorosa, casi se podía llegar a pensar que era tartamuda pues el deseo la estaba cegando haciendo que perdiera completamente la razón y apenas pudiera identificar que estaba en ese lugar, con él. Abrió los ojos de golpe bajando la mirada al notar lo que hacía con su ropa interior y como pronto ya no la tenía, poco tiempo fue que observó esa escena cuando miraba hacía arriba buscando algo… Y lo encontró el borde del escritorio le ayudaría para que pudiera "sentarse" suavemente. Alzó ambas manos y las enredó en el filo del escritorio para levantar un poco su espalda y rostro. Sentía la lengua de aquel "animal" recorrer de manera imponente su interior, no sabia si estaba escurriendo sus propios líquidos o también los de él sin embargo era excitante. Y así como este había indicado la joven comenzó a mover sus caderas, llevó ambas plantas de los pies al piso para impulsarse un poco y caer con fuerza en su lengua. Se movía de arriba a abajo y sus gemidos eran cada vez más fuertes pues la lengua aunque gruesa y larga se amoldaba a la entrada de la chica, se acomodaba y llegaba a esos puntos que pocos encontraban y la volvían loca.

Sus caderas se quedaron totalmente quietas en el rostro del joven, lentamente las fue moviendo en círculos suaves sintiendo como su lengua abarcaba todo dentro de ella. Su cuerpo comenzó a sentir grandes espasmos haciendo que la chica mordiera con fuerza sus labios para no gritar en aquel santuario. Temblores fuertes, ella se movía desesperada, intentaba desamarrar sus manos pues aquel placer extremo estaba por llegar - Joven… - Susurró sin poder terminar la frase primeramente - desátame - Suplicó como pudo, soltando gemidos entre cada letra entre cada palabra. Su cuerpo se tensó, sus movimientos fueron salvajes y constantes y entonces soltó un grito fuerte dejando en claro que el primero orgasmo de la noche había llegado. Pudo sentir como sus líquidos escapaban a cantidades grandes sobre el rostro del brujo. Se dejo caer de nueva cuenta al suelo, bastante cansada, o más bien acelerada por aquello que había experimentado, el sexo oral siempre había sido su favorito pero darlo ella no que lo dieran y sin duda alguna el joven había hecho que esta fuera una experiencia deliciosa y única para ella. Su cuerpo temblaba con fuerza en el suelo, una fina capa de sudor se podía notar en sus curvas, en sus senos, en su rostro. Por fin había abierto los ojos clavando su mirada en la de aquel hombre. Sonrió agitada de medio lado.

El silencio reinaba ahora en aquel cuarto, la cortesana había normalizado su respiración. Si iban a jugar entonces ella lo disfrutaría. Bajo sus brazos hasta enredar el amarre en la nuca del caballero, con fuerza se sentó ayudada de aquel movimiento - Es mi turno… - Susurró sin soltar aquel jalé que ella misma había hecho para ponerse de rodillas, si quería verla así, frágil, sumisa y sin mucho movimiento entonces la estaba subestimando aunque lo cierto era que Genie disfrutaba de cierta violencia en sus actos sexuales. Soltó la cabeza del hombre para empujárlo hacía atrás, contra la alfombra que ahora estaba con una pequeño charco de la humedad de ella. Se inclinó ligeramente para besar los labios del caballero con ternura, dejando un aire de inocencia en aquel momento. Sus labios bajaron con cuidado hasta que llegaron a uno de sus pezones. Le dio una lamida ligera para luego tomarlo entre los dientes ejerciendo cierta presión, succionó con cuidado, las rodillas de Genie habían empujado las piernas de este dejando que su cuerpo se acomodara entre estas. Sus manos aun amarradas descansaban en el estomago del caballero aquello era incomodo pero sin duda era un reto que la llenaba de desesperación y placer. Sus pezones ya estaban tan duros que incluso soltaba quejidos pues le dolían sin embargo no dejaba de succionar el de él.

No se entretuvo mucho tiempo en aquel lugar, ella sabía bien a donde quería llegar que es lo que necesitaba. Tenía deseos de saber a que sabía. Entonces dejo de besar su cuerpo para quedar de rodillas frente a él, con las manos totalmente amarradas y adoloradas en el suelo frente a aquel miembro grande ya despierto en su totalidad. Ahora ella parecía una perra deseosa de un pedazo de carne para poder estar tranquila. La chica no dejaba de verlo a él e intercalaba miradas con aquella virilidad que estaba deseando ya sentir, pero todo lo que valía la pena tomaba tiempo. La pelinegro se empino suavemente, su pecho tocaba la alfombra y su gluteos estaban completamente al aire dejando una imagen de su cuerpo bastante tentadora. A ella el encantaba que llegaran por detrás montándola pero esta vez el control lo tenía en sus labios. Sacó la lengua para dar una lamida suave a la erección de su acompañante, una que incluso se podía ver bastante inocente. Sin dejar pasar el tiempo la punta de su lengua recorrió el largo de su miembro hasta llegar a sus testículos. Su sonrisa se amplio mostrando completa travesura, sus dientes se abrieron para pellizcar la piel de los testículos y así después succionar con fuerza aquella parte, movía sus labios captando pequeñas partes de su piel en aquella zona, al final abrió con fuerza la boca para tragar lo mayor que pudiera de sus testículos y succionar como su tuviera hambre de estos. Así estuvo unos minutos hasta soltarlos y darse cuenta que se habían hinchado bastante. - ¿Te gusta? ¿Quieres más? - Oh si, las suplicas de continuar era como música para sus oídos. Le encantaba sentirse necesitaba en el deseo de su compañero. Llevó sus labios para cubrir la punta de aquel pedazo de carne y succiono con suavidad como si de un popote jalando agua se tratara, su lengua se movía alrededor de aquella punta, necesitaba soltar sus manos, con desespero sin dejar de chupar de él intentaba aflojar el agarré, quería masturbarlo al tiempo que succionaba de su punta, quería estrujar sus testículos para provocarlo más, esa noche sería como pudiera con tal de dejarle el mejor sexo que hubiera probado.
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Mensaje por Aetos Jue Dic 29, 2011 9:07 am

-La exquisita humedad estaba siendo deliciosa, se sentía como un poderoso animal que estaba siendo dominado y al mismo tiempo intentaba domar a la chica, ladeaba el rostro con un poco de saliva que se habia confundido con los fluidos corporales, le dió varias nalgadas para que siguiera, no deseaba que se parase y si en algun momento ella se detenía no dudaba en agarrarle de las caderas para que aquel movimiento sensual siguiera, ni afrodita podría ser rival para esa mujer, su salvia era dulce y amarga e incluso adicta pues Aetos continuaba con el vaiven de su lengua endureciendola para que entrase y saliese, igual que algunos dedos inquietos que buscaban el calor de ese sexo. Sonrió complacido cuando el orgasmo habia llegado ahogando su boca en un mar de placer lo tragó todo complaciendose de ese sabor que muchos hombres habían negado, era delicioso... un fetiche que siempre complacía cuando estaba con una mujer era de saborear sus gluidos antes de hacer cualquier otra cosa con ella.

