Aparentando ser quien en realidad no soy {Ulric}

por **Arriane Alter** Vie Sep 09, 2011 9:48 am

-Todavía no era de noche, faltaba poco, pero al menos todavía no se había hecho de noche...-Era lo único que repetía en mi mente continuamente, no me gustaba la oscuridad, me gustaba pero no cuando, estaba sola, y no tenía a ningún lugar al que ir, no había encontrado ninguna pensión, o lugar donde alojarme, quizás porque aún, no sabía orientarme muy bien en aquel lugar estuve todo el día deambulando de un lado para otro, ya que había reconocido una pequeña fracción de aquella ciudad, seguro que muy pequeña, me daba miedo salir de aquella y perderme o que me pasase algo.

Acababa de llegar a París y ya estaba así, no me sentía nada bien, resultaba bastante lamentable todo aquello, la ropa de mi hermano estaba ya para tirar a la basura, había estado con ella durante tres días seguidos, solo deseaba darme un baño, el tiempo que tardé en llegar que fue bastante corto de lo que podía haberse alargado.

Apenas cuatro días completos y una parte de mi deseaba volver a casa y abrazar a mis hermanos, resultaba estúpido si lo hacía después de todo...
De repente noté algo en mi hombro, al girarme observé a un chico que me preguntaba por el mercado ambulante, al principio lo miré en una mezcla de desconfianza y miedo, no me gustaba mucho hablar con desconocidos y más con como estaba durante aquellos días, si no estaba confundida, pero no parecía una amenaza algo me dijo que no, pensé en su pregunta, había estado en el pero no recordaba el sitio, y me sentí un poco avergonzada por ello.
-Señor, resulta que no se muy bien por donde es, estuve hace un rato, se que no está lejos de aquí, pero... Ya no sé... Llegué hoy a París-Le contesté con aquella dulce voz mía.

por **Ulric Von Liechtenstein** Dom Sep 11, 2011 8:31 pm

Algo tenía muy claro, el alcohol no era un buen amigo cuando estabas solo, la noche anterior me había ido de fiesta cosa que no acostumbraba hacer, quizás la soledad me había llevado a actuar de esa forma, sonreí para mi ante aquel pensamiento, claro que no, no yo no estaba solo ya había encontrado varios conocidos hasta podía decir que tenía amigos pero lo de anoche no tenía explicación, en menos de una semana en Paris y ya conocía aquella parte, me reí tontamente mientras mis pasos seguían siendo apresurados, tenía que dejar un par de dagas al mercado ambulante y no recordaba el camino, menuda memoria cuando en lo que menos piensas es en el destino, de igual forma vi la hora en el reloj que me había sido heredado, ya se haría de noche y no había caso llegar tan tarde, mañana si, ,mañana iría al mercado en busca del comerciante que me pidió aquellas armas.

Avance por las calles en silencio, prendí un cigarrillo y lo disfrute, nada mejor que caminar una casi noche otoñal, habré avanzado un par de metros y vi a una joven, de cabellera oscura pensé que quizás ella podría darme una referencia, así que suavemente le toque el hombro y le pregunte. Su respuesta me causo gracia, otra extranjera perdida en Paris, ¿acaso no habían parisinos en Paris? Me pregunte para mí mismo. De igual forma ya había decidido desistir en ir al Mercado. Su dulce voz llego a mis oídos y no pude dejar de sonreír, esperando que no le molestara mi color de piel, ya me había topado con un par de problemas por ser diferente.

Madeimoselle, somos dos extranjeros en Paris, y yo ando en las mismas no recuerdo donde queda el mercado, por lo menos se llegar a mi hogar – añadí con una sonrisa suavemente mientras apagaba el cigarrillo para no incomodarla, de alguna forma siempre había sido educado con las damas tenía que ser un digno hijo del viejo Von Liechtenstein. Una parte de mi decía que volviera a la herrería y esperara hasta mañana, pero otra me decía que aquella dama necesitaba ayuda - ¿le puedo ayudar en algo? – pregunte, no quería ofenderla así que antes que dijera palabra alguna me presente como el caballero que suelo ser – Disculpadme, Soy Ulric Von Liechtenstein – tome cuidadosamente su mano y le di un beso en el torso de esta, esperando no incomodar rápidamente di un paso hacia atrás, esperando alguna reacción de ella.