Pero, ella no era como las demás y jamás la tacharia como una cortesana cualquiera, ardía en deseos de tomarla por delante, por detrás, dos, tres toda la noche si era necesario mientras su cuerpo empezaba a sentir esa imperiosa necesidad de sentirse el macho dominante, ahora mismo los modales se habian enterrado en las bragas de Eugénie y en los pantalones de Aetos quien cambio los papeles observándola fijamente, paseando los dedos por los cabellos de Eugénie se permitió un ronco sonido de placer en sus labios, sus pezones estaban endurecidos fruto del placer. le dejó que como ella habia indicado hiciera lo que le diera la gana, no tardó mucho en desatarla aunque dejó la tela cerca porque tenia otra idea bastante macabra para esa tela quien sabe si a ella le gustaria.

Separó sus piernas en su posicion mientras se dedicaba a suspirar con aquellas lamidas en su erección, bien despierta estaba sintiendo el placer de esa boca- No me hagas esperar más, no soy como tus otros clientes ma belle -Aquella mano que parecia docil acariciando sus negros cabellos pareció cobrar vida apretandole los cabellos con algo de brusquedad, sabia donde agarrar para que el dolor fuera minimo pero los resultados igual de complacientes, no esperó mas sino que abrió la boca de la mujer a la fuerza para que su hombria al fin pudiera sentir ese calor humedo, fue dilatando la garganta ajena con movimientos lentos, no, no le iba a dejarla moverse con su libre albedrio, él era el dueño y señor, gimió por primera vez en un masculino sonido, su pecho subia y bajaba a un ritmo excitado pero lento, pues no queria que nada le enturbiase esa vista tan hermosa- utiliza los dedos para algo productivo -paró por un momento irguiendose para colocar las manos de Eugénie en su propio sexo- vamos, quiero ver como te tocas pues esto acaba de empezar -acarició sus cabellos de nuevo como si fuera un hombre que le estaba dando fuerzas o ánimos, a continuación siguio moviendo las caderas deleitándose en la profundiad con la que su miembro viajaba en la boca de aquella mujer, practicamente la estaba "follando" por la boca pero contemplaba sus gluteos y sus caderas para advertirle que le estaba viendo, deseaba que se masturbase, que sintiera el placer de la asfixia y al mismo tiempo el placer del tocamiento. No habia humillación sino placer, a menudo si a la mujer le gustaba jugar Aetos no se quedaba atrás por eso la gente siempre le elegía como uno de los buenos amantes.

Sentia tambien su orgasmo cerca, un signo de que aquello no le estaba siendo indiferente, acarició sus cabellos por unos segundos para afirmar bien el agarre y despues de unos minutos sacó su hombria de su boca- quiero venirme en ti -Era serio al decirlo, pero no iba a tomarla precisamente por su sexo, sino por atrás, de nuevo la puso en cuatro pero esta vez sobre la mesa separando los gluteos de la mujer- ¿cuantas veces te han tomado por atrás? - no era para vejarla sino para saber si tenia que utilizar mas o menos cuidado, no la dejó responder sino que él mismo fue dilatando el ano de la fémina con dos de sus dedos entrando y saliendo, se colocó de manera que sus dedos de la mano derecha estuvieran dilatandola mientras él se masturbaba rápidamente justo a la vista de la mujer, Sonrió cuando metió un tercer dedo dejando que a un ritmo mas lento pero no menos eficaz entrase y saliese del ano de la mujer- mh... estás deliciosa mi bella dama - no aguantaria más, su liquido presemen mojó la pierna de Eugénie, con un empujón la colocó en medio de la mesa, Aetos se subió tambien a ella- Como perros mademoiselle -gruñó en su oido dejando que su caliente respiración chocase en el oído de esa mujer que le estaba enloqueciendo en todos los sentidos- tanto usted como yo -sonrió mordiendo su hombro con fuerza, se colocó como habia dicho como un perro fornicando con su perra, sujetandola por las caderas y él apoyado cn los talones hasta situar su hombria justo en el ano que habia dilatado con anterioridad, respiró en el oido de Eugénie dejando que su glande chocase como un falso comienzo en éste hasta que entró poderosamente en el interior de la mujer.

Su hombria se jactó de tamaño cuando entró en una sola embestida, respiró en su oído sonriendo satisfecho al comprobar que a pesar de la dilatación su hombria tenia un tamaño mayor que quien hubiera entrado en ella aun cuando el no solia presumir de aquellas cosas, se sentia como si ella fuera una virgen y él estuviera enseñándole el camino del sexo, su respiración no se alejó del oído de la pelinegra, acosándola, saboreando sus sonidos, sus gemidos, su dolor y su placer, en esa posicion tomandola por las caderas sin dejar nunca que su torso descansara en la espalda de la mujer fué tomandola, una, otra, otra embestida, dejando que su cuerpo continuara con fuerza y rapidez, a cada vez más profundo hasta que gimió ronco, siendo él quien se corriese ahora, llenó de su esperma caliente aquel ano pero eso no detuvo su movimiento- pideme mas -sonrio mordiendo su cuello, besandolo a la par que tomaba su mentón con violencia moviendo su lengua en el interior de aquella boca, la obligo a esa posicion mientras el beso parecia dentelladas de placer pues las embestidas iban en aumento, rapidez, cada vez más certeras mientras los testiculos de Aetos chocaban contra el clitoris de Eugénie debido a los movimientos desesperados-
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Mensaje por Eugénie Florit Jue Ene 12, 2012 4:12 am

¿Cuantas veces las personas se recuestan en sus camas deseando ser tocadas de mil y un maneras? ¿Cuantas personas tienen sueños donde reflejan sus deseos más grandes? La sociedad en la que vivimos nos encierra en un mundo lleno de limitaciones, nos engaña, nos manipula para ser lo que los demás quieren que seamos, y no nosotros mismos. El deseo y la pasión siempre van de la mano, el complemento perfecto dicen es el amor. Pero ¿Que pasa cuando no hay amor de por medio? ¿Tenemos permitido hacer lo que de verdad deseamos en la cama? La sexualidad no debería apenarnos, la sexualidad es una oportunidad a explorar planos que no creímos nunca tener, es llegar a terrenos completamente placenteros que nadie entenderá solo aquellos cómplices de la noche. El ser humano no debería ocultar sus deseos y fantasías en la cabeza, ellos deben sacarlos a la luz, dejarse llevar con ese instinto pasional, animal o como quieran llamarle para vivir en plenitud, cuatro paredes pueden ser cómplices de miles de cosas, cuatro paredes pueden guardar nombres, suplicas, gemidos, gritos, incluso dolor y llanto. El único sexo bueno es aquel que te hace retorcerte, el que te hace volver a las provocaciones, es el que te hace mostrar tu verdadero yo. El sexo es con lo que nacimos, ni siquiera necesito estar acompañado de una prenda, simplemente se da, con el cuerpo y el alma desnudo.

Genie había fantaseado más de una vez con hacer retumbar su voz en una biblioteca, siempre deseo perturbar a aquellos que concentrados estaban con el desgarre de su voz suplicando que la penetración no cesara. La chica había intentando una vez hacerlo con un trabajador en su casa, pero todo había salido mal, pues sus padres no la dejaron sola aquella única tarde que ambos habían decidido a arriesgar sus cuellos, nunca imagino que un cliente podría llevarla por toda la ciudad y hacer cumplir uno de sus sueños. Aetos era un cliente que sin duda era pedido demasiado en el burdel, en ese momento su cuerpo gritaba más de un gracias por sentir sus manos tomarla de manera agresiva. La piel de la joven se grababa sus besos, sus caricias e incluso su saliva estaba dejando marcas en su piel indicando que era completamente suya. No podía negarlo, hace tiempo que no gritaba de esa manera, hace tiempo su vista no se había nublado del deseo, del placer que le era impartido, hace tiempo que ni siquiera un beso podía hacer que sus pezones se endurecieran de la manera en que ahorita estaba. Se encontraba no simplemente desnuda de cuerpo, también se había desnudado por dentro con él, ahora necesitaría sentir su cuerpo sobre el suyo aunque fuera una vez por semana. Quizás para gente normal aquello era mucho, pero para el deseo que su cuerpo exigía y el placer que necesitaba aquello no era nada comparado a lo que el podría darle si los encerraban en un cuarto por mucho tiempo. Lo imploraría todo el tiempo, incluso sería capaz de vender su alma al diablo por volver a sentirse una con el.

Sus pechos se lastimaban por las plumas, los clips, y los papeles que estaban encima del escritorio, incluso pudo sentir como algo se le había enterrado y ahora el calor de la sangre recorrer uno de sus senos se hacía presente. ¿Una verdad? Contadas veces eran las que había tenido ese tipo de penetraciones, los clientes que vienen a buscarla suelen querer algo convencional, la obligan a decir palabras de amor para que ellos cierren ciclos de vació que han sido impuestos, desamores, desprecios, y ella finge ser la mujer de sus sueños, por eso incluso fresas, champagne suele haber en el dormitorio, pero estaba vez era tan diferente, Aetos sabía lo que hacía, tan complicado era ese sentir, dolor y deseo al mismo tiempo, no podía ni querer que este parase.

Las piernas de la cortesana, chocaban con fuerza contra la madera, sus manos se bajaron con fuerza hasta su trasero, intentando abrir un poco más su cavidad y no sentir tanto dolor. Genie cerró los ojos, le costaba demasiado trabajo respirar sin embargo besaba con fuerza a aquel hombre. Su lengua quería volverse una con la de él, incluso la respiración llegaba a irse de repense de su cuerpo con tal de complacer con movimientos frenéticos dentro de la boca ajena, succionó su labio, incluso succiono su lengua. Por fin toco el suelo con la punta de sus pies, se impulsaba con fuerza para que la penetración fuerza más fuerte y profunda y ambos cuerpos chocaran. - Dime tu nombre - Suplicó la cortesana con necesidad. Deseaba poder gritar aquel nombre en aquel solitario lugar, deseaba aprenderse no solo su rostro, no solo su sabor, también aquel nombre. Genie, podía sentir el calor de aquel hombre en su interior, y entonces pudo sentir como su pierna escurría líquidos, su esperma, era tan caliente que incluso sentía que quemaba. ¿Probar de él? Si, necesitaba aquello, por eso una de sus manos soltó la separación de su trasero para bajar y tocar del liquido que le escurría, como si este le quemara lo llevo a sus labios y comenzó a lamer con desesperación, como si se tratase de un bebé chupando el pecho de su madre hambriento, Genie, succionó sus dedos de manera morbosa, incluso parecía que estuviera chupando el miembro de su ahora nuevo cliente, como si quisiera exprimir más de aquella esencia que ahora se estaba volviendo su sabor favorito.

Dejo de chupar, sus manos se fueron directamente al borde del escritorio, empujando ambos cuerpos. Genie giró su cuerpo tembloroso - No creas que has terminado, aun no - Indico mientras lo empujaba hasta llegar hasta la pared y acorralarlo, lo hizo ahora sentarse en un pequeño sillón, la joven, bajo su mano para masturbarlo mientras buscaba con desespero aquellos labios. Enredó sus dedos de la mano libre en la mano del caballero, hizo que su mano apretara sus pechos, también jalo con fuerza su rostro para que este se comiera el pecho libre - Bebe, haz que salga para ti - El tono de su voz era bastante sugerente, mientras le hacía succionar su pezón, la cortesana lamia su oreja, su cuello, mordía con un poco de fuerza, dejando marcas en su cuello, indicando que era suyo, que esa noche no tendría que pensar en nadie más que no fuera ella, y que la biblioteca podría cerrar pero ellos se quedarían dentro hasta que el cansancio los hiciera caer desmayados. Las manos de Genie fueron directamente al cuello del brujo, se sostuvo con bastante fuerza, la punta de sus pies se recargaron en el asiento del sillón. La intimidad de la cortesana se abrió en todo su esplendor dejando al joven ver con detalle todo de ella, incluso sus curvas resaltaban en aquella encorbada posición, bajó sus caderas, hizo que ambos sexos rozaran con insistencia, su flor empezó a escurrir líquidos de nuevo, como si estuviera a punto de reventar por segunda vez, el peso de su cuerpo cayó de nuevo y sola hizo que la punta del miembro del brujo se adentrada en ella, sus caderas se empezaron a mover en círculos y sus labios se abrieron soltando suaves gemidos…
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Mensaje por Aetos Sáb Feb 04, 2012 6:52 am

-Ese olor a sangre estaba despertando las posturas más sagradas que podían existir en la mente de Aetos, aquella mujer estaba gimiendo de placer no de dolor mientras amasaba aquellos senos sin compasión apretando sus pezones descubriendo como estaban tan duros que parecian clavarse en la mesa como clavos, daba golpecitos a aquellos senos que se movían con cada vaiven del cuerpo de aetos siempre tan brusco como el perfil de un amante sin cansancio propio de aquellas novelas donde la mujer estaba prometida a un viejo que no la satisfacia y ella se acariciaba pensando en el cuerpo de los hombres siendo descubierta por un empleado del hogar relativamente joven pero bien curtido en todos los aspectos. Se sonrió pensando aquella fantasia de que esa mujer era una de las trabajadoras cuyo marido era el gordo de la biblioteca que le habia rogado que le hiciera ver que tan placentero es el sexo sin necesidad de vomitar o de tener miedo de que llegue la noche, le haria desear que cada vez que le viera la calidez de entre sus piernas le llamase, que se empaparan esos muslos solo de decir su nombre que se tocase que le llamase que le rogase otro encuentro, lo deseaba mientras la lengua del brujo se hundia como un animal en la boca de la mujer, mientras mordia aquella lengua o tocaba ese paladar con la punta de su propia lengua.