por **Arriane Alter** Mar Sep 13, 2011 11:54 am

AL menos él si que sabía llegar a su hogar... Recordé a mi hermano, y eso fue un golpe muy duro, tenía tanta añoranza, cosa que pensé que nunca iba a tener tras dejar mi casa atrás, si que sabía que echaría de menos a Adrian, pero a los demás... Prefería dejar de pensar en ellos.
En cambio mi hermano Adrian, ¿Que haría ahora él sin mi?, la mejor pregunta sería... ¿Que haría yo sin él?; Era él quien ems acaba de todas mis meteduras de pata, de mis lios, todo ello porque habría la boca demasiado, según decía él.
-Oh... Vaya locura... Si que estamos en las mismas condiciones, o quizás no iguales-Dije cuando por lo último que había comentado a acerca de poder llegar a su hogar.

-La verdad... Buscaba un lugar donde alojarme-AL principio no supe si hacía bien en decirlo, pero finalmente confié en que tal vez el conociera de algún lugar no muy caro, no iba a gastar todo el dinero que le había cogido a Adrian en menos de una semana, no sabía lo que el futuro me podría traer así que por ello lo mejor sería ser previsora.

-Las cosas parecen volverse del revés es usted quien recurrió a mi por ayuda y ahora soy yo quien la pide...-Sonreí un poco de forma divertida, no acostumbraba confiar en la primera persona que se me cruzaba por la calle, pero anochecía...

Entonces ya no me sorprendió que se presentara con aquel típico beso en la mano, asentí ante su gesto guardando los modales que hasta ahora me habían enseñado en casa.
-Es un placer Señor Von Liechtenstein, Yo Soy Arriane, Arriane Alter.

por **Ulric Von Liechtenstein** Jue Sep 29, 2011 11:02 pm

Aquella joven, parecía algo desorientada en realidad tenía que decir que ambos lo estábamos. La noche pronto caería por los tejados Parisinos y para alguien con el aroma que emanaba de ella era algo muy peligroso, no lo había sentido antes no era una típica humana de eso estaba completamente seguro, inhalé y exhale con tranquilidad, de esa manera su aroma quedaría aguardado en mi interior, en mi memoria. Alce la vista a los cielos viendo como los minutos jugaban en contra de ambos, aún no había llegado la luna llena pero al cabo de unos días mi don se haría presente en contra de todo lo que pudiera hacer. Esa noche no era más que el herrero que había perdido el rastro de un lugar al que tenía que visitar.

Las situaciones en la vida, siempre cambian de rumbo – mi voz salió de manera pausada, normalmente siempre era si, intentaba de no preocuparme por nada más, ya que las preocupaciones no eran buenas cuando tenía tantas obligaciones por hacer, cosas en que trabajar y lugares al cual visitar – Solo conozco el Hotel de Arens, pero… - no quería que mis palabras la ofendieran, pero de algo estaba seguro ella no era de la clase acomodada, de ser así, no andaría sola por Paris, traería alguna escolta y claramente tendría un carruaje. – Es demasiado costoso – dije casi como un lamento aquello, mi padre siempre decía que no había que sentirse en menos pero en realidad, ahora lo menos que me importaba era aquello. El destino, con lo juguetón que era me había llevado a esta joven, de bello nombre y sentía esa energía o quizás sentimiento de protegerla – Señorita, No quiero que piense mal, ni crea que me quiero aprovechar de usted – seguí con aquel tono pausado, lentamente algunos faroles comenzaron a prenderse y con eso solo nos advertía que la noche había llegado, que pronto los seres fríos y macabros se apoderarían de las calles – Vivo a unas cuadras de aquí, en una herrería… Le ofrezco alojamiento y un buen plato de comida – mis palabras salían casi un poco apresuradas, pero de verdad no era temor a la noche sino que velaba por la integridad de aquella joven – Usted ya mañana y con más tiempo puede conseguir hospedaje, la noche en Paris es traicionera – termine por decir.

Di unos pasos hacia adelante, mi olfato me permitía sentir el singular olor de mi hogar, de mi lugar de trabajo, indique con un dedo hacia una dirección – Hacia allá queda, mi hogar – apunte y comencé a caminar lentamente no quería que aquella anduviera sola por las calles de Paris así que mejor causar ese tipo de presión sicológica que tanto había experimentado con mis hermanas.

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