Lo hacia, imaginando esos encuentros sexuales pues le estaba volviendo loco, moviendo su miembro viril cada vez mas duro por imposible que pareciese en aquella cavidad tan estrecha ahora profanada por el en un mérito de posesividad que no tenia limites, marcándole a fuego que esta noche ella seria la mujer amada por el incansable amante...sonrio cuando apreto ambos de los pechos de las mujer quitando algunos clips y algunas cosas mas dejando la mesa completamente vacia, amasando esa sangre que habia en aquellos pechos, apretandolos, tocandolos como si el fin se acercase mientras susurraba firme- Aetos - no tenia apellido como los nobles pero no importaba lo más minimo cuando el sexo estaba entre ellos, chocó su aliento contra aquella boca perlada de saliva disfrutando que al moverse de nuevo parecia aun mas estrecha por el semen que gorgojeaba en su ano cayendo practicamente travieso por aquellos muslos femeninos.

Claro que no habian acabado, eso lo sabian él, ella porque estarian dos dias encerrados alli si era necesario haciendole suya a placer y siendo suyo a los deseos que ella expusiera. Dios que mujer quiso decir por primera vez saliendose de los panoramas silenciosos de un caballero para poder agarrarle por la nuca sin importarle la posicion, volviendo a morder aquellos labios besandolos apasionadamente mientras se colocaba en el borde del sillon pero relativamente cómodo para que ambos pudieran gozar de aquello, obedeció como un mandado pero a su manera pues claro que haria que de ese pecho saliera lo que el quisiera no pudo sino hacer su "trabajo" como un autentico experto cogiendo ese pezon endurecido de Eugénie con los dientes para tironear de él con algo de salvajismo una vez que estaba bien tironeado paseo la lengua por la puntita de su pezon sin soltarlo con los dientes haciendole sentir tanto la presion de sus dientes como la caricia de la lengua, mientras que al mismo tiempo sus manos estrujaban sus senos, paró las mordidas y las dentelladas para dedicarse a succionar como un niño que sacaba la leche del seno de su madre, con ansia, chupando bien esos senos.

¿Como podía enloquecer tanto en tan poco tiempo? - Permiteme antes deleitarme -Coloco las manos de la mujer en el espaldar del sillon para que se sujetase, Aetos en esos momentos a pesar del placer que estaba sintiendo y de los deseos que queria por penetrarla por su vagina no pudo evitar sino tomarla de los muslos para colocar el sexo de la cortesana sobre su boca. En aquella posicion la cortesaba se apoyaba en el espaldar del sillon y aetos agarrandola con los muslos hundia la lengua en aquella húmeda región permitiendose una mordida intensa al clitoris tragandose bien todos esos fluidos, lamio una vez su vagina solo unos minutos como habia prometido, pero traviesamente la sentó nuevamente sobre su hombria penetrándola por completo de una sola estocada- Shh... -le indico que no se moviera aun, mirandole con una sonrisa lasciva en los labios acaricio justamente el clitoris bien hinchado de su amante- Correte de nuevo - Le dio aquella orden mientras le tomaba por las caderas colocando sus dedos de forma que ella por mucho que quisiera no pudiera moverse aun, él se deleitaba con aquellos senos tan duros y excitados que golpeaban su rostro lamiendolos de nuevo haciendo emanar mas sangre de aquella herida cuando la chupó subiendo su lengua al menton de esa mujer-

Te voy a hacer mia en todas las posturas que existen, en el suelo, en el sillon, cerca de la pared... claro que esto no acabado preciosa porque aun queda un largo rato para ti y para mi -Le dio el permiso de que se moviese, queria primero ver lo que era capaz de hacer en aquella posicion pero sabia bien que el cosquilleo de placer que habia sentido indicaba que ambos estaban a la par en cuanto a sensibilidad de sus organos sexuales, Con cierto deleite colocó uno de los dedos en el ano de Eugénie tocando el viscoso semen que aun estaba en su interior- Hmm.. -metio dos dedos con brusqueda en el interior de aquel ano para manchar sus dedos acercandolos despues a la boca de su cortesana favorita relamiendose con una sonrisa entre salvaje como excitada- ¿Quieres probar? -Aunque sabia que despues se la haria probar a base de bien queria excitarse con aquella vision-
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Mensaje por Eugénie Florit Dom Feb 19, 2012 9:45 pm

El cuerpo de aquella mujer se contraía aun por los espasmos que quedaban a causa del orgasmo. Había hecho pequeños ejercicios de respiración para poder estabilizarse. Estaba relajada, sintiendo un gran placer, sus piernas incluso temblaban por el movimiento ejercido sumando la fuerza, pero nada importaba, mientras él pagará y la dejará satisfecha podría estar ahí el tiempo que se le exigiera. En un abrir y cerrar de ojos ya se encontraba en aquel sillón, sostenida por las manos ajenas, sostenida por las suyas con bastante fuerza sobre la cabecera del sillón. Su lengua, sus labios, sus dientes, todo en él estaba logrando que nuevos gemidos se arrancaran de sus labios, Genie no sabía que estaba pasando en esa habitación, no entendía como alguien podía darle tanto placer. La joven estaba a punto de volver a correrse cuando aquel brujo se atrevió a separar sus labios de su cavidad. Le gruñó molesta por atreverse a eso.

Lo miró de manera inquisitiva, queriendo soltar sus manos y rasguñar su rostro en venganza por su osadía, sin embargo aquella embestida la hizo volver a retomar el deseo incesante que aquel caballero le daba. La cortesana deseaba moverse, deseaba montarse con deseo desenfrenado en aquel falo de su amante, pero le era imposible. - ¡Aetos, basta! - Pidió con la mirada clavada en aquel par de ojos. Quiso soltarse, aquella tortura se estaba yendo demasiado lejos. La joven jaló con un poco de su cuerpo hacía atrás, haciendo que parte de su espalda y cabeza chocaran con el respaldo del asiento. Se deslizó lentamente en el, no es que tuviera una postura muy cómoda, sin embargo necesitaba las manos, sus piernas hicieron lo suyo apresando las caderas del brujo. Jalándolo con fuerza a su antojo. Primero empezó a moverse con lentitud, disfrutando de esa presión que ejercían ambos sexos, el sonido de su sexo entrando del mío era tan fuerte que incluso retumbaba en eco dejando una sensación placentera en mi zona intimida. Tenía los ojos cerrados, necesitaba concentrarme lo suficiente para poder aguantar la siguiente corrida, no quería complacer su antojo de verme tan débil y tan suya en ese momento. No me lo permitiría.

Abrió los ojos al escuchar su voz. Mordió su labio inferior y se separaron de manera automática aceptando la invitación, esperó a que acercará ambos dedos. Su lengua salió como una serpiente dispuesta a morder a su presa. La punta llegó a los dedos del brujo, lamió varias veces la punta de lo dedos, con devoción, la lengua se extendió por el largo de los dedos no dejando que se desperdiciará ni una gota de la esencia mezclada de ambos. Pasó la lengua por en medio de ese par de dedos, de pronto, su rostro se estiró tomando aquellos dedos, succionando con suavidad. Sus movimientos eran con maestría, casi queriendo que en vez de sus dedos se tratará del miembro largo y grueso de su acompañante. Genie gemía sin poder contenerse cada que podía, pues sus gemidos se ahogaban en cada succión. Se había terminado cada pequeño detalle de la esencia de los dedos del caballero. Su intimidad en esos momentos comenzaba a emanar más, pues sin poder avisarlo un gemido fuerte retumbó las paredes de aquel cuarto de biblioteca, el segundo orgasmo se había apoderado de la joven, de tal manera que temblaba con fuerza sobre el pene del joven. Temblaba débil, con las energías fuera de su cuerpo, dejando caer todo su peso en la espalda que estaba encerrada en el asiento del lugar. El gemido había sido tan fuerte que seguramente había traspasado las paredes, quizás algunos visitantes habían escuchado aquello, y si era así, seguramente los amantes lo disfrutarían más, por tremendo espectáculo.

Genie soltó las caderas del brujo corriendo sus piernas al suelo. Estiró ambas manos para tomar las ajenas, se puso de pie de manera temblorosa, ni siquiera preguntó si este se había corrido, si necesitaba seguir dentro, le importaba poco, así como este la había torturado, era el turno de ella. Su turno. Eugénie empujo con fuerza al brujo, pero no lo sentó al frente del escritorio, ahora era al de un lado, cerca de los cristales de la puerta al pasillo principal. Los pasos de alguien corriendo se acercaban al lugar. Quizás ya era tiempo de NO ser tan descarados, quizás los quisieran quitar o pedir silencio que controlaran sus impulsos. Y como se lo estaba imaginando había pasado. La joven observó por el rabillo de cristal varios pares de ojos. Sin apartar la mirada de los intrusos se fue agachando, sosteniéndose de los muslos del caballero - Mi turno… - Dijo de manera insinuante. Esta vez no hizo movimientos con su boca, simplemente fueron sus dedos los que hicieron la masturbación del caballero, tomo con fuerza el miembro, con maestría empezó el movimiento exigente. Se giró para verlo a los ojos. - ¿Me darás de tu esencia? - Se acercó succionando con exigencia, demandando lo que desde que sus miradas se cruzaron era suyo.
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Mensaje por Aetos Sáb Abr 07, 2012 6:24 am

-"Basta", en su vocabulario no existía aquella palabra era como si aquella habitación pudiese eclipsar por completo lo que estaban haciendo ambos, los músculos permanecían rígidos pues en cada movimiento la fuerza no cesaba, aunque hubieran tenido un orgasmo dudaba mucho que eso menguase sus fuerzas más bien las incrementaba, la habitación empezaba a hacerse pequeña porque habían estado en todos los lugares tal como el suelo, las mesas, los sillones, las paredes ¿que quedaba más que probar? sin duda se estaba saboreando él mismo disfrutando de la osadia que tenia esa cortesana, otras habrian gemido como quien no quiere la cosa aguantandose los deseos y dejandose llevar mientras ella era capaz de decir un "basta" simplemente eso, saber lo que una mujer quería era suficiente para que ambos disfrutasen, ella queria unas cosas, el otras, y en ese intercambio podían darse ambos lo que deseaban, se acomodó en el sillón, acariciandole los gluteos con aquella mano traviesa que poseía todo hombre, sus dedos apretaban sus muslos, despues sus caderas, subian por su cintura mirando el hambre con el que devoraba su semilla.

Era una vista deliciosa para que tenía que reprimir el deseo que ahora mismo estaba sintiendo, ninguna mujer le habia puesto tan caliente como lo estaba haciendo ahora ella, movia sus dedos, de dentro hacia afuera jugueteando tambien con los movimientos que ella presentaba, ese hambre que ella tenia despertói una sonrisa en los labios, la textura de su lengua o de su interior bucal le obligó a reprimir algunas palabras solo centrándose en lo que estaba sucediendo, el olor a saliva, a sexo intenso, el simple hecho de sentir el frio y el calor al mismo instante, el calor de aquella boca y el frío del exterior, que se pudriese el mundo a su alrededor pues mientras esa mujer estuviera a su lado se encontraría en el mismo paraíso, ignoró después como seguia chupándole porque se centró en los movimientos pélvicos, cada vez más duros, bruscos, con desesperación por aquel climax, sofocó un gemido de sus labios camuflándolo en forma de suspiro, solo quería tenerle presenta a ella concediéndole toda la importancia propia que un amante debía de poseer, ella podía hacer lo que deseara con él ahora que él había conseguido lo que quería.

No le permitió moverse tan fácil, le tomó por la cintura acariciando su sexo, apretando su clitoris hundiendo sus dedos y mojándolos en la semilla de su amante, ella se movió golpeándole bruscamente contra uno de los cristales, comprendia el motivo de su preocupación algun que otro oído indiscreto, elevó la mirada sin importarle mucho una cosa era oír pero si alguien quería tocar lo que era suyo bastaba con una advertencia que siempre surtía más efecto con las palabras clave, manchó la pared con su humedad dejando una mirada hacia aquella mujer con una sonrisa de costado, como habia pensado antes el mundo habia desaparecido, aunque solo fuese un reflejo humano del placer era lo que le volvía loco, el poder abandonar el mundo para sumergirse en los placeres terrenales, el cuerpo de Aetos era una clara muestra de su satisfacción, su cuerpo atlético estaba manchado en sudor pues no era un inmortal, un hombre que no sudaba practicando sexo no era un auténtico hombre, igual que el cuerpo de la mujer, que estaba bañado en sudor, demostraba que ambos eran unos auténticos amantes del sexo.

La erección de Aetos aun era visible, cuando ella inició el primer movimiento él sonrió casi pacíficamente sabiendo que era lo que deseaba, no abrió la boca, se centró en todo lo demás porque no merecía la pena decir nada más por obsceno o necesario que fuese prefería dejarse llevar, el aroma de la habitacion tenia mezcla a sudor y a esencia de humanidad, colocó una de las manos sobre la cabellera ajena como si estuviera pensando en que próximo movimiento hacer, no era un hombre de quedarse quieto solo recibiendo el placer- Tomala cuanto desees - Era señal de que no iba a cohibirle de nada, le apretó los cabellos con algo de firmeza, aun tenia los dedos pegajosos, por aquella sucesión de primero su semen, despues la saliva ajena, después una vez más la humedad de la mujer, no le importó de todos modos tomarle de los cabellos sintiendo esa mezcla pegar algunos mechones en su mano, le miró fijamente dejando que sintiera el placer, le quedaba poco para su orgasmo, su hombria completamente hinchada lo parecía alertar.

Adelantó un pie, el izquierdo, dejando que sus dedos acariciasen el sexo mojado de la mujer, sonrió, podía sentir el poco vello púbico que ella poseía rozar la sensible dermis de su pie, mientras el se tomaba la confianza de frotarle obscenamente con el pie, mientras su rodilla frotaba el pezón izquierdo de Eugénie con hábilidad- ¿A donde querrás ir después? -comentó con una sonrisa pícara, la primera que aparecia en su rostro despues de pasado un tiempo, mecia sus caderas, iba a explotar, su semilla iba a salir de forma violenta, lo tenia asumido, pero no quiso decirselo o difundirlo, su liquido presemen fue el anunciante, ella parecia tragarlo con satisfacción mientras Aetos cerraba los ojos, su nuez subía y bajaba casi con la exigencia del dueño, tragando, aunque con un brillo en la comisura de sus labios que reflejaba que hasta ese acto le costaba, parecían ser los detonantes de que no aguantaría mucho tiempo.

Y así fue, pero con una ligera diferencia, él apartó su hombria justo en el momento que su semen golpeaba espeso su glande, mojando con un potente chorro la barbilla y los senos de Eugénie, se veia hermosa de ese modo pero era porque los gustos del brujo podían considerarse a veces demasiado extravagantes, se masturbó, soltando los chorros de semen despues directamente en la boca de la mujer, concediendo a medias su deseo, no se movio aun, sino que le tomó una vez más por la cabeza para moverla, metiendo y sacando su hombria de la boca de la mujer pero con un poco más de cuidado que la ultima vez, finalmente con su miembro completamente limpio se detuvo mirandole fijamente a los ojos- a donde -repitió incluso con un toque de impaciencia, como habia pensado, ese sitio se le habia quedado pequeño a los dos-
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Mensaje por Eugénie Florit Mar Mayo 01, 2012 6:23 pm

Se estaba comportando como nunca antes lo había hecho. Su deseo frenético por el placer nunca había sido expuesto de tal manera, lo que resaltaba de ese encuentro es que no solo el que pagaba tenía el control de la situación, dejaba hacer a la cortesana a su antojo, la dejaba disfrutar de la misma manera en que lo estaba haciendo. Sonrió de manera amplia, con suficiencia al notar que estaba haciendo bien el trabajo con su boca. Poco era el tiempo en que la mujer llevaba ejerciendo ese trabajo, gracias a ese antifaz muchos clientes se acercaban a ella, por eso en poco tiempo se había vuelto una maestra en la cama. Nadie se había quejado de los encuentros que les había dado con el paso del tiempo. Incluso había muchas buenas pagas no solo a ella, también a burdel por tenerla aun, quizás por eso no la dejaban irse, por eso el dueño le prestaba demasiadas atenciones y la consentía como si fuera una reina, quizás no tenía un titulo pero lo era. No le importaba a esas alturas ya nada, incluso no le importaba que fueran descubiertos por dueños de la biblioteca, incluso por personas de la nobleza, seguramente les daría envidia estar en esa situación.

Eugénie abrió los labios completamente para recibir todo aquel liquido que emanaba del cuerpo del caballero, quizás era una escena bastante grotesca pero a ella no le importaba. ¿Quién no es grotesco? ¿Quién no tiene pensamientos pervertidos? Todos tenemos deseos oscuros y enfermizos que solo en los burdeles y con cortesanas pueden hacer. Quien este libre de pecado que lance la primera piedra, muchas personas dicen eso, y aplica también en este tipo de situaciones. Pudo sentir el olor del semen impregnarse en sus cabellos. No importaba sabría como ocultar aquello sin problema alguno. Sonrío con complicidad al caballero mientras se ponía de pie relamiendo sus labios. - Shttt - Susurró volviendo a sus labios, tomándolos con reclamo, dejando en claro que solo eran suyos y que nadie le robaría ni su atención ni sus pensamientos. Adentro la lengua en la boca ajena, hizo que probara de la esencia propia sin preguntar nada más. La chica amplió la sonrisa cuando dejó aquellos labios pero su mirada no se apartó de la ajena, aquello era tan intimido como tener su pene dentro de sus labios.

Se alejó de él buscando las pocas prendas que ahora quedaban, Aetos no le había dado tregua alguna en cuanto a sus ropajes. No le importo. De hecho ponía notar un abrigo de caballero en uno de los percheros, dejó las prendas en el suelo, si querían evidencia de lo sucedido entonces lo tendrían. Se colocó el abrigo con cuidado y le arrojo los pantalones y la camisa al brujo para que se los colocaran. - ¿A donde ir? - Se quedó pensativa - Llévame a un restaurante, pídelo solo para nosotros, el que prefieras, el más caro o incluso la pocilga más asquerosa, comamos algo, lo que sea, y después de eso cógeme en la mesa, piensa que soy el mejor de los postres - Sonrió de manera mordaz quedando frente a él. Mientras observaba como acomodaba el pantalón, la cortesana estiró los brazos para tomar los bordes de la tela, ahí abrochó el botón y subió la cremallera con mucho cuidado.

La cortesana no tenía ninguna prenda debajo de aquel abrigo, aquello no le importaba del todo. Se dirigí a la puerta dejando que el caballero terminara de ponerse las prendas, su antifaz se encontraba bastante sudoroso pero sabía que la acompañaría por el resto del día. La chica sonrió al salir del lugar, mientras caminaba empezó a enredar su cabello con cuidado hasta recogerlo por completo. Su blanco cuello (con algunas marcas del acto que acababa de tener) fue expuesto. Muchas miradas se posaron hasta ella, delineando su figura, algunos caballeros le sonreían con cierta complicidad, la chica solo se relamía los labios de manera sugerente. Se quedó parada en medio de la biblioteca. Esperando a que Aetos saliera de la pequeña oficina que ahora apestaba a buen sexo.

Cuando se acercó a ella, la mujer solo estiró su mano para enredar sus dedos con los de él, seguramente aquel par de amantes sería envidiado por todo aquel que hubiera escuchado los gemidos de ambos. El carruaje como estaba contemplado seguía estacionado frente a la gen biblioteca. La joven se adentró con la ayuda del brujo al medio de transporte, al subir se le pudieron notar sus piernas perfectamente trabajadas, no importaba, Aetos podía ver y tocar todo lo que quisiera, a fin de cuentas pagaría, y ambos disfrutaban. Se acomodó en el asiento, y esperó a que el hiciera lo mismo a su lado, cuando lo tuvo a su lado atrajo su rostro para volver a besarlo, el deseo no cesaba en el cuerpo de la chica, sentía que a cada segundo que pasaba con él lo deseaba más y más. No sabía en realidad a donde la llevaría pero mientras estuvieran juntos podían hacer lo que quisieran.

Genie movió su mano para bajar la bragueta del brujo. Adentró su mano y comenzó a acariciar el aun hincado miembro de su cliente, sin duda alguna era uno de sus mejores clientes, no podía negarlo. Decidió que lo que el trayecto durara le masturbaría lo que fuera, no quería dejar que se "enfriará". Dejó que el miembro saliera de entre aquellas telas. Lo miro ligeramente flácido, pero no había problema alguno. Inclinó un poco su rostro, y dejó salir unas gotas de su saliva cálida para poder lubricar la punta de aquel pene y poder masturbarlo con mayor comodidad. Lo hizo como siempre, con maestría, y mientras miraba por la ventana su mano no dejaba de moverse con fuerza, presionando aquella punta cada que bajaba y subía - ¿A donde me llevará? - Preguntó de manera burlona.
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Mensaje por Aetos Jue Mayo 24, 2012 10:20 am

-Una imagen era suficiente para comprender cual era la satisfacción de Aetos. Para muchos aquella imagen sería una aberración inclusive una asquerosidad el contemplar el cuerpo de aquella mujer marcado como suyo por su semilla algo que muchos hombres habrían hecho a lo largo de su vida con alguna mujer ( o algún hombre ) cuando se veía del exterior era una imagen bizarra que no tenía sentido incluso asquerosa para muchas mujeres pero para Aetos era excitante, le gustaba el sexo ¿a quien no? solo a los puritanos que clamaban que había cosas mejores que el sexo hasta que ellos mismos caían en las redes del deseo; No ocultó su satisfacción la cual no había aparecido precisamente en una sonrisa en los labios sino un brillo extraño en los ojos, esa imagen era preciosa porque cuando más sudoroso estuviera. cuando más manchado o cansados sus músculos estuvieran más placer sentía.

El sexo no era un simple mete y saca para cubrir las necesidades básicas, era egoista porque el sexo se convertía para algunos en una adicción preocupándose nada más que por el placer ajeno, a pocos les importaba si la otra persona estaba recibiendo el mismo placer porque llegaba un momento que solo querías satisfacerte a ti mismo, sentir esas corrientes de placer que parecían moldear hasta el latido de tu corazón incluso una adrenalina mejor que la droga...no había necesidad de tomar droga teniendo tan cerca el cuerpo de una mujer a su completa disposición. "Shht" escuchó con cierto agrado mientras ella se acercaba a él, era desvergonzada hasta un punto que se parecía al propio brujo, muchos hombres la habrían apartado ¿probar su propia semilla, su orgasmo? la virilidad de tantos ilusos habrían tomado eso como un insulto pero alguien como Aetos que descubría tanto los parajes femeninos como los masculinos no era sino una nueva forma de avivar la llama que nunca moría sino que se avivaba mucho más.

Tomó la nuca de la mujer acercándole a su boca para aumentar la profundidad del beso, acentuando los movimientos de su lengua que de manera posesiva tomaban propiedad de aquella boca, no la dejó moverse antes de tiempo incluso le obligó a sentir como apretaba sus cabellos, aquel apretón tanto inocente como acaparador, avaro en sus movimientos mordió la lengua de la cortesana abriendole a la fuerza la boca logrando de ese modo que el beso adquiriese límites insospechados, con ambas bocas abiertas escuchando en el silencio las succiones o los movimientos de ambos, finalmente le dejó partir fijando sus ojos sobre el cuerpo ajeno con una considerable sonrisa en los labios que a los segundos se disipaba, nadie era testigo solamente el disimulo del propio silencio parecía hacerse eco de la satisfacción palpable del hombre.

Cuando salieron no se encontró nada nuevo, las miradas sobre él no hacían sino aumentaren considerables dosis su orgullo, su mirada era clara, esa mujer le pertenecía durante ese día, tarde, noche incluso no dudaba que siguiera pidiendo sus servicios porque ninguna otra cortesana había sido capaz de hacer lo que ella había hecho. Aetos tenía sus fetiches siempre pervertidos con innumerables juguetes, posiciones, distintas cosas hacían del hombre uno de los mejores amantes de París; Observó el trasero de aquella mujer moverse junto a un vaiven que dejaba poco a la imaginación de paso sabía que la gente no era tonta y que tanto él como ella olían a sexo. Cuando entraron al carruaje él se abstuvo de hablar, el ambiente sigiloso entre ambos se derrumbaba con precisión chocando una vez más por el sonido que la cortesana hacía, su bragueta, de nuevo su hombria endurecida recibiendo las atenciones le obligó a cerrar los ojos- No me gusta que me dominen por eso me pregunto ¿como lo haces para tenerme a tu merced?

-Le tomó por las muñecas sin ejercer presión volviendo a mirarle fijamente a los ojos- Voy a llevarte de compras, te compraré las cosas que tu desees, iremos a un sitio...después te voy a coger durante toda la noche -la acorraló al instante apretando ambas de sus muñecas ni siquiera atendió su erección que aún estaba presente...bueno, hizo algo mejor mientras el cochero se movía; La mano derecha de Aetos se separó de la muñeca que había agarrado tomándola con la otra mano, subió ligeramente el abrigo separándole las piernas una vez más mientras él se colocaba encima de ella, era una posición un tanto incómoda pero aquello no le importó, le subió con al otra mano un poco las caderas para que nuevamente sintiera su ereccion pero esta vez en su clitoris, golpeandole incansablemente como un vibrador que caprichoso quería rendir culto a todos los lugares femeninos de la mujer- te voy a coger en ese sitio, en el restaurante, en mi casa...en el mismo burdel -acercó su boca a la de ella con aquellos besos una vez más- te voy a follar hasta que me pidas más, te voy a hacer mía de todas las posturas posibles, de todas las formas voy a abrirte tanto por delante, por detrás y por esa boca tuya que querrás tenerme nuevamente a tu lado.

-Acabó con la boca en su oido separándose de ella, poco le importó si había gente que le estaba viendo, tomó el cinturón de su pantalón colocandolo en el cuello de la mujer, aún quedaba un poco para que el cochero se detuviera no iba a pasar aquella oportunidad- el que juega con fuego también tiene que quemarse - le obligó a arrodillarse, tomó el cinturón como si fuese una correa acercándole a su hombria, no hizo galta decir nada porque le abrió la boca para meterselo en la boca- vamos, chupame por ultima vez hasta esta noche -le tomó por los cabellos una vez más tomándolos de manera que podía darle tirones sin hacerle daño, no movió sus caderas lo que movía eran las manos tirando de los cabellos de la mujer acercándole y alejandole al ritmo que él deseaba, cerró los ojos mientras suspiraba, su miembro estaba ardiendo conociendo aquella boca, aquella saliva caliente...esa mujer le encendía-
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Mensaje por Eugénie Florit Mar Mayo 29, 2012 4:29 pm

El momento se volvía tan bizarro. Las mujeres deberían ser más recatadas, cumplir con lo que la sociedad indicaba, quedarse a tejer en casa, cocinar, lavar, planchar, limpiar, todas esas cosas comunes que debían de hacer para ser conocidas como dignas, como el robot que en años venideros existirían, estatuas que podían ser expuestas en la mejor de las explanadas para ser maravillada, alado de un hombre orgulloso, soberbio, presuntuoso que sólo las usaban para acrecentar su hombría, su machismo. Genie no era así, no se trataba de una mujer dispuesta a acatar ordenes. Mucho menos a ser tratada como un falso objeto, ella no era un objeto, y tenía sentimientos, caprichos, y placeres que cumplir, por eso, bajo una careta, en un mundo muy diferente al que había nacido, se refugiaba, dejándose ver, mostrando sus labios carmín, su piel desnuda y blanca. Sacando provecho de sus atributos. Atributos que no pueden pasar desapercibido por el deseo de un desconocido, quien con grandes cantidades o mínimas de dinero pagaban para cumplir su deseo, su capricho, para acallar su enfermedad.

Sus cabellos negros se habían pegado a sus hombros, a su cuello y a su nuca, todo aquello gracias al sudor del acto sexual, pero también al semen que había recibido del miembro erecto de Aetos. Eugénie no se sentía avergonzada, se sentía contenta, incluso aun sentía la excitación de su cuerpo, quería más, deseaba más, y estaba segura que tendría más, de sólo imaginar lo que estaba por venir para ella sintió una especie de escalofrío recorrer cada rincón de su ser. Se dedicó a acariciar el miembro que comenzaba a endurecerse del hombre, pero su sorpresa fue grande al notar como este deseaba dominar en aquel trayecto, nunca antes lo había hecho en un carruaje, nunca antes había imaginado que lo haría, mucho menos a plenas horas del día, sin embargo lo disfrutaba, deseaba que la tocará, deseaba que la penetrara. Recibió sus besos con desesperación, metiendo su lengua con fuerza en la boca del hombre, explorando cada detalle de esa boca que ya sentía suya, se sentía orgullosa y su ego creció cuando escuchó su primera frase. ¿Lo tenía a su merced? Pero claro que lo tenía, si quedaba alguna duda solo bastaba con ver aquel rostro lleno de placer, aquellos ojos cansados por los movimientos de su cuerpo, y el brillo que mostraban por el mejor de los encuentros. Se preguntó entonces ¿Cuanto había pagado aquel hombre por tenerla? Teniendo en cuenta claro, que ella era una de las más solicitadas, y la había pedido no sólo para el día, también para la noche. Genie en ese momento era suya, de su propiedad, y se sentía un juguete con un niño, un juguete que estaba dispuesto abrir sus piernas cada que el capricho del brujo quisiera.

Aquel juego la estaba divirtiendo, a la cortesana le encantaba que le hablaran de esa manera, sin restricciones, sin ataduras, sin nada que importaba, pues a fin de cuenta si habían pagado por ella, era fácil saber que era por necesidad a dejar salir a la peor de las bestias a la más deseada, a la más perversa. Sintió como las palpitaciones de su sexo comenzaron a ser más constantes y como si intimidad comenzaba a escurrir de nuevo, estaba deseosa demás. Cuando creyó que estaba a punto de ser penetrada de nuevo, aquello cambió de rumbo. Al brujo le había gustado que le hiciera el oral, ¿Y quién no lo disfrutaría? Esa mujer chupaba como una experta como una diosa. Genie se sintió por primera vez una verdadera zorra, no le importó que la denigrará al tenerla atada del cuello de esa manera, se sintió incluso más deseada, por extraña razón aquellas maneras de ser tan atrevidas del brujo la volvían loca, incluso hacían que su vista se nublara del placer, y aunque en ocasiones se mareaba por el cansancio, el placer y la necesidad de más no estaba dispuesta a detenerse, se detendría si llegaba a desmayarse, pero para la buena suerte de ambos, no era delicada. Fuerza y deseo le sobraban.

Colocó ambas manos en las piernas del brujo. Abrió su boca recibiendo aquel pedazo de carne como si de verdad estuviera hambrienta, la saliva le escurrió de un lado a otro, incluso por su mentón y llego hasta su cuello, pues las gotas comenzaron a caer en el piso del carruaje. La mujer comenzó a mover su lengua alrededor del falo, con suavidad, y poco a poco con más fuerza, sintió como estaba a punto de atragantarse con la gran virilidad del brujo, pues mientras chupaba y estrujaba más crecía aquella erección. Deseo poder tocarse a la par que le chupaba el falo, sin embargo se quedo quieta, era el turno del cliente en disfrutar, no quedaba de otra, para eso habían pagado, para que le diera placer al hombre, no sólo para recibir aunque esta quisiera, y honestamente sabía que lo estaba disfrutando de igual manera.

Genie comenzaba a succionar con demasiada fuerza, chupaba como si nunca hubiese tomado algo liquido, como si tuviera demasiada sed, como aquel hombre que esta en medio del desierto y encuentra un vaso de agua, deseaba quitarle hasta la ultima de las gotas, deseaba hacer esa esencia suya, y de cierta manera lo estaba haciendo. Mordisqueaba la punta, se metía el largo hasta que chocaba con su garganta, y la velocidad de su cabeza era notoria, incluso la fuerza con que sus movimientos iban y venían. En ocasiones volteaba a ver el rostro placentero del hombre, y otras veces no podía ver pues sus ojos se cerraban en automático. Sintió el liquido pre-seminal correr por su lengua, era evidente pues el calor y el liquido espeso que este era chocaba hasta su garganta, sin ningún problema se lo tragaba toda, estaba deseosa. Las manos de Genie esta vez se movieron, tocando de nueva cuenta ese par de testículos hincados, estaban tan hinchados que estaba segura descargarían más liquido que las veces anteriores. No dijo nada, ya no iba a hablar, simplemente iba a complacer, iba a complacerlo, hacer que Aetos la volviera a pedir todo el tiempo que estuviera en el burdel, estaba tan concentrada que estaba segura se volvería la perdición de su cliente, y no hablaba de amor, porque ninguno de los dos estaba dispuesto a tales estupideces, más bien, satisfacer aquellos placeres que nadie más estaría a la altura, porque nadie más podría hacer lo que aquellos dos estaban haciendo aquel día ¿O si?
